
El caraqueño Inocente Palacios Caspers (1908-1996) es una de las personalidades más interesantes del siglo XX venezolano.

Integrante de la llamada Generación de 1928 y descendiente directo de Bonifacio Palacios, tío materno de Simón Bolívar, Inocente “estudió bachillerato en el liceo Caracas, pasando luego a la Universidad Central de Venezuela, donde obtuvo los títulos de bachiller en filosofía (1928) y de doctor en ciencias políticas (1931). Durante 20 años mantuvo una intensa actividad política y de lucha social por la que hubo de soportar cárcel y destierro”, expone Omar Alberto Pérez en la entrada correspondiente publicada en el Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Empresas Polar (https://bibliofep.fundacionempresaspolar.org).

Casado con Josefina Juliac Madroño, Palacios, antes del golpe de Estado del 18 de octubre de 1945, se retira de Acción Democrática (agrupación política que contribuyó a gestar tras haber sido secretario de su germen: el Partido Democrático Nacional -PDN-), por lo que una vez más “debió (según Omar Alberto Pérez) afrontar persecución, cárcel y exilio. Después de esto no participó más en la militancia partidista”.

A su regreso, Palacios se involucró de manera decisiva en el proceso urbanizador de Caracas actividad que compartió con las de promotor cultural y musicólogo. De tal manera, cuando desde 1949 se acomete la urbanización de las tierras ubicadas hacia el sureste del casco central de Caracas, antiguamente ocupadas por la Hacienda Bello Monte (donde se alojó Humboldt durante su estancia en 1799), que se extendían a ambos lados del rio Guaire, propiedad de la Sucesión Casanova, Palacios junto a Luis Albero Pocaterra aceptan la proposición que le hacen Juan Vicente Casanova-Ibarra y Antonio J. Casanova para desarrollar los terrenos más inclinados ubicados al sur. Así, Palacios (quien conseguiría apoyo del Banco Obrero ya como presidente de C.A. Urbanización Colinas de Bello Monte) terminó gestando un suburbio con alto sentido especulativo que se convirtió en la primera conquista por parte del crecimiento formal de la ciudad de lo que en otro contexto sería calificado como un “cerro”, con modificación de la ordenanza de zonificación incluida.


Teniendo al arquitecto italiano Antonio Lombardini como su mano derecha en lo relacionado al trazado urbanístico y la realización de una serie de quintas-tipo para posibles compradores de terrenos en pendiente (para lo cual también se había realizado en 1951 un concurso internacional ganado por José Miguel Galia), Palacios, en su rol de promotor cultural y como presidente de la Fundación José Ángel Lamas, donó un predio con la intención de que fuese la sede artística de la Orquesta Sinfónica Venezuela (OSV) donde se construyó un anfiteatro (que luego pasaría a ser la Concha Acústica de Bello Monte), proyectado por el arquitecto Julio César Volante. Dentro de la misma línea también será el principal impulsor de la propuesta que, con la idea de convertir la zona en el epicentro de un movimiento cultural a escala metropolitana, previó la posibilidad de colocar al borde de una pequeña colina el futuro Museo de Arte Moderno de Caracas que se le encargó, luego de la declinación de Mies van der Rohe, a Oscar Niemeyer en 1955.



Más adelante, Palacios decide construir dos viviendas para su disfrute y el de su familia (ambas finalizadas en 1957), de concepción y carácter muy distintos: una en la ciudad ubicada justamente en la calle Caroní de Colinas de Bello Monte, cuyo proyecto le encarga a Lombardini la cual poseía holgadas dimensiones más próximas a las de un centro cultural; y otra de corte vacacional que realizaría en la región de Barlovento (por la que Palacios tenía una particular atracción sentimental) y que, localizada en Río Chico, le solicita a Fruto Vivas.

Palacios que conocía a Fruto desde su época de estudiante, cuando formó parte del grupo de colaboradores de Niemeyer (junto a Henrique Hernández, Elio Vidal, Gustavo Legórburu y Pedro Valenti) en el proyecto del Museo de Arte Moderno, y que vio cómo todavía sin graduarse (lo haría en 1956) sería el arquitecto escogido en 1955 para desarrollar la propuesta del Club Táchira y, previamente (1954), de las quintas construidas por Guillermo Pacanins (gobernador del Distrito Federal) y Marcos Pérez Jiménez (presidente de la República) en el Litoral Central, se sumó a la serie de personas algunas pudientes y otras poderosas que le ofrecieron al novel arquitecto la oportunidad de desarrollar su talento y poner en práctica sus planteamientos, relacionados con el uso de materiales autóctonos y la utilización de sistemas constructivos que dotaban a las edificaciones de un espíritu que combinaba modernidad y tradición popular.
La casa que Fruto Vivas diseña para Inocente Palacios (cuya foto de la fachada posterior engalana nuestra postal del día de hoy), cumple con todos los rasgos con los que Juan Pedro Posani caracterizó la “arquitectura populista” a la cual dedica todo un capítulo de la segunda parte de Caracas a través de su arquitectura (1969), y que en el caso del arquitecto tachirense se traducen en: “conocimiento y estudio directos de las fuentes populares, actitud celosamente nacionalista, investigación estructural permanente y un sentido muy agudo del espacio dinámico”, todo lo cual “se aúna a un carácter generoso y capaz de súbitas explosiones de entusiasmo contagioso, los cuales en buena parte explican su tremendo poder de influencia”.




Emparentada más directamente con el carácter y la técnica constructiva en madera manejada por Fruto en el hotel Moruco que le encargara la CONAHOTU (Santo Domingo, Mérida, 1954-1956), en la espacialidad de la quinta Zaida de Colinas de Bello Monte (1954-1956) y en la ambientación y uso de los materiales a la vivienda que el propio Fruto se construyó en Los Chorros, Caracas (1955), de la casa Palacios destaca la utilización de troncos gruesos de mora para la estructura (vigas y columnas), viguetas que sostienen el techo de mangle, machihembrado de caoba para las cubiertas (apareciendo también en ocasiones el cedro y el apamate) y pisos de corazón de mora, trabajados con sabiduría con la participación de un grupo de artesanos portugueses.


También experimentó Fruto con el uso de bahareque para las paredes, cosa que en su momento alarmó al cliente que no se imaginaba cómo se garantizaría la durabilidad en el tiempo de ese tipo de material. Al respecto, Inocente Palacios en el libro Fruto Vivas. Del barro al metal, escrito por Raquel Castro en 1989, testimonia al narrar la construcción de la casa cómo “Fruto vino, vio el sitio y empezó a hacer un proyecto a lo Fruto Vivas, proyecto que bosquejaba en el reverso de un sobre de correos, en papel de envolver, sobre una tabla, siempre dibujaba en la primera cosa que estuviera a su alcance. Fruto venía aquí, se quedaba un rato viendo el paisaje, se volvía a ir, se desaparecía. Después nos dijo que iba a hacernos una casa de bahareque y madera. En el primer momento me pareció muy hermoso pero enseguida me alarmé y le dije, pero el bahareque se cae! (…) Añade Inocente Palacios que para tranquilizarlo prometió reforzar por dentro las paredes de bahareque y así, poco a poco, le fue dando corporeidad, lentamente; fue un proceso largo”.

Lo paradójico de esta casa se presenta en el hecho de que habiendo utilizado materiales de la zona y un sistema constructivo relativamente sencillo resultó muy costosa y demorada en el tiempo: “La cosa más larga y más laboriosa del mundo… Resultó una locura”, confesará Palacios a Raquel Castro. Como muestra valga decir que el piso del comedor hecho de rodajas de corazón de mora duró un año construyéndose, por el hecho de que debieron de escogerse uno a uno los pequeños pedazos que rellenarían los huecos que quedaban entre los discos grandes. “Toda una obra de orfebrería y marquetería”, sentenciaría Palacios con admiración luego de ver el resultado.

Otra clara paradoja que ya asomáramos, está relacionada con la manera como Fruto, declarado por Juan Pedro Posani como “arquitecto revolucionario, vanguardista, contracorriente, que está en contra del sistema, que es perseguido político, que es adscribe a un movimiento político totalmente subversivo”, logra dar sus primeros pasos dentro del ejercicio profesional. La respuesta la da el propio arquitecto al manifestarle a Raquel Castro: “Yo, enamorado de la madera, me ponía a hacer casas de madera para ricos, puesto que esos eran mis clientes y porque allí estaba mi comida. Me tocaba repartirme en eso de trabajarle a los ricos haciéndoles casas y mansiones que yo utilizaba para aprender”.


La casa Palacios fue considerada la obra “más tropical” de las hechas por Fruto para aquel momento en el que la arquitectura populista de su mano se puso de moda, se convirtió en cliché y fue vaciada de todo su auténtico contenido. En ella, también se encierran los aciertos de quien miró a la significación, valores y experiencias de la tradición sin renunciar a su contemporaneidad, patente en la plena integración entre el interior y el exterior y el uso de técnicas y materiales que se complementan sin rebuscamientos, en pro de exaltar los valores espaciales (y especiales) de su arquitectura.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal y 13. Raquel Castro. Fruto Vivas. Del barro al metal (1989).
1. Juan Bautista Fuenmayor. Generación del 28. El movimiento estudiantil antidictatorial (https://issuu.com/editorialaurora/docs/generacion_del_28_-_juan_bautista_fuenmayor)
2. Contrapunto.com (https://contrapunto.com/nacional/politica/que-paso-el-18-de-octubre-de-1945-revolucion-o-golpe-de-estado/)
3. Colinas de Bello Monte (https://www.facebook.com/ColinasBelloM/)
4. Revista del Colegio de Ingenieros de Venezuela, nº 190, 1952; y Colección Crono Arquitectura Venezuela.
5. Colección Crono Arquitectura Venezuela; y arxiu.bak (http://arxiubak.blogspot.com/2012/12/museo-de-arte-moderno-de-caracas-oscar.html)
6. Colección Crono Arquitectura Venezuela.
7. La Guaira en Retrospectiva (https://www.facebook.com/LaguairaenRetrospectiva/posts/quinta-el-palmar-en-playa-grande-catia-la-mar-construida-en-el-a%C3%B1o-1954-construc/2309071529230096/?locale=hi_IN)
8. Colección Crono Arquitectura Venezuela; Colección Fundación Arquitectura y Ciudad; DoCoMoMo Venezuela (docomomovenezuela.blogspot.com); y Eduardo Feo (https://www.pinterest.com/pin/397442735839615852/)
9. María Isabel Peña, Iván González Viso y Federico Vegas. Caracas del valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje (2015).
10. Instagram. gianni.napolitano (https://www.instagram.com/gianni.napolitano/p/BBqLd1yMPpn/); y Viva Venezuela (https://www.pinterest.com/pin/79376012152714196/)
11. Graziano Gasparini y Juan Pedro Posani. Caracas a través de su arquitectura (1969)
12, 14 y 15. Graziano Gasparini. Casa venezolana (1992)
























