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ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 215

Jorge Rigamonti (Milán, 1940-Caracas, 2008) es reconocido como uno de los arquitectos venezolanos de mayor talento de entre los de su generación. Emigra con sus padres con sólo 10 años a Venezuela desde Italia y cursa el bachillerato entre 1953 y 1958 en el Liceo Andrés Bello de Caracas, tocándole vivir durante la secundaria la etapa final de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.

Como señala Helena Correa de Rigamonti en la “Breve biografía” publicada en https://www.behance.net/Rigamonti/resume, “La decisión de Rigamonti de estudiar arquitectura es impulsada por una visita a la Ciudad Universitaria de Caracas cuya construcción estaba siendo terminada en esos años”. Ya como estudiante de arquitectura en la Universidad Central de Venezuela, donde siempre mostró sus inquietudes y pasión por la carrera que eligió seguir, recibe clases, entre otros, del arquitecto cubano Ricardo Porro quien influyó de manera determinante en su formación. “En 1961, aun siendo estudiante, Rigamonti viajó a La Habana como joven aprendiz de R. Porro, quien estaba encargado del proyecto de las Escuelas Nacionales de Arte. Ese viaje que luego continuó por Estados Unidos, Francia e Italia fue revelador para Rigamonti, dándole la oportunidad de visitar grandes obras de arquitectura”, apuntará Correa.

Maqueta del trabajo final de grado con el que Jorge Rigamonti finaliza sus estudios de arquitectura en 1966: “Formulación de una Hipótesis Constructiva a través de la búsqueda de Integración entre Estándares Edilicios y Urbanísticos”

De otro viaje realizado en 1963, en este caso a los Estados Unidos, en el que logra visitar las principales oficinas metropolitanas de planificación de Boston, Chicago y Los Ángeles, Rigamonti obtiene los insumos necesarios para formular y desarrollar la que será la tesis que le permitirá obtener el grado de arquitecto en 1966: “Formulación de una Hipótesis Constructiva a través de la búsqueda de Integración entre Estándares Edilicios y Urbanísticos”. Sustentada en los planteamientos que se hacían para reglamentar el crecimiento urbano, “la tesis exploraba la subdivisión (tridimensional) continua del espacio a diferentes escalas, integrando arquitectura y urbanismo, como una manera de afrontar el desarrollo de futuras metrópolis de alta densidad”. Con su trabajo, Rigamonti obtiene el Premio «Mejor Tesis de Grado» en la III Bienal Nacional de Arquitectura de 1967.

La actividad profesional de Rigamonti se inicia, continuando con su inclinación por los temas urbanos que aparecen al final de su carrera, apareciendo como colaborador entre 1969 y 1971 en la elaboración del Plan General Urbano del Área Metropolitana de Caracas a cargo de la Oficina Metropolitana de Planeamiento Urbano (OMPU). También en esa línea hay que resaltar la realización entre 1966 y 1971, de múltiples “collages urbanos” los cuales manifiestan “la ambigüedad de la industrialización y la alta tecnología”.

Siempre preocupado por hacer una arquitectura con sentido, que estuviese vinculada a una manera de pensar, según sus propias palabras, Rigamonti buscó “ofrecer arquitecturas del mayor respeto medio-ambiental, donde la ecología y la funcionalidad expresen la nueva cultura en gestación, y donde el progreso tecnológico sea entendido como proceso emancipador del ser humano mediante su reencuentro con la naturaleza, y a través de las soluciones que ella inspira”. Según Correa, “la originalidad de sus diseños se basaba en su investigación continua, durante más de 30 años, de ‘tecnologías relacionadas al uso de estructuras metálicas livianas, económicas y de rápido ensamblaje y de sistemas de riego automatizados o sistemas hidropónicos para la vegetación, destinadas a crear arquitecturas funcionales y novedosas más adaptadas a las condiciones climáticas’ ”.

Jorge Rigamonti contribuyó durante muchos años con la difusión de la arquitectura siendo entre 1988 y 2006 co-fundador y Director Ejecutivo de la Fundación Museo de Arquitectura de Venezuela, ente que organizó múltiples exposiciones, seminarios y conferencias con importantes arquitectos internacionales. Orador apasionado, muy esporádico escritor, pensador de utopías y convencido de la relación entre cultura y arquitectura y en la necesidad de prestar atención a todo cuanto acontece en el panorama nacional e internacional lo cual debe ser visto con ojo crítico, Rigamonti ejerció la docencia durante más de 30 años en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela en Caracas, donde enseñó Diseño Arquitectónico (1969-92), Teoría del Diseño Arquitectónico (1992-2003), Diseño Urbano (como parte de la Maestría en Urbanismo, 2001-02), y fue Miembro Principal del Comité Académico de Postgrado del Sector Diseño.

Podría decirse que Rigamonti, como tantos otros arquitectos talentosos, construyó un muy bajo porcentaje de lo que proyectó. A pesar de ello aprovechó muy bien las oportunidades que se le presentaron adaptándose en cada caso a las circunstancias. En tal sentido, no es casual que fuera un asiduo participante en Concursos de Arquitectura habiendo participado en el correspondiente al Concejo Municipal del Distrito Sucre (1985), resultando ganador en 1995 del primer premio para el Patio-Jardín Esquina La Torre de la Plaza Bolívar, con la colaboración de Mario Quirós, Alfredo Caraballo, Angela Rodríguez y Carmen Marquina.

Cuatro proyectos no realizados de Jorge Rigamonti. Arriba: El Complejo Urbano Museo del Petróleo, Maracaibo (1984) y el Plan Parroquial y Ordenanza para el 23 de enero, Caracas (1995). Abajo: la Plaza del Sol, Mercado y Terminal de Transferencia, Baruta (2002) y el Patio-Jardín Esquina La Torre de la Plaza Bolívar (1995) concurso nacional ganado con la colaboración de Mario Quirós, Alfredo Caraballo, Angela Rodríguez y Carmen Marquina.

Proyectos de gran valor realizados por Rigamonti son: El Complejo Urbano Museo del Petróleo, Maracaibo (1984), el Plan Parroquial y Ordenanza para el 23 de enero, Caracas (1995) y la Plaza del Sol, Mercado y Terminal de Transferencia, Baruta (2002).

El Comedor Central de la Siderúrgica del Orinoco C.A., obra construida en Ciudad Guayana, cuyo boceto ilustra nuestra postal del día de hoy, demuestra en buena parte la consistencia que caracterizaba a Rigamonti a la hora de enfrentar un problema y la destreza que como arquitecto lograba manifestar a la hora de resolverlo y llevarlo a feliz término. Se le suma al Comedor, el Complejo de edificios de servicios de Carbones del Orinoco C.A. (1988-90) como las dos obras realizadas por Rigamonti en la región vinculados con la industria metalúrgica.

Comedor Central de la Siderúrgica del Orinoco C.A. Planta y axonometría.
Comedor Central de la Siderúrgica del Orinoco C.A. Vistas interiores donde se muestra el efecto producido al tamizarse la luz
Comedor Central de la Siderúrgica del Orinoco C.A. Vista exterior

Este edificio proyectado en 1976, basado en un programa que contempló 16.200 m2 de construcción, podría resumirse a partir de la sinopsis que aparece en la web ya citada de la siguiente manera: “Ubicada en el Centro Administrativo de SIDOR (la principal productora de acero en Venezuela), la edificación plurifuncional estaba destinada a servir alimentos a 3.800 comensales por hora en el comedor, y prestar además variados servicios para los empleados y obreros de la Siderúrgica, entre los cuales: cafeterías, entidades bancarias, enfermería, farmacia, y agencia de viajes. La edificación fue diseñada evitando las enormes salas de comedor, tan comunes en las grandes empresas. Se prefirió crear un sistema de pequeñas salas, integrables y periféricas a un núcleo central de distribución de alimentos preparados, donde los recorridos sean cortos, tanto para los usuarios como para el personal que maneja los alimentos. Todas las salas de comer fueron previstas para poder disfrutar de la vista de la planta siderúrgica, matizada a través de abundante vegetación tropical, la cual se sembraría en enormes jardineras prefabricadas.

La estructura del Comedor Central y los cerramientos de los espacios de circulación, fueron realizadas en acero tipo ‘Mayari’ que tiene la particularidad de no necesitar pintura ni mantenimiento. Los elementos de cerramiento, fueron diseñados con una forma en “V” especialmente para las condiciones climáticas del lugar, son livianos y permiten un paso mitigado de la luz y la brisa, y a la vez evitan totalmente el paso de la lluvia. Estos cerramientos junto con la vegetación colgante en las jardineras prefabricadas, dan a la edificación una personalidad propia que con su coloración natural marrón óxido oscuro, producen una sensación agradable contrastando con las edificaciones vecinas, que reflejan en exceso el intenso sol tropical.

La construcción del edificio se inició en 1976, pero para 1979, al finalizar la presidencia de Carlos Andrés Pérez, la obra fue paralizada y el edificio abandonado”.

Paradójicamente, la obra que mayor difusión ha tenido dentro de las realizadas por Rigamonti, el Campamento turístico y ecológico Cayo Crasquí, Archipiélago de Los Roques, Mar Caribe (1991-1993), con la que Rigamonti obtuvo el Gran Premio Internacional de la IX Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito, Ecuador, en 1994, excelente ejemplo de respeto por la naturaleza y de arquitectura sostenible  totalmente integrada al paisaje, se mantuvo operativa sólo tres años encontrándose hoy totalmente destruida y prácticamente desaparecida, como ejemplo claro de la idea que buscaba transmitir.

También son memorables las participaciones de Rigamonti en los proyectos para el Gimnasio de Gimnasia Artística XV Juegos Deportivos Nacionales, San Carlos, Cojedes (2003) y el Pabellón de Gimnasia XV Juegos Deportivos Nacionales, San Cristóbal, Táchira (2005), mostrando en ellos a modo de síntesis de los conocimientos largamente acumulados por Rigamonti tanto en los campos constructivo y funcional como en el climático y espacial, una gran capacidad para trabajar grandes luces con estructuras sencillas, livianas y fáciles de fabricar.

El Comedor Central de SIDOR y 6 de los 8 Collages Urbanos de Rigamonti que forman parte de la Colección Permanente del MOMA, fueron escogidos para participar en la Exposición Latin America in Construction: Architecture 1955-1980 realizada en el Museo de Arte Moderno -MoMA de Nueva York del 29 de marzo al 19 de julio de 2015. Para los interesados, toda la información gráfica del Comedor se encuentra representada y publicada con gran calidad tanto en https://www.behance.net/gallery/12160347/SIDOR-Main-Service-and-Dining-Center como en https://catalogosdearquitectura.wordpress.com/2018/03/12/rigamonti-jorge-1976-1980-comedor-central-de-la-siderurgica-del-orinoco-c-a/

ACA

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Todas. https://www.behance.net/Rigamonti/resume

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 135

La selección del Campamento Turístico y Ecológico Cayo Crasquí (1991-1993) como motivo de la postal que acompaña el número 100 del Contacto FAC obedece a diferentes razones. En primer lugar porque pone en evidencia una concepción pionera, modélica, renovada y actual de la preservación del medio ambiente producto un diálogo necesario entre arquitectura y naturaleza. En segundo lugar porque coloca sobre el tapete el debate acerca de si los valores permanentes de la arquitectura y su vocación de trascendencia pueden estar asociados a la condición efímera de lo que se propone y construye. Y, en tercer lugar, porque permite recordar a un sensible y talentoso arquitecto que alcanzó notoriedad a pesar de lo limitada que resultó ser su obra construida: Jorge Rigamonti (1940-2008).

El que de entrada estemos en presenta de un “campamento” habla mucho del enfoque que se le imprimió al proyecto. El estar ubicado en uno de los numerosos cayos de origen coralino, localizado concretamente en el centro del Archipiélago de Los Roques, extenso atolón declarado Parque Nacional en 1972, llevó a pensar a su proyectista en que la respuesta arquitectónica debía ser, tal y como se señala en https://www.behance.net/Rigamonti, “… provisional, de la mayor sencillez, de bajo impacto ambiental, construida con materiales biodegradables, maderas y lonas y métodos constructivos artesanales”, buscándose con ello afectar lo menos posible la extraordinaria naturaleza circundante.

De esta manera el conjunto posado levemente sobre un territorio de 30.000 m2, conformado por 25 carpas desmontables que contienen las habitaciones, “diseñadas para soportar fuertes vientos (…) compuestas de techos dobles, paredes de lona dobles, y puertas y ventanas graduables de romanilla de madera, que proporcionan una generosa sombra y ventilación, y hacen posible un óptimo confort climático natural tanto diurno como nocturno”, y un grupo de edificaciones fijas (un módulo principal, uno de empleados, un módulo de playa, uno de servicios y uno de ecología) ubicadas en “los intersticios que dejan los existentes manglares de arena, para aprovechar las vistas y las corrientes de aire, y a la vez dar servicio y privacidad a las 25 carpas que las rodean”, permite hablar de una obra que ofrece todos los servicios propios de una instalación turística que, en virtud de su cuidadoso manejo en la generación de electricidad, obtención de agua potable y tratamiento de las aguas servidas, apunta a la sustentabilidad como uno de sus puntos fuertes en momentos en que dicho término no había cobrado aún resonancia en nuestro país. “La tienda ancestral del nómada árabe y chino y la vivienda temporal de los primeros habitantes del archipiélago, los indios ‘caribes’, fueron elementos inspiradores para crear esta reflexión sobre un desarrollo sustentable, mediante un hábitat de mayor respeto ecológico y un uso limitado pero sin prejuicios de las tecnologías actuales”, se resalta como consideración conceptual determinante en el portal ya citado.

Al momento de su apertura en 1993 el Campamento Turístico y Ecológico Cayo Crasquí fue objeto de particular atención por parte de los editores del semanario Arquitectura HOY hasta el punto que abarcó 3 de las 4 páginas del nº 30 del 11 de septiembre de aquel año: dos de ellas (las centrales) dedicadas a mostrar fotografías de la obra y dibujos del proyecto y la otra (la primera) ocupada por el artículo “Lonas para conservar. El campamento de Los Roques” de Juan Pedro Posani.

El texto de Posani, que se inicia con una disertación acerca del rol jugado por el concepto de parque en la edad moderna y sobre el debate entre progreso y destrucción que ha derivado en el deterioro progresivo de la superficie del planeta, donde los espacios protegidos sirven sólo para mitigar la mala conciencia de una sociedad que no tiene en la protección ambiental un claro y determinante objetivo, encuentra en el campamento diseñado por Rigamonti la oportunidad de señalar una clara excepción que confirma la regla y un camino para demostrar “cómo conservar zonas de la naturaleza sin prohibir su disfrute tiene una sola solución: la del uso inteligente y cuidadoso por parte del público, combinada con las previsiones por parte de las autoridades. Educación del público y buen diseño por parte de los entes a cargo de los parques”.

Con respecto al proyecto vale la pena rescatar lo dicho por Posani en los siguientes términos que compartimos plenamente: “El campamento del Cayo Crasquí (…) está planteado en el diseño y supervisión de Jorge Rigamonti con una delicadeza y una cautela excepcionales. Con el uso de la madera, la lona y el techo de torta, la distribución abierta de las cabañas, la concentración de servicios mínimos, el tratamiento esmerado de los desperdicios y de las aguas tratadas, y la reforestación únicamente con especies locales, Rigamonti ha logrado una presencia claramente contemporánea, pero a la vez cauta y mesurada, que no altera en lo más mínimo el delicado equilibrio ecológico de la isla ni produce perturbaciones visuales. Todo lo contrario, el alegre y discreto aspecto de campamento provisional subraya de manera diáfana el carácter dominante de la inmensidad del mar, la permanencia trascendente de la naturaleza, de los manglares y de los bancos coralinos.”

El conjunto operó abierto al público sólo tres años debiendo cesar sus operaciones en 1996 por formar parte de las propiedades intervenidas por FOGADE -Fondo de Protección Social de los Depósitos Bancarios- luego de la crisis bancaria venezolana de 1994. El tiempo se ha encargado de reabsorber  naturalmente lo que fue pensado para que ello ocurriera quedando hoy muy pocos vestigios de lo que fue levantado inicialmente. De allí que volver a hablar luego de 25 años de una obra que tuvo una vida efímera pero que aún resuena pareciera que va a contracorriente de las aspiraciones de permanencia que siempre acompañan a la gran arquitectura. Revisitar un edificio que quedó en el recuerdo, más que un acto de nostalgia, pasa a ser una necesaria reivindicación que sólo va asociada a obras memorables realizadas ex profeso para que ello ocurriese como lo pueden ser los pabellones expositivos de ferias y exposiciones, referencia ineludible en el caso que nos ocupa. El Campamento Turístico y Ecológico Cayo Crasquí fue distinguido con el Gran Premio Internacional en la IX Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito, Ecuador, en 1994. El impecable registro fotográfico realizado y documentación proyectual archivada quizá deparen para el futuro un posible retorno a las arenas de Los Roques de esta modesta obra, o sirva para impregnar de su espíritu la mayor cantidad de intervenciones en parajes naturales vista (en palabras de Posani) como ejemplo de “que una concepción renovada y actual de la preservación no desdeña el uso de lo que se preserva”.

ACA

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Todas excepto página de Arquitectura HOY. https://www.behance.net/Rigamonti

Arquitectura HOY, nº 30, 1 de septiembre de 1993

Visitas memorables

Charles Correa (1930-2015)

El arquitecto indio Charles Correa visita Caracas en octubre de 1999 invitado por la Fundación Museo de Arquitectura y, en particular, gracias a las gestiones que logra encaminar uno de sus fundadores y muy activo miembro: Jorge Rigamonti (1940-2008). Para entonces, la Fundación ya había cumplido 11 años de haber sido creada (nace el 26 de enero de 1988 en la sede del Museo de Bellas Artes, a propósito de la celebración de los 50 años de dicha institución), y tenía en sus alforjas el haber liderado importantes iniciativas que dieron como resultado la divulgación de la arquitectura venezolana a través de publicaciones y exposiciones memorables. Sus directores-fundadores Celina Bentata, Helene de Garay, William Niño, Martín Padrón, Juan Pedro Posani, Jorge Rigamonti, José Miguel Roig, Leszek Zawisza y Fernando Tábora, todos arquitectos, estuvieron acompañados al momento de la creación por Tomás José Sanabria, Fruto Vivas, José Miguel Galia y Sofía Imber como directores-fundadores-honorarios y contaron con la coordinación administrativa de Helena Correa de Rigamonti.

La visita de Charles Correa se sumaba entonces a la realización y montaje de exposiciones tales como “La casa como tema” (1989, MBA), “Alvar Aalto en Venezuela” (1989, MBA), “Alessandro Anselmi. Dibujos y Proyectos” (1990, MACCSI), “Arquitectos venezolanos en la Bienal de Quito ‘90” (1990, BAQ), «Las Escalas del Espacio. Arquitectos Italianos Contemporáneos» (1991, MACCSI), “Venezuela arquitectura y trópico. 1980-1992” (1993, MAVAO), “Carlos Raúl Villanueva. Un moderno en Sudamérica” (2000, GAN), las cuales estuvieron casi siempre acompañadas de cuidados catálogos, seminarios y ciclos de discusión, donde la Fundación asumía o bien un rol protagonista o acompañaba a otras entidades en los esfuerzos que se realizaban.

A diferencia de la llegada al país de otros arquitectos célebres, la de Charles Correa no vino relacionada con un encargo determinado ni tampoco, al dejarnos, se fue con algún proyecto que pudiera haberle sido encomendado. Su venida respondió a la necesidad que había en aquel momento de señalar una referencia para la arquitectura que se estaba haciendo en la “periferia”, dentro de la cual se encuentran América Latina en general y Venezuela en particular, sin que ello implicase recurrir a la presencia de arquitectos “del patio”. Se miraba con atención así la posibilidad de entablar un diálogo sur-sur teniendo como excusa la experiencia acumulada y el interesante sesgo que caracterizaba la obra del arquitecto nacido en Hyderabad, provincia de Goa (ex colonia  portuguesa), India, formado en la Universidad de Michigan y el MIT, instalado en Bombay desde 1958, que ya para entonces era reconocido como uno de los más importantes de su país (junto a Balkrishna Doshi -Premio Pritzker 2018- y Raj Rewal), destacando por llevar a cabo realizaciones adaptadas a la condición multicultural de su populosa tierra de origen, en las que había puesto un especial énfasis en conservar los recursos, la energía y el clima como los principales factores a la hora de ordenar el espacio, y buscaba a través de soluciones no convencionales fusionar lo moderno con las tradiciones propias del lugar donde su arquitectura se erige.

1 Arriba: Gandhi Memorial Museum & House (Sabarmati Ashram), 1963. Centro: Jawahar Kala Kendra, Jaipur, India, 1992. Abajo: Bhopal State Assembly, Gujarat, India, 1993

Dos fueron las oportunidades que se dio la prensa local para promocionar y dar relevancia a la visita de Correa. Por un lado, Arquitectura HOY publicó una nota en el nº 317 del 15-10-1999, que resume su ya divulgada y premiada trayectoria, de donde podemos destacar obras como el planeamiento de Navi Mumbai dedicado a viviendas de bajo costo, el memorial de Mahatma Gandhi en el Sabarmati Ashram (Ahmedabad) o la Asamblea del Estado para Madhya Pradresh; la monografía a cargo de Kenneth Frampton editada por Thames & Hudson (1996); su amplia experiencia docente en Harvard, Pennsylvania, Tulane y Washington (habiendo sido Profesor en la Universidad de Londres, el MIT y Cambridge), y entre los galardones la obtención en 1984 de la Medalla de Oro de la RIBA, en 1988 del Premio Aga Khan para la arquitectura, en 1990 de la Medalla de Oro de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA) y en 1994 el Praemium Imperiale (Japón).

Por otra parte, El Diario de Caracas le dedica a Correa toda su página de arquitectura del mismo 15-10-1999, a cargo de Oscar Tenreiro, titulándola “INDIA. Charles Correa en Caracas”. Allí se recoge un texto firmado por el propio Tenreiro y Jorge Rigamonti en el que por una parte se resume lo acumulado por el arquitecto indio en su vida profesional y, por la otra, se amplían las razones que permitieron entender por qué fue el personaje elegido para venir a Venezuela en aquel momento. De aquí, y en tal sentido, es conveniente rescatar lo siguiente: “En un fin de siglo turbulento caracterizado por la globalización económica y cultural, donde arquitectos famosos realizan frecuentemente experimentos gramaticales sin pensamiento olvidando el compromiso ético-estético del Movimiento Moderno y el valor social de la arquitectura, Charles Correa realiza acciones leves y disciplinadas que califican lo urbano como expresión colectiva en un mundo caótico y desigual que debemos contribuir a mejorar (…) Aquí en Venezuela, país privilegiado por un amplio mestizaje, lleno de problemas, sí, pero definitivamente más acotables y solucionables que los de la India, debemos creer en la oportunidad de alcanzar una arquitectura legitimada y actuar creativamente en el proceso de cambios, descubriendo las oportunidades que se presentan en las fisuras, deseos y necesidades de la Sociedad Civil. ‘El pensar en relaciones es más difícil que el simple contar cosas’ aseveró el sociólogo N. Luhmann. ¿Podrán Charles Correa y esta última frase enriquecer nuestras actuaciones futuras?”, cita que al día de hoy aún cuenta con total vigencia.

Correa dictó una Conferencia Magistral en el auditorio de la Torre Corp Banca (hoy BOD) el sábado 16 de octubre de 1999 a las 5:00 p.m. en la que expresó su manera de entender la arquitectura a través de la extensa obra que tenía acumulada a los 69 años de edad. Todavía logró sumar posteriormente una experiencia de casi 15 años y publicó en 2010 A Place in the Shade: The New Landscape and Other Essays, resumen de su pensamiento arquitectónico, hechos que permiten en su conjunto catalogarlo como “el más grande arquitecto de India” y una de las figuras fundamentales del panorama mundial de la arquitectura contemporánea.

ACA

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  1. https://www.plataformaarquitectura.cl/cl/791073/architecture-as-an-agent-of-change-remembering-charles-correa-indias-greatest-architect/576145f4e58eceea6c00018c-architecture-as-agent-of-change-remembering-charles-correa-india-photo?next_project=no, https://www.epdlp.com/arquitecto.php?id=34 y https://archnet.org/sites/1406/media_contents/9925

TAL DÍA COMO HOY…

… el 13 de mayo de 1995 aparece desplegado a todo lo ancho del número 106 de Arquitectura HOY el resultado de la primera etapa del Concurso Nacional de Ideas para el Patio-Jardín Esquina La Torre, Caracas.

El llamado a concurso para proponer una vez más respuestas a lo que en algún momento hemos denominado desde estas mismas páginas como la “la más descuidada entre las más importantes esquinas del país” (ver Contacto FAC números 33 y 34 del 26-06 y 02-07-2017, respectivamente), se hizo a comienzos del 1995 generando, una vez más, entusiasmo y expectativas por el significado del espacio objeto de atención más allá del destino, escala urbana y peso programático que establecían sus bases.

La cobertura dada por Arquitectura HOY y muy particularmente por Enrique Fernández-Shaw a este evento, estuvo conformada por tres entregas fechadas el 6 de mayo (nº 105), el 13 de mayo (nº 106 que reproducimos hoy) y el 27 de mayo de 1995 (nº 108).

De lo recogido en el semanario se desprende que fueron un total de 28 los participantes que entregaron sus propuestas el 21 de abril las cuales fueron expuestas en el Palacio de la Gobernación del Distrito Federal, ente que junto al Instituto de Patrimonio Cultural fueron los convocantes. También, que las deliberaciones estuvieron a cargo de un calificado jurado integrado por Asdrúbal Aguiar -Gobernador del Distrito Federal-, Juan Pedro Posani -Presidente del Instituto de Patrimonio Cultural- y los arquitectos Carlos Gómez de Llarena, William Niño, Pablo Lasala, Morela Montero y Jesús Tenreiro.

Sin embargo, es la lectura del veredicto reproducido en el número que hoy nos ocupa lo que permite develar que no han debido ser fáciles las deliberaciones del jurado ello derivado de dos circunstancias: la primera es que el fallo hecho público el viernes 28 de marzo no arrojó a la primera un único ganador sino que abrió un compás de dos meses adicionales para que cinco propuestas fueran desarrolladas (con base en recomendaciones particulares dirigidas a cada una) a objeto de llevar a cabo la selección final. La segunda se infiere del “voto salvado” y desvinculación de la decisión final de Jesús Tenreiro.

Así, la mayoría de los miembros del jurado exigía a los concursantes clasificados revisar de nuevo con detenimiento los objetivos principales que se planteaban en las bases del concurso y, en particular, tomar muy en cuenta el “marco de provisionalidad de la obra a realizar y el estricto límite presupuestario que a ésta le corresponde” así como también evidenciar “una mayor reflexión en cuanto a las relaciones con el entorno inmediato”, acentuando lo siguiente: “Queremos destacar lo inconveniente, en unos casos, de la excesiva exaltación de la monumentalidad, y en otros, de la disponibilidad en el futuro para una edificación correspondiente al rango espacial y emblemático que le corresponde”, argumentos que hablan por sí solos sobre las limitaciones con las que se buscaba abordar un lugar tan emblemático y el “sometimiento” y reto que se imponía a los participantes, aspectos que intuimos formaron parte importante de las deliberaciones y que no dudamos hicieron aflorar encendidas polémicas que pudieron derivar en el “voto salvado” por Tenreiro.

En todo caso, correspondió pasar a la segunda fase a los equipos conformados por: 1. Jorge Rigamonti, Mario Quirós y Alfredo Caraballo; 2. Luis Edurdo Fernández, Salvador Santorsola y Marisol Martínez; 3. Pablo Ballini y Rosalinda Barbosa; 4. Joel Sanz, Juan Carlos Parilli y Francisco Arocha; y 5. Enrique Feldman, otorgándosele Mención Honorífica a las propustas presentadas por: 1. Alessandro Famiglietti, Francisco Javier Cibeira y Carlos Gago; 2. Doménico Silvestro; 3. Cristina Von der Heyde y Javier Caricatto; y 5. Francisco Martín Domínguez. De todas ellas se recoge alguna imagen y un breve resumen en el ejemplar de Arquitectura HOY que hoy nos acompaña.

La entrega final de las cinco propuestas clasificadas se pautó para el 15 de mayo en la sede del Instituto de Patrimonio Cultural, haciéndose énfasis en la obligatoriedad, revisión y ajuste de los costos  “a fin de no sobrepasar el límite establecido en las bases (Bs. 30.000.000)” y en la necesidad de entregar “los cómputos de obra correspondiente”. Así mismo resalta el hecho de que “la Gobernación del Distrito Federal otorgará a los participantes de esta segunda etapa la cantidad de Bs. 200.000,00, a cancelarse una vez entregadas las propuestas, como compensación de los gastos inevitables en que los concursantes incurrirán”.

Finalmente, vencido el lapso, tomadas en cuenta las recomendaciones hechas por el jurado y cumplido con los requisitos exigidos fue seleccionado “por mayoría” como ganador del concurso el proyecto presentado por Jorge Rigamonti, Mario Quirós y Alfredo Caraballo. En esta segunda ocasión el jurado de forma escueta destacó “la altísima calidad de todas las ideas desarrolladas y señala que en esta oportunidad se vuelve a poner de manifiesto la utilidad y eficiencia cultural de la institución del concurso, la cual se recomienda generalizar particularmente en el ámbito público”.

1. Renders de la propuesta ganadora del Concurso presentada por Jorge Rigamonti, Mario Quirós y Alfredo Caraballo

De la propuesta de Rigamonti, Quirós y Caraballo, que contó con la colaboración de Ángela Rodríguez y Carmen Marquina, nos ha parecido procedente rescatar parte de la descripción que aparece en https://www.behance.net/gallery/12163537/Garden-Patio-at-La-Torre-Corner-of-Bolivar-Square y algunas de las imágenes que se prepararon para su presentación. En tal sentido, los 2.000 metros cuadrados ubicados en la esquina noreste de la Plaza Bolívar de Caracas objeto del Concurso se abordaron con el objetivo de crear “un espacio representativo para los actos protocolares y recepciones de la Gobernación, y ocasionalmente permitir el acceso público para actos culturales y recreativos”. Así mismo ‘El Patio-Jardín’ completa volumétrica y espacialmente la Plaza Bolívar, y reconstruye la esquina de la torre de la Catedral, mediante muros articulados y relacionados con los edificios cercanos, transmitiendo un sentido de dignidad y atemporalidad. (…)

Los muros en el patio-jardín se hacen instrumento de identificación, forman un ‘lugar’ y definen al mismo, crean una relación de inclusión-exclusión, y permiten reencontrar el sentido de ‘interioridad’, logrando una ‘intimidad’ rara en los espacios públicos de Caracas. Dichos muros ordenan en una secuencia cinemática, el recorrido desde el acceso indirecto, permitiendo un paseo narrativo dentro de un jardín evocador, donde las visuales a través de la vegetación y las articulaciones de los muros, nos sitúan en relación a la torre de la Catedral y su entorno, para luego desmaterializarse en la ‘Esfera Virtual’ del maestro Jesús Soto (presente como elemento a incorporar dentro de las bases del concurso). El piso a su vez también se desmaterializa en el espejo de agua que refleja la esfera”.

El desenlace final, lamentablemente, no derivó en la construcción de esta pieza que lidiando con todos los inconvenientes surgidos y desventajosas condiciones impuestas da la ocasión de encontrarnos pese a su “provisionalidad” y su escasa masa edificada con una obra que apuesta a trascender generando un recinto autónomo cargado de una clara impronta artística y poética que no olvida su condición de esquina.
Transcurridos 23 años el flanco noroeste de la esquina La Torre, marcado por una especie de designio negativo, sigue esperando su necesaria dignificación.

ACA

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  1. https://www.behance.net/gallery/12163537/Garden-Patio-at-La-Torre-Corner-of-Bolivar-Square