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ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 345

Con el ejecútese del decreto que dio inicio a la nacionalización petrolera el 1 de enero de 1976, había quedado atrás no sólo el período en el que los hidrocarburos en Venezuela fueron explotados por empresas extranjeras, sino también el aporte a la cultura que algunas de ellas llegaron a hacer a través de sendas publicaciones periódicas.

En el caso concreto de la Creole Petroleum Corporation es recordada la continuidad, riqueza de contenidos y calidad gráfica de la que fue su revista: El Farol, cuya aparición entre 1939 y finales de 1975 dejó el listón en un nivel que parecía difícil de superar. (ver Contacto FAC nº222 del 2 de mayo de 2021).

Transformada la Creole en Lagoven y, por ende, convertida en una de las dos filiales más importantes de Petróleos de Venezuela, quienes asumieron su dirección no quisieron dejar pasar mucho tiempo sin atender el vacío originado por la desaparición de la revista de su antecesora. Es así como se dieron a la tarea de explorar cuál debía ser la línea y tipo de publicación que debía crearse, en medio de un clima que siempre se asumió de competencia e igualdad en cuanto a calidad y eficiencia del manejo de las empresas nacionalizadas y todo lo que ellas representaban.

Es así como el Departamento de Relaciones Públicas de Lagoven puesto a trabajar en el asunto y luego de evaluar diversas proposiciones, decide elevar a la junta directiva un proyecto de publicación periódica que tendría por nombre “Cuadernos” al cual se agregaría la denominación de la empresa, lo que le permitiría contar con un claro sello de identidad.

Pareciera que con relación al perfil de la revista no había mayores dificultades con respecto a que debía dedicarse a tratar con profundidad temas culturales y petroleros que contribuirían con el esfuerzo educacional que se realizaba en el país, manteniendo en este sentido una gran proximidad con la línea marcada por El Farol.

1. Algunos de los números pertenecientes a diferentes series de Cuadernos Lagoven.

La más importante diferencia estribaría en que cada ejemplar de lo que dio en llamar Cuadernos Lagoven sería monográfico y que se agruparía a su vez en series temáticas coleccionables, lo cual otorgaba cierta flexibilidad en lo que se refiere a la periodicidad y número de páginas que cada número podría tener. Se mantendría la condición de gratuidad del producto, se conservaría el cuidado en el diseño gráfico y diagramación, se contaría con los mejores fotógrafos, se seleccionarían reconocidas imprentas y se buscaría a los más connotados escritores y estudiosos del país para que fuesen abordando la pauta que los editores fueron estableciendo. El formato seleccionado sería de 21×21 cms.

La propuesta presentada fue aprobada por unanimidad por la junta directiva de la empresa, decidiéndose dar inicio a la materialización del proyecto de inmediato de manera que el mismo año 1976 debía estar el la calle el primer número.

El responsable de llenar de contenido la revista inaugural fue el reconocido historiador, investigador y pedagogo español radicado en nuestro país Manuel Pérez Vila (Girona, 1922, Caracas, 1991). El tema seleccionado: “Ciudades cuatricentenarias”, daría salida a indagaciones llevadas a cabo por el autor por aquel entonces. Se iniciaba así, además, la serie “El hombre y su gente”. Su portada, que recoge una hermosa panorámica de Caracas tomada seguramente desde lo más alto de Colinas de Bello Monte, ilustra nuestra postal del día de hoy.

Ampliamente reconocido por ser el biógrafo más importante del Libertador Simón Bolívar, de quien organizó y clasificó el archivo existente en su Casa Natal entre 1950 y 1955 bajo la dirección de Vicente Lecuna, Pérez Villa sorprendió como lo había hecho en otras oportunidades tocando en el nº1 de Cuadernos Lagoven una temática si se quiere alejada de su línea de trabajo fundamental que, sin embargo, trata con todo el rigor y profundidad de los que era capaz contando para ello con un valioso apoyo documental.

El ensayo elaborado por Pérez Vila invita a analizar la idea que nos hemos forjado sobre la historia hispánica, siguiéndole los pasos a los fundadores de las primeras ciudades venezolanas. Refiriéndose a la generación de primer orden en el desarrollo de la historiografía nacional, Pérez Vila ofrece un interesante matiz sobre los ejes de penetración y los núcleos de poblamiento urbano.

En un comentario sobre el texto de Pérez Vila del 8 de septiembre de 2019, ubicable en http://www.diarioelinformante.com.ve, Henry Vargas Ávila expresará cómo en él se describe la España del siglo XVI que acomete la tarea de ocupar un inmenso continente, el Nuevo Mundo, como una nación en la que se superponen diversos planos temporales. “A medio camino entre el Medioevo y la modernidad es España una nación excéntrica y particular. En 1492 expulsa a los árabes, unifica bajo una corona su territorio y comienza su expansión ultramarina. Sin embargo, un rasgo premoderno acompaña este período de esplendor: el fervor proselitista de la Evangelización. Convertir a la fe verdadera a los infieles es una firme idea española que convive y se imbrica con otras de más reciente factura, el Renacimiento, la ampliación del conocimiento geográfico y de la ecúmene, la Contrarreforma católica. Se trata de una España que vacila por situarse entre lo medieval y lo decididamente moderno la que llega al Nuevo Mundo en el siglo XVI”.

Así, “la fundación de las ciudades hispanoamericanas y las formas diversas de penetración a través de la conquista y poblamientos, están en estrecha relación con la acción predicadora de los misioneros y el surgimiento de las llamadas doctrinas. Las comunidades religiosas y entre ellas principalmente los dominicos, los franciscanos, los agustinos y los jesuitas realizaron una importante labor misionera alrededor de las doctrinas”.

Con la intención de remarcar los ejes de penetración seguidos por los conquistadores: el de Oriente, originado en Cubagua-Margarita, que tiene por base a Cumaná en tierra firme y se extiende luego por el Orinoco hacia Guayana; en Occidente, desde la costa, que penetra por Coro hasta El Tocuyo, se abre en abanico hacia Trujillo, Maracaibo, Barquisimeto, Carora y se extiende hacia la región central, nombres y fechas de ciudades fundadas a inicios del proceso de colonización antes de 1577 y que aún hoy persisten son descritas por Pérez Vila: Cumaná, 1521-1522; Coro, 1527-1529; Puerto de Mar (Porlamar) o Villa del Espíritu Santo, iniciada hacia 1528, fundada oficialmente en 1536; Maracaibo, en sus tres fundaciones, empezando por la de Alfinger en 1529; El Tocuyo en 1545; Barquisimeto, en 1552; Valencia 1553; Trujillo, en 1557; Mérida, 1558; San Cristóbal, 1561; La Asunción, 1564-1567; Caracas, 1567; Caraballeda, 1567, Carora, 1569; La Grita, 1576; Barinas –o Altamira de Cáceres- 1577. También algunas otras que no han llegado hasta el presente: Nueva Cádiz de Cubagua, La Borburata, El Collado, San Miguel de Neverí o la Villa de San Francisco.

Emparentado con el texto que posteriormente elaborara para el libro La Guaira. Orígenes históricos. Morfología Urbana (1981) en el que también participaron Graziano Gasparini y Carlos Duarte, Pérez Vila nos dejó en “Ciudades cuatricentenarias” no sólo un valioso aporte a la historia del poblamiento del país sino, además, un texto de obligatoria consulta para los estudiosos de temas urbanos.

2. Ciudado diseño gráfico en dos de las portadas de Cuadernos Lagoven.

Roto el celofán del compromiso asumido con la salida del número 1, Cuadernos Lagoven aparecería ininterrumpidamente entre 1976 y 1997. Allí se publicaron más de 250 textos distribuidos en algo más de 100 entregas, algunas abordadas por un solo autor y otras compartidas que, a pesar de ser editadas en su mayoría a modo de revista y en español, se abrió a la presencia de algunos ejemplares con tapa dura y traducidos al inglés, lográndose una alta calidad impresa. Definidos como una aproximación a las múltiples y diversas expresiones del quehacer humano y concebidos con un claro sentido de utilidad, cada número buscó la armonía entre el valor mismo del tema, el interés del público, la seriedad y amenidad del tratamiento y la riqueza gráfica y de diseño, cumpliendo con creces los objetivos iniciales trazados por la empresa.

3. Dos de los ejemplares de la serie «Bicentenario» (1983).
4. Dos de los ejemplares de la serie «Cuatro Repúblicas» (1988).

Sin necesariamente mantener una periodicidad fija se podría decir que en promedio Cuadernos Lagoven apareció bimensualmente, dándose los casos especiales correspondientes a los años 1983 (dedicado a celebrar los 200 años del nacimiento del Libertador mediante la serie que llevó el nombre de “Bicentenario”) de seis números y de 1988 cuando se lanza la serie “Cuatro Repúblicas” de siete entregas, ambas, por cierto, de corte histórico. Otras series dignas de ser mencionadas son “Siglo XXI” concentrada en los años 1985 y 1986 y “Medio Milenio” aparecida el año 1992 cuando se cumplían 500 años de la llegada de Colón a América.

5. Número de Cuadernos Lagoven titulado “Arquitecturas de Villanueva” (abril 1978) con textos de Juan Pedro Posani, fotografías de Paolo Gasparini e ilustraciones de Kees Verkaik de la serie «El hombre y su ambiente».
6. Otros dos ejemplares de la serie «El hombre y su ambiente»

Al ensayo de Manuel Pérez Vila publicado en el número 1 se sumaron, dentro de la serie “El hombre y su ambiente” (la de mayor amplitud en cuanto a ejemplares dedicados a través del tiempo), otros autores y temas que podríamos considerar afines a los que desde estas páginas promovemos. Así, vale la pena recordar el muy cuidado ejemplar titulado “Arquitecturas de Villanueva” (abril 1978) con textos de Juan Pedro Posani, fotografías de Paolo Gasparini e ilustraciones de Kees Verkaik, obra que posteriormente se editaría en tapa dura y en inglés el año 1985. Del mismo año 1978 data “La Ciudad Transfigurada”, con textos de Augusto German Orihuela y fotografías de Luis H. Doguis. En 1996, como número 100, aparecerá “Arborización y su mantenimiento en áreas urbanas” del biólogo y especialista en botánica Jesús Hoyos Hernández, Premio Nacional de Divulgación Científica y, previamente, dentro de la serie Siglo XXI, con el número 54, “El Futuro de las Ciudades Venezolanas” del sociólogo Roberto Briceño-León.

7. Dos de los ejemplares de la serie «Siglo XXI» (1985-1986).
8. Tres de los ejemplares de la serie «Medio Milenio» (1992).

De tal manera, con la firma de connotados autores entre los que vale la pena citar a Arturo Uslar Pietri, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Pedro Grases, Pedro Cunill Grau, Armando Rojas Guardia, Efraín Subero, Tomás Polanco Alcántara, R. J. Lovera De-Sola, Aníbal Romero, Orlando Albornoz, Diego Bautista Urbaneja, María Elena Ramos, José Luis Salcedo Bastardo, Alfredo Armas Alfonzo, Germán Carrera Damas, Elías Pino Iturrieta, Ramón Escovar Salom y Luis Castro Leiva, la crítica, el ensayo histórico, la investigación antropológica, el pensamiento venezolano, la geografía del país, la ecología, la ciudad y su atmósfera, la tecnología, la literatura, la música,  la relación mantenimiento y ambiente, el lenguaje, la zoología, el arte y la arquitectura se dieron cita a través de las páginas de Cuadernos Lagoven dejando un importante legado de parte de la empresa a la cultura venezolana y una demostración de una de las tantas maneras en que el petróleo puede ser sembrado.

9. Portada del nº50 de Cuadernos Lagoven.

Tal y como se recoge del artículo de Wikipedia dedicado a la publicación que hoy nos ocupa, “el buen grado de aceptación y veracidad de sus temas se vieron recompensados en el año de 1986 cuando se le otorgó el Premio Nacional de Periodismo a los Cuadernos Lagoven. (…)  También en el año 1986 Cuadernos Lagoven llegó a su publicación número 50, (llevando) por título “La poesía de los pueblos con sed” escrito por la pluma del Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa”. A ello cabe agregar que recibió por cinco años consecutivos el premio del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional como mejor publicación en su estilo.

Adicionalmente a las publicaciones periódicas e impulsada por el reconocimiento alcanzado, la empresa petrolera tomó la decisión de dar luz verde a la creación de la serie audiovisual de Cuadernos Lagoven, lográndose la producción de documentales diversos entre los que destacó la correspondiente a historia venezolana titulada «Cuatro Repúblicas», constituida por nueve videos. Como bien señala Manuel Bermúdez Romero en “El petróleo sembrado. Cuadernos Lagoven es un valioso legado cultural” (2021) publicado en http://petroleumag.com: “Del mismo modo fue satisfactoria en esta modalidad la divulgación televisiva de las biografías y contribuciones plásticas de los artistas Juan Lovera, Arturo Michelena, Francisco Narváez, Carlos Cruz-Diez, Emerio Darío Lunar y Jacobo Borges”.

Los Cuadernos Lagoven audiovisuales “eran transmitidos por la Televisora Nacional, canal 5, los sábados a las ocho de la noche. Venezolana de Televisión los proyectaba los martes a las once y treinta de la mañana”, acotará Bermúdez Romero.

A partir de 1998, la publicación fue rebautizada como Cuadernos PDVSA, a consecuencia del cese de actividades de la filial petrolera. El cambio radical en el enfoque que se le dio al nuevo producto editorial, lamentablemente, dejó atrás lo que fue una de las experiencias más notables dentro de las publicaciones periódicas culturales del país durante el siglo XX.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal, 2, 3, 4, 6, 7, 8 y 9. https://www.venciclopedia.org/index.php?title=Cuadernos_Lagoven

1. http://petroleumag.com/el-petroleo-sembrado-cuadernos-lagoven-es-un-valioso-legado-cultural/

5. Colección Crono Arquitectura Venezuela

VALE LA PENA VOLVER A LEER

1. Página 1 (portada) del nº51 del semanario Arquitectura HOY, 26 de febrero de 1994.

Hoy, 26 de febrero, se cumplen 29 años de la publicación en el nº51 del semanario Arquitectura HOY del artículo “¿Dónde está el norte?” de Juan Pedro Posani (1931-2020), quien fuera profesor de Historia de la Arquitectura de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, director del Instituto del Patrimonio Cultural, Premio Nacional de Arquitectura (1992), Doctor Honoris Causa por la Universidad Central de Venezuela (2000) y fundador del Museo Nacional de Arquitectura -MUSARQ- en 2006.

El que quizás ha sido el crítico más importante dentro de la escena arquitectónica venezolana del siglo XX logró, a través de su presencia durante 10 años en las páginas del diario Economía HOY, conformar una verdadera línea de pensamiento que mostraba una renovada actitud hacia lo real y lo regional basada en la búsqueda de formas y modelos expresivos, constructivos y ambientales que se correspondieran sanamente con el lugar del mundo en que nos encontramos. Bajo el supuesto de que no puede haber diversidad sin autenticidad, Posani siempre apuntó a observar la arquitectura venezolana en toda su amplitud y también a dedicarse al estudio de aquella parte de ella donde la identidad aparece. “¿Dónde está el norte?” es una de las piezas claves para entender lo que Posani intentó construir paso a paso en momentos en que la prensa era la principal tribuna de opinión sobre arquitectura en el país.

2. Izquierda: Portada del Tomo I (Sociedad y cultura), Libro I (Los venezolanos) de Suma del Pensar Venezolano. Derecha: Sumario del capítulo “Sobre la ciudad y la arquitectura” donde se muestra la lista de los textos seleccionados por Marco Negrón.

Seleccionado por Marco Negrón como uno de los textos fundamentales sobre La Arquitectura que, ocupando las páginas 491 y 492, formó parte del Tomo I (Sociedad y cultura), Libro I (Los venezolanos) de Suma del Pensar Venezolano (Editores: Asdrúbal Baptista, José Balza y Ramón Piñango. Caracas: Fundación Empresas Polar, 2015), donde Negrón elaboró tanto el texto introductorio como la antología correspondiente al capítulo “Sobre la ciudad y la arquitectura”, “¿Dónde está el norte?” también se encuentra incorporado a las publicaciones Debate y disquisiciones sobre el anón y el cambur (Juan Pedro Posani y Alberto Sato. Caracas: Ediciones de la Biblioteca de Arquitectura, 2000) y Juan Pedro Posani, Arquitectura Hoy, diez años de pensamiento crítico (Editor: Javier Cerisola. Caracas: Museo Nacional de Arquitectura, 2012).

3. Otros dos libros donde aparece publicado el texto «¿Dónde está el norte?» de Juan Pedro Posani.

Dada la vigencia que aún mantiene el mensaje plasmado por Posani en su escrito, nos ha parecido pertinente reproducirlo de nuevo en su totalidad para quienes no han tenido la oportunidad de leerlo, revisarlo o estudiarlo.

Esperamos sea de provecho y utilidad.

4. Detalle del cuadro de Manuel Espinosa «Unare, Ocasos y Auroras» (1990) que acompañó el artículo de Posani cuando fue publicado por primera vez en 1994

¿Dónde está el norte?

Juan Pedro Posani

¿Dónde está el Norte? Esta era la primera pregunta que Carlos Raúl Villanueva, con ese tono de voz suyo, entre ingenuo y burlón, le planteaba a sus estudiantes.

Quienes lo acompañaban en las correcciones de la Facultad de Arquitectura conocían muy bien el significado de esta pregunta. Era la pregunta por el contexto, por el clima, por la inclinación del sol, por las brisas y las lluvias, por la orientación y por las vistas, por la temperatura, por la geografía y la cosmografía.

Villanueva comenzaba sus críticas por el punto en el cual ha fracasado demasiadas veces nuestra arquitectura actual: su relación con la tierra y con el clima. La vida y el azar nos dieron un tiempo y un lugar. De allí —nos decía Villanueva— hay que partir.

Hace unos años, antropólogos y sociólogos reavivaron un viejo debate: en la historia de la evolución del hombre ¿qué ha sido o es más determinante, la cultura o la naturaleza? La controversia acerca de la oposición “culture-nature” tomó la senda de los enfrentamientos radicales para luego aquietar sus contenidos en una coexistencia crónica que atestigua la salomónica verdad de que es imposible separar antagónicamente lo que es complejo. Ciertamente, también en el caso de la arquitectura es poco sensato separar lo que es inseparable. Los hombres cuando han construido bien han tomado en cuenta tanto la temperatura y la humedad relativa como la suavidad de las curvas de los capiteles. Pero únicamente para los fines de una mayor claridad discursiva, podríamos dividir los dos campos: pongamos sobre la mesa por un lado a la cultura, por el otro a la naturaleza. Y examinemos separadamente las implicaciones que tienen ambas cosas para la enseñanza y la práctica de la arquitectura. Lo primero que salta a la vista es que en un país como el nuestro, que no tiene acumulada la sofisticación de la cultura del objeto ni el refinamiento de esas formas manoseadas, modeladas, negadas o confirmadas durante siglos y siglos, típicas de la historia europea o asiática, la autenticidad —meta de un buen diseño— no puede ser alcanzada si no empezando por las condiciones geoclimáticas y por los dispositivos que las corrigen, las hacen tolerables o que exaltan sus cualidades en lo que podríamos llamar sus indiscutibles ventajas comparativas.

No es el peso de la cultura arquitectónica lo que predomina entre nosotros. No es la historia milenaria, la de las pirámides abstractas, del blanco mármol de Grecia, del perfecto estetismo japonés o la de las aspiraciones intelectuales universales del Renacimiento lo que define nuestro horizonte arquitectónico. Son las inmensas dimensiones de una vegetación opulenta, de calores avasallantes y de lluvias que son torrentes, de una atmósfera cuyos elementos combaten una lucha sin piedad contra el tiempo, las que perfilan los caracteres de las empalizadas arquitectónicas que los hombres cuerdos han levantado en este enclave geográfico determinante y primordial.

Por lo tanto, si se quiere que la arquitectura del país adquiera y conserve el carácter y los rasgos de la autenticidad hay que partir entonces de la índole del clima en su doble aspecto, de condición de su atmósfera y de condición de su soporte geográfico. El clima tropical y la geografía que lo sostienen —frío en la altitud andina, caliente en el llano y en la costa— son el punto de arranque, el supuesto inicial, el necesario marco sensorial y conceptual del cual hay que partir para ir diseñando.

Aun cuando se crea que los recursos modernos de la tecnología del acondicionamiento ambiental puedan resolver todos los problemas, la cordura aconseja considerar al clima como factor prioritario.

James Marston Fitch, por ejemplo, según cuenta Reyner Banham, recomendaba para diseñar en el trópico húmedo algo que puede sonar a receta de la abuela, pero que mantiene toda la serena verdad de la experiencia comprobada durante siglos:

• Pisos separados de la tierra… ofreciendo la máxima exposición a las brisas dominantes.

• Grandes techos livianos a manera de protección contra el sol y la lluvia tropicales.

• Corredores y balcones continuos para proteger las paredes de la inclinación del sol y de la lluvia que las azota.

• Grandes puertas y ventanas, del piso hasta el techo, para la máxima ventilación.

• Cielorrasos altos y desvanes ventilados, para mayor confort.

• Persianas controlables, para proveer todas las combinaciones de ventilación y de privacidad.

Como se ve, recetas del método selectivo o pasivo que no contemplan los recursos de la tecnología energética; pero, en todo caso, una manera de poner las cartas sobre la mesa desde el comienzo, de dejar claro dónde están las definiciones iniciales.

Una vez definidos los aspectos esenciales del enfrentamiento con el clima y de haberlo asumido como factor que determina el horizonte del diseño arquitectónico, el paso siguiente puede ser el de la manipulación espacial y formal, atendiendo a los impulsos de las sensaciones individuales, de la memoria o a la “cross-fertilization” de la información cultural. Ahí es cuando la historia de la arquitectura universal en sus modalidades antiguas, modernas o posmodernas cobra el valor operacional de lo que Picasso llamaba “hacer arte sobre el arte”. Y luego vendrá la invención o la aplicación tecnológica. Seguramente ninguna de estas cosas podrá estar separada como en cajitas chinas. Seguramente, en la realidad de la práctica, un solo proceso confundirá en una sola entidad, demasiado misteriosa para las clasificaciones, a todas estas etapas y a todos estos conocimientos sectoriales.

Pero queda claro, en mi opinión, lo esencial: si algún día podemos hablar de una arquitectura ya generalizada, con la cual nos identifiquemos y en la cual sintamos proyectadas las coordenadas históricas y culturales de un país como el nuestro, es porque habremos logrado generalizar una arquitectura y un diseño urbano basados sobre el latido de la temperatura y la respiración de las brisas.

Diseñar partiendo del norte es poner los pies sobre la tierra; es abrazar la realidad; es observarse en el espejo y acordarse de los abuelos. Diseñar partiendo del norte es, sobre todo, orientarse hacia el futuro; es disponer de un mapa en el cual esté marcado un proyecto de vida y de país.

¿Dónde está el norte? Como el maestro Villanueva, conviene que todos los días volvamos a preguntárnoslo.

ACA

Procedencia de las imágenes

Todas. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

IaaC BITS 10

Learning Cities.

Areti Markopoulou (ed.)

Institute for Advanced Architecture of Catalonia and Actar Publishers
2022

Idioma: inglés

Nota de los editores

La inteligencia digital que inevitablemente está comenzando a penetrar todos los aspectos de nuestros sistemas de vida, trabajo o interacción social, anteriormente analógicos, exige nuevos modelos de diseño de nuestra ciudad y abre nuevos territorios de experimentación en los procesos relacionados con el diseño urbano. Si bien la idea de máquinas inteligentes que simulan “funciones cognitivas” como “aprender” o “resolver problemas” no es nueva, su uso extensivo, en los últimos años, en la disciplina del diseño urbano abre una serie de nuevas posibilidades, así como lleno de vacilaciones y riesgos culturales, éticos o incluso estéticos.

¿Cómo aprenden nuestras ciudades? ¿Pueden las máquinas diseñar y qué? ¿Se aprovecha adecuadamente la inteligencia colectiva en nuestros procesos de diseño evolutivo y generativo? ¿Y nuestro enfoque actual de análisis de big data ha llegado al límite de la inteligencia humana y computacional?

Learning Cities explora la «inteligencia» aplicada en los procesos y resultados del diseño de nuestros entornos urbanos. Desde una variedad de aplicaciones de inteligencia artificial y aprendizaje automático para la planificación urbana hasta procesos de creación conjunta que fusionan la inteligencia colectiva con las tecnologías digitales, Learning Cities destaca que la «inteligencia» en el entorno construido debe entenderse más allá de la inteligencia humana, de objetos o mecánica. A través de una variedad de contribuciones de expertos en diferentes campos, la edición actual de la revista Bits de IAAC explora procesos de diseño de inteligencia colectiva novedosos en los que los diseñadores, los usuarios, el entorno construido y los códigos digitales juegan un papel fundamental en una resonancia única que tiene lugar entre ellos.

Con aportes de

Areti Markopoulou, Manuel Gausa, Jordi Vivaldi, Benjamin Bratton, John Fraser, Mollie Steenson, Stanislas Chaillou, Sarah Williams, Theodora Vardouli, Neil Leach, Angelos Chronis, Jose Sanchez, Mathilde Marengo, Aldo Sollazzo, Aleksandra Sojka, Matias del Campo, Chiara Farinea, Rodrigo Delso, Sandra Maninger, Javier Argota, Cobus Bothma y otros.

ACA

TAL DÍA COMO HOY…

… 5 de febrero de 1994, el semanario Arquitectura HOY en su nº48 abre las puertas a temas que van más allá de la disciplina arquitectónica.

1. Primera página del nº48 de Arquitectura HOY del 5 de febrero de 1994.

A casi tres años de su aparición (el número 1 es del 2 de mayo de 1992), el semanario Arquitectura HOY, que circulaba encartado en el diario Economía HOY y cuya coordinación general estaba a cargo de Juan Pedro Posani acompañado desde el comité de redacción por Alberto Sato, Azier Calvo, Henrique Vera y Enrique Fernández-Shaw, toma la decisión de dar cabida a partir del número 48 a la publicación en sus páginas de temas que fuesen más allá de la disciplina arquitectónica, a la cual había dedicado casi exclusivamente sus 47 entregas anteriores.
Será Alberto Sato, en una breve nota editorial titulada “Inclusiones”, quien explique cómo entre los responsables de redactar la página, que ya se había posicionado como espacio amplio y nada discriminado de intercambio de ideas, debate e información en torno a la arquitectura, cuya única limitación podría haber sido la hermeticidad y la presencia de algún que otro texto tedioso, surge el interés, impulsado por el entusiasmo y colaboración con los lectores, de incorporar nuevos temas de entre los que destacarían el diseño industrial, las técnicas constructivas y el diseño gráfico.

Este giro editorial signado por “mantener la vigilia ante nuevos caminos, nuevos enfoques y nuevas preocupaciones que se abren en el intercambio”, y basado en la obligación de “revisar actuaciones y desconfiar de las certezas”, conduciría “más que a una ampliación del campo, a salir del ensimismamiento arquitectónico-urbano”.
Descartando que este cambio de rumbo refleje un compromiso atado a la premisa de que “nada de lo que sucede en mundo me es ajeno”, Sato justifica la apertura al hecho, indiscutible por demás, de que “las disciplinas del diseño industrial y gráfico, junto con la cultura técnica, viven mundos fronterizos con la arquitectura, a veces desdibujados, aunque participan del mismo espacio de producción cultural; son presencias objetivas, pero actúan virtualmente en silencio, como la sombra”. Es por ello, dirá Sato, que “muchas veces los arquitectos actuamos sobre campos específicos, realizando afirmaciones acerca de temas sobre los cuales conocemos poco, es decir, ignoramos mucho. En resumen, son temas hablados por actores que leen otros textos, los de arquitectura”.

De esta manera, los editores empezarán a contar con la colaboración de “sujetos actuantes de cada saber específico” para con ello “enriquecer el conocimiento de nuestro propio campo, al tiempo de reconocer los mundos que se abren a través del diseño industrial y gráfico” y así “ampliar la interlocución”.

2. Primera página del nº4 de Arquitectura HOY dedicado al «Diseño Industrial en Venezuela».

Este impulso tiene claros antecedentes desde el propio momento en que Arquitectura HOY dio sus primeros pasos, buscando convertirse en una publicación monográfica trimestral (cosa que logró durante sus primeros cuatro números), que luego trocó en semanario. Es así como justamente el número 4, también motorizado por Sato, estuvo dedicado al “Diseño Industrial en Venezuela”, correspondiéndole a los miembros de su comité editorial (todos arquitectos) elaborar los contenidos. Ese persistente deseo de Sato por dar cabida a esta disciplina se corresponderá, además, con la presencia durante mucho tiempo de una columna sabatina en el propio diario Economía HOY, dedicada justamente a temas vinculados al diseño en general y al industrial en particular, que luego daría origen en 2005 al libro Cotidiano. Manual de instrucciones.

En el número que hoy nos ocupa, mediante el texto titulado “Analogías”, Sato abrirá el camino ilustrando de manera clara y aguda la importante diferencia que se estaba suscitando en el territorio del diseño industrial entre función y significado.

3. Silla Stam.
4. Silla Barcelona.

Para demostrar que los diseñadores a partir de la posmodernidad ya no se preocupaban como antes en lograr resolver problemas relacionados al uso de sus productos, Sato establece una impecable comparación entre la silla diseñada por el holandés Mart Stam en 1924 (una silla hecha para sentarse y todo un ejemplo en el que se mostraba el diseño moderno en su máxima expresión), y la diseñada por Mies van der Rohe y Lilly Reich para el pabellón de Alemania en la exposición de Barcelona de 1929 la cual, tras una puesta en escena deslumbrante en lo relacionado a su elaboración y línea, puso en aprietos a los reyes de España cuando, tras constatar su comodidad al sentarse, encontraron dificultades al intentar levantarse cuando la usaron por primera vez. “La silla -dirá Sato- representaba la más avanzada modernidad dentro del pabellón más moderno de la Feria. La silla de Mart Stam era moderna, el sillón Barcelona…representaba la modernidad”.

5. Helmut Palla. Chaise Longue «Locus Transporticus» (1992)

Así, la crisis entre lo que un objeto era en esencia y lo que representaba, que no es otra que la crisis de la propia modernidad, “se incubó en el momento en que se gestaba”. La modernidad, que levantaba la bandera sullivaniana de “la forma sigue a la función”, ya empezaba a sucumbir desde el momento en que el valor simbólico de los objetos empezó a adquirir mayor importancia que su valor meramente utilitario, con repercusiones muy claras en el campo de la arquitectura. “Afectada por las desilusiones del moderno, la silla parecía estar condenada a comunicar su función, no a cumplirla”, concluye Sato, para rematar diciendo: “Pero, como es sabido, la gente puede sentarse sobre cualquier cosa; mientras un objeto cualquiera se denomine ‘silla’, no perderá su identidad. Tal es el poder de la cultura”.
La semblanza que elabora Sato se compadece con un momento (mediados de los años 1990) en el que la disciplina parecía retomar el interés por lo funcional, así como por los sistemas constructivos tradicionales y las innovaciones tecnológicas a favor de una arquitectura más comprometida con el medio ambiente, interesada en afrontar el deterioro de la ciudad y en conservar el patrimonio construido, dejando atrás la ola individualista propiciada por la posmodernidad. Se notaba entonces el resurgimiento de un nuevo realismo basado en el optimismo, muy presente en la arquitectura venezolana y latinoamericana. Sin embargo, advierte: “Pero, así como ocurrió a la silla de Stam, en cualquier momento puede aparecer, henchido de lujo y ostentación, no la sencillez, sino su representación”.

6. Páginas centrales del nº48 de Arquitectura HOY del 5 de febrero de 1994.

El otro artículo dedicado al diseño industrial, que ocupa en este caso las páginas centrales del semanario, estaría a cargo de Juan Pedro Posani con el título “Más que un toque de locura”. Allí, observando el panorama internacional y ante el despliegue inusitado de objetos que asemejan cualquier cosa menos para lo que pueden servir (claro síntoma del momento que se vive), Posani, al igual que Sato, basará su discurso en torno al significado que encierra la elaboración de cualquier producto salido de la mano de connotados diseñadores. “Subiendo y bajando con las olas de las variaciones periódicas de la moda, sillas, sillones, butacas, taburetes, mesas, estantes, camas y divanes, en todas sus modalidades y tipología más o menos funcionales, van adquiriendo características que distan, a veces muchísimo, de ser una respuesta racional a una necesidad concreta. Inmersos en los cambiantes vapores del gusto, los muebles declaran otras intenciones, proyectan otros intereses. Y no se trata de que ignoren necesidades. Simplemente, responden a otra categoría de intereses. Porque una silla, en realidad, no sirve sólo para sentarse…, sino que también sirve para comunicarse”.

7. Izquierda. Arriba: Ron Arad. Estantería (1990). Abajo: Helmut Palla. Silla Berrendo (2001, de GymnasticFurniture).
Derecha. Arriba: Francesco Spada. Lámpara (1993). Abajo: Van Hong Tsai. Tostadora. (1986)

El imperante deseo de novedad, impulsó la aparición de los más disímiles objetos que, aunque destinados a una función, declaraban a gritos su antifuncionalidad, echando mano de la extravagancia y el kitsch en un tono abiertamente paradójico. “Sillas precarias, asientos que al utilizarlos amenazan con atravesarnos con sus estacas, estanterías que desafían la Ley de la Gravedad, gaveteros que no permiten su empleo normal, lámparas que simulan ser hachas o saurios, combinaciones de materiales insólitos y fuera de lugar, agresivos y hostiles, todos estos muebles invitan al rechazo y al repudio. Pero lo más probable es que, justamente por ello, por la sensación de asombro, sorpresa y perplejidad que provocan, es que se sitúan en el borde de la originalidad y lo memorable”, expresará Posani quien considera que detrás de tales manifestaciones lo que se esconde es el “cansancio moral” y la “decepción intelectual” como parte de “cierta demencia que atraviesa a toda la cultura mundial y que se revela en tanta inútil barbarie”.
El tono moralista de Posani se verá reflejado en las palabras del reconocido diseñador italiano Vico Magistretti, quien entrevistado por la revista Abitare expresará con respecto a la ruta tomada por el diseño industrial en aquel momento: “¿Pertenezco a una civilización de basuras?”, para luego agregar señalando lo mostrado en la gran exposición del diseño industrial montada en el Grand Palais de París: “… sospecho que responde a una visión del diseño que es todo lo contrario de lo que yo siempre he respetado, la idea de Bauhaus, para entendernos… ¿Qué significa, por ejemplo, un diván con grandes huecos cuadrados en el respaldo, justo donde sería más conveniente colocar unos buenos cojines? ¿A quién sirve tal cosa? Yo siempre diseño cosas que sirvan principalmente… En cambio, encuentro (en esos objetos) la inutilidad de lo que se hace sin motivación alguna”.

8. Página 4 del nº49 de Arquitectura HOY con el primer artículo publicado por Ignacio Urbina Polo.

El anuncio hecho por Sato de solicitar colaboraciones para el semanario de «sujetos que conocieran a fondo su saber específico», tendrá su primera manifestación en el nº49 de Arquitectura HOY (12 de febrero de 1994), cuando aparecerá la firma del diseñador industrial Ignacio Urbina Polo escribiendo, en tono complementario a lo señalado por Sato y Posani una semana antes, el artículo “El diseño industrial y la semántica de los productos”. Urbina Polo, egresado del Instituto Antonio José de Sucre, quien para entonces recién llegaba de Brasil tras realizar una Maestría en Ingeniería de Productos y en 1996 empezó a ejercer la docencia en Prodiseño, Escuela de Comunicación Visual y Diseño, fundada en 1990 que recogió la línea abierta en 1964 por el pionero Instituto de Diseño Neumann y hoy Profesor Asociado a tiempo completo en el Departamento de Diseño Industrial del Pratt Institute en New York, asumió con dedicación y rigor su compromiso, apareciendo en Arquitectura HOY 9 veces durante 1994 y otras 8 entre 1995 y 1996 sumando en total 22 hasta 1998.

Valga decir que hasta el día de hoy Urbina Polo se ha mantenido como importante divulgador de su disciplina a través de múltiples iniciativas y en particular desde la red mediante la página di-conexiones.

NOTA

9. Izquierda: Museo el Hermitage, San Petersburgo, Rusia. Centro: Poster de la presentación inaugural de Otello en Teatro de la Scala de Milán, Italia. Derecha: Poster del estreno de la película «Tiempos modernos».

No queríamos dejar de pasar por alto el mencionar que hoy, 5 de febrero, pero de 1852, en San Petersburgo (Rusia) se inauguró el Museo el Hermitage; en 1887, en el Teatro de la Scala de Milán (Italia), se estrenó la ópera Otello de Giuseppe Verdi; y, en 1936, en Estados Unidos, se estrenó la película “Tiempos modernos” de Charles Chaplin.

10. El arquitecto uruguayo Jorge Herrán (1897-1969) y sus dos obras más emblemáticas ubicadas ambas en el puerto de Montevideo: la Dirección de Aduanas y Capitanía General de Puertos (centro) y la Sede del Yacht Club Uruguayo (derecha), en colaboración con Luis Crespi.

También, pero en 1897, nació en Montevideo, Uruguay, el destacado arquitecto Jorge Herrán, quien estudió en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República de donde egresó en 1921 y cuenta entre sus obras dos que vale la pena destacar por su importancia: el edificio de la Dirección de Aduanas y Capitanía General de Puertos, en el puerto de Montevideo (1923, ganado por concurso) y, junto a Luis Crespi, la Sede del Yacht Club Uruguayo, ubicado en el borde costero en el Puerto del Buceo (1934).

Por otro lado, en nuestro país, el 5 de febrero de 1998, un incendio destruyó parcialmente la Torre Europa (Premio Nacional de Arquitectura 1976), ubicada sobre la avenida Francisco de Miranda en Caracas. Los pisos mayormente afectados (el 4 y el 5) albergaban las oficinas del Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA).

ACA

Procedencia de las imágenes

1, 2, 6 y 8. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad.

3. https://www.disenoyarquitectura.net/2011/09/mart-stam-padre-de-los-muebles-de-tubo.html

4. https://www.ingeniacontract.com/pieza-iconica-silla-barcelona-o-modelo-mr90/ y https://www.naharro.com/mobiliario/butacas/butaca-barcelona-knoll/

5. https://www.dorotheum.com/en/l/6661040/

7. https://www.tiovivocreativo.com/blog/arquitectura/ron-arad/, http://www.artnet.de/k%C3%BCnstler/helmut-palla/gabelbock-sessel-from-m%C3%B6bel-aus-turnger%C3%A4ten-XWSSS77eehvp-VKNGFUtcQ2, https://www.wow.gallery/Large-Papiermache-Wall-Lamp-Sculpture-design-by-Francesco-Spada-for y http://glob.daniel-letson.com/posts/tomes-cranbrook-design-the-new-discourse/

9. https://es.wikipedia.org/wiki/Museo_del_Hermitage, https://www.facebook.com/efemeridesmusica/photos/estreno-1887-otelo-giuseppe-verdiel-5-de-febrero-de-1887-se-estren%C3%B3-en-el-teatro/2587543347928719/?paipv=0&eav=Afa1d9JLVRY_Dqy3fmtVqR3zDyBlBxIpTPE9br4macL2ihmp7eBuaj8lYLr4mbo8YJY&_rdr y https://es.wikipedia.org/wiki/Tiempos_modernos

10. https://montevideoantiguo.net/index.php/presentes/el-edificio-de-la-aduana.html?fb_comment_id=1930671976984173_4196002177117797 y https://www.pinterest.com/pin/59954238790593249/

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 337

Tal y como se ha repetido tantas veces “cuando se habla de revistas venezolanas de gran calidad y belleza la primera que suele venir a la mente es El Cojo Ilustrado”. Esta legendaria publicación periódica, cuya portada del primer número engalana nuestra postal del día de hoy, apareció por primera vez el 17 de enero de 1892 al mes siguiente de la desaparición de El Zulia Ilustrado, primera revista del país en reproducir imágenes fotográficas y fotograbado y su más claro antecedente que, tras 35 números con periodicidad mensual apareció por primera vez el 24 de octubre de 1888.

El alto listón dejado por su predecesora fue asumido por los editores de El Cojo Ilustrado, con Jesús María Herrera Irigoyen (1847-1929) a la cabeza, apostando ya no a una revista de carácter regional sino abriendo las puertas a la cultura y lo que en torno a ella acontecía tanto a nivel nacional como internacional. Se editó en Caracas en la Tipografía a vapor “El Cojo” en formato de ¼ recortado (32 x 23 cms.), a tres columnas y sobre papel glasé de tan buena calidad que todavía hoy en día se conservan los originales en muy buen estado y que además permitió, al igual que El Zulia Ilustrado, la reproducción de imágenes fotográficas, fotograbados y cromofotograbados a muy buena definición, industria ésta que ya mostraba un importante desarrollo en Europa y Norteamérica. Apareció con puntualidad cada quince días, era distribuida en todo el país, su abono mensual costaba 4 bolívares y el número suelto, 2 bolívares llegando a contar con más de 3000 suscriptores a nivel nacional e internacional. Cada ejemplar tenía entre dieciséis y cuarenta páginas.

1. Manuel Echezuría (izquierda) y Jesús María Herrera Irigoyen (derecha).

Sobre el nacimiento de la revista se conoce, de acuerdo a lo publicado en https://museodellibrovenezolano.libroria.com/el-cojo-ilustrado/, que tuvo lugar en “la fábrica de cigarros ‘El Cojo’, fundada en 1873 (cuyo) nombre se tomó de uno de los socios de la cigarrería: Manuel Echezuría que era conocido con ese apodo. El otro socio era Agustín Valarino. Los cigarros ‘El Cojo’ pronto se transformaron en una empresa pujante con sucursales en todo el país, (y) es allí donde aparece Jesús María Herrera Irigoyen, (quien) es nombrado gerente de la sucursal de Caracas. En 1881 Herrera Irigoyen comienza a publicar un pequeño folleto, como propaganda para la fábrica de cigarros, pero un año después la empresa compra una tipografía, con la intención de imprimir lo necesario para los cigarros, además de diversificar sus productos. Tres años más tarde con la muerte de Echezuría, Herrera Irigoyen compra la empresa y pasa a ser el único propietario de ‘Tipografía a vapor El Cojo’” uno de los primeros talleres de fotograbado mecánico del país y punto de partida para la fundación de la revista artístico-literaria que hoy nos ocupa.

Aunque detrás del proyecto de la revista siempre estuvo Herrera Irigoyen, el primer director de El Cojo Ilustrado fue Manuel Revenga. Será a partir del n°66 (1894) que el nombre de Revenga se acompañará con el de Herrera Irigoyen, hasta 1895 en que éste aparecerá como único director hasta el número 559 del 1 de abril de 1915 que marcará su fin.

Cuidando siempre que la portada de cada ejemplar estuviese hermosamente ilustrada, El Cojo Ilustrado, dentro de una línea claramente cultural, recogía “artículos diversos sobre arte, historia, literatura y crónicas. También se incluían relatos de vidas de personajes, poemas o cuentos, obras de artes, arquitectura, curiosidades y noticias mundiales y un calendario con las fechas destacadas. La intención de la revista era unificar al país con los ideales liberales, (mostrando) un discurso que apoya a la familia, el ideal de Nación, el progreso y la civilización, la democracia, la educación y la paz; destacó sobre todo por promover la idea de la mujer como cabeza de familia para lo que se incluían secciones como moda y belleza”.

Como señala Oscar Palacios Herrera en el artículo dedicado a Jesús María Irigoyen aparecido en el Diccionario de Historia de Venezuela (https://bibliofep.fundacionempresaspolar.org), “por las páginas de la revista desfilaron 3 generaciones de escritores venezolanos: desde Eduardo Blanco, Julio Calcaño y Felipe Tejera, hasta Rómulo Gallegos, José Tadeo Arreaza Calatrava y Francisco Pimentel. Quizás la que llenó el período más destacado de El Cojo Ilustrado fue la generación intermedia, en la que tanto influyó el modernismo literario y el pensamiento positivista, a la que pertenecieron -entre muchos otros nombres relevantes- prosistas como Manuel Díaz Rodríguez, Pedro Emilio Coll y Luis M. Urbaneja Achelpohl; ensayistas como César Zumeta, Pedro Manuel Arcaya y Laureano Vallenilla Lanz; poetas como Rufino Blanco Fombona, Andrés Mata y Alfredo Arvelo; historiadores como José Gil Fortoul, Eloy González y Francisco González Guinán”. Además, la publicación contó con la colaboración de fotógrafos de la talla de Henrique Avril y Luis Felipe Toro “que recorrían el país para mostrar su progreso, por lo que con frecuencia se orientaban a trabajadores, tecnología, productividad y numerosos paisajes”, convirtiéndose en cronistas gráficos de la Venezuela de finales del siglo XIX y comienzos del XX.

2. Páginas interiores del nº1 de El Cojo Ilustrado.
3. Algunos de los grabados aparecidos en el nº1 de El Cojo Ilustrado. Izquierda: «La France». Centro: Entrada al Pasaje Linares (vista sur). Derecha: «Torero» de Arturo Michelena.

El primer número, de dieciséis páginas, además de presentarse dirigido por Ravenga, mostrará en su portada a J.M. Irigoyen C.A., Empresa El Cojo, Caracas, Venezuela, como Editores Propietarios. También se dejará claro su condición bimensual y que estaría bajo la responsabilidad de Empresa El Cojo, Caracas, Venezuela. La hermosa y potente imagen que la protagoniza corresponde al grabado “El llanero domador” descrito junto al resto de ilustraciones que recoge la página 2 precisándose que el “original se debe al pincel del inspirado pintor Celestino Martínez (q.e.p.d.) y la copia a pluma, al hermano de éste, Gerónimo Martínez, representa una de las más típicas escenas de nuestros llanos”. Continuará la descripción señalando lo siguiente: “Los hijos de nuestras pampas figuran en nuestra historia de la Independencia como valerosos adalides que nunca cejaron ante empreño de arma alguna, por enorme que fuese, y que siempre fieles a la santa causa de nuestra libertad, ayudaron de continuo con su sangre a que germinara en la patria tierra la semilla fecunda de nuestra ciudadanía”. Finalizará el texto apologético preparado sobre el grabado de la portada de esta forma: “Al mismo tiempo de bello adorno y artístico regalo, quiera la suerte que sirva este dibujo de lema simbólico que nos enseñe a todos a domar los vicios de diverso linaje que sin descanso hacen venir a menos los hechos de nuestra vida nacional”, como se verá, toda una declaración de principios de los editores, quienes, evadiendo en lo posible oponerse durante 23 años a los gobernantes de turno (Raimundo Andueza Palacios, Guillermo Tell Villegas, Joaquín Crespo, Ignacio Andrade, Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez y Victorino Márquez) y, por tanto, cualquier vinculación política, se esforzaron siempre por liderar reformas que de algún modo implicaran beneficios positivos para el bienestar del país.

El Sumario del nº1 de El Cojo Ilustrado recoge como textos los siguientes: “Prospecto”, que puede considerarse como el editorial con que se presenta tanto el ejemplar como la publicación en general; “Nuestros grabados”, donde de las 14 imágenes que acompañan el número se describen 8 de ellas, de entre las cuales cabe destacar los grabados de los recién inaugurados Hospital de Niños (también conocido como Hospital Linares, devenido luego en Hospital Militar y finalmente hasta hoy en sede de la Cruz Roja Venezolana) y Pasaje Linares, ambos acompañados de una destacada reseña dedicada importante benefactor caraqueño; una fotografía del interior del Hospital Vargas (Departamento de Mujeres) terminado el año anterior; y un grabado titulado “Torero” basado en un estudio a pluma de Arturo Michelena; “Flores y jardines en Caracas” de Adolf Hernst; “Las Reputaciones” de F. de Sales Pérez; “Política europea” (extracto de las revistas y periódicos recibidos últimamente); “Poesías” de Luis López Méndez; “El Tocador” de la Baronesa Staffe (primera entrega de la transcripción traducida del libro del mismo nombre que significó un best seller para su autora); “Estrofas” de Alirio Díaz Guerra; “Sección científica” (El bacilo de la fiebre tifoidea); “Sección biográfica” (dedicada a Luis López Méndez, A. Ernst, Jesús María Suárez y Francisco de Sales Pérez); y el Capítulo I de “Su cara mitad” (novela escrita por F. Barret, traducida al castellano por Francisco Sellén).

4. Portada del último número (559) de El Cojo Ilustrado del 1 de abril de 1915. Imagen: Episodios de la guerra (la Gran Guerra había llegado)

Las claras intenciones de los editores de convertir la publicación en referencia venezolana de la industria del fotograbado, de competir abiertamente con periódicos similares del extranjero y de ser “adalides de toda reforma que de algún modo implicara positivos beneficios para el bienestar de la Patria y de sus hijos”, se ve subrayado por la visión nacionalista que se refleja en el “Prospecto” del primer número, del cual extraemos los siguiente: “Así como para la parte ilustrada, de más está decir que los editores desean con vehemencia que las hojas de esta publicación al texto dedicadas, sean palenque donde brille de preferencia el patrio talento; y para ello excita á los escritores, hombres de ciencia y arte, é industriales venezolanos, á que contribuyan con sus producciones á realzar esta obra de progreso. Todo documento que tenga relación con la Historia Patria, con la de nuestras ciencias, artes é industrias, las lucubraciones de todo linaje que de algún modo representen interés nacional ó revistan carácter genuinamente venezolano, serán acogidas con entusiasmo y deleite, pues la crónica de nuestros heroicos hechos, así como la que demuestre el orijen y desarrollo de nuestra vida intelectual, está aún por comenzarse”.

La ventana que se abre desde el mismo nº1 a la participación e interés por la mujer y sus temas en sus páginas, lo evidencia la traducción parcial del libro El Tocador de la Baronesa Staffe (seudónimo de Blanche Augustine Anyele Soyer) autora de un libro muy leído titulado La elegancia en la vida social, la cual vendrá encabezada por lo siguiente: “en obsequio a nuestras lectoras, traduciremos de él los más notables capítulos que servirán de guía y norma a nuestras bellezas caraqueñas. Publicamos a continuación el primero”. Sobre este asunto es altamente recomendable la lectura del texto de Cecilia Rodríguez Lehmann en el interesante artículo Autorías transoceánicas. Una baronesa en un boudoir caraqueño del siglo XIX”, publicado en https://tropicoabsoluto.com, donde analiza cómo los editores de El Cojo Ilustrado, pese abrir esa interesante puerta, no están exentos de los prejuicios propios de la época en cuanto a cómo se visualiza la participación de la mujer venezolana en un medio de divulgación, cómo se introdujo la autoría femenina extranjera en el contexto del entresiglo venezolano y qué papel jugaron esa voces femeninas transoceánicas en el rediseño del campo intelectual venezolano.

5. Diversas publicaciones que tienen a El Cojo Ilustrado como tema.

Para cerrar, no queremos pasar la oportunidad de señalar que El Cojo Ilustrado y sus páginas han sido objeto tanto de recopilaciones como de varios estudios que han dado lugar a diferentes libros entre los cuales merecen ser destacados los siguientes:

El Cojo Ilustrado. 1era. Edición facsimilar. Fotociencia. Caracas. 1960. 12 paquetes de folletos.

El Cojo Ilustrado. Edición facsimilar. Ediciones Emar. Impreso en España. 1977 (edición completa en formato reducido). 44 tomos

Martín Perea Romero y José Agustín Catalá. Catálogo de El Cojo Ilustrado. Ediciones Centauro. Caracas. 1975

Mario Milanca Guzmán. La música en El Cojo Ilustrado, 1892-1915. Dirección de Cultura UCV. Caracas. 1993. 2 tomos.

Mirla Alcibíades R. Literatura y Nación en El Cojo Ilustrado: La “íntima satisfacción» de Jesús María Herrera Irigoyen. Fundación Bigott. Caracas. 2017

Gabriel González. La fotografía en El Cojo Ilustrado. Burbuja Editorial. Caracas. 2005.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal, 2 y 3. El Cojo ILustrado, nº1, 17 de enero de 1892.

  1. http://venezuelaehistoria.blogspot.com/2016/08/manuel-maria-echezuria_16.html y https://camaradecaracas.com/ocurrio-aqui/el-cojo-ilustrado/

4. https://twitter.com/cojoilustrado/status/1498427041166811139

5. https://museodellibrovenezolano.libroria.com/el-cojo-ilustrado/