Esta semana nos llegó la noticia de que el libro Diseñar en el Antropoceno: la arquitectura más allá de la sostenibilidad del arquitecto y profesor Domingo Acosta, en cuya coedición participó, entre otros, Ediciones FAU UCV, ganó el Premio Juan Manuel Cajigal al mejor libro de texto de Ingeniería y el Hábitat, galardón que otorga la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat. El premio se entregará en Sesión Solemne en el Palacio de las Academias el próximo mes de junio.
La crisis ecológica representa el peligro más grave para la vida en el planeta. El impacto de las actividades humanas ha conducido a la emisión masiva de gases de efecto invernadero, que a su vez han elevado las temperaturas hasta umbrales peligrosos, provocando el cambio climático y la entrada de una nueva época geológica: el Antropoceno. En ella, la huella humana en el medio ambiente global se ha vuelto tan extensa y activa que rivaliza con la naturaleza en su repercusión sobre el funcionamiento del sistema Tierra.
Diseñar en el Antropoceno: La arquitectura más allá de la sostenibilidad expone la evolución del pensamiento que condujo a los conceptos actuales del diseño sostenible —desde los años setenta hasta la segunda década del siglo XXI—, a partir de la interpretación de los acontecimientos, ideas y corrientes que ocurrieron en distintas etapas de la arquitectura bioclimática, verde o ecológica, sobre la base de las experiencias académicas y profesionales en las que el arquitecto Domingo Acosta ha tenido la oportunidad de participar y compartir.
A través del libro se despliegan y contrastan ejemplos nacionales e internacionales, así como algunos proyectos del autor, que ilustran y demuestran los criterios y conceptos aquí presentados, junto a una exploración de enfoques y estrategias de diseño en el contexto del Antropoceno. El panorama que como humanidad enfrentamos es enormemente difícil; investigar opciones y evaluarlas es algo más que una obligación ética. Es un asunto urgente de simple supervivencia.
… que en febrero de 2015 se declara el ganador del Concurso Público para el Proyecto Subsede de Guayana del Banco Central de Venezuela (BCV), Puerto Ordaz?
1. Perspectiva de la propuesta ganadora del Concurso para la Subsede Guayana del Banco Central de Venezuela (BCV) en Puerto Ordaz. Consorcio VAV-PMA representado por el Arq. Domingo Acosta e integrado, además por los arquitectos Miguel Acosta y Efraín Vivas y los ingenieros Alfredo Calzadilla y Ottavio Ulisse.
El certamen, programado y coordinado por la arquitecto Aurora Zapata e impulsado con entusiasmo por el economista José Khan (miembro de la directorio del BCV), cuyo jurado fue presidido por el arquitecto Américo Faillace, representante a su vez del Colegio de Ingenieros de Venezuela (CIV), se realizó en dos etapas. La primera que consistió, una vez publicado el 25 de mayo de 2014 el aviso de prensa que convocaba al “Concurso público para la selección de empresas, firmas consultoras o personas naturales para la elaboración del proyecto de la Subsede Guayana del Banco Central de Venezuela”, en la recepción hasta el 27 de junio a las 3:30 p.m. de los recaudos exigidos para la preselección, fase para la que se presentaron hasta cuarenta y cuatro (44) aspirantes; y la segunda que, una vez preseleccionados diecisiete (17) de ellos, se tradujo en la revisión final de los “Aspectos Profesionales y Propuesta Preliminar de Conjunto”, según los requisitos establecidos en las bases del Concurso entregados por sólo ocho (8) de los preclasificados, que dio como resultado la selección de un grupo ganador y otros tres a los que se les otorgó mención honorífica.
Fue distinguido como vencedor, haciéndose merecedor de la contratación para el desarrollo del proyecto completo, el Consorcio VAV-PMA representado por el Arq. Domingo Acosta e integrado, además por los arquitectos Miguel Acosta y Efraín Vivas y los ingenieros Alfredo Calzadilla y Ottavio Ulisse.
2. Perspectiva de la propuesta que obtuvo la primera Mención Honorífica del Concurso para la Subsede Guayana del Banco Central de Venezuela (BCV) en Puerto Ordaz. ADJKM Arquitectos C.A./ Montemayor Arquitectos C.A./VEPICA. 3. Perspectiva de la propuesta que obtuvo la segunda Mención Honorífica del Concurso para la Subsede Guayana del Banco Central de Venezuela (BCV) en Puerto Ordaz. MA+ Micucci arquitectos asociados, BOCA y AM Estudio de Arquitectura.4. Láminas de entrega de la propuesta que obtuvo la tercera Mención Honorífica del Concurso público para la selección de empresas, firmas consultoras o personas naturales para la elaboración del proyecto de la Subsede Guayana del Banco Central de Venezuela. Ing. Esteban Tenreiro.
La primera Mención Honorífica, correspondió al equipo de profesionales ADJKM Arquitectos C.A./ Montemayor Arquitectos C.A./VEPICA. La segunda le fue conferida a MA+ Micucci arquitectos asociados, BOCA y AM Estudio de Arquitectura; y la tercera al grupo representado por el Ing. Esteban Tenreiro.
Del detallado informe elaborado por Faillace, se hizo del conocimiento general lo siguiente, indicado destacadamente en el Veredicto:
“Como es sabido, los concursos públicos o privados para la ejecución de proyectos de complejidad, por sus resultados comprometidos con el urbanismo, la arquitectura, la ingeniería y todas aquellas disciplinas que inciden, en especial, las que promueven el uso de nuevas fuentes de energía, deben generar instalaciones diversas que contribuyan al autosostenimiento y economía en todos los frentes. (…) Cada una de las respuestas formuladas responden a alta calificación para el desarrollo de planes de cualquier naturaleza, en producción de ideas avanzadas en el campo del proyecto y construcción, por tanto, se ha obtenido una muestra significativa de la tradicional altísima formación, capacidad y experiencia profesional para la atención de programas, proyectos, construcción y mantenimiento de obras a nivel nacional. (…) Por tanto, se hace necesario aprovechar esta nueva oportunidad, promovida por el BCV, para continuar, con énfasis, promocionando y resaltando esta valiosa capacidad instalada profesional, en Venezuela”.
5. Dibujos provenientes de la entrega de la propuesta ganadora del Concurso para la Subsede Guayana del Banco Central de Venezuela (BCV) en Puerto Ordaz.
Ampliamente presentado por la revista Entre Rayas en su portal web el 9 de marzo de 2015 como “un tepuy en lo alto de Ciudad Guayana”, frase con la que se identificó en la segunda etapa del concurso, el proyecto ganador se muestra como “símbolo de carácter público en el perfil urbano. Visible desde la distancia, la imagen se convertirá en referencia del imaginario colectivo de la ciudad. Su falda vegetal desciende hacia el Norte para formar el ‘Bosque de los Vientos’. Al Oeste, una curiara complementa la referencia de todo el conjunto a la dimensión geográfica, cultural e histórica de la región guayanesa. El tepuy, el ‘Bosque de los Vientos’, la curiara y el basamento del tepuy conforman así los cuatro elementos fundamentales de esta propuesta.”
A la imagen simbólica se suman criterios relacionados a la integración al contexto urbano y al paisaje circundante mediante un generoso espacio público abierto que propicia, junto a una plaza cubierta y otras actividades, la conectividad urbana y potencia su ya asomada integración al paisaje.
6. Propuesta ganadora del Concurso para la Subsede Guayana del Banco Central de Venezuela (BCV) en Puerto Ordaz. Criterios de diseño bioclimático y ahorro energético
Pero si algo cobra real importancia en el planteamiento presentado por el grupo ganador son los criterios de diseño bioclimático y ahorro energético, los cuales estuvieron acompañados de la serie de gráficos e ilustraciones que por su atractivo y claridad enriquecieron la presentación entregada. A ello se adiciona el uso de una tecnología de la construcción que, basada en el acero, se presenta flexible y de rápido montaje dada su condición de construcción seca conformada por componentes modulares, en la que se tomó muy en cuenta la sismorresistencia como factor que disminuye la vulnerabilidad. A todo lo anterior habría que agregar como variable tecnológica el diseño de un “campo eólico de 42 aerogeneradores de eje vertical.”
7. Propuesta ganadora del Concurso para la Subsede Guayana del Banco Central de Venezuela (BCV) en Puerto Ordaz. Diagrama explicativo de los elementos que forman el conjunto
En resumen, los elementos del conjunto que con precisión describen el proyecto son:
Tepuy: Torre de Oficinas BCV.
Curiara: Espacios Públicos Internos de contacto con la comunidad.
Basamento – Volumen Bajo: Actividades académicas, de investigación y certificación.
“Bosque de los Vientos”: Espacios Públicos Abiertos.
Una vez concluido el proyecto, para noviembre del año 2015 se llama a un concurso abierto para la realización de las “Obras provisionales, movimiento de tierras y muros anclados del Proyecto Subsede Guayana del Banco Central de Venezuela, en lote del terreno identificado como UD-250, ubicado en la ciudad de Puerto Ordaz, estado Bolívar”, consistente en un “Acto único de recepción y apertura de sobres contentivos de manifestaciones de voluntad de participar, documentos de calificación y ofertas”, llamado que se repite entre enero y febrero de 2016 cuyo desenlace, en principio, permitió el inicio de las obras.
8. Estado de la construcción de la propuesta ganadora del Concurso para la Subsede Guayana del Banco Central de Venezuela (BCV) en Puerto Ordaz, febrero 2020
El 19 de febrero de este año 2020, TalCual publica “Sede del BCV en Puerto Ordaz: otra muestra de la desenfrenada corrupción”, nota periodística que se encuentra acompañada de imágenes que dan cuenta del avance de una construcción que no ha alcanzado ni siquiera aquello que se licitó hace ya cuatro años y menos del 10% del total de una obra que se ofreció culminar en 2018:“… la construcción corrió con la misma suerte del III Puente sobre el río Orinoco y de la represa Tocoma: abandono total”, señalará el periódico.
Deseamos que en algún momento este sombrío panorama que acompaña tanto al país en general como a la Subsede de Guayana del Banco Central de Venezuela en Puerto Ordaz y otros tantos emprendimientos de envergadura que nos ha tocado reseñar desde aquí, se revierta “para continuar -tal y como señaló Faillace-, con énfasis, promocionando y resaltando esta valiosa capacidad instalada profesional, en Venezuela”.
Nota
El Proyecto ganador del Concurso para la Subsede Guayana del Banco Central de Venezuela (BCV) en Puerto Ordaz (“Un tepuy en lo alto de Ciudad Guayana”), del Consorcio VAV-PMA representado por el arquitecto Domingo Acosta, obtuvo en la XIII Bienal Nacional de Arquitectura de 2019 el Premio en la Categoría Proyectos en Ejecución y, además, recibió Mención Honorífica en el Gran Premio XIII Bienal.
En la actualidad, la crisis ecológica representa el peligro más grave para la vida en el planeta. El impacto de las actividades humanas ha conducido a la emisión masiva de gases de efecto invernadero, que a su vez han elevado las temperaturas hasta umbrales peligrosos, provocando el cambio climático y la entrada de una nueva época geológica: el Antropoceno. En ella, la huella humana en el medio ambiente global se ha vuelto tan extensa y activa que rivaliza con la naturaleza en su repercusión sobre el funcionamiento del sistema Tierra.
Diseñar en el Antropoceno. La arquitectura más allá de la sostenibilidad pretende exponer la evolución del pensamiento que condujo a los conceptos actuales del diseño sostenible —desde los años setenta hasta la segunda década del siglo XXI—, a partir de la interpretación de los acontecimientos, ideas y corrientes que ocurrieron en distintas etapas de la arquitectura bioclimática, verde o ecológica, sobre la base de las experiencias académicas y profesionales en las que el arquitecto Domingo Acosta ha tenido la oportunidad de participar y compartir.
A través del libro se despliegan y contrastan ejemplos nacionales e internacionales, así como algunos proyectos del autor, que ilustran y demuestran los criterios y conceptos aquí presentados, junto a una exploración de enfoques y estrategias de diseño en el contexto del Antropoceno. El panorama que como humanidad enfrentamos es enormemente difícil; investigar opciones y evaluarlas es algo más que una obligación ética. Es un asunto urgente de simple supervivencia.
Extracto del “Prologo” elaborado por Alfredo Cilento
Esta publicación es de estudio obligatorio, no solo para arquitectos, urbanistas y estudiantes de esas carreras, sino para todos los profesionales que participan en las actividades del sector construcción y que usan como herramienta el diseño.
Como bien señala Domingo en el Prefacio, “el diseño es también una actividad que atañe a otros campos profesionales: los abogados hacen proyectos de ley; los médicos diagnostican y planifican la mejoría de sus pacientes; los economistas construyen proyecciones financieras; los empresarios planifican la producción, y así sucesivamente. Quizás la mayor preocupación a la hora de diseñar es que, una vez implementados los planes, se produzcan efectos secundarios no deseados que sobrepasen o anulen los beneficios que el proyecto había concebido, o terminen por causar peores situaciones de las que originalmente se pretendía resolver”.
(…) … debo señalar que la joya de la corona la constituye el capítulo 4, donde Domingo presenta un profundo análisis del significado y las estrategias para el diseño en los tiempos que corren, tiempos del Antropoceno y el cambio climático, de los efectos secundarios del diseño y la tecnología, de las estrategias de diseño, de los actores y políticas frente al cambio climático, y discute sobre los dilemas éticos que plantea la exigencia de enfrentar la mitigación de los efectos de nuestras acciones. Lo que más impresiona es la magnitud de la documentación consultada, analizada y citada para el desarrollo de este fundamental apartado del libro, lo que ratifica la calidad y curiosidad intelectual de nuestro prologado.
Domingo Acosta (Caracas, 1952). Arquitecto egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en 1979. Maestría y Ph.D. en Arquitectura, Universidad de California, Berkeley. Profesor titular del Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción (IDEC), Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la UCV. Ha sido profesor invitado de las Universidades de: Buenos Aires (UBA); Cornell, NY; Politécnica de Madrid; Politécnica de Cataluña; Internacional de Andalucía y Piloto de Bogotá, entre otras instituciones. Su práctica profesional y su actividad académica se han centrado en investigaciones y proyectos de urbanismo y arquitectura sostenible, así como en el desarrollo de técnicas constructivas de difusión popular, temas sobre los que ha publicado numerosos artículos.
Los expresivos dibujos recogidos en nuestra postal del día de hoy, elaborados por Domingo Acosta (Arquitecto, UCV, 1979; Master of Architecture, University of California Berkeley, 1982; Ph.D. in Architecture, University of California Berkeley, 1986; y profesor titular en la FAU UCV), como diseñador del hotel Stauffer (cuya construcción se culmina en 1995), nos podrían permitir rescatar y valorar el papel de acompañante en la concepción y desarrollo de un proyecto que cobra el croquis para algunos profesionales, y la vida propia que ellos empiezan a adquirir dentro de la aproximación que a su obra se pretenda hacer. Sobre este tema ha escrito con propiedad Frank Marcano Requena quien en su ensayo “El croquis como instrumento de diseño” (incluido en el libro Croquis.Plan Rector. Ciudad Universitaria de Caracas de Gorka Dorronsoro -2000-, reseñado en Contacto FAC nº 65 del 25-02-2018), precisa cómo este tipo de dibujos no sólo dan cuenta del proceso creativo que puede acompañar a determinada obra sino también acerca de los temas y preocupaciones que van de la mano de su autor como parte de su devenir intelectual.
Así, podríamos descubrir tras los bocetos de Acosta, por un lado, su utilización como recurso para explicar desde lo puntual varios de los aspectos fundamentales que develan el énfasis dado a la concepción de esta edificación y, a su vez, la manera como puede explicarse, a partir del diseño de algunos de sus elementos constructivos, la forma como se pensó en su caracterización y la ambientación que se buscaba dar a algunos de sus espacios más importantes.
Pero lo que esta aparente representación parcial denota es la presencia de una visión que sobre la arquitectura se tiene y que gira en torno a lo que se ha denominado el “desarrollo sostenible”, línea de trabajo que Acosta ha desplegado y puesto en práctica tanto en sus proyectos profesionales como en su actividad como investigador dentro del Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción (IDEC) de la FAU UCV, buscando demostrar permanentemente cómo ambas actividades pueden alimentase mutuamente en pro de una arquitectura “ecológica y socialmente responsable”. Estrategias tendientes a lograr una arquitectura y construcción sostenibles pueden encontrarse, entre otras, tras el diseño bioclimático, la reducción del consumo energético, la reducción del consumo de recursos y desechos, y la creación de lugares sostenibles, tal y como se señala en la página http://www.domingoacosta.com/site/.
De esta manera, cuando Stambul Ingeniería, Procura y Construcción le llama para proyectar el hotel Stauffer, Acosta (quien contó con la colaboración del arquitecto Carlos Gambino) encuentra una excelente oportunidad de poner en evidencia las preocupaciones que ya venía desarrollando con relación a los temas apuntados. Al describirlo, tal vez por lo temprano de la fecha, se hace mención no tanto a “desarrollo sostenible” sino más bien a “el clima como tema fundamental en el diseño”, condiciones ambas que sin duda siempre deben ir de la mano.
Para concebir la propuesta se apela a la valoración de su localización en los verdes llanos de Monagas (al norte de la ciudad de Maturín) a los que “hasta pareciera que la sequía no lo afecta” y a la voluntad de captar la infinitud que ofrece el paisaje, resumida en la consideración de un poderoso medio ambiente donde la lluvia, la humedad, el calor y la inmensidad de «un horizonte multiverde» conforman un inmejorable marco natural al que había de escuchar.
Según podemos extraer de la página ya mencionada: “El conjunto arquitectónico consiste en un anillo de edificaciones bajas que abrazan un gran patio central, como en las grandes haciendas y casas coloniales venezolanas. Los propietarios estuvieron de acuerdo en que hubiera sido un exabrupto construir una torre en medio del llano; además, apreciaron que el esquema adoptado permitiera proyectar y construir simultáneamente e inaugurar por etapas, como forma de disminuir los costos financieros”.
En un terreno de más de 3 hectáreas, con un área de construcción de cerca de 20.000 m2, un total de 230 habitaciones y el apoyo de todos los servicios que han permitido catalogarlo como un hotel cinco estrellas, su bien logrado diseño ofreció a los redactores del Arquitectura HOY la ocasión de presentarlo en las páginas centrales de su nº 64 (4 de junio de 1994) acompañándolo, entre otros, del siguiente comentario: “…la proposición ha trascendido la creación de un microclima; es un microcosmos en el cual galerías, balcones, aleros, pérgolas y vegetación conforman espacios intermedios de sombras que protegen y generan nuevos ámbitos, en donde los rigores del clima se apaciguan y se domestican, con una arquitectura que parece estar tejiendo sobre la urdimbre de la naturaleza presente. El conjunto hotelero expone sus adhesiones a las condiciones del sitio, a los materiales y los detalles que son familiares -como una Casa Grande- atendiendo también con naturalidad, a las disponibilidades técnicas contemporáneas y la racionalidad constructiva, como si la decisión de diseñar con el clima estuviera liberada de cualquier hábito formal o técnico”. Quizás valga la pena observar de nuevo la postal para confirmar lo expresado en el semanario.
Constituye el Stauffer una clara excepción dentro de los hoteles de reciente data que, basado de sus valores, ha salido al relevo de algunos de los pertenecientes a la emblemática cadena de la CONAHOTU construidos en los años 50 del siglo XX, y servido para dar una nueva oportunidad de mostrar de manera renovada cómo deben enfrentarse aspectos constructivos, ambientales y de caracterización ligados ahora al desarrollo sostenible. Pese al tiempo que los separa, podría sumarse perfectamente a la saga conformada por los hoteles Moruco, Prado Río y muy particularmente el Llano Alto dada su localización, materiales, lógica constructiva empleada y acento dado a las variables ambientales.
Afortunadamente al día de hoy el hotel Stauffer aún se encuentra bien mantenido y sigue siendo referencia se primer orden para quienes quieran visitar el oriente del país. Los operadores turísticos, sin escatimar en elogios, no dudan en promocionarlo en virtud de que “ofrece un armónico y placentero contraste con un paisaje en condiciones prácticamente vírgenes, además, brinda la cómoda cercanía de los principales y más variados encantos naturales de la región, como la Cueva del Guácharo, un imponente monumento natural y uno de los pocos santuarios de esta ave a nivel mundial, ubicado en el macizo oriental, importante reducto de bosques y fuentes de agua para la región”.