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1967• Se inaugura la Exposición Latinoamericana de Dibujo y Grabado

1967• A instancias del profesor Antonio Granados Valdés se inaugura el 19 de noviembre la Exposición Latinoamericana de Dibujo y Grabado, organizada conjuntamente por la Dirección de Cultura de Universidad Central de Venezuela y la Extensión Cultural de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, dirigida por él.

En el evento participaron 78 artistas provenientes de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Perú, Puerto Rico, República Dominicana y Uruguay, así como un nutrido grupo de venezolanos nacido en el país o extranjeros radicados en él.
Las bases de la exposición otorgaron cinco premios en la categoría dibujo y cinco más en la de grabado. El jurado calificador estuvo integrado por Mateo Manaure, Perán Erminy, Manuel Quintana Castillo, Pedro Ángel González y Antonio Granado Valdés.

HVH

EL ACERVO EDITORIAL DE LA FAU UCV

1. Portada y contraportada del nº46 de la revista Punto.

PUNTO nº46

División de Extensión Cultural

Facultad de Arquitectura y Urbanismo

Universidad Central de Venezuela

Junio 1972

La aparición del número monográfico 46 de la revista Punto dedicado a Carlos Raúl Villanueva, significó para Antonio Granados Valdés, su editor, el contar con la oportunidad de rendir un merecido y algo postergado homenaje al reconocido maestro venezolano, figura central dentro de la arquitectura del siglo XX en el país. También sirvió para realzar los méritos de quien dentro de la Academia desarrolló una fructífera labor como docente y siempre apoyó incondicionalmente la sostenida aparición de la publicación periódica bandera de la FAU, de la que fue el más consecuente colaborador y apoyo desde sus difíciles comienzos hacía ya más de diez años.

2. Páginas interiores de la revista Punto nº46.

La obra de Villanueva, quien para cuando sale Punto 46 ya se encontraba enfermo y fallecería tres años después, más allá del libro Carlos Raúl Villanueva y la arquitectura de Venezuela de Sibyl Moholy-Nagy aparecido en 1964, no había sido objeto de una amplia recopilación, cosa que Granados intentó realizar con base en la información proveniente de diversas fuentes, pero principalmente de la reproducción de partes del mencionado libro de Moholy-Nagy, de material previamente publicado en la propia revista y de los archivos del propio arquitecto los cuales se mostraban parcialmente al público quizás por primera vez. A ello se sumaron los aportes fotográficos, entre otros, de: Carlos García Toledo, Alfredo Boulton, Alfredo Brandler, Paolo Gasparini, Ramón Paolini, Graziano Gasparini, Gorka Dorronsoro, José Calvo Otero y el propio Granados. También aparecerán formando parte de la revista los dibujos y caricaturas que sobre Villanueva elaboraran Alexander Calder y Ramón León.

3. Páginas interiores de la revista Punto nº46.

Como se señala en el “Editorial”, en Punto 46 se publicó “la totalidad” de la obra arquitectónica del Maestro “desde el Hotel Jardín de Maracay (1929), su primera construcción, hasta la más reciente, como lo es, el Museo Soto de Ciudad Bolívar, incluyendo algunas nuevas edificaciones de la Ciudad Universitaria de Caracas y la ampliación del Museo de Bellas Artes, ahora, por fin, en plena realización, e incluso proyectos de obras no construidas”. Sin embargo, llama la atención cómo el primer trabajo que aparece registrado, el “Proyecto para un club en Costa Rica” realizado en 1928, curiosamente, luego no será mencionado en posteriores antologías realizadas sobre Villanueva.

4. Páginas interiores de la revista Punto nº46.

El valor de este ejemplar de Punto cobra relevancia, no sólo por ser el primer intento por mostrar a plenitud lo hecho por Villanueva como proyectista sino también por el enfoque didáctico que se le trató de imprimir, dirigido fundamentalmente a los jóvenes estudiantes de arquitectura. En tal sentido, en las primeras páginas aparecen los dibujos y la maqueta que obtuvieron premios en la «Exposición Homenaje» que se montó en la planta baja de la FAU UCV, correspondiéndole al bachiller José Manuel Rodríguez el primer premio de dibujo y el segundo al bachiller Andrés Norgaard, donde actuaron como jurados Luis Guevara Moreno, Orlando Flores y Antonio Granados Valdés. El premio único de maqueta le fue adjudicado al modelo sobre el Pabellón de Venezuela en la Expo de Montreal de 1967 realizado por los alumnos María E. Blanco, Henry Barrios, José Cesarino, Edgar Parra, Gustavo Poleo, Slava Ramírez e Ilana Silvy, siendo en este caso los miembros del jurado Eduardo Castillo, Pablo Lasala y Carlos Díaz Porta.

Dentro de la misma línea didáctica, en la revista se recogen datos biográficos, fotos que testimonian momentos importantes de su trayectoria y algunas semblanzas y artículos que analizan el aporte del Maestro de mano de algunos de sus más directos colaboradores y discípulos, así como de estudiosos de su trabajo quienes resaltan, por encima del valor incuestionable de su obra, los más variados aspectos de su personalidad creadora y la importancia de su aporte en el desarrollo cultural del país. Precedidos por un sentido relato elaborado por Granados donde pone en evidencia su aprecio y admiración por Villanueva, los textos “Una ciudad de todas las artes en Venezuela” de Sir John Rothenstein (Director de la Tate Gallery, Londres), “La arquitectura de Villanueva” de Ricardo Porro, “Aula Magna” de Juan Pedro Posani, “Análisis de la obra arquitectónica de Carlos Raúl Villanueva” de Rodolfo García Pablos, “Es uno de los jóvenes de mayor edad…” de Américo Faillace, “Villanueva” de Julio Coll Rojas, “A propósito del homenaje al doctor Carlos Raúl Villanueva” de Gorka Dorronsoro y “Acepto que…” de Juan Pedro Posani, sumados a los mensajes “La arquitectura es Acto Social por excelencia…” y “Jóvenes estudiantes de nuestra muy querida Universidad” (especialmente redactado para Punto 46), junto a “La arquitectura, sus razones de ser. Las líneas de su desarrollo”, “Tendencias actuales de la arquitectura”, “La ciudad del pasado, del presente y del porvenir”, “Algunas observaciones del desarrollo actual de la Arquitectura Iberoamericana” y “Reflexiones personales”, escritos por Villanueva y publicados con anterioridad en la revista (que en su totalidad ya habían sido recopilados en los números 3 y 13 de la Colección Espacio y Forma de octubre de 1960 y agosto de 1965, respectivamente), ofrecen una panorámica completa del personaje acorde con los objetivos trazados por el editor.

5. Páginas interiores de la revista Punto nº46.

Sin embargo, son los textos inéditos de los ensayos ganadores del “Concurso Internacional” convocado por la revista centrado en valorar la obra del Maestro, cuyo primer premio recayó sobre el crítico y arquitecto japonés Makoto Suzuki con “El concepto de espacio cubierto” y el segundo sobre el también crítico e historiador francés Bruno Vayssiere con “Carlos Raúl Villanueva”, los que constituyen verdaderas piezas de colección al ofrecer miradas diferentes a las que convencionalmente habían caracterizado la aproximación a su obra.

Bueno sería decir que, si bien el ejemplar especial de Punto que hoy nos ha ocupado contiene una valiosa información inédita para aquel momento, pecó de un lamentable descuido en términos de diagramación y orden a la hora de presentar las 205 páginas que conforman su contenido. La sempiterna costumbre de “cortar y pegar” material proveniente de diversas fuentes, que tanto le sirvió a Granados para resolver la salida de muchos de los números de la publicación periódica, al aplicarse e intercalarse en la dedicada a Villanueva produce una clara desorientación en el lector.

6. Los tres números de la Colección Espacio y Forma dedicados a Carlos Raúl Villanueva.

Las expresivas portada y contraportada de la revista incorporan dibujos a color del Maestro que formarían parte luego del nº16 de la Colección Espacio y Forma de julio de 1972 lanzado un mes después de la aparición del número de Punto 46. Todo ello, como ya adelantamos, formaría parte de los diversos homenajes que la FAU le ofreciera aquel año cuando Villanueva salía de “un obligado e involuntario reposo” y la Escuela de Arquitectura recién recuperaba el ritmo luego de haber transitado durante los dos años anteriores el proceso de Renovación Académica de la que el reconocido profesor fue partícipe entusiasta.

ACA

Procedencia de las imágenes

1, 2, 3, 4 y 5. Revista Punto, nº 46, junio 1972.

6. http://www.edicionesfau. com

EL ACERVO EDITORIAL DE LA FAU UCV

Forma y contenido en Wright

Ricardo Porro

Colección Espacio y Forma

nº 8, septiembre de 1960

Con la aparición de Forma y contenido en Wright de Ricardo Porro (1925-2014) se cierra un primer ciclo en el que la Colección Espacio y Forma, impulsada por la División de Extensión Cultural de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la  UCV, dirigida por Antonio Granados Valdés, apareció como pionera y única fuente de publicaciones institucionales (periódicas en este caso) destinadas a dar salida de forma monográfica a artículos, conferencias, foros o recopilación de textos o documentos que estuviesen vinculados a la labor complementaria a la docencia, de la cual la actividad de extensión es responsable.

Lo anterior se corrobora en el hecho de que ya el número nueve de la Colección (La transformación del hábitat humano de Eduardo Neira Alba), saldrá en enero de 1961 momento en que aparece casi al unísono el primer ejemplar de la revista Punto.

Otro aspecto que llama la atención del texto de Porro sobre Wright es que la conferencia, cuya transcripción lo origina, se produjo el 22 de abril de 1959, a pocos días del fallecimiento el 9 de ese mismo mes del gran maestro norteamericano, por lo que muy probablemente se realizó en homenaje al que Porro consideró el más importante arquitecto del siglo XX.

1. Página interior de Forma y contenido en Wright de Ricardo Porro.

En todo caso, el resultado se tradujo en un escrito de 9 páginas, impreso por Italgráfica, destinado, al igual que el resto de la serie “a la ampliación cultural del alumnado” y “a dotar a los futuros profesionales de la Arquitectura, de una sensibilidad predispuesta para todo lo que es consustancial con los goces del espíritu…” como solía sostener Granados.

Ilustrado con excelentes fotografías, Porro ofrece en Forma y contenido en Wright una aproximación a la obra del maestro estadounidense en la que explica de manera clara y concisa, como ya su título sugiere, tanto los aspectos formales como los relativos a su contenido, echando mano para lo primero de la primacía en el manejo del espacio, el cual analiza a partir de los principios que, según Heinrich Wölfflin, marcaban el tránsito entre lo clásico y lo barroco, situando a Wright claramente en la segunda categoría, tomando principalmente a Le Corbusier como representativo de la primera. En Wright, según Porro, harán acto de presencia de manera desigual pero permanente las categorías wölfflinianas de lo pictórico, lo profundo, la forma abierta, lo múltiple y la claridad relativa, propias de lo barroco, en los tres períodos en los que es clasificada su obra: el dominado por las “Prairie Houses” entre 1900 y 1911 cuando salta a la palestra internacional; el intermedio que va de 1911 a 1929 donde, al ocupar el movimiento racionalista el lugar más importante, su obra queda relegada a un segundo plano; y el tercero, correspondiente a sus “obras maestras” de 1929 hasta 1959 cuando “vibra al máximo y vuelve a ser el centro de la atención mundial”, de las cuales Porro echa mano (junto a las correspondientes influencias presentes en las edificaciones) para complementar el análisis de la forma.

2. Página interior de Forma y contenido en Wright de Ricardo Porro.

Para abordar lo relacionado al contenido, Porro introducirá las categorías de “contenido mediato” y “contenido inmediato”, señalando que “el contenido inmediato sería la expresión de lo que es el edificio, de la función que realiza y de lo que se vive dentro de él. El contenido mediato sería la expresión del momento histórico que vive el hombre. Es en este sentido que la arquitectura, como todo arte, es símbolo”. Ambos aspectos harán acto de presencia en la obra de Wright de manera clara lo cual Porro explica con concisión y alto sentido didáctico siendo Wright “el artista que expresa y ayuda a crear integralmente las corrientes formales y los contenidos más característicos de la época”.

3. Ricardo Porro fotografiado por Paolo Gasparini (c.1957).

Ricardo Porro, uno de los principales arquitectos cubanos del siglo XX, nacido en Camaguey, egresado de la Universidad de La Habana en 1949 que construyó ese año su primer proyecto (Villa Armenteros en La Habana), cursó estudios de postgrado durante dos años en el Instituto de Urbanismo de la Sorbona, París, aprobó el Curso CIAM en Venecia, y al regresar a su país en 1952, trabajó ejerciendo la arquitectura en La Habana donde realizó una serie de obras: Villa Ennis (1953), Villa San Miguel (1953), Villa Villegas (1953), La Casa García (1954), la casa Abbot-Villegas (1954) y la casa Timothy Ennis (1957) caracterizadas por mostrar tendencias orgánicas distintivas, las cuales forman parte importante del movimiento de arquitectura moderna en Cuba, tal y como se apunta desde Wikipedia.

Porro llega a Venezuela exiliado en 1957 cuando se descubrieron sus actividades subversivas tras la fracasada huelga general aquel año. Poco antes había publicado “un artículo polémico, El sentido de la Tradición, pidiendo una arquitectura cubana que reconociese las especificidades de la cultura y de la historia: ‘una arquitectura negra'».

En Venezuela, donde permanecerá entre 1957 y 1960, Porro fue contratado como profesor de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, trabajó en el Banco Obrero junto a Carlos Raúl Villanueva, coincidió con otro cubano insigne como lo fue Wilfredo Lam y conoció a dos arquitectos expatriados italianos: Roberto Gottardi y Vittorio Garatti, con quienes trabajaría posteriormente al regresar a Cuba en 1960 llamado por la Revolución para asumir el diseño de las nuevas Escuelas Nacionales de Arte de La Habana.

4. Ricardo Porro. Casa para Timothy Enis, La Habana, Cuba (1957).
5. Ricardo Porro. Escuela de Artes Plásticas, La Habana, Cuba (1961-1965).
6. Ricardo Porro. Escuela de Danza Moderna, La Habana, Cuba (1961-1965).

Así, Porro proyectó y construyó entre 1961 y 1965 la Escuela de Danza Moderna y la Escuela de Artes Plásticas, correspondiéndole a Gottardi la Escuela de Teatro y a Garatti la de Música y Ballet, obras todas que quedaron inconclusas y sin embargo empezaron a ser utilizadas hasta que 40 años después a Porro y Gottardi se les convocaría en medio de un intento por ser completadas. Pese a los avatares, desde su apertura estos edificios pasaron a ser piezas fundamentales dentro de sus trayectorias y las obras cubanas de cualquier período más divulgadas internacionalmente. La experiencia quedaría registrada en 2011 en el documental de 86 minutos Unfinished Spaces dirigido por Alysa Nahmias y Benjamin Murray.

A causa de sus opiniones políticas en contra de la Revolución, Porro dejó Cuba en 1966 y se instaló en Francia. Una vez en Europa, Porro impartió clases en París, Lille y Estrasburgo en historia del arte y la arquitectura.

En sus proyectos y obras europeas puso de relieve su drama en la expresión plástica de las formas, dándoles cualidades esculturales, como en el proyecto para el concurso del Palacio del Aire y el Espacio de Paris, 1967.

“Su primera obra de arquitectura construida en Europa fue en 1969, cuando, a petición de Robert Altman, un importante filántropo y coleccionista de arte, concibió el centro de L’Or du Rhin en Vaduz, Liechtenstein”, donde la diferencia de relación entre la estructura y el volumen está claramente representada. Por otro lado, los contrastes de luz y espacio se caracterizan en la plasticidad estructural evidente en la Escuela Elsa Triolet (1990) en Saint-Denis, París.

7. Ricardo Porro. Izquierda: Centro de L’Or du Rhin en Vaduz, Liechtenstein (1969). Derecha: Escuela Elsa Triolet, Saint-Denis, París (1990).
8. Ricardo Porro con la colaboración de Renaud De La Noue. Izquierda: Colegio Cergy-le-Haut, Cergy-Pontoise (1996). Derecha: Edificio en Montreuil (1992

Por otro lado, desde 1981, cuando siendo aún estudiante Porro lo invitó a participar en la propuesta para el concurso de la polémica remodelación del barrio de Halles en París, estableció un vínculo muy importante con su discípulo y arquitecto francés Renaud De La Noue con quien a partir de 1986 logró un significativo número de realizaciones.

“Ricardo Porro no es un arquitecto prolífico en cuanto a obras construidas se refiere. Su producción siempre habrá que analizarla en base a la extrema calidad de unas pocas realizaciones y muchos proyectos, y no por un gran volumen de edificaciones ejecutadas. Sin embargo, desde el mismo inicio de su carrera, sus obras y su pensamiento han provocado tal interés que hoy se pueda contar con una extensa bibliografía al respecto”, se precisará en https://es.wikiarquitectura.com/arquitecto/porro-ricardo/

9. Izquierda: nº1 de la revista Punto, enero 1961. Derecha: nº1 de la revista Taller, julio 1963.

Con relación a la presencia de Wright durante los primeros años de existencia de la revista Punto y la gestión de Granados Valdés, ya en “Algo más sobre la postal” número 66 publicado en este Boletín el 11 de junio de 2017, dedicado a la exposición de fotografía que sobre el maestro norteamericano se montara en los espacios de FAU UCV en 1963, señalábamos que aparte de la publicación que hoy nos ocupa, en el mismo nº 1 de la revista (enero 1961), tras la estela del fallecimiento dos años antes de Wright y de la apertura post mortem del emblemático Museo Guggenheim de Nueva York (cuya fotografía ocupa la portada), aparecen “Arte de hoy, museo del mañana” de M.T. Magis y “El museo de F.L. Wright” de Bruno Zevi, autor este último que, como se sabe, estudió su obra y contribuyó a divulgarla a lo largo de toda su vida.

Entonces agregaríamos, luego de dejar constancia de la presencia de Wright en la “Muestra fotográfica de arquitectura norteamericana” que se presentó en los espacios de la FAU UCV, reseñada también en Punto nº 6 de marzo de 1962, y de la exposición de 1963 que copa por primera vez la sala de exposiciones de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo con la obra de un importante arquitecto extranjero, cómo dentro de la efervescencia que produjo la muestra coincide (no creemos que por casualidad) el lanzamiento (julio 1963) del nº 1 de la revista estudiantil Taller, “una publicación del taller de arquitectura `Taliesin La Floresta´, Caracas”, donde se recoge el artículo “Frank Lloyd Wright: El titán de Taliesin” de Jorge Soto Nones, claro indicio de la veneración que este grupo le profesaba.

Luego de ese año marcadamente wrightiano, su sombra no desaparece del todo. Se anuncia (Punto, números 22 y 23, marzo y mayo-junio 1965, respectivamente) otra exposición (en este caso de dibujos), organizada por profesores y estudiantes de la Escuela, denominada “Diseños de F.L. Wright”, que finalmente se abre entre el 30 de julio y el 18 de agosto y se reseña en Punto nº 24 (julio-agosto 1965).

También, se publican en la misma revista: “La Herencia de Wright” de Vincent J. Scully (nº 18, junio 1964), “Los arquitectos americanos buscan el espacio perdido” de Bruno Zevi (nº 28, agosto-septiembre 1966), “Frank Lloyd Wright ¿Mito o realidad?” de Leonardo Benevolo (nº 32, julio-agosto 1967) y “Wright: un genio solitario” de Michel Ragón” (nº 36, junio 1968).

10. Izquierda: Ricardo Porro (c.2005). Derecha: Edgar Aponte. “Conversación con Ricardo Porro”, publicada en el semanario Arquitectura HOY el 22-05-93

Porro no regresaría a Venezuela sino hasta 1993 cuando en el marco de la celebración en la FAU UCV del Sexto Seminario de Arquitectura Latinoamericana (SAL), bajo el lema «Nuestra Arquitectura Reciente. Conceptos y Realizaciones», se inauguró, el domingo 2 de mayo, en el Museo de Artes Visuales Alejandro Otero (MAVAO), en la Zona Cultural de La Rinconada, la exposición La Arquitectura de Ricardo Porro que contó con su presencia.

El retorno de Porro a Caracas con motivo del SAL sirvió para que Edgar Aponte le realizara una entrevista: “Conversación con Ricardo Porro”, publicada en el semanario Arquitectura HOY el 22-05-93. El diálogo, recoge sin interrupciones, la convicción por parte de Porro en la realización de una arquitectura que no debía ocuparse tanto de las imágenes sino de gestos tales como la convulsión y la pasión barroca, propios de la misma esencia de lo latinoamericano.

De entre los arquitectos venezolanos que podríamos considerar discípulos de Porro destaca el venezolano Miguel Acosta quien tuvo la oportunidad, durante su estadía en Francia entre 1979 y 1984, de estudiar con él en la Unité Pédagogique d’Arquitecture de Villeneuve d’Asq de Lille de 1980 a 1982, desarrollar proyectos en conjunto y mantener luego una estrecha relación con quien siempre consideró como su maestro.

Ricardo Porro fue nominado al Premio Pritzker en 1994.

ACA

Procedencia de las imágenes

Encabezado, 1, 2 y 9. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

3. https://cubanartnewsarchive.org/es/2015/01/29/mirando-atras-un-encuentro-con-ricardo-porro-primera-parte/

4. https://www.epdlp.com/arquitecto.php?id=9140

5. https://twitter.com/portavoztv/status/983747427906805760

6. https://www.metalocus.es/es/noticias/ricardo-porro-arquitecto-cubano-autor-de-la-escuela-nacional-de-arte#

7. https://www.outdooractive.com/en/poi/ostschweiz-liechtenstein/centre-for-art/49403948/ y https://www.epdlp.com/arquitecto.php?id=9140

8. https://www.epdlp.com/arquitecto.php?id=9140 y https://www.pinterest.es/pin/404338872777213842/

10. Colección Crono Arquitectura Venezuela y Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 202

Dentro de la programación pautada por el Departamento de Extensión Cultural de la FAU UCV para el año 1964, la exhibición “4000 años de arquitectura mexicana” contó con un particular espacio durante los meses previos a las vacaciones académicas. Organizada con el apoyo de la Sociedad Venezolana de Arquitectos (SVA) y el respaldo de la Embajada de México en Venezuela, la muestra logró una importante cobertura tal y como se refleja en las páginas 53 y 54 de la revista PUNTO nº 18, junio 1964.

Abierta el 22 de junio, se trataba de una gran exposición documental itinerante que abarcaba 4 milenios de arquitectura de una de las culturas más antiguas e influyentes dentro del contexto latinoamericano. La integraban trescientas treinta y tres reproducciones y se planteó como aporte a la conmemoración del cincuentenario de la Revolución Mexicana (1910-1924). Estuvo precedida y respaldada por la edición en 1956 de un importante libro cuatrilingüe de 330 páginas que llevaba por nombre el mismo que el de la muestra, realizado por el Colegio Nacional de Arquitectos de México (presidido por Pedro Ramírez Vásquez quien estuvo a cargo de la publicación) y la Sociedad de Arquitectos Mexicanos e impreso por Libreros Mexicanos Unidos.

1. Libro-catálogo de la exposición «4000 años de arquitectura mexicana», Sociedad de Arquitectos Mexicanos y Colegio Nacional de Arquitectos de México impreso por Libreros Mexicanos Unidos (1956).

Para contextualizar el momento en el que la exposición se concibe y la aparición del libro que la acompaña, nada mejor que recurrir al artículo “Palimpsestos constructivos. La impronta del pasado prehispánico en la modernización mexicana”, publicado por Cristóbal Andrés Jácome en la revista Caiana nº4 (2014) que se puede visitar en http://caiana.caia.org.ar/template/caiana.php?pag=articles/article_1.php&obj=152&vol=4: “En otoño de 1955 cambia el rumbo de los arquitectos en el poder. Carlos Lazo muere en un accidente aéreo el 5 de noviembre, lo cual marca el ascenso definitivo de Ramírez Vázquez en el panorama político-arquitectónico. Ramírez Vázquez reemplazó a Lazo como Presidente de la Sociedad Mexicana de Arquitectos, puesto que le otorga la posibilidad de organizar la exposición ‘4000 Años de Arquitectura en México’ presentada en la embajada mexicana en París gracias al entonces embajador de México en Francia Jaime Torres Bodet. La exhibición se hizo acreedora al ‘Gran Premio de Honor’ otorgado por la Sociedad de Artistas Franceses y en 1956 la Sociedad de Arquitectos Mexicanos publicaría su extenso libro-catálogo el cual contiene únicamente un párrafo de texto a cargo de Ramírez Vázquez y un extenso recorrido fotográfico que inicia con la pirámide de Cuicuilco y finaliza con tomas abiertas de Ciudad Universitaria. En conjunto se trata del cúmulo de imágenes en blanco y negro que desde una mirada enaltecedora, haciendo uso del contrapicado para observar los edificios, muestra el devenir histórico lineal de las construcciones mexicanas. A partir de entonces y hasta 1963 la exposición de fotografía arquitectónica viajaría a diversas embajadas de México en el mundo, reforzando un imaginario del progreso y la modernización a través de construcciones.”

Complementariamente, Jácome acota: “El guión curatorial de ‘4000 Años de Arquitectura en México’ no fue distinto a aquella exposición de 1952 en Ciudad Universitaria. Consistió en una reelaboración de ese montaje cuyos paneles fotográficos ofrecían la narrativa continua de las construcciones arquitectónicas del pasado y presente.”

Ahondando en detalles, en el libro Gonzalo Villa Chávez. Arquitecto, restaurador, acuarelista, publicado por la Universidad de Colima bajo la Coordinación General de Luis Ignacio Villagarcía (2006), y más precisamente en el capítulo titulado “La construcción de un arquitecto” a cargo de Guillermo García Oropeza, nos encontramos con que al referirse al colonial mexicano toca de soslayo la exposición y el libro-catálogo que nos ocupan de la siguiente manera: “Y por cierto que el colonial mexicano de las décadas revolucionarias nunca fue, seguramente, aceptado por el Establishment arquitectónico y así en un documento histórico muy significativo que fue el ambicioso volumen llamado (con mucho optimismo) 4000 años de arquitectura mexicana que fue publicado con bombo y platillo por la Sociedad de Arquitectos Mexicanos y el Colegio Nacional de Arquitectos …, no aparece, ni para remedio ninguna obra del colonial mexicano …”, y complementa: “Así que la Revolución no encontró nada mejor para expresarse arquitectónicamente que el neoazteca o el colonial y así hubo que esperar hasta que Miguel Alemán nos trajera, con la utopía del desarrollo, el triunfo de la arquitectura moderna”.

La relevancia del libro y la exposición dentro del panorama crítico mexicano es resaltado por Gustavo López Padilla, quien en el blog Navegando la arquitectura publica el 17 de marzo de 2017 “Crítica en la arquitectura mexicana contemporánea” (https://navegandolaarquitectura.wordpress.com/2017/03/17/critica-en-la-arquitectura-mexicana-contemporanea/), donde señala: “En nuestro país todavía no existe una tradición consolidada de lo que tiene que ver con la documentación histórica y menos aún con lo que se refiere a la critica arquitectónica y urbana. Por mucho tiempo en términos de historia de la arquitectura moderna mexicana el libro Arquitectura Mexicana Contemporánea de Israel Katzman y 4000 años de Arquitectura Mexicana, editado por la Sociedad de Arquitectos Mexicanos y el Colegio Nacional de Arquitectos de México, mas algunas publicaciones de revistas, como Arquitectura México, dirigida por Mario Pani o la colección de Cuadernos de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico, editados por la Dirección de Arquitectura del INBA, fueron de las pocas publicaciones que se realizaron con este tema.”

Si lo quisiéramos decir brevemente, “4000 años de arquitectura mexicana” resume apretadamente, con sus altos y bajos, la historia del desarrollo de la arquitectura de ese país con el objeto de lograr un amplio conocimiento de sus raíces y realizaciones más características a partir de las culturas prehispánicas hasta los años cincuenta del siglo XX. Apela fundamentalmente al trabajo fotográfico y se ve arropada por el hecho de que por esos años la arquitectura mexicana se vio particularmente impactada por la construcción de la Ciudad Universitaria de la capital azteca.

2. Diversas imágenes de la exposición «4000 años de arquitectura mexicana» que abarca desde el período precolombino (arriba) hasta la modernidad (abajo), pasando por el período colonial (centro)

De lo recogido en PUNTO podemos añadir que la exposición abarca , tal y como señala su título, un largo período que va “desde lo que los mexicanos llaman ‘raíz de su cultura’, dividido cronológicamente en tres ciclos: Despertar del Horizonte Arcaico (2000 A.C.-100 A.C.), Madurez del Horizonte Clásico (100 A.C.-950) y la época de agitación y movimientos militaristas que termina con la conquista española (950-1521). La Nueva Nacionalidad, otra época trascendente para México, está representada por la fusión de razas: la Tolteca, la Azteca y la Española. Con ella se inicia el período Colonial que durante trescientos años va formando en su propio desarrollo político, cultural y económico una conciencia firme que lleva a la gestación de un pensamiento y una acción por la independencia del Poder de España. La Independencia es un jalón perfectamente definido en la historia de México, como lo es asimismo el período dictatorial de Porfirio Díaz y la Revolución de 1910. Se cierra el último ciclo con el extraordinario exponente de la arquitectura mexicana de hoy, en esta exposición donde lo arquitectónico en función de historia va señalando los distintos espacios que determinan la conformación y razón de ser de un pueblo que, como el de México, está integrado por valiosos elementos étnicos que han influido poderosamente en su idiosincrasia.”

Presentes en la exposición, destacan como piezas pertenecientes al primer período, representado por la cultura Maya, las grandes ciudades del norte de Yucatán (Uxmal, Tulum, Chichen-Itzá y Kabáh) así como Teotihuacán en el Valle de México y la ciudad de Tula. De la Conquista resaltan la presencia del Convento (se construyeron en México más de 300 de ellos) y la Iglesia como elementos protagónicos que dieron paso al Barroco y el Churrigueresco como principales estilos. “El Neoclásico sería el estilo que define la época de Independencia y que los insurgentes acogen con calor”, abriéndose paso durante la dictadura de Porfirio Díaz diversas modas europeas entre las que se incluyen el Art Nouveau y el Art Deco recogidos de forma magistral en el Palacio de Bellas Artes (1904-1934). La Revolución, por su parte, no se destacó por asumir un carácter arquitectónico muy definido pero sin embargo es el momento donde empiezan a aparecer las primeras manifestaciones modernas vinculadas a su vertiente social en la que se devela una primera etapa de “constructivismo técnico” (despojado de preocupaciones estéticas) que deriva posteriormente en otra donde al valor constructivo y social se suma el estético en años posteriores a 1926. Será el momento en el que se manifestará la modernidad plena y el racionalismo de la mano de José Villagrán García, Juan O’Gorman, Luis Barragán, Ignacio Díaz Morales y Pedro Ramírez Vásquez, entre otros. Cierra el texto basado en “4000 años de arquitectura mexicana” aparecido en PUNTO 18, expresando de forma escueta lo siguiente: “La arquitectura mexicana de hoy sigue las directrices universales. Su importancia es reconocida. La muestra que se exhibe en nuestra Sala de Exposiciones da fe de ello. Tanto en el plano colectivo como en el individual, esta arquitectura posee valores positivos”.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal. Revista PUNTO, nº 18, junio 1964

  1. https://www.iberlibro.com/buscar-libro/titulo/4000-a%F1os-de-arquitectura-mexicana/

2. Libro-catálogo de la exposición «4000 años de arquitectura mexicana», Sociedad de Arquitectos Mexicanos y Colegio Nacional de Arquitectos de México, Libreros Mexicanos Unidos (1956)

https://libreriabibliofilia.com/producto/4000-anos-de-arquitectura-mexicana/

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 194

La muestra “Arquitectura del Brasil” montada del 13 al 31 de mayo de 1966 en los espacios expositivos ubicados en la planta baja de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la UCV, formó parte de una serie de eventos con los que Antonio Granados Valdés, mientras estuvo al frente de la Extensión Cultural de la institución, logró evidenciar una muy buena política de relaciones alcanzadas con las agregadurías culturales de las embajadas de diferentes países radicadas en el país y su capacidad de motorizar un área complementaria y necesaria dentro de la dinámica académica.

En tal sentido, los años sesenta del siglo XX permitieron que en la FAU se presentaran al menos dos exposiciones anuales provenientes de los contactos cultivados por Granados que se complementarían, en su mayoría, cada una con charlas, mesas redondas o foros que giraban en torno a cada temática, sirviendo la revista PUNTO (cuyo primer número data de 1961) como lugar para que aparecieran textos, artículos o ensayos vinculados al evento del momento lo que propiciaba un marco bastante completo para apreciar el alcance del mismo.

Adicionalmente, los espacios expositivos de la FAU se aprovechaban para dar cabida a salones de dibujo y grabado (nacionales y latinoamericanos), concursos de fotografía, exposiciones de reconocidos artistas (venezolanos y extranjeros), muestras de trabajos estudiantiles (de arte, arquitectura o fotografía) y hasta exhibiciones de artesanía popular dentro de una programación que buscaba, en lo posible, su constante animación. Además, bueno es decirlo, Granados mantenía a través de la revista PUNTO, gracias a su buena periodicidad (entre bi y trimestral), secciones dedicadas a mostrar la programación de las exposiciones diversas que se realizaban en el medio cultural capitalino a cuya dinámica se buscaba que la FAU se integrara.

Para tener una idea de la actividad que se le imprimió desde el ámbito expositivo a los espacios de la FAU gracias a las alianzas logradas por Granados puede señalarse, en lo que a arquitectura se refiere, la presentación de las siguientes muestras durante los años 1960s: Mies van der Rohe: 7-30 de junio, 1961; Arquitectura Británica: 17-31 de mayo, 1963; Frank Lloyd Wright: 12 febrero-30 marzo, 1963; 4000 años de Arquitectura Mexicana: junio, 1964; La obra de Pier Luigi Nervi: 20 de febrero al 12 de marzo, 1964; Miguel Ángel: 9 al 23 de febrero, 1965; Diseños de Frank Lloyd Wright: 30 de julio-18 de agosto, 1965; Arquitectura Finlandesa: 27 febrero-27 marzo, 1966; Arquitectura Visionaria: 28 octubre-16 noviembre, 1966; Arquitectura del Brasil: 13-31 mayo, 1966; Arquitectura del siglo XX: mayo, 1967; La construcción en Alemania: 9 de junio-9 de julio, 1967; y Ejemplos de la Arquitectura Francesa: 19 de julio-6 de agosto, 1968.

Sin ser quizás la más voluminosa, “Arquitectura del Brasil”, montada con el auspicio del Servicio Consular de ese país y muy especialmente gracias a las gestiones del señor Alberto Da Costa E. Silva, engrosó un año 1966 particularmente movido en cuanto a exposiciones exhibidas en los espacios de la FAU. La muestra fue promocionada con la suficiente antelación como para crear una expectativa que abría paso a pensar que aparecería buena parte de la que para entonces ya era la principal atracción de esa nación: la inauguración en 1960 de Brasilia, su flamante capital.

Invitación aparecida en la revista Punto nº 27, 27 de mayo 1966

Sin embargo, como se señala en la nota aparecida en PUNTO nº 27 de mayo de 1966, del total de 57 fotografías que la integraban sólo “cinco de ellas estaban dedicadas a la arquitectura de Brasilia de Oscar Niemeyer, y el resto a la arquitectura barroca y rococó de Río de Janeiro, de Salvador; de Joao Pessoa; de Recife; de Caete, Sao Joao del Rey, Mariana, Ouro Preto, Congonhas do Campo, en Minas Gerais; y de Pedro do Rio en el Estado de Río de Janeiro. Las fotografías del 1 al 5, del 10 al 15 y las Nos. 30, 34, 41, 44, 45 y 57 son del Archivo Fotográfico del Ministerio de Relaciones Exteriores del Brasil; el resto de las mismas han sido tomadas por el profesor Graziano Gasparini”. En tal sentido, es una vista lateral del templo de Nuestra Señora del Rosario en Ouro Preto, una de las 40 fotografías de Gasparini seleccionada para ilustrar la promoción hecha a la exposición a través de PUNTO lo que conforma nuestra postal del día de hoy.

Fotografías de Graziano Gasparini que acompañaron el artículo “Introducción al estudio del barroco de la región aurífera brasileña” de la profesora e investigadora Sylvia de Vasconcelos de la Universidad de Minas Gerais, publicado en el Boletín del CIHE, nº 5, mayo 1966

Brasilia, en efecto, no fue protagonista de “Arquitectura del Brasil” privilegio que si recayó sobre la producción realizada en Minas Gerais, principal centro de explotación aurífera, por el arquitecto, imaginero y escultor Antonio Francisco Lisboa conocido como “El Aleijadinho”, considerado por muchos como “el mayor nombre del Barroco latinoamericano”. De ella destacan la fachada de la iglesia de San Francisco en Ouro Preto, su ciudad natal, y las esculturas, el púlpito y los altares del mismo templo, así como el conjunto escultórico que representa a doce profetas realizado para el santuario del Buen Jesús de Motozinhos.

Si bien es cierto que alrededor de la muestra no se realizaron eventos complementarios (conferencias o mesas redondas) como en otras ocasiones, y de que PUNTO en su número 23 de junio de 1965 sólo publica el texto “Arquitectura brasilera” de Lucio Costa, que apunta fundamentalmente a señalar los antecedentes de su arquitectura moderna, sí se puede corroborar que con relación al énfasis que mostraba la exposición será el Boletín del CIHE en sus números 3, 4 y 5, de junio de 1965, enero de 1966 y mayo de 1966, respectivamente, el que recoja y ofrezca un interesante material de apoyo para entender el fenómeno del barroco en Hispanoamérica y del brasileño en particular. Allí están los artículos “Significación de la arquitectura barroca en Hispanoamérica” de Graziano Gasparini (nº 3), “’El Barroco’: estilo, época, actitud” de Jan Bialostocki (nº 4) y, muy particularmente, “Introducción al estudio del barroco de la región aurífera brasileña” de la profesora e investigadora Sylvia de Vasconcelos de la Universidad de Minas Gerais (nº 5), ilustrado con fotos de Gasparini, lo que nos hace pensar que hubo una clara sincronía entre los temas tratados en la publicación con la llegada a nuestro país de la exposición.

ACA