… el 28 de mayo de 1994 aparecen en las páginas centrales del nº 63 del semanario Arquitectura HOY los Planes Parroquiales de Ordenamiento Urbano de La Candelaria y San Agustín.

Cuando La Causa R (LCR) sorpresivamente alcanza la victoria en las elecciones de diciembre de 1992, en las que presentó como su candidato a la Alcaldía del Municipio Libertador a Aristóbulo Istúriz, se da inicio a una gestión que, para el período 1993-1996, tal y como apunta Margarita López Maya en “Alcaldías de izquierda en Venezuela: gestiones locales de La Causa Radical (1989-1996)”, texto que apareció en Gobiernos de izquierda en América Latina. El desafía del cambio (1999) coordinado por Beatriz Stolowicz, buscaba cambiar la manera de hacer política a esa escala, “desarrollando prácticas de organización y participación ciudadana que permitieran ir transformando lo que se consideraba la tradicional cultura clientelista venezolana por una más democrática”.
Istúriz al momento de asumir la dirección municipal, aunque no contaba con experiencia previa para el cargo, si pudo aprovechar en buena parte el aprendizaje alcanzado por Clemente Scotto, perteneciente a su mismo partido político, quien había ganado las primeras elecciones municipales en 1989 para la Alcaldía del Municipio Caroní del estado Bolívar y que logró ser reelecto en 1992, por lo que ambas se constituyeron en experiencias que corrieron paralelas durante tres años.
Comprender la gestión llevada a cabo por Istúriz significa, por un lado, saber que el Municipio Libertador formaba parte, junto al Municipio Vargas, de lo que se denominaba el Distrito Federal y, por el otro, que integraba el Área Metropolitana de Caracas, entidad creada con fines censales en 1950, junto a los municipios Sucre, Chacao, Baruta y El Hatillo, todos ellos pertenecientes al estado Miranda. Sin embargo, es la de Libertador la que por tradición será conocida como Alcaldía de Caracas ya que en ella se asientan los poderes públicos que estructuran el Estado venezolano.

Otro dato importante que se debe manejar es la dificultad que significaba, a efectos de su gobernabilidad, el tener una elevada densidad poblacional, una variada composición social y más de la mitad de sus integrantes en situación de pobreza a lo que debe añadirse, como señala López Maya, los inconvenientes derivados “de las leyes y reglamentaciones aprobadas para la ciudad en distintas épocas y para distintos fines que han terminado por conformar un laberinto legal que obstruye la posibilidad de un gobierno eficaz y hace sumamente difícil cualquier cambio de políticas para la ciudad. El municipio está regulado por la Ley Orgánica de Régimen Municipal (LORM), sancionada en 1989, pero también por la Ley Orgánica del Distrito Federal. Ambas se contradicen en algunos aspectos y otorgan facultades y atribuciones concurrentes entre gobernador y alcalde. Adicionalmente, el gobernador del D.F. es designado directamente por el Presidente de la República, lo cual crea en él cierta orientación e intereses que difiere de las del alcalde, quien es electo directamente por la comunidad. Otra reglamentación que genera dificultades es la Ley Orgánica de Ordenamiento Urbanístico (1986), que establece planes para las ciudades venezolanas en las cuales una de las dependencias del Gobierno Nacional, el Ministerio de Desarrollo Urbano, tiene una jerarquía superior a los niveles federales o municipales, las acciones de este ente son motivo de tensión y complicaciones por concurrencia de facultades y atribuciones. Por si no bastaran estos inconvenientes, existen leyes o reglamentos que regulan aspectos de la vida urbana, que se remontan a principios de siglo o aun antes, y aguardan hasta ahora por su actualización”.
La larga cita anterior permite contextualizar los problemas afrontados por una gestión que se benefició del voto castigo para alcanzar el poder, ganó con una pequeña diferencia y que, como ya dijimos, lo hizo ante la sorpresa de propios y extraños, lo cual obligó a desarrollar ideas sobre la marcha sobre política local y crear un equipo que compartiera los conceptos fundamentales de transformación y lucha contra el clientelismo político. Para ello contó, por un lado, con el apoyo del gobernador del estado Bolívar, Andrés Velásquez, y del ya mencionado alcalde de Caroní, Clemente Scotto y, por el otro, con la oposición conformada por la gobernación del Distrito Federal y el gobierno central quienes no estaban dispuestos a facilitar el éxito de un partido popular emergente como lo era LCR.
Si quisiéramos resumir al máximo las políticas impulsadas por el alcalde Istúriz ellas se podrían recoger en el término “democracia radical”, principio ideológico básico de LCR que a su vez derivaba en “el gobierno de la gente” o, en otras palabras, en la implementación de una democracia directa. “Esta democratización implicaba el desarrollo de una cultura participativa, cultura que el partido consideraba inexistente en Venezuela por la exacerbación de la práctica populista como forma de relacionamiento entre la sociedad y el poder”, acotará López Maya.
Así, el eje articulador de las acciones conducentes a impulsar la democratización es el llamado “gobierno parroquial”, nos recordará López Maya, y ya que el mismo superaba los alcances que la LORM otorgaba a las juntas parroquiales, se procedió a promover la “Ordenanza para la Creación y Funcionamiento del Gobierno Parroquial en el Municipio Libertador”, la cual fue aprobada a punto de culminar el último año de gestión (1995) mientras Istúriz buscaba ser reelecto, cosa que no consiguió.

Siendo pues el gobierno parroquial el motor de la democratización buscada y las juntas parroquiales los entes que a tal fin debían ponerla en marcha, se emprenden desde la recién creada Oficina Municipal de Planeamiento y la Dirección de Obras Municipales programas tendientes a ofrecer una mejora sustantiva en el ordenamiento de cada una de las 19 parroquias que conformaban el municipio, dándose origen así al nombramiento de los arquitectos parroquiales y, sobre todo, a la experiencia que derivará en la realización de los denominados Planes Parroquiales (PP), 14 de los cuales serán asignados a un grupo de profesionales seleccionados por credenciales. Por otro lado, respetando lo señalado por la Ley Orgánica de Ordenamiento Urbanístico, el Instituto de Urbanismo de la FAU UCV va elaborando simultáneamente el Plan de Ordenamiento Urbano Local (PDUL), lo cual, como diría Marta Vallmitjana en “Plan de Ordenamiento Urbano Local y Planes Parroquiales de Ordenamiento Urbano. Un diálogo necesario. Caso: Municipio Libertador”, texto aparecido en la revista Urbana nº 20 (1997), dejaría de lado la tradicional planificación “en cascada” (jerarquizada, centralista y dirigida desde arriba “en la que se hacen difíciles las debidas consultas a las diversas expresiones de las fuerzas sociales, económicas y políticas”) por una “planificación de compatibilización” que buscaba reconciliar y establecer vasos comunicantes entre enfoques contrapuestos: los representados por los planes de desarrollo urbano (PDUL) y por el proyecto de diseño urbano (PP). Se aprovecharía así el importante factor participativo que los Planes Parroquiales tenían implícitos para poder formularse dentro de las políticas generales de “democracia radical” y “gobierno de la gente”.
Toda esta intensa, rica y variada experiencia que vitalizó a buena parte del medio profesional y académico, así como los lineamientos estratégicos y las dificultades y tropiezos que acompañaron a la gestión de Istúriz, fueron seguidos con interés y atención por las diferentes páginas que en la prensa nacional se ocupaban de temas de arquitectura y ciudad, fenómeno particularmente relevante durante la década de los años 1990. Así, con diferentes grados de compromiso, frecuencia y enfoque, hemos podido detectar que las secciones dominicales de “Ciudad” o “Arquitectura y diseño” de El Diario de Caracas a cargo de Oscar Tenreiro y Farruco Sesto, de “Arquitectura” de El Nacional donde participan William Niño Araque, Hannia Gómez y Federico Vegas, y el encartado sabatino Arquitectura HOY coordinado por Juan Pedro Posani, van dando cuenta desde el llamado a elecciones municipales hasta el proceso que se desencadena luego de conocerse los resultados y se inicia la acción de gobierno, dentro de lo que consideran son sus respectivas responsabilidades divulgativas y de generación de opinión.
Tenreiro y Sesto dotarán a los contenidos de sus artículos de mayor carga política en virtud de su compromiso con la gestión de Istúriz, cosa que asumen desde el momento mismo de su elección a finales de 1992 y con gran intensidad durante todo 1993, hasta el punto en que, cerrando el año, en pleno proceso electoral para las presidenciales, son vetados por la dirección de El Diario de Caracas al tomar partido por la candidatura de Andrés Velásquez, lo que derivó en la salida de ambos y el abandono del espacio (ocupado durante casi 4 años) y con ello el acompañamiento a la gestión de Istúriz.
William Niño, por su parte, será quien se dedique con mayor ahínco desde El Nacional a hacer seguimiento y plantear recomendaciones e ideas permanentemente a la labor de Istúriz sobre la temática que más le apasionaba: la ciudad de Caracas, lo cual abarcará los tres años que duró su gobierno.

El equipo de Arquitectura HOY asumiría en cierta forma el relevo de Tenreiro-Sesto con otra actitud, dedicándose más a la tarea de registrar el proceso de conceptualización, discusión y presentación de los Planes Parroquiales que se fueron gestando. Es así como, a modo de preámbulo, en el nº 57 del encartado (23/04/94) aparecen “Credo de Caracas” (bajo la responsabilidad de Enrique Larrañaga), “Descentralizar la ciudad y descentralizar el pensamiento” de Miguel Posani y “Retrato de Caracas” de Azier Calvo.
Luego de que en el nº 61 (14/05/94) se reseñara la Presentación en la FAU UCV del primer grupo de Planes Parroquiales encargados por la Alcaldía del Municipio Libertador, en el nº 63 (28/05/94, tal día como hoy) aparecen los Planes Parroquiales de ordenamiento urbano de La Candelaria y San Agustín elaborados por Enrique Larrañaga e Isabel Sánchez, respectivamente.
Respondiendo a las particularidades de cada parroquia e inmersos en el espíritu de empezar a legislar la ciudad buscando controlar la morfología de las edificaciones desde la prefiguración del espacio público, saliéndole al paso a lo que se había demostrado como un caótico crecimiento producto de permitir que la forma urbana fuese el resultado de la actuación independiente en cada parcela, los planes de La Candelaria y San Agustín se amoldaron a los postulados establecidos en el “Credo de Caracas” (“programa ideológico” que buscaba darle coherencia a una idea de ciudad que debía ser compartida), asumido por todos los equipos participantes de la experiencia: unidades ambientales: la ciudad policéntrica; intensificación de las especificidades y el carácter; continuidad del tejido como espacio común; unidad múltiple y continua de usos y actividades; caracterización de la esquina como marca y medida; clasificación de las vías por tipificación espacial; clarificar lo estructural; y domesticar lo vial.


La labor divulgativa de Arquitectura HOY continuará cuando en el nº 67 (25/06/94) se publiquen los Planes Parroquiales de Ordenamiento Urbano de Altagracia y Catedral, y San José; en el nº 71 (23/07/94) los de El Recreo y Santa Rosalía Sur; en el nº 78 (10/09/94) el de Sucre (Catia Sur y Catia Norte); y en el nº 97 (04/03/95) el de Antímano, por lo que se llegarán a publicar sólo 9 de los 14 planes encargados quedando por fuera Caricuao, Macarao, El Valle, La Vega y el 23 de Enero.

López Durán.
Los Planes Parroquiales, que no dudamos en calificar como la experiencia más importante de los últimos 50 años en lo relacionado a pensar y visualizar la urbe como un todo, planteados en su momento como 14 trozos de la Caracas contemporánea que apuntaban imaginar la ciudad del siglo XXI y como pequeñas ciudades dentro de un conglomerado mayor, fueron expuestos en mayo de 1997 en los espacios del Museo de Artes Visuales Alejandro Otero (La Rinconada) a través de la exposición “Trazos de ciudad” (con curaduría de William Niño Araque y Fabiola López Durán, reseñada por Arquitectura HOY en su nº 203 del 16/05/97), en un postrero intento por sacarlos de las gavetas en los que las gestiones municipales posteriores los depositaron. Se trató de la única oportunidad que el ciudadano común tuvo de enterarse de una empresa que demandó un esfuerzo extraordinario pero que, paradójicamente con relación a lo anhelado por aquel gobierno municipal liderado por Istúriz, careció del vital aporte de la participación, constituyéndose ello en su verdadero talón de Aquiles.
Nota
El texto que hoy hemos presentado aquí proviene en muy buena parte de la nota complementaria a la Postal nº 209 que publicáramos en el Contacto FAC 174 del 10 de mayo de 2020, y de la que acompañó al «Tal día como hoy…» del Contacto FAC 20 del 23 de abril de 2017.
ACA
Procedencia de las imágenes
1, 4, 5, 6 y 7. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad
3. Revista Urbana nº 20 (1997).