NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

LOS CINES DE LA HABANA

María Victoria Zardoya y Marisol Marrero

Ediciones Boloña

Publicaciones de la Oficina del Historiador

2018

283 páginas

Premio Panamericano BAQ 2020 Mejor libro

Tomado de http://www.arquitecturapanamericana.com/los-cines-de-la-habana/

Sinopsis

El libro Los cines de La Habana reconstruye la historia de esa función en la capital cubana y se detiene en el análisis y valoración de las salas cinematográficas, con énfasis en su impacto urbano, arquitectónico y socio cultural. Los cines de La Habana no solo sorprenden por su profusión, sino también por la calidad de su diseño y construcción. En sus fachadas, espacios interiores y mobiliario se pueden leer con facilidad los principales lenguajes formales por los que avanzó la arquitectura cubana. Su estudio constituye un momento inseparable del empeño mayor de aprehender los hitos fundamentales de la evolución de la arquitectura habanera en los primeros 60 años del siglo XX. En las edificaciones que les sirvieron de espacio vital quedaron reflejados los principales momentos del quehacer constructivo en La Habana y algunos de ellos representaron hitos en esa evolución

El texto está organizado en dos capítulos. En el primero se cuenta como las exhibiciones cinematográficas se convirtieron en una de las actividades recreativas más exitosas en La Habana, transitando desde de la readecuación de locales, en particular de viviendas, hasta la consolidación de una tipología propia, fácilmente identificable, con sus fachadas monumentales y sus inconfundibles marquesinas. Y también narra cómo el cine formó parte de los cambios y novedades que le imprimieron un ritmo acelerado a la vida habanera del siglo XX, con una nueva forma de comunicación masiva de alto nivel estético.

El segundo capítulo penetra en la relación de los cines con la ciudad y en cómo las salas más importantes desempeñaron un papel muy significativo en el protagonismo que adquirieron sus principales calles como centros lineales de actividades recreativas, a la vez que los llamados cines de barrio coadyuvaron a la conformación de la identidad cultural de los diferentes sectores capitalinos. Asimismo, posibilita un mejor entendimiento del proceso de crecimiento de La Habana y adentrarse en la vida cultural de muchas generaciones de cubanos, pues demuestra que el cine, siendo cultura en sí mismo, se relacionó con otras manifestaciones dentro del universo artístico nacional.

El tema resultó novedoso en el ámbito historiográfico cubano pues ese estudio no tenía precedentes. Las consideraciones que se ofrecen están respaldadas por una seria exploración en fuentes primarias. Se ofrecen los resultados del procesamiento de información sobre 191 cines de La Habana, que recoge año de construcción, propietarios, proyectistas y características técnicas, entre otros datos de interés, complementada con una profusa información documental de planos originales, lindas fotos de época e imágenes actuales. Junto al disfrute de su lectura, el libro permite aumentar la sensibilidad de la población frente al patrimonio construido y ofrece información a los especialistas para su valoración y evaluación como bienes patrimoniales.

El libro Los cines de La Habana constituye una abarcadora, y acuciosa pesquisa monográfica destinada a rescatar las memorias de las salas cinematográficas habaneras desaparecidas, y más que todo, a reclamar el rescate de aquellas que perviven, un conjunto excepcional de más de 80, tarea heroica, pero no utópica.

Nota de los editores

Los cines de La Habana es un extenso estudio histórico, arquitectónico y cultural sobre la introducción y desarrollo en Cuba de las salas de cine. Indaga en torno a los emblemáticos edificios que las albergaron, sus propietarios, arquitectos y decoradores que dejaron sus huellas en ellos. Son sus autoras: Maria Victoria Zardoya [La Habana 1962], arquitecta, y Loureda Marisol Marrero Oliva [Volgogrado, Rusia 1973], graduada de ingeniería civil.

ACA

¿SABÍA USTED…

… que en 1951 Gustavo Wallis proyecta el cine Castellana y remodela el cine Rialto?

1. Cine Castellana. Avenida Francisco de Miranda
2. Cine Rialto. Plaza Bolívar

Gustavo Wallis Legórburu (1897-1979), quien concluye sus estudios de ingeniería en la Universidad Central de Venezuela en 1921 y se incorpora de inmediato al Ministerio de Obras Públicas (MOP) participando activamente en el programa de canalizaciones de quebradas y cloacas de Caracas, se traslada en 1923 a Estados Unidos donde realiza cursos de especialización con el arquitecto Albert Kahn y obtiene la representación para Venezuela de las empresas Truscon-Steel y John-Manville, no sólo se convierte en el primero en realizar estructuras metálicas a escala nacional sino en uno de los profesionales que forman parte de la primera generación de arquitectos que le abren paso a la modernidad en el país.

Tras asumir la arquitectura como la disciplina que profesará durante toda su vida, su influencia se hará notar fundamentalmente en el polígono que constituye el casco de la ciudad, donde realiza hasta ocho edificaciones que entre las décadas de 1930 y 1940 “hicieron del sector un campo de prueba de esa primera modernidad”, tal y como se recoge en texto central del catálogo de la exposición “Wallis-Domínguez-Guinand. Arquitectos pioneros de una época” elaborado por Carmen Araujo Suárez y William Niño Araque en 1998.

3. Gustavo Wallis. Teatro Principal (1928)
4. Cuatro obras proyectadas por Gustavo Wallis. Arriba izquierda: el Edificio Veroes (1940). Abajo izquierda: la sede del Banco Central de Venezuela (1942). Arriba derecha: el Edificio General Páez (1949). Abajo derecha: la Casa Piedra Azul (1942)

Destaca de entre dichos edificios el Teatro Principal (1928), ubicado en el ángulo noroeste de la esquina del mismo nombre, “primer edificio en esquina con estructura metálica, viga balcón y acondicionamiento acústico; en él manifiesta el énfasis en el estudio detenido de distintas variables estructurales que combinan el acero y el concreto en soluciones mixtas”, apuntarán Araujo y Niño. El diseño interior art déco fue realizado por Lahalle & Levard, Páris, y Carmen Helena de las Casas, decoradora venezolana. Se suman al Teatro Principal: la Casa Belga (1928, esquina de Sociedad), la remodelación de la Catedral de Caracas (1932) y el Palacio de la Gobernación de Caracas (1935, ángulo noreste de esquina de Principal) “… laboratorio formal del vocabulario arquitectónico de Gustavo Wallis, que luego aplicará en proyectos tan notables como la Casa Degwitz (1938), la sede del Banco Central de Venezuela (1942), el Edificio Veroes (1940), la Casa Piedra Azul (1942) y finalmente el Edificio General Páez (1949)” afirmarán Araujo y Niño.

En esa serie de edificios Wallis se pasea por una diversidad de lenguajes que van desde el neoclásico que paulatinamente se aproxima al art déco  siempre en tono racionalista, y participa en el cambio de densidad que se produce en el centro de la ciudad asumiendo compromisos más bien asociados con la continuidad del tejido urbano que con la edificación aislada.

Las experiencia de Wallis a través de la remodelación del cine Rialto y el proyecto para el Cine Castellana, realizados a comienzos de la década de 1950, le ofrecen la oportunidad de reencontrarse con una tipología que había sido el objeto de su primera experiencia en 1928, ya no resolviendo un edificio en esquina sino interviniendo uno entre medianeras como el Rialto (calle Sur 2, Entre las Esquinas Principal y Monjas) y proyectando otro aislado como el Castellana (sobre la avenida Francisco de Miranda). Por aquel entonces también trabaja en el proyecto para el teatro Arauca ubicado en la Avenida Nueva Granada con Avenida Roosevelt a la altura de Los Rosales.

5. Tres momentos en la vida del edificio: desde su inauguración en 1917 como Teatro Princesa según proyecto de Alejandro Chataing hasta su conversión en 1919 en cine Rialto, pasando por la ampliación realizada por Rafael Bergamín en 1943 y la remodelación de Wallis en 1951 (siempre para que funcionara como cine), hasta su conversión en Teatro Bolívar (2013)

El proyecto de remodelación del Rialto amerita remontarse a 1917 cuando en el terreno en el cual estuvo el local comercial “Lo Mejor”, se inauguró el día 3 de octubre el Teatro Princesa diseñado por Alejandro Chataing con un aforo de 1000 personas, primera sala para proyección cinematográfica de la capital, al cual se suma más tarde el teatro Principal constituyéndose en dos elementos dinamizadores del corazón de la ciudad coincidiendo en un momento en que el cine se expande como espectáculo de masas. El Princesa, que funcionó poco tiempo como teatro formal y de variedades con piezas musicales, fue una de las primeras edificaciones donde se contemplaban los principios modernos tanto en la decoración como en la iluminación requerida para ese momento.

A raíz de las ordenanzas de 1919, donde se obliga a construir cabinas de proyección con materiales no inflamables, se moderniza el teatro Princesa y se reinaugura el 8 de junio con el nombre de Rialto, presentando por primera vez la modalidad de funciones continuadas.

Tal y como apunta la arquitecto María Ortiz T. en el texto dedicado al Cine Rialto publicado en su blog Patrimonio Cultural el 16 de mayo de 2008 (https://mariaortizt.blogspot.com/2008/05/cine-rialto.html), entre 1930 y 1934 se da una transformación importante en los cines de la ciudad: la conversión de las salas del sistema mudo al sonoro. Por otro lado “La transformación de la capital iniciada en 1936 incluye la edificación y modernización de los recintos cinematográficos ubicados en el casco y en los contornos de la ciudad. (…) Para 1943 el Teatro Rialto cambia su nombre a Cine Rialto, es ampliado por el arq. Rafael Bergamín, y junto con los teatros Principal, Continental, Caracas y Coliseo, consolidarán el principal circuito comercial del momento”. La ampliación propuesta por Bergamín se dividía en dos partes: la primera, desarrollada hacia el fondo de la parcela, estaba compuesta por la sala de cine en planta baja con balcón, con accesos de entrada y salida separados. La segunda construcción ubicada al frente de la parcela, mira hacia la plaza Bolívar, conformada por un cuerpo rectangular de tres pisos destinado a locales comerciales y oficinas, organizado por un núcleo de escaleras y un ascensor de madera.

La remodelación de Gustavo Wallis de 1951 sobre el trabajo previo realizado por Bergamín, a caballo con el desarrollo del cine a color, consistirá en remodelar la sala de cine y cambiar el techo tradicional a dos aguas por una cubierta plana, operación que, salvando las distancias, ya había aplicado al momento de remodelar la Catedral casi veinte años antes. Wallis respetará la simetría en su composición caracterizada por la sencillez en los elementos que se integran, y el frente definido por dos niveles de balcones cuyos antepechos sobresalen un poco con respecto al plano de la fachada, donde cada balcón contiene dos vanos dintelados, que permiten definir el acceso al edificio.

Reinaugurado como Teatro Bolívar el 18 de diciembre de 2013, el Rialto es hoy el primero del Circuito de Teatros Municipales de Caracas que cuenta con dos salas de espectáculo (la principal con 520 butacas y la secundaria con 190 asientos para un total de 720), luego de un proceso de restauración que alteró significativamente su aspecto exterior.

6. El cine Castellana en momentos en que se construía casi al unísono la avenida Francisco de Miranda
7. Diversos momentos en la vida del cine Castellana desde su flamante inauguración junto a la avenida Francisco de Miranda, pasando por su época de apogeo hasta la llegada de su deterioro y posterior cierre.

El cine Castellana, por su parte, recoge todo el aprendizaje desarrollado por Wallis en sus obras anteriores. En este caso, donde el compromiso con una modernidad signada por el racionalismo está claro, ofrece hacia la avenida Francisco de Miranda una muy bien proporcionada fachada curva con tres grandes ventanas ubicadas en el centro sobre la entrada. Además el edificio se constituyó en una importante pieza dentro del desarrollo del sector donde se ubicaba mostrando una interesante vocación urbana.

El Castellana fue el más grande de los cines construidos en la década de los 50, siendo el primero del este de Caracas en tener balcón; su aforo fue de 838 espectadores en patio y 402 en balcón. El edificio combinaba su uso principal con el comercial a través de una serie de locales ubicados en planta baja con frente a la avenida. Se inaugura el 21 de mayo de 1952 con la proyección de la película “A Place in the Sun” con Montgomery Clift. Fue  cerrado en 1980, luego abandonado y permaneció vacío y sin uso hasta que fue demolido en julio de 1993 para dar paso al proyecto del denominado Paseo La Castellana, conjunto de dos torres de oficinas, una de diez pisos y otra de catorce, proyecto de Jimmy Alcock cuya construcción estuvo paralizada durante algún tiempo y se ha reactivado recientemente.

8. Imagen del proyecto del arquitecto Jimmy Alcock denominado Paseo La Castellana y del estado actual de la obra ubicada en el terreno anteriormente ocupado por el cine Castellana.

A modo de conclusión vale repetir lo que Araujo y Niño señalan en el ensayo ya citado: “La trayectoria de Wallis se desarrolla en un arco que evoluciona desde una etapa con tempranas influencias de Perret. Su producción se caracteriza por la presencia de formas expresadas en tres fases: la neoclasicista, el art-déco y la racionalista, en ocasiones con notable influencia wrightiana y mendelsonianas. Su aporte a la arquitectura venezolana está en la concepción de una obra íntegra en la que se conjuga la visión del arquitecto y la del ingeniero, y donde confiere a cada una de sus obras culminantes un vigor particular. La insistencia en el manejo del concreto y de otros materiales permitió enriquecer esta área en la arquitectura venezolana.”

ACA

Procedencia de las imágenes

1, 3, 4, 6 y 7 excepto abajo izquierda. Colección Crono Arquitectura Venezuela

2. https://haimaneltroudi.com/el-hoy-teatro-bolivar-fue-la-primera-sala-de-cine-de-caracas/

5 y 8. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

7 abajo izquierda. https://www.pinterest.com/pin/179299628886675628/ Archivo El Nacional (Fuente: Libro «Los cines de Caracas en el tiempo de los cines» de Nicolás Sidorkovs)

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 240

Sin ser el edificio más emblemático ni tampoco el más conocido de cuantos se proyectaron en la oficina fundada prácticamente después de graduados ambos de arquitectos en 1957, en la sexta promoción de la FAU UCV, por Bernardo Borges Winkelmann (1932-2010) y Francisco Pimentel Malaussena (1934), bajo el nombre de A. A. Arquitectos Asociados, el Colegio Loyola en Puerto Ordaz (hoy conocido como Colegio Loyola-Gumilla), constituye, por un lado, una de las pocas oportunidades que tuvieron de diseñar una edificación de esas características y por el otro el hacerlo lejos de Caracas ciudad donde la firma concentró su actividad y con el tiempo acumuló sus más importantes realizaciones.

Además, tampoco es menos importante considerar el hecho de que los jesuitas apostaran por levantar una importante sede educativa a escasos seis años de haberse colocado la primera piedra de lo que se consideró la unificación de los pueblos del recién creado Distrito Caroní, en una sola ciudad con el nombre de Santo Tomé de Guayana o Ciudad Guayana, apostando fuerte al futuro de una zona que se ofrecía como epicentro del mayor desarrollo industrial del país basado en la extracción y producción de hierro y aluminio. Para que ello ocurriera es necesario agregar que tal iniciativa se dio gracias a una invitación que realizara a la congregación religiosa el general Rafael Alfonzo Ravard, presidente de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), antiguo alumno del Colegio San Ignacio de Caracas, la cual aceptó el llamado. Ravard, afanado en incorporar educación católica de calidad para la naciente ciudad, firmaría en 1964 un contrato como máxima autoridad de la Corporación con los jesuitas para aportar el terreno y la construcción de la nueva sede. Mientras se realizaba el proyecto y ejecutaba la obra, el colegio inició sus actividades en una instalación provisional en el Parque Cachamay en 1965 (en lo que hoy sería el helipuerto del Hotel Venetur Intercontinental). Ravard, además, contaría con la incondicional colaboración del padre José Luis Andueza (primer Rector y a la vez Director desde 1967 hasta 1973) y el hermano José María Armentia (primer Director entre 1965 y 1967), quienes llevarían las riendas de la institución.

1. Dos imágenes previas al año 1965 correspondientes al momento en que el Colegio Loyola-Gumilla aún se denominaba Colegio de los Padres Jesuitas y que luego se conocerá como Colegio Loyola. Su denominación actual es del año 1968

Del portal http://www.loyola85.com/Historia/historiacolegio.htm hemos sabido que la entidad “inicialmente fue conocida como Colegio de los Padres Jesuitas, luego como Colegio Loyola y desde 1968 al unirse los alumnos del Instituto Gumilla (fundado por el Padre Palacios de Borao en 1959) obtiene su denominación actual: Colegio Loyola-Gumilla”. También que a mediados de 1965 cuando comienzó a funcionar “contaba con 90 alumnos, y para el siguiente con 248. En mayo de 1966, debido a la subida del río, se mudó a unas instalaciones de la CVG en la urbanización Chilemex. En 1967 inició sus labores en la locación actual, aún en construcción”, la cual se inauguraría oficialmente en 1968. Más adelante, en el curso escolar 1968-69, tras la muerte del padre Palacios el año anterior, se anexó por orden de Roma el Instituto Gumilla al Colegio y comenzó la enseñanza mixta en bachillerato conviertiéndose en el primer Colegio mixto de la Compañía de Jesús en Venezuela. La primera promoción se graduó en 1969 con los alumnos provenientes del Gumilla. “En el curso 1974-1975 el pre-escolar se inscribe en el Ministerio de Educación. Los primeros alumnos que entraron en el kinder del Colegio Loyola-Gumilla, se graduaron en el año escolar 1976-1977. El preescolar y de primero a sexto grado funcionaron con dos secciones hasta el curso 1980-1981. En el curso 1981-1982 comienza a funcionar el kinder mixto con tres secciones (…) Entre 1968 y 1971 el Colegio tuvo alumnos internos y entre 1970 y 1978 funcionó el turno nocturno. La mayor cantidad de alumnos en estudio se alcanzó en 1989 con un total de 1.727 …”. Las religiosas Esclavas de Cristo Rey, quienes tenían a su cargo la formación de preescolar y primaria desde su fundación se retiraron del Colegio en 1980.

2. Toma satelital de la zona de Puerto Ordaz donde se encuentra ubicado el Colegio Loyola-Gumilla

Bernardo Borges, quien tuvo a su cargo la dirección del proyecto con la colaboración de su socio Francisco Pimentel y de un joven arquitecto graduado en 1963 incorporado a la oficina llamado Pablo Lasala, recibe un completo programa de actividades y un espléndido terreno de 20 hectáreas de la urbanización Los Saltos, en el cruce de la avenida Guayana con la Vía Colombia, con vistas hacia el Parque Cachamay y el Río Caroní para implantar allí la edificación. Debía disponer de aulas de clases, auditorio, capilla, bibliotecas, laboratorios de biología, física, química, comedor, estacionamientos, áreas de servicio, canchas de fútbol, baloncesto y béisbol en medio de una zona que no contaba con referencias edificadas en los alrededores por lo que el partido inicial contemplaba el que fuese la instalación la que creara su propio contexto.

3. Vista aérea de las instalaciones del colegio
4. Plaza-patio de entrada al colegio

Se optó, tal y como se puede observar en la fotografía aérea que ilustra nuestra postal del día de hoy, por adoptar una solución horizontal organizada teniendo como corazón un gran espacio o plaza central (acompañado de un amplio estacionamiento) en torno al cual se colocaron la capilla (de planta circular) como elemento protagónico, las actividades culturales (de las que destaca la silueta del auditorio) y las directivas, disponiéndose el resto de los cuerpos contentivos de las áreas de aulas diferenciadas según los niveles educativos y alejadas entre sí: una hacia el norte y otra hacia el sur donde también se ubica la zona de servicios generales. Todo el conjunto se encuentra vinculado por una serie de corredores cubiertos que permiten comunicarse bajo sombra a lo largo del extendido edificio de 34.000 m2 de construcción destinado a una población de 1.500 alumnos.

5. Vista de un patio interior con el auditorio a mano derecha
6. Dos tomas exteriores de la capilla del colegio
7. Espacio interior de la capilla del colegio

El carácter que se le dio a la edificación se encontraba muy a tono con la línea “brutalista” en cuanto al uso honesto de los materiales que desde un inicio caracterizó la obra de Borges y Pimentel, donde predominaba el uso del concreto obra limpia, influencia de haber vivido en su etapa formativa la construcción de la Ciudad Universitaria de Caracas y herencia de las enseñanzas directas de Carlos Raúl Villanueva.

También presenta una cuidada resolución de las articulaciones e intersecciones que se producen entre los cuerpos que la integran y una correcta consideración de las variables climáticas de las que la orientación, la ventilación cruzada y la protección solar son sus consecuencias más directas. La capilla, como ya se señaló, pieza  de mayor jerarquía dentro del conjunto, denota, además, el manejo teatralizado de la luz a favor de una ambientación acorde al uso y un notable manejo y tratamiento de la forma y el volumen.

Borges y Pimentel, que como estudiantes formaron parte del grupo de 23 cursantes de 5º año que en 1957 obtuvo el Primer Premio del III Concurso Internacional para Escuelas de Arquitectura, evento integrado a la IV Bienal del Museo de Arte de Sao Paulo, Brasil, con el trabajo “Comunidad Obrera de Putucual”, siempre estuvieron comprometidos con la actividad docente en la FAU UCV. Por tal motivo abrieron las puertas de su oficina a la incorporación no sólo del ya mencionado Pablo Lasala sino también de Jacobo Koifman (egresado en 1965) quien trabaja como arquitecto entre 1966 y 1986 y conformará con ellos entre 1986 y 1995 “BPK. Borges, Pimentel y Koifman Arquitectos”. Beltrán Alfaro, Alberto Espinal, Edwing Otero y Oscar Capiello (quien se asocia en 1990 creándose “T.A. Taller de Arquitectura”), entre otros, serán algunos de los talentosos arquitectos que pasaron por la firma.

De la oficina de Borges y Pimentel, miembros de lo que se podría denominar como la tercera generación de arquitectos modernos venezolanos, han salido un grupo importante de edificios que forman parte de la historia contemporánea de la ciudad de Caracas. En resumen, se pueden señalar los siguientes: el Proyecto del Conjunto El Universal (1968, en colaboración con el arquitecto inglés Georges Wilkie) del cual se construyó el edificio sede (1969) que en 1971 obtiene el Premio Nacional de Arquitectura; el edificio sede de Seguros La Previsora, C.A. donde colabora Jacobo Koifman y destaca la participación de Pablo Lasala y el calculista Agustín Mazzeo (1972); el edificio multifamiliar La Pirámide (Colinas de Bello Monte) con la participación de Beltrán Alfaro (1972); el Conjunto Residencial Parsanmón (Santa Mónica) junto a Jacobo Koifman (1972); el Centro Comercial Libertador (1973); la Torre Empresarial Parque del Este (Av. Francisco de Miranda) con Jacobo Koifman y Edwing Otero integrados al equipo (1978); la ampliación del Edificio Las Fundaciones (Av. Andrés Bello) con la colaboración de Pablo Lasala (1979); el Edificio CREMERCA (El Rosal) con participación de Jacobo Koifman (1980); el edificio sede de Británica de Seguros (Torre Británica) con la destacada participación de Jacobo Koifman y, de nuevo, del calculista Agustín Mazzeo (1982); la Torre Mijares (luego, Torre Banco de Lara) junto a Jacobo Koifman (1982); el estacionamiento y la Plaza de los Estadios de la UCV para los IX Juegos Deportivos Panamericanos, con Jacobo Koifman (1983); el Centro Empresarial Sabana Grande incorporándose Oscar Capiello al equipo (1997); el Centro Residencial Solano con Oscar Capiello (1998); y el Centro Plaza Las Américas II también con participación de Oscar Capiello (1999).

8. Espacios interiores de las áreas educativas
9. «La gran familia Loyola Gumilla: más de 1500 alumnos y un equipo de trabajo de más de 120 personas».

Actualmente el Colegio Loyola-Gumilla tiene más de 1.500 alumnos, un equipo de trabajo de más de 120 personas, un grupo de más de 70 profesores y ha formado a más de 5.000 egresados que, según su portal, “ ‘entramos para aprender y salimos para servir’ fomentando el pensamiento de San Ignacio de Loyola hace 475 años ‘en todo amar y servir’ y la frase que hace más de 280 años pronunció el padre Gumilla al sembrar la primera planta de café en estas tierras que ha sido nuestro eslogan: ‘lo sembré y creció’ ”. Con 55 años el Loyola-Gumilla sigue siendo el colegio “más joven” fundado por la Compañía de Jesús en Venezuela y de la Asociación de Colegios Jesuitas de Venezuela (ACSI) conformada, además, por el San Ignacio (Caracas) fundado en 1923, el Gonzaga (Maracaibo) creado en 1945 y el Instituto Técnico Jesús Obrero con su escuela y liceo (Caracas) de 1948.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal. Colección Crono Arquitectura Venezuela

  1. https://loyolagumilla.com.ve/52-anos-colegio-loyola-gumilla-alejandro-enrique-gamboa-diaz/

2. Captura tomada de Google Earth. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

3. https://comunikame.blogspot.com/2016/08/monsenor-ollaquindia-precursor-de-la.html

4. https://primicia.com.ve/guayana/ciudad/colegio-loyola-gumilla-cumple-55-anos/

5. https://es.foursquare.com/v/colegio-loyola-gumilla/4c029dc7187ec9286d71b47b/photos

6. https://www.jesuitasvenezuela.com/colegio-loyola-gumilla-cumple-52-anos/ y http://www.loyola85.com/Historia/historiacolegio.htm

7. https://loyolagumilla.com.ve/nosotros/20130207_180143/

8. http://patty.omegastar.com/school/el_colegio/elcolegio_index.shtml

9. https://paginatresblog.wordpress.com/2015/10/04/loyola-soy/

NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Viaje al postcomunismo
 
Ana Teresa Torres y Yolanda Pantin
 
Editorial Eclepsidra
2020
 
Entre 2002 y 2012, y en varias etapas, las escritoras venezolanas Ana Teresa Torres y Yolanda Pantin recorrieron varios países de Europa, Rusia y Asia Central, todos ellos con la característica común de haber vivido bajo un régimen comunista. Producto de esa experiencia es el libro Viaje al poscomunismo, que acaba de ser publicado por Eclepsidra.
El libro fue presentado el sábado 7 de noviembre con la intervención de la escritora Krina Ber y el historiador y ensayista Tomás Straka, bajo la moderación de Carmen Verde Arocha, directora de la editorial.
Viaje al poscomunismo contiene textos de Torres y fotografías de Pantin, autora que obtuvo este año el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca. “Viajamos sin inocencia”, advierten las autoras. “Queríamos aproximarnos a nuestro futuro a partir de las huellas que había dejado en otros lugares el pasado comunista”.
“El motivo detrás de aquel propósito no era otro que la incógnita acerca de Venezuela, donde se había instalado un proyecto político con el nombre de socialismo del siglo XXI”, agregan. “Fue no sólo una indagación como creíamos, sino una preparación para el advenimiento de una realidad impensable, no tanto en lo que se refiere a nuestro país, sino porque trastoca el mundo que conocimos”.
Nacida en Caracas en 1954, Pantin es poeta, editora y autora de libros para niños. Ha publicado trece libros de poesía. En 2014 la editorial Pre-Textos reunió su obra poética en un volumen titulado País. En 2015 le fue otorgado en México el premio Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval por su trayectoria literaria, y en 2017 su libro Lo que hace el tiempo recibió en Madrid el XVII Premio Casa de América de Poesía Americana, por lo que fue publicado por la editorial Visor ese mismo año. Es fellow de la Fundación John S. Guggenheim.
Torres (Caracas, 1945) es novelista y ensayista. Varias de sus novelas han sido premiadas en Venezuela y en 2001 la Fundación Anna Seghers de Berlín le concedió el Premio Anna Seghers por la totalidad de su obra. La herencia de la tribu recibió mención especial del jurado del Premio de Ensayo Debate-Casa de América (2009) y La escribana del viento ganó en 2014 el Premio de la Crítica de Venezuela. Ha sido invitada como conferencista en los principales medios académicos de su país y en España, Alemania, México y Estados Unidos. Es académica de número de la Academia Venezolana de la Lengua.
En 1999 las autoras recibieron una beca y una residencia en el Bellagio Study Center de la Fundación Rockefeller para escribir El hilo de la voz, antología crítica de escritoras venezolanas del siglo XX (Venezuela, 2003).

ACA