En el Contacto FAC 302 con el que cerramos el año 2022 (11 de diciembre), particularmente en la nota ¿SABÍA USTED… , dedicada al Parque El Calvario, incurrimos en un lapsus que nos condujo a confundir el apellido de quienes diseñaron el espacio público encargado por Guzmán Blanco, por el cual pedimos nos excusen.
Allí escribimos, luego de informar que el sitio había sido escogido como lugar de almacenaje de agua desde donde partió el primer a acueducto urbano de la capital, lo siguiente: “…el segundo, llevado a cabo al unísono, fue el encargar a los generales Luciano Landaeta (ingeniero-arquitecto) y Eleazar Landaeta (agrimensor) el diseño de un paseo junto a la creación de un jardín botánico…”.
En realidad, de quienes se trata es de los hermanos Luciano y Eleazar URDANETA VARGAS, hijos del prócer zuliano Rafael Urdaneta y María Dolores Vargas.
De Luciano podemos agregar que, además de abordar junto a su hermano las obras vinculadas al acueducto, el parque y el jardín botánico en El Calvario, proyectó, entre otros: la Represa de Caujarao, Coro (1863-1866, en colaboración con Alberto Lutowski); el Palacio Federal (1872) y el Palacio Legislativo (1873, en colaboración con Roberto García), sedes en Caracas del Congreso de la República (hoy Asamblea Nacional); los Baños de mar de Macuto (1875); y el Teatro Juares de Barquisimeto (1890-1905, en colaboración con Luis Muñoz Tébar).
También nos gustaría agregar, como información complementaria relacionada con el acueducto, extraído de la reseña publicada el pasado 26 de diciembre en la página de Instagram micaracasantigua dedicada a “La Caracas Guzmancista”, lo siguiente: “Obra del #ingeniero y #arquitecto #LucianoUrdaneta en colaboración con su hermano el #agrimensor #EleazarUrdaneta, fue culminado en 1873 (otros señalan 1874). Muchos años después, es mérito del régimen de #JuanVicenteGómez la repotenciación del #AcueductodeCaracas: decantadores en Maracao y en los estanques de #El Calvario, plantas de verdunización para garantizar la pureza de las aguas, reemplazo de las antiguas tuberías y accesorios, así como la construcción de la cubierta en concreto armado del estanque de El Calvario entre otros”. De este aporte hecho por “El Benemérito” inaugurado en 1921 como parte de las celebraciones del centenario de la Batalla de Carabobo, nos ha parecido interesante incluir algunas imágenes tomadas de la página señalada.
Tal y como nos ha ocurrido en anteriores ocasiones, nuestros atentos lectores nos han hecho ver algunas lagunas que afloraron en la reseña dedicada a la celebración del Día Mundial del Ambiente el pasado domingo y que siempre estamos a tiempo de llenar, aunque sea parcialmente. Tratándose de un tema (como muchos otros) que no dominamos a cabalidad, a la hora de señalar antecedentes y trabajos relevantes en el terreno medioambiental, hemos dejado por fuera (cosa que no creemos vaya a quedar saldada) nombres y obras relevantes tanto en el ámbito académico como en el de la cultura en general.
En primer lugar, es importante resaltar la labor desarrollada por el profesor y doctor en arquitectura Ernesto Curiel, quien ya desde la década de los años 1970 se adentró en la difícil tarea de conjugar las teorizaciones en materia ambiental con su aplicación en situaciones concretas, las cuales termina recogiendo en su trabajo de ascenso a la categoría de profesor agregado titulado Elementos para el diseño de edificaciones en paisajes de riberas, publicado el año 2000 por Ediciones de la Biblioteca de Arquitectura, cuya portada contiene dibujos de Ramón León. Curiel, además, realizó como docente del sector Acondicionamiento Ambiental un importante esfuerzo por incorporar el tema ambiental en la Escuela de Arquitectura, fruto del trabajo que como investigador adelantaba en el Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción (IDEC), logrando establecer un necesario puente entre esas dos entidades académicas de la FAU UCV. Como se señaló en el nº275 del Boletín IDEC+, los fundamentos teóricos de la línea exploratoria abierta por Curiel “han sido ampliados … en diversos artículos publicados en revistas internacionales como Building & Environment de la editorial Elsevier (2005), y en la revista System Research and Behavioral Science de la editorial John Wiley & Sons, Inc. (2013)”.
La segunda referencia que se nos pasó por alto fue la publicación tanto en español (editorial Alfa, 2009) como en francés (JePublie, 2015) del libro El ambiente: paradigma del nuevo milenio, del ya citado como puntal en el desarrollo de los estudios medioambientales en la UCV y el país, Dr. José Balbino León. En la contratapa, a modo de orientación, el propio autor señala lo siguiente: “Este libro es un esfuerzo por plantear el problema ambiental con la seriedad que implica la complejidad de la situación, criticando el parcelamiento de la ciencia y las soluciones simplistas que ofrecen enfoques coyunturales incapaces de dar solución a la grave situación del planeta. Como consecuencia de ello y bajo el fundamento de un nuevo paradigma, se presentan enfoques epistemológicos para crear una teoría basada en una metodología sustentada en los conceptos de totalidad, sistemicidad y energética propios de la complejidad del ambiente, que permitan entender y actuar en la búsqueda de una mejor interpretación del problema que domina este milenio y sus posibles soluciones.
Nota de la nota
Sin ánimo de abarcar la totalidad de la temática, el catálogo general de Ediciones FAU UCV recoge, además del libro de Curiel, otros tres títulos de trabajos realizados por profesores pertenecientes a la institución: Las reservas de biosfera: estrategia de protección ambiental y desarrollo sustentable de Omar Ovalles (1999); Climatización pasiva por conductos enterrados dentro del contexto climático venezolano de Ernesto Lorenzo (2011) y Uso de residuos agrícolas en la producción de cementos puzolánicos de Idalberto Águila (2008). Los dos últimos se encuentran en formato digital.
Marco Negrón, Miembro Honorario de la Fundación Arquitectura y Ciudad, nos ha escrito con relación a la nota aparecida la semana pasada dedicada al Gran Hotel Melía Caribe para aportarnos lo siguiente, lo cual agradecemos enormemente:
«Un dato para el anecdotario del Meliá Caribe: en octubre de 1980 alojó el XIII Congreso Interamericano de Planificación, organizado por la Sociedad Venezolana de Planificación, sobre el tema «La planificación posible en la perspectiva sociopolítica de América Latina». Entre los muchos ponentes estuvo el legendario Secretario de la CEPAL Raúl Prebisch, reconocido sobre todo por sus aportes a la teoría económica conocida como estructuralismo».
El apreciado colega Henry Rueda, miembro asociado de la Fundación y asiduo lector de este boletín, nos ha hecho ver que en la sección ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL, aparecida en el número 255 del Contacto FAC con que iniciamos el pasado domingo nuestra andadura en este año 2022, caímos en una involuntaria confusión. En una de las imágenes que la acompañaron señalamos que la maqueta de los edificios Altolar y Loma Verde de Jimmy Alcock había sido realizada por estudiantes de arquitectura de la Universidad José María Vargas para la exposición “ALCOCK Obras y proyectos. 1959-1992” montada el año 1992 en los espacios de la Galería de Arte Nacional, cuando lo correcto era decir que fue llevada a cabo por estudiantes de la Universidad de Miami bajo la coordinación de los profesores Jean Francois Lejeune y Rafael Tapanes encargada en agosto de 2014 para la muestra “Latin America in Construction: Architecture 1955-1980” realizada por el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) en 2015, donde la obra de Alcock hizo acto de presencia. Cabe añadir que dicha evento tuvo lugar con motivo del 60 aniversario del montaje de la célebre muestra “Latin American Architecture since 1945” en los espacios de la misma institución. Como en otras ocasiones pedimos disculpas por el error cometido y a la vez damos gracias por tener la oportunidad de enmendarlo lo cual juega a favor de la precisión y rigor de la información que por aquí siempre intentamos difundir.
Nos escribe otro asiduo lector de estas páginas, el arquitecto, profesor y académico Alfredo Cilento, para indicarnos que, estrechamente relacionado al tema tratado en el artículo “Ciudades policéntricas: un viejo concepto como futuro urbano pospandémico” de Camilla Ghisleni, publicado en Plataforma Arquitectura el 5 de febrero de 2021, que transcribiéramos el pasado fin de semana, apareció en abril de este año en el Boletín CAVECON (Cámara Venezolana de Empresas Consultoras) un texto de su autoría titulado “Ciudades-500, ciudades policéntricas, ciudades 15 minutos” (https://cavecon.org.ve/wp-content/uploads/2021/04/CIUDADES_500.pdf), que complementa y amplía el publicado aquí, cuya lectura recomendamos ampliamente y del cual copiamos a continuación el resumen:
Dos severas amenazas afectan globalmente al planeta Tierra desde que en el 2020 se desató la pandemia COVID-19. Ya el calentamiento global y el cambio climático estaban produciendo efectos catastróficos sobre la salud del planeta sin causar preocupación equivalente. La llegada de la Covid-19 ha mostrado al mundo la enfermedad global del planeta en toda su magnitud. La crisis ha suscitado discusión sobre el modelo de urbanización de nuestras ciudades y en general sobre el modo de vida actual. El hecho es que parte del atractivo de las grandes ciudades se está desvaneciendo, al menos mientras dure el largo proceso de control de la pandemia, que incluso puede incidir en la modificación permanente o de larga data de la conducta social de las personas. Se plantea la necesidad de dar prioridad a la rehabilitación y desarrollo de las ciudades intermedias, menores a 500.000 habitantes que forman parta de una Región Metropolitana. En nuestro caso del desarrollo integral de las ciudades de los valles Guarenas-Guatire, valles de Aragua y de la cuenca del Lago de Valencia; tomando en cuenta la idea de la “ciudad 15 minutos” o “ciudad 500 metros” y el viejo concepto de Unidad Vecinal.
1. Izquierda: Miguel Arroyo (1920-2004). Derecha: Joel Sanz (1947-2013)
El pasado domingo 29 de agosto en la nota “TAL DÍA COMO HOY…”, pasamos inexcusablemente por alto que en esa fecha también, muy relacionados con nuestra cultura, se produjeron el nacimiento en 1920 de Miguel Arroyo (f. 2004) y el fallecimiento en 2008 de Joel Sanz (n. 1947), dos personas que además de destacar en sus respectivos ámbitos profesionales dejaron una huella indeleble como docentes en las generaciones que formaron.
2. Miguel Arroyo y Harry Abend en en el Taller de Ensayos de Texturas (hoy Taller Galia) de la FAU UCV (circa 1958)
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Para subsanar (sólo en parte) la primera de esas importantes omisiones que se nos hizo patente al visitar la página de facebook de nuestro amigo Enrique Larrañaga, le hemos pedido autorización para transcribir el sentido texto que elaborara hace un año con motivo del centenario del nacimiento de Miguel Arroyo.
El 29 de agosto de 1920, hace hoy cien años, nació en Caracas Miguel Arroyo, persona y personalidad fundamental en el desarrollo artístico venezolano durante el siglo XX y en su introducción a la modernidad.
Desarrolló su trabajo como ceramista, diseñador, museólogo, museógrafo, crítico y teórico y, en mi opinión, esa variedad de dedicaciones pueden resumirse en su permanente y persistente afán docente. Así tuve la suerte de conocerlo cuando no sabía quién era y mi padre me sugirió que le preguntara cuál era la diferencia entre grabados y aguafuertes (se lo había preguntado a él y tampoco sabía) en la inauguración de una exhibición de Goya en el Museo de Bellas Artes y aquel hombre, que hoy presumo muy ocupado con las obligaciones de una inauguración, le dedicó un tiempo que percibí muy largo y minucioso a un muchachito a quien paseó por buena parte de la muestra haciéndole ver las diferencias entre las técnicas a partir de su expresión en las obras y sus soportes.
Años más tarde disfruté su sabiduría (tan intensa que podía desplegarla sin alarde alguno sino con una humildad sobrecogedora) en la Universidad Simón Bolívar y en las varias veces en que me recibió en su casa para conversar sobre casi cualquier tema, consultar dudas, apoyar inquietudes y compartir su extensa biblioteca (de la que me regaló más de un libro que hoy atesoro con el doble interés de los títulos y de su origen).
Hasta en este país desmemoriado e ingrato con sus verdaderos héroes estoy seguro que la fecha generará distintos homenajes y recuerdos y en cada uno seguramente se destacará alguna o varias de las muchas facetas de su trabajo y su legado.
3. Miguel Arroyo compartiendo con sus estudiantes de la Universidad Simón Bolívar durante el receso entre alguna de sus clases de Plástica; posiblemente en 1978 o 1979.
En esta breve nota apenas quiero recordar, con profundo agradecimiento, la generosidad didáctica de ese hombre que compartía lo que sabía y lo que le preocupaba con verdadero interés y serena contundencia, Virtudes que quienes tuvimos la suerte de nutrirnos de ellas recordaremos siempre; cada siglo que pase, como lo hacemos con emoción en este primer siglo de presencia de un maestro integral que hoy se cumple.
Enrique Larrañaga
4. Gerd Leufert, Jesús Soto y Miguel Arroyo en el patio del Museo de Bellas Artes, 19675. Luis Alfredo López Méndez y Miguel Arroyo. Intervención de la parte inferior de la marquesina de entrada del Pabellón de Venezuela en la Feria Mundial de New York,1939, proyectado por Gordon Bunshaft para Skidmore & Owings.6. Miguel Arroyo. Izquierda: Botella (cerámica, arcilla roja, torneado), 1959. Derecha: Arte, Educación y Museología: Estudios y Polémicas 1948-1988 (Caracas, Academia Nacional de la Historia), 19897. Miguel Arroyo. Sillas para el estar de la casa de Pampatar de Alfredo Boulton, 19548. Miguel Arroyo. Dos de los murales que sirven de división en el Taller de Ensayos de Texturas (hoy Taller Galia) en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la Universidad Central de Venezuela (UCV)
Síntesis biográfica
Miguel Gerónimo Arroyo Castillo nació en Caracas el 29 de agosto de 1920.
Fue ceramista, pintor, diseñador, museólogo, museógrafo, crítico y teórico del arte. Entre 1934 y 1937 asistió a la Academia de Bellas Artes, posteriormente llamada Escuela de Artes Plásticas y Artes Aplicadas de Caracas, donde inició su formación de la mano de Antonio Edmundo Monsanto. En 1937, a los 17 años de edad, fue asistente de Luis Alfredo López Méndez realizando con él en 1939 diferentes intervenciones artísticas en el interior del Pabellón de Venezuela en la Feria Mundial de New York, ciudad en la que vivirá durante dos años. En 1943 expuso en la sección de pintura del IV Salón Oficial Anual de Arte Venezolano (MBA) la obra Negros e India. Profesor de Dibujo e Historia del Arte en el Liceo de Aplicación de Caracas (1944-46), entre 1947 y 1948 realizó una especialización en Educación Artística en el Carnegie Institute of Technology de Pittsburgh. En 1950, se une al grupo Los Disidentes, liderados desde París por Alejandro Otero. Desde 1951 hasta 1953 trabajó en diseño de interiores y muebles. En 1953, es nombrado profesor del curso de cerámica y de esmalte sobre metal de la Escuela de Artes Plásticas, la Escuela que lo había formado. En 1956 diseñó dos murales tridimensionales y cuatro murales que sirven de división en el Taller de Ensayos de Texturas (hoy Taller Galia) en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela (UCV). En 1954 fue reconocido con el Premio Oficial de Artes Aplicadas del Salón Oficial Anual de Arte Venezolano (Museo de Bellas Artes) con un conjunto de piezas cerámicas. Entre 1957 y 1959 fue profesor Jefe del Taller de Plástica de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV. Diseñó e instaló la colección egipcia del Museo de Bellas Artes, del cual fue director entre 1959 y 1976. Durante su gestión, organizó el museo en departamentos y curadurías, así como también el Servicio de Registro. Profesor invitado de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Simón Bolívar entre 1976 y 1981 y profesor en la Escuela de Artes de la Facultad de Humanidades de la UCV entre 1978 y 1985. Su libro Arte, Educación y Museología: Estudios y Polémicas 1948-1988 (Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1989), recopila sus ensayos críticos. En 1992 recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas.
Fallece en Caracas el 3 de noviembre de 2004.
9. Joel Sanz en su oficina atendiendo a un grupo de estudiantes de la USB, 2010.
2
Para dejar al menos una pincelada sobre la figura de Joel Sanz apelamos primero a la nota, también muy emotiva, montada justo el pasado domingo 29 de agosto por Víctor Sánchez Taffur en su página de Instagram, y luego al texto “LO MEJOR DE NUESTRAS VIDAS (A causa de una ausencia)”, publicado por Oscar Tenreiro el 7 de septiembre de 2013 en el diario TalCual y que se encuentra desde esa misma fecha en su blog Entre lo cierto y lo verdadero.
Joel fue arquitecto y un profesor a tiempo completo, un monje del claustro académico. Gracias a su legado docente obtuvo los méritos suficientes para recibir el Premio Nacional de Arquitectura de Venezuela en el año 2000.
Fue uno de los fundadores de la Unidad Docente Nueve, y allí dio clases alrededor de cuatro décadas. Por cierto, la UD9 se prepara para cumplir sus 50 años en este 2022 y es importante recalcar que el maestro Sanz dirigió como coordinador casi la mitad del tiempo que tiene el grupo académico.
Conocí a Joel a los 15 años, luego entré a estudiar arquitectura, trabajé en su oficina, compartimos infinidad de actividades, clases, eventos, viajes y reuniones. Fuimos amigos.
10. Imágenes de la última visita de Joel Sanz al curso del profesor Víctor Sánchez Taffur en la Unidad Docente 9
Estas imágenes pertenecen a la última vez que visitó mi curso y los estudiantes tuvieron la oportunidad de escucharlo.
Hoy se cumplen 8 años del fallecimiento del maestro Joel Sanz, pasa el tiempo y seguimos escrutando todas las cartas que nos dejó sobre la mesa.
Víctor Sánchez Taffur
11. Charla del profesor Joel Sanz en el Museo Arqueológico de Quíbor durante la visita realizada por el curso del profesor Víctor Sánchez Taffur, 2005.
I
Ricardo Lagos, ex-Presidente de Chile declara en una entrevista para El País de Madrid: En Chile, la dictadura nos robó lo mejor de nuestras vidas. ¿No podemos decir los venezolanos, exactamente lo mismo? Lo creo, y vuelve en mí esa convicción con toda su fuerza con motivo de la reciente muerte, súbita, del colega Joel Sanz, nacido en Noviembre de 1947.
Si dejamos aparte todo aquello que nos hace singulares, Joel era uno más de los venezolanos que han visto con estoicismo mezclado con una muy explicable sensación de frustración el transcurrir de los últimos quince años, dominados por una especie de reinado de la mediocridad y el resentimiento. Tiempo en el cual el desdén hacia la idoneidad profesional en provecho de la sujeción política ha sido la norma, con algunos momentos, muy raros y ya lejanos en el tiempo, de efímera apertura.
Sabemos que esa sujeción impuesta desde el Poder ha sido un mal venezolano, pero en este tiempo de espejismos revolucionarios ha llegado a niveles como nunca en nuestra historia. Y si los espacios de trabajo públicos para los arquitectos han sido aquí tradicionalmente una reserva para allegados y amigos, siempre hubo alguna posibilidad de que se abrieran oportunidades, algo que hoy resulta prácticamente imposible a menos que se cultive y rinda culto a la hipocresía.
En un escenario así personas como Joel Sanz, veraces, de cordialidad sincera pero nunca complaciente, conscientes de que su valor personal y profesional era resultado de un proceso de maduración profundo y auténtico, en el que las apariencias poco contaban, tenía necesariamente que verse en situación difícil, colocado en cierto modo al margen, en una frontera problemática.
12. Joel Sanz. La Casa de mi Madre, Higuerote, 1987. Mención Especial en la Categoría Diseño Arquitectónico en la VII Bienal de Arquitectura de Quito de 1990
II
Todos en nuestro mundo profesional hemos estado asediados por este contexto hostil y desde todo punto de vista absurdo en un país donde todo está por hacerse. Y la muerte de Sanz, Premio Nacional de Arquitectura del año 2000, nos lo hace notar, de nuevo, de un modo estridente y doloroso.
Toda muerte, eso creo, es un mensaje, una llamada, una señal a menudo incomprensible. Y para mí la de Joel Sanz, aparte de esa dificultad para entenderla, me induce en cierto modo a gritarle en la cara a quienes teniendo en sus manos la posibilidad de que gentes como él dijesen una palabra fuerte a través del hacer, de su obra, se mantengan pasivos o incluso sigan practicando esa absurda doctrina de la exclusión, asunto central del proceder público dominante aquí. Porque Joel era un arquitecto que pudo construir muy poco hasta llegar últimamente a enfocarse sólo en la docencia, pese a su muy sólida formación: conocimiento constructivo que se expresaba por ejemplo en el dominio del detalle, hábil y atractivo manejo de los materiales, un sentido intuitivo de las formas de trabajo de la estructura, y una gran facilidad para la organización del edificio. Todo unido a un sólido compromiso estético que lo llevó a proponer imágenes de arquitectura que deben perdurar aunque sea en el mundo virtual, tarea que corresponde realizar ahora a sus legatarios, sus colegas cercanos del mundo universitario (la Unidad Nueve de la UCV), compromiso docente que cultivó con entrega y una rara vocación. Porque no puede dejarse de relacionar la personalidad de Sanz con esa labor de profesor que estimuló en muchos el amor a la arquitectura, a la vez que insistía en la necesidad de rigor, de estudio y de trabajo fuerte, virtudes que le fueron propias.
13. Joel Sanz. Propuesta ganadora del Concurso Nacional de Ideas “La Cultura Libera al San Carlos”, 2000
III
Era Joel Sanz ese tipo de arquitecto nuestro que, sin estar demasiado consciente de ello, ejerce considerando suyas las mejores cosas de la tradición moderna: la forma es esencialmente resultado y mucho menos imposición previa, siendo la organización del edificio uno de sus orígenes; la propuesta estructural se asume como hilo conductor del proceso; el edificio resuelve problemas, responde a ellos, se vincula positivamente a un programa sin que este requisito se imponga; agudeza en la identificación de ciertas líneas maestras que orientan el diseño (la topografía, los accidentes naturales, las direcciones visuales en contextos urbanos); importancia de las proporciones: el hombre como referencia permanente. Agudeza ayudada por un talento innato, reconocible en su capacidad para el dibujo, expresiva, precisa, capaz de, incluso, llevarlo a la vez por direcciones opuestas, lo cual le provocaba no pocos conflictos. Y objetivos estéticos muy bien inscritos en nuestro momento histórico. Tal vez digo demasiadas cosas difíciles de expresar (recordemos que la arquitectura se muestra, no se explica) pero sé también que hay pocos arquitectos de ese tipo aquí y en cualquier parte, porque ha ido pesando demasiado la superposición de modas o tendencias orientadas por la pulsión artística.
No creo que haya entre los colegas de aquí, que ven en nuestra disciplina un sentido más profundo que el de simple medio de sustento, conscientes de su dimensión cultural, de las exigencias intelectuales en el sentido tan bien definido por Carlos Raúl Villanueva, que dude en decir que con la muerte de Joel Sanz pierde Venezuela uno de sus mejores arquitectos. Y lo más irónico, lo que precisamente nos lleva a increpar al puñado de colegas que conscientes o no de su complicidad son parte de una suerte de mafia sumisa que soporta directa e indirectamente la parodia política que rige a Venezuela, es que muere sin haber podido dejarnos lo que sus capacidades le hubieran permitido hacer. La cultura venezolana es la que pierde y eso cuenta, porque en ella se mostrarán las consecuencias de la desgraciada coyuntura política que hemos vivido, sea cual sea su nombre, durante quince años. Y ha hecho posible tantas cosas que nos han robado lo mejor de nuestras vidas.
Oscar Tenreiro
14. Carlos Gómez de Llarena y Joel Sanz (colaborador). Residencia Geriátrica en Caraballeda, 1971-197315. Joel Sanz. Museo Arqueológico de Quibor (hoy Museo Antropológico de Quibor Francisco Tamayo). Vista del edificio Residencia y del edificio de Investigación, 199616. Izquierda: Joel Sanz. Museo Arqueológico de Quibor (hoy Museo Antropológico de Quibor Francisco Tamayo). Sección frontal del edificio de Investigación, 1996. Derecha: Joel Sanz (coord.) Carceri d´ Invenzione, v 2.0, 2005.17. Joel Sanz. Centro de tenis para los XV Juegos Deportivos Nacionales, San Carlos, Cojedes, 2003
Síntesis biográfica
Joel Sanz Pino nació en Caracas el 23 de novimbre de 1947.
Fue arquitecto, diseñador y docente. En 1964 se inscribe en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela. Mientras estudiaba realizó una pasantía con el arquitecto Jesús Tenreiro. Recibe su título de arquitecto el 12 de marzo de 1970 graduándose con honores. Fue ganador de un concurso como preparador de Geometría Descriptiva, y fue preparador de los profesores Ángel Martin, Omar Carnevalli y de Pablo Lasala quien fue su profesor y luego amigo. En el año 1971 comienza a trabajar con el arquitecto Carlos Gómez de Llarena y desarrollan una Residencia para ancianos en Caraballeda para la Fundación Planchart. En el año 1972 funda un taller de proyectos, junto a Pablo Lasala, Carlos Gómez de Llarena y Jacobo Koifman, que se denominó Unidad Docente 5, que pasó a ser Unidad Docente 7 y luego Unidad Docente 9, taller que actualmente continúa en la Facultad de Arquitectura, que cuenta con 40 años de actividad académica, del que Sanz fue coordinador desde el año 1985 hasta el año 2005. Ha sido profesor de Historia de la Arquitectura Moderna desde 1980 hasta 1984, profesor invitado al Taller de Diseño Inter-facultades de la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile en Santiago de Chile en el año 1998, profesor de la Maestría de Diseño Urbano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo en el año 2000 y en noviembre de 2007 fue Profesor Visitante de la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Fue coordinador de la publicación Carceri d´ Invenzione, v 2.0, que incluyó los proyectos de titulación de sus alumnos en el primer período académico del año 2005. Como profesor de la asignatura Diseño sus alumnos han obtenido 21 premios Axis: 8 premios únicos y 13 menciones. En 1975, se une a Juan Carlos Parilli y Francisco Arocha como socio de la firma S+P+A, Arquitectos, C.A. Participó en gran cantidad de proyectos de diferentes escalas, y de concursos de arquitectura ganando cuatro premios y cuatro menciones honoríficas. El año 2000 obtiene el Premio Nacional de Arquitectura.