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ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 168

Dentro del boom que significó desde finales de los años 40 y los 50 del siglo XX venezolano la definitiva inserción del automóvil como principal medio de locomoción, el cual llevó asociado toda una serie de edificaciones que iban desde aquellas donde se exhibían para la venta a otras que les servían de complemento, o facilitaban desde ellos la realización de diversas funciones como comer o ver el cine, sin contar las consideraciones urbanas que hicieron de las avenidas y autopistas el espacio idóneo donde impuso su reinado, el edificio proyectado por la firma Vegas & Galia para la empresa Anglo Ven se ubica en el punto más alto en cuanto al diseño de espacios destinados a convertirlos en objetos deseados y admirados cuan si joyas dentro de una vitrina o piezas de un museo se tratasen. No es otra la sensación cargada de glamour que transmite la extraordinaria foto de Paolo Gasparini que ocupa la totalidad de nuestra postal del día de hoy.

Citando a Rómulo Betancourt primero y a Guillermo José Schael después, Lorenzo González Casas en “Autopía: Modernismo motorizado en Caracas” (https://www.ccscity450.com/ensayo/autopia-modernismo-motorizado-en-caracas/), no duda en afirmar cómo “la poderosa influencia del automóvil, … representó un encuentro y encantamiento a gran escala con el mundo de la máquina y una forma relativamente sencilla de demostrar un entusiasmo sin límites por la tecnología; una fe imbricada en la idea de que ‘…los países de atraso técnico, cuando se incorporan al manejo de la máquina, disfrutan de una ventaja singular: la de colocarse de un salto al nivel de los más avanzados’. Más aún, la llegada de los automotores a los más apartados confines del país ‘era más que una aventura: era un mensaje de progreso’ ”.

Si bien, como señala el propio González Casas, los primeros automóviles llegan a nuestro país en 1904, “la circulación vehicular, habida cuenta de la escasez de calles pavimentadas, estaba limitada a algunos distritos como El Paraíso, primer suburbio caraqueño, el cual contaba con una vía acondicionada. Posteriormente, los carros se abrieron paso por el valle mayor, siendo una obra fundamental la carretera del Este, inaugurada en 1912, que llegó hasta Petare”, detectándose “que el parque automotor pudo saltar de unas pocas unidades a inicios del siglo a 46.000 unidades en 1946 y a 206.000 en 1955”. Por tanto, no fue casual que “dos experiencias de planificación fundamentales para la capital y el país pivotaran en torno al tema de la movilidad: el Plan Nacional de Vialidad y una serie de planes para Caracas”, el primero de 1947 y los segundos encabezados por el Plan Rotival (1939), seguido por el Plan Arterial de 1948, culminan con el Plano Regulador de 1951. Así, “el automóvil particular llegó a ser un importante símbolo de estatus, con el consiguiente desprecio hacia el peatón y la restricción de la movilidad para gruesas capas de la sociedad. En el nuevo paisaje, tan inspirado por el norteamericano, las autopistas (en horizontal) y los rascacielos (en vertical) trazan la evolución de la ciudad, en agudo contraste con los rasgos tradicionales del urbanismo caraqueño, como fueron la cuadrícula, la unidad focal y las edificaciones de baja altura”. ¿Qué otra cosa sino un gran monumento que tiene al automóvil como principal protagonista era originalmente El Helicoide?

Por tanto, la aparición de la tipología de edificios destinados a la exhibición y venta de automóviles (cuyo ejemplo pionero lo constituye la creación en enero de 1909 de la C.A. El Automóvil Universal por parte de William H. Phelps con apoyo de Enrique Arvelo y Edgar Anzola), no puede verse aislada de todo un fenómeno socio-económico-urbano que tiene al petróleo como su motor principal y a la ciudad como su escenario. Junto a ella habría que sumar el acompañamiento de “numerosas estaciones de servicio, talleres y ventas de repuestos que poblaron la geografía urbana”, sin dejar de lado la aparición de grandes estacionamientos (convencionales en horizontal y del tipo mecánico en vertical) e incluso autocines.

En este contexto, la C.A. Mercantil Anglo-Venezolana (Anglo Ven), fundada en 1945 por John Miller, Luis Johnson y Charles Frazer como empresa comercializadora de refrigeradoras, vehículos y variedades de mercancía provenientes de Inglaterra, ubicada inicialmente en el edificio Royal en Puente Hierro, consciente del negocio asociado con el desarrollo que cobró la movilidad vehicular en la ciudad, firma por un lado con GM Interamerican Corporation un contrato como distribuidor exclusivo de los vehículos de origen inglés Vauxhall y de su subsidiaria Bedford, y por el otro con los fabricantes británicos de las marcas de alta gama Lucas y Jaguar sumándose luego los alemanes de Opel. Dicha alianza arroja como resultado la necesidad de crear en la pujante urbanización Colinas de Bello Monte, localizada estratégicamente (avenida Leonardo da Vinci con calle Bonpland) equidistante entre la sede de la Creole Petroleum Corporation y la primera tienda por departamentos de la firma Sears Roebuck Co., una exclusiva vitrina para exponer y comercializar estos vehículos, responsabilidad que recayó en la importante firma de arquitectos conformada por Martín Vegas y José Miguel Galia.

1. El edificio y su contexto inmediato (circa 1956)

La parcela en esquina de 1.800 m2 propició que Vegas & Galia implantaran con maestría el edificio a modo de “rótula”, conformado por geometrías contrastantes: por un lado un cilindro de vidrio con una cúpula en concreto como cubierta y por el otro un prisma de ladrillos de arcilla con textura de calados, generando en su conjunto una pieza no convencional para exhibición de vehículos que constituyó una atracción y despertó interés en su época. El cilindro, destinado a la exhibición, posee una estructura de apoyo central y columnas perimetrales inclinadas para liberar el espacio. La cúpula que lo cubre, de treinta metros de diámetro y siete centímetros de espesor, fue reforzada en sus bordes con anillos de tracción pre-comprimidos. El prisma vertical de ladrillo contiene el montacargas y allí se identificaban las marcas que distribuía la empresa. El cilindro de exhibición está elevado del suelo y su cerramiento de cristal, fijado a las columnas perimetrales inclinadas, para evitar reflejos y mejorar la posibilidad de visualizar los automóviles en venta desde el exterior. Cuenta, además con una mezzanina incorporada espacialmente al área de exhibición y un depósito, con un sótano para un taller mecánico.

2. Dos tomas del edificio. Izquierda: recién terminado (1956). Derecha: mientras se construía (circa 1955)
3. El edificio en plena construcción (circa 1955)
4. Vista nocturna (circa 1956)
5. Aspecto actual del edificio (2013)

Se trata Anglo Ven, sin lugar a dudas, de una obra que permitió poner a prueba una vez más la conjugación del talento combinado entre los arquitectos proyectistas y los ingenieros que la calcularon: Juan Otaola Paván y Oscar Benedetti, quienes a su vez asumieron su impecable construcción a través de la firma Precomprimidos. También, muy a tono con los vientos que soplaban en la época, Vegas & Galia solicitaron la colaboración del artista plástico Carlos González Bogen (1920-1992) quien diseñó un mural que complementa el edificio.

Después de más de 10 años distribuyendo las marcas que le permitieron darse a conocer, el edificio Anglo Ven se convirtió en agencia distribuidora de la gama de vehículos Chevrolet por más de 50 años, manteniendo siempre en muy buen estado las instalaciones. Posteriormente la firma Dambromotors (también distribuidora Chevrolet), sin descuidar el buen cuidado del área de exhibición, incorporó como parte del acceso una desproporcionada valla publicitaria que afecta la elegante marquesina original,   desdibuja la impecable composición geométrica de edificio e impide la apreciación de la obra mural de González Bogen que una vez estuvo ubicada en la mezzanina del concesionario. Hoy en día se comercializan vehículos marca Nissan.

6. Planta baja y corte

Oscar Tenreiro en el artículo titulado “Obra de arte en Bello Monte”, publicado en El Diario de Caracas el 5 de abril de 1992, en fechas en que se encontraba abierta en el Museo de Bellas Artes la exposición “José Miguel Galia. Arquitecto”, no dudó en afirmar sobre el edificio que nos ocupa: “Su muy inteligente estructura, el dominio de las proporciones, el inventivo uso del ladrillo como creador de transparencias y texturas, la calidad de su construcción apoyada en la previsión exacta de detalles, encuentros de elementos y un conocimiento técnico sorprendentemente maduro para gentes tan jóvenes (menores de cuarenta años ambos arquitectos), convierten este edificio en un objeto que pudiéramos llamar acabado, en el cual nada pareciera haberse salido de control. (…) Es, en definitiva, una obra de arte, porque su conservación será enseñanza para generaciones posteriores, porque revela la capacidad de respuesta de un monumento histórico, porque resiste cualquier comparación con edificios contemporáneos a él en la arquitectura latinoamericana”, opinión que desde acá compartimos a plenitud, a pesar de que a Galia le incomodara comparar su cultivado oficio con el de un artista.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal, 3 y 6. Alberto Sato. José Miguel Galia. Arquitecto, 2002

  1. https://twitter.com/gfdevenezuela/status/1313849654115786754

2. Izquierda: Colección Crono Arquitectura Venezuela. Derecha: http://precomprimido.com/project/edificio-anglo-ven/

4. Archivo Histórico de Miraflores

5. https://construidoencaracas.wordpress.com/2013/10/13/concesionario-automotriz-angloven/

VISITAS MEMORABLES

Oscar Niemeyer (1907-2012)

El más importante arquitecto brasileño del siglo XX, cuya aerofobia (temor a volar en aviones) se hizo mundialmente famosa, llegó a Venezuela por vía marítima procedente de Rio de Janeiro el 26 de septiembre de 1955, contratado por Inocente Palacios para diseñar el Museo de Arte Moderno de Caracas (MAMC) a ser ubicado en Colinas de Bello Monte.

La estadía de Niemeyer en Caracas, quien sólo vino una vez, estuvo precedida por varios asuntos que sería bueno resaltar, le ofreció la oportunidad de dejar en nuestro país un trabajo de gran trascendencia y le abrió las puertas a lo que sería su despegue definitivo como arquitecto reconocido ya no sólo nacional sino internacionalmente.

1. Aviso publicitario de la urbanización Colinas de Bello Monte aparecido en la revista A, hombre y expresión, nº 4, 1957

Para empezar, Niemeyer es contactado por Inocente Palacios en el contexto del emprendimiento que éste ya había iniciado desde 1949 del primer suburbio para clase media caraqueño, que trepará por las hasta entonces inmaculadas colinas del sureste de la ciudad. Dicha iniciativa dio origen a la compañía Urbanización Colinas de Bello Monte que contó con apoyo financiero del Banco Obrero y luego el propio Palacios presidió. La condición natural de Colinas calificada como “terraza sobre el Ávila”, “corazón de Caracas” o “palco escénico” de filiación teatral (como bien señalara Hannia Gómez), motivarán al musicólogo Palacios no sólo a promover un concurso para diseñar una casa modelo que venciera la resistencia que generaba ocupar una agreste topografía, sino a imaginar el sector como idóneo para desarrollar una sucesión de obras, que le permitirían asumir el mayor protagonismo socio-cultural dentro de la ciudad vinculado a la arquitectura moderna, entre las que se encontraban el implantar allí por decisión de sus accionistas el Club Táchira, su propia casa-pinacoteca, la construcción de una “concha acústica” y, por si fuera poco, de un museo de arte moderno cuya presencia ocuparía uno de los lugares más privilegiados dentro de la urbanización.

Como bien dirá Carola Barrios en su Tesis Doctoral titulada Caracas: Ciudad Moderna y Museo. Intersecciones inacabadas en el paisaje de los años cincuenta, entregada el año 2005 en la Universidad Politécnica de Cataluña, Barcelona, España, “para la concepción del MAMC se van a buscar las últimas tendencias de la arquitectura moderna. Inicialmente se piensa en un concurso internacional, lo que manifiesta desde sus inicios el espíritu de internacionalización del ambicioso proyecto. (…) A través de Inocente Palacios y la gestión de Gustavo Ferrero Tamayo -en su momento Director de Urbanismo del MOP (Ministerio de Obras Públicas) y miembro de la Comisión Nacional de Urbanismo- serán considerados nombres como Mies van der Rohe, Philip Johnson y Gio Ponti, ofreciéndose éste último para colaborar en la organización del concurso desde la revista Domus”.

2. Carta de R. C. Wiley, socio de Mies van der Rohe, en respuesta a la invitación de Gustavo Ferrero Tamayo quien le había propuesto encargarse del proyecto del Museo de Arte Moderno de Caracas. 13 de julio de 1955.

El concurso es descartado y Ferrero Tamayo le envía una carta a Mies para proponerle se encargue del proyecto del MAMC, la cual es respondida el 13 de julio de 1955 por R.C. Wiley, socio administrador de la oficina del arquitecto alemán, argumentando que por la gran cantidad de trabajo que tenía en esos momentos ocupado al despacho, declinaba la propuesta de asumirlo sugiriendo, a la vez, considerar, por su afinidad en cuanto a “gramática arquitectural” a Philip Johnson, para entonces Director de Arquitectura del MoMA de Nueva York.

“La negativa de Mies no detendrá sin embargo la búsqueda de un arquitecto emblemático para el MAMC”, apuntará Barrios. De esta manera, contando con el apoyo de Gio Ponti, quien para entonces ya había visitado en repetidas ocasiones Caracas y de sus artículos escritos para Domus en 1954 (particularmente “Proposta per Caracas”, nº 295), “Palacios y Ferrero Tamayo continuarán sus gestiones para la contratación de un arquitecto de prestigio. Tamayo será quien proponga una vez más el nombre del arquitecto a Palacios. Esta vez será Oscar Niemeyer, por ser ‘una estrella fulgurante del momento’ en el panorama internacional de la arquitectura moderna. A mediados de agosto de 1955, Tamayo recibirá una carta afirmativa del arquitecto brasilero sobre la posibilidad de llevar a cabo un estudio preliminar y un anteproyecto para el Museo de Arte de Caracas”.

De tal manera, aprovechándose la circunstancia de la realización en Caracas del IX Congreso Panamericano de Arquitectos entre el 19 y el 28 de septiembre de 1955, Ferrero Tamayo cursará a Niemeyer invitación a participar en el mismo y a la vez para realizar el museo, proponiéndole “hacer un viaje unos 10 o 15 días antes del 19 de septiembre, para organizar así un taller con estudiantes de arquitectura y jóvenes arquitectos que colaboren con él en el desarrollo del anteproyecto”.

3. Oscar Niemeyer es agasajado a su llegada a Caracas en septiembre de 1955. De izquierda a derecha: Diego Carbonell, Carlos Raúl Villanueva, Oscar Niemeyer, Inocente Palacios y Gustavo Ferrero Tamayo

Como ya se señaló, Niemeyer llega a Caracas el 26 de septiembre (justo para el cierre del Congreso) y extenderá su permanencia por casi dos meses, cumpliendo con los planes fijados: dejó terminado en el tiempo estipulado (16 días) el anteproyecto del museo, contando con la colaboración de un grupo de estudiantes venezolanos cursantes de los últimos años de la carrera de arquitectura: Fruto Vivas, Henrique Hernández, Elio Vidal, Gustavo Legórburu y Pedro Valenti.

También dio una serie de charlas, una de las cuales se dictó en la planta baja del edificio de ingeniería donde funcionaba la Escuela de Arquitectura en la Ciudad Universitaria, e hizo acto de presencia en actividades organizadas por el gremio entre las cuales se registra la presentación del proyecto para El Helicoide el 23 de noviembre en el Centro Profesional del Este, edificio donde se ubicó la oficina desde la que realizó con sus colaboradores el anteproyecto para el MAMC.

4. Croquis elaborado por Oscar Niemeyer de la propuesta para el Museo de Arte Moderno de Caracas
5. Anteproyecto del Museo de Arte Moderno de Caracas. Oscar Niemeyer. 1955
6. Maqueta del Museo de Arte Moderno de Caracas que muestra el diseño de la cubierta traslúcida y el sistema de protección solar en forma de brise-soleil horizontales
7. Portadas de las revistas Módulo (1956) y Progressive Architecture 2 (1956)

Sobre la propuesta del MAMC y su impactante forma de pirámide invertida de 50x50x16 metros, sustentada mediante una estructura ciclópea de hormigón de 5 pisos y sótano, colocada sobre un pequeño promontorio, desafiando las leyes de la gravedad, bastante se ha escrito y difundido. Niemeyer, de acuerdo al memorando que le enviara Inocente Palacios a Rio de Janeiro fechado el 18 de agosto de 1955, se tomó muy en serio la completa libertad que se le dio para concebir un edificio que se adaptara al programa elaborado (que derivaría en 9400 m2 de construcción y tendría su principal atracción en la colección de arte moderno ubicada en los dos últimos niveles), y tomara en cuenta la topografía para resolver su área de acceso, de donde se origina una rampa colgante de 90 metros de largo. Juan Otaola, ingeniero que trabajó con Villanueva  en el diseño de estructuras en concreto armado de la Ciudad Universitaria se encargaría de asesorar en este campo la elaboración del anteproyecto. Zenón Handelman (también ingeniero) diseñaría las instalaciones eléctricas y se ocuparía de la luminotécnica, vitales en un edificio museístico, que en este caso se decidió acompañan con la luz cenital atrapada por la cubierta cuadrada inversa de la pirámide.

8. Pabellón de Brasil para la Feria Internacional de Nueva York, 1939, Oscar Niemeyer y Lucio Costa
9. Oscar Niemeyer. Izquierda: Croquis del conjunto de Pampulha, Belo Horizonte, 1940-1943. Derecha: Iglesia de San Francisco de Asís, Pampulha, Belo Horizonte (1943)
10. Oscar Niemeyer. Casa Das Canoas, Rio de Janeiro, 1951
11. Oscar Niemeyer. Sede de la ONU en Nueva York (1949-52)
12. Oscar Niemeyer. Congreso Nacional, Brasilia, 1958

Sin lugar a dudas, el MAMC significó para Niemeyer un antes y un después, es decir, el paso de su rica experiencia previa, resumida en el Pabellón de Brasil para la Feria Internacional de Nueva York (1939, autoría compartida con Lucio Costa); el Yacht Club (1940-42), el Casino (1942), la Casa de Danza (1943) y la Iglesia de San Francisco de Asís (1943), todos en Pampulha, Belo Horizonte; la Casa Das Canoas (1951), Rio de Janeiro; y la Sede de la ONU en Nueva York (1949-52), a su participación, cuando es llamado en 1956 por Lucio Costa, tras ganar el concurso promovido por Juscelino Kubitschek para proponer el plan general de la nueva capital de Brasil (Brasilia), para asumir diseño de los edificios mientras Costa asumía la supervisión del plan y su desarrollo urbanístico.

13. Portada y solapa del catálogo de la exposición Brazil Builds. Architecture new and old. 1653-1942, Museo de Arte Moderno de Nueva York, 1943

La influencia de la arquitectura brasilera en general y de  Niemeyer en particular sobre la obra de Villanueva fue notoria. Ya el Maestro la conocía a partir tanto de la muestra colectiva “Brazil Builds” (MoMA, 1943) como de sus realizaciones de los tempranos años 50. De allí que cuando construye el comedor universitario (1951) de la CUC y el pequeño pabellón que era la librería universitaria revestido de azulejos, se vea reflejado el impacto que había causado en nuestro arquitecto el conjunto de Pampulha, y también de una manera marcada cuando da el trascendental giro que origina el Conjunto Central de la UCV (1952-53).

14. Invitación a la inauguración de la exposición itinerante y retrospectiva “Oscar Niemeyer. Una invención del tiempo”, 2009

En 2009, cuando Niemeyer ya había cumplido 102 años, llega a Caracas la exposición itinerante y retrospectiva “Oscar Niemeyer. Una invención del tiempo”, en un esfuerzo conjunto entre la Embajada de Brasil en Venezuela, el Museo de Arte Contemporáneo -MAC- (donde se montó), el Museo Nacional de Arquitectura y el Instituto Cultural de Brasil Venezuela. Ello sirvió para que después de 17 años desde que Oscar (como se le conoce a Niemeyer en Brasil) le manifestara a Domingo Álvarez el deseo de que su obra fuese mostrada en suelo venezolano, dicho anhelo finalmente se hiciera realidad. Aunque la  curaduría y un guión elaborado en Brasil estuvieron a cargo de Marcus de Lontra, Kadu Niemeyer y Heloisa Alves, trabajaron activamente en su adaptación a los ambientes de MAC el propio Álvarez y Carola Barrios.

La exposición, además de concentrar sus mayores obras, recogió los 40 proyectos que a pesar de su avanzada edad había realizado en los últimos tres años. También, se presentaron el Sambódromo de Río de Janeiro; el Conjunto de Ibirapuera, en São Paulo; el Museo Oscar Niemeyer, en Curitiba; el centro cultural que también lleva su nombre en Goiana; la Torre del Parque, de Natal; el Museo de Arte Contemporáneo en Niteroi (donde busca recrear, sin lograr el mismo efecto y potencia, la idea del MAMC); y la maqueta y planos que, procedentes del archivo de Inocente Palacios, hiciera para el Museo de Arte Moderno de Caracas durante su estadía en nuestra ciudad. Fue, sin duda, una bonita ocasión para apreciar de nuevo la trascendental importancia que puede cobrar un proyecto no construido dentro de la larga y brillante trayectoria de un arquitecto que obtuvo en vida todos los reconocimientos posibles.

ACA

Procedencia de las imágenes

Encabezado: http://www.themilanese.com/?p=8665

1. Revista A, hombre y expresión, nº 4, 1957

2 a 7. Carola Barrios. Caracas: Ciudad Moderna y Museo. Intersecciones inacabadas en el paisaje de los años cincuenta, 2005

8 a 12. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

13. http://www.bifurcaciones.cl/2014/12/gorelik/index/

14. https://sancheztaffurarquitecto.wordpress.com/2009/05/29/la-creatividad-de-niemeyer-llega-a-caracas-21-de-mayo-al-16-de-agosto-2009-venezuela/

¿SABÍA USTED…

… que el 19 de marzo de 1954, hace ya 65 años, fue inaugurado el Anfiteatro «José Ángel Lamas» comúnmente conocido como la Concha Acústica de Colinas de Bello Monte, Caracas?

1. Anfiteatro «José Ángel Lamas» (Concha Acústica de Colinas de Bello Monte) un día de concierto de la Orquesta Sinfónica Venezuela

Cuando se acomete desde 1949 la urbanización de los terrenos ubicados hacia el sureste del casco central de Caracas, antiguamente ocupados por la Hacienda Bello Monte (donde se alojó Humboldt durante su estancia en 1799), que se extendían a ambos lados del rio Guaire, se hace en dos etapas: la primera consistente en la lotificación de las áreas planas de los sembradíos agrícolas donde se desarrolló la urbanización Bello Monte en la Parroquia El Recreo, a cargo de la familia Casanova-Hernández, dueños de las tierras; y la segunda, poco tiempo después, cuando Juan Vicente Casanova-Ibarra y Antonio J. Casanova le proponen a Inocente Palacios y Luis Albero Pocaterra el desarrollo de los terrenos más inclinados cuya extensión alcanzaba aproximadamente 1.700.000 m2. Esta escarpada zona, localizada al sur, daría origen a lo que se conoce como Colinas de Bello Monte, donde Palacios (quien conseguiría apoyo del Banco Obrero ya como presidente de C.A. Urbanización Colinas de Bello Monte) terminó gestando un suburbio con alto sentido especulativo que se convirtió en la primera conquista por parte del crecimiento formal de la ciudad de lo que en otro contexto sería calificado como un “cerro”.

Palacios, quien sumaba a su actividad empresarial y urbanizadora la de ser promotor cultural y musicólogo (sin olvidar que tuvo que ver con la creación de la Escuela de Arte de la UCV), buscaba, entre otras cosas convertir Colinas de Bello Monte (promocionada, dada su espectacular condición escénica, con el lema “Una terraza sobre el Ávila”) en un nuevo “corazón de Caracas” y en el epicentro de un movimiento cultural que tenía dos importantes pilares: la posibilidad de proyectar al borde de una pequeña colina el futuro Museo de Arte Moderno de Caracas (que se le encarga, luego de la declinación de Mies van der Rohe, a Oscar Niemeyer), y el diseño en un pequeño valle de un espacio al aire libre cuyas condiciones eran inmejorables para disfrutar de la música y celebrar festivales (el cual se pone en manos del arquitecto argentino residenciado en el país Julio César Volante) y se conocerá como «la Concha Acústica». Si interesa, también podríamos sumar a ello la casa-pinacoteca del propio Palacios llamada “Caurimare”, proyectada por el profesional italiano Antonio Lombardini (llamado «el arquitecto de Colinas») tan “absurdamente grande” que en ella se podía, dada su escala, hacer “conciertos de hasta cuarenta músicos”, como revelara Palacios en una entrevista que le hicieran Hannia Gómez y William Niño en 1989.

2. Anfiteatro «José Ángel Lamas» (Concha Acústica de Colinas de Bello Monte). Arquitecto Julio Volante. 1954

Así, la empresa C.A. Urbanización Colinas de Bello Monte, a instancias de su presidente, dona el terreno de 18.000 m2 ubicado en la Calle Caurimare con Calle Chaure de la citada urbanización, para la construcción de la Concha Acústica, llamada a ser sede artística de la Orquesta Sinfónica Venezuela (OSV). El proyecto desarrollado por Volante (graduado en la Universidad de Buenos Aires donde fue profesor de Acústica y Master of Science de la Universidad de Columbia, EE.UU. Reválida FAU UCV promoción 16F/1967, profesor de Composición Arquitectónica y luego Jefe de Taller en la FAU UCV), que rememora los anfiteatros de la antigüedad clásica y aprovecha las cualidades acústicas y estéticas que ofrece la topografía del lugar, será construido por un consorcio integrado por las firmas Técnica Constructora, S.A., TEC, S.A. y Gil Rangel Baquero, S.A. y se convertirá en la primera instalación de este tipo en la ciudad.

3. Anfiteatro «José Ángel Lamas» (Concha Acústica de Colinas de Bello Monte). Arquitecto Julio Volante. 1954
4. Anfiteatro «José Ángel Lamas» (Concha Acústica de Colinas de Bello Monte). Colorritmos de Alejandro Otero

Luego de tan sólo 45 días de construcción (entre el 15 de enero y el 1º de marzo), este espacio cultural, que tiene un aforo de 8.000 puestos, conocido también como Anfiteatro “José Ángel Lamas”, se concluyó siendo inaugurado el 19 de marzo de 1954 (en el marco de la X Conferencia Interamericana rindiendo honores a los delegados a la mencionada conferencia y, pese a la negativa manifestada por Vicente Emilio Sojo, también al entonces Presidente de la República, Marcos Pérez Jiménez y su señora Doña Flor Chalbaud), con la celebración de un concierto cuya primera parte, dedicada a música sacra venezolana (compuesta por José Ángel Lamas y José Antonio Caro de Boesi ), estuvo a cargo del Orfeón Lamas bajo la dirección del maestro Sojo, director a su vez de la OSV. La segunda parte, con la orqueta conducida por maestro alemán Wilhelm Furtwängler, estuvo conformada por obras de Georg Friedrich Händel, Richard Strauss y Richard Wagner.

El arquitecto Volante le dio una moderna forma geométrica a la “concha” que, a modo de altavoz, contiene el escenario de la “José Ángel Lamas”, logrando que los sonidos de los instrumentos tuvieran reflexiones nítidas y uniformes audibles hasta a los 87 metros, distancia a la cual se encuentra la última grada de asientos, dispuestos en forma de caparazón marino siguiendo las curvas de nivel del terreno. Las gradas convergen en el escenario teniendo al foso de la orquesta como espacio de transición.
Para colaborar en el acondicionamiento acústico del conjunto, la “concha” fue construida, luego de la realización de los cálculos necesarios, buscando hacer entrar en vibración los planos de reflexión y dispersión, recubriendo el interior con un delgado friso aplicado sobre metal desplegado, capaz de producir la vibración deseada a la vez de reflejar en toda su pureza cualquier nota musical. Las paredes laterales encajonan en 20 metros los sonidos evitando el eco. A ambos lados de su parte externa, mirando hacia la gradería, fueron ubicadas dos obras o “colorritmos” del pintor y escultor venezolano Alejandro Otero.

El piso del escenario es una losa de concreto que asemeja una caja sonora y que cubre los camerinos ubicados debajo. Las gradas están apoyadas sobre columnas y vigas, ya que, por ser el terreno un relleno, no se pudieron asentar directamente.
La Concha Acústica “José Ángel Lamas” contaba con sanitarios, una cabina de control, iluminación, juego de luces para el escenario, dispositivos para radio y televisión y posibilidad de grabación de sonido.

5. Programa del Concierto Inaugural del Anfiteatro «José Ángel Lamas» (Concha Acústica de Colinas de Bello Monte). 19 de marzo de 1954

En su momento se decía que Wilhelm Furtwängler, luego de dirigir en la “José Ángel Lamas” había dicho “Acústica Perfecta”. También se sabe que el maestro Furtwängler luego de la inauguración del 19 de marzo se quedó en Caracas unos días más celebrándose un segundo concierto el 21 bajo su sola dirección cuando se grabó un disco en vivo con la OSV desde el espacio que hoy nos ocupa incluyéndose en el repertorio las obras Don Juan de Strauss, Concerto Gross Op. 6 N°10 de Händel y la Sinfonía N° 1 Op. 68 de Brahms.

Pocos meses después de inaugurada, entre los días 22 de noviembre y el 7 de diciembre, se celebró allí el 1º Festival Latinoamericano de Música de Caracas, organizado por Inocente Palacios, los Maestros Enrique de Los Rios y Pedro Antonio Rios Reyna y el escritor cubano Alejo Carpentier, estando todo el programa a cargo de la OSV. Se tocaron piezas de los latinoamericanos Alberto Ginastera, Héctor Tosar y Carlos Chávez, y de los venezolanos Inocente Carreño, Juan Bautista Plaza y Evencio Castellanos. En 1957 se realizó el segundo festival y el tercero en 1966.

Alejo Carpentier, también musicólogo, quien por aquellos años residía en Venezuela y colaboraba semanalmente escribiendo la columna “Letra y Solfa” que aparecía en el diario El Nacional, comenta en el artículo “El micrófono y la música”, aparecido el 21 de noviembre de 1953, una vez que expone el nefasto uso del micrófono en conciertos sinfónicos o presentaciones de música lírica, comenta sobre las diferencias existentes entre la conocida Sala Pleyel (ubicada en París) y sus dificultades para poder ser adaptada acústicamente y “el magnífico éxito logrado por el doctor Julio César Volante, arquitecto del Anfiteatro de Bello Monte, cuya Concha Acústica ha sido sometida a las primeras pruebas el sábado pasado, en horas del mediodía, con el concurso de varios profesores de la Orquesta Sinfónica Venezuela. (…) La audición resultaba extraordinariamente pura y nítida para observadores situados en todos los extremos del espacio que ocupará el graderío. (…) La prueba fue conclusiva, por lo totalmente satisfactoria: el Anfiteatro de Bello Monte es un logro. Llenará su finalidad de modo espléndido. Debemos felicitar, pues, al doctor Julio César Volante por la aportación de su pericia técnica al éxito de la obra…”.

Concebida como escenario para que la primera orquesta sinfónica profesional del país se luciera en espectáculos de gran factura y al alcance de un público que gustaba de las bellas artes, en la Concha Acústica de Bello Monte se registran 51 presentaciones de la OSV entre 1954 y 1983. Actualmente, no sin haber sufrido en el tiempo los avatares del descuido, la falta de mantenimiento y de sucesivas intervenciones, los efectos del aumento de densidad en sus alrededores y las amenazas de su cambio de uso, la Concha Acústica de Bello Monte, sirve como un espacio para la cultura local y es la sede de la Orquesta Sinfónica Municipal de Baruta y se constituye en el sitio ideal para que aún hoy se disfrute en sus instalaciones del teatro, el cine, la música y hasta de actividades deportivas y recreativas de todo tipo.

ACA

Procedenca de las imágenes

1, 3 y 4. http://guiaccs.com/obras/concha-acustica-de-bello-monte/

2. Colección Crono Arquitectura Venezuela

5. https://twitter.com/GFdeVenezuela/status/930102109105770496/photo/2

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 151

1950 señala el inicio de un década que con el pasar del tiempo se ha convertido en mítica dentro de la historia del país. A menos de dos años del derrocamiento de Rómulo Gallegos, el primer presidente electo por el voto popular, directo y secreto, gobierna una Junta Militar que ya había impuesto severas medidas políticas para consolidarse en el poder y que verá como quien para el momento la presidía, el coronel Carlos Delgado Chalbaud, es secuestrado y asesinado en el mes de noviembre de ese año inaugural. A raíz de este funesto episodio, Germán Suárez Flamerich, acompañado de Luis Felipe Llovera Páez y Marcos Pérez Jiménez encabeza, ratificando la promesa de elecciones libres, la Junta de Gobierno, nuevo nombre que se le asigna a la Junta Militar.

En agosto la población larense de El Tocuyo es sacudida por un violento terremoto que literalmente la destruye. En el transcurso del año se inicia la construcción del Aula Magna en la Ciudad Universitaria (Carlos Raúl Villanueva) y del Paseo Los Próceres (Luis Malaussena), se publica La Caracas de ayer y de hoy, su arquitectura colonial y la reurbanización de “El Silencio” de Carlos Raúl Villanueva, y en octubre se crea el Área Metropolitana en momentos en que la capital tiene cerca de 500.000 habitantes. Por primera vez se efectúa una transmisión de imágenes por televisión, se estrenan dos hitos del cine venezolano: La balandra Isabel llegó esta tarde de Carlos Hugo Christensen y La escalinata de César Enríquez y en París se crea el grupo Los Disidentes, primer movimiento que reivindica el arte abstracto en rechazo a la interpretación académica de la pintura.

Dentro de lo que ya se consideraba un país en bonanza, con el mayor PIB de la región y el petróleo como principal motor de la economía (el 3 de enero, por ejemplo, la Creole Petroleum Corporation inaugura formalmente la refinería de Amuay, en la costa oeste de Paraguaná, para el momento una de las 5 más grandes del mundo), la modernización se entroniza y Caracas llega a ser la ciudad de mayor crecimiento de Latinoamérica. La influencia norteamericana será cada vez mayor y empieza a conocerse lo que se ha denominado como la “american way of life”, donde el confort y comodidades que ofrece el sentirse rodeado de servicios de calidad y una oferta amplia de los mismos hace la vida más placentera a las capas trabajadoras, medias y pudientes de la población.

En este contexto, el 29 de marzo de 1950, la empresa norteamericana Sears Roebuck & Co. (fundada en Chicago en el año 1886), constituida en nuestro territorio como Sears Roebuck de Venezuela  S.A., abre en la urbanización Colinas de Bello Monte, Caracas, la primera tienda por departamentos del país. Este gran almacén, que copia el modelo impuesto por la mencionada compañía en los Estados Unidos desde hacía muchos años, consistente en ofrecer dentro de un mismo establecimiento diversos rubros (desde ropa y calzado pasando por telas, cosméticos y perfumería, electrodomésticos menores, línea blanca, herramientas y ferretería, jardinería, mueblería, discotienda, óptica, estudio fotográfico, electrónicos, dulcería y heladería, accesorios para vehículos, neumáticos y taller de servicios, entre otras cosas), tenia 11.600 m2 distribuidos en dos pisos, con un estacionamiento para 400 automóviles. El aviso aparecido en la prensa nacional que anuncia su “gran inauguración” es la imagen que ilustra nuestra postal del día de hoy.

1. Primera tienda de la Sears Roebuck de Venezuela  S.A., Colinas de Bello Monte, Caracas. 1950

Sears aparece, como ya dijimos, en momentos en que Venezuela experimenta un violento crecimiento económico, lo cual ya había dado pie a que surgieran algunas edificaciones que permitían la agrupación de comercios de diversa índole, preámbulo de lo que serán posteriormente los centros comerciales. Así, tal y como apunta Lorenzo González Casas en “Compraventas en CCS: De la bodega esquinera al mall”, artículo aparecido en el portal Prodavinci el 25 de octubre de 2017: “La enorme operación urbanística de la avenida Central, iniciada con la propuesta de Plan Monumental de 1939, tuvo en el conjunto de El Silencio, inaugurado en 1944, una exitosa muestra de la aparición de una planta baja comercial continua, con 207 locales, apoyada por el uso de aceras cubiertas, un formato que se ha elogiado más que repetido en el país. Las nuevas arterias darían oportunidad de crear frentes comerciales continuos, con algunas penetraciones para dar acceso a comercios al interior, como en el caso de los edificios Karam y Phelps en la avenida Urdaneta”. Y, más adelante, señalando el más inmediato antecedente temporal próximo a la apertura de Sears, “había sido en el Este donde poco antes había surgido el que pudiera ser considerado el primero de los centros comerciales en la ciudad; el Gran Avenida, entre Sabana Grande y la Plaza Venezuela, en lo que es hoy la estación del Metro Plaza Venezuela. (…) El Gran Avenida –inicialmente denominado ‘Quinta Avenida’ fue proyectado en varias etapas por la oficina de Carlos Guinand, Moisés Benacerraf y Emile Vestuti, desde finales de la década del cuarenta. Allí se localizaron 34 prestigiosas firmas de joyería, modas, floristería, estudios de belleza, gastronomía, café, antigüedades y cristalería, en un volumen curvo continuo, tipo strip, de una planta, con voladizo horizontal, un paramento superior para colocar la publicidad de los locales, dos muros verticales perpendiculares a la fachada, a modo de vallas, en los cuales se identificaba el conjunto ante un estacionamiento frontal de tipo dentado en una calle de servicio paralela a la vía principal”.

De tal forma, entre el Gran Avenida y la apertura del Pasaje Zingg (1951-53, Arthur Kahn), del Centro Comercial del Este (1953, Diego Carbonell) y del primer “shoping center” a gran escala con automercado en la urbanización Las Mercedes (1954, proyectado Don Hatch y Claudio Creamer), Sears impone, a diferencia de la presencia de locales independientes característico de aquellos, la filosofía de ofrecer “marcas propias con una calidad de primera y a precios insuperables” bajo un mismo techo agrupados por departamentos. Además, nos acotará González Casas, “es de recordar que Sears incorporó en sus programas de mercadeo la posibilidad de la compra a plazos, mediante un carnet similar al de las tarjetas de crédito. Ello facilitó la comercialización de sus marcas, sobretodo en artículos costosos de línea blanca y marrón. En 1951 las ventas de Sears en el país fueron de $10 millones y aumentaron a $15 millones en 1952, alimentadas por temporadas especiales de rebajas como ‘Jefe por nueve días’ y ‘la semana del joropo’”.

2. Segunda tienda de la Sears Roebuck de Venezuela  S.A., Las Delicias, Maracaibo. 1952. Arquitecto Tomás José Sanabria

En 1952 Sears abre una segunda tienda en Maracaibo, diseñada en este caso por Tomás José Sanabria (la de Caracas, de quien desconocemos su autor, presumimos que fue encargada a alguna firma norteamericana), según las exigencias de la compañía, desarrollando el programa en 12.000 m² de exhibición, distribuidos en un solo nivel. Contaba con más de 80 metros lineales de área de vitrinas y con todos los departamentos y servicios de la tienda de Bello Monte en Caracas.

Para 1953 Sears había establecido cinco tiendas en todo el país y con el pasar de los años llego a tener 9. A la de Bello Monte se le sumaron Pro-Patria y El Marqués en Caracas. A la de Maracaibo se añadió la de Ciudad Ojeda en el estado Zulia y en el resto del territorio nacional las otras tiendas se encontraban en Maracay, Valencia, Barquisimeto y Puerto La Cruz.

3. Modificaciones sufridas por la estructura original de la tienda Sears de Colinas de Bello Monte, Caracas. Arriba: Maxy’s, tienda por departamentos. Abajo: Ciudad Banesco (uso actual), arq. Haydeé Araujo

Lamentablemente y debido a la devaluación del bolívar en 1983 tras el «viernes negro», Sears Roebuck & Co. decide retirarse del mercado venezolano y vende todos sus activos al Grupo Cisneros, cambiando su nombre a Maxy’s con un formato similar, cadena que posteriormente también cerraría sus puertas.

Actualmente, el edificio que una vez fuera la tienda de Bello Monte, totalmente remodelado y transformado de la mano de un grupo de arquitectos encabezados por Haydeé Araujo, se convirtió en la sede de Ciudad Banesco. Por su parte, la tienda de Maracaibo se convertiría en un supermercado de la cadena CADA y luego de la expropiación por parte del gobierno paso a ser un Abasto Bicentenario, siendo sujeto de otra drástica remodelación que convirtió parte de su área comercial en estacionamiento.

ACA

Procedencia de las imágenes

Todas. Colección Crono Arquitectura Venezuela