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LA RED HOTELERA NACIONAL

1. Hotel Cumanagoto. Vista desde el acceso. Circa 1960

Hotel Cumanagoto

El Cumanagoto forma parte de las instalaciones para las que ya en 1953 el Ministerio de Fomento inicia los estudios preliminares con miras a su realización. Un año más tarde, el mismo organismo gubernamental deja constancia en su Memoria y Cuenta que “se contrató con los Arquitectos José Tomás Sanabria y Julio Volante, un proyecto a un costo de Bs. 122.000, para la construcción de un hotel en la ciudad de Cumaná, y con la Oficina Técnica Bernardo Nouel los trabajos de campo y pruebas de terreno a un costo de Bs. 70.000, para la construcción de una isla artificial en el Golfo de Cariaco, para asiento del referido hotel.”

Curiosamente este edificio, a pesar de lo señalado, no se encuentra registrado dentro del catálogo de la obra proyectada o construida de Tomás José Sanabria por lo que asumimos que en la medida que se adelantaron los trabajos de diseño (por razones que habría que indagar) fue Julio César Volante quien asumió en solitario los mismos, razón por la cual hoy se le atribuye su autoría. Tampoco se ha podido averiguar en qué momento preciso se abandona la idea de ubicarlo en la “isla artificial” mencionada y se decide finalmente su localización en la Av. Universidad, Sector San Luis, Cumaná, estado Sucre. Sin embargo, en la Memoria y Cuenta de 1955 ya se habla más bien de “… estudios de selección de  terrenos para los Hoteles que se están planeando, que son, aparte de Barinas, los de San Cristóbal … Cumaná (Estado Sucre) y Santo Domingo…”.

Del repaso de las rendiciones de cuenta gubernamentales se desprende, también, que el Cumanagoto es uno de los últimos edificios construidos por el régimen perezjimenista perteneciente a la Red Hotelera Nacional cuya finalización, a cargo de la ya señalada Oficina Técnica Bernardo Nouel a un costo estimado de Bs. 6.550.280,48, data de 1958. Tardó, por tanto, al menos dos años en terminarse, tiempo si se quiere dilatado para la media que privaba en la época, en virtud de que ya en 1956 se afirmaba: “Para la próxima etapa está prevista la terminación del Hotel ‘Santo Domingo’, en el Estado Mérida; el ‘Hotel Guaicamacuto’, en el Departamento Vargas del Distrito Federal; el Hotel ‘Cumaná’, en la Capital del Estado Sucre, encontrándose igualmente en proyecto, hoteles para Puerto La Cruz, Maturín, Calabozo y Gran Sabana”.

2. Hotel Cumanagoto. Plano de ubicación
3. Hotel Cumanagoto. Perspectiva del proyecto

Como ya señaláramos en el Contacto FAC nº 71 del 08-04-2018, el finalmente bautizado como hotel Cumanagoto (a veces nombrado previamente como “hotel ‘Cumaná”), cuya administración es tomada por la Corporación Nacional de Hoteles y Turismo (CONAHOTU), asume junto al Trujillo, al Miranda, al Maracay, al Guaicamacuto, a El Tamá, al Bella Vista e incluso al Humboldt, “… la tipología imperante a nivel internacional compuesta de un volumen prismático que destaca en altura conteniendo las habitaciones al que se articulan una serie de cuerpos bajos donde se congregan las actividades recreacionales y de servicio complementarias”. También, acompañado en este caso del Guaicamacuto (Litoral Central) y el Bella Vista (Isla de Margarita), forma parte de los únicos hoteles de playa levantados dentro de la política emprendida por el gobierno de dar impulso al turismo nacional.

4. Hotel Cumanagoto. Planta baja
5. Hotel Cumanagoto. Fachadas

El programa original del hotel estuvo conformado por 42 habitaciones y dos suites todas con vista al mar y amplios balcones, distribuidas dentro de un edificio de 4 pisos, acompañadas de los respectivos servicios de apoyo y áreas recreativas, cifra que empieza a quedarse corta debido a la alta demanda de usuarios que origina su excelente ubicación y ambientación. De tal manera, en fecha tan temprana como 1960 ya se registra en la Memoria y Cuenta del Ministerio de Fomento cómo “la Administración anterior acordó la construcción de un ala nueva en el Hotel Cumanagoto. En cumplimiento de dicho acuerdo, esta Corporación construyó, mediante licitación, un nuevo cuerpo de 4 pisos con 48 habitaciones, para dos y tres camas, con sala de baño y aire acondicionado, y también realizó otras reformas en varias dependencias de los servicios del hotel, tales como lavandería, cocina y depósitos”. Sin tener mayores detalles sobre el proyectista de esta primera ampliación (que presumimos pudo haber sido el propio Julio Volante y que consistió en convertir el proyecto original de una crujía en una de dos con habitaciones sin balcón), una segunda ampliación articulada a la primera por un pasillo, diseñada en este caso por Julián Ferris, termina de construirse en el año 1972, incorporando otro cuerpo de cuatro pisos, doble crujía y 73 habitaciones (7 suites, 33 que miran al mar y 33 que miran a la montaña), dotadas todas de balcones.

Para 1991 el informe elaborado por el FONDO DE INVERSIONES DE VENEZUELA titulado Privatización de los hoteles el Tamá, Cumanagoto, Trujillo y Miranda, recoge cómo para ese momento nos encontramos (con relación al Cumanagoto) en presencia de un conjunto clasificado como de cuatro estrellas, ubicado en un terreno de 8 hectáreas “con más del 40% del mismo aprovechable para expansiones mayores que le den una mayor capacidad y diversidad de servicios como para lograr una mayor categoría y una posible alta rentabilidad de la inversión”. Cuenta entonces con 9 locales comerciales, salones de conferencias (con capacidad para 400 personas), restaurant, tasca-bar con sus respectivos servicios de apoyo, a lo que se suma el área recreativa (piscinas, jardines, parque infantil y fuente de soda) y un amplio frente de playa. Se precisa que los dormitorios se encuentran en dos edificaciones de cuatro pisos: la primera con tres suites y 84 habitaciones (42 con vista al mar y 42 con vista a la montaña) y la segunda con 7 suites y 66 habitaciones (33 con vista al mar y 33 con vista a la montaña), dando un total de 160.

6. Hotel Cumanagoto hoy. Vista desde la piscina

La administración del Cumanagoto ha pasado por varias etapas destacando el momento en que, al caer en manos de la empresa Interpuente y ésta declararse en quiebra en abril de 1981, el hotel se vio en la necesidad de cerrar sus puertas por un lapso de 5 años. Más adelante, la privatización emprendida en 1991 arrojó como resultado que en 1992 lo adquiriera la empresa Cumantur Inversiones, quien decide suspender de nuevo el servicio para emprender durante aproximadamente seis años obras que implicarán trabajos de demolición y reconstrucción, hasta que en 1998 reabre sus puertas completamente remodelado de manos de la operadora multinacional española Hesperia alcanzando la categoría de cinco estrellas. En 2005 y hasta hoy pasa formar parte de la cadena Premier International Hotels.

7. Hotel Cumanagoto hoy. Piscina

Los avatares sufridos en el tiempo por la planta física del Cumanagoto dificultan manejar con precisión los datos relativos al crecimiento y conformación definitiva que en la actualidad presenta y saber en manos de quiénes ha estado el proyectar y construir el total de 205 habitaciones, suites y villas que los operadores hoteleros manejan hoy en día para promocionarlo como destino turístico.

8. Hotel Cumanagoto hoy. Vista aérea

Sólo hemos podido encontrar que en 1992 la oficina del arquitecto Fernando Lugo, a solicitud del arquitecto Julio Volante, registra el haber realizado un proyecto para la renovación completa del hotel de 180 habitaciones y una propuesta de conjunto que incluye un campo de golf de 18 hoyos (par 3) y posibles ampliaciones, lo que nos hace pensar que aquí se encuentra el punto de partida y la clave para entender el cierre que se produjo en 1992 y permitió su renovada apertura en 1998. También se registra en 2002 la presentación de parte de la empresa Bolívar y Rodríguez Ingenieros estructurales de un presupuesto por 15.000 m2 (3. 409.000 $) solicitado por Arquitectura Volante, Monaldi & Asoc. que desconocemos si dio como resultado una nueva intervención. Como se verá, la accidentada historia del hotel Cumanagoto, tal vez más compleja pero no muy diferente a la de muchas instalaciones de la Red Hotelera Nacional, deja la sensación de encontrarnos ante una nueva demostración de lo visionario que resultó aquel plan que entendió el turismo como una industria fundamental para el país y, a pesar de ello, lo corto que se quedó y la poca repercusión alcanzada por la forma ordenada en que se abordó.

ACA

Procedencia de las imágenes

  1. Colección Crono Arquitectura Venezuela

2, 3, 4 y 5. De Ascençao J.M. “Arquitectura hotelera estatal en Venezuela: 1952-1958”, Trabajo de Grado de la Maestría en Historia de la Arquitectura, FAU UCV, 2005

6 y 7. https://venezuelatuya.com/hoteles/mostrarhotel.htm?Hotel+Paradise+Cumana&HOTCode=gG-y6qCnpWh

8. https://www.tripadvisor.com.mx/Hotel_Review-g316083-d482234-Reviews-Hotel_Cumanagoto_Premier_International_Hotel-Cumana_North_Eastern_Region.html

LA RED HOTELERA NACIONAL

1. Vista de la fachada norte desde las áreas recreacionales

Hotel El Tamá

El hotel El Tamá (nombre tomado de un conocido páramo tachirense), es una de las instalaciones que forma parte del grupo cuya planificación y administración asume la Corporación Nacional de Hoteles y Turismo (CONAHOTU) desde su creación en 1955.

Junto al Trujillo, al Miranda, al Maracay, al Guaicamacuto, al Cumanagoto, al Bella Vista e incluso al Humboldt, el Tamá asume la tipología imperante a nivel internacional compuesta de un volumen prismático que destaca en altura conteniendo las habitaciones al que se articulan una serie de cuerpos bajos donde se congregan las actividades recreacionales y de servicio complementarias.

Considerado durante un buen tiempo como una deuda del régimen para con la zona del país donde había nacido su cabeza visible, el diseño de El Tamá, cuyos estudios preliminares se inician en 1953 (según la Memoria y Cuenta del Ministerio de Fomento), finalmente se le encarga en 1955 al arquitecto Julio César Volante quien ya había participado en los proyectos de los hoteles Cumanagoto (Cumaná) y Prado Río (Mérida), con la clara intención de que fuese inaugurado el 2 de diciembre de 1956. Sin embargo, no pudo abrir sus puertas como “hotel de turismo” de tres estrellas, debido a demoras en el equipamiento de la instalación, sino hasta el 12 de enero de 1957.

2. Vista de la fachada sur

Como en muchos otros de los casos de la red de la CONAHOTU, El Tamá se distingue por la generosidad de sus áreas de apoyo que lo convirtieron en el lugar de encuentro de la sociedad tachirense y de realización de eventos nacionales e internacionales. Su piscina, que terminó tomando dimensiones “olímpicas” por orden de Pérez Jiménez ante las “pequeñas” dimensiones de la del proyecto original, hace de su localización y del esparcimiento alrededor de ella su centro de atención.

Tiene El Tamá un área total de construcción de 12.012,74 m2 y está constituido por 129 habitaciones, de las cuales 112 son dobles y 16 suites (ubicadas en un cuerpo de 9 pisos) y una suite presidencial localizada en el pent-house (con la que se remata el décimo nivel). Cuenta, además, con locales comerciales, comedor, fuente de soda, tasca bar, sala de fiestas, cuatro salones de usos múltiples, cocina principal, salón de juego, talleres, depósito, lavandería y otros servicios que se suman a la mencionada piscina, la piscina para niños y las áreas de jardines. Posee un estacionamiento para 150 vehículos.

3. Planta tipo

La planta tipo de las habitaciones obedece al esquema de una sola crujía lo cual, gracias al clima fresco de montaña que se disfruta todo el año en el área y la ventilación cruzada lograda, no hizo necesario la instalación de un sistema de aire acondicionado. Todas las habitaciones aprovechan desde sus generosos balcones que ven al norte, unificados a nivel de fachada por la continuidad de sus antepechos lo que le da al volumen una marcada horizontalidad, la vista a la ciudad y a las áreas de recreación. La fachada correspondiente a los pasillos de acceso se resuelve a través de un juego muy bien logrado de planos rectangulares que contrastan por su dinamismo con la sobria y elegante fachada principal.

4. Izquierda: El hotel en plena construcción. Derecha: Acto de inauguración el 2 de diciembre de 1956

En el artículo dedicado al hotel El Tamá que aparece en la página de Facebook “Cien años de historia” (https://www.facebook.com/cienanos.dehistoria.75/posts/1789649031296478/), donde se puede seguir todo el proceso que llevó a la construcción de la edificación, se recoge lo siguiente: “Desde la década de los cincuenta se consideró la necesidad de dotar al Táchira de un confortable hotel comparado con los mejores de Caracas. Los notables para entonces eran el Royal, inaugurado en 1932 y el Bella Vista de 1943. Los comerciantes Rodolfo Isea Luzardo, Cayetano Grimaldos Ruiz y José Gabriel Benedetti, se reunieron en diciembre de 1950 ‘para formar una Junta Promotora del Hotel de Turistas de San Cristóbal’. Nada surgió de allí, pues no se contaba con el suficiente capital para realizar semejante pretensión. Una crónica de Vanguardia, reflejaba en enero de 1955 semejante falta, diciendo que ‘cuanto viajero llega por estos contornos se queda asombrado al no hallar un hotel de primera categoría en nuestra capital… debe ser un hotel tipo internacional, nada de ‘taguaras’ a la usanza antigua’, haciendo el llamado a los inversionistas privados que nada hicieron en ese sentido. Sólo el ministro de Fomento, Silvio Gutiérrez, se interesó en el proyecto asomando la participación del 50% de capital oficial, a la vez que reservó a la familia Georgi Cárdenas 40 mil metros cuadrados ‘en la parte alta, allá por Pirineos’, donde se iniciaba la Urbanización Los Pirineos S.A.”

5. El hotel y su entorno
6. Planos de ubicación

Así, El Tamá se terminó ubicando sobre la avenida España (hoy 19 de abril) de la mencionada urbanización ocupando aproximadamente el 30% de un lote prácticamente plano de 54.032 m2 con vista panorámica sobre la ciudad. Terminados de adquirir los terrenos en 1955 y entregado el proyecto, para dar inicio a su construcción se llevó a cabo un proceso de licitación. Los sobres entregados por los participantes se abrieron a finales de abril de 1956, resultando ganadora de dicho proceso, que concluyó el 29 de mayo, la empresa C. A. Constructora Esfega (de los ingenieros José Rafael Ferrero Tamayo, Edgar Asís Espejo y Pedro Emilio García), dándose de inmediato inicio a la obra, cuyo costo sería de 7 millones de bolívares los cuales ascenderían finalmente a Bs. 11.328.074,71 (según Memoria del Ministerio de Fomento) con la inclusión del equipamiento (muebles y accesorios). Debía ser entregada en seis meses o, en otras palabras, el 30 de noviembre. Los responsables de la empresa constructora declaran al diario Vanguardia a finales de mayo “que el movimiento de tierra será de unos veinticinco mil metros cúbicos y que ya la maquinaria entró en actividad”.

Para finales de julio se estaba construyendo el sexto piso del total de diez del cuerpo de habitaciones registrándose un avance “record” del 55%. Muy a tono con lo que fue la vorágine constructiva de la época y la presión por entregar a tiempo se señala que para ello se contaba con “250 hombres, que cumplen ejemplarmente sus tareas repartidos en tres turnos diarios, laborando 18 horas de las 24 del día.”

7. Izquierda: Vista de las áreas sociales del último piso. Derecha: Vista de la piscina desde el cuerpo de habitaciones

Una vez puesto en funcionamiento El Tamá cubrió todas las expectativas pasando a ser el más importante de toda la región, seguido del Aguas Calientes, también de la extinta CONAHOTU, ubicado en la población de Ureña. Su excelente localización y poderosa imagen moderna hicieron que se convirtiera en referencia para los habitantes de San Cristóbal, habiendo llegado a alcanzar la categoría de cuatro estrellas en 1974. El hotel pasó a manos de Corpoturismo a partir del año 1974 por traspaso de la Procuraduría General de la República y fue objeto de una remodelación integral en 1988. Tras el proceso de privatización emprendido por el Fondo de Inversiones de Venezuela en 1991 (quien reportaba para esa fecha el excelente estado de conservación del inmueble), en 1993 fue comprado por el Consorcio Integral Andino 92, C.A y funcionó con este consorcio hasta el año 2002. Entre 1992 y 2002, el hotel cae en una profunda crisis financiera debido a que se dejan de pagar los impuestos correspondientes, creando así una deuda de aproximadamente mil quinientos millones de bolívares de la época. A esto se le sumaría otra deuda de aproximadamente quinientos cincuenta millones de bolívares por motivos de liquidación de empleados en el año 2002, cuando decide cerrar y dejar de prestar sus servicios al publico. Desde ese momento hasta la fecha, el hotel El Tama pasó a una Depositaria Judicial hasta tanto la deuda fuera cancelada. Tras sucesivos intentos por rescatarlo y anuncios gubernamentales de que “volverá a brillar para seguir siendo el templete del turismo tachirense”, El Tamá sigue a la espera.

ACA

Procedencia de las imágenes

  1. Colección Crono Arquitectura Venezuela

2, 3, 6 y 7. De Ascençao J.M. «Arquitectura hotelera estatal en Venezuela: 1952-1958», Trabajo de Grado de la Maestría en Historia de la Arquitectura, FAU UCV, 2005

4. https://www.facebook.com/cienanos.dehistoria.75/posts/1789649031296478/

5. https://vymaps.com/VE/Hotel-El-Tama-110883/

1989• Nuevo cuerpo del edificio Mene Grande

Nueva ala Edificio Mene Grande.jpg

1989•  Se concluye la construcción y pone en servicio un cuerpo comercial anexo a la fachada sur del Edificio Mene Grande, sobre la Avenida Francisco de Miranda, en la Urbanización Los Palos Grandes, Caracas, proyectado por Julio Volante (arquitecto Universidad de Buenos Aires, Argentina – revalida FAU-UCV, promoción 16F/1967).
La nueva edificación se levantó utilizando el área entre la edificación y la avenida destinada a estacionamiento.
El nuevo cuerpo tiene 4 pisos de altura. La planta baja se encuentra a un metro por debajo del nivel de la vía urbana, creando un espacio de desahogo para los comercios.
Entre el nuevo cuerpo comercial y el edificio de oficinas se dejó un espacio público, en el cual queda todavía un centenario mijao, recuerdo de los «palos grandes» de esa hacienda.
El material predominante utilizado en la construcción de la edificación fue el concreto armado en obra limpia, con partes de la fachada definida con paños de vidrio de color, hecho que contrasta notablemente con el estilo y carácter que le dio el arquitecto Rafael José Larraín Basalo al edificio proyectado por él e inaugurado en
1966.

HVH

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 83

El Hotel Prado del Río (o Prado Río) que Tomás José Sanabria proyecta en 1954 con la colaboración de Julio Volante a las afueras de la ciudad de Mérida, al igual que el Llano Alto (ver Contacto FAC 44, 10-09-2017), ofrece, dentro del grupo de 12 nuevas instalaciones de la “Red Hotelera Nacional” gestionadas directamente por la CONAHOTU, la oportunidad de detectar una clara proximidad entre lo regional y lo internacional o, en otras palabras, encontrar en las entrañas de lo local la presencia de lo universal.

Sanabria, quien completa su formación como arquitecto en Harvard University y regresa a Venezuela en 1947, realiza entre 1949 y 1953 en sociedad con Diego Carbonell (graduado en el MIT en 1944) una interesante y variada experiencia que marcará una importante etapa en su carrera, pues en ella se conjugarán los principios funcionalistas y racionalistas adquiridos en los Estados Unidos con las referencias a las formas, los materiales y los sistemas constructivos de la arquitectura tradicional venezolana. A esta etapa y como parte de esa conjunción pertenecen una serie de hasta doce viviendas unifamiliares (de las que se construirán siete), verdadero laboratorio en la que estos arquitectos pusieron además en práctica criterios de confort ambiental que se prolongarán (al menos en el caso de Sanabria) a lo largo de toda su carrera. La utilización de dispositivos de protección climática y la integración organicista entre arquitectura y paisaje se sumarán a la de cubiertas inclinadas, onduladas, grandes aleros, combinación de materiales texturados con frisos lisos y diseño de ventanas en las que se cumple el propósito por un lado de iluminar y ventilar y por el otro de protegerse del sol y la lluvia, todo lo cual dota de un particular carácter a esta experiencia. Ella, además, permitirá a Juan Pedro Posani introducir el capitulo titulado “La arquitectura populista” en Caracas a través de su arquitectura (1969).

Por su parte Julio César Volante, arquitecto argentino egresado de la Universidad de Buenos Aires, arriba a Venezuela en la década de los años 50 (Reválida FAU UCV promoción 16F/1967), realiza un Master of Science en la Universidad de Columbia y desarrolla en nuestro país una dilatada trayectoria docente y profesional, llegando a ser Jefe de Taller de Composición en la FAU UCV y profesor invitado en la USB. En 1954 se asocia puntualmente con Sanabria para la realización del diseño del hotel Prado del Río correspondiéndole redactar la breve nota que aparece en la revista Integral nº 6 como acompañamiento de la presentación del proyecto en toda su extensión. Cabe acotar que Volante, quien siempre se caracterizó por realizar una arquitectura donde lo funcional, traducido en corrección técnica y racional diseño estructural, cobró un claro protagonismo, justamente proyectó ese mismo año para la empresa C.A. Urbanizadora Colinas de Bello Monte, cuyo propietario fue el empresario venezolano Inocente Palacios, la Concha Acústica de dicha urbanización, llamada en su momento a ser sede artística de la Orquesta Sinfónica Venezuela.

1. Ubicación dentro de la ciudad

Así, cuando Sanabria se separa de Carbonell ya tiene, por tanto, labrado un importante surco dentro de sus prioridades a la hora de proyectar edificios, gobernado por la consideración de las variables que hemos mencionado que seguramente se complementó con los conocimientos aportados por Volante. De esta manera al contratársele en 1954 (al año siguiente de ser nombrado Director de la Escuela de Arquitectura de la recién creada Facultad de Arquitectura y Urbanismo) el diseño para el hotel Prado del Río, a localizarse en la entrada este de la ciudad de Mérida, no duda en hacer una proposición que toma en cuenta las condiciones topográficas del terreno, la vegetación, el clima templado de la zona y la tipología proveniente de los esquemas de las casas de hacienda tradicionales merideñas. Todos ellos cobran cuerpo a través de una solución extendida, formada por volúmenes separados de acuerdo a su función, organizados dentro de una estricta ortogonalidad e interconectados a través de pasillos techados, en la que la altura no sobrepasa nunca los dos pisos y donde contrasta la campestre quietud exterior con el dinamismo espacial de los bloques que albergan las actividades sociales. La idea de crear grandes «islas funcionales» que permitieran separar el área de motel (conformada por 15 viviendas o cabañas previamente construidas cuyo destino original era servir de residencias para una colonia vacacional obrera a ubicarse en el terreno) de las habitaciones del hotel (13 y dos suites), generando áreas comunes a ambas, se halla claramente expresada en la planta de conjunto.

2. Corte longitudinal del conjunto
3. Planta de conjunto

El Prado del Río, cuya perspectiva aérea protagoniza la postal del día de hoy, es un hotel para ser paseado y para que el paseante en el camino sea sorprendido. Su composición, en función de un eje que sigue la dirección de la pendiente del terreno hacia el río Milla, presenta en su extremo sur (inicial) el volumen que contiene en planta baja la recepción, administración y comercios y en planta alta las habitaciones en contacto directo con el acceso, y en el extremo norte (final) la piscina como remate. Otro eje perpendicular ubicado en plena zona recreacional une el cuerpo donde funcionan el bar, estar, fuente de soda, dancing y comedor, con el que alberga la sala de juegos.

4. Izquierda: Cuerpo sur con recepción y comercios en planta baja y habitaciones en la planta alta. Derecha: patio interior
5. Izquierda: interior de el salón de juegos. Derecha: pasillo cubierto que une el salón de estar con la recepción

Recorrer este hotel significa disfrutar por un lado del paisaje y por el otro de una arquitectura de rasgos tradicionales. También significa gozar del contacto con la vegetación y los materiales del lugar, de la transición, la sombra y la combinación de la estructura de madera de los techos con elementos metálicos para las vigas y columnas, de la pequeña escala de los pasillos, corredores o balcones y de las grandes luces de los locales sociales, del valor de la línea recta por su contraste con la inclinada. salón

6. Vista del volumen correspondiente a las áreas sociales desde la piscina con la Sierra Nevada al fondo
7. Cuerpo norte. En planta baja: estar, bar y fuente de soda. En planta alta: dancing y comedor

Son muchas, por tanto, las similitudes que ofrece el Prado del Río con el Llano Alto (Carpio & Suárez, 1954-56) en cuanto a la actitud asumida por los respectivos arquitectos, y de ambos con las experiencias que en Brasil realizó Lucio Costa en los hoteles de Ouro Preto (1940, junto a Oscar Niemeyer) y Friburgo (1944), tomadas también en cuenta por Fruto Vivas al proyectar el Moruco (1955-56), como parte de la “Red Hotelera Nacional”. En todos los casos se reafirma una clara vocación de reinterpretación del lenguaje local y adaptación a las condiciones del sitio de un programa resuelto dentro del espíritu de la modernidad.

El Prado del Río que abrió sus puertas en 1956, pasó un largo período de decadencia (similar al de muchos de los construidos durante la década de los años 50 del siglo XX), para luego ser convertido en 1988 en hotel-escuela destinado a la formación de jóvenes con vocación hacia la hotelería y el turismo que cursan sus estudios en el Colegio Universitario Hotel Escuela de los Andes Venezolanos, quienes bajo la premisa de «aprender haciendo» llevan a cabo actividades administrativas y de servicio dentro de la instalación. El número de cabañas se ha incrementado a 84 y recientemente ha sido remodelado, ampliados sus servicios y actualizadas algunas de sus instalaciones.

ACA

Procedencia de las imágenes

Revista Integral, nº6, 1957

Algo más sobre la postal nº 47

La urbanización Colinas de Bello Monte comienza a promoverse dentro de la sociedad caraqueña desde 1954, apareciendo el primer anuncio del que tengamos conocimiento (de trazos geométricos, diseñado muy probablemente por Mateo Manaure), en el nº 1 de la revista a, hombre y expresión (1954). El que acompaña la postal, quizás el más conocido, contando seguramente con la misma autoría que el primero, apela, sin abandonar la abstracción, a transmitir un mensaje más sugestivo, apacible, cadencioso y acorde con el producto que se intentaba promocionar.
Siendo la primera incursión “urbanizada” que se acometía en una de las zonas de topografía accidentada ubicada al sur de la ciudad (que incluso llevó a realizar una modificación de la Ordenanza vigente para la fecha), no deja de ser sintomático el apelativo al que se recurre (“colinas”), como demarcación del status socio-económico del segmento a quien iba dirigido el mensaje y de una manifiesta voluntad por diferenciarse del término “cerro”, con el que se empezaron a denominar los lugares donde se comenzaban a localizar asentamientos de carácter informal o los desarrollos de vivienda de interés social. Luego aparecerían “lomas” y “terrazas”, entre otros, como acompañantes de “colinas” en la designación de urbanizaciones más recientes dentro de la acelerada expansión de la ciudad.
Es Inocente Palacios, en su doble condición de empresario y promotor cultural, quien acomete el reto de poblar lo que hasta entonces habían sido los escarpados terrenos de la hacienda Bello Monte (productora de caña de azúcar), en la ribera sur del Guaire, frente a Sabana Grande. La parte menos accidentada del desarrollo (cercana al río) sería ocupada por edificios corporativos y viviendas multifamiliares, destinándose las laderas para quintas que podrían aprovechar, gracias a la sinuosa adaptación topográfica del trazado, las magníficas visuales abiertas sobre el valle y el Ávila.
El propio Palacios se instala en lo que se conocía como cerro El Perico en una casa-conservatorio (de nombre “Caurimare”) que le proyectó el arquitecto italiano Antonio Lombardini, autor de numerosas obras dentro de la urbanización. También organizó la convocatoria del concurso de una quinta-tipo (ganado por José Miguel Galia), que se ofrecería como modelo a los potenciales habitantes de la zona, y se encargó de salpicar de cultura el naciente asentamiento, promoviendo la realización del proyecto para el Museo de Arte Moderno de Caracas (1955) a cargo de Oscar Niemeyer (no construido) y el de la Concha Acústica, autoría de Julio Volante (1954), amén de que en sus predios también se instaló el Club Táchira proyectado por Fruto Vivas (1955). En 1956 y 1957, respectivamente, se construirían en algunos de sus solares la Agencia Anglovén (hoy Dambromotors C.A.) y las residencias Meli y Crisbel (conocidas como “Los Morochos”) de Vegas & Galia e, igualmente en 1956, el Edificio Summa (antes National Cash Register) de Don Hatch.

ACA