1992• Edificio Administrativo CVG Venalum, Matanzas, estado Bolívar

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1992•  Se concluye la construcción y equipamiento del Edificio Administrativo CVG Venalum, ubicado en la Zona Industrial de Matanzas, estado Bolívar, proyectado por un equipo coordinado por el arquitecto Azier Atela Amade (FAU UCV, reválida en la promoción 20C / 1972), con la participación del arquitecto Alberto Park Flores (FAU UCV, promoción 28/1978) como residente, todos estos vinculados a la empresa Marshall y Asociados, C.A. (Edgar G. Marshall, Presidente Ejecutivo).
La fachada del edificio fue resuelta con el sistema de ventanas UNIFEDO, siendo para el momento el octavo proyecto que esta empresa realizaba y el segundo fuera de Caracas.

HVH

1977• Hotel flotante en Puerto Ordaz

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1977•  Con la instrumentación del IV Plan de Sidor durante el primer gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez, se inició el crecimiento sostenido de Ciudad Guayana. Todo estaba en construcción. Sin embargo, la nueva ciudad no estaba en condiciones de absorber el incremento de población, sobre todo la de los técnicos y profesionales llamados a trabajar en el Plan.
Por tal motivo en 1975 el gobierno nacional negocio la compra por seis millones de dólares de un «hotel flotante» con la Compagnia Italia. El barco adquirido, el Cristóforo Colombo, había sido fabricado entre 1953 y 54. Desplazaba 29.191 toneladas, tenía de eslora 213 metros y capacidad para 1350 pasajeros y 570 tripulantes. Había sido buque insignia de la flota italiana navegando durante más de 20 años el Adriático y diferentes rutas del Atlántico.
Bajó su ancla por primera vez frente al puerto de Sidor, Matanzas, en septiembre de 1977 y estuvo anclado en ese muelle dando alojamiento a 1.200 personas, rebautizado con el nombre de “Residencias Cristóbal Colón”.
Estuvo en funcionamiento durante varios años hasta que la oferta hotelera y las facilidades existentes en la ciudad, así como el mantenimiento del buque, hicieron inviable la operación. Fue vendido en 1981 y desguazado en otoño del año siguiente en Kaohsiung, ciudad portuaria al sur de Taiwan.
De las “Residencias Cristóbal Colón” solo quedó en Ciudad Guayana el altar de la capilla del barco, donado por SIDOR a la Diócesis de Guayana, utilizado para la multitudinaria misa del papa Juan Pablo II del 29 de enero de 1985 en la cual cantó el niño Adrián Guacarán, retablo que actualmente reposa en la sede de la citada Diócesis.

HVH

Renovación Académica FAU – 1969

 

 

HA SIDO NOTICIA

Una profunda mirada hacia la obra de Le Corbusier que se hundió el mes pasado

Ethan Tucker

Tomado de Plataforma arquitectura

15 de marzo 2018

Traducido por Mónica Arellano

Este artículo fue publicado originalmente en Metropolis Magazine como «The Fascinating History of Le Corbusier’s Lost Barge.»

Este invierno, Francia experimentó una de las temporadas de lluvias más fuertes que se han visto en 50 años. En París, el Sena inundó los bancos, sumergió parques, calles e interrumpió el servicio del metro. El diluvio también reclamaba una obra arquitectónica. El 8 de febrero, la Louise-Catherine, una barcaza de concreto intervenida por Le Corbusier, se deslizó por debajo de las turbias aguas del Sena y se detuvo al fondo del río en Quai D’Austerlitz, al este de París.

A medida que disminuyeron las aguas, la proa de la barcaza de 100 años de antigüedad, se atascó en el muelle y la arrojó al río, según Le Parisien. Aunque los bomberos estaban presentes e intentaron salvarla, se llenó de agua y se hundió en cuestión de minutos.

La Louise-Catherine nació en 1915 como una barcaza de concreto llamada Lieja que transportó carbón desde la ciudad portuaria de Rouen al sur de París durante la Primera Guerra Mundial. En 1929, el Ejército de Salvación compró el Lieja y contrató a Le Corbusier (Charles-Édouard Jeanneret) para convertir el buque en un refugio flotante para los desamparados de París.

Según el profesor de la Universidad de Nueva York y erudito de Le Corbusier, Jean-Louis Cohen, el proyecto fue completado en parte, por la heredera de la máquina de coser estadounidense Winnaretta Singer Polignac, quien fue una importante defensora de proyectos artísticos y caritativos en París. Otra partidaria del proyecto fue Madeleine Zillhardt, quién nombró la barca en honor a su compañera de toda la vida: la pintora Louise-Catherine Breslau. Al mismo tiempo, Le Corbusier se encontraba trabajando en un proyecto de vivienda pública para el Ejército de Salvación, el Refugio Cité en el 13er Arrondissement de París, que también fue financiado por el cantante Polignac.

La fascinación de Le Corbusier por los barcos se remonta a su infancia. Cohen escribe en un libro próximo a aparecer, Le Corbusier: The Built Work (Monacelli, 2018): «Tan grande fue la fascinación del joven Jeanneret por los barcos y transatlánticos que, incluso los textos de Adolf Loos en 1913 lo recalcan.»

En el caso de la Louise-Catherine, Le Corbusier reconfiguró la barca de 70 metros de largo para albergar 148 camas, un comedor, una cocina, cuartos para un capitán y un director de programa, así como un pequeño jardín colgante. También se agregaron espacios adicionales para dormir, lo que permitió que Louise-Catherine refugiara en su máxima capacidad a casi 200 personas.

Cohen escribe que la principal preocupación de Le Corbusier con la Louise-Catherine era acomodar tantos catres como fuera posible dentro de los limitados confines de la barca. El espacio estaba puntuado por columnas de concreto y dividido en tres cámaras. El interior se iluminaba con una ventana de cinta que corría a lo largo de la cabina.

Durante el invierno, Louise-Catherine sirvió de refugio para personas sin hogar que a menudo dormían bajo los puentes que rodean el Sena. En el verano viajó a las afueras de la ciudad para servir como un campamento de verano para niños parisinos. Debido a problemas de inseguridad y fugas, Louise-Catherine dejó de dar servicio como refugio en 1994. En 2008, la ciudad de París reconoció formalmente la barca como monumento histórico.

Sin embargo, como era de esperarse, el abandono de casi un siglo pasó factura. La Louise-Catherine, yacía sobria con el concreto expuesto al interior y al exterior, salvo por 84 columnas pintadas de azul y algunos graffitis. Las literas originales se quitaron para dar paso al espacio de exhibición planificado, revelando su propósito utilitario original de transportar carbón. Desde el muelle se apreciaba la limpieza de la geometría de la ventana horizontal que alcanzó su punto máximo por encima del Quai D’Austerlitz, convirtiéndose en una pieza de historia flotante.

Antes de hundirse, la Louise-Catherine estaba en planes de ser restaurada. La Asociación Louise-Catherine, un grupo de caridad que la adquirió del Ejército de Salvación en 2006, estaba en proceso de intervenir la barca de Le Corbusier. Alice Kertekian, miembro de la Asociación, comentó en Le Figaro, que la asociación tiene la intención de rescatar el buque, pero hasta que las aguas del Sena disminuyan, los buceadores no pueden evaluar la condición de la barca.

ACA

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 104

De entre los pabellones que podrían considerarse “menores” por el hecho de haber representado al país en exposiciones de carácter regional o temático que no tenían aspiraciones “universales”, vale la pena destacar la experiencia realizada en la década de los años 50 del siglo XX por el talentoso arquitecto venezolano Alejandro Pietri (1924-1992), quien, al menos en tres ocasiones, fue designado para diseñar edificaciones de ese tipo. La Feria Internacional de Bogotá (Colombia, 1955), la Feria de la Confraternidad y el Mundo Libre en Santo Domingo (República Dominicana, 1955) y la Feria Internacional de Damasco (Siria, 1957) le ofrecieron a Pietri la oportunidad de poner a prueba y manifestar su visión acerca del tema.

Formado entre la Universidad de Oklahoma y la Central de Venezuela, Pietri, como resultado de su estadía en Norteamérica fue discípulo de Frank Lloyd Wright y seguidor de Bruce Goff. También, como todos los arquitectos de su generación, se vio impactado por la posibilidades plásticas que ofrecía el concreto armado a través del laboratorio que Carlos Raúl Villanueva puso en marcha mediante la construcción de la Ciudad Universitaria de Caracas. Quizás por esta razón, Pietri adopta para los proyectos de los tres pabellones mencionados lo que Silvia Hernández de Lasala, estudiosa de su obra (ver Alejandro Pietri. Arquitecto, 1995, en colaboración con Alfredo Brillembourg), ha denominado como la “Estética estructural”, grupo de edificios en los que a modo experimental aprovecha la ductilidad del concreto armado en la resolución de cubiertas ligeras autoportantes, cuyo punto culminante podría considerarse la construcción de las Estaciones de Maripérez y El Cojo (cerca de Macuto) del Teleférico que conecta Caracas con el Litoral Central (1956). Con estas referencias en mente, sin duda, es el pabellón proyectado y construido para la Feria de la Confraternidad y el Mundo Libre en Santo Domingo el que ha tenido una mayor trascendencia dentro de esta tipología en la que Pietri incursiona.

1. Carteles conmemorativos de la Feria

Convocada con motivo de la celebración de los 25 años de la subida al poder del Rafael Leónidas Trujillo, el evento realizado en República Dominicana entre el 20 de diciembre de 1955 y el 31 de diciembre de 1956, cuyo engañoso nombre intentaba maquillar el talante de una de las más cruentas dictaduras vividas en Latinoamérica que ya se encontraba en plena decadencia, buscó mostrar al mundo el progreso alcanzado en el país desde que el mandatario, coincidiendo con el desastre producido en 1930 por el huracán Zenón, emprendió la reconstrucción de la capital (a la cual cambia de nombre por Ciudad Trujillo) y con ello aprovecha para reforzar la imagen representativa del poder político (actitud propia de todo régimen autoritario) dándole cabida a las primeras manifestaciones de arquitectura moderna.

2. Izquierda: Vista aérea general de la Feria. Derecha: Vista de la avenida principal y eje central del conjunto

Ubicada al oeste de la ciudad, en un área aproximada de 80 hectáreas, visualizada como complemento demostrativo de su pujanza y camino firme hacia el progreso, la feria se organizó con Marian Ogando al frente de la Comisión Organizadora y la participación de 42 países. El diseño del recinto fue encargado al arquitecto dominicano Guillermo González Sánchez, graduado en la Universidad de Yale, quien luego de su formación de post-grado en Europa, se radicó definitivamente en el país a mediados de 1946 y de inmediato emprendió estudios dirigidos a transformar la fisonomía de la urbe donde también dejó para la posteridad piezas de valía como el Hotel Jaragua.

3. Dos perspectivas de la propuesta preliminar

El pabellón representativo de Venezuela, permitió a Pietri poner en evidencia sus influencias, la destreza en el manejo de la geometría y la novedosa utilización del material que lo constituye. Ya la forma en “S” de la planta, que le permite colocar en su centro un cono truncado contentivo del espacio jerárquicamente más importante, denota la presencia de un claro y a la vez peculiar organicismo influido por la bizarra arquitectura de Bruce Goff, patente también en la expresividad dada al edificio mediante el uso del concreto armado a modo de elementos asociables a figuras naturales claramente geometrizadas. Tal es el caso de la estética de los tetraedros del cuerpo ubicado al este (llamados por Pietri “hojas de grama”) o de los soportes del cono truncado en los que da rienda suelta a una “controlada” imaginación que no descuida la fluidez espacial, el manejo de la luz y la ventilación natural como variables importantes a ser tomadas en cuenta.

4. Arriba: Vista aérea del pabellón. Abajo izquierda: Planta. Abajo derecha: Vista exterior recién inaugurado

Valga destacar que el cálculo estructural de la obra estuvo a cargo de los reconocidos ingenieros venezolanos Juan Otaola y Oscar Benedetti quienes lo acompañaron también en la materialización de las mencionadas estaciones del Teleférico y cuya impronta es altamente significativa dentro del laboratorio de la Ciudad Universitaria de Caracas.

Varios de los edificios que formaron parte de la Feria, cuya arquitectura de avanzada permitió expresar en tono anecdótico y claramente exagerado al arquitecto dominicano Emilio José Brea García que cuando el presidente de Brasil, Juscelino Kubitschek, la visitó se entusiasmó tanto que se marchó raudo y veloz a su país pues la Feria lo inspiró a construir Brasilia, fueron entregados una vez concluida para su uso como oficinas de gobierno. De los que han sobrevivido sobresalen como obras notables el Ayuntamiento y el Congreso Nacional, ambos por Guillermo González Sánchez, y el Teatro Agua y Luz de Carles Buigas.

A ellas debe sumarse el Pabellón de Venezuela el cual, destinado inicialmente al Senado de la República, pasó a convertirse en depósito de los bienes descartados por esa institución a partir de no haber prosperado la realización en sus predios del proyecto destinado a ser el anexo de sus oficinas.

5. Estado actual en que se encuentra el edificio

Posteriormente asignado en 1995 y luego, mediante documento oficial, desde 2005 como sede de la Sociedad de Arquitectos de República Dominicana (SARD, constituida en 1994) y del Grupo Nuevarquitectura (GNA, cuyo nacimiento data de comienzos de la década de los 80), al día de hoy la edificación se encuentra en medio de un litigio donde el Senado, desconociendo la cesión, ha impedido el acceso lo cual ha derivado por un lado en la imposibilidad de proceder a su ocupación y por el otro en la aceleración de un progresivo y preocupante deterioro, ameritándose por su deplorable estado actual una considerable inversión en su restauración. Valga apuntar, como uno de los múltiples llamados de atención  de concientización al respecto, la intervención que el artista dominicano Engel Leonardo llevó a cabo en sus espacios titulada Ranchos, planchas y gallinas (2016) (http://artishockrevista.com/2016/04/12/ranchos-planchas-gallinas-conversacion-engel-leonardo-pablo-leon-la-barra/). Otro excelente testimonio que aboga por su recuperación es el video «Sublime legado»  de 3:51 minutos de duración dirigido por Karen Dicló (https://vimeo.com/123378143), el cual forma parte de la publicación digital STATU QUO: Arquitectura Moderna Dominicana (Vol. 1) (UNIBE, Alex Martínez -Editor-, 2017). El Pabellón de Venezuela en Santo Domingo tiene el privilegio de ser uno de los tres edificios representativos del país que aún se mantienen en pie y uno de dos que se conserva en su emplazamiento original sumándose al Pabellón de Venecia (Carlo Scarpa, 1954). El tercero es el Pabellón de Hannover (Fruto Vivas, 2000) que fue desarmado, reubicado y puesto de nuevo en funcionamiento en la ciudad de Barquisimeto. Su valor patrimonial no ofrece la menor discusión así como tampoco la urgencia en resolver el limbo jurídico que rodea su destino.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal. Colección Crono Arquitectura Venezuela

  1. https://www.todocoleccion.net/postales-publicitarias/feria-paz-confraternidad-mundo-libre-ciudad-trujillo-1955-1956~x114220387

2. https://aaamag.com.do/tienda/aaa054 y https://www.pinterest.com/pin/406168460129643094/

3 y 4. https://issuu.com/teoriadelaarquitecturaunibe/docs/statu_quo_arquitectura_moderna_domi

5. https://zona-arquitectura.blogspot.com/2015/07/alejandro-pietri-pietri-arquitecto.html