1967•Con miras a la celebración del Cuatricentenario de Caracas se le hace un mantenimiento a fondo al Panteón Nacional, incluyendo sus fachadas, las cuales fueron pintadas de nuevo manteniendo la coloración anterior. (Imagen tomada de una publicación de ARS Publicidad para una marca nacional de pintura).
Contribución al estudio de los planos de Caracas: La ciudad y la provincia 1567-1967, publicado por el Comité de Obras Culturales del Cuatricentenario de Caracas, es una voluminosa edición que selecciona y recoge los mas importantes planos que han representado a la ciudad a lo largo de su historia. No resulta casual que su titulo sea “Contribución”, tal cual y como lo declara su autora, pues persigue ayudar al estudio de la urbe al abrir un capitulo inicial en la exploración de su cartografía, así como de otras ciudades del interior del país que formaron parte de la Provincia de Caracas. Los 114 planos y mapas, las 20 fotocopias y las 165 fichas de planos que presenta De Sola, cuya tarea de recopilación y curaduría comenzó cuando se le encomendó la catalogación de los planos que se ofrecieron en la Segunda Exposición Bibliográfica sobre Caracas de 1957, abren un infinito mundo de posibilidades para la comprensión de la historia a través de la representación de momentos históricos específicos.
Este libro es una “rara avis” dentro de la prolífica producción intelectual de la escritora venezolana Irma De Sola Ricardo nacida en 1916, hija de padres oriundos de Curazao, pues ella es más conocida por poemarios, ensayos, e investigaciones relacionados con la lucha por los derechos de la mujer y el niño. Obras como “Balbuceos” – poemas (1938), “El americanismo y la colaboración de la mujer y de las juventudes en el acercamiento de los pueblos del nuevo continente» – ensayo (1938), “Síntesis” – cuentos (1940) o “Teresa de la Parra semblanza de una escritora” – ensayo (1982), evidencian un universo literario muy distinto al gran “libro gris” que publicó en 1967.
El ensayo inicial que precede a los planos muestra las infinitas posibilidades que ofrece el rico mundo cartográfico y su vinculación con la historia, donde De Sola se pasea por diversos temas y episodios de la ciudad haciendo referencia a los valores urbanos de la capital y la importancia de su conservación y rescate. No faltan menciones que van desde aspectos de memoria e identidad, a otros de carácter legal, normativo, arquitectónico, histórico, ilustrativo, didáctico, pintoresco y turístico, pasando por sugerencias prácticas sobre la importancia de la nomenclatura caraqueña, y que evidencian la complejidad de la construcción urbana de una ciudad que se ha venido gestando por más de cuatro siglos.
El libro, de gran formato, horizontal (59×39 cms. en cartoné), de 281 páginas, pensado para mostrar los planos a escala adecuada, posibilita según las ideas de Karl Schlogel “leer el espacio en el tiempo”. Armar este relato le tomó a De Sola 9 años de investigación y peregrinaje. Es quizás el único compendio cartográfico extenso de la capital venezolana y una pieza de gran valor investigativo, hoy difícil de conseguir. La portada diseño de Mateo Manaure, lo hace aún mas especial. El formato permite hurgar en detalle sobre los planos y escudriñar en episodios cartográficos, para visualizar hechos del urbanismo y la arquitectura de la ciudad gracias a que su encuadernación permite desprender independientemente cada una de las hojas que lo conforman.
Desde un punto de vista investigativo De Sola más que proporcionar respuestas, es hábil en generar preguntas a través de los planos, que hablan por si solos, y van construyendo, a medida que se avanza, una compleja y rica lectura de la historia de la ciudad, invitando al lector a pensar en el lenguaje y finalidad de cada mapa, como una forma de conocimiento.
La reproducción de los planos en el libro no fue un tema menor. De Sola ilustra de forma cronológica la evolución de la historia, el proceso de creación y desarrollo de la capital, que requirió un manejo por parte de expertos en impresión en los talleres de la Cartografía Nacional, para poder manipular y reproducir cada plano en blanco y negro, conservando los atributos propios de cada uno, por la perdida del color.
Desde planos antiguos del siglo XVI, que nos muestran como nos veían los conquistadores y cuyo encanto radica en su muy personal forma de representación que se acerca al manuscrito, pasando por los maravillosos planos de reconocidos ingenieros y cartógrafos Venezolanos como Eduardo Röhl o Ricardo Razetti, hasta complejos planos técnicos elaborados por la Dirección de Cartografía Nacional, a mediados del siglo XX, De Sola muestra un mundo infinito de historias y episodios que se transforman en nítidas representaciones que congelan la ciudad en momentos específicos. El libro es en realidad una compilación informativa de documentos, a ratos fresca y a ratos obsesiva, llena de transcripciones exactas de los textos de los planos y de útiles anotaciones propias de la autora, que deja abiertas múltiples interrogantes sobre la época histórica contenida en cada mapa y las razones que detonaron profundos cambios en su fisonomía.
La aproximación de la autora no persigue ser académica ni rigurosa. En efecto, De Sola es absolutamente honesta al declarar que el ensayo no pretende ser una cátedra. Su mérito, más bien, está en haber reunido una colección de planos de la ciudad de distinta índole y procedencia: desde algunos que reposan en el Archivo General de Indias de Sevilla y el Histórico Militar de Madrid, hasta los elaborados por Cartografía Nacional o que forman parte de archivos particulares, entre otros.
La compilación realizada por De Sola formó parte de una serie de monografías cuyo objeto fue acopiar material sobre diversos aspectos actuales e históricos de la vida de la capital, con motivo de cumplirse cuatrocientos años de su fundación. Estas monografías estuvieron a cargo de la Comisión Nacional para el Cuatricentenario de Caracas dirigida por el Presidente del Comité de Obras Culturales, Don Alfredo Boulton actuando Pedro Grases como secretario. Por otra parte, la Comisión Nacional, de carácter multidisciplinar, que abarcaba distintos ámbitos para la difusión de los valores de la ciudad en aniversario, estaba integrada por el Gobernador de Caracas, Raúl Valera, Augusto Márquez (Comisionado especial de la Presidencia); Tomás Carrillo Batalla (Presidente del Comité de Obras Económicas); Julián Ferris (Presidente del Comité de Obras Públicas) y Carlos Eduardo Frías (Presidente del Comité de Obras Cívicas). Dentro de las publicaciones con fines conmemorativos que formaron parte de esta serie, se encuentran: “Caracas en tres tiempos” de Carlos Raúl Villanueva (1966); “El Área Metropolitana de Caracas” de Marco Aurelio Vila (1965); y la “Fundación y la conquista de Caracas” de el Hermano Nectario María (1966).
Como parte de la conmemoración del cuatricentenario de Santiago de León de Caracas, en 1967 la Dirección de Cartografía Nacional produce un detallado plano a color de la ciudad, basado en el plano de “Caracas, área metropolitana y sus alrededores” de 1957, actualizado sobre un conjunto de aerofotografías tomadas en 1966.
Titulado “1567 – Caracas – 1967”, el sencillo homenaje a la ciudad ordenado por el Ministerio de Obras Públicas, fue publicado un año antes de su difusión en 1967 por Irma de Sola en Contribución al estudio de los planos de Caracas, libro éste que se edita justamente como parte de las Ediciones de la Comisión de Asuntos Culturales del Cuatricentenario de Caracas al igual que Caracas en tres tiempos (1966) de Carlos Raúl Villanueva.
La representación de la ciudad en formato plegable de 107 x 78 cm. constituye uno de los ejercicios cartográficos más consistentes de la ciudad en cuanto a diseño y representación, por la claridad, legibilidad, contraste de colores y nivel de detalle que ofrece. Dibujado a escala 1:20.000, está enmarcado con una franja artística, donde en la parte superior y al centro, se ubica el escudo heráldico de Caracas, evidenciando un sentido estético. El escudo, que se acompaña con la leyenda “Ave María Santísima sin pecado concebida en el primer instante de su ser natural”, se repite en el marco como detalle gráfico de menor tamaño, junto a elementos como la cruz de Santiago, la corona real, o el blasón y armas que contiene en la orla.
La compleja imagen cartográfica muestra la ciudad construida hasta 1967, contemplando las áreas urbanizadas, la vialidad, los ríos y quebradas, áreas verdes y edificaciones de importancia, graficadas sobre el portentoso marco geográfico del valle de Caracas, donde las curvas de nivel (altimetría) han sido sustituidas por un sombreado para describir el relieve.
La representación permite observar que para 1967, con una población de casi 2.100.000 habitantes, toda el área contenida entre el río Guaire y el límite del Parque Nacional el Ávila, se encontraba totalmente urbanizada, con una gran variedad de tramas urbanas, fragmentos sin geometría aparente, que pasarían a ser recurrentes en la ciudad. La ocupación y rápido desarrollo del sur, una vez traspasado el río como barrera natural, evidenciaba un salto hacia la metropolitización de la ciudad, con incipientes nuevos urbanismos definidos por la vialidad que comenzaban a tomar forma sobre una difícil topografía.
No será posible volver a encontrar en los nuevos urbanismos pista alguna del damero fundacional, que quedará circunscrito a aproximadamente 144 manzanas y cuya fórmula no se repetirá más.
El plano deja ver a través de su representación las huellas de la modernidad, y de una capital construida por fragmentos, tramas disimiles y tejidos complejos. A su vez, también muestra trazados de proyectos en curso, como la construcción de mas de 500 viviendas para la clase media en El Cafetal, o el desarrollo de las urbanizaciones Prados del Este, Cumbres de Curumo, Macaracuay y Caurimare, como parte de la explosión urbanizadora que tendrá lugar al sureste de la ciudad. Ambiciosos proyectos futuros como la Cota Mil, que limitará el crecimiento de la ciudad al norte, y se conceptualiza como un vía alterna para evitar cruzar la ciudad por la Autopista del Este en el sentido longitudinal del valle, confirman las intenciones de mejoramiento y de desarrollo urbano planificado.
A pesar de que De Sola no ahonda en aspectos de fondo o forma acerca de la importancia del plano y su representación, sí describe en su texto algunas de las características graficas de su diseño, como el hecho que los tonos del escudo de la ciudad han sido utilizados para colorear los símbolos cartográficos que aparecen al interior del mapa, donde se establece una clara categorización de las áreas urbanizadas, áreas consolidadas, edificaciones de importancia y principales áreas verdes como el Parque Los Caobos y Parque del Este; así como una jerarquización tipográfica, que va desde el nombre de las urbanizaciones hasta áreas en desarrollo o avenidas de importancia.
El documento destaca la silueta de muchas de las edificaciones relevantes en color rojo como una categoría independiente, donde las de carácter aislado evidencian nuevas posibilidades urbanas, que quiebran la lógica del damero tradicional. Los cauces de quebradas, ríos y áreas de agua se representan detalladamente en color azul, resaltando su importancia como elementos geográficos en la ciudad. Como ha sido costumbre en toda la colección de planos que hasta la fecha se habían elaborado sobre la ciudad, en el de 1967 se obvia toda representación correspondiente a los desarrollos informales y, si en 1950 su área urbanizada ocupaba 4.200 Hás, ya se encontraba muy cerca de las 13.000 que se registrarán en 1971. El plano conmemorativo de los cuatrocientos años de la fundación de Caracas constituye una de las mas claras referencias históricas y cartográficas del proceso de evolución de la capital, y fue publicado el mismo año en que la azotó uno de los mas fuertes terremotos de su historia, que afectó tanto el valle como el litoral central, marcando la memoria de sus habitantes. Para aquel entonces Venezuela contaba con una democracia de apenas 9 años de edad y recibía el año 1967 con las garantías suspendidas siendo Raúl Leoni el Primer Magistrado. Aunque ya habían desaparecido unos cuantos, estaban funcionando más de 80 cines: 22 de ellos ubicados de la Plaza Venezuela hacia el este y 13 en el casco histórico. Aquiles Nazoa en Caracas física y espiritual, una de las muchas obras publicadas con motivo de las celebraciones aniversarias, expresará: “Las autopistas subordinan el hombre al vehículo: en la ciudad ya no se vive, se circula”.
… que en 1968, un año después de la celebración del cuatricentenario de Caracas, en parte los terrenos de lo que fue la urbanización El Conde, al norte de la avenida Bolívar, abrió sus puertas lo que se conoció como el “Parque El Conde”, proyecto del arquitecto Jorge Castillo?
1. Parque El Conde.Vista general
La urbanización El Conde nace alrededor de 1926 de la mano de Juan Bernardo Arismendi y Luis Roche (dos de los grandes promotores urbanísticos de Caracas) como fruto del proceso expansivo de la ciudad hacia el este y del éxito que habían obtenido en el desarrollo de San Agustín del Norte, apoyándose ambos emprendimientos para su trazado en variantes a la modulación impuesta por cuadrícula colonial.
El Conde se desarrolló en los terrenos de la hacienda del mismo nombre que ocupaba el área que iba desde la quebrada Catuche a la Anauco (en sentido oeste-este) y desde lo que hoy es la avenida México hasta el rio Guaire (en sentido norte-sur) y ofreció (junto a San Agustín y Los Caobos) una de las primeras oportunidades que encontró la clase media acomodada de experimentar una nueva manera de vivir en la ciudad en un sector que estuvo dotado de cines, clínicas privadas, clubes, canchas de tenis, garajes, ventas y talleres de automóviles, museos y estadios.
El impacto que sobre esa zona produjeron las iniciativas propiciadas en 1938 por la recién creada Dirección de Urbanismo del Distrito Federal que desembocarán en la presentación en 1939 del “Plan Monumental de Caracas” (conocido como “Plan Rotival”) e influirán en el Plan de 1951, la propuesta del Centro Federal (1951) y la Tesis para Caracas de 1959, colocó sobre El Conde una inevitable Espada de Damocles que ocasionaría que en menos de 36 años desapareciera, arrasada por las aspiraciones sucesivas de convertir la zona en demostración de una pujante transformación del centro de la ciudad. La prolongación de la avenida Bolívar y sus dos ramales (cuya primera etapa se había concluido en 1949, único elemento que sobrevivió literalmente del Plan Rotival), anunciada en 1954 y ejecutada casi de inmediato, sería la puñalada mortal que sentenciaría la total demolición de El Conde a comienzos de los años 60, lo que implicó llevarse por delante cientos de edificaciones de muy diversas características.
La celebración del 400 aniversario de la fundación de Caracas (1967) encuentra a los terrenos donde estuvo la urbanización (ahora propiedad del Centro Simón Bolívar) en medio de un destino incierto y a la vez abrumados por la presencia de una serie de proyectos de gran escala que no llegaban a concretarse. Así, las “fiestas cuatricentenarias” ofrecieron la oportunidad de aprovechar los terrenos temporalmente baldíos para llevar a cabo dos intervenciones de carácter efímero: al sur de la avenida Bolívar Imagen de Caracas (véase Contacto FAC nº 13 del 05/02/2017) y al norte el Parque El Conde quien si se quiere corrió con mejor suerte que la primera.
2. Parque El Conde. Vista de uno de los pabellones
Jorge Castillo asume el proyecto de este espacio destinado a la recreación a escala urbana con una vocación decididamente experimental. Para aquel momento, influenciado por el espiritualismo procedente de las religiones orientales, encuentra la ocasión de poner en contacto arte y arquitectura buscando alejarse de procesos extremadamente racionales: “Esa arquitectura repetitiva y ese énfasis en la función como lo único que integra la arquitectura es algo que no he aceptado jamás y ahora menos”, expresará en una entrevista de 1988 quien en 1999 fuese galardonado con el Premio Nacional de Arquitectura.
3. Parque El Conde. Vista de un sector del conjunto
En concordancia con lo expresado, Castillo, consciente de la limitada duración que tendría la obra, propone muy a tono con el momento que se vivía, un sistema liviano, variado y flexible con base en una estructura metálica de 5 mts. y un elemento de cerramiento triangular de poliuretano y fibra de vidrio con color incorporado y unas aletas para asegurar su fijación por medio de tornillos y un elemento de goma. Este sistema casi artesanal, que tuvo asociadas dificultades de producción, montaje y mantenimiento, daría pie para generar edificaciones desarmables que se pudieran reconstruir con formas diferentes y para usos distintos, buscando de esa manera alejarse de los limitados resultados a los que había conducido algunas experiencias ligadas a la prefabricación.
El Parque El Conde cierra sus puertas a mediados de los 80 luego de cumplir cabalmente su cometido para dejar de nuevo un vacío urbano que mucho tardó en ser restaurado. Quienes quieran obtener una imagen evocadora, sin nostalgia, de lo que significó El Conde para alguien que allí vivió y luego decidió estudiar arquitectura recomendamos leer Del eclecticismo criollo a un culto sincretismo de Luís Jiménez Damas (de venta en http://www.edicionesfau.com). Para ampliar detalles sobre los antecedentes y repercusiones del Plan Rotival, sin duda debe consultarse El Plan Rotival. La Caracas que no fue. 1939/1989. Un plan urbano para Caracas libro agotado publicado por Ediciones del Instituto de Urbanismo de la FAU UCV (1991), fundamental en la comprensión de la historia de nuestra ciudad.
… que en 1967, asociado a la celebración del cuatricentenario de la fundación de la ciudad, se inaugura el Pabellón expositivo denominado Imagen de Caracas, que en 1968 albergaría el espectáculo audiovisual del mismo nombre?
1. Vista general de la avenida Bolívar hacia el oeste con el Pabellón «Imagen de Caracas» en primer plano a la izquierda. Circa 1967
Imagen de Caracas se trató de un espectáculo multimedia, encomendado por la Gobernación del Distrito Federal, realizado por un grupo de artistas venezolanos de variadas disciplinas, encabezados por el pintor venezolano Jacobo Borges, que se estrenó el 22 de junio de 1968. Su puesta en escena conllevó la construcción de un contenedor diseñado por Juan Pedro Posani y calculado por el ingeniero estructural José Adolfo Peña en un predio de alrededor de 5 hectáreas donde estuvo ubicada la urbanización El Conde. También vale la pena señalar que en el marco de los eventos organizados para la celebración del cuatricentenario de Caracas se coloca adjunto al dispositivo del espectáculo, la obra de Alejandro Otero «Vertical Vibrante Oro y Plata», creada en 1967 (hoy rescatada y ubicada frente al MUSARQ en la avenida Bolívar).
2. Pabellón «Imagen de Caracas». Juan Pedro Posani. Vista exterior
La demora en la apertura del evento obedeció a problemas asociados a su producción y también al que haya acaecido en julio de1967 el terremoto que sacudió Caracas. Cuando finalmente se abre al público, Imagen de Caracas durará apenas dos meses, hecho que mantiene aún hoy un encendido debate acerca de las reales razones por las que ello haya sucedido.
3. Pabellón «Imagen de Caracas». Juan Pedro Posani. Vista exterior luego de la instalación del «Vertical Vibrante Oro y Plata» de Alejandro Otero
Tal y como señala Isabel Arredondo en “Los límites del espacio urbano y escénico: Imagen de Caracas” (http://www.traficovisual.com/2016/04/07/los-limites-del-espacio-urbano-y-escenico-imagen-de-caracas/): “El recinto arquitectónico, que se parecía a una colosal carpa de circo, se erguía sobre una base de casi una hectárea (treinta por treinta metros y tenía una altura de 27 metros). Algo así como un ‘campo de fútbol de ocho pisos’ que alberga pantallas dos veces más grandes que las pantallas de cine normales. En el interior se encontraban cuatro torres que proyectaban simultáneamente películas de 35mm en pantallas gigantescas. Al entrar en este espacio el espectador se hallaba literalmente sumergido en imágenes, y también desorientado. Durante el espectáculo, que duraba algo más de dos horas, veía bajar cuarenta cubos gigantescos que interceptaban la proyección en las pantallas. Además, el espectáculo contaba con actores en vivo, como motorizados o policía a caballo, que interactuaba con la proyección”.
4. Fotograma del espectáculo audiovisual «Imagen de Caracas». Jacobo Borges
La compleja puesta en escena incluyó actores, pantallas para proyección de películas y para proyectar diapositivas y 48 cornetas acústicas suspendidas del techo y de las torres, destinadas a reproducir música electrónica, canciones y la voz del narrador. Arredondo, citando a Margarita D’Amico, también establece interesantes similitudes y diferencias entre esta experiencia (tanto en lo audiovisual como en lo relacionado a la arquitectura que las contiene) y la que se denominó Conozca Venezuela, llevada a cabo bajo la producción de Ricardo de Sola en el marco de la Exposición Mundial de Montreal (1967), para la cual Villanueva diseñó el pabellón compuesto por tres cubos, uno de ellos destinado a mostrar el multimedia de De Sola.
5. Fotograma del espectáculo audiovisual «Imagen de Caracas». Jacobo Borges
Imagen de Caracas, según señala Arredondo, es importante hoy porque su ruptura del espacio y el tiempo nos hace entender cuáles son las normas a las que estamos acostumbrados. Su vida efímera lo acerca al performance art, un tipo de arte no-objetual que no deja rastro después de su exhibición.
6. Material promocional de «Imagen de Caracas»
Valga la presente reseña para recordar la memoria de Clarita Urdaneta, alma y corazón de esta importante experiencia, quien ayer nos dejara para descansar sin que el paso del tiempo ya la perturbe.