
La Exposición Panamericana de Ingeniería e Industria celebrada, entre los meses de septiembre y octubre de 1970, en Buenos Aires, evento cuyo catálogo ilustra nuestra postal del día de hoy constituye, si se quiere, una manifestación menor dentro de las programaciones de este tipo que se desarrollan a lo largo del mundo, tanto por su carácter regional como por la especificidad en cuanto al objeto al que iba dirigida. A pesar de ello y de las limitaciones que hemos tenido para encontrar información más detallada, no deja de ser importante el resaltar varios aspectos que giran en torno a la realización de esta muestra.
En primer lugar el hecho de que la convocatoria haya abarcado el ámbito continental y que, a su vez, haya sido auspiciada por la Unión Panamericana de Asociaciones de Ingenieros (UPADI) y su filial local (la Unión Argentina de Asociaciones de Ingenieros), es lo que justifica que se haya llevado a cabo en el predio de la Sociedad Rural de Palermo, Buenos Aires, ámbito que paradójicamente estaba asociado al tradicional patriciado ganadero argentino, donde un mes después se inauguraría otra importante exposición denominada Exposhow “una exhibición que ponía en escena la expansión contemporánea de la sociedad de consumo, los medios masivos y las nuevas tecnologías de la comunicación en Buenos Aires”, y albergaría 20 años más tarde la conocida Feria del Libro, una vez que ocupara desde 1970 el recién fundado Centro de Exposiciones de Buenos Aires. Hoy, la capital argentina cuenta con un novedoso Centro de Exposiciones y Convenciones ganado por concurso, auspiciado por el Gobierno de la Ciudad y la Sociedad Central de Arquitectos, por el arquitecto Edgardo Minond en 2012, proyectado luego de superar algunos obstáculos, y terminado de construirse a finales de 2017 habiéndose asociado para entonces Minond con la arquitecto Ana Bulla.

También resulta revelador el que Venezuela se haya presentado a la Expo con un pabellón (stand) diseñado por el joven arquitecto Julio Coll Rojas, quien además de su interés por la actividad profesional y docente ya asomaba un claro compromiso con la actividad gremial lo que seguramente lo levó a ser considerado por el Colegio de Ingenieros de Venezuela como el profesional idóneo para llevar adelante el proyecto.

Y por si fuera poco, también resalta el hecho de que la propuesta de 540 m2 materializada por Coll (de la cual lamentablemente no tenemos información gráfica ni fotográfica), caracterizada por su alta carga audiovisual (manifiesta a través de permitir proyecciones simultáneas con un equipo de hasta 16 proyectores de diapositivas y 4 proyectores de películas), que apoyaba su fin didáctico y promocional, haya sido acreedora del Premio Mayor en competencia con otros 450 expositores de numerosos países del continente, galardón que le fue entregado ni más ni menos que por el Presidente de la República Argentina del momento, General Marcelo Levingston, otro dato interesante que permite ubicar la relevancia del acontecimiento.

Julio Coll Rojas (1933-2002) (FAU UCV promoción 10/1960), inicia su actividad como arquitecto con el proyecto de su propia casa (1960-1963) en la que, sumándose al espíritu experimental que una parte de la formación de arquitectos inducía por aquel momento, construye utilizando cúpulas de concreto alabeadas, de planta cuadrangular (paraboloides hiperbólicos), soportadas por esbeltas columnas, que le permitieron a Rafael Gerardo Páez expresar en la ponencia presentada en las XXXIII Jornadas del IDEC FAU UCV (2015), titulada “Análisis geométrico y estructural de viviendas construidas con paraboloides hiperbólicos por Eduardo Catalano en Estados Unidos, Félix Candela en México y Julio Coll Rojas en Venezuela”: “Esta casa habitación constituye una de las más significativas muestras de innovación tecnológica en materia de viviendas solucionadas con paraboloides hiperbólicos en Venezuela. De hecho después de esta propuesta habitacional, no hubo algún otro ejemplo relevante hasta que el arquitecto Álvaro Coto Asenjo, diseñó y construyó (parcialmente) su vivienda en Porlamar, estado Nueva Esparta”. La vivienda de Coll, por tal motivo, debió confrontar y resolver problemas con trabajadores que no poseían entrenamiento idóneo para elaborar este tipo de construcción y técnicos relativos al espesor inusual (4 cms) que se lograban obtener con este tipo de superficie el cual no estaba permitido por las normas vigentes.

Un poco más adelante Coll, producto de la estrecha colaboración entre la Ingeniería Municipal y Obras Públicas Municipales del Distrito Sucre y la División de Obras Especiales del Ministerio de Obras Públicas (MOP), participa junto al arquitecto John Machado, el arquitecto paisajista Eduardo Robles Piquer, el ingeniero agrónomo William Rojas y el ingeniero civil Enrique Samán, en el diseño y construcción del Parque Miranda, ubicado en la estrecha faja de terreno que restó luego de delimitar en Parque del Este y definir el trazado de la Av. Miranda, en cuyo programa se establecieron 5 zonas: una deportiva, una para juegos infantiles, una plaza, pasos peatonales y otra para estacionamiento. El parque construido en un lapso de 38 días dejó de nuevo a las claras la utilización de sistemas ligeros y fáciles de armar como parte de su lógica proyectual.
Otra incursión temprana a otra escala y no por ello exenta de polémica la constituyó el proyecto del edificio de oficinas Nuevo Centro, ubicado en la Av. Libertador, Chacao, diseñado por Coll en el año 1963 y concluido en 1966. La edificación que ocupa una parcela de 2.700 m2, tiene 14.000 m2 de construcción y cuenta con un estacionamiento mecánico en la parte posterior del terreno, denotó tras la búsqueda de una cierta originalidad y dinamismo en el diseño de los elementos de protección solar de sus fachadas norte y sur, una evidente desproporción con relación a su verdadero propósito, que hicieron expresar a Mariano Goldberg en la Guía de edificaciones contemporáneas en Venezuela. Caracas. Parte 1 (1980), al presentar el edificio, “los quiebrasoles, quizás excesivamente frágiles aparentan más decoración que elemento funcional”.

Sin pretender describir minuciosamente su trayectoria, debemos hacer otras dos paradas dentro de ella. La primera en la participación de Coll en el diseño y construcción del edificio Sede de la Compañía Anónima Venezolana de Navegación CAVN (hoy Universidad Alejandro Humboldt), ubicada en la Av. Rómulo Gallegos, Los Dos Caminos, donde contó durante la realización del proyecto con la estrecha colaboración del artista plástico Carlos Cruz-Diez, quien creó varias obras que se incorporaron al edificio. Y la segunda más tarde (1993) cuando se decide la creación del Centro Ambiental de Venezuela (CAV), una de las muchas propuestas presentadas a través de los años para reutilizar El Helicoide de la Roca Tarpeya, asociado en este caso con el arquitecto Jorge Castillo a través del Taller JC – JC. La idea se originó en la necesidad de mudar el Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables de su sede en el edificio Camejo (Centro Simón Bolívar) que sería ocupado por el proyectado Palacio de Justicia, dando pie a un ambicioso plan de renovación urbana y saneamiento ambiental que incluía áreas hasta el Jardín Botánico y 38.000 m2, dentro de El Helicoide.


Por último como una curiosidad de lo polifacético de la actividad de Coll como diseñador hay que señalar que fue el ganador por concurso en 1971 del logotipo de la Federación Panamericana de Asociaciones de Arquitectos (FPAA), con el cual la entidad se identifica desde entonces hasta el día de hoy. Coll, quien en vida siempre mencionó la necesidad de que todo arquitecto orientara su actividad hacia tres frentes: la participación gremial, la docencia y la actividad profesional, las que cumplió a cabalidad al ser presidente del Colegio de Arquitectos de Venezuela (CAV) y pieza clave dentro de su historia, como profesor de diseño en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV particularmente en los semestres iniciales de formación y autor de diversas obras de arquitectura. Fue distinguido en la VIII Bienal Nacional de Arquitectura con el Premio CAV y aunque reconocía su formación “moderna”, no negó su condición ecléctica, su respeto por el post-modernismo y su convicción en la importancia de la integración de las artes a través de la arquitectura
ACA
Procedencia de las imágenes
Todas. Colección Crono Arquitectura Venezuela