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¿SABÍA USTED…

… que en 1972, el arquitecto Jorge Castillo diseña y desarrolla un sistema prefabricado cuyo producto llamó “Casa Mara”?

Casa Mara utilizada como vivienda elevada del suelo

Hablar de la “Casa Mara” y de Jorge Castillo Blanco (1933, arquitecto FAU/UCV, Promoción 9 -1959-) significa aproximarse al rico universo innovador de uno de los creadores más audaces dentro del diseño y la arquitectura contemporánea venezolana.

Ignacio Urbina Polo en el texto “El diseño industrial en Venezuela: una mirada de su historia”, aparecido en el blog  Di-Conexiones el 14-06-2010 no duda en incluir a Castillo entre los pioneros que “marcaron momentos importantes en el desarrollo de una tridimensionalidad y una objetualidad construida en el país en plena modernidad, con las magistrales intervenciones” concentradas en gran medida en el diseño de mobiliario y otros elementos del paisaje del hogar donde destacan los casos, entre otros, de Miguel Arroyo, Cornelis Zitman, Emile Vestuti y Rudolf Steikal, y que tiene en Castillo otro punto de referencia ya que formó parte de “los invitados del Centro Industrial del Mueble Avelca, junto a reconocidos arquitectos internacionales como Gio Ponti, Tobia Scarpa, Tito Agnoli, Carlo Bartoli, Cini Boeri y Pierluigi Spadolini”, por lo cual Urbina no pierde la oportunidad de hacer también mención en su ensayo a la “Casa Mara”.

La innovadora propuesta de Castillo consistió en el diseño de un módulo habitacional prefabricado, de forma circular inspirada en estructuras de la naturaleza, y que integra arquetipos de vivienda indígena, como la churuata.

Gr´ficos y fotos que explican las partes que conforman la casa, su ensamblaje y acabado final
Planta y modelo de la casa Mara en su disposición convencional como vivienda colocada en los espacios abiertos de Parque Central

Planteada para ser reproducida en serie, la “Casa Mara” se trata de un sistema constructivo compuesto de elementos geométricos en forma de gajos de poliéster y poliuretano desarmables y reforzados con fibra de vidrio (diez en total), que ofrecen la oportunidad de contar con un acabado final de corte industrial y uniforme los cuales, una vez ensamblados, recuerdan la forma de una mandarina o una calabaza. Pintadas como fueron muchas de ellas de color naranja la asociación con la fruta no se hizo esperar.

El proceso constructivo contempla, en primer lugar, la preparación del sitio donde va el módulo: una losa de cimentación de forma circular de 7,70 m de diámetro. Posteriormente se procede a la unión de los 10 gajos por medio de ensamblaje y tornillos hasta completar el módulo. Luego de unir los gajos se coloca la cúpula.
Más allá de haber sido concebida como unidad de vivienda unifamiliar (tal es el caso del conjunto realizado en la Fundación CIEPE, San Felipe, Edo. Yaracuy), el uso más extendido que se le dio a la “Casa Mara” fue el institucional, pasando a convertirse en recintos donde funcionaron pequeñas oficinas de correos bajo la administración del Instituto Postal Telegráfico (IPOSTEL), las cuales estuvieron diseminadas en diversas zonas de la capital y el resto del país. También ha sido utilizada como módulos policiales y en algún caso se les ha colocado en disposición “palafítica” cuando las condiciones del lugar así lo ameritan.

La búsqueda y hallazgo por todo el país en las más insólitas condiciones de ejemplares de la “Casa Mara”, ha dado pie a una larga lista de lugares que van desde el archipiélago de Los Monjes al Unicentro El Marqués, pasando por el Hipódromo La Rinconada, el Aeropuerto Internacional de Maiquetía y las playas de Morón.

Detalle de la unión entre dos módulos para uso educacional
Forma elíptica y sus combinaciones utilizadas para guarderías infantiles
Alternativas de utilización para vivienda adoptando la forma elíptica
Proyecto para un centro empresarial que incluía un hotel de 15 plantas (derecha) donde cada una estaba formada por seis módulos (izquierda)

La versatilidad que ofrecía la “Casa Mara” permitió arreglos que iban desde guarderías (como la proyectada para Margarita conformada por cinco células que tomaron forma elíptica a los que anexaba una cápsula prefabricada de baño), a unidades de servicio odontológico, siempre apelando a la modificación del módulo original mediante el crecimiento lineal por separación de los dos casquetes que lo conforman, condición que también permitió generar unidades de vivienda de mayores dimensiones con el baño en su interior.

La experimentación con la “Casa Mara” se vio plasmada también en la realización de un proyecto para un centro empresarial que incluía un hotel de 15 plantas donde cada una estaba formada por seis módulos básicos con habitaciones individuales y suites, el cual nunca llegó a concluirse.

Jorge Castillo, quien realizó estudios en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas, ha desarrollado una significativa obra artística, que se inicia con el grupo de los pintores informalistas de la década de los 50, en paralelo a su obra arquitectónica. Una vez graduado, fue profesor asistente del maestro Carlos Raúl Villanueva y se desempeñó como docente de la Cátedra de Diseño Arquitectónico de la Universidad Central de Venezuela entre 1959 y 1975.
Su inclinación por la vertiente experimental dentro de la arquitectura se ve reflejada desde temprano cuando colabora en el diseño del Sistema D utilizado en una de las primeras experiencias de industrialización de la arquitectura venezolana: el Proyecto Experimental de Viviendas Multifamiliares en San Blas. Edo. Carabobo (1963), a cargo de la Unidad de Diseño en Avance del Banco Obrero coordinada por Henrique Hernández. También cuando en 1968 realiza la propuesta y construcción del Parque Recreacional El Conde en la avenida Bolívar, importante calistenia de la que sin duda derivará posteriormente la “Casa Mara”.

La búsqueda por lograr una efectiva integración entre arte y arquitectura le permite obtener el Premio Vivienda Unifamiliar  de la VI Bienal Nacional de Arquitectura (1976) con la Casa Gamero en la que trabaja con Carlos Cruz-Diez.

Por otra parte, Castillo es uno de los 6 arquitectos invitados para integrar la recordada exposición “Los Signos Habitables. Tendencias de la Arquitectura Venezolana Contemporánea”, realizada en la Galería de Arte Nacional de Venezuela en 1984.

Tanto en los años previos como en los que siguieron a la creación de la “Casa Mara”, Jorge Castillo desarrolló una fructífera carrera profesional que le hizo acreedor del Premio Nacional de Arquitectura otorgado por el CONAC en 1999. El prototipo, por su parte, obtuvo el Premio Vivienda Unifamiliar en la V Bienal Nacional de Arquitectura (1973) y fue incluido dentro del grupo de obras que representaron a Venezuela en la exposición Latin America in Construction: Architecture 1955-1980 que se realizó en el MoMA entre el 29 de marzo y el 19 de julio de 2015.

Nota

Buena parte de la información y de las imágenes que hemos utilizado en la elaboración de esta nota provienen de “Casa Mara. Proyecto modular de los años 70”, publicado en arquitectura y empresa (https://www.arquitecturayempresa.es/noticia/casa-mara-proyecto-modular-de-los-anos-70).

El resto provienen de la Colección Crono Arquitectura Venezuela.

ACA

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 164

Pedro Neuberger (1923-2011) y Dirk Bornhorst (1927-2019), acorde al espíritu que privaba en el ejercicio de la profesión durante los 50’s y 60’s del siglo XX, se asociaron durante muchos años conformando una oficina de arquitectura de rasgos muy particulares, donde la firma conjunta de la mayoría de los proyectos se alternaba ocasionalmente con la personal de cada uno de sus integrantes. Dentro de esta libertad de acción, cobra singular importancia la aparición, en fechas tempranas, de un grupo de obras signadas por el espíritu de la modernidad entre las cuales la vivienda unifamiliar tuvo un lugar preponderante.

A pesar de que ambos nacen el Alemania y descienden de alemanes, será en Caracas donde se conocerán, sentarán raíces y desarrollarán sus respectivas carreras profesionales. Neuberger, oriundo de Frankfurt, cuyos nombres de pila fueron Peter Rolf (aunque con el tiempo prefirió llamarse Pedro), queda huérfano de padre (Joseph Neuberger, próspero industrial y comerciante) a los 7 años y se traslada junto a su madre (Rosy Gattmann) y su hermana mayor (Ruth) a Florencia (Italia) donde vivieron durante 7 años para, a los 14 emigrar de nuevo a Uruguay país en el que, compartido con Argentina, terminó sus estudios de bachillerato, despertándose desde muy temprano su vocación por la arquitectura. Allí realiza sus primeras pasantías profesionales sin lograr concluir estudios formales en la disciplina. Por otra parte, en la Argentina de principios de los 50, donde residía tras regresar luego de haber pasado año y medio en Uruguay, gobernada por Juan Domingo Perón y sumida en una fuerte crisis económica que reducía las posibilidades de trabajo, conoce a Juana Sujo (actriz oriunda de allí residenciada en Venezuela), quien lo convence de venir a un país donde estaba todo por hacerse. Dejando a su madre y hermana en Buenos Aires, llega finalmente a Venezuela en 1951, con 28 años, donde entra en contacto con Gustavo Guinand (al frente de la construcción del hotel Tamanaco), Diego Carbonell y Tomás Sanabria (quienes conformaban una prestigiosa oficina de la época) y Jorge Romero Gutiérrez (asociado por entonces con Ernesto Fuenmayor). Será con Romero con quien, en vista del alejamiento de Fuenmayor, definitivamente establecerá una fructífera relación (a la que se sumará luego Bornhorst en 1952): a la actitud emprendedora y visionaria del uno (Romero) se sumará la experiencia en construcción y gerencia de obras del otro (Neuberger).

El periplo vital de Bornhorst no es menos interesante. Descendiente de familia alemana radicada en Venezuela desde 1850, nació en Lübeck y pasó su niñez en Maracaibo. Tras decidir todo el grupo familiar emprender un viaje a Europa vía Japón a comienzos de los años 40, quedan atrapados durante 7 años en Asia a causa de la Segunda Guerra Mundial. Así, el joven Dirk se forma en colegios alemanes que existían en Kobe (Japón) y Tientsin (China), saliendo de bachiller en China en 1946. Regresa a Venezuela y decide estudiar arquitectura en la Universidad de Berkeley (USA) graduándose en 1951. A su regreso entra en contacto con Romero y Neuberger con quienes se asocia durante nueve años a través de la firma “Arquitectura y Urbanismo C.A.”, realizando proyectos tan importantes como el Centro Profesional de Este (1954), la Aduana de Maracaibo (1956) y el Helicoide de la Roca Tarpeya (1957). Revalida su titulo en la UCV en 1958, y desarrolla allí su carrera docente entre 1960 y 1987 como profesor, primero de composición y luego de diseño arquitectónico.

Aunque las biografías tanto de Neuberger (recogida en el libro Pedro Neuberger. Arquitecto, Pablo Nascimento, Tani Neuberger y Claudia Nascimento, 2013), como de Bornhorst (aparecida en los diferentes libros publicados por él y sobre su pensamiento y obra, de los cuales echaremos mano en este caso del realizado por Omar Seijas titulado Del modernismo a lo transpersonal. Casas. Arquitecto Dirk Bornhorst, 1994), fijan el año de 1961 como el de la creación de la firma “Taller de Arquitectura Bornhorst-Neuberger” (luego que El Helicoide llevara a la quiebra a “Arquitectura y Urbanismo C.A.”), se puede constatar como dicha sociedad venía operando desde mucho antes, apareciendo como autores de una serie edificios y casas realizados durante el período 1955-1960, quedando como proyectistas independientes sólo en aquellas viviendas que tuvieron como destino el ser sus propios hogares y algún que otro caso aislado. Esta dinámica flexible en cuanto a un comportamiento que oscila entre la firma conjunta como oficina y la firma personal, como ya dijimos, será una constante hasta que a comienzos de los años 90 Neuberger termine asociándose con Pablo Nascimento (su yerno, quien ya desde 1977 se había incorporado al Taller como pasante y luego como arquitecto -USB- desde 1979), y Bornhorst desde 1986 con Omar Seijas, arquitecto egresado en 1984 de la UCV.

El tema de la casa será para ambos, pero muy particularmente para Bornhorst, objeto de reflexión y desarrollo a lo largo de sus extensas carrera. Del “Prólogo” escrito por Bornhorst del ya referido libro de Seijas, extraemos lo siguiente: “La Casa como tema siempre ha acompañado a los proyectos grandes elaborados en nuestro taller de arquitectura. En proyectos de casas, más personales, más íntimos y humanizados, libres de influencias comerciales, he podido desarrollar ideas estéticas y arquitectónicas con mucho más soltura y libertad que en grandes conjuntos, donde las restricciones económicas y las múltiples influencias  de tantas personas involucradas, tendían muchas veces a debilitar los intentos de aportes frescos y novedosos. (…) En la casa yo trataba con una sola familia, resolvía sobre todo los múltiples aspectos de la vida humana en contacto con el jardín y la naturaleza, lo que siempre resulta en una programación compleja pero estimulante. La difícil topografía del valle de Caracas aumentaba el reto y ofrecía al mismo tiempo una gran diversidad de soluciones.”

1. Dos de los libros escritos por Dirk Bornhorst: Valores Perennes en la Arquitectura (2001) y Arquitectura, Ciencia y Tao: el nuevo pensar ecológico, bio-cibernético y holístico, más allá de espacio-tiempo, en la ciencia y en el diseño (1999).

Más adelante, Bornhorst confesará cómo lo que siempre le ha fascinado de este tema ha sido “su calidad de espejo en la búsqueda de los valores más profundos y trascendentes de la arquitectura”, que le llevaron a “investigar y escribir en los años setenta, un trabajo de escalafón, … en la UCV en 1981 titulado: Una búsqueda de los valores permanentes en la fase mental-creativa y material-expresiva de la arquitectura”, el cual luego fue revisado y publicado como libro bajo el título de Valores Perennes en la Arquitectura (2001). Dichos valores, “independientes de estilos y de modas, traté de definirlos y clasificarlos según los cinco sentidos involucrados; traté de descubrir si estas calidades estéticas fueron captadas por la intuición o por el intelecto”, generándose así una especie de guía con la cual poder adentrarse en sus proyectos y obras. Posteriormente, esa visión gestáltica se ampliará cuando entre en contacto con investigaciones científicas más recientes provenientes de la física cuántica, más alejadas de las leyes racional-mecánicas, hasta llegar a niveles transpersonales, dando pie a la aparición del libro Arquitectura, Ciencia y Tao: el nuevo pensar ecológico, bio-cibernético y holístico, más allá de espacio-tiempo, en la ciencia y en el diseño (1999).

2. Dirk Bornhorst y Pedro Neuberger. Quinta «Altamira», urbanización Altamira, Caracas, 1955
3. Dirk Bornhorst y Pedro Neuberger. Quinta «Lida», urbanización Lomas de San Román, Caracas, 1955
4. Dirk Bornhorst y Pedro Neuberger. Quinta «Dunsterville», urbanización Oripoto, Caracas, 1958
5. Dirk Bornhorst. Quinta «Hato Hamburgo», urbanización Charallavito, Caracas, 1956
6. Pedro Neuberger. Quinta «Tacali», urbanización Prados del Este, Caracas, 1963

De la serie de viviendas proyectadas por Bornhorst-Neuberger entre 1955 y 1960, que según Seijas formaría parte de una etapa más homogénea correspondiente un “modernismo que refleja la formación” (pasando las posteriores a mostrar paulatinamente, más acentuadamente en el caso de Bornhorst, “lo transpersonal como producto de una evolución” dada la diversidad de planteamientos), cabe resaltar los casos de “Altamira” (Altamira, 1955), “Las Mercedes” (San Román,1955), “Villasmar” (Prados del Este, 1955), “Lida” (Lomas de San Román, 1955) y “Dunsterville” (Oripoto, 1958) como punto culminante, pudiéndose referir todas a la quinta “Lubeca” (1954), primera vivienda propia diseñada y construida por Bornhorst para su familia, como posible punto de partida. Además tendrían en “Hato Hamburgo” (proyectada por Bornhorst para su hermana en 1956 y habitada por él mismo y su familia desde 1962) y en “Tacalí” diseñada y construida por Neuberger también como casa familiar en 1963 como momentos en los que se pueden notar claras similitudes y diferencias de enfoque dentro de los dos integrantes de la misma oficina.

7. Dirk Bornhorst y Pedro Neuberger. Quinta «Las Mercedes», urbanización San Román, Caracas, 1955

La quinta “Las Mercedes” (cuya extraordinaria foto de Paolo Gasparini ilustra nuestra postal del día de hoy), se concibe y resuelve, dentro de la saga que hemos señalado, en una planta lo que lleva a los proyectistas a modificar el terreno donde se implanta creando un plano horizontal 3 metros sobre el nivel de la calle para el desarrollo de la vivienda, quedando sólo a nivel 0 el garaje, resolviéndose el acceso a través de una elegante escalera. La casa cuenta con una ligera cubierta que define la entrada la cual está acompañada de un acogedor jardín que conduce hasta la puerta principal. Luego, una vez dentro, se define un vestíbulo que permite dirigirse independientemente a las tres zonas que la conforman: la social, constituida por un estar separado del comedor por puertas que se recogen; la de servicios, que cuenta con cocina-pantry, habitación de servicio, baño y patio de faenas y secado con acceso independiente desde la calle; y la más íntima, conformada por un estudio y tres habitaciones, con dos baños, uno de ellos incorporado. Las tres habitaciones tienen salida a un amplio jardín, pleno de frondosos árboles, y el área social a otro más reducido que mira hacia la calle.
Cuidado en los detalles, sabio uso de los materiales y aprovechamiento de sus diferentes texturas a favor de un sensible juego volumétrico en el que el muro pasa a ser tema de diseño y la luz y la sombra sus mejores acompañantes, se dan cita gracias a una correcta orientación que además contempla la ventilación cruzada.

8. Dirk Bornhorst y Pedro Neuberger. Quinta «Villasmar», urbanización Prados del Este, Caracas, 1955

“Las Mercedes” y “Villasmar”, curiosamente, no aparecen registradas en el libro de Seijas dedicado exclusivamente al tema. No así en el que rinde homenaje a Neuberger, mucho más panorámico, al que sin embargo también le faltan algunas piezas. Valga esta nota, pues, como modesto aporte complementario a lo desarrollado por Seijas e intento por contextualizar y comprender la quinta que nos ha ocupado dentro de una trayectoria y un período tras ahondar en sus circunstancias particulares.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal, 2, 3, 4, 6, 7 y 8. Pablo Nascimento, Tani Neuberger y Claudia Nascimento, Pedro Neuberger. Arquitecto, 2013

5. http://guiaccs.com/obras/hato-hamburgo-2/

¿SABÍA USTED…

…que Henrique Hernández en 1970 proyecta y en 1972 termina de construir su propia casa en la urbanización Prados del Este, una pequeña pero significativa bisagra dentro de su trayectoria como arquitecto?

Cuando Henrique Hernández Osuna (1930-2009) introduce ante el Banco Nacional de Ahorro y Préstamo (BANAP) el proyecto de investigación titulado “Construcción experimental de viviendas en terreno de relleno con asentamiento”, venía de encabezar hasta 1969 la experiencia de Diseño en Avance dentro del Banco Obrero y se encontraba comprometido de lleno con el proceso de Renovación Académica de la FAU UCV visualizando la formación del arquitecto como prolongación de su experiencia profesional en el sector público.

Hernández presenta su solicitud ante el BANAP de la siguiente manera: “El trabajo de investigación consiste en el diseño y construcción de un prototipo de vivienda para ensayar los siguientes aspectos: a) Posibilidad de construir viviendas en terrenos con relleno, sujetas a movimientos con asentamiento; b) Posibilidad de aceptar un cambio de concepto en el diseño de la vivienda, fundamentado en lo funcional y no en el aspecto de permanencia y solidez”. El breve enunciado encierra no sólo una provocación para quienes entienden la vivienda bajo esquemas convencionales o a la arquitectura totalmente alejada de una importante dosis de cientificidad, sino un reto para poner a prueba el ingenio junto a la capacidad de la industria de la construcción venezolana para apoyarlo, amén de eslabón demostrativo de una cada vez más consolidada línea de pensamiento.

Pero lo que se puede considerar verdaderamente insólito y a la vez muestra absoluta de coherencia y convicción con lo que se propone y con la capacidad de resolver el problema planteado, es que Hernández y su familia serán los conejillos de indias que vivirán tanto el proceso constructivo como la evolución de esta casa convertida en todo un laboratorio habitable.

“Demostrar haciendo” como señalaba continuamente Hernández e incluso “aprender haciendo”, reminiscencias ambas del empirismo inglés que con frecuencia afloraba en su comportamiento, matizado por un indudable espíritu racional, se dan cita en esta pequeña obra la cual encierra, independientemente de su escala, lo que su autor profesaba. Así, podemos ver en ella: una edificación integrada dentro de una visión sistémica cuyo comportamiento total es producto de la interacción entre las partes mediante una cuidada coordinación modular; la evidencia de cómo puede plasmarse un sistema constructivo abierto al empleo de los componentes que el mercado ofrece traducida en la rapidez con que fue levantada; y, por si fuera poco, la demostración tangible de los beneficios que trae diseñar con la flexibilidad como acompañante del uso habitacional y, por ende, de cualquier tipo de edificio, patente a través de la idea de encerrar y cubrir un espacio único divisible de múltiples maneras. Todo un manifiesto made in Venezuela.

En la entrevista que se le hace para la Revista CAV nº 40 (1974) titulada “Diseño experimental. Entrevista a una casa de cartón”, Hernández transmite con una objetividad que raya en lo obsesivo su manera de concebir, construir y habitar una vivienda. En tal sentido, la casa, nos dirá Hernández, “apenas pesa 102 toneladas. 72 de piso, 23 de estructura y techo y 7 de paredes, ello repartido en 160 metros cuadrados que es su área. Es decir, ‘carga’ al suelo con apenas 63,7 gramos por centímetro cuadrado…! La tubería de aguas blancas y negras va toda exteriormente, muy superficial, de manera de poder tratarla fácilmente en cualquier accidente. La unidades/baño son prefabricadas, adosadas y puestas simplemente sobre la losa.”

En la explicación, Hernández refuerza el carácter efímero de la edificación asumiendo con humor (y cierta satisfacción por haber logrado su controversial cometido) el calificativo de “casa de cartón” que le dieron los vecinos al observar que no estaba hecha con materiales convencionales, ya que sus techos y paredes eran de aglomerado de caña (Tablopán según su nombre comercial). También se recrea al explicar detalladamente las complicadas condiciones del terreno de relleno (17 metros) en el que le correspondió construir, la manera como técnicamente fue enfrentada esta crucial etapa de la investigación (la selección de una placa flotante sobre la que descansaría la armazón metálica con juntas flexibles que constituiría la estructura del contenedor habitable), los referentes ingleses en los que se soporta (la casa hereda tanto en su comportamiento ante las dificultades del terreno como en su concepción constructiva la experiencia acumulada por el Consurtium of Local Authorities Special Programme -CLASP-), y el perfecto comportamiento de la edificación luego de tres años de construida. Para que no queden dudas de que se trata de un experimento nos aclara: “Ese comportamiento lo medimos mediante tres sistemas: Uno de simple nivel de agua, en distintos puntos de la superficie, complementándolo con mediciones mediante teodolito, referidas a un punto fijo exterior sobre tierra firme; mediciones que permiten seguir el asentamiento de la placa así como su posible inclinación; y tercero se hacen mediciones del posible desplazamiento utilizando un inclinómetro en una perforación de 20 metros. No se ha inclinado ni movido apreciablemente hasta ahora. En cambio elementos ajenos a ella, como el muro lateral, la puerta del garage y otras, si han sufrido desplazamientos sensibles. (…) Las mediciones prosiguen, y creemos que en breve tiempo podrán ser analizadas debidamente con sus lógicas consecuencias de reglamentación que permitan normalizar este tipo de construcción.”

Con respecto al otro objetivo de la investigación: “aceptar un cambio de concepto en el diseño de la vivienda, fundamentado en lo funcional y no en el aspecto de permanencia y solidez”, Hernández remite a la utilización de materiales livianos e industrializados, su practicidad en cuanto al costo de mantenimiento y durabilidad y, sobre todo, a la resistencia (ya asomada en líneas anteriores) de parte de los vecinos a entender que una casa de tales características se pudiese ubicar en una urbanización de clase media en el sureste de Caracas, pese a que se acude al uso de aire acondicionado central, otro experimento para medir el rendimiento y costos, pensando en su utilización a posteriori en otro tipo de edificaciones como en efecto sucedió de manera equívoca al incorporar la climatización artificial como sistema de ventilación en el “edificio de Trasbordo” en la UCV años después.

La flexibilidad de la planta, distribuida con apoyo en el mobiliario, se esgrime como una de las soluciones a considerar en el futuro de la vivienda en el país: “Que la prefabricación entregue las paredes fundamentales con sus servicios, y que la industria del mueble, más desarrollada, ofrezca las subdivisiones internas, dando una mayor posibilidad de organización específica para cada uno. En este caso, por ejemplo, la casa es una sola nave, subdividida con muebles, que son susceptibles de ser cambiados, como en efecto he tenido que hacerlo varias veces sin mayores complicaciones. Los muebles paredes no los llevé al techo, para vivir yo mismo un poco la tan trillada teoría de los ‘espacios continuos’.” Mies van der Rohe resuena tanto en la concepción del espacio como en la manera de hacer uso de lo que el mercado ofrece para construir: “… el papel del arquitecto no es inventar materiales sino usar los materiales inventados. (…) Hay que dejar a la industria que invente y pruebe los materiales y después de probados el arquitecto debe usarlos. El arquitecto debe mirar a la industria como un productor de partes y no de unidades terminadas”, ya había dicho en su momento el gran maestro alemán.

Los problemas acústicos, de transmisión de calor y de seguridad que la casa ofrece, asociados también a las características de los materiales utilizados, son evaluados con miras a su ajuste en posteriores experiencias. Sin embargo, Hernández se encarga de subrayar las ventajas de su condición experimental: “primero la posibilidad de producir viviendas a gran velocidad; el uso que se pueda dar a estos materiales livianos en otras edificaciones o en propiedad horizontal de estructura convencional; la facilidad de modificar los ambientes internos creados; la solución económica a construir en terrenos con relleno…”.

A pesar del énfasis puesto por Henrique Hernández por demostrar de qué manera fue dando pragmática respuesta a los temas que constituyeron el centro de la investigación, es inevitable asociar el modo como se dispone, construye, formaliza y proporcionan los espacios de la casa, el cuidado puesto en los detalles y el diseño de los componentes que conforman su estructura metálica y su relación con los cerramientos, a la presencia de un sensible diseñador. Las fotografías que acompañan la entrevista dan clara cuenta de ello y de la imposibilidad de distanciarse (una vez más) de Mies, así como tampoco de la experiencia de las Case study houses promovida entre 1945 y 1966 desde la revista norteamericana Arts & Architecture. En particular la Case study house nº 8 (quizá la más conocida de todas), proyectada en 1949 por Charles y Ray Eames para ser su propia vivienda, podría servir de referencia para establecer un claro paralelismo con la más modesta “casa de cartón” de Henrique Hernández por las variables conceptuales, espaciales, programáticas y constructivas manejadas. Hoy en día, a 46 años de su construcción, esta casa mantiene la categoría de ejemplo sobre cómo concebir el diseño de una vivienda unifamiliar basado en un cambio de paradigma. Su longevidad permite sopesar la relatividad de su condición efímera trastocada, paradójicamente, en durabilidad gracias a una adecuada selección de materiales y una disciplinada rutina de mantenimiento. A su falta de solidez, palpable en la frágil ligereza que sigue transmitiendo, habría de añadirse la verdadera solidez escondida en la vigencia de los postulados esgrimidos por su autor, los cuales siguen esperando la superación de una muy dilatada ceguera política, social y cultural.

ACA

Procedencia de las imágenes

Revista CAV, nº 40, 1974

¿SABÍA USTED…

… que el pasado domingo 29 de julio se cumplieron 23 años de la publicación en el nº 117 de Arquitectura HOY de la Casa Lucca-Dragone?

1. Publicación de la casa Lucca-Dragone en el semanario Arquitectura HOY, nº 117, sábado 29 de julio de 1995

Esta obra, terminada de construir en 1994 (un año antes de su despliegue a página entera en el semanario), cobra interés porque se trata de la última pieza que edificara su talentoso arquitecto, Jesús Tenreiro Degwitz (1936-2007), y la única luego de haber recibido el Premio Nacional de Arquitectura en 1991.

En este sentido cabe recordar que Jesús Tenreiro llegó a concretar a lo largo de cincuenta años de ejercicio profesional sólo seis edificios: tres viviendas unifamiliares en Caracas y tres sedes institucionales ubicadas en el interior del país. A la buena estrella que lo acompañó durante los diez años posteriores a su egreso como arquitecto de la UCV en 1958, donde logró construir dos casas (la Casa Wanadi -también identificada como Uanadi o como casa Palacios-Cabré-, 1964, Cumbres de Curumo; y la Casa Díaz-Portocarrero, 1965, Colinas de Los Ruices) y dos edificios (el de la Corporación Venezolana de Guayana, 1968, Ciudad Guayana, Edo. Bolívar; y la Sede del Concejo Municipal de Barquisimeto, 1968, Barquisimeto, Edo. Lara), siguió un período de sequía de aproximadamente veinte años hasta que se materializaron los encargos correspondientes a sus dos últimos proyectos: la Abadía Benedictina, ubicada en Güigüe, estado Carabobo (1990) -Gran Premio IX Bienal CAV 1998-, y la casa para la familia Lucca-Dragone, objeto de nuestro interés el día de hoy, localizada en la urbanización Cerro Verde, al este de Caracas.

2. Casa Lucca-Dragone, Jesús Tenreiro, 1994. Vistas exteriores

La casa diseñada por Tenreiro (con la asesoría estructural de su sobrino el ingeniero Esteban Tenreiro) en un terreno de 2.100 m2, que tiene 800 m2 de construcción, realizada en concreto a la vista, y con pizarra de Brasil, madera, travertino y granito como sus materiales principales, se implanta, tal y como se recoge en la ficha preparada por Rafael Urbina, su más dilecto discípulo, para Caracas del Valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje (2015), “en una parcela con forma de triángulo alargado, cuyo vértice agudo está definido por la bifurcación de las calles Cerro Verde y El Lindero. La fuerte pendiente de la parcela obligó a levantar un muro de contención en el lindero norte, con lo cual se lograron las condiciones necesarias para su desarrollo”. Según el propio Tenreiro, muy a tono con la racionalidad con que proyectaba y la aproximación realista que siempre mostraba cuando analizaba su propia obra, la Lucca-Dragone “es una casa situada en un terreno difícil por su forma e inconsistencia geológica. Hubo que ‘construirla’ mediante muros de contención, siguiendo el perímetro y permitiendo grandes rellenos hacia la zona norte.”
Siguiendo con la descripción que nos ofrece Urbina, “la vivienda se organiza sobre un eje longitudinal, paralelo a la calle Cerro Verde, donde cada espacio-función se expresa como un ‘cuarto’ independiente y autónomo separado por juntas o ranuras de aire y luz, donde se introduce el jardín. Desde el punto medio de la calle se desciende por medio de una escalera exterior hasta el nivel principal, donde se alojan las áreas sociales, cocina y demás áreas de servicios. Este nivel se relaciona por medio de una galería acompañada por un jardín con luz natural. Las áreas sociales se abren al norte sobre un jardín con hermosas vistas sobre Caracas y el Ávila. En planta alta, cuatro dormitorios se ubican hacia el oeste, el dormitorio principal y sus servicios se ubican hacia el este. En medio de ellos un salón íntimo balconea sobre el salón ubicado en planta baja y se extiende sobre una terraza exterior hacia la vista. La galería, a doble altura, posee un sistema de ventanas que le brindan luz natural cenital en todo su recorrido”.

La preeminencia del concreto como material utilizado para resolver su estructura y lograr contener el terreno, produce, aunada a lo amplio del programa, la sensación de encontrarnos ante una edificación en cierta medida distante de la tipología  propia de viviendas unifamiliares y más cercana a la de edificios institucionales apareciendo temas como el sabio manejo de la luz y la proporcionada dimensión y escala de los espacios como garantes de una controlada y la vez expresiva volumetría. Sin embargo son las propias palabras de Tenreiro, cargadas de agudeza, recogidas en https://sancheztaffurarquitecto.wordpress.com/2010/09/24/jesus-tenreiro-1936-2007-premio-nacional-de-arquitectura-1991-arquitecto-venezolano/ las que permiten contextualizar mejor en el terreno conceptual la senda seguida: “Es una casa ‘grande’. Siempre me he preguntado para qué necesita una familia normal y corriente una casa ‘tan’ grande. No tengo respuesta para esta pregunta. (…) …estamos lejos del período auténtico de la arquitectura en el cual ésta determinaba ciertas calidades de vida. Siento un escalofrío frente a la artificialidad y el estar al día que caracteriza lo generalmente publicado sin ningún asomo de crítica: simplemente estoy ‘in’. (…) Esta casa, a pesar de lo extensa, pretende ser una antítesis y ya desde la elección del concreto como material fundamental hasta la forma de mostrarse construida, es un desafío al ‘gusto’ imperante entre la clase media alta, que posee biblioteca sin libros, equipos de sonido sin música, estares sin estar en ellos, comedores para cenas de agasajo y cultura como ‘divertimento’”.

En cuanto a su fortuna crítica no deja de ser interesante constatar cómo es la casa Lucca-Dragone (y no la Abadía Benedictina, por ejemplo) una de las piezas seleccionadas por Christian Fernández Cox y Antonio Toca Fernández (junto al Edificio de la Fosforera Nacional -Helene de Garay, 1990-; el edificio Atrium -Díquez, González y Rivas, 1989-; la Escuela de Ingeniería Metalúrgica -Gorka Dorronsoro, 1988-; y el Centro Deportivo Los Naranjos -José Luis Sánchez y Ana María Marín, 1993), a la hora de representar a Venezuela en el libro Nueva arquitectura en América Latina: Presente y futuro (Gustavo Gili, 1998). Todas ellas formarían parte de un “posracionalismo” que, alejándose ligeramente de las nociones de “otredad” o de “modernidad otra, divergente, apropiada o diversa”, acuñadas desde los Seminarios de Arquitectura Latinoamericana (SAL), “supera la razón al hurgar en mecanismos poéticos en el espacio y la geografía. Ya no se trata de nacionalismos, ya no se habla de equilibrios con la historia o la tradición, en la década de los noventa la arquitectura latinoamericana comienza a aportar originalidades a la arquitectura internacional y comienza a ser parte de una arquitectura global y local a la vez, a inscribirse entre lo mejor de la arquitectura contemporánea, en paralelo -ya no en rezago- con las aportaciones de otras regiones del planeta”, según ha publicado Humberto A. Viccina en http://vanguardiasarquitectura.blogspot.com/.

Si bien la Lucca-Dragone no está signada por la carga afectiva que impregnó el diseño de las casas proyectadas para su hermana Carlota (la Wanadi o Uanadi) o para la familia Díaz-Portocarrero, quizás la presencia entre los colaboradores del proyecto de Lola Dragone de Lucca y Michele Lucca junto a su esposa Ana y su hija Valeria, corroboran lo que ha expresado Luis Polito (acompañante en sus últimas incursiones didácticas dentro de la Escuela de Arquitectura de la UCV) en “Recordando a Jesús Tenreiro” (http://luispolitoarquitecto.blogspot.com/2017/04/recordando-jesus-tenreiro.html): “Para JT, el arquitecto se mide y confronta no sólo con el acto inmediato del diseño, sino también con el destino, con la historia particular de cada obra; verificando y analizando como las propuestas formales ideales se traducen en el tiempo en situaciones vivenciales, humanas”. Sobre el amor y pasión que profesaba hacia la arquitectura y los valores que en su caso le dan sustento, dan fe las palabras de Tenreiro aparecidas en el párrafo final de la entrevista fechada en 2001 tomada del grupo de facebook Homenaje a Jesús Tenreiro D. (administrado por Antonio Ochoa, otro de sus discípulos), cuando al referirse a la Lucca-Dragone manifiesta: “… la casa debía ser una afirmación de valores como la sencillez, la rudeza, lo estoico y el valor supremo en arquitectura: el lujo del espacio en contraste con el lujo aparencial de los materiales y del impacto del efecto. Todo un programa de la arquitectura moderna en sus mejores momentos alejado de lo esperpéntico, banal y trivializado de la arquitectura de las últimas décadas.
Que ¿por qué hice la casa?, por amor y no por dinero, ya que mi participación fue gratuita, y sólo expresaba mi deseo de mostrar un testimonio construido de mi trabajo”.

ACA

Procedencia de las imágenes

  1. Arquitectura HOY, nº 117, sábado 29 de julio de 1995

2. González Viso I.; Peña M.I.; Vegas F. Caracas del Valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje, 2015