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TAL DÍA COMO HOY…

23 de febrero de 2017 se dio a conocer el veredicto de la XII Bienal Nacional de Arquitectura (BNA), organizada por el Colegio de Arquitectos de Venezuela (CAV) y montada en la Sala de Exposiciones de la Biblioteca Central de la Universidad Simón Bolívar.

1. Poster de la XII Bienal Nacional de Arquitectura convocada en octubre de 2016.

Cuando en 1963, por iniciativa del Ministerio de Educación, se crea el Premio Nacional de Arquitectura, le correspondió a la Sociedad Venezolana de Arquitectos (SVA) convocar aquel mismo año la Primera Bienal Nacional, evento en cuyo marco se otorgaría el galardón que reconocía tanto la obra más destacada del período como la labor de su autor o autores. De esa manera y durante las siguientes ocho ediciones (realizadas en un lapso de treinta y cinco años), los edificios seleccionados como la mejor obra sirvieron, además, como patente para que sus creadores se alzaran con el Premio Nacional.

2. Carlos Raúl Villanueva, por el conjunto de su obra, obtuvo el Premio Nacional de Arquitectura otorgado en la I Bienal de 1963 por la Sociedad Venezolana de Arquitectos.

Si bien la primera bienal organizada por la SVA premió a Carlos Raúl Villanueva por el conjunto de su obra, desde la segunda de 1965 se escogería una pieza en particular, correspondiéndole a Julián Ferris como diseñador del Edificio de la Aduana de Puerto Cabello (1965) el privilegio de ser el ganador del Premio Nacional de Arquitectura de aquel año.

3. Izquierda: Afiche de la III Bienal de Arquitectura de Venezuela, primera organizada por el Colegio de Arquitectos de Venezuela (CAV) ganada por Tomás José Sanabria diseñador del Edificio del Banco Central de Venezuela. Derecha: Afiche de la VI Bienal de Arquitectura de Venezuela ganada por Carlos Gómez de Llarena, Manuel Fuentes y Moisés Benacerraf proyectistas de la Torre Europa.

La III Bienal de 1967, convocada ahora por el Colegio de Arquitectos de Venezuela (CAV), que sustituyó a la SVA desde 1966, otorgó el Premio Nacional a Tomás José Sanabria por el Edificio del Banco Central de Venezuela (1965). A partir de la IV Bienal (1971) comenzarían a distanciarse los períodos para otorgar la premiación recayendo en esa oportunidad la distinción en Bernardo Borges, Francisco Pimentel y George Wilkie por el edificio sede del diario El Universal (1969). Así, de forma sucesiva pero intermitente le serían otorgados los Premios Nacionales a José Miguel Galia (V Bienal, 1973) por el edificio sede de Seguros Orinoco (1971); Carlos Gómez de Llarena, Manuel Fuentes y Moisés Benacerraf (VI Bienal, 1976) por la Torre Europa (1975); Felipe Montemayor, Luis Sully, Joseba Pontesta, Etanislao Sekunda, Leopoldo Sierralta y Joaquín Leniz (VII Bienal, 1980) por el Terminal Internacional del Aeropuerto de Maiquetía (1974-1978); y a la División de Arquitectura de la C.A. Metro de Caracas con Max Pedemonte a la cabeza (VIII Bienal, 1987) por el trabajo de infraestructura y recuperación urbana asociado a la construcción de la Línea 1 del Metro de Caracas (1983).

4. La finalización de la VIII Bienal Nacional de Arquitectura de 1987 marcó un punto de inflexión en el desarrollo de este tipo de eventos y el comienzo del otorgamiento desde ese mismo año del Premio Nacional de Cultura, mención Arquitectura, por parte del CONAC.

Será desde 1987, tras la finalización de la VIII Bienal, que se recomendará al Consejo Nacional de la Cultura (CONAC) el otorgar anualmente el Premio Nacional de Arquitectura en el marco de la designación de los Premios Nacionales de Cultura como una mención dentro de ellos, cosa que asumió favorablemente. De esa manera, se separaría el reconocimiento a toda una trayectoria de la premiación otorgada dentro de las bienales, dirigidas a reconocer una particular obra construida. En ese marco, la IX Bienal realizada en 1998 el ahora denominado “Gran Premio” recaería en la Abadía Benedictina ubicada en Güigüe, estado Carabobo proyectada por Jesús Tenreiro con la colaboración de Salvatore Anzalone, Manuel Delgado Arteaga, Ana Díaz Rodríguez, Luis Ocanto y Ninoshka Ruiz de Bodas (1990).

5. Portadas de los catálogos de la IX y la X Bienales celebradas en 1998 y 2001, respectivamente.

En los once años que separaron una bienal de otra, el CONAC ya había otorgado el Premio Nacional de Cultura, mención Arquitectura, a: Fruto Vivas (1987), Henrique Hernández (1988), Gustavo Wallis Legórburu (1989), Cipriano Domínguez (1990), Jesús Tenreiro Degwitz (1991), Juan Pedro Posani (1992), Jimmy Alcock (1993), Juan Andrés Vegas (1994), Graziano Gasparini (1995), Jorge Romero Gutiérrez (1996), Edmundo Díquez (1997) y Martín Vegas Pacheco (1998), saldándose así una deuda importante con figuras fundamentales en la historia de nuestra arquitectura de la segunda mitad del siglo XX.

Dentro de la irregularidad en la convocatoria a bienales, el año 2001 el CAV llamará a la décima, y el Gran Premio se le dará a la totalidad de los 10 Proyectos presentados para la recuperación y desarrollo de Vargas, elaborados después de la tragedia de 1999, que abordaban diversos problemas a diferentes escalas, llevados a cabo por una amplia gama de instituciones, equipos profesionales y grupos docentes.

De allí, 14 años después, en un intento por normalizar de nuevo la realización de eventos cada dos años la XI Bienal (2014) otorgará el Gran Premio al Centro Nacional de Acción Social para la Música (2011) de Tomás Lugo, seguido de la Restauración patrimonial del Jardín Botánico de Maracaibo de Carla Urbina y María Villalobos (XII Bienal, 2016), la Clínica IDB Cabudare (2018) de Gustavo Adolfo Sánchez Muñoz (XIII Bienal, 2018) y el Conjunto Parque Profesional del Este de Francisco Pimentel Malaussena, Óscar Capiello y Gustavo Luis Legórburu (XIV Bienal, 2024).

6. Avisos promocionales de las Bienales XI (2014), XII (2016), XIII (2018) y XIV (2024).

Por otro lado, desde 1999, con saltos en la periodicidad anual inicialmente respetada, se les ha otorgado el Premio Nacional de Cultura, mención Arquitectura, a: Jorge Castillo Blanco (1999), Joel Sanz (2000), Óscar Tenreiro Degwitz (2004), Jorge Rigamonti (2006), Gorka Dorronsoro (2008), Doménico Silvestro (2010), Domingo Álvarez (2012), Francisco Sesto (2015), José Matamoros (2016-2018), John Stoddart (2019-2020), Américo Faillace (2021-2022) y, recientemente, Domingo Acosta González (2023-2024).

7. Acto de premiación de la XII BIenal Nacional de Arquitectura realizado el 30 de marzo de 2017. En el centro, la arquitecta Carla Urbina.
8. Poster del trabajo Paisajes urbanos botánicos en Maracaibo como escuelas vivas: lecciones desde el jardín botánico de Roberto Burle Marx, entregado a los organizadores de la XII Bienal Nacional de Arquitectura por las arquitectas Carla Urbina y María Villalobos, que sería expuesto en la muestra realizada en la USB.

Pues bien, luego de todo este extenso recorrido nos toca hoy detenernos en la premiación de la XII Bienal Nacional de Arquitectura (convocada en octubre de 2016 bajo el tema “Arquitectura en positivo, compromiso con el país”), ya que justamente el 23 de febrero de 2017 el jurado evaluador, presidido por Marco Negrón (compuesto por dieciséis destacados profesionales y académicos con formación en diferentes campos de la arquitectura y provenientes de varias regiones del país), dio a conocer el veredicto que otorgaba por unanimidad el Gran Premio al trabajo titulado “Paisajes urbanos botánicos en Maracaibo como escuelas vivas: lecciones desde el jardín botánico de Roberto Burle Marx”, presentado por las arquitectas Carla Urbina y María Villalobos, convirtiéndose en la primera ocasión en la que se daba el máximo reconocimiento a un proyecto de restauración patrimonial.

Cabe destacar, también, que en aquella ocasión atendieron a la convocatoria «más de sesenta (60) trabajos, entre proyectos construidos, no construidos, tesis de pregrado, productos de investigación y publicaciones» y «se entregaron premios y menciones honoríficas de quince (15) categorías cuya ubicación de las obras se distribuyó ampliamente en Venezuela, a saber, nueve (9) en Caracas, quince (15) en el interior y uno (1) en el exterior. Ello demostró, como lo dice el veredicto, que ‘la calidad arquitectónica no solo se centra en la capital, pues la mayoría de los reconocimientos están dedicados a obras ubicadas en el interior del país'», de acuerdo a lo publicado en el portal del CAV (https://cav.net.ve/xii-bienal-y-premio-nacional-de-arquitectura-xii-bienal/).

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9. Localización y vista aérea del Jardín Botánico de Maracaibo.

Antes de comentar el trabajo ganador es necesario saber que el Jardín Botánico de Maracaibo (JBM), inaugurado en 1983, y que curiosamente no se encuentra registrado como obra relevante (que lo era) en revistas y publicaciones de la época, y tampoco se presentó a participar en VIII Bienal de 1987 donde sin duda hubiera tenido una relevante figuración, nace como proyecto a finales de la década de 1970 cuando, con el antecedente de haber trabajado juntos en el proyecto del Parque del Este en Caracas (inaugurado en 1961), el célebre arquitecto paisajista brasileño Roberto Burle Marx (1909-1994) y el botánico venezolano Leandro Aristeguieta (1923-2012), desde sus respectivas ópticas, unen de nuevo esfuerzos “para la creación de un jardín botánico en pro de la preservación de un tipo particular de ecosistema que se encontraba amenazado. Se trataba del bosque seco tropical, el cual, en aquel momento, por un lado, sufría amenazas botánicas como consecuencia del indiscriminado crecimiento urbano de la ciudad de Maracaibo, mientras por otro lado enfrentaba las consecuencias de una percepción negativa generalizada de la sociedad para con su flora local. (…) Tal situación y preocupación botánico-cultural, claramente expresada por Aristeguieta en Llegó la hora de sembrar cujíes (1980), encontró rápido eco en un Burle Marx, que había dedicado toda una vida a transmitir a través de su trabajo cómo la naturaleza, especialmente la local, ofrece a los ciudadanos la oportunidad de descubrir dimensiones inesperadas de sus propias identidades”, señalarán Carla Urbina y María Villalobos en “Rehabilitación integral del Jardín Botánico de Maracaibo. Recuperación del paisaje cultural como patrimonio, obra de Roberto Burle Marx”, ponencia presentada en la Trienal de Investigación FAU UCV de 2014.

10. Estructura del Jardín Botánico de Maracaibo acorde a las zonas de vida regionales.

Alcanzada la convergencia de intereses y voluntades en cuanto a la importancia de emprender el proyecto, y localizada la zona para la realización del mismo, se busca la necesaria articulación institucional que permitiera su materialización. Es así como en 1973 se consolida la disponibilidad de los terrenos para el desarrollo del JBM, en el corazón de la concentración de bosque seco más importante de la región zuliana, en las proximidades del área urbana de la ciudad de Maracaibo, al suroeste, en la vía que conduce al aeropuerto internacional La Chinita. Ello fue posible gracias a la intermediación del Rotary Club de la capital zuliana y a la primera donación de terrenos realizada por parte de las compañías Shell y Maraven a la recién creada (el 9 de enero de 1973) Fundación Jardín Botánico de Maracaibo (FJBM), una organización sin fines de lucro y presidida en sus orígenes por el doctor Rafael Casas.

11. Arriba: Jardín Botánico de preservación del bosque seco tropical inaugurado en 1983. Abajo: Jardín escuela de horticultura de Latinoamérica en ruinas en 2009.

Una vez que se obtienen los terrenos (los cuales sumarían en total 123 hectáreas), se consolida un grupo de profesionales encabezado Aristeguieta y Burle Marx quienes trabajaron a su vez con un connotado equipo integrado por José Tabacow, Haruyoshi Ono, George Bunting, Robert Haywards, Ernesto Foldats, Pablo Emilio Colmenares, Francisco Arboleda, Alicia Ferrer y Germán Ferrer, entre otros. Planteado como centro de investigación, docencia y recreación pasiva el JBM fue concebido como Jardín Escuela para la preservación del Bosque Seco Tropical y como sede de la primera Escuela de Horticultura en América Latina.

12. Reserva de bosque seco tropical restaurada en el Jardín Botánico de Maracaibo.
13. Laguna de los lotos restaurada en el Jardín Botánico de Maracaibo.

Es así como, tras casi una década de trabajo, ya para 1980 todo está listo para la inauguración del penúltimo jardín botánico construido en Venezuela y el último jardín botánico que, junto a sus colaboradores de siempre, Burle Marx ejecutaría en vida. El plan propuesto para desarrollar 108 hectáreas, estaría estructurado contemplando siguientes zonas: acceso, servicios y estacionamiento, centro hortícola, cuadro filogenético, botánica económica, zona de juegos infantiles (“El Castillito”), Crassuletum, umbráculo, área de plantas trepadoras, sistema de lagunas, bosque tropical seco tropical y zona de reserva, todas interconectadas por un sinuoso sistema de caminerías.

14. Roberto Burle Marx y Leandro Aristeguieta el día de la inauguración del Jardín Botánico de Maracaibo: 24 de octubre de 1983.
15. Áreas botánicas secuenciales restauradas en el Jardín Botánico de Maracaibo.

Finalmente, el 24 de octubre de 1983 se inaugura el JBM. “No fue aquella una inauguración ordinaria. En aquel momento presenciaba Maracaibo la creación de un jardín-escuela, de un modelo de vida-escuela de subversivo poder. El acto de inauguración del JBM … fue diseñado como la ceremonia de grado, de la que sería la primera y única promoción de la Escuela de Horticultura del Zulia. Esta fue concebida no con un elemento más en el programa del jardín, sino como la razón de ser, el mecanismo de vivir y la misión de vida de esa nueva clase de jardín botánico, donde el aprendizaje era pensando y motivado desde la acción y la interacción con lo vivo, lejos de la lógica de un remoto y estático laboratorio o biblioteca y cerca de una estética y una botánica en constante transformación”, expondrán Urbina y Villalobos en su ponencia.

16. Sistema de lagunas restaurado en el Jardín Botánico de Maracaibo.
17. Momentos de ilusión restaurados en el Jardín Botánico de Maracaibo: El Castillito.

“Tras un breve período de esplendor, sobrevino una historia de inestables permanencias, una secuencia de vicisitudes, efímeros goces y dramáticas transformaciones físicas, botánicas y programáticas (…) Luego de años de violencia institucional, abandono e incomprensión del valor del patrimonio natural, una decisión intempestiva gubernamental acabó por clausurar el jardín en 2011, queriendo convertirlo en parque de recreaciones acuáticas de dudosos beneficios estéticos y científicos, que atentan contra el patrimonio que el jardín representa”, momento en el que germina la inquietud que funda el interés y experiencia del trabajo de rescate emprendido por Urbina y Villalobos, reconocido en la XII Bienal Nacional de Arquitectura del 2017, que contempló tanto la restauración patrimonial del JBM como la propuesta del Master Plan de la Avenida 5 de Julio que extrapola y aplica criterios aprendidos durante la restauración.

18. Momentos de ilusión en proceso de restauración en el Jardín Botánico de Maracaibo: cafetín, Crassuletum, cuadro filogenético y orquideario.

Urbina y Villalobos son egresadas de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Rafael Urdaneta (1997) y posteriormente de la Maestría en Diseño Urbano de la Universidad Metropolitana (2000). Ambas “inician en 2009 trabajos de investigación para la elaboración del Plan de Rehabilitación Integral del Jardín Botánico de Maracaibo (JBM). Ello incluyó, junto a un gran equipo de trabajo la concreción de la Fundación Jardín Botánico de Maracaibo, la recuperación de planos, gráficos y dibujos de Burle Marx y de los cuadros fitogenéticos de Aristeguieta, la búsqueda de recursos e interés por recuperar el JBM progresivamente y la reapertura del mencionado jardín en 2013 restaurado parcialmente, luego de más de dos (2) décadas de cierre y desmantelamiento”, transcribimos de la nota de prensa elaborada tras darse el veredicto de la XII Bienal. Tras la recuperación inicial y cuidadosa de 20 hectáreas el proceso todavía continúa.

19. Cuatro postales de diferentes áreas del Jardín Botánico de Maracaibo.

Convertido en un lugar de referencia para los habitantes de los tres municipios que le rodean: Maracaibo, San Francisco y Jesús Enrique Lossada, el Jardín Botánico no cuenta con una asignación gubernamental, se mantiene con ayudas y con los ingresos de los servicios que allí se prestan, pero es necesario innovar en los tipos y calidad de servicios ofrecidos. Desde el 20 de enero de 2014 la FJBM tomo la decisión de denominarlo “Jardín Botánico de Maracaibo Dr. Leandro Aristeguieta”.

20. Desde el Jardín Botánico Escuela hacia la Ciudad Botánica Escuela.

La labor de concientización iniciada y sostenida desde la FJBM y que el galardón obtenido en 2017 por Urbina y Villalobos ayudó a reforzar, requiere de una sostenida actividad divulgativa (apostólica, dirían otros), de investigación y de búsqueda permanente de recursos que no debe bajar la guardia a objeto de preservar la huella y la memoria de quienes fueron los creadores de este importante reservorio de la flora venezolana.

ACA

Procedencia de las imágenes

1. Revista entrerayas (https://entrerayas.com/xii-bienal-nacional-de-arquitectura/)

2, 3 y 4. Colección Crono Arquitectura Venezuela.

5 y 6. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad.

7 y 8. LALI. Iniciativa Latinoamericana del Paisaje (https://laliniciativablog.wordpress.com/2017/05/11/premio-nacional-de-arquitectura-xii-bienal-venezuela/)

9. Capturas de Google Earth; y Biennal Internacional del Paisatge Barcelona (https://landscape.coac.net/preservacion-del-jardin-botanico-y-su-expansion-al-paisaje-urbano-y-regional-lecciones-del-jardin)

10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18 y 20. Biennal Internacional del Paisatge Barcelona (https://landscape.coac.net/preservacion-del-jardin-botanico-y-su-expansion-al-paisaje-urbano-y-regional-lecciones-del-jardin)

19. @arquitecturavzl; Google Earth; y Facebook de la Fundación Jardín Botánico de Maracaibo.

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 352

Cuando Hannia Gómez en “Cada forma tiene su propio significado”, texto dedicado a comentar el Hipódromo Nacional La Rinconada de Arthur B. Froehlich (1909-1985) en Our Architects. Arquitectura norteamericana en Caracas 1925-1975, catálogo de la exposición del mismo nombre montada en 2017 en los espacios de la Sala TAC, expresa sobre el complejo que se trata de “una monumental ciudad hípica que, por sus dimensiones, su despliegue formal, espacial e incluso artístico, no puede hacernos evitar la comparación (guardando las distancias) con la Ciudad Universitaria de Caracas (1954), su referente inmediato en la ciudad”, creemos que está totalmente en lo cierto.

También tiene razón cuando señala el orgullo que muestra Froehlich a través de las fotografías publicadas en la revista LIFE tomadas por Frank Scherschel que recogen la jornada inaugural de carreras de caballos y puesta en funcionamiento el 5 de julio de 1959. Y no es para menos. El Hipódromo La Rinconada se trata de la obra más acabada del arquitecto californiano, todo un especialista en el tema, el más importante de América Latina en aquel momento y una pieza emblemática a nivel mundial y, además, el punto culminante en la evolución de la historia de la hípica nacional en lo que a instalaciones se refiere.

1. Detalle del Plano Topográfico de la Ciudad de Caracas de 1889 de Vicente Mestre donde se puede visualizar arriba a la derecha en el sector de Sarría cerca de la Quebrada Honda la ubicación del hipódromo construido por los generales Julio Sarría y Mario Gallegos.

Empezando por lo último, tratando de elaborar de manera sintética una cronología de lo que ha sido el surgir de la afición por la hípica y las instalaciones que precedieron a la que hoy nos ocupa, tenemos que los estudiosos del tema fijan en la segunda mitad del siglo XIX (el año 1851 para más precisión, bajo la presidencia de José Gregorio Monagas) el momento en que se da la primera iniciativa de constitución del Jockey Club de Venezuela como empresa (presidida por Don Alfonso Andral) y con ello se inician las gestiones para la realización de un hipódromo en la Sabana de Ñarauli, parroquia San José (actual municipio Libertador) en terrenos donde luego se construiría la iglesia parroquial. El proyecto del hipódromo no se concluyó muy probablemente debido a las condiciones económicas y sociales que atravesaba Venezuela, y con ello desaparecería el recién nacido Jockey Club de Venezuela.

Por otro lado, las primeras carreras de caballos como espectáculo organizado en el país tienen su antecedente más documentado ubicándose en el estado Bolívar y será allí donde en el último cuarto del siglo XIX, según el portal https://hipismo.net se construirá el que es considerado como “el primer hipódromo venezolano que llevó por nombre El Callao … gracias a la iniciativa de Antonio Liccioni, magnate de las minas de oro…”.

Dos años más tarde, en 1878, se retoma el interés por dotar de una instalación donde se puedan realizar jornadas hípicas en la capital venezolana cuando la municipalidad caraqueña y los generales Julio Sarría y Mario Gallegos firman un contrato de arrendamiento a objeto de construir un hipódromo en un terreno denominado La Consolación, ubicado en Sarría, y que en el Plano de Caracas de 1889 de Vicente Mestre se puede visualizar. Su forma rectangular alargada hace presumir que las carreras se disputaban en línea recta.

2. Arturo Michelena. Izquierda: Hipódromo de Sabana Grande (c.1896). Derecha: Boceto para el Gran Premio Miranda. Hipódromo
de Sabana Grande (1896).

Para 1893, un nuevo y sólido emprendimiento tendrá lugar cuando otro de los primeros promotores del espectáculo hípico en Caracas, Don Mathieu Valery, de mutuo acuerdo con la municipalidad capitalina, decide encargar el proyecto para la construcción de un hipódromo con todas las reglamentaciones internacionales que estaría ubicado en el sector Las Delicias de Sabana Grande y que sería inaugurado el 1 de marzo de 1896. Así mismo, Valery como principal accionista junto a Alberto Smith, Carlos Zuloaga, Federico Alcalá, Juan José Michelena, Edgar Ganteaume, Juan G. Delfino y Francisco Becerra registrarán la empresa denominada Jockey Club de Venezuela el 10 de agosto de 1895, cuya junta directiva quedaría integrada por Alberto Smith como presidente y Gustavo J Sanabria como vice-presidente, y tendría entre sus principales objetivos asumir el tutelaje del hipódromo.

El hipódromo de Sabana Grande que tenía una pista ovalada de 1.250 metros de largo, y fue considerado el primer hipódromo organizado de manera formal en Venezuela, cerró sus puertas el 25 de marzo de 1900 tras solo cuatro años de funcionamiento.

Será en 1908 cuando, gracias a la insistencia de Gustavo J. Sanabria para entonces Gobernador Político y Militar del Distrito Federal y presidente del Jockey Club de Venezuela (acompañado, entre otros, de José Gil Fortoul, Manuel V. Lander Gallegos, Celestino Martínez, Eduardo Sucre, Félix Galavís y Manuel Corao), y luego de haber adquirido un año antes 10 hectáreas en la naciente urbanización El Paraíso, abra sus puertas el muy conocido Hipódromo El Paraíso.

3. El Hipódromo de El Paraíso y su entorno (c.1920).
4. El Hipódromo de El Paraíso en tardes de carreras y vista de las tribunas principales.

Esta instalación que tendría inicialmente una pista de 1.100 metros de longitud (que en 1.932 se extendió a 1.450 metros y posteriormente se incrementó a 1.600 metros), se construiría según trazado del reconocido Eduardo Calcaño y su arquitecto E.E. Venter (quien también fue el mismo autor del Hipódromo de Sabana Grande), reutilizando las graderías del desmantelado Hipódromo de Sabana Grande, las columnas rescatadas como chatarra del Mercado de San Jacinto y rejas de hierro especialmente fabricadas por la Escuela de Artes y Oficios de Caracas.

Fueron diversas las vicisitudes que atravesó el Hipódromo de El Paraíso durante su existencia. Ya en 1910 la crisis que atraviesa el Jockey Club lleva a su junta directiva (presidida aún por Gustavo J. Sanabria) a tomar la decisión de entregar todos los bienes, terrenos, tribuna y el resto de instalaciones que conformaban el hipódromo al Gobierno Nacional para que a través del Ministerio de Fomento fuese el promotor y único administrador de la propiedad. Es a partir de esa fecha que se le dio el nombre de “Hipódromo Nacional”.

Entre 1911 y 1931 continúan las dificultades financieras que conducen a cierres periódicos de la actividad siendo el más significativo el que se da entre 1928 y 1932, año este último en el que, con el apoyo del Ministerio de Agricultura y Cría y gracias al incremento del presupuesto nacional por concepto de ingresos petroleros, se amplía la pista y se produce una importante remodelación de las instalaciones.

5. Hipódromo de Angostura, Ciudad Bolívar (izquierda) e Hipódromo de La Limpia, Maracaibo (derecha).

Funcionando a la par del hipódromo de El Paraíso en 1933 se inauguraría el Hipódromo de Angostura en Ciudad Bolívar y en 1948 se ocurriría otro tanto con el Hipódromo de La Limpia en Maracaibo.

Con sus altos y sus bajos, el óvalo de El Paraíso mantuvo sus actividades hasta 1959. Sin embargo, ya en 1952 se empiezan a gestar los primeros planes para la construcción de un nuevo hipódromo para la ciudad de Caracas ya que las vetustas instalaciones de El Paraíso habían sido rebasadas en su capacidad.

6. Hipódromo Nacional La Rinconada. Arriba izquierda: Plano de conjunto. Arriba derecha: Planta baja del área de acceso y de las tribunas. Abajo: Fachada exterior.
7. Hipódromo Nacional La Rinconada. Vista general desde el sureste en fechas cercanas a su inauguración.
8. Arthur Froehlich posando lleno de satisfacción para la revista LIFE el 5 de julio de 1959, fecha de inauguración del Hipódromo La Rinconada.

Será definitivamente en 1953 cuando el Estado venezolano comprará por un monto de 213 millones de bolívares los terrenos que antiguamente ocupó el Haras la Rinconada, hacienda ubicada en las afueras de la ciudad que contaba con todas las condiciones para emprender un gran complejo deportivo dedicado al hipismo. Para la realización del proyecto, como ya adelantamos, se contrató la firma del arquitecto estadounidense Arthur Froehlich quien trabajó en conjunto con los ingenieros Tung Yen Lin y Henry Layne, que serían los encargados de llevar a cabo los cálculos estructurales de las diferentes edificaciones que conforman el complejo. Adicionalmente se contactó al brasileño Roberto Burle Marx para el diseño del paisajismo quien para entonces ya trabajaba con Fernando Tábora y John Stoddart. El artista italiano Giuseppe Pizzo sería el realizador de los murales que se ubicarían a lo largo de los diferentes espacios públicos de la edificación.

De acuerdo a lo reseñado en https://www.instagram.com/p/CCUSQHspo4x/, “El recinto fue diseñado con un óvalo de 1.600 metros con dos salidas de ángulos opuestos, al sur del óvalo se ubicaron las tres tribunas con capacidades de 8.000, 1.500 y 3.000 espectadores, juntas totalizan una capacidad de 12.500 personas.

9. Tres vistas exteriores del sector de tribunas.
10. La revista LIFE llevó a cabo un registro permanente del avance de las obras del hipódromo y del momento en que abrió sus puertas

Las instalaciones del Hipódromo la Rinconada incluyeron amplias áreas de esparcimiento como bares, restaurantes, tiendas y el lujoso Jockey Club, así mismo sus espacios contaban con todas las comodidades para quienes practicaban el hipismo, de esta forma se incluyó un hospital veterinario, caballerizas, pista de entrenamiento, áreas de paddock cubierto y descubierto entre otras cosas. Al momento de su inauguración su impacto arquitectónico y sus avances estructurales fueron de tal magnitud que influyeron en el diseño de otros hipódromos como el de Longchamps en Francia y Belmont Park en Estados Unidos”.

La inversión total de la obra, ejecutada entre 1954 y 1959 (con una interrupción el año 1958), fue estimada en 28 millones de dólares, reflejo de los billones que se inyectaron a la economía venezolana entre los años 1948 al 53, derivados del negocio petrolero. Sería iniciada por la dictadura perezjimenista e inaugurada a inicios del período presidencial de Rómulo Betancourt el 5 de julio de 1959.

Como dato adicional se sabe que la constructora de la obra fue C.A. Venfroca correspondiéndole a Fibrocemento realizar las impactantes cubiertas lobuladas pretensadas en voladizo de sus tres tribunas (diseñadas por Tung Yen Lin) de donde cuelgan las cabinas esféricas para transmisión de TV y radio.

11. Panorámica general del Hipódromo Nacional La Rinconada y su entorno.

De la página https://www.ccscity450.com rescatamos lo siguiente: “Si bien las carreras de caballos y las apuestas dominicales fueron parte de la cultura del caraqueño por décadas, también es verdad que (el hipódromo) fue abandonado como uso masivo y hasta sirvió durante años como refugio para víctimas de desastres naturales.(…) Las instalaciones se vieron afectadas por usos que degradaron su prestancia y sin embargo hoy, sobrevive incólume en medio de un aire de ruina moderna. (…) Al contexto inmediato se sumaron el Poliedro de Caracas, el Museo Alejandro Otero, la estación de trenes, un Estadio de béisbol y una extensa área de viviendas informales”.

En el año 2009 el Hipódromo la Rinconada fue declarado Monumento Nacional por el Instituto de Patrimonio Cultural y el año 2014 la empresa Aliva Stump, C.A. concluyó un importante trabajo de remodelación.

12. Escalera del Jockey Club de Venezuela publicada en Our Architects. Arquitectura norteamericana en Caracas 1925-1975, catálogo de la exposición del mismo nombre montada en 2017 en los espacios de la Sala TAC, Las Mercedes.

Cerraremos, tal y como empezamos, con una cita de Hannia Gómez que resume muy bien el alcance y trascendencia que tiene esta grandiosa obra: “Con sus volados supersónicos, sus rampas aerodinámicas, sus murales futuristas de caballos al galope, sus luminarias interestelares, sus concretos coloreados, sus bóvedas y sus cubiertas orladas y la extraordinaria escalera helicoidal del Jockey Club, suspendida de guayas de acero sobre una fuente color acqua, en La Rinconada, cada forma tiene su propio significado para la modernidad”.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal y 3. Colección Crono Arquitectura Venezuela.

  1. http://guiaccs.com/planos/la-ciudad-en-tiempos-de-castro/

2. https://contexturas.org/modernidad-al-sur/

4. https://www.facebook.com/groups/586879391415561/posts/3016936671743142/

5. https://hipismo.net/2009/06/09/historia-del-hipismo-en-venezuela/ y https://www.pinterest.com/pin/384917099382186912/

6. https://www.ccscity450.com/obra/hipodromo-la-rinconada/

7. https://www.facebook.com/Arquitecturavzl/photos/a.1955581641323838/2636905226524806/?type=3

8. http://ww7.venezuelapasionhipica.com/?p=13427

9. http://guiaccs.com/obras/hipodromo-la-rinconada/ y http://ww7.venezuelapasionhipica.com/?p=13427

10. http://ww7.venezuelapasionhipica.com/?p=13427 y https://twitter.com/ARodriguezVera/status/920898493790801920

11. http://guiaccs.com/obras/hipodromo-la-rinconada/

12. Our Architects. Arquitectura norteamericana en Caracas 1925-1975, catálogo de la exposición del mismo nombre montada en 2017 en los espacios de la Sala TAC, Las Mercedes.

TEXTOS FUNDAMENTALES

Dos parques, un equipo

Parque del Este, Caracas-Venezuela/Aterro do Flamengo, Río de Janeiro-Brasil

Fernando Tábora

Embajada de Brasil en Venezuela/Norberto Odebrecht Constructora S.A.

Editorial Ex Libris

2007

Cuando el arquitecto de origen chileno residenciado en Venezuela Fernando Tábora se aproximaba a cumplir los ochenta años, tomó la decisión de dejar testimonio escrito de lo que fue su participación durante los años 50 y comienzos de los 60 del siglo XX en dos proyectos de arquitectura paisajista donde, invitado por Roberto Burle Marx, actuó formando parte de un equipo junto a John Godfrey Stoddart, Julio César Pessolani y Mauricio Monte que hizo posible la realización tanto del Parque del Este en Caracas como del Aterro do Flamengo en Río de Janeiro. El libro Dos parques, un equipo es justamente el producto del esfuerzo realizado por Tábora por dejar testimonio de dicha experiencia echando mano de la valiosa información que había logrado acumular en sus archivos y los recuerdos que se fueron cruzando en la medida que los consultaba y convertía todo ello en texto.

1. Dos parques, un equipo. Índice

Narrado como una historia salpicada de anécdotas conformada por pequeños segmentos dedicados cada uno a un tema, abundantemente documentada, en la que se entrecruzan múltiples escenas en simultáneo de su vida personal, de su contacto y relación con Burle Marx, de los proyectos y viajes realizados como parte de los encargos realizados en el atelier del maestro brasileño, de su encuentro con Venezuela y de las etapas del desarrollo de los dos proyectos en los que busca centrarse la publicación, Dos parques, un equipo fue estructurado por Tábora en dos partes.

2. Burle Marx con el equipo: los arquitectos Fernando Tábora, Julio César Pessolani y John Godfrey Stoddart con el plano general del Parque Naciones Unidas de Santiago. 1960. Rio de Janeiro.

La primera arranca contextualizando a “Caracas en el momento del proyecto del Parque del Este”, para abrirle así la puerta a la llegada de Burle Marx a Venezuela por primera vez en 1956 en compañía de Tábora (solicitado por Daniel Camejo Octavio para resolver los problemas presentados en el tratamiento de las áreas exteriores del Club Puerto Azul) y la conformación del “atelier” en Río de Janeiro a partir de los numerosos encargos que tras la visita se debían atender, lo que daría paso luego a la creación de una “sociedad” que tendría una de sus sedes en Caracas. El desarrollo de este primer tramo del libro, sin duda el de mayor valor documental, transcurre a través de toda la experiencia que se inicia con la participación en los proyectos de las áreas exteriores para la Exposición Internacional, que se realizaría en Caracas en 1960 en las setenta y cinco hectáreas provenientes de parte de la expropiación de los terrenos agrícolas de la hacienda “San José” y los del fundo “La Carlota”, lo cual derivaría, tras la caída de la dictadura, y gracias a la intervención de Carlos Guinand Sandoz (otro personaje vital dentro de la historia) en el proyecto para el Parque del Este. Serán justamente todos los aspectos involucrados en el diseño y realización del parque caraqueño lo que consuma el mayor espacio de la primera parte del libro: la consolidación legal de los terrenos, el concepto de diseño y la elaboración de un plan maestro, “el equipo de apoyo en la ejecución del proyecto”, “las expediciones en busca de plantas y animales”, los componentes fundamentales de la propuesta, la consideración de “las plantas como estructura espacial”, “los proyectos arquitectónicos” y “los problemas de diseño de los patios”, constituyen un valioso testimonio digno de ser leído y consultado.

Luego se le abre un breve espacio a la experiencia que en simultáneo fue realizada en Río, iniciándose con otra contextualización que en este caso abarca “Brasil, la ciudad universitaria del Distrito Federal, Brasilia y el ‘Aterro do Flamengo’”, para luego dar paso a la “presentación del anteproyecto del Plan Maestro”, hablar de las “afinidades de los dos parques” y aclarar el grado de participación de los componentes de la sociedad con Burle Marx en cada caso, correspondiéndole a Tábora y a Stoddart hacerlo de manera más activa en Caracas y a Julio César Pessolani en Río.

3. Dos paques, un equipo. Extracto de algunas de las páginas de la primera parte del libro.

La muerte de Guinand en 1963 le permitirá a Tábora dar inicio al fin de la primera parte del libro donde se referirá, con relación al Parque del Este a: “el diseño del serpentario y del aviario junto  a la presencia de Augusto Ruschi”, “el diseño final e implementación del proyecto de los Patios” (con explicación detallada de cada uno), para finalmente abordar temas relacionados con el futuro del parque una vez terminadas las obras: su mantenimiento, su consideración como “hito de la arquitectura paisajista contemporánea” y “parte del Patrimonio Cultural de la Nación”, “los primeros proyectos de rehabilitación y la creación de la Comisión Asesora” y “El Plan de desarrollo, administración y manejo”.

Los dos últimos segmentos de la primera parte se dedican, a modo de cierre, a efectuar, por un lado, un breve balance de lo que significó para Tábora abordar a través de un equipo el diseño de los dos parques y su relevancia para su crecimiento como profesional y, por el otro, a referirse a “La arquitectura paisajística en Venezuela y Brasil” como “un “problema de escala”.

4. Seis de las fotografías de la segunda parte de Dos parques, un equipo. Arriba: Parque del Este, Caracas. Abajo: Aterro do Flamengo, Río de Janeiro.

La segunda parte está conformada por una serie de excelentes fotografías tomadas en fechas cercanas a la publicación del libro de los dos espacios objeto de atención a lo largo del mismo. Cada foto está acompañada por una breve cita seleccionada por Tábora de los textos elaborados para la primera parte del libro alusiva a cada imagen presentada.

Dos parques, un equipo tiene 208 páginas (145 ocupadas por la primera parte y 63 por la segunda) y fue diseñado en un formato de 23 x 26 cms. La edición es bilingüe correspondiéndole hacer la traducción al inglés a Petra Kowalsky. Contó con la dirección de arte y edición de Carla Tábora.

Las 241 imágenes con excelente definición que lo acompañan se diferencian claramente en función de las dos partes en que está dividido. Así, las 185 correspondientes a la primera parte se nutrieron del material proveniente de: Archivo Fernando Tábora (153), Archivo John Stoddart (8), Manuel Díaz (1), Andrés Manner (11), Carla Tábora (3), Fernando Rey (56) y Archivo Alejandro Pietri (1).

Las 56 magníficas fotos que constituyen el grueso de la segunda parte fueron tomadas Andrés Manner (56) y Luciana Leal (2).

5. Izquierda: Roberto Burle Marx, John Stoddart y Fernando Tábora en el Atelier de Río de Janeiro (1960). Derecha: Fernando Tábora y John Stoddart en el Parque del Este (c.1990)

Fernando Tábora fallece en Caracas en 2005 después de finalizar la escritura del libro el cual se publica de manera póstuma en 2007. Se había residenciado en la capital venezolana desde 1964 una vez finalizadas las experiencias del Parque del Este, el Aterro do Flamengo y el proyecto para el Parque de las Naciones Unidas en Santiago de Chile, entre otras, que lo llevaron a participar dentro de la sociedad creada por Burle Marx con sede principal en Brasil. A partir de 1964 funda junto a John Godfrey Stoddart la firma Stoddart+Tábora Arquitectos en la cual se realizan innumerables proyectos en Venezuela, Latinoamérica y el Caribe. La asociación con Stoddart se rompe en 1997 y entonces decide fundar la empresa TTB junto al ingeniero Enrique Blanco y a su hijo el arquitecto Andrés Tábora quien al fallecer su padre continuará dirigiendo la firma tábora+tábora.

De la reseña biográfica de Fernando Tábora que aparece en Dos parques, un equipo, extraemos lo siguiente, con lo cual concluimos la presente nota: “Paralelamente ejerce como profesor en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela durante más de treinta años en el Departamento de Acondicionamiento Ambiental y en 1987 hasta 1992 es coordinador del Comité Académico de la Maestría de Arquitectura Paisajista que se inicia en 1990. Es invitado a dar cursos, conferencias y sus proyectos son expuestos en Latinoamérica, Norteamérica y Europa. (…) Recibió innumerables premios y reconocimientos”.

ACA

Procedencia de las imágenes

Todas menos 5 derecha. Fernando Tábora. Dos parques, un equipo. Parque del Este, Caracas-Venezuela/Aterro do Flamengo, Río de Janeiro-Brasil (2007)

5 izquierda. https://iamvenezuela.com/2019/06/john-stoddart-el-paisajista-britanico-que-llena-de-belleza-a-venezuela/

A PROPÓSITO DE LOS 60 AÑOS DE BRASILIA

1. Brasilia. Explanada de los Ministerios en construcción, 1958

El pasado 24 de abril, hace justo un mes, Brasilia, la flamante capital de Brasil, celebró su 60 aniversario. Desde su inauguración en 1960, copó la atención mundial por la proeza de haber sido construida en sólo 41 meses de trabajo (las obras se habían iniciado el 23 de octubre de 1956 y quedaron registradas por el fotógrafo franco-brasileño Marcel Gautherot a través de unas extraordinarias imágenes), y por el hecho de que se trataba de una propuesta que recogía buena parte de los postulados urbanísticos impulsados por la Carta de Atenas (1933) que lograban cobrar vida tras la decisión trascendental de fundar la capital de una nación en pleno siglo XX comenzando desde cero.

Planteada ya en 1823 por José Bonifácio de Andrada e Silva quien además propone Brasila como denominación, la creación de una nueva capital en el interior del país buscaba equilibrar la distribución poblacional y el desarrollo urbano que se concentraba fundamentalmente en la costa. Esta idea de larga data comenzó a concretarse a partir del 30 de septiembre de 1956, con la publicación del aviso público en la Gaceta Oficial Federal, firmado el 19 de ese mismo mes, para el «Concurso Nacional del Plan Piloto para la Nueva Capital de Brasil», según lo determinado por el presidente Juscelino Kubitschek, pieza fundamental en que este sueño se llevara a cabo, quien gobernó su país entre 1956 y 1961.

2. Juscelino Kubitschek (izq.) y Lúcio Costa (der.) en Brasília, 1957

Kubitschek, electo presidente en los comicios celebrados el 3 de octubre de 1955 y juramentado el 31 de enero de 1956, casi sin perder tiempo (sólo el necesario para que su equipo de profesionales y asesores determinara la localización definitiva de la ciudad en la meseta central y preparara toda la información de apoyo que debía entregarse a los participantes), nombra al licenciado en Ciencias y Letras, médico y oficial del ejército Ernesto Silva como Presidente de la Compañía Urbanizadora da Nova Capital do Brasil, quien firma el aviso-convocatoria y a la vez se encarga de coordinar la elaboración de las bases del concurso. En ellas se exponía toda la información necesaria para llevar a cabo las propuestas de la nueva ciudad así como los requisitos y condiciones de entrega, los cuales fueron complementados por otro documento firmado por Oscar Niemeyer, a la sazón Director del Departamento de Urbanismo y Arquitectura de la Compañía Urbanizadora, que daba respuesta a las consultas formuladas por los competidores en aspectos claves como: vientos dominantes, conexión a través de vías férreas y autopistas, número de ministerios, densidad (máximo 500.000 habitantes), escalas de presentación (reafirmando que el Plano Piloto debería entregarse a escala 1:25.000, pudiendo estar acompañado de detalles del mismo a la escala que los concursantes consideren), y libertad en la presentación de los trabajos donde se podrá “usar color”.

Abiertas las inscripciones diez días después de publicado el aviso, dado un lapso de quince días para la inscripción de los participantes a partir de ese momento y de 120 días para presentar las propuestas desde la fecha de apertura de las inscripciones, finalmente se presentaron 26 trabajos. El jurado, encabezado por Ernesto Silva (Presidente de la Compañía Urbanizadora da Nova Capital do Brasil), compuesto por: dos representantes de la mencionada Compañía, uno del Instituto de Arquitectura de Brasil, uno del Club de Ingeniería y dos urbanistas extranjeros (traducidos en las figuras de Luiz Hildebrando Horta Barbosa, Oscar Niemeyer, André Sive, William Holford y Stamo Papadaki), luego de escuchar de forma oral los planteamientos de los equipos concursantes, de un grupo de cuatro finalistas, elige el 15 de marzo de 1957 como ganadora la propuesta presentada por el arquitecto y urbanista Lúcio Costa, quien posteriormente eligió como sus colaboradores principales a Oscar Niemeyer para todo lo relacionado con la arquitectura y Roberto Burle Marx para el diseño de las áreas verdes exteriores y el paisajismo. Como se verá entre el inicio de los trabajos fechado el 23 de octubre de 1956 y el día en que se da el veredicto transcurrieron 5 meses en que la ciudad aparentemente se había empezado a construir sin un proyecto preciso.

3. Propuesta ganadora del concurso para el Plan Piloto de Brasilia, Lúcio Csta, 1956

Los entretelones del concurso dejan ver a las claras los criterios de selección y las características fundamentales del trabajo ganador y, en consecuencia, el origen de gran parte de los problemas que a través de los años ha enfrentado el desarrollo y poblamiento de Brasilia.

Para empezar, el jurado guió sus deliberaciones con base en la consideración de que “una CAPITAL FEDERAL, diseñada para expresar la grandeza de una voluntad nacional, DEBE SER DIFERENTE DE CUALQUIER CIUDAD DE QUINIENTOS MIL HABITANTES”. La Capital debe ser una ciudad funcional y “también debe tener su propia expresión arquitectónica. Su característica principal es la función de gobierno. Todas las demás funciones se agrupan a su alrededor y, para ello, todo converge. Las unidades de vivienda, las unidades de trabajo, los centros de comercio y descanso están integrados en todas las ciudades, de manera racional entre ellos.  En una capital, tales elementos deben estar orientados, ‘además, hacia el propio destino de la ciudad: la función gubernamental’ ”, clara declaración de que los trabajos serían observados teniendo los planteamientos provenientes de la Carta de Atenas como lentes de aumento. Así, “El jurado trató de examinar los proyectos; inicialmente, bajo el plan funcional, y luego, desde el punto de vista de la síntesis arquitectónica”. Más adelante se aclarará más aún qué se buscaba al argumentarse que, terminado el examen, “el jurado intentó encontrar una concepción que presentara unidad y diera grandeza a la ciudad, debido a la claridad y jerarquía de los elementos. En opinión de sus miembros, el proyecto que mejor integra los elementos monumentales en la vida cotidiana de la ciudad, como Capital Federal, que presenta una composición coherente, racional y de esencia urbana, una obra de arte”, lo cual encontraron “en el proyecto número 22 (veintidós) del Sr. LÚCIO COSTA”.

En cuanto a la propuesta ganadora, Costa confiesa en su exposición hecha ante el jurado que: “No tenía la intención de competir … Asisto, no como un técnico debidamente equipado, ya que ni siquiera tengo una oficina, sino como un simple ‘maquis’ del urbanismo, que no tiene la intención de continuar desarrollando la idea presentada, si no eventualmente, como un simple consultor. (…) La liberación del acceso al concurso redujo la consulta a lo que realmente importa, es decir, al diseño urbano de la ciudad misma, (que) no será … el resultado de la planificación regional, sino la causa: su fundación dará lugar a un mayor desarrollo planificado de la región. Es un acto deliberado de posesión, un gesto de significado aún pionero, en la línea de la tradición colonial. Y lo que se pregunta es cómo … se debe concebir una ciudad así”.

Esta confesión de Costa se traduce justamente en la manera como explica el nacimiento de la propuesta, su definición y su resolución, redactada a través de 23 puntos acompañados de esquemas y gráficos sencillos, siendo el primero el que se ha publicitado con tanta frecuencia: la solución “nació del gesto principal de alguien que marca un lugar o lo toma: dos ejes que se cruzan en ángulo recto, es decir, el mismo signo de la cruz”, que abre el camino a asuntos tales como: la adaptación a la topografía; las consideraciones viales en las que se eliminan los cruces y se jerarquizan las vías siempre teniendo el automóvil como protagonista; la segregación funcional de acuerdo a los dos ejes principales de ordenamiento de la ciudad; la determinación de los espacios públicos fundamentales personificados por el peso que cobra la Plaza de los Tres Poderes; el abordaje al problema residencial y la aparición de las “supercuadras” y su disminución de tamaño de acuerdo a la gradación social; la proposición de los límites de la ciudad utilizándose el recurso de construir un lago artificial; para finalmente lanzar una propuesta acerca de cómo deben parcelarse y venderse los terrenos.

4. Bocetos conceptuales presentados por Lúcio Costa como parte de la entrega de la propuesta ganadora del Plan Piloto de Brasilia, 1956

“En resumen -dirá Costa-, la solución presentada es fácil de entender, ya que se caracteriza por la simplicidad y claridad del riesgo original, que no excluye, como hemos visto, la variedad en el tratamiento de las partes, cada una concebida de acuerdo con la naturaleza peculiar de la función respectiva, lo que deriva en la armonía de requisitos de aspecto contradictorio. Y así, siendo monumental, también es cómoda, eficiente, acogedora e íntima. Y, al mismo tiempo, dispersa y concisa, bucólica y urbana, lírica y funcional. El tráfico de automóviles continúa sin intersecciones, y el terreno se restaura, en una medida justa, a los peatones. (…)  Brasilia, capital del aire y la carretera; ciudad parque. Sueño secular del patriarca”.

Para no pasar por alto este importante onomástico nos ha parecido procedente, además de recordar la manera como se seleccionó y desarrolló el Plan Piloto de Brasilia, rescatar dos textos elaborados en dos momentos muy distintos y con miradas bastante diferentes por dos jóvenes arquitectos.
El primero corresponde a Oscar Tenreiro quien recién egresado en 1960 de la Escuela de Arquitectura de la UCV y a sólo un año de su inauguración, en mayo de 1961, visita Brasilia desde Santiago de Chile, donde era becario, cursaba estudios de postgrado, se casa por primera vez y está a la espera de su primer hijo.

Ya dos años antes Tenreiro había estado en Santiago junto a Gonzalo Castellanos como delegados estudiantiles en el II Congreso Panamericano de Estudiantes de Arquitectura (que comenzaría el 20 de Septiembre de 1958) y de este viaje, que le sirvió para visitar además Buenos Aires, Montevideo, Porto Alegre, Santa María y Río de Janeiro (muy bien relatado en la entrega nº 6 de “Todo llega al mar” aparecida en el blog Entre lo cierto y lo verdadero del 8 de septiembre de 2008), rescata su “contagio” con la actitud intelectual de Castellanos y la adquisición (al igual que él) de una máquina de escribir Olivetti, que lo acompañaría en su segundo traslado a Santiago y le permitiría recoger sus impresiones del viaje que realizara a Brasilia, cuando despertaba su otra vocación firme: la escritura.

5. Dos de las páginas del artículo «Reflexiones sobre Brasilia» publicado por Oscar Tenreiro en la revista Punto nº 4, noviembre 1961

Justamente es en Santiago y con su Olivetti donde Tenreiro escribe no sólo cartas, sino también «Reflexiones sobre Brasilia» su “primer ensayo corto para enviarlo a Caracas con el fin de publicarlo en la revista Punto que se editaba en mi Escuela”. Episodio que, recogido en este caso en el nº 10 de “Todo llega al mar”, aparecido en el blog ya señalado el 6 de octubre de 2018, hoy ve como importante porque con veintidós años “por primera vez traté de expresar con mis palabras, que se referían a mis puntos de vista, imperfectos y adolescentes como podían ser, lo que la vivencia de la arquitectura y la ciudad me sugería. Y ahora cuando releo lo escrito, que apareció en el número (4) de Noviembre de ese mismo año, me resulta interesante ver cómo el deseo de expresar una inquietud, de preguntarse en voz alta ante otros –en parte la razón para escribir– produjo líneas que si bien hoy redactaría de otra forma diciendo mis razones con menos dudas, puedo sin embargo suscribir sin ruborizarme:

…Pero el aspecto “Brasilia Realización” es diferente al “Brasilia Espíritu”. Si podemos dudar de los principios que le dieron origen, no podemos negarle valor a una obra que ha tomado forma gracias al esfuerzo común…Brasilia siempre permanecerá como una respuesta concreta a una necesidad concreta…La arquitectura de Niemeyer es lo que le da un sentido especial a Brasilia…me inclino a creer que Brasilia perdurará en la Historia, más como una realización de nuestro siglo, como un ensayo, que como un ejemplo que inicie caminos nuevos. Y si hay algo que impedirá que el tiempo la opaque demasiado, será la arquitectura de Niemeyer, que ha conseguido darle unidad y coherencia a una estructura urbanística que desconcierta, entusiasma y a veces decepciona.

A la interesante dualidad “Brasilia Espíritu-Brasilia Realización” que separa con nitidez lo cuestionable de su urbanismo de su rescatable arquitectura, quisiéramos sumar otra: “Brasilia Proyectada-Brasilia Habitada”, que otro bisoño arquitecto, en este caso el argentino Mauricio Waisman (quien hoy ejerce en la ciudad de Mendoza como director del estudio Síntesis), construyó cuando aún era estudiante a través de un excelente ensayo fotográfico dando pie a la publicación digital titulada BRASILIA: La Fallida Tierra de Nunca Jamás donde “se intenta reflexionar -haciendo uso del modelo literario de ‘introducción, nudo y desenlace’- acerca de la relación que existe entre las maravillas arquitectónicas de la ciudad y la realidad social de quienes la habitan.”

6. Portada de la publicación digital BRASILIA: La Fallida Tierra de Nunca Jamás de Mauricio Waisman
7. Imágenes de la publicación digital BRASILIA: La Fallida Tierra de Nunca Jamás de Mauricio Waisman

Tal y como Waisman expresa en https://ar.linkedin.com/in/mauriciowaisman, “El libro está dividido en dos partes: la CIUDAD PROYECTADA y la CIUDAD HABITADA. Cada una está precedida de un prólogo escrito por la Dr. Arq. Zaida Muxí Martinez. Ninguna tiene jerarquía sobre la otra. No hay ciudad sin habitantes, ni habitantes sin ciudad. El libro busca reflejar esto: hay dos posibles lecturas de la historia. No hay tapa y contratapa. Hay dos comienzos. Dos realidades. Dos Brasilias (…). El proyecto comenzó en Octubre de 2010 con la documentación de la ciudad, para luego convertirse en la muestra homónima inaugurada en Setiembre de 2011 en el Espacio Contemporáneo de Arte de Mendoza y en ANÓNIMOS, inaugurada en Setiembre de 2012 en el Ministerio de Cultura de la Provincia en el marco de la semana de Brasil en Mendoza”. El libro puede ser consultado y descargado en https://www.plataformaarquitectura.cl/cl/02-262852/brasilia-la-fallida-tierra-de-nunca-jamas.

Los problemas enfrentados por Brasilia desde su creación son harto conocidos: el carácter exageradamente abstracto del trazado; la poca consideración de la escala humana privilegiando la monumentalidad de sus espacios y acento plástico de los edificios más emblemáticos; el predominio de criterios de índole funcional donde el énfasis en lo vehicular a nivel individual terminó colocándolo por sobre lo colectivo, dificultando el desplazamiento peatonal y el adecuado funcionamiento del transporte público; y la poca previsión en cuanto a su crecimiento más allá de lo contemplado por el Plano Piloto que desbordó cualquier estimación inicial alcanzando hoy su área metropolitana más de tres millones de habitantes (seis veces más que los 500.000 establecidos por las bases del concurso), ubicados en su gran mayoría en suburbios y zonas no planificadas, pasándose de una estimación inicial de 100 habitantes por kilómetro cuadrado a la actual de 520. Se trataba de una ciudad ideada como una maqueta perfecta para ser vista desde el aire a la que, luego de ser habitada por hombres de carne y huesos, el tiempo le ha inyectado una dosis de realismo para la cual no estaba preparada. O como diría Zaida Muxí: “En esta ciudad desaparece el ser humano sobrepasado por la dimensión espacial y temporal de la máquina. Una apuesta por una modernidad que ambiciona la igualdad y que, tal vez sin darse cuenta, construye la segregación y desigualdad.” O, en otro momento, “La ciudad es habitada diariamente de una manera diferente a como fue proyectada. Las regiones que circundan el plan piloto forman un todo sin solución de continuidad, son barrios hechos a mano en los que la gente se ha construido, como en tantas otras ciudades, su hábitat”, citas que permiten ubicar en su justo sitio la ciudad que ha sido distinguida en 1987 como la única urbe del siglo XX que es Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad.

ACA

Procedencia de las imágenes

  1. https://www.archdaily.com/303639/the-construction-of-brasilia-photos-by-marcel-gautherot?ad_medium=gallery

2. https://saopaulosao.com.br/conteudos/colunistas/4972-bras%C3%ADlia,-60-anos-a-urbanidade-e-o-caminhar-na-capital-brasileira-2.html

3 y 4. https://concursosdeprojeto.org/2010/04/21/plano-piloto-de-brasilia-lucio-costa/

5. Revista Punto, nº 4, noviembre 1961

6 y 7. https://www.plataformaarquitectura.cl/cl/02-262852/brasilia-la-fallida-tierra-de-nunca-jamas

¿SABÍA USTED…

… que en 1957 Roberto Burle Marx diseña los jardines de la quinta Caurimare propiedad de Inocente Palacios en Colinas de Bello Monte?

1. Quinta Caurimare, propiedad de Inocente Palacios, Colinas de Bello Monte. Arquitecto Antonio Lombardini, 1957. Demolida en 1980.

Como en diversas oportunidades hemos reseñado, la urbanización Colinas de Bello Monte se trata de la primera incursión que se realiza al sur del río Guaire con el objetivo de ocupar las estribaciones de los cerros allí ubicados. Fue en 1949 cuando la Sucesión Casanova, propietaria de los terrenos de la hacienda Bello Monte (productora de caña de azúcar), ubicada en la ribera sur del rio Guaire, frente a Sabana Grande, se dispuso a planificar la zona, actividad que asumió Inocente Palacios, empresario, promotor cultural y musicólogo (además de cofundador en 1941 del partido Acción Democrática -del que se separa en 1944- y Director fundador de la Escuela de Artes de la UCV en 1978), quien se acompañó de un grupo de competentes profesionales entre los que se encontraba el arquitecto italiano Antonio Lombardini, a quien correspondió realizar el trazado del desarrollo cuya parte menos accidentada (cercana al río) sería ocupada por edificios corporativos y viviendas multifamiliares con comercio en planta baja, destinándose las laderas para quintas que podrían aprovechar, gracias a la sinuosa adaptación topográfica las calles, las magníficas visuales abiertas sobre el valle y el Ávila.

2. Izquierda: Propuesta ganadora presentada por José Miguel Galia para el Concurso Concurso Internacional “Colinas de Bello Monte” para una quinta en pendiente (1951). Derecha: «Casa Modelo» (1951) construida por la urbanizadora de Colinas de Bello Monte encargada a Antonio Lombardini
3. Vista aérea de Colinas de Bello Monte en momentos en que se concluían los movimientos de tierra para urbanizar la parte alta (1953)

Palacios a la hora de promover la venta y ocupación de los terrenos destinados a las quintas lo hace desde dos frentes aparentemente contradictorios entre sí. En primer lugar encarga a Lombardini el proyecto y construcción de una “Casa Modelo”, ubicada en un terreno “ondulado”, como afirmaba la urbanizadora, la cual se termina en 1951, muy poco después de iniciadas las obras de vialidad y lotificación en la zona. Por otro lado, ese mismo año impulsa la realización del Concurso Internacional “Colinas de Bello Monte” para una quinta en pendiente del cual resulta ganador el arquitecto José Miguel Galia obteniendo el segundo premio el arquitecto italiano Gino Ugo Posani y el tercero, el estudiante Raúl Garmedia. La paradoja aflora cuando el acto de entrega de los premios del concurso se realiza en el mes de diciembre en los espacios de la “Casa Modelo”.

Lo cierto es que Lombardini llegó a realizar numerosas quintas en Colinas de Bello Monte de los más variados tipos e implantaciones y, que sepamos, a Galia no le correspondió proyectar ninguna con base a su prototipo “en pendiente”. De hecho, cuando Palacios decide emprender en 1957 la construcción de su propia casa en terrenos de la urbanización, dinamita un pequeño cerro llamado “El Perico” localizado en la calle Caroní y recurre a Lombardini para que la diseñe.

De la vivienda familiar de Palacios, a la que dio por nombre “Caurimare”, es poca información la que se logra conseguir salvo que se trataba de una casa-conservatorio montada “en un pico de ésos”, una casa tan “absurdamente grande que hicimos muchos grandiosos conciertos, a veces hasta de cuarenta músicos” según ciertos testimonios (recordemos que Palacios era chelista), todo lo cual nos habla de su considerable tamaño y de su conversión esporádica en centro cultural. En tal sentido, de una entrevista que realizara el año 2001 Laura Helena Castillo a la viuda de Palacios, Josefina Juliac, tras cumplir 104 años de vida, titulada “La venezolana que ha vivido en tres siglos. La prolongada batalla de Josefina Juliac” (https://enlasdosorillas2.wordpress.com/2005/05/20/la-venezolana-que-ha-vivido-en-tres-siglos/), hemos conocido, con relación a su consideración como epicentro cultural “que en la casa del matrimonio ubicada en Colinas de Bello Monte, se reunía ‘El Sindicato de la Inteligencia’, en el que estaban agremiados Alejo Carpentier, Miguel Otero Silva, María Teresa Castillo, Carlos Eduardo Frías, Antonia Palacios, entre otros ‘sindicalistas del buen vivir y mejor pensar’ ”.

Hannia Gómez, por su parte, señala sobre la influencia que sobre Palacios tuvo su atracción suburbana, que ella “arranca con la singular historia de su vida. Su emigración constante hacia el este, de casa en casa, desde la señorial casa paterna en el damero colonial hasta su atalaya en Bello Monte, es una metáfora del desarrollo de la ciudad.”
También es muy poco lo que quedó registrado de la espacialidad interior de “Caurimare” (demolida en 1980) y de su aspecto exterior se tiene una vista de su fachada norte tomada desde la zona baja del terreno que ocupaba la cual ratifica su gran dimensión, el aparente predominio del concreto como material de construcción, su aspecto racionalista a la vez que pesado más próximo al de un edificio público que al de una vivienda unifamiliar, el acento en la horizontalidad y el aprovechamiento máximo de las visuales hacia el valle de Caracas del que destacan corredores ubicados en planta baja abiertos al exterior y una gran terraza techada en la planta alta.

4. Roberto Burle Marx en Río de Janeiro con su equipo, los arquitectos Fernando Tábora, Julio César Pessolani y John Godffrey Stoddart. 1960

Sin embargo, por una de esas afortunadas casualidades que a veces ocurren cuando se navega por internet en busca de información, nos hemos topado con un esclarecedor y muy valioso trabajo realizado en 2017 por la profesora de la FAU UCV Inés M. Casanova Silva, cuando cursaba “Historiografía del Arte” en el MBArch Master Universitario en Estudios Avanzados en Arquitectura en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (Universidad Politécnica de Catalunya), titulado “Crítica de obra de Roberto Burle Marx: El jardín-damero de la casa de Inocente Palacios en Caracas (1957)”, con el cual será posible complementar esta nota.

Para contextualizar la obra y el momento baste decir que, según Fernando Tábora en su libro autobiográfico Dos parques. Un equipo (2007), Burle Marx llega a Venezuela en septiembre de 1956 “debido a una circunstancia fortuita dada por la necesidad de la colaboración de un arquitecto paisajista, en el proyecto del club privado Puerto Azul. El promotor Daniel Camejo Octavio y sus arquitectos Oscar Carpio y Guillermo Suárez, enfrentaban un problema difícil con las áreas libres del proyecto. Uno de los gerentes de la promotora, cuyo sobrino estudiaba en la Universidad de Cornell, el hoy arquitecto y paisajista Oswaldo Lares, le insinuó a Camejo la importancia de hacer venir a Burle Marx como consultor”. El propio Tábora, quien para entonces ya trabajaba en el Atelier de Burle Marx en Río de Janeiro, será quien coordinará los detalles y luego lo acompañará en el viaje que realizaría a Venezuela.

Como ya apuntáramos en la nota dedicada al destacado paisajista brasileño en nuestro Contacto FAC nº 137 (04/08/2019), Burle Marx, quien ya para 1956 se había dado a conocer internacionalmente con obras como el jardín de la casa de Odette Monteiro (1948) y los jardines del Ministerio de Educación y Salud de Río de Janeiro (1945), de Lucio Costa y Oscar Niemeyer, llega a un país que se caracterizaba por su bonanza económica y acelerado ritmo en la construcción de su infraestructura, y a partir del mismo momento en que lo hace se ampliarán los contactos, colaboraciones y proyectos que el Atelier (por entonces conformado por Burle Marx, Tábora, Mauricio Monte y Julio César Pessolani) iría atendiendo y desarrollando. Casi de inmediato, a finales de 1956, Burle Marx es llamado por Carlos Guinand Sandoz para diseñar las áreas exteriores de la Exposición Internacional de Caracas a realizarse en 1960; es requerido por Jorge Romero Gutiérrez, Dirk Bornhorst y Pedro Neuberger para colaborar con el tratamiento de los espacios abiertos de El Helicoide de la Roca Tarpeya; también para proyectar el paisajismo entre el hotel Humboldt y la Estación del Teleférico a instancias de Tomás Sanabria; y, más adelante, el rediseño del área central de la pista del Hipódromo La Rinconada, el Jardín Botánico, en Maracaibo (Edo. Zulia), los jardines de los clubes Playa Azul, Playa Grande, Morón y Balneario de Naiguatá, a los que se sumarán los paisajismos para las viviendas de Inocente Palacios y Diego Cisneros así como el de la casa de hacienda Monte Sacro de Nelson Rockefeller en Nirgua, estado Yaracuy, desarrollados casi todos en 1957 desde Rio de Janeiro. “No sería hasta mediados de 1957 cuando (John) Stoddart se incorporaría como socio a la nueva firma organizada para el desarrollo de proyectos de Arquitectura Paisajista y Planificación”, sumándose a Tábora, Pessolani y Monte, dejando atrás la denominación y estructura de Atelier. Posteriormente, en 1959 se registraría en Caracas la Oficina Técnica Roberto Burle Marx C.A., sociedad que acometería finalmente el proyecto para el Parque del Este.

También es conocido que en fechas más próximas Burle Marx (asociado en este caso con Haruyoshi Ono) estaría involucrado en el diseño paisajístico de las áreas exteriores de Parque Central (Siso & Shaw, 1970-1983) y el Teatro Teresa Carreño (Sandoval, Kunckel y Lugo, 1972-1983). Cabe acotar que desde 1964 Tábora y Stoddart se habían independizado y creado Stoddart + Tábora Arquitectos.

5. Izquierda: Inocente Palacios. Derecha: Ubicación de la quinta Caurimare en la calle Caroní de Colinas de Bello Monte
6. Dibujo en perspectiva del jardín proyectado por Roberto Burle Marx para la quinta Caurimare (1956)

Así, de acuerdo a la indagación realizada por Casanova, basada en un valioso material que le fuera proporcionado por John Stoddart perteneciente a su archivo privado, se nos abre otro importante frente dentro del papel que jugaba la vivienda de Palacios ya que a su condición de casa-conservatorio se podría sumar la de casa-museo. En este sentido, Palacios tendría dentro de su colección obras de Calder, un vitral Fernand Leger, un mural de Alejandro Otero y para ser ubicadas en los espacios exteriores que fueron objeto de diseño por parte de Burle Marx y su equipo, piezas cubistas de Ossip Zadkine (“El Gran Orfeo”) y de Pablo Gargallo (“El Profeta”).

También sabemos que se ubicó en un terreno con fuerte pendiente situado en la ladera norte de una de las colinas de Caracas con vista a la ciudad y al Ávila de aproximadamente 1.3 há (13.000 m2), limitado por dos calles curvas, la calle Guárico, al pie del terreno, y la calle Caroní, en la parte de arriba, por donde se le accedía a la parcela. La casa desarrollada en dos plantas tenía un área de ubicación de 2.000 m2.

Casanova, una vez contextualizado el marco en el que se desarrollaría el proyecto paisajístico no dudará en afirmar: “Ante las descripciones de la arquitectura de casa, el poder del propietario y el ideal de la urbanización, la propuesta de la Oficina Técnica de Burle Marx no podía ser otra que la de recrear el jardín de una fortaleza que parece querer controlar o conquistar el valle”.

“En la perspectiva que dibujó Burle Marx con la propuesta del jardín para Palacios se puede observar que el concepto es una colina arbolada de grupos homogéneos de especies de árboles, arbustos y palmas variadas, coronada por la gran edificación horizontal de Lombardini sobre un basamento rectangular que se extiende hacia el norte como terraza-mirador con una superficie en damero, y al pie de la colina, una hilera curva de palmas reales que delimita la parcela y está bordeada por una muralla de piedra que marca el lindero de la propiedad”, acotará Casanova, quien además logra identificar en el proyecto paisajístico cinco áreas: “el jardín de la entrada…; el área de servicio con garaje; el área de la piscina con un pabellón…; el área de la terraza ajardinada con diseño de damero, cuyo uso era la prolongación del área social de la casa; y, finalmente, el jardín arbolado que se había diseñado en la zona de más pendiente…, todo lo cual significó una modificación importante en el terreno original, para poder producir un aterrazamiento del jardín estabilizado por medio de taludes y muros de piedra”.

7. Plano realizado por la Oficina Técnica Burle Marx (1956) del jardín de la quinta Caurimare

El trabajo de Inés Casanova describe con detalle los niveles que conforman el jardín, el tratamiento que se les da a cada uno, la importante presencia del agua y la no menos correspondiente a la vegetación seleccionada para la que utilizó “una lista muy diversa de especies botánicas” todo lo cual, ilustrado con inédito material gráfico y fotográfico, puede ser consultado en (https://docplayer.es/92836645-El-jardin-damero-de-la-casa-de-inocente-palacios-en-caracas-1957.html).

8. Detalle del plano del jardín de la quinta Caurimare y foto del pabellón de la piscina
9. Izquierda: Vista parcial del jardín de la quinta Caurimare con un sendero de lajas de piedra. Derecha: Terraza-damero ajardinado desde el corredor con la escultura El Profeta al fondo como protagonista
10. Izquierda: Escultura Gran Orfeo ubicada al extremo este de la terraza-damero. Derecha: Otra vista al norte de la terraza-damero con la escultura El Profeta con El Ávila de fondo
11. Dos espacios del jardín de la quinta Caurimare

Al referirse a “El método de Burle Marx a través del jardín de la Casa de Palacios”, Casanova desarrolla varios temas importantes: “La forma abstracta del jardín” (El organicismo era característico de la obra de Burle Marx, sin embargo, en algunas obras usó las líneas rectas y figuras ortogonales, que como en el caso de la casa Palacios, buscaban crear un espacio intermedio entre la casa y el jardín, o bien, entre las líneas rectas de la arquitectura y las líneas curvas del paisaje.); “El damero en la obra de Burle Marx: … transición entre la edificación y el paisaje”; “Las esculturas como piezas del damero: El Gran Orfeo y El Profeta” (La ubicación de las esculturas no es al azar. Ambas esculturas cumplen un papel importante en la configuración del espacio y las visuales del jardín. Por ejemplo, el Gran Orfeo es el remate visual de la caminería que viene del acceso y va hacia la terraza damero. El Profeta es la pieza protagónica del damero como centro de la visual del espacio.); “El paisaje prestado y la desaparición del límite” (Según Ana Rosa de Oliveira el método del “paisaje prestado” proviene de la cultura china y fue usado y perfeccionado en la cultura japonesa… Se trata del paisaje natural -montañas, valles, rocas y cascadas- que se incluye como telón de fondo del jardín, y aparenta ser un componente estético propio del jardín.); “El Genius Loci: Burle Marx y la sensibilidad al lugar” (En el diseño del jardín de la casa de Palacios se adapta la propuesta al lema de la urbanización “una terraza en el Ávila”. Realmente se logra recrear una terraza-damero a manera imaginaria, en la montaña. Las caminerías acompañan la sinuosidad de los caminos de Colinas de Bello Monte.); “La vivencia del jardín y lo sensorial” (Tiempo y movimiento juegan un papel importante en el paisaje que crea Burle Marx. El jardín se puede recorrer completo y el recorrido es una experiencia de sensaciones. Burle Marx evidencia una facilidad por imaginarse el espacio en tres dimensiones, con volúmenes, texturas y colores.); “La tropicalización del jardín – la vuelta a la flora tropical” (En Caracas se preferían plantas exóticas de climas templados europeos, pero a partir de Burle Marx, se comienzan a usar nuevas especies de plantas provenientes de recolectas botánicas y exploraciones por el interior del País, y por Brasil, que su vez, importa Burle Marx.); “La plástica de la vegetación” (A diferente de otros paisajistas, o arquitectos que diseñaban jardines en la misma época, Burle Marx sentía un gran interés por la botánica, sin embargo la selección de la vegetación estaba dada mayormente por sus las cualidades plásticas, siempre y cuando se desarrollaran óptimamente en el clima del lugar, con la luz necesaria y las condiciones de suelo y agua requeridas.(…) Por lo tanto, sabía colocarlas en el lugar correcto del jardín.); y “La finalización de jardín ‘in situ’ ” (Según Fernando Tábora, Burle Marx tenía la habilidad de comprender el sitio y terminar de resolver el diseño y la selección de la vegetación y la topografía modificada en el sitio. Iba dando las instrucciones y decidiendo los detalles según las visuales del sitio.).

Cubierto su recorrido, Inés Casanova, deja en el ambiente una hipótesis que sería interesante discutir y con la cual cerramos también nuestro repaso a su trabajo: “… a partir de la llegada de Burle Marx, Caracas se volcó hacia lo tropical, posiblemente como consecuencia de la construcción del Parque del Este, símbolo del paisajismo moderno de Venezuela y el nuevo inventario de plantas tropicales importadas desconocidas antes por el caraqueño. Seguramente gracias a Burle Marx el valor de lo local, en materia de paisajismo y vegetación, volvió a ser de interés en la cultura caraqueña.”

ACA

Procedencia de las imágenes

1 y 2. Colección Crono Arquitectura Venezuela

3 a 11. https://docplayer.es/92836645-El-jardin-damero-de-la-casa-de-inocente-palacios-en-caracas-1957.html

2014• Remodelación del Hipódromo La Rinconada

Remodelación del Hipódromo La Rinconada.jpg

2014•  La empresa Aliva Stump, C.A. concluye para el Instituto Nacional de Hipódromos la remodelación del Hipódromo La Rinconada, ubicado en la Parroquia Coche del Municipio Libertador, Caracas, diseñado por el arquitecto norteamericano Arthur Froehlich (1909-1985), con paisajismo de Roberto Burle-Marx (1909-1994), construido entre 1955 y 1959, año en que fue inaugurado el día 5 de julio.


Fotografía: archivo Aliva Stump.

HVH