Por turnos, el urbanismo táctico, temporal, festivo, participativo, creativo, humano, ha tomado nuevas formas desde principios del siglo XXI. Las nociones de afecto, experiencia y diseño se han asentado gradualmente en el espíritu de los profesionales de la planificación urbana, a medida que se abren a actores inesperados y nuevas artes de hacer. Esta transformación es producto de un largo diálogo entre la práctica y la crítica: a la crítica de la pericia y al distanciamiento del habitante, el urbanismo ha respondido con participación; a las críticas a la legitimidad, respondió con la narratividad y la puesta en escena celebratoria de su acción; a las críticas a la monotonía y lo lúgubre del modernismo, respondió recurriendo a la autenticidad y a la eventualización de los centros de las ciudades.
El estudio objeto de este libro cuenta la historia de una progresiva integración de la acción cultural y artística en la planificación urbana. Ante un contexto de desconfianza hacia ella, describe un urbanismo que se abre a habilidades de mediación, animación y comunicación. Y retrata, por el contrario, un mundo del arte impaciente por invertir este nuevo nicho de orden público urbano. La intriga que se desarrolla allí sugiere el surgimiento de un nuevo espíritu de planificación urbana.
Antes de la creación del Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS), institución pública responsable de la planificación y construcción del proyecto y el sistema de acueductos que surtirían a Caracas de agua potable, el sistema de acueductos de la ciudad transitaba un cambio de modelo, como se desprende de observar el plano de 1938 que ilustra nuestra postal del día de hoy.
Con anterioridad, en 1928, el Ministerio de Obras Públicas (MOP) produjo un plano (Planoteca de Hidrocapital, Memorias del MOP 1928), con las distintas hoyas de la red de cloacas que alcanzaban un total de 10, de Oeste a Este y de Norte a Sur: Agua Salud, Los Padrones, Catuche, Punceres, Anauco, Santa Rosa de Lima, Caroata, Santa Teresa, Cienfuegos y El Paraíso. Algunos autores señalan que el diseño del alcantarillado de estas hoyas fue realizado siguiendo modernas normas para una ciudad que para 1930 tenía 196.000 habitantes. Particularmente, Roger Martínez Rivas en “La gestión del agua en Caracas, desde un enfoque urbanístico: historia y perspectiva” (2012), texto publicado en la revista Mundo Nuevo, año 4, número 9, señala: “La sección transversal de los conductos en las calles debía ser capaz para el agua de lluvia y el agua servida, mientras que en los drenajes naturales se previó la construcción de colectores marginales donde, mediante aliviaderos, los excesos serían evacuados hacia las quebradas”.
1. Plano de Caracas y sus alrededores, Eduardo Röhl, 1934.
A partir de 1930 la ciudad comenzaba a ocupar la totalidad del valle, tal y como lo evidenciara el dibujo y la construcción del plano a escala 1:30.000 denominado “Caracas y sus alrededores”, del ingeniero Eduardo Röhl en 1934. La capital comenzaba a crecer de forma dispersa hacia el Este, con nuevas urbanizaciones con trazados disímiles como el Country Club, La Florida, Los Palos Grandes y Los Chorros, que para entonces eran destinos de retiro y esparcimiento vinculados por la Carretera del Este, mientras que los cascos coloniales de Caracas, Chacao y Petare aún permanecían como centros poblados compactos regidos por la lógica del damero. Este crecimiento fragmentario por parches que representó Röhl, es un claro antecedente del plano de acueductos, con un enfoque coincidente que muestra a Caracas evolucionando hacia un modelo que promovió las urbanizaciones aisladas y autónomas siguiendo un orden propio. Un modelo cuya infraestructura de servicios siguió un desarrollo similar. Es así como la capital se encontraba inmersa entre el empuje de la iniciativa privada y la falta de articulación de las políticas públicas para la dotación de servicios.
El Plano de Acueductos en el Valle de Caracas, que se documenta en el libro Contribución al estudio de los planos de Caracas (1967) de Irma Lovera De Sola, refleja una urbe que empieza a adquirir una dimensión metropolitana, con un área urbanizada de alrededor de 1.000 Ha. hacia 1930. Su representación muestra una ciudad en franca expansión y su elaboración forma parte de la gestión técnica de la División de Obras Hidráulicas y Sanitarias, adscrita al Ministerio de Obras Públicas. En él se reseñan los 31 principales acueductos del valle de Caracas como parte de un esfuerzo por comprender la totalidad de la ciudad y la creciente preocupación por el desarrollo urbano, la rápida extensión de la ciudad a partir de 1930 y la necesidad de construir una infraestructura común de servicios, que para 1938 se encontraba en plena transición. Las redes de agua de la ciudad premoderna se debatían entre dos modelos: el modelo basado en los sistemas autónomos que abastecían al casco central y a urbanizaciones en forma aislada, y el modelo de sistemas integrales de agua potable, alcantarillado sanitario y recolección de aguas pluviales. Un proceso de transformación que conduciría a un plan general de alcantarillado y la adopción de un nuevo sistema de recolección de afluentes mediante colectores marginales a las quebradas y al río Guaire.
El plano muestra los 31 acueductos, representados con puntos, a partir de los cuales se desprenden manchas que delimitan zonas servidas por cada uno de ellos. Así, las urbanizaciones podían estar abastecidas por pozos o directamente por quebradas, es decir por fuentes subterráneas o superficiales. Algunos ejemplos son Maripérez (surtida por pozo y quebrada); La Florida, parte alta y baja por dos pozos; Sabana Grande y Chapellín surtidas por la quebrada Country Club, así como Las Delicias, Country Club y Campo Alegre; Los Palos Grades abastecida por la quebrada de Pajaritos; Sebucán, por la quebrada del mismo nombre; Dos Caminos y los Chorros, por Tócome y La Tenería; Boleíta por pozo; Petare por el río Caurimare; y El Valle, por el río Valle, entre otras.
En este contexto cabe destacar que dos años antes de la elaboración de este plano, en 1936, había sido creada la ya mencionada División de Obras Hidráulicas del Ministerio de Obras Públicas (MOP), para planificar la distribución de agua en la capital. Se trataba de una unidad técnica que llevaría adelante el complejo manejo del sistema de aguas, que luego sería elevada al rango de División de Obras Hidráulicas y Sanitarias en 1937, dirigida por el ingeniero Juan Francisco Stolk.
El Plano de Acueductos está tambien directamente vinculado a dos hechos de importancia remarcados por Alfredo Cilento en El Ministerio de Obras Públicas en la construcción de la infraestructura para el desarrollo (1874-1976) -2015-: por un lado, la presentación en mayo de 1938 por parte del Presidente Eleazar López Contreras del Plan Trienal 1939-1941 del Ministerio de Obras Públicas, donde se contemplaba la construcción del sistema de cloacas para las principales ciudades del país y, por otro, la creación la de la Dirección de Cartografía Nacional en 1937.
El plano muestra una época donde era urgente la necesidad de potabilizar el agua bajo claros criterios científicos e ingenieriles debido a la diversidad de desarrollos y operaciones de urbanización autónoma. Por otro lado, como señala Boris Castellanos en el texto El legado del INOS a Hidroven y sus filiales, presentado en el Foro «Venezuela y las metas del milenio, en agua potable y saneamiento», realizado en Maracaibo en noviembre de 2013, en 1940 Santiago de León de Caracas y sus parroquias foráneas contaban ya con 341.000 habitantes, y el agua escaseaba pues los sistemas en funcionamiento solo eran capaces de cubrir la mitad de la demanda sumado a que el suministro no era uniforme.
Ante este escenario, en 1943 la División de Obras Hidráulicas y Sanitarias del MOP sería sustituida por el Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS), cuya creación sentaría las bases para la formulación de normas, planificación y construcción de los sistemas integrales de agua y saneamiento en la capital. Esta institución sería la encargada de llevar adelante de forma decidida, la transformación del sistema de captación, almacenamiento, potabilización y ampliación de las redes de distribución, bajo un esquema técnico sustentado en cotas altimétricas. Cabe señalar que para este período aún se estimaba que las fuentes propias del Valle de Caracas eran suficientes para lograr su abastecimiento, proyectándose su almacenamiento en los embalses de Agua Fría y La Mariposa para compensar períodos de estiaje, como apunta Martínez Rivas.
Según el mismo autor, la modernización del sistema por parte del INOS traería consigo otras mejoras, como la prolongación de los colectores marginales izquierdo y derecho del Guaire, la descarga al río sin depuración y la adopción del sistema separado de recolección de aguas pluviales y de lluvia en las nuevas urbanizaciones al Este.
No fue sino hasta el inicio de los años cuarenta cuando los principales embalses se construyeron para poder surtir de agua la capital y formar parte de un complejo sistema basado en cuatro componentes: el almacenamiento, las plantas de tratamiento, las estaciones de bombeo y las redes de distribución.
2. Aviso de prensa publicado en 1956 que anuncia la inauguración del Nuevo Acueducto para Caracas (Aducción Río Tuy) por parte del régimen de Marcos Pérez Jiménez, realizado en un lapso de diecisiete meses.
Consulting Engineers C.A sería la empresa encargada por parte del MOP, del diseño del sistema de abastecimiento de aguas proyectado a 50 años, desarrollando las represas La Mariposa (1944) y Agua Fría (1949), dotando así a la capital con grandes embalses que se complementaron con un moderno sistema de acueductos para hacer frente a la creciente demanda del servicio. Años mas tarde el sistema de embalses se complementaría con las reservas de Quebrada Seca (1960-1961), Lagartijo (1962); Camatagua (1962-1964), La Pereza (1969), Ocumarito (1967-1969), Taguacita (1984) y Macarao (en dos etapas 1975 y 1999).
Entre los años 60 y 70 el Area Metropolitana de Caracas ya contaba con un eficiente servicio de agua gracias a la construcción de los sistemas de distribución Tuy I, II y III. Según registros, el crecimiento más explosivo de la demanda de agua en la capital se produjo entre 1950 y 1990 cuando la población pasó de 700.000 a 3.375.000 habitantes, y posteriormente la ciudad cayó en una crisis permanente ocasionada por falta de planificación e inversión, problemas ambientales y falta de mantenimiento.
El Plano de Acueductos es una pieza fundamental para comprender la historia del agua en Caracas, asociada a la necesidad de organizar el desarrollo de la capital e intensificar la inversión pública en acueductos y cloacas. Su producción se inserta en una época de decisiones técnicas donde la creación del Banco Obrero (1928), la creación del Instituto Nacional de Obras Sanitarias (1943), y la construcción del dique y la planta potabilizadora de La Mariposa (1944-1951) emergen como hitos bajo una visión modernizadora iniciada en la ciudad premoderna, aspecto que fue incorporado al Plan de Obras Públicas presentado a la nación por Isaías Medina Angarita en 1942.
Presumimos que este plano también guarda relación con el “Plano de Caracas con indicación de las cloacas y obras sanitarias construidas en el año 1937 y zonas provistas de cloacas de la nueva red” del cual tenemos poca información.
En resumen, el Plano de Acueductos es un recordatorio de la imperante e impostergable necesidad de volver a estudiar la situación del agua en el Área Metropolitana de Caracas para identificar su estado actual, así como los espacios de oportunidad, y programar las acciones necesarias para su mejora y previsión futura.
IGV
Procedencia de las imágenes
Postal. Irma de Sola Ricardo. Contribución al Estudio de los planos de Caracas, 1967
La democracia en práctica (o por qué fracasan los buenos planes)
Bent Flyvbjerg
Ediciones Asimétricas
2021.
Nota de los editores
He aquí el relato de un fracaso urbano que está, sin embargo, detrás del asombroso progreso de las ciudades danesas que se convirtieron en ejemplo de devolución del espacio al ciudadano y de la eliminación del tráfico en pro del peatón y del ciclista. Antes que todo ello existió el Proyecto Aalborg, de cuyo devenir se ofrece aquí un relato detallado, entrando en cada despacho y asistiendo a cada reunión. El autor, sin embargo, va mucho más allá de una exposición seriada. En efecto, es posible que los procesos urbanos sean en los que más se evidencian los mecanismos de la democracia y las fuerzas que la enturbian. Por eso, la ciudad danesa de Aalborg es aquí para Flyvbjerg lo que fue Florencia para Maquiavelo, un laboratorio para entender el verdadero funcionamiento del poder. Este libro es por tanto el más completo estudio de un caso urbano paradigmático, pero también es la exposición de una aguda teoría sobre las relaciones entre racionalidad, razón y poder, de cómo para llevar a cabo un plan no basta con un proyecto de calidad, sino que también es necesario saber cómo manejarlo en la práctica. Sin una adecuada gestión del poder, no habrá proceso que pueda llevarse a cabo: la trastienda es en realidad tan importante como el escaparate. Por todo ello, este libro es importante para urbanistas y sociólogos, pero también para filósofos, políticos, antropólogos y empresarios, y para cualquiera que quiera incorporar verdadero conocimiento de cómo encararse con el poder.
Nuestra postal del día de hoy recoge la lámina a color (cuya dimensión original es de 93 x 42 cms.) correspondiente a los “Usos propuestos de la tierra” del “Estudio preliminar, julio 1951” que formó parte del Plano Regulador de Caracas, elaborado por la Comisión Nacional de Urbanismo (CNU) presidida por Leopoldo Martínez Olavarría e integrada además por Carlos Guinand Sandoz, Carlos Raúl Villanueva, Edgar Pardo Stolk, Cipriano Domínguez, Armando Vegas, Luis Eduardo Chataing, Luis Malaussena, Luis Wannoni, Alejandro Oropeza Castillo, Gustavo Ferrero Tamayo y Pedro Pablo Azpúrua, con la participación como asesores de José Luís Sert, Jacques Lambert, Francis Violich y Maurice Rotival, y presentado públicamente ante el Gabinete Ejecutivo en pleno, los gobernadores del Distrito Federal y del estado Miranda, el Cuerpo Diplomático y los miembros de los dos Concejos Municipales sobre los cuales se extendía la capital, el 5 de junio de 1952 por Gerardo Sansón, Ministro de Obras Públicas (MOP) del momento.
La interesante historia que se esconde tras la elaboración de este instrumento normativo, crucial dentro de la evolución urbana de la ciudad, se encuentra recogida en Diálogos reconstruidos para una historia de la Caracas moderna (2004) de Juan José Martín Frechilla y, en particular, dentro del capítulo titulado “Diálogo municipal con Pedro Pablo Azpúrua” (1917-2014), personaje que juega un papel fundamental en el período de gestación e implementación del Plano hasta la promulgación de la Ordenanza de Zonificación del Distrito Federal en virtud de haber ocupado un lugar destacado como funcionario al frente de la Dirección de Obras Municipales -DOM- (1951-1956) y la Ingeniería Municipal (1953-1956) de esa dependencia federal.
Por tanto, aunque luce tentador seguirle la pista a todo un proceso que si se quiere tiene al Plan Rotival como claro precedente y a la Ordenanza del 58 como “producto final”, trataremos de referirnos en lo posible al eslabón ocupado por el Plano Regulador del 51 como rótula y detonante de posteriores acciones y documentos.
1. Sesión de trabajo de la Comisión Nacional de Urbanismo (CNU)
Así, la trascendencia que tuvo la salida a la luz del Plano Regulador de Caracas no sólo se refleja en las características del acto de presentación que mencionamos al inicio y en la aparición de la publicación que lo recoge editada por el MOP y Cartografía Nacional en 1952, encabezada por la «Exposición del doctor Gerardo Sansón Ministro de Obras Públicas a las municipalidades del Distrito Federal y del distrito Sucre el estado Miranda», sino en el hecho de haberse activado al unísono, una vez concluidos los estudios que le daban sustento y se preparaba su edición, desde la Municipalidad del Distrito Federal -Concejo y Gobernación- la creación de una comisión, integrada por Gustavo Ferrero Tamayo (CNU), Manuel Fernando Mejías (INOS), Ibrahim y Rafael Emilio Velutini (Cámara de la Construcción), Mariano Salas Berti (CIV), José Antonio Jove y Alfonzo Rízquez (MOP), Carlos Raúl Villanueva Concejo Municipal del D.F.), Pedro Pablo Azpúrua y Octavio Marcano Vallenilla (DOM), «para estudiar y formular las bases de la nueva Ordenanza sobre Arquitectura, Urbanismo y Construcción en general. La iniciativa provenía de la Dirección de Obras Municipales y la Ingeniería Municipal, que daba inicio por esta vía al proceso de modernización del dispositivo legal para la construcción de Caracas, sin esperar la aprobación del Plano Regulador y la elaboración de una Ordenanza y Plano de Zonificación como instrumentos necesarios para su ejecución”, tarea que posteriormente se emprenderá dentro de la DOM, con Pedro Pablo Azpúrua a la cabeza y la asesoría de Violich, por Gustavo Matamoros Mendoza y Oscar Urreiztieta. También corresponderá posteriormente a las ingenierías municipales implementar los interminables vericuetos e interpretaciones a que la normativa se prestaba y que han dado como resultado buena parte del paisaje urbano de la Caracas de hoy.
En todo caso, vale la pena subrayar, derivado de la «Exposición…» de Sansón que el Plano Regulador no sólo apunta a “construir una Caracas moderna” sino que busca convertirse en una herramienta que supere, gracias a la aplicación de criterios “estrictamente científicos” soportados conceptualmente en la “Carta de Atenas”, el carácter morfológico del Plan Rotival. Es por ello que se le atribuye a la presencia de Francis Violich dentro del grupo de asesores un lugar determinante en la incorporación tanto de una metodología como de herramientas derivadas de la planificación urbana de esa época en los Estados Unidos que tienen en el zoning la base para la aplicación de regulaciones por sectores con densidades diferenciadas las cuales serían consagradas en la Ordenanza de 1958 y normas sucesivas. El discurso de Sansón (cuya elaboración no duda Martín Frechilla en atribuir a Leopoldo Martínez Olavarría), remarca la nueva “doctrina urbanística firme, concreta y moderna” que con base en la Carta de Atenas y la instrumentación aportada por Violich asume el Plano Regulador cuando manifiesta que “la expresión máxima del organismo viviente que es la ciudad, debe seguir continuamente su evolución, encauzar su desarrollo y aún acatar sus tendencias claramente definido así: separar, clasificar y organizar los diversos elementos que integran la ciudad conforme al concepto de sus funciones básicas: habitación, trabajo, circulación, educación”.
Como bien dicen Federico Vegas e Iván González Viso en “Historia de Caracas a través de sus planos” (Caracas del valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje, 2015), “La palabra ‘regulador’ es importante, pues no se trata de reflejar, diseñar o imaginar, lo que se intenta es fijar las reglas que determinen un destino. Era la primera vez que se afrontaba el problema urbano con esta visión, más pendiente de cantidades y zonificaciones que de criterios formales y estéticos”, alejadas de lo que dictaba la tradición urbana caraqueña: “la ciudad de la trama, de la cuadra, del patio y de las actividades integradas será sustituida, mediante una legislación urbana basada en edificaciones zonificadas y aisladas por retiros laterales. Caracas hasta entonces se había aproximado y regido por los patrones de la ciudad latina clásica, ahora intentará semejarse a los modelos sajones modernos”. Tomando como fuente el Plano Regulador de Caracas. Ordenanza y Plano de Zonificación, 1953 (elaborado en la DOM por Matamoros Mendoza y Urreiztieta quienes “aclimatan” los planteamientos de Violich según testimonio de Azpúrua), producto de convertir el “pasivo” Plano Regulador del 51 en herramienta activa, nos encontramos con que allí se argumentaba que era necesario el establecimiento de diversas zonas, con una reglamentación especial “ya que una reglamentación uniforme no seria apropiada a toda la ciudad indistintamente”. Su objeto era controlar primordialmente el uso y desarrollo de la propiedad privada, dejando las áreas públicas, municipales o nacionales, así como la previsión de servicios públicos en manos de otros instrumentos “no incluidos ordinariamente en una Ordenanza de Zonificación, pero necesariamente acordes con esta”. La ordenanza que lo acompañaba constaba de dos partes: un conjunto de planos de zonificación donde se demarcaban las zonas y sus limites, y un texto con la reglamentación que regiría cada sector. Los planos contenían información básica como distribución de la población hasta 1936, distribución de la población hasta 1950, Limites de parroquias y urbanizaciones hasta 1951, uso actual de la tierra para 1950 y crecimiento histórico de la ciudad, información toda proveniente del Plano del 51.
El reglamento del Plan Regulador General, plasmado en la ordenanza como instrumento legal, en las áreas comprendidas dentro de la jurisdicción del Departamento Libertador del Distrito Federal, aspiraba a controlar los usos en la zona, la densidad de población, el área mínima de parcela, el área máxima de ubicación, área libre mínima, densidad total de construcción, retiros, altura, estacionamiento y probables variaciones colectivas, entre otros.
La ordenanza de zonificación se implanta sobre una ciudad dividida en 12 comunidades: 1-2. Catia, 3. La Pastora, 4. San Bernardino y La Florida, 5. Chacao, 6. Boleíta y El Marqués, 7. Bello Monte, 8. Cementerio y Ciudad Universitaria, 9. El Valle, 10. El Paraíso y San Martin, 11. Antímano, 12. Casco Central. El plano prevé una nueva vialidad estructurante, la Autopista del Este (hoy Francisco Fajardo), que atraviesa la ciudad de este a oeste y sus distribuidores, paralela al río Guaire. Vialidad, limite de comunidad, áreas verdes (quebradas y parques), reservas forestales, áreas nacionales, industria, comercio industrial, comercio central y comunal, áreas de control especial y vivienda (densidad alta y baja) constituyen las categorías de uso de la tierra a regular.
Revisando con detalle el plano es posible afirmar que la delimitación de áreas está directamente referenciada a la vialidad, que se utiliza para marcar los límites entre usos y plantea una visión esquemática, impuesta, abstracta y desligada del reconocimiento de la forma urbana en los términos que se venían planteando en la ciudad a partir del Plan Rotival de 1939. No ofrece especificidad alguna, sino al contrario, aplica criterios de generalización que eliminan todo criterio de forma y estética urbana.
Algunos de los efectos que produjo la aplicación de esta normativa esquemática que privilegiaba la máxima rentabilidad económica, generaron la diversificación de la utilización del suelo por la acumulación indiscriminada de actividades e incompatibilidades de usos; facilitó un crecimiento desmesurado del desarrollo de la superficie del centro de la ciudad; ocasionó problemas de accesibilidad por una alta congestión del sistema vehicular en el área del damero; produjo el déficit de servicios comunales no contemplados en la ordenanza y finalmente la agregación desordenada de edificaciones, no incluyendo una verdadera normativa sobre las características de diseño de las edificaciones.
El plan rompió con el esquema compacto de ciudad tradicional y promovió un esquema de ciudad moderna extendido a todo el valle, haciendo intangibles e impredecibles los procesos de transformación del espacio publico y privado. Esta forma de planificación urbana permitirá la convivencia de dos visiones: la que representaba una continuidad del proceso iniciado en décadas anteriores, y la visión contenida en la Ordenanza de 1958 que deformará la continuidad morfológica consagrada en reglamentos anteriores determinando la forma urbana de la Caracas moderna desde su implementación y, en gran parte, hasta el día de hoy.
IGV
Procedencia de las imágenes
Postal. Martín Frechilla J.J.; Diálogos reconstruidos para una historia de la Caracas moderna, 2004
1994•Con el apoyo de la Fundación Polar y editado por Equinoccio – Ediciones de la Universidad Simón Bolívar, Nelson Geigel Lope-Bello, abogado y especialista en Planificación Urbana, profesor de la cátedra de Urbanismo de esta universidad, publica su obra «Urbanismo, Estado y Derecho. Planificación y Urbanismo».
El libro prologado por Víctor Fossi Belloso, arquitecto y urbanista, contiene cinco estudios de interés docente: 1. La planificación del desarrollo, espacio y protección ambiental; 2. La planificación urbana; 3. El sistema venezolano de planificación territorial; 4. La planificación urbanística nacional; y 5. La planificación urbanística local.
1972•El arquitecto y planificador venezolano Fernando Travieso recibe de la Sociedad Interamericana de Planificación, el «Premio Internacional de Planificación» por su trabajo «Ciudad, Región y Subdesarrollo», el cual fue publicado por el Fondo Editorial Común.
En opinión del jurado el «trabajo hace un importante aporte metodológico al estudio de las relaciones espaciales que tienen lugar en nuestro país».
HVH
Nos interesan temas relacionados con el desarrollo urbano y arquitectónico en Venezuela así como todo lo que acontece en su mundo editorial.