1955• La Biblioteca Nacional fue creada por decreto el 13 de julio de 1833 por Andrés Narvarte, quien para ese momento era el vicepresidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo. Por decreto derogatorio de 1850 se fija su sede en el edificio del antiguo convento de San Francisco, donde también funcionaba la Universidad Central. También se establece que le pertenecerán las obras de los conventos extinguido, del Liceo Venezolano (una asociación de jóvenes, disuelta en 1844, que habían reunido 2.000 volúmenes y 2.000 pesos), de la Academia Militar, de la Secretaría de Estado, de la Universidad, de la Dirección de Estudios, de la Sociedad de Amigos del País y “de las que quieran presentar los colegios particulares y las personas amantes de la instrucción pública”, así como “de un ejemplar de los que impriman o se reimpriman en la República, bien sean traducidas de otros idiomas o de la propiedad de sus autores o editores nacionales”.
Tuvo varios directores ilustres, entre ellos Enrique Planchart, quien en 1937 inicia su modernización. En 1955 llega a tener 200.000 volúmenes ya catalogados y 100.000 lectores en promedio. En 1977, por gestiones de Virginia Betancourt, la Biblioteca Nacional fue transformada en Instituto Autónomo. Entre 1981 y 1985 se concluye la construcción de la nueva sede, edificio proyectado por Tomás Sanabria (1922-2008). En 1998 se completa el equipamiento del edificio y la mudanza gradual de las colecciones.
1996• Se concluye la construcción del edificio Residencias Ana T en una parcela de 1.947,38 metros 2 de la urbanización Campo Alegre, Municipio Chacao, Caracas, proyectado por la firma Borges, Pimentel y Capiello (integrada por los arquitectos Bernardo Borges Winkelmann (1932-2010), Francisco Pimentel Malaussena (1934), ambos graduados en la FAU UCV en la promoción 6 / 1957 y Oscar Capiello Llamozas (FAU UCV promoción 30 B / 1983). El edificio fue calculado por el ingeniero Denis Rodríguez y construido por el ingeniero Francisco Pimentel González.
Residencias Ana T totaliza 3.940 m2 de construcción en sus siete niveles (35 apartamentos y 4 PH). La planta baja tiene 5 apartamentos, cinco pisos tipo con 5 apartamentos en cada uno y un último nivel o PH con 4 apartamentos, además de los dos sótanos para estacionamiento y está servido por dos ascensores. Los apartamentos tipo tienen en 80 m2 sala-comedor en un solo ambiente, dos habitaciones y dos baños, mas 55 m2 de terraza. Los apartamentos ubicados en los extremos de la planta tienen 8 m2 más de área. La superficie de los cuatro apartamentos del nivel PH varía entre 96 m2 y 131 m2, tienen en su distribución: sala-comedor en un solo ambiente, dos habitaciones, dos baños y un balcón. Los apartamentos tienen pisos de mármol en las áreas sociales y parquet en las habitaciones El edificio fue recubierto en tablillas de arcilla, tiene una magnífica protección solar, muy a muy cuidados detalles constructivos.
1945• A raíz de quedar normada legislativamente la educación rural a partir de la Ley de Educación del 24 de julio de 1940, donde se legisló sobre la formación de los maestros y se dividió la formación en “Urbana y Rural” (Arts. 16 y 30); “La primera se suministrará en las Escuelas Normales Urbanas y la segunda en las Escuelas Normales Rurales” (Art. 34) se incrementó el número de estas en diferentes partes del país. En consecuencia durante el Gobierno Regional presidido por el General Angarita Arvelo, el día 15 de octubre, se crea la Escuela Normal “Gervasio Rubio” la cual empieza a funcional en la Casa El Altillo, ubicada en el Barrio San Diego, en Rubio, estado Táchira, la cual tenía como objetivo formar Maestros Rurales. Su primera directora fue la maestra Teresa Vega Leal. Se inicio como una escuela para mujeres con sexto grado aprobado para poco tiempo después transformar su régimen en mixto. El 9 de julio de 1949, cuatro años después de abierta la escuela, egresó la primera promoción de Maestros Rurales, 28 en total, 25 mujeres y 3 varones.
Fuente: La historia de la Educación Rural en Venezuela. Caso: Centro Interamericano de Educación Rural (CIER). José Pascual Mora García.
Cuando los editores y responsables que estaban detrás del proyecto de la revista Armitano Arte expusieron las razones por las cuales lo emprendían estaban muy claros. En el editorial de su nº 1 se señalan los puntos principales que los orientaban y la seguridad exultante que los acompañaba: “Primero, la unicidad de esta publicación que, desde el primer número, deja ver a las claras, que se trata de algo totalmente diferente y sin posibilidad de comparación. Segundo, que es un esfuerzo editorial y cultural único en América Latina; no se conocen antecedentes que hayan tratado temas culturales con tanta generosidad de espacio y calidad técnica de las reproducciones en color. Tercero, que esta es una revista para coleccionar. En efecto, no ofrecemos una publicación informativa que pierde interés en cuanto termine su lectura. Todo lo contrario, es una revista que por su calidad artística aumenta de valor a medida que se conserven todos los ejemplares”.
Con semejante compromiso asumido, la publicación aparece en diciembre de 1982 (a las puertas de la conmemoración del año Bicentenario del nacimiento del Libertador Simón Bolívar, 1783-1983), con periodicidad bimestral, sobrio diseño e impecable impresión que contó con el respaldo y garantía de Ernesto Armitano, cuya legendaria imprenta (Gráficas Armitano C. A.), ubicada en la Cuarta Transversal de la Avenida Principal de Boleíta, se había hecho un importante espacio apoyando el arte y la arquitectura venezolanos a través de publicaciones de una altísima calidad y de gran formato. Toda la experiencia de Armitano se volcará en la revista que será dirigida por otro veterano de estas lides, Graziano Gasparini, acompañado por un Comité Consultivo de lujo integrado por: Carlos F. Duarte, Manuel Pérez Vila, Carlos González Bogen, José María Cruxent, Carlos Cruz-Diez, Ricardo Legorreta y Oscar d’Empaire.
Como complemento de lo ya señalado vale subrayar que la publicación se imprime sobre papel “IKONOFIX de 115 gramos especialmente elaborado para ARMITANO ARTE por Zanders, Alemania”, tiene un tiraje inicial de 15.000 ejemplares y un costo unitario de Bs. 55,00 para Venezuela, 19,00 $ para toda América y 24,00 $ para Europa. La suscripción anual por 6 números es de Bs. 300,00 para Venezuela, 100,00 o 150,00 $ para toda América y de 120,00 o 180 $ para Europa (dependiendo en los dos últimos casos si se deseaba recibir por correo ordinario o aéreo). La publicidad (a página entera), elemento siempre importante para lograr que empresas de este tipo sean medianamente sostenibles, se ubicó ocupando las primeras hojas y las cotratapas de la revista.
1. “El mobiliario de la Época Republicana en Venezuela” texto de Carlos F. Duarte y fotografías de Mariano U. de Aldaca.
Con la finalidad de colocar el listón en lo más alto el primer número de Armitano Arte, donde se utiliza como elemento distintivo el fondo negro tanto en la portada como en la mayoría de las ilustraciones que la acompañan (emulando en gran medida lo que la revista italiana de arte FMR – del editor Franco Maria Ricci- ya había lanzado como propuesta el mismo año 1982), tiene como contenido cinco temas en los que la excelente fotografía compite de tú a tú con los textos. Así, abre la entrega (pp. 11-42) “El mobiliario de la Época Republicana en Venezuela”, texto del prestigioso conservador y restaurador, experto en arte colonial venezolano, Carlos F. Duarte y fotografías de Mariano U. de Aldaca. Aquí Duarte confirma sus dotes de acucioso investigador, dedicado coleccionista y meticuloso informante de una temática poco trabajada en nuestro país, apoyándose para acompañar el desarrollo del ensayo, de objetos provenientes en su mayoría de las colecciones del Museo de Arte Colonial, la Casa Natal de Libertador y la suya propia.
2. “El muro del Inca” texto y fotografías de Luise Margolies y Graziano Gasparini.
Le sigue (pp. 43-62) “El muro del Inca” con texto y fotografías de Luise Margolies (antropólogo cultural) y Graziano Gasparini (historiador y arquitecto), donde al espléndido y predominante despliegue fotográfico lo acompaña un breve artículo que reseña el recorrido, ya trabajado con anterioridad por los autores, por el siempre impactante uso que se hizo de la piedra tallada en las construcciones que se encuentran en Cuzco (Perú) y sus alrededores durante la época precolombina.
3. “Cestería indígena” textos de Daría Hernández y Cecilia Fuentes y fotografís de Andrey von Leitberg.
La tercera parte de las cinco que recoge esta entrega del nº 1 de Armitano Arte, está conformada por el hermoso trabajo de registro y análisis de lo que es nuestra “Cestería indígena” (pp. 63-82) a cargo de las antropólogas Daría Hernández y Cecilia Fuentes, ambas graduadas en la Universidad Central de Venezuela y a su vez directora y jefe técnico administrativo, respectivamente, del Museo del Folklore de Caracas. Las notables fotografías que dan cuenta la impactante proximidad existente entre el arte popular utilitario y el abstracto, salieron de la cámara de Andrey von Leitberg. Vale añadir que no es casual que la portada de la revista recurra a una de las contundentes imágenes de von Leitberg para engalanar el número que significó su lanzamiento.
4. “La Guaira. Cartografía siglo XVIII” investigación de Graziano Gasparini.
“La Guaira. Cartografía siglo XVIII” (pp. 83-112) es el título del trabajo que permite a Graziano Gasparini dar salida a parte de una investigación que ya venía desarrollando apoyada en los archivos españoles de Sevilla, Madrid, Simancas y de algunos museos y otras instituciones culturales, dedicada a mostrar los tesoros cartográficos allí guardados. No hay que olvidar que en 1981 Gasparini ya había publicado conjuntamente con Manuel Pérez Vila el libro La Guaira. Orígenes históricos. Morfología urbana (editado por Armitano) y que muy probablemente lo publicado en la revista provenga del valioso material recopilado para el libro, potenciado en cuanto a su indudable valor gráfico.
5. “Juan Félix Sánchez. Lo espiritual en el arte” texto de Alberto Arvelo y fotografías de Sigfrido Geyer.
Finalmente, con “Juan Félix Sánchez. Lo espiritual en el arte” (pp. 113-138) del escritor Alberto Arvelo y fotografía de Sigfrido Geyer, ambos integrantes del Grupo Cinco, se deja testimonio del significado y relevancia que cobró la obra del artista merideño una vez que Dennis Schmeichler (otro integrante del Grupo Cinco) estableciese contacto con él y descubriese el riquísimo y variado trabajo que ya había acumulado durante años, anclado de manera indisoluble al recóndito entorno natural (El Tisure ubicado entre las quebradas de El Potrero y Los Muñecos, estado Mérida), donde había decidido erradicarse desde 1943. El artículo, prólogo del catálogo publicado con motivo de la exposición abierta por dos meses en los espacios del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas en 1982 se dedicara al artista merideño, es toda una invitación a aproximarse a la producción de Sánchez venciendo los prejuicios de lo que entendemos por arte popular, término que el autor del texto se ha negado ex profeso a utilizar mientras abordaba el análisis de su obra.
6. Izquierda: Portada del nº 1 de la edición italiana de la revista FMR de marzo de 1982. Derecha: Algunas de las 22 portadas de Armitano Arte.7. Parte de la producción editorial dedicada al arte de Ernesto Armitano Editor.
Armitano Arte, fruto de otro exitoso emprendimiento de la dupla Ernesto Armitano-Graziano Gasparini, en el que puede percibirse en todo momento la apabullante influencia y presencia del segundo en su conducción, nos deleitó con una regularidad si se quiere poco afectada por las circunstancias que envuelven este tipo de publicaciones en nuestro país (la frecuencia tuvo un promedio de número y medio al año en lugar de los dos planificados inicialmente), a lo largo de 15 años, dejando de circular en 1997 tras la aparición de 22 números. Dejó en manos de lector, tal y como se lo habían propuesto sus impulsores, una colección invalorable de “temas sobre Venezuela y América en las facetas más variadas. Arte precolombino, arte colonial, arquitectura inca, maya o barroca, pintores cuzqueños, muralistas mexicanos o cinéticos actuales, antigüedades, objetos raros, arte popular, artesanía, fotografía, diseño, urbanismo, restauración y movimientos culturales de ayer y de hoy” así como de «la revista más bella de América”, en clara alusión al calificativo de «la revista más bella del mundo» que Franco Maria Ricci había acuñado para su revista, ya citada, lanzada solo unos meses antes.
Tan importante aporte dejó clara la conciencia que se tenía de la envergadura de la empresa, de la responsabilidad que se asumió y de los compromisos cumplidos tal y como se había anunciado década y media antes. Todo un ejemplo a ser analizado y estudiado que queda en los anales de la historia del mundo editorial venezolano.
ACA
Procedencia de las imágenes
Todas excepto 6. Nº1 de la revista Armitano Arte, 1982.
6. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad.
Nos interesan temas relacionados con el desarrollo urbano y arquitectónico en Venezuela así como todo lo que acontece en su mundo editorial.