Dentro de la programación de DIÁLOGOS en COLLECTANIA la próxima edición estará dedicada a “El Metro y sus obras de arte”. Para ello se contará con la valiosa participación del Arq. Max Pedemonte, quien creó el plan maestro del Metro de Caracas y fue la mano derecha de José González Lander, presidente de C.A. Metro de Caracas.
El evento será moderado por Alonso Gamero, con intervenciones del Arq. Enrique Larrañaga, el Ing. Rafael Álvarez, y la Pdta. del AICA (Asociación Internacional de Críticos de Arte), María Luz Cárdenas.
Esta nueva edición tendrá lugar el jueves 27 de junio, a las 10 a.m., vía Zoom.
2001• La revista Architectural Digest AD publica en su número de agosto la restaurada casa de hacienda del arquitecto y escultor Max Pedemonte, ubicada en las cercanías a la ciudad de Mérida, estado Mérida. La casa que data de los inicios del siglo XIX, de techo de tejas españolas y caña, de gruesas paredes de tapia, fue intervenida por Pedemonte manteniendo su carácter original, haciéndola más luminosa e introduciéndole color.
Casa de hacienda restaurada por Max Pedemonte, ubicada en las cercanías de Mérida, estado Mérida. Vista de uno de los patios interiores.
Max Pedemonte se graduó de arquitecto en la FAU UCV en la promoción 10 /1960. Obtuvo el Premio Nacional de Escultura en 1962, se incorporó en 1968 al equipo del Metro de Caracas, coordinando el conjunto de operaciones realizadas para construir y complementar la infraestructura peatonal a lo largo de las rutas de sistema de transporte subterráneo de la capital, por lo cual se le reconoce y honra con el Premio Nacional de Arquitectura en 1987.
Casa de hacienda restaurada por Max Pedemonte, ubicada en las cercanías de Mérida, estado Mérida. Vista interior.
Fotografías de Tuca Reines, SP, Brasil, 2001 para AD Architectural Digest.
… que en 1980 se concluye la construcción del Bulevar de Catia?
1. Bulevar de Catia frente al mercado.
Con la realización de las obras que dieron por resultado la inauguración de la primera etapa de la línea 1 del Metro de Caracas en 1983 desde Propatria hasta Chacaíto, se dejó atrás un período en el que la ciudad se vio impactada a nivel superficial de cuanto acontecía por debajo con los consabidos problemas e incomodidades que afectaron a conductores, transeúntes y comerciantes.
Desde que Rafael Caldera inauguró la estación Agua Salud al final de su mandato en 1974, sin haberse iniciado las obras en el subsuelo pero con el proyecto prácticamente concluido, hasta que Luis Herrera Campíns tiene el privilegio de inaugurarlas en 1983, transcurrieron casi 10 años de trabajos ininterrumpidos que el gobierno intermedio de Carlos Andrés Pérez con visión de Estado y a pesar del fuerte ruido que causó la posibilidad de construir un “Aerocarril”, entendió como una necesidad impostergable y un clamor, por lo que finalmente decidió darle continuidad a la obra, correspondiéndole en marzo de 1975 anunciar la construcción de la línea 1 (Propatria-Palo Verde) comenzando por el oeste.
Si bien el Metro transcurría por debajo y con ello terminaría aliviando de manera importante el siempre problemático tráfico de la capital, las obras, una vez concluida la línea 1 en 1989 hasta Palo Verde (para cuando ya se había terminado el tramo Las Adjuntas-El Silencio de la línea 2), le dejaron a la ciudad una serie de espacios públicos de efectos dignificantes como nunca antes el caraqueño del siglo XX había percibido. En otras palabras al final del camino se entendió que los sacrificios sufridos tenían todo el sentido del mundo y el beneficio colectivo sobrepasaba con creces los posibles efectos individuales que se hubiesen creado.
2. Intervenciones urbanas que se originaron a partir de la construcción de la Línea 1 del Metro de Caracas
Las mejoras sustanciales que trajo la apertura del sistema en su primera etapa dieron como resultado la creación de lo que Max Pedemonte, arquitecto jefe desde 1968 del Metro de Caracas, denominó como “Rutas paralelas”, que no son otra cosa que las intervenciones que a nivel de la superficie se produjeron junto a la construcción del subterráneo que redundaron en un incremento de la movilidad de grandes masas, no dependientes del vehículo privado, y derivaron en la realización de toda una infraestructura peatonal complementaria, consistente en la ampliación de aceras, construcción de bulevares y plazas que le empezaron a dar sentido al término acuñado.
Pedemonte, nacido en Cuba en 1936, residenciado en Europa entre 1938 y 1945 y establecido en Venezuela en 1946, realiza estudios de arquitectura en la UCV entre 1955 y 1960 bebiendo de los aprendizajes que Carlos Raúl Villanueva fue dejando a través de la construcción de la Ciudad Universitaria de Caracas y en particular del edificio sede de Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Trabaja en el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social entre 1961 y 1967 lapso en el que realiza un postgrado en la Universidad de Columbia. Ya previamente había empezado a desarrollar su vena artística la cual lo acompañará desde muy joven lo que le permite obtener en 1962 el Premio Nacional de Escultura del XXIII Salón Oficial de Arte. En 1967 ingresa como docente de diseño arquitectónico en la FAU UCV en el Taller Borges de donde se jubila en 1992. Como ya adelantamos, en 1968 Pedemonte pasa a ser arquitecto jefe del Metro de Caracas encabezando una de las acciones de renovación urbana más importantes en la historia de Caracas. De dicha actividad derivó la publicación en 1983 del libro “Rutas paralelas. Plan de recuperación urbana del Metro de Caracas” que posteriormente presentó para ascender en el escalafón universitario en 1985. En 1987, con motivo de la VIII edición de la Bienal Nacional de Arquitectura, última de las que concedió el Premio Nacional, con la presentación de “Rutas paralelas” dicha distinción recayó en el Metro de Caracas y en particular en el arquitecto Pedemonte por la obra realizada por la División de Arquitectura a su cargo. Otra característica importante de su actuación en el Metro fue la de haber incorporado el arte en cerramientos, revestimientos de paredes y techos, y el haber convocado a diferentes y connotados artistas plásticos a colaborar con intervenciones tanto en el interior como en el exterior de las estaciones del subterráneo incluidos los espacios públicos que se generaron.
Pues bien, quizás entre las más importantes “Rutas paralelas” que dejó la apertura de la línea 1 del Metro estuvieron las plazas Caracas (entre las torres del Centro Simón Bolívar), La Hoyada, Palo Verde y Brión en Chacaíto y, sobre todo, la transformación de la antigua avenida España en Catia y la Calle Real de Sabana Grande (avenida Abraham Lincoln) en sendos bulevares que se convirtieron de inmediato en disfrute y desahogo del ciudadano y alegría para los comerciantes dado el notable incremento en la calidad ambiental que ello trajo consigo y el cambio en la conducta de quienes usaban dichos espacios y también las instalaciones ubicadas bajo tierra.
3. Izquierda: La trama reticular de la Nueva Caracas. Plano de Caracas y sus alrededores, 1941. Derecha arriba: Oficinas de venta de la Nueva Caracas, 1929. Derecha centro: Vista aérea de Catia. Derecha centro: Plaza Pérez Bonalde. Derecha abajo: Inauguración de la Plaza Sucre por Juan Vicente Gómez en 1928 con el nombre de su hermano Juan Gómez.
El Bulevar de Catia, abierto en 1980 y terminado en 1984, transcurre en una longitud de 870 metros ocupando el eje central de lo que fue la urbanización Nueva Caracas, creada en 1929 por el Sindicato de ese mismo nombre donde se desarrollaron unas 58 manzanas (rectangulares y cuadradas), equivalentes a 80 cuadras del casco tradicional, diseñadas por el ingeniero Oscar Ochoa. De entre ellas, doce manzanas con nombres de países hispanoamericanos y siete avenidas, convergen en una plaza de planta circular (atribuida a Ochoa) que inicialmente fue denominada “Plaza Cataluña”, luego se llamó “Plaza Las Orquídeas” y finalmente, en 1946, plaza Pérez Bonalde en honor al poeta Juan Antonio Pérez Bonalde -máximo exponente de la poesía lírica, el romanticismo y el modernismo venezolanos del siglo XIX-, momento en que se coloca un busto de mármol blanco sobre un pedestal del escultor Lorenzo González (ejecutado en la Marmolería Artística Prof. Emilio Gariboldi) en medio del espacio arbolado. El desarrollo de Ochoa incluía un club social y deportivo ubicado frente a la plaza y estuvo conformado por casas adosadas sin retiro de frente para vivienda y comercios, y áreas de uso industrial que ocupaban parcelas de mayor tamaño al sur. El Banco Obrero, por su parte, construye a través de la empresa de los Hermanos Mancera en 1929, dentro del trazado de la Nueva Caracas, luego de su exitosa experiencia de San Agustín del Sur, 38 viviendas adosadas las cuales sólo podían alcanzar un solo piso adicional, ya que el suelo era arenoso, inestable y con niveles freáticos altos corroborado por la existencia en las proximidades de la Laguna de Catia.
4. Izquierda: Dos tomas de la avenida España en las décadas de los 50 y 60 del siglo XX. Derecha: La avenida España transformada en el Bulevar de Catia5. El Bulevar de Catia y algunos de sus hitos más importantes hoy en día: la Plaza Sucre y la Plaza Pérez Bonalde (izquierda), el Mercado de Catia y el Teatro Catia (centro). A la derecha el Bulevar cualquier día de la semana.
De tal manera, entre la Plaza Sucre al norte (inaugurada por Juan Vicente Gómez en 1928 con el nombre de su hermano Juan Gómez tomando su actual denominación en 1935) y la Pérez Bonalde al sur, el Bulevar de Catia se convirtió acto seguido a su inauguración en una pujante zona comercial y lugar de recreo y esparcimiento para los habitantes de la zona, actividades que se incrementan durante los fines de semana sobre las calles que corren paralelas y se colman por la gran afluencia de vecinos desde los superbloques del 23 de Enero, las Lomas de Urdaneta y Altavista, y la zona baja de los Magallanes. En su recorrido se ubican dos edificaciones de carácter patrimonial: el Mercado Municipal de Catia instalado en 1951 (que tomó como referencia el Mercado de San Jacinto –demolido en 1942- del cual aprovechó el techo y las rejas) y el teatro Catia inaugurado en 1940 y cerrado en 1980 para convertirse hasta 2006 en una tienda clausurada por el mal estado del edificio en 2007, el cual fue restaurado en 2015.
6. A la izquierda, planta de la propuesta para el Bulevar de Catia hecha por el Instituto de Arquitectura Urbana (IAU). Derecha: Torres de vivienda y Jefatura Civil de la parroquia Sucre, únicos elementos construidos (1984) por el Centro Simón Bolívar.
Para el Bulevar, mientras se construía el Metro, el Instituto de Arquitectura Urbana (IAU) creado en 1979 por 26 arquitectos de reconocida trayectoria, que Oscar Tenreiro define en su blog Entre lo cierto y lo verdadero del 01/02/2014 como “institución de carácter gremial-cultural … en cierto modo calcada del IAUS (Institute for Architecture and Urban Studies) que funcionaba en Nueva York por esos tiempos y disfrutó de un considerable éxito”, hizo una propuesta enmarcada en «la exploración de ideas de Diseño Urbano para distintas zonas de la ciudad, (que era) su actividad preferencial». Dicho planteamiento interesó particularmente al Centro Simón Bolívar y a la Gobernación del Distrito Federal, «instituciones donde tenía un buen poder de decisión (era miembro de la Directiva del Centro Simón Bolívar y alto ejecutivo de la Gobernación) el Arq. Francisco Pimentel Malaussena”, quien “se abrió hacia este grupo promoviendo un diálogo sobre la ciudad de carácter muy fructífero y de allí dependieron algunas realizaciones promovidas por el Centro Simón Bolívar, entre las que destacan lo que se llamó el Boulevard de Catia en el Oeste de la Ciudad…”. De hecho, el Centro Simón Bolívar con base en la propuesta del IAU, emprendió la construcción de tres torres de vivienda sobre el espacio que estamos comentando (que no tuvieron la repercusión deseada) y de la Jefatura Civil de la parroquia Sucre, ambos trabajos de 1984.
7. Diversas tomas del Bulevar de Catia en la actualidad
Como se recoge de la ficha elaborada por María Isabel Peña en Caracas del valle al mar. Guía de Arquitectura y paisaje (2015), “desde 2009 el Bulevar se extendió a partir de la sexta avenida de El Atlántico hasta la avenida principal de La Silsa, en una modalidad mixta, incorporando en tramos el paso de automóviles. Las ultimas transformaciones efectuadas en el Bulevar hicieron esfuerzos importantes en recuperarlo para el uso de los niños y la población de la tercera edad, incorporado mobiliario urbano”.
8. El Bulevar de Catia en tiempos de pandemia a comienzos de 2021
Hoy en día, en medio de la pandemia, el Bulevar de Catia mantiene su vitalidad, cuenta con una buena arborización, sigue siendo el espacio de mayor dinamismo de la zona, y su principal lugar de abastecimiento, encontrándose, una vez más, tras haber sido recuperado entre 2012 y 2014, preso de la anarquía y tomado por el comercio informal. Es la clara demostración de que ante la necesidad de obtener los medios mínimos para subsistir no hay prohibición que obligue a la gente a quedarse en casa.
… que en 1987, en los espacios del Museo de Bellas Artes (MBA) de Caracas, se llevó a cabo la VIII Bienal Nacional de Arquitectura?
Cuando aquel año el Colegio de Arquitectos de Venezuela (CAV) -presidido por Italo Balbi- junto al Ministerio de Estado para la Cultura a través del Consejo Nacional de la Cultura (CONAC) -con Paulina Gamus a la cabeza de ambas entidades- y el Concejo Municipal y la Gobernación del Distrito Federal a través de la Fundación para el Desarrollo de las Artes (FUNDARTE) -siendo Miguel Ángel Contreras Laguado gobernador y a la vez presidente encargado de la Fundación-, convocan a participar en la VIII Bienal Nacional de Arquitectura, se estaban conmemorando el XXV aniversario de la creación de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Los Andes (ULA), el centenario del nacimiento de Le Corbusier y se entraba en el año en que se celebraría el cincuentenario del Museo de Bellas Artes de Caracas que tenía en ese momento a Oswaldo Trejo como director.
Se trataba del octavo llamado en 24 años de un evento que se supone debía ser cada dos, lo cual habla a las claras de una intermitencia que luego incluso se agudizará. También marca esta Bienal un punto de inflexión en cuanto a la manera y significado que tendrá el ser distinguido con el Premio Nacional de Arquitectura, es decir, desde 1963 hasta 1987 la selección del mejor edificio u obra le daba automáticamente a su autor o autores el Premio, pasando a partir de este momento a ser otorgado el mismo, anualmente, a través del CONAC a fin de equiparar el reconocimiento a la Arquitectura como expresión artística y cultural (junto a las Artes Plásticas, la Fotografía, el Cine, la Danza, la Literatura, el Teatro, la Música, las Humanidades, los Saberes Tradicionales y la Artesanía), premiándose de esta manera una trayectoria y no un elemento o hecho puntual. Las Bienales a partir de la IX se empezaron a caracterizar por el otorgamiento de un Gran Premio a la mejor obra del conjunto seleccionado para la ocasión por un calificado jurado.
Así pues, este último eslabón del que podríamos llamar como primer ciclo a cargo del CAV, retomó la sana costumbre de realizarse después de una suspensión de siete años (desde 1980) y tuvo como tema “La arquitectura del Lugar”. Se montó en tres meses y superó los 160 trabajos aceptados, lo cual indica que el tiempo transcurrido operó como una represa que al fin abrió un aliviadero. Se modificaron las bases de confrontación y a las categorías habituales (Arquitectura Urbana, Vivienda Multifamiliar, Vivienda Unifamiliar, Vivienda y Obra de Interés Social y Arquitectura Paisajista amén de los premios Metropolitano y los Regionales), se sumaron distinciones que abarcaron todos los campos donde la arquitectura se desarrolla, reconociéndose la Restauración y Conservación, el Reciclaje y Acondicionamiento de Edificios, la Docencia, la Investigación y la Crítica e Historia.
Como bien señala Shully Rosenthal, presidente de la VIII Bienal, “más que un evento de promoción a los mejores trabajos en cada renglón, (lo mostrado) en esta oportunidad trasciende del ámbito de los Arquitectos y se muestra al público en general, como el esfuerzo que a diario realizamos en esta actividad creadora de los espacios donde el hombre se desenvuelve, visualizando en esta muestra de la Arquitectura de los años 80 la recuperación del espacio urbano, la importancia adquirida por el peatón, el nuevo sistema de transporte dentro de la ciudad, la búsqueda de nuevas soluciones tecnológicas de fuerte contenido formal, un adecuado conocimiento del contexto, la mejor interpretación a los problemas ambientales, las condiciones plásticas, todo esto conjugando y configurando nuestro paisaje cultural.”
Al revisarse todos los factores que incidieron en el llamado y montaje del acontecimiento, podría perfectamente decirse que se convirtió en el escenario que permitió ver, analizar y presentar la arquitectura venezolana de toda una década, momento en que el rescate del tema del lugar ocupaba un sitial predominante en el debate arquitectónico latinoamericano y donde asuntos como la identidad se convertían junto a él en punta de lanza desde los Seminarios de Arquitectura Latinoamericana (SAL). También le permitió a William Niño Araque, a la sazón curador de la exposición, continuar desarrollando tópicos que poco a poco le permitieron configurar una especie de plataforma desde la cual efectuar una posible lectura de lo más significativo. O, en otras palabras, seguir ejercitándose en una especie de gimnasia crítica que le permitía hablar con mayor insistencia de “La ciudad recobrada” (título del ensayo central del extenso y muy bien documentado catálogo del evento, cuya impecable publicación fue coordinada por Martín Padrón), y con ello de la Bienal como escenario de encuentros, la arquitectura como arte, el valor recobrado para el juicio estético y la consideración de la forma y sus amarres simbólicos para finalmente declarar que si durante la década de los años 70 se podía hablar de una “posible” Escuela de Caracas, en la de los 80 ya se vislumbra una alternativa que “al ‘Potenciar’ los instrumentos propios del conocimiento arquitectónico (permite) identificar durante los últimos años, una línea crítica y reflexiva que no pretende agotarse en los límites de un trabajo concreto, sino que aspira a introducir los factores espaciales en el marco más general de un reflexión sobre la identidad artística y los propios instrumentos que la arquitectura puede desarrollar.”
Así, para Niño Araque serían de destacar un grupo heterogéneo y dispar de obras “que enmarcan la producción estéticamente más interesante de cuanta se ha producido en el ámbito profesional de la última década. Con una proximidad a lo que en el resto de la experiencia plástica han sido las corrientes del minimalismo, el conceptualismo o la post-figuración, el proyecto para la nueva sede de la Galería de Arte Nacional, las estaciones del Metro de Caracas, el Edificio de la Electricidad de Caracas, la proposición para el ‘Foro Libertador’, el ejercicio ideado para la ‘Catedral del Agua’ en Ciudad Guayana, la Plaza Bicentenario o el Monasterio de Güigüe, Estado Carabobo, son algunas de las realizaciones o proyectos que van más allá del trabajo bien hecho a partir de la contradicción entendida entre la arquitectura y la creación estética en general producida en nuestra sociedad consumista y poco informada.”
Premio Nacional de Arquitectura otorgado en la Bienal de 1987 al Metro de Caracas y al arquitecto Max Pedemonte por la obra realizada por la División de Arquitectura de ese organismo que Pedemonte denominó como «Rutas Paralelas»
En virtud de la vasta amplitud de la muestra, la decisión del jurado seleccionado para otorgar el Premio Nacional en esta ocasión, integrado por los arquitectos José Miguel Galia, Leszek Zawisza, Fruto Vivas, Gustavo Legóburu y Celina Bentata, no fue sencilla de tomar. Sin embargo, con plena justicia, la máxima distinción se le dio al Metro de Caracas y al arquitecto Max Pedemonte por la obra realizada por la División de Arquitectura de ese organismo premiando lo que Pedemonte denominó como las “Rutas Paralelas”, el conjunto de operaciones realizadas para construir y complementar la infraestructura peatonal a lo largo de las rutas del sistema de transporte subterráneo. Como ya adelantamos, correspondiendo a una segunda etapa desde que el Premio Nacional lo empieza a otorgar el CONAC, la IX Bienal se realizó en 1998, la X en 2001, la XI en 2014, la XII en 2016 y la XIII en 2019, es decir, 5 eventos en 32 años superándose con creces la falta de periodicidad mostrada durante los primeros 8 llamados. Las causas para que ello haya ocurrido y las consecuencias que ha traído pueden muy bien ser motivo de otra nota que las analice.
1964• El Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS) concluye la construcción y pone en servicio el Instituto Anatomo-Patológico de Valencia, estado Carabobo, proyectado el arquitecto Max Pedemonte (FAU UCV, promoción 10/1960).
1964•En su condición de Arquitecto Jefe del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS), Max Pedemonte (FAU UCV, promoción 10/1960). concluye el proyecto del Hospital Psiquiátrico de Trujillo, estado Trujillo, el cual se pone en servicio al finalizar el año.
HVH
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