1973• Conjunto Residencial Parque El Valle

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1973•  Luego de un año de trabajos la empresa constructora Viviendas Venezolana, S.A.  concluye para el Banco Obrero (BO), el Conjunto Residencial Parque El Valle, ubicado en un terreno de 2,5 Há. en la Intercomunal El Valle, El Valle, Caracas. El proyecto estuvo a cargo de los arquitectos Máximo Rojas Ch. (FAU UCV, promoción 11A / 1961) y Johnny Meza. R. (FAU UCV, promoción 20B / 1972)
Para este proyecto Vivienda Venezolana utilizó el Sistema A4-M para la construcción de diez edificios prefabricados de quince pisos y dos estacionamientos de cinco niveles cada uno.
En total el conjunto quedó integrado por 880 apartamentos de tres habitaciones (para 4.500 habitantes), apoyados por los dos estacionamientos con 440 puestos, un edificio para la administración del condominio, una lavandería y un cafetín, tres edificios para aulas de kinder, áreas para juegos infantiles y un paseo peatonal interno con una plaza pública que comunica los diferentes sectores del conjunto habitacional con la Avenida Intercomunal de El Valle.
En diferentes partes de Conjunto se colocaron, obras de los artistas Andrés Salazar, Chastres y Roberto González. Del primero, un mural prefabricado en concreto con adiciones de hierro y relieves colocados en obra. Del segundo, tres murales con movimientos colorrítmicos integrados a muros prefabricados, y de Salazar una escultura realizada con elementos también prefabricados hechos con moldes metálicos.

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1982• Edificio Sede del Ministerio de Defensa

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1982•  La empresa Ediviagro, C.A. concluye la construcción del Edificio Sede del Ministerio de Defensa, ubicado en el Fuerte Tiuna, El Valle, Caracas, proyectado en 1968 por el la firma Julián Ferris y Asociados: Julián Ferris (1921-2009 Universidad de Oklahoma, reválida FAU UCV, 1949); Carlos Pons (Universidad Nacional de Colombia, reválida FAU UCV, promoción 19A/ 1970); Jaime Hoyos (Universidad Nacional de Colombia, FAU UCV, validez 9 /1959); y Luis A. Galarraga (FAU UCV promoción 16E/1967).
La inspección de la construcción estuvo a cargo del Cnel. Ramón Arturo Martínez del Servicio de Ingeniería Militar, siendo residente de la obra el ingeniero Mauricio Serrano.

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1964• Se publica en castellano y alemán «Carlos Raúl Villanueva y La Arquitectura de Venezuela»

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1964•  Aparece en Alemania el libro «Carlos Raúl Villanueva und die Architektur Venezuelas» de Sibyl Moholy-Nagy, impreso por Verlag Gerd Hatje, Stuttagart, y casi simultáneamente en Venezuela, la misma publicación, con el título «Carlos Raúl Villanueva y La Arquitectura de Venezuela», impreso en Nueva York, EEUU, por Frederick A. Praeger Publisher, con los textos traducidos por Clara Diament de Sujo, en una edición de Editorial Lectura.
Sibyl Moholy-Nagy (1903-1971), era una historiadora especializada en arte y arquitectura.

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La historiadora especializada en arte y arquitectura Sibyl Moholy-Nagy (1903-1971), con el maestro Carlos Raúl Villanueva en Sotavento, Caraballeda.

HVH

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 99

De entre los clubes de ciudad, que además de brindar las condiciones de tranquilidad y esparcimiento complementarios que ya para los años 50 del siglo XX empezaba a requerir la agitada vida metropolitana, el Club Táchira se podría incluir en el lote de las iniciativas emprendidas por un grupo humano oriundo de una determinada región del país que por añadidura buscaba preservar costumbres, tradiciones y demás actividades que recrearan los vínculos rotos por la distancia del lugar de origen (ver Contacto FAC nº 42 del 27-08-2017).

1. Vista aérea de Colinas de Bello Monte. Circa 1955

Así, los alcances que desde un principio se plantean los fundadores del Club Táchira aunque coincidentes en cuanto a su condición regional con otros de la misma época (como por ejemplo la Casa Monagas, la Casa Sucre o la Casa Guárico), son de mayor envergadura. En efecto, los directivos de la antigua Casa Táchira se proponen a comienzos de los años 50 la necesidad de desarrollar un gran club integral para la ciudad de Caracas que minimice en parte el déficit existente en este tipo de instalaciones. Los argumentos que se manejan, lejos de ser los típicos de cualquier comunidad o asociación cerrada, tienden en principio a la apertura y la incorporación de «una gran variedad de elementos de la colectividad como socios propietarios simpatizantes que gozan de los mismos derechos de los nativos», a excepción del control  de la Junta Directiva y el Tribunal Disciplinario que estaría en manos de los oriundos de esa región, tal y como se recoge en «Club Táchira» (Memoria Descriptiva, dibujos, planos y fotos. Proyecto: Arq. Fruto Vivas), Integral, nº 10-11, abril 1958. En pocas palabras se buscaba crear un importante centro de esparcimiento e intercambio social.

2. Vista aérea de Colinas de Bello Monte. Circa 1955. En la esquina derecha terraceo de la construcción del Club Táchira

Bajo este criterio y con el mayor apoyo oficial (no olvidemos que Marcos Pérez Jiménez, a la sazón dictador y Presidente de la República, era nacido en el estado Táchira así como la mayoría de los gobernantes del país hasta mediados del siglo XX), se emprende la búsqueda de un terreno para el Club acorde con sus objetivos generales y ajustado a un programa que permitiese su aprovechamiento intensivo. Se presenta entonces la oportunidad de adquirir a bajo costo un lote de 50.000 metros cuadrados en la recién inaugurada urbanización Colinas de Bello Monte: muy bien ubicada, equidistante, accesible y con estupendas visuales sobre la ciudad, factores que hacen pasar a un segundo plano las dificultades que la accidentada topografía impondría al proyecto. Además, la presencia del Club sumaría un punto más a favor del interés de parte de Inocente Palacios (promotor que en 1949 asume la aventura de urbanizar, como parte de la presión del crecimiento de Caracas hacia el sur, la primera colina que sería ocupada por la clase media), por convertir esta Urbanización en un punto de referencia cultural a escala metropolitana, interés que impulsará la construcción de la Concha Acústica «José Angel Lamas» (proyecto de Julio Volante), y el encargo a Oscar Niemeyer del proyecto para el Museo de Arte Moderno de Caracas.

3. Club Táchira. Boceto del conjunto hecho por Fruto Vivas

Para realizar tanto el Plan Maestro como la arquitectura de los diferentes componentes que conformarían el Club Táchira se selecciona al aún estudiante de arquitectura Fruto Vivas (recordemos que se gradúa en la promoción nº 5 -1956-) quien no sólo ya despuntaba como un brillante profesional sino que además había nacido de ese estado. Vivas acomete la resolución del programa con base en el terraceo de la moderada pendiente del terreno: cada terraza correspondería a una actividad diferente, interconectada a las demás, con aprovechamiento máximo de las visuales, buscándose la máxima adecuación al entorno. Así mismo se piensa en dotar al Club de un elemento que lo identifique y lo diferencie a su vez de la zona residencial en la que está localizado.

Fruto Vivas atravesaba en 1955, su más prolífico momento en cuanto al desarrollo de lo que se llamó la «arquitectura populista». Además venía de colaborar con Oscar Niemeyer en el anteproyecto para el Museo de Arte Moderno de Caracas ubicado en otro terreno-mirador de la misma urbanización. De esta manera con la propuesta para el club se empiezan a encontrar dos exploraciones que ya Vivas había emprendido con anterioridad: por un lado la búsqueda de una arquitectura nacional que se nutriera de las fuentes de la cultura popular y por el otro la investigación de la lógica de los tipos estructurales. Es así como puede entenderse tanto la visión que se tiene para el primer Plano de Conjunto del Club (recogido en el dibujo que hoy ilustra nuestra postal) como la resolución del elemento que en definitiva lo identifica.

4. Fotografía del modelo de la concha reducido sometido a ensayo (Instituto Eduardo Torroja)
5. Disposición general de la solución de cubierta (archivos CEHOPU)

En el Plano de Conjunto aparecen claramente diferenciadas tres piezas que empiezan a disputarse el protagonismo: lo que en un principio se denominó «la concha» ubicada en la parte más alta del terreno y cerca del acceso, la cubierta plana con grandes voladizos de «el bowling» colocada en un nivel intermedio y lo que en un principio se designa como “el rancho” localizado en la parte más baja. La concha y el rancho son pensados como cubiertas tipo cáscara mientras que el bowling, con un planteamiento estructural igualmente interesante, refleja la influencia muy próxima del Museo de Niemeyer. En todos interviene como asesor estructural Eduardo Torroja.

6. Proyecto definitivo de «La concha». Planta
7. Proyecto definitivo de «La concha». Fachada este
8. Encofrado de la losa que se desarrolla en el interior de «La concha»
9. Encofrado de la cubierta de «La concha»

Lo que en definitiva se hace de acuerdo al Plan original, aparte del terraceo, es “el rancho” (a quien se le bautiza en definitiva como “la concha”) por ser el único elemento de este tipo que se termina construyendo. En ella funcionarían las áreas sociales formales del club, un bar-restaurant y una boite con sus respectivas zonas de servicio. El cálculo estructural definitivo lo realizará el ingeniero Nicolás Colmenares.

10. Vista interior de «La concha»
11. Vista sur de «La concha»

Esta interesante obra conjuga de forma talentosa las dos preocupaciones que a Fruto Vivas, tal como mencionamos, obsesionaban. Así, a una cubierta conformada por un paraboloide hiperbólico en concreto de 76 metros de luz entre sus dos puntos de apoyo, muestra fehaciente de la tecnología de punta de la época, abierta en su punto más alto hacia el paisaje, se le trata contrastantemente con un criterio espacial absolutamente orgánico, libre, rico y se le ambienta utilizando materiales nobles y autóctonos: madera (canalete, zapatero, cañada, entre otros) para el recubrimiento inferior de la concha, de la losa de entrepiso y parte de los pisos, y piedra para muros y pisos de las áreas de mayor tránsito.

12. Vista hacia la ciudad de Caracas desde el interior de «La concha» con el Ávila como telón de fondo

Dentro de esta pieza maestra del sincretismo, el límite entre el interior y el exterior y entre el arriba y el abajo se difuminan. La topografía juega en todo ello un importante papel ayudando a esconder o disimular aquello que atente contra la fluidez y la totalidad vistas como categorías, siendo la boite el único elemento que nace del subsuelo con voluntad formal propia para equilibrar plásticamente la visión volumétrica lejana.

13. «La concha» con todos sus elementos vista desde Colinas de Bello Monte
14. Vista lejana que evidencia la silueta de «La concha»

La mejor explicación de las variables conceptuales que originaron la concha del Club Táchira nos la proporciona el propio Fruto Vivas en Reflexiones para un mundo mejor (1983): “Recuerdo mis palabras con el Maestro Torroja en un verano de 1955 en Costillares (Madrid), cuando planteé la estructura. Torroja me dijo que no cabía en ninguna ecuación conocida y yo le dije: ‘Precisamente es lo que quiero’, que la forma pertenezca íntimamente a la función y al hombre y no esté presa a las limitaciones que impone el cálculo matemático. (…) La imagen que yo planteé para el desarrollo de la estructura fué la siguiente: imaginemos un gran espacio donde el hombre hace su reunión de fiesta y los espacios de actividad cultural o recreativa que deseamos cubrir. Imaginemos el aire necesario para respirar que los envuelve y una ventana gigante; en este caso un Jardín colgante para mirar la ciudad deslumbrante; entonces dejemos caer un pañuelo desde el espacio que cubra estas áreas y que tome la forma lógica apoyada sobre las dos variables: los espacios recreativos con su volumen de aire y el paisaje”. Este pañuelo hecho edificio (si esta última palabra le cabe), concebido como experiencia fenomenológica, prefigurado para mirar y ser visto, permite llenarse los pulmones de una Caracas que desde allí luce dentro de su desorden como una gran selva tropical y manifiesta su indisoluble unión con el Avila. Nada de folklore a no ser los espectáculos, bailes y otras actividades que en él y sus terrazas se llevan a cabo con frecuencia. Mucho de arquitectura moderna impensable en otro lugar que no sea la colina donde se encuentra aferrada. El Táchira deja así a través de un icono su huella indeleble en la capital que tantas veces ha conquistado.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal, 6, 7, 10, 11 y 12. «Club Táchira» (Memoria Descriptiva, dibujos, planos y fotos. Proyecto: Arq. Fruto Vivas), Integral, nº 10-11, abril 1958.

1 y 2. https://elcolinero.org/el-pasado-de-colinas-en-fotos/

3. http://guiaccs.com/obras/club-tachira/

4, 5 y 14. https://www.plataformaarquitectura.cl/cl/02-332131/ad-classics-club-tachira-fruto-vivas-eduardo-torroja?ad_medium=gallery

8 y 9. https://elcolinero.org/el-pasado-de-colinas-en-fotos/club-tachira-5/

13. https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Club_Tachira_Caracas.jpg

ES NOTICIA

Harvard anuncia el regreso de su conocido curso online sobre arquitectura para este 2018

Tomado de Plataforma arquitectura

31 de enero de 2018

Conocido como The Architectural Imagination (La imaginación arquitectónica), el popular curso online gratuito de Harvard vuelve este 2018 para enseñar los pilares fundamentales de la arquitectura a partir del estudio de importantes edificios de la historia, de la mano de un grupo de académicos de la prestigiosa universidad estadounidense.

Conducido por Erika Naginski (profesora de Historia de la Arquitectura), Antoine Picon (profesor de Historia de la Arquitectura y Tecnología) y K. Michael Hays (profesor de Teoría de la Arquitectura), junto a la estudiante de PhD Lisa Haber-Thomson, este curso de 10 semanas cubre temas que van desde el aprendizaje de leer edificios como expresión cultural hasta la realización de ejercicios prácticos de dibujo técnico y modelado buscándose así un acercamiento al trabajo de un arquitecto o historiador real.

En la descripción del curso (que puede encontrarse en https://www.edx.org/es/course/architectural-imagination-harvardx-gsd1x), se expone lo siguiente:

La arquitectura es una de las prácticas culturales más complejas negociadas y reconocidas a nivel mundial, tanto como una actividad académica como una carrera profesional. Su producción involucra todas las cuestiones técnicas, estéticas, políticas y económicas en juego dentro de una determinada sociedad. Durante diez clases, examinaremos algunos de los ejemplos más importantes de la historia que muestran como la arquitectura involucra, media y expresa las complejas aspiraciones de una cultura.

La primera parte del curso introduce la idea de la imaginación arquitectónica como una facultad que media la experiencia sensorial y la comprensión conceptual. Se exploran dos ejemplos del dibujo arquitectónico desde la perspectiva de la imaginación y la tipología arquitectónica a través de presentaciones de video y ejercicios prácticos. Se presentarán algunos de los desafíos involucrados en la escritura de la historia de la arquitectura, revelando que la arquitectura no siempre tiene una relación directa con su propia historia.

En el segundo conjunto de módulos, abordamos la tecnología como un componente de la comprensión de la arquitectura. La arquitectura está incrustada en contextos donde las tecnologías y materiales de construcción -vidrio y acero, hormigón armado- son agentes cruciales del cambio. Pero la tecnología de una sociedad no determina sus formas arquitectónicas. Descubrirá formas en que la tecnología innovadora puede habilitar y promover nuevas experiencias estéticas o alterar tradiciones ancestrales. Será testigo de los modos de la arquitectura de convertir medios técnicos brutales en percepciones y texturas significativas de la vida cotidiana. Las interacciones de la arquitectura y las tecnologías modernas cambiaron no solo lo que podría construirse, sino también qué tipos de construcciones podrían considerarse arquitectura.

El conjunto final de módulos confronta la relación compleja de la arquitectura con sus contextos sociales e históricos y sus audiencias, logros y aspiraciones. Como una práctica profesional profundamente arraigada en la sociedad, la arquitectura tiene obligaciones sociales y el poder estético para negociar el cambio social; para llevar recuerdos colectivos; incluso para expresar los ideales utópicos de la sociedad. Aprenderá sobre lo que llamamos el poder de representación de la arquitectura, y verá cómo la arquitectura tiene una capacidad particular para producir significados y recuerdos colectivos.

En síntesis, el cursante conocerá y aprenderá:

– Cómo leer, analizar y comprender las diferentes formas de representación arquitectónica.

– Contextos sociales e históricos detrás de las principales obras de arquitectura.

– Principios básicos para producir sus propios dibujos arquitectónicos y modelos.

– Contenido pertinente para el estudio académico o una carrera profesional como arquitecto.

El curso es totalmente gratuito. También se puede obtener un certificado oficial cancelando una suma en dólares si se completa.

Dadas sus características, la intensidad y contacto con los contenidos, el curso lo adelanta cada participante a su propio ritmo.

Ya se encuentra disponible online y finaliza el 30 de mayo de 2018.

ACA

¿SABÍA USTED…

…que en abril de 1993 se celebró en la Universidad Central de Venezuela, Caracas, organizado por la Fundación Museo de Arquitectura y la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, el VI Seminario de Arquitectura Latinoamericana (SAL)?

El evento más importante acontecido en el país durante el año 93, en lo que a arquitectura se refiere, fue indiscutiblemente la celebración entre el 25 y el 30 de abril del VI Seminario de Arquitectura Latinoamericana (SAL), de lo cual en un par de meses se cumplirán 25 años. Caracas se convirtió durante esa semana en la capital del pensamiento y debate acerca de la actualidad y futuro de la arquitectura latinoamericana.

Se dieron cita en las instalaciones de la FAU UCV, por mencionar sólo a algunas de las personalidades más relevantes: Silvia Arango, Marina Waisman, Ramón Gutiérrez, Christian Fernández-Cox, Juvenal Baracco, Rogelio Salmona, Eladio Dieste, Ruth Verde Zein, Hugo Segawa, Roberto Fernández, Cristian Boza, Alberto Saldarriaga y Carlos Eduardo Dias Comas, o, en otras palabras, lo más granado de un movimiento que se organizó de forma espontánea en Buenos Aires (1985) con ocasión de la I Bienal de Arquitectura realizada en esa ciudad, que en su segunda versión fue convocado también en la capital argentina por la Sociedad Central de Arquitectos y la revista SUMMA y que desde entonces hasta la fecha se institucionaliza y ha logrado organizar 16 encuentros a todo lo largo y ancho de Latinoamérica con una periodicidad promedio de dos años.

Valga decir que los SAL, se realizan desde su instauración formal convocando arquitectos, urbanistas, teóricos e historiadores a un espacio de debate y reflexión acerca de la historia y el desarrollo de la producción arquitectónica y urbana latinoamericana y sus particularidades regionales. Según uno de sus creadores y principal promotor, Ramón Gutiérrez, quien incansablemente ha mantenido viva su continuidad, se trataba en principio de valorar «los esfuerzos de la arquitectura latinoamericana por tomar actitudes más reflexivas que miméticas, partiendo de la necesidad de un análisis crítico de la producción de nuestro continente» tal y como lo señala en «Arquitectura e identidad. Los Seminarios de Arquitectura Latinoamericana -SAL-» aparecido en su libro Arquitectura y urbanismo en Iberoamérica (2005). Allí también subraya: «Una de las razones del éxito de los SAL ha sido su carácter autogestionario, pues la ausencia de autoridades ha soslayado las frecuentes ambiciones de poder o figuración. Ellos siempre han contado con el apoyo de una entidad local, sea profesional o universitaria, en la cual descansa la organización de cada edición.»

Así, el VI SAL realizado en Caracas, que contó con la Coordinación General del arquitecto Martín Padrón, estuvo precedido por el efectuado en 1991 en Santiago (Chile) y buscó tras el lema «Nuestra arquitectura reciente: conceptos y realizaciones», centrarse en los temas de enseñanza, valoración de la arquitectura del movimiento moderno y vivienda de interés social teniendo como magnos escenarios la Ciudad Universitaria y la «moderna» capital venezolana, objetos, a su vez, de atención, desmontaje y discusión.

Si bien la máxima actividad de intercambio dentro del VI SAL se llevó a cabo en los espacios de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, no puede pasarse por alto el apoyo brindado por el Centro Cultural Consolidado y la Fundación Museo de Arquitectura en la organización de un grupo de cinco “Conferencias Magistrales” (realizadas entre lunes y viernes a las 7 p.m. en el auditorio del primero) a cargo de Christian Fernández Cox (Chile), Ricardo Porro (Cuba-Francia), Eladio Dieste (Uruguay), Severiano Porto (Brasil) y Teodoro González de León (México), complemento ideal a las ponencias, debates, visitas y encuentros que se daban a lo largo de cada día.

Tanto a la preparación del ambiente como al desarrollo y repercusiones del evento, la prensa en general y el encartado Arquitectura HOY en particular les dio una amplia cobertura que tuvo como importante precedente el nº 2 (3 de agosto de 1992) titulado “Latinoamérica discute su identidad”, donde ya se había repasado un tema que venía ocupando a buena parte de los historiadores y críticos que nos visitarían.

De esta manera, la semana previa al Seminario, en el nº 10 del semanario (17-04-93) aparece el provocador artículo de Alberto Sato “A la arquitectura un poco más de SAL”. Los números 11 (24-04-93) y 12 (08-05-93) son prácticamente entregas monográficas que permiten a Juan Pedro Posani, Azier Calvo y Alberto Sato exponer sus ideas, relatar buena parte de las ponencias presentadas al evento y hacer un balance crítico: Posani escribe para el nº 11 “Tiempo latinoamericano” y para el 12 “Alejarse de la periferia” y “Caracas, sal y pimienta”; Calvo para el nº 11 “VI SAL. Teoría y pensamiento. Una relatoría adelantada para poner a tono el debate…”; y Sato para el nº 12 “Un pequeño saldo”. Por si fuera poco el Comité de Redacción prepara, inserto en el nº 11, un plano de la ciudad de Caracas en el que se señalan 25 obras de arquitectura reciente de gran utilidad para los participantes al encuentro. Los artículos “Civilización y barbarie” de Pancho Liernur y “¿Dónde está la arquitectura reciente?” de Sato aparecidos en el nº 13 (15-05-93) podrían considerarse una especie de epílogo del que se ha considerado como el SAL que marcó un punto de inflexión dentro del consensuado, luminoso y ensimismado pensamiento arquitectónico latinoamericano auspiciado por sus creadores, lleno hasta ese momento de certezas que debieron confrontarse con la crudeza y complejidad de los problemas contemporáneos que la propia ciudad de Caracas colocaba ante sus ojos.

Aprovechando la oportunidad ofrecida por la celebración del VI Sal en Caracas, reaparecen y se empiezan a consolidar una serie de iniciativas expositivas que tuvieron a la Fundación Museo de Arquitectura como principal protagonista. Este rasgo, notable a lo largo de la década, que ya había permitido disfrutar el año 92 en la Galería de Arte Nacional de “Alcock. Arquitecto 1962-1992”, se reforzó durante los meses de abril a mayo del 93 con el montaje actualizado de “Venezuela, Arquitectura y trópico. 1980-1990” y de “Ricardo Porro, Arquitecto” (abiertas en el Museo de Artes Visuales Alejandro Otero), “Villanueva, un moderno en Suramérica” (Galería de Arte Nacional) y “Arquitectura venezolana y publicaciones periódicas” (en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV).

Los organizadores de los SAL, a partir del tercero celebrado en Manizales (1987), comenzaron a otorgar los “Premios América” a aquellos profesionales que hayan producido un pensamiento y una obra comprometidos con América Latina y cuya trayectoria representara una referencia ejemplar para las nuevas generaciones de arquitectos. En Caracas correspondió otorgar ese prestigioso reconocimiento al maestro brasileño Lucio Costa. Un cuarto de siglo ha transcurrido desde entonces y ya se anuncia la realización, los días 25, 26 y 27 de abril de 2018, del XVII SAL, bajo la consigna “+ SAL PARA EL SAL”, en esta oportunidad en la ciudad de Quito (Ecuador), con la organización del Colegio de Arquitectura de la Universidad San Francisco de Quito, clara demostración de que a pesar de los naturales altibajos que suelen darse y de la disminución de la intensidad de los debates que les dieron origen, estos eventos, surgidos al margen de estructuras “oficiales” (recomendamos revisar de 2011, Méndez, Patricia y Gutiérrez, Ramón (ed), Seminarios de Arquitectura Latinoamericana (SAL): haciendo camino al andar, 1985-2011), aún demuestran una notable vitalidad y continuidad que solamente se explica en términos de su pertinencia y necesidad de apertura hacia nuevas realidades.

ACA