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TAL DÍA COMO HOY…

… el 13 de mayo de 1995 aparece desplegado a todo lo ancho del número 106 de Arquitectura HOY el resultado de la primera etapa del Concurso Nacional de Ideas para el Patio-Jardín Esquina La Torre, Caracas.

El llamado a concurso para proponer una vez más respuestas a lo que en algún momento hemos denominado desde estas mismas páginas como la “la más descuidada entre las más importantes esquinas del país” (ver Contacto FAC números 33 y 34 del 26-06 y 02-07-2017, respectivamente), se hizo a comienzos del 1995 generando, una vez más, entusiasmo y expectativas por el significado del espacio objeto de atención más allá del destino, escala urbana y peso programático que establecían sus bases.

La cobertura dada por Arquitectura HOY y muy particularmente por Enrique Fernández-Shaw a este evento, estuvo conformada por tres entregas fechadas el 6 de mayo (nº 105), el 13 de mayo (nº 106 que reproducimos hoy) y el 27 de mayo de 1995 (nº 108).

De lo recogido en el semanario se desprende que fueron un total de 28 los participantes que entregaron sus propuestas el 21 de abril las cuales fueron expuestas en el Palacio de la Gobernación del Distrito Federal, ente que junto al Instituto de Patrimonio Cultural fueron los convocantes. También, que las deliberaciones estuvieron a cargo de un calificado jurado integrado por Asdrúbal Aguiar -Gobernador del Distrito Federal-, Juan Pedro Posani -Presidente del Instituto de Patrimonio Cultural- y los arquitectos Carlos Gómez de Llarena, William Niño, Pablo Lasala, Morela Montero y Jesús Tenreiro.

Sin embargo, es la lectura del veredicto reproducido en el número que hoy nos ocupa lo que permite develar que no han debido ser fáciles las deliberaciones del jurado ello derivado de dos circunstancias: la primera es que el fallo hecho público el viernes 28 de marzo no arrojó a la primera un único ganador sino que abrió un compás de dos meses adicionales para que cinco propuestas fueran desarrolladas (con base en recomendaciones particulares dirigidas a cada una) a objeto de llevar a cabo la selección final. La segunda se infiere del “voto salvado” y desvinculación de la decisión final de Jesús Tenreiro.

Así, la mayoría de los miembros del jurado exigía a los concursantes clasificados revisar de nuevo con detenimiento los objetivos principales que se planteaban en las bases del concurso y, en particular, tomar muy en cuenta el “marco de provisionalidad de la obra a realizar y el estricto límite presupuestario que a ésta le corresponde” así como también evidenciar “una mayor reflexión en cuanto a las relaciones con el entorno inmediato”, acentuando lo siguiente: “Queremos destacar lo inconveniente, en unos casos, de la excesiva exaltación de la monumentalidad, y en otros, de la disponibilidad en el futuro para una edificación correspondiente al rango espacial y emblemático que le corresponde”, argumentos que hablan por sí solos sobre las limitaciones con las que se buscaba abordar un lugar tan emblemático y el “sometimiento” y reto que se imponía a los participantes, aspectos que intuimos formaron parte importante de las deliberaciones y que no dudamos hicieron aflorar encendidas polémicas que pudieron derivar en el “voto salvado” por Tenreiro.

En todo caso, correspondió pasar a la segunda fase a los equipos conformados por: 1. Jorge Rigamonti, Mario Quirós y Alfredo Caraballo; 2. Luis Edurdo Fernández, Salvador Santorsola y Marisol Martínez; 3. Pablo Ballini y Rosalinda Barbosa; 4. Joel Sanz, Juan Carlos Parilli y Francisco Arocha; y 5. Enrique Feldman, otorgándosele Mención Honorífica a las propustas presentadas por: 1. Alessandro Famiglietti, Francisco Javier Cibeira y Carlos Gago; 2. Doménico Silvestro; 3. Cristina Von der Heyde y Javier Caricatto; y 5. Francisco Martín Domínguez. De todas ellas se recoge alguna imagen y un breve resumen en el ejemplar de Arquitectura HOY que hoy nos acompaña.

La entrega final de las cinco propuestas clasificadas se pautó para el 15 de mayo en la sede del Instituto de Patrimonio Cultural, haciéndose énfasis en la obligatoriedad, revisión y ajuste de los costos  “a fin de no sobrepasar el límite establecido en las bases (Bs. 30.000.000)” y en la necesidad de entregar “los cómputos de obra correspondiente”. Así mismo resalta el hecho de que “la Gobernación del Distrito Federal otorgará a los participantes de esta segunda etapa la cantidad de Bs. 200.000,00, a cancelarse una vez entregadas las propuestas, como compensación de los gastos inevitables en que los concursantes incurrirán”.

Finalmente, vencido el lapso, tomadas en cuenta las recomendaciones hechas por el jurado y cumplido con los requisitos exigidos fue seleccionado “por mayoría” como ganador del concurso el proyecto presentado por Jorge Rigamonti, Mario Quirós y Alfredo Caraballo. En esta segunda ocasión el jurado de forma escueta destacó “la altísima calidad de todas las ideas desarrolladas y señala que en esta oportunidad se vuelve a poner de manifiesto la utilidad y eficiencia cultural de la institución del concurso, la cual se recomienda generalizar particularmente en el ámbito público”.

1. Renders de la propuesta ganadora del Concurso presentada por Jorge Rigamonti, Mario Quirós y Alfredo Caraballo

De la propuesta de Rigamonti, Quirós y Caraballo, que contó con la colaboración de Ángela Rodríguez y Carmen Marquina, nos ha parecido procedente rescatar parte de la descripción que aparece en https://www.behance.net/gallery/12163537/Garden-Patio-at-La-Torre-Corner-of-Bolivar-Square y algunas de las imágenes que se prepararon para su presentación. En tal sentido, los 2.000 metros cuadrados ubicados en la esquina noreste de la Plaza Bolívar de Caracas objeto del Concurso se abordaron con el objetivo de crear “un espacio representativo para los actos protocolares y recepciones de la Gobernación, y ocasionalmente permitir el acceso público para actos culturales y recreativos”. Así mismo ‘El Patio-Jardín’ completa volumétrica y espacialmente la Plaza Bolívar, y reconstruye la esquina de la torre de la Catedral, mediante muros articulados y relacionados con los edificios cercanos, transmitiendo un sentido de dignidad y atemporalidad. (…)

Los muros en el patio-jardín se hacen instrumento de identificación, forman un ‘lugar’ y definen al mismo, crean una relación de inclusión-exclusión, y permiten reencontrar el sentido de ‘interioridad’, logrando una ‘intimidad’ rara en los espacios públicos de Caracas. Dichos muros ordenan en una secuencia cinemática, el recorrido desde el acceso indirecto, permitiendo un paseo narrativo dentro de un jardín evocador, donde las visuales a través de la vegetación y las articulaciones de los muros, nos sitúan en relación a la torre de la Catedral y su entorno, para luego desmaterializarse en la ‘Esfera Virtual’ del maestro Jesús Soto (presente como elemento a incorporar dentro de las bases del concurso). El piso a su vez también se desmaterializa en el espejo de agua que refleja la esfera”.

El desenlace final, lamentablemente, no derivó en la construcción de esta pieza que lidiando con todos los inconvenientes surgidos y desventajosas condiciones impuestas da la ocasión de encontrarnos pese a su “provisionalidad” y su escasa masa edificada con una obra que apuesta a trascender generando un recinto autónomo cargado de una clara impronta artística y poética que no olvida su condición de esquina.
Transcurridos 23 años el flanco noroeste de la esquina La Torre, marcado por una especie de designio negativo, sigue esperando su necesaria dignificación.

ACA

Procedencia de las imágenes

  1. https://www.behance.net/gallery/12163537/Garden-Patio-at-La-Torre-Corner-of-Bolivar-Square

TAL DÍA COMO HOY…

… el 25 de marzo de 1995 aparece el número 100 de Arquitectura HOY.

En su transitar desde 1993 hasta el año 2000, en los que acumuló un total de 358 números, Arquitectura HOY se posicionó como la publicación periódica sobre arquitectura y ciudad que con mayor asiduidad abordaba dichos temas de cuantas había en el país, amén de experiencia inédita dentro del periodismo venezolano.

Sin embargo, esta colección no se comportó siempre de la misma manera, lo cual obliga a dividir cualquier aproximación analítica que a ella se haga, en tres etapas: la comprendida entre el número 1 y el 4 (aparecidos el sábado 2 de mayo, el viernes 3 de agosto, el sábado 3 de octubre y el sábado 19 de diciembre de 1992), donde se mostró la aspiración inicial de que el encartado se convirtiera en una revista monográfica; la que se da entre el nº 5 (13-03-93) y el 100 (25-03-1995), en la que se mantiene la figura de suplemento encartado de 4 páginas; y la que va del nº 101 (01-04-1995) al 358 (13-10-2000) donde abandona su formato característico, se reduce a la mitad y pasa a ocupar las dos páginas centrales del diario Economía HOY, con la particularidad de que a partir del número 146 (22-03-1996), al dejar de circular el periódico los sábados, Arquitectura HOY empieza a aparecer los viernes.

Siempre incorporados en la edición sabatina del matutino Economía HOY, los 96 números de 4 páginas de Arquitectura HOY que van del 5 al 100, ofrecieron la oportunidad de poner a prueba el empeño de un equipo de trabajo que se trazó una ambiciosa meta, cuyos antecedentes en cuanto a garantías de permanencia no eran muy alentadores en el ámbito de la cultura arquitectónica nacional. Si anteriormente Posani contaba con una página semanal donde ejercitar y exponer su pensamiento crítico, cuya responsabilidad recaía casi toda sobre sus hombros, ahora, al cuadruplicarse el espacio manteniéndose la periodicidad, se imponía un rigor, tesón y disciplina que debían ser compartidos. La experiencia acumulada en los cuatro números iniciales, aunque ofrecía ciertas garantías a la hora de asumir este reto, no hacía prever necesariamente el exitoso desempeño que abarcaría finalmente más de siete años.

La breve nota editorial que Posani escribe como apertura de esta saga, titulada “Más arquitectura” (Arquitectura HOY, nº 5, 13-03-1993), subraya el compromiso adquirido, su excepcionalidad dentro de la cultura nacional y su condición de “fenómeno único y especialísimo en América Latina, y cuidado si también en el mundo, por lo menos hasta donde llega nuestra información”. El contagioso entusiasmo de Posani, que apuesta a la continuidad de la empresa y a la contribución que ella pueda ofrecer a “elevar el discurso arquitectónico y su práctica urbana”, sirve para encabezar una entrega que busca una vez más sentar las pautas de lo que podría ser el perfil y estructura de una publicación donde se intenta que permanezcan los fundamentos provenientes de la experiencia de los primeros 4 números: carácter monográfico, tono crítico y reflexivo, capacidad de informar sobre la actualidad y compromiso por difundir lo que se está proyectando y construyendo en el país.

Más temprano que tarde, el empeño por abordar cada entrega signada por un argumento central se abandona para que dicha condición aparezca más bien de forma esporádica. En este sentido, si bien el nº 5 se dedica a resaltar la figura de Manuel Mujica Millán y el futuro de la urbanización Campo Alegre, tras el actualísimo tema del cambio de zonificación que para ella se propuso desde la Alcaldía de Chacao, con las correspondientes repercusiones que tendría en una zona de alto valor ambiental, poblada de edificaciones de carácter patrimonial, ya en el nº 6, aunque se le da  continuidad a este debate, aparecen otros tópicos y secciones que terminan de perfilar el verdadero comportamiento del encartado lo cual cuajaría finalmente con el nº 7.

Así, de la observación de los primeros números que conforman este bloque se puede resaltar, además de lo ya señalado, una conformación que ofrece la oportunidad de colocar en la primera página (tratada siempre a modo de portada) un artículo o reflexión que por lo general asume Posani, dándole de esta manera continuidad al eje discursivo y abordaje de asuntos variados que ya se han señalado como característicos de su actividad en solitario entre 1990 e inicios de 1993. La página dos se ofrece como espacio para la aparición de diversos textos (extraídos de otras fuentes o escritos ex-profeso para el encartado) con la intención de diversificar y ampliar las colaboraciones tanto nacionales como internacionales más allá del Comité de Redacción. La tercera página se intentó destinar para documentar proyectos u obras recientes de arquitectura, primordialmente realizados en el país y la cuarta para dar cabida a reseñas de eventos, libros, exposiciones, cursos, seminarios y cualquier otro asunto que pudiese ser de interés para un lector ávido de contar con información actualizada.

El esquema general señalado, con algunas alteraciones en cuanto a la ubicación y extensión de unas secciones sobre otras, se mantuvo como guía prácticamente hasta el número 100.

También cabe señalar que esta etapa de Arquitectura HOY caracterizada por la permanencia de casi todos los miembros del Comité de Redacción (Coordinación General: Juan Pedro Posani; Coordinación Editorial: Maricruz Benítez Guimón; Comité de Redacción: Azier Calvo, Alberto Sato, Henrique Vera y Enrique Fernández-Shaw; Colaboradores: Max Rengifo, Claudia Caponi, Roberto Puchetti, Andrea Posani) y la solidez de su estructura, podría ser vista desde diferentes ópticas con la intención

resaltar su peso dentro de una totalidad que abarca 10 años.

El primer aspecto a destacar es el relativo a la paulatina apertura que se va dando en cuanto a la participación en la página, la cual terminará de eclosionar a partir del número 100. Es bueno reconocer que, sumada a la estabilidad de los responsables que figuran en la redacción (incluyendo el equipo del propio diario), existe una labor soterrada e importante que consiste en obtener semana a semana el material que llenará las páginas del encartado. Así, a la intensa participación (con diferentes grados) de los integrantes del Comité de Redacción, habría que añadir la de quienes escriben, aportan información, ofrecen sus archivos para que aparezcan proyectos, obras y planes, y, finalmente, de quienes realizan la selección y consolidación de lo que debe aparecer en cada número. Densidad y divulgación, actualidad y reflexión crítica, opinión y análisis conforman un mosaico del que, con dosis bien administradas, se va dando cuenta. A las notas sin firma asumidas por los redactores y los textos rubricados por sus integrantes, se debe sumar la participación de más de 70 colaboradores, algunos esporádicos, otros más constantes y, los más, puntuales.

Por otro lado, en esta etapa se logra contar con la participación de firmas reconocidas a nivel internacional cuyos textos (según el caso) son traducidos, transcritos, presentados e incorporados dentro de una matriz en la que siempre hay cabida. Numerosos son también los profesionales que gentilmente aportan información sobre proyectos o planes con sus respectivas fichas técnicas y memorias descriptivas, necesarias para complementar su publicación.

Como se ve, el total de 384 páginas que hubo que producir en este lapso ameritó un ingente y sostenido esfuerzo el cual es imposible tratar de forma pormenorizada en esta nota.

Sin embargo, la inercia que produce la tesonera labor de Posani como coordinador general del semanario y articulista incansable, tiene importantes repercusiones en cuanto a lo que temáticamente empieza a cobrar relevancia. Tampoco se obvia, como ya se ha señalado, el mirar atenta y permanentemente cuanto acontece tanto afuera como dentro del país como parte de un interés marcadamente divulgativo que incorpora la reflexión y la crítica e intenta valorar lo que se hace, actitud que asumen los diferentes colaboradores que de forma desinteresada se van incorporando en la tarea de escribir sobre una llamativa variedad de tópicos.

Al leer tanto la reseña menuda como la colaboración esporádica, los artículos de fondo o las notas informativas, es casi imposible desprenderse de la sensación de que se transita la última década del siglo XX y se participa de lleno dentro de un mundo globalizado, signado en buena parte por la tecnología, donde persiste el debate entre modernidad y postmodernidad, permanencia y cambio, lo local y lo universal, lo metropolitano y lo periférico, lo individual y lo colectivo. El fenómeno urbano contemporáneo, el pensamiento que se origina desde su comprensión y su relación con la arquitectura, su enseñanza, las teorías que intentan dar cuenta de ella y los casos que pueden convertirse en referencia, se convierten en las constantes que permiten hablar de Caracas, los planes que buscan ordenarla, la arquitectura que la llena, los arquitectos que la hacen posible y los objetos que acompañan a quienes la habitan, intentando responder las acuciantes preguntas que desde cada ámbito aparecen, abriendo la oportunidad para el debate. La grave crisis político-institucional que atravesó el país a través de toda la década, latente, pareciera tocar de soslayo las páginas de Arquitectura HOY sin que ello le haga perder un ápice de optimismo y ganas por permanecer como ventana necesaria que permite asomarse al paisaje disciplinar. Aunque en algún momento será oportuno resaltar de forma más pormenorizada los temas, eventos, proyectos, obras o actividades que entre marzo de 1993 y marzo de 1995 fueron particularmente tratados, valga por ahora apuntar que el nº 100, punto de llegada de este recorrido parcial, es aprovechado por el Comité de Redacción para celebrar el arribo a cifra tan redonda haciendo un recuento de las portadas mejor logradas y ubicando en las páginas centrales las citas más significativas, extraídas de los diferentes textos escritos fundamentalmente por Posani y por Sato, que remarcan una línea editorial signada por el hacer y el pensar la arquitectura desde una determinada perspectiva. Se cierra el número mostrando algunas imágenes que refuerzan el empeño puesto en publicar obras recientes de la arquitectura venezolana, en apoyar los concursos realizados a nivel nacional, en difundir la experiencia de los Planes Parroquiales (promovidos desde el Municipio Libertador) como demostración del interés sostenido por la ciudad, en incentivar la reflexión sobre lo realizado a escala internacional recogida en “La mejor arquitectura reciente europea”, en mostrar la constante preocupación por el patrimonio, su conservación y restauración, en resaltar el espacio facilitado al diseño industrial, en mantener informado al lector a través de “Vuelos de Murciélagos” y en abrirle las puertas a diversos colaboradores. Con este número se cierra una etapa que podríamos calificar de sólida, estructurada y hasta cierto punto predecible del encartado para dar paso a otra que tendrá connotaciones más fluidas, más dúctiles, de mayor libertad para interpretar las líneas maestras del semanario ya consolidadas, en la que se entregará paulatinamente el testigo y buena parte de las responsabilidades a una generación más joven que, además, se tuvo que defender ocupando la mitad del espacio que durante dos años le había ofrecido el diario.

ACA

TAL DÍA COMO HOY…

… el 21 de enero de 1995 aparece, como primera entrega de ese año, el número 91 de Arquitectura HOY.

El encartado, que para aquel entonces contaba con 4 páginas, incluye en la primera el artículo “Australia, por ejemplo” con el que Juan Pedro Posani reabre fuegos dentro del enriquecedor diálogo que sostuvo con Alberto Sato, iniciado el 12 de noviembre del año anterior (ver Contacto FAC 53 de 12-11-2017) y que durará hasta el 11 de febrero.

Luego de una breve salutación de año nuevo en la que se recoge “… luego (…) de estas vacaciones en el olvido y en la nostalgia (…) se regresa al trabajo, a la rutina y también al drama de reconstruir a un país. Y queda la duda si no será a terminar de destruirlo”, frase premonitoria que pareciera sacada de nuestra más rabiosa actualidad, Posani intenta retomar la discusión “de cómo hacer arquitectura en un país como Venezuela”.

Para no morir en el intento refresca la importancia de tomar en consideración las circunstancias geográficas, la historia, la evolución cultural y política, aspectos todos que nos diferencian de otros lugares del planeta, pero centra la atención en aquello que permita alcanzar “una identificación efectiva y funcional con el mundo que se está construyendo”. Llegado a este punto, Posani insiste en priorizar el papel que para el profesional de la arquitectura debe jugar la consideración de los factores climáticos ampliada con la incorporación de “métodos constructivos y modalidades tipológicas”, donde se incorpore un diálogo efectivo entre diseñadores y usuarios así como una actitud que se aleje de la “imitación superficial de las grandes corrientes internacionales”.

Arriesgándose, cuan si fuera un predicador, a señalar «el buen camino» signado por el «reconocimiento de que en los factores materiales, sensoriales, tectónicos, más que en el gusto y en las modas estetizantes de las regiones culturales altamente desarrolladas”, como ruta necesaria para alcanzar “una meta de independencia de criterios y de logros -paradójicamente- internacionales”, Posani recomienda observar con atención, una vez más, la obra de Glenn Murcutt y, en particular, la casa Marika-Alderton (1994), proyectada para la familia de un artista aborigen australiano, prestando particular atención a todos los valores presentes allí que para él tienen sentido en pro de “descubrir los mecanismos auténticos, autónomos y originales de la creación arquitectónica”. El regalo de Murcutt para quienes habitan esta casa plenamente adecuada a las condiciones del lugar no es otra cosa que un espacio, una vivencia, un recuerdo y una inspiración de vida: “…una arquitectura realista y soberbia, en lo mínimo de sus dimensiones, que hace del clima y sus condicionantes el resorte desde el cual inventar o desarrollar una relación afectiva con las formas y con el país”. Así, Posani deja abierto un compás de espera para lo que será la respuesta que Sato publicaría la semana siguiente bajo el título de “Hic et nunc”.

Por otro lado, las páginas centrales del semanario están dedicadas a mostrar el trabajo ganador del Concurso de Anteproyectos (promocionado por el Instituto Nacional de la Vivienda -INAVI-) para desarrollos urbanísticos de Vivienda Multifamiliar Ampliable dentro del Área de Asistencia I de la Ley de Política Habitacional, que se había realizado ya hacía dos años, bajo la autoría del equipo integrado por los arquitectos Edwing Otero, Alfredo Sanabria, Juan Luchsinger y Hugo D’Enjoy (OSLD) y la participación del constructor Manuel Moreira y el ingeniero Carlos Giménez.

Con su publicación se buscaba rescatar esta interesante y rica propuesta, realizada bajo un estricto rigor geométrico, del olvido al que fue sometida por el propio ente promotor del concurso. Claramente ajustada a las bases del certamen, el proyecto ofrecía una “solución a la creciente demanda de viviendas de muy bajo costo, que pudiera satisfacer las necesidades inmediatas de un núcleo familiar básico (pareja) y que pudiera ampliarse conforme dicho núcleo fuese creciendo y prosperando”. La unidad básica de 36 m2 que puede crecer a un máximo de 72, “al tener una forma geométrica pura puede unirse con una o varias de diversas maneras, para producir agrupaciones multifamiliares, cuya forma dependerá del lugar donde se construya”, señalarán sus autores. Asimismo, se trata “de un sistema de organización espacial que no depende de un sistema constructivo específico”, pudiendo “ser utilizados otros materiales dependiendo de la región y las características particulares de cada problema”.

A 25 años vista, tanto el certamen como la respuesta dada por OSLD se adelantaron por mucho a lo que motivó la convocatoria en 2003 del Concurso Mundial de Arquitectura ELEMENTAL y al proyecto que desde el 2001 con ese nombre diera a conocer internacionalmente al Premio Pritzker 2016, el chileno Alejandro Aravena, cuya primera puesta en escena fue el desarrollo de Quinta Monroy en Iquique el año 2003.

El número 91 de Arquitectura HOY cierra con el artículo que especialmente elaborara Roberto Segre (1934-2013) desde Río de Janeiro, titulado “Fiesta de la democracia brasileña”, dedicado a analizar el significado de la celebración del año nuevo en ese país observando la manera como tuvo lugar en Río y en Brasilia y las divergencias existentes en cuanto a sus connotaciones urbanas.

Aunque en ambas ciudades los festejos de aquel fin de año se dieron “bajo los auspicios de una nueva esperanza: consolidar la persistencia y renovación democrática del sistema político brasileño, despojado de las atávicas e inexorables plagas de la corrupción, el clientelismo y la demagogia, tan arraigadas en el reino del Macondo latinoamericano (…) y aunque la toma de posesión del cargo presidencial de Fernando Henrique Cardoso el primero de enero, constituye el hecho unificador de las celebraciones, (…) en la playa de Copacabana se reunieron cuatro millones de personas en la espera del nuevo año; (mientras) en Brasilia, frente al Palacio del Planalto, sólo 4000 vitorearon al flamante mandatario”.

Tras describir con lujo de detalles la espléndida y apoteósica celebración carioca, signo inequívoco de una vitalidad urbana producto de años de maduración filtrada por usos, costumbres, interacción de estilos, funciones y tradiciones, Segre, pone el acento en la condición de urbus ex novo de Brasilia “cuyos espacios y edificios surgen de la proyectación demiúrgica carente de los estratos vivenciales que genera el paso del tiempo”, como causa fundamental de la desangelada conmemoración realizada allí, caracterizada por “el apego a sistemas representativos totalmente ajenos a la forma ‘futurista’ ” de la ciudad. La conclusión a la que llega Segre se traduce en una apuesta por que el Brasil urbano moderno quede signado, más que por la forma de su arquitectura, por la integración social de sus habitantes, tarea que hasta el día de hoy se constituye en una asignatura pendiente, pese a la ceremonia de investidura llena de auspiciosos significados y la certera gestión que encabezó el presidente Cardoso.

ACA

TAL DÍA COMO HOY…

… el 12 de noviembre de 1994 aparece en la primera página del número 86 de Arquitectura HOY, firmado por Juan Pedro Posani, el artículo “Voyeurs de la cultura” con el que se encenderá una rica e interesante polémica con Alberto Sato que luego también incorporará a otros lectores del semanario.

Este texto, que nace del abrumador contraste que provoca en su autor, recién llegado de un viaje a Venecia, el ir escuchando Mozart en su vehículo mientras transita por la avenida Bolívar de Caracas padeciendo el “tráfico desordenado, la violencia visual del abandono y de la desidia, lo construido siempre a medias, sin terminar” o, en otras palabras, “las intenciones sin éxito de un país que intenta y no logra y no cuaja” (percepciones que al sol de hoy no han variado un ápice, pudiéndose, por el contrario, elevar al cuadrado), es lanzado como provocación por Posani, como parte de una preocupación de larga data que ve cómo la cultura venezolana se comporta con base en una actitud imitativa asociada a nuestra condición de espectadores periféricos y de segunda de cuanto acontece en los diferentes “centros”.

Como consecuencia directa de lo señalado afloraría, según Posani, la poca capacidad creativa que manifiestan los arquitectos venezolanos, asomándose la posibilidad de encontrar salida a este problema, en primer lugar, a través de propiciar el desarrollo del discernimiento interpretativo que permitiría no sólo hablar el lenguaje del “otro” sino también hablarlo “para el otro”, en clara alusión a lo formulado por Germán Carrera Damas en De la dificultad de ser criollo (1993); y, en segundo lugar, en el desarrollo de razones sólidas, compartidas, elementales y lógicas basadas en la comprensión del clima, el paisaje, los materiales y las formas constructivas, por ejemplo.

El artículo viene ilustrado con dos fotografías: una que muestra “la deconstrucción en Europa” a través del Instituto de Investigación de Nuevas Tecnologías (1987), obra de los arquitectos Belinisch & Partners, F. Stepper y A. Ehrhardt, y otra dedicada a “las nubes flotantes de Alexander Calder en el Aula Magna de la UCV. Obra que se combina con el magnífico espacio realizado por Carlos Raúl Villanueva”.

El pañuelo lanzado desde “Voyeurs de la cultura” es inmediatamente recogido por Alberto Sato quien, ubicado más desde la óptica de la diferencia que desde la de la identidad, desde la diversidad más que desde la unicidad y asentado más en la sabia experiencia acumulada por la cultura universal que rastreando infructuosamente entre los pliegues de las tradiciones, las realidades tecnológicas y las condiciones específicas del territorio donde la arquitectura se instala, escribe quince días después (26-11-1994) “Una lectura caníbal”, colocando sobre el tapete sus discrepancias con Posani, dándose inicio a un intercambio de hasta 9 textos (5 de Posani y 4 de Sato, incluyendo los señalados) que se prolongará hasta febrero de 1995.

Con respecto al recurrente tema del mimetismo de la arquitectura venezolana o, como lo reformula el mismo Posani, al hecho de que «somos, aunque nos duela y lo disfracemos con el gusto -refinado o no del cosmopolitismo y la universalidad- espectadores de la cultura ajena», Sato minimiza su importancia y la revierte al considerar que «en arquitectura, por más pródigo y rico que sea nuestro medio, es difícil prescindir de los aprendizajes y de los lenguajes aprendidos», por lo que es inútil ir en contra de una tendencia que se encuentra en el centro mismo de la actividad del arquitecto, tratando de «volver a descubrir los mecanismos auténticos, autónomos y originales de la creación arquitectónica», que como bien se sabe están llenos de la más absoluta subjetividad.

También, ante la insistencia de Posani en desviar la mirada hacia los elementos ambientales y constructivos, Sato nos invita a ubicarnos en «la esfera de la calidad de los hechos creativos y dentro del complejo tejido de realidades externas y propias». En pocas palabras, apunta más a la actividad del individuo que a la del colectivo y al hecho de que es condición natural de toda buena arquitectura en cualquier tiempo y en cualquier lugar el estar referida y dar una respuesta adecuada a las condicionantes del medio que la rodea, es decir, que no es necesario hacer de ello un punto de honor.

Posteriores a la polémica suscitada, muestra clara del impacto causado y de las reflexiones a que dio lugar entre los lectores asiduos del semanario, son los textos: “Pido la palabra” de Max Rengifo y Roberto Puchetti (25-02-95), “¿Dónde está el norte?” de Ernesto Curiel, “Con permiso Posani y Sato” de Cristóbal Colón C. (ambos del 11-03-95) y “La arquitectura como exploración de cultura” de Abner Colmenares (18-03-95), los cuales Enrique Fernández-Shaw encabezó con el antetítulo de “Intervenciones”. Como efecto retardado de este debate no se puede dejar por fuera, a modo de complemento interpretativo del ejercicio de contrapunteo intelectual llevado a cabo por Posani y Sato, el interesante artículo titulado “Arquitectura y filosofía” de Guillermo Briceño aparecido en el nº 104 del 29-04-95.

Teniéndose al duelo Posani-Sato con eje fundamental, el año 2000 las Ediciones de la Biblioteca de Arquitectura FAU UCV como parte de la Colección de Ensayos Críticos sobre la Arquitectura Venezolana publica Debate y disquisiciones sobre el anón y el cambur, libro que a la postre se convertirá en su único título. Si de alguna manera se puede resumir el fruto de este interesante, infrecuente y a la vez respetuoso debate dentro del desarrollo de nuestra arquitectura, se podría decir que el mismo no encierra otra cosa que una discrepancia de índole metodológica, sin aparente solución, acerca de cuáles deben ser los instrumentos y actitudes que deben privilegiarse para abordar el acto creativo de la arquitectura venezolana contemporánea, discusión vigente y necesaria en los centros de enseñanza de esta disciplina del país.

ACA

TAL DÍA COMO HOY…

… el 30 de julio de 1994 se dedica por entero el número 72 de Arquitectura HOY a cubrir la realización, en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, de la VI Conferencia Internacional sobre Conservación de Centros Históricos y Patrimonio Edificado Iberoamericano, que tuvo como tema central “La conservación de la arquitectura moderna”.

El importante evento organizado por el Consejo Académico Iberoamericano, que se llevó a cabo del 24 al 30 de julio de aquel año, permitió a este ente reafirmar la importancia asumida por las universidades en momentos en que se hablaba con mucha insistencia sobre el tema de la integración. Ello es resaltado por Ciro Caraballo (Coordinador Académico del encuentro) en el artículo que encabeza el semanario “El Consejo Académico Iberoamericano. Una respuesta universitaria a la integración latinoamericana”, quien señala cómo “en 1989, un grupo de investigadores de la Facultad de Construcciones de la Universidad de Camagüey, Cuba, se dio a la tarea de organizar un encuentro con arquitectos e historiadores latinoamericanos con el objeto de presentar a discusión el trabajo que habían venido desarrollando en el casco histórico de Camagüey, 300 hectáreas de ciudad con importantes monumentos coloniales y republicanos”, lo cual permitió reconocer y compartir problemas comunes a toda Latinoamérica “en lo referente a la conservación de los bienes patrimoniales y su inserción en la dinámica urbana contemporánea”, “descubrir el potencial de colaboración académica de las universidades regionales en tan actual temática” y dar pie para que un año más tarde se creara el Consejo Académico Iberoamericano “con la participación de 12 universidades de la región y de España”.
Así, cuando en 1994 Caracas acoge la VI Conferencia (actividad que se venía realizando con periodicidad anual), ya 48 centros de estudios de nivel superior habían refrendado su compromiso y se había creado el Instituto Iberoamericano de Estudios del Patrimonio Edificado y la Ciudad, claras muestras del entusiasta impulso que había tomado la iniciativa.
La escogencia de la capital de Venezuela como sede no fue casual: el tema central seleccionado y su condición de urbe moderna llena de valiosas edificaciones y lugar donde se asienta la más importante ciudad universitaria realizada durante la década de los años 50 en Latinoamérica, la señalaban como el lugar idóneo para adelantar los debates que se podían suscitar vinculados a la subvaloración, maltrato y demolición de un importantísimo patrimonio edificado “sin proceso alguno de historia y registro”, actividad para la que las universidades pasaban a ser piezas claves a través de la actividad de investigación.
Como bien señala Caraballo, para aquel entonces “el tema de la conservación de la arquitectura moderna es un gran desconocido, aún para aquellos académicos que dedicamos nuestros días a la investigación sobre patrimonio edificado” siendo “más complejo aún … el tema de la conservación de la ciudad moderna”. Con ello quería dejar sobre el tapete los impostergables asuntos que el evento debía tratar relacionados, por un lado, a lo que es esencial dentro de la arquitectura moderna a diferencia de la antigua (a la hora de enfrentarse a su preservación) en cuanto a uso de materiales, aspiración a la permanencia y valores artísticos externos a ella y, por el otro, a la imposibilidad de pensar la ciudad moderna bajo el criterio de congelamiento con que se habían tratado sectores considerados históricos y el imperativo de incorporar la propia dinámica urbana, social y ciudadana como variables, temas en los que Caracas ofrecía y ofrece un inagotable terreno para la indagación por el deterioro manifiesto de muchos de sus valiosos ejemplos.
Bajo este marco general, la convocatoria al evento se hizo buscando atender cuatro asuntos fundamentales:
1.- El objeto arquitectónico a preservar y su entorno.
Relación objeto-entorno.
La adecuación y adaptación del objeto a preservar a nuevos usos y exigencias.
2.- El deterioro de la arquitectura moderna.
Causas que intervienen en su destrucción.
Preservación de materiales contemporáneos. El cemento armado: patología y preservación.
3.- Incidencia del crecimiento urbano sobre las zonas de carácter histórico ambiental.
La nueva arquitectura en los contextos antiguos.
Las demandas por una mayor intensidad del uso de la tierra.
Aspectos económico-financieros de los Planes de Desarrollo Urbano.
4.- Concientización y capacitación profesional.
La impartición de la disciplina a nivel universitario.
La formación de Instituciones y Organismos que se avoquen a la problemática de la preservación.
El acto de apertura de la VI Conferencia Internacional sobre Conservación de Centros Históricos y Patrimonio Edificado Iberoamericano se llevó a cabo en el Aula Magna con la disertación acerca  de “La arquitectura del siglo XX y su preservación”. Las 68 ponencia inscritas se presentaron en el Auditorio de la FAU y en sus diferentes Aulas Anfiteátricas así como los correspondiente paneles de discusión (mesas redondas) todo lo cual estuvo acompañado por una exposición, lo que da una clara señal del interés generado, importancia y magnitud del encuentro al que asistieron mas de 600 delegados, entre profesionales y estudiantes procedentes de Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, España, México y Venezuela.
Adicionalmente se previó un programa de visitas a diferentes sitios de interés con el propósito de mostrar edificaciones relevantes y conjuntos arquitectónicos modernos en la ciudad de Caracas y sus zonas vecinas (donde podían ser evaluadas las inserciones de nueva arquitectura dentro de contextos históricos), zonas residenciales (donde se encuentran ejemplos pioneros en nuestro país de edificaciones modernas) y la misma Ciudad Universitaria de Caracas como máximo exponente de la arquitectura venezolana del siglo XX.
Las consideraciones y recomendaciones producto del debate suscitado a partir de la presentación y discusión de las conferencias magistrales, ponencias y comunicaciones incluidas en el evento en torno a los cuatro asuntos fundamentales sobre los que giró la convocatoria, recogidas en la denominada “Acta de Caracas”, pueden consultarse en número 73 de Arquitectura HOY del 6 de agosto de 1994. Allí se anuncia también la realización de la VII Conferencia en la Universidad de Camagüey Plaza de Santa Lucía, Cuba, en torno al tema “Turismo y patrimonio” y la VIII en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, que se dedicaría a “Renovación Urbana y patrimonio edificado”.

El número del semanario que hoy nos ha servido de excusa para elaborar esta nota, además del texto ya citado de Ciro Caraballo que ocupa su carátula, incluye en las páginas centrales, como material complementario al evento, los “Fundamentos de rehabilitación, conservación y restauración y el patrimonio de Caracas”, escrito elaborado por Melín Nava desde Fundapatrimonio (organismo adscrito a la Alcaldía de Caracas); y en la página de cierre, como producto de las actividades desarrolladas en el mismo, el sondeo realizado entre los Premios Nacionales de Arquitectura asistentes acerca de las obras que podían empezar a conformar nuestro legado moderno (“El Patrimonio Moderno en Venezuela según los premios nacionales de arquitectura”), lo cual arrojó un interesante resultado digno de consulta y no exento de polémica.
Verdadero preámbulo, junto al Foro-Taller «La Ciudad Universitaria de Caracas como patrimonio cultural» celebrado en 1992 en el Museo de Bellas Artes por iniciativa de Carlos Delgado Bruzual, del trabajo que derivó en la declaratoria de la Ciudad Universitaria de Caracas como Patrimonio Mundial por la Unesco el año 2000, los asuntos tratados en esta la VI Conferencia Internacional sobre Conservación de Centros Históricos y Patrimonio Edificado Iberoamericano mantienen al día de hoy plena vigencia, más allá de que la sucesión con que se dieron las primeras convocatorias haya languidecido paulatinamente en el tiempo junto al ímpetu de la importante labor desarrollada por el Consejo Académico Iberoamericano.

ACA

TAL DÍA COMO HOY…

… el 11 de junio de 1994 aparece en las páginas centrales del nº 64 de Arquitectura HOY el veredicto y las imágenes del proyecto ganador del Concurso Nacional de Ideas para Sede de la Junta Parroquial de la Parroquia Catedral y Centro Deportivo del Liceo Fermín Toro, realizado por el arquitecto Joel Sanz Pino (1947-2013).

Sanz, egresado de la FAU UCV en 1970, Premio Nacional de Arquitectura en el año 2000, insigne profesor de proyectos, admirador de la obra de James Stirling y de la labor pedagógica de Ramón González Almeida, se caracterizó por ser un sempiterno concursante quizás siguiendo los pasos de su compañero y amigo Pablo Lasala. En esas lides, ya Sanz había logrado previamente alzarse victorioso en el Concurso de Ideas para la Nueva Sede del Centro Italiano Venezolano de Oriente, Barcelona (1989) y del Centro Comercial City Garden, Maracay (1993), acompañado en este caso por sus socios Juan Carlos Parilli y Francisco Arocha con quienes durante años conformó la firma S+P+A Arquitectos C.A. Más adelante también ganará junto a Juan Carlos Parilli, Claudia Hernández, Omar Ladera y Roberto Castillo, el Concurso Nacional de Ideas “La Cultura Libera al San Carlos” para la Transformación del Cuartel San Carlos en Centro Nacional de Culturas, promovido por el Instituto de Patrimonio Cultural  (IPC), el Consejo Nacional de la Cultura y el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes el año 2000.
El certamen que hoy nos ocupa, promovido por la Alcaldía del Municipio Libertador, cuyo veredicto fue dado a conocer el 2 de junio de 1994 en la sede del Concejo Municipal de Caracas, se proponía para dar respuesta a dos programas disímiles a los que debía preverse su construcción separada, a ser localizados en un terreno en esquina ubicado en el sector Caño Amarillo con frente hacia la Avenida Sucre en su acera oeste, muy próximo al Liceo Fermín Toro, al Arco de la Federación y a la escalinata del Parque el Calvario.
La propuesta, realizada en colaboración con Juan Carlos Parilli, Francisco Arocha, María Inés Gómez, Omar Ladera, Roberto Castillo, Aleisa Mondolfi, Elizabeth Bernys, María Patricia Sabas y Ricardo Sanz, se destacó entre las 71 ideas presentadas porque, según palabras del jurado, se escoge “una implantación y una organización volumétrica que separa y hace identificables, en un espacio que les es propio y que a la vez se vincula claramente con la ciudad, a la junta parroquial y al centro deportivo, permite su fácil construcción por etapas y controla sus magnitudes, con un adecuado sentido de la escala de la intervención”. Así mismo, “el jurado valoriza el espacio arbolado entre las dos instituciones, que constituye el corazón interno del proyecto, conectando los sectores alto y bajo, dando así una respuesta contundente a una de las exigencias esenciales de las bases. Igualmente considera acertada la forma de enfrentar volumétricamente la avenida Sucre, y el hecho de que la central eléctrica de algún modo se integra a la volumetría del proyecto sin ser negada”.
La claridad con que es expuesto el veredicto sin lugar a dudas tiene que ver con la composición de un calificado jurado presidido por Oscar Tenreiro que contó con el acompañamiento de Fernando Pérez Oyarzún (Chile) y Luigi Snozzi (Suiza) como invitados internacionales y Frank Marcano, Lucas Pou, Edwing Otero, José Manuel Rodríguez e Isabel Sánchez como representantes nacionales.
Con este concurso se abrió de nuevo otra expectativa en la que se buscaba esperanzadoramente “que la construcción del proyecto ganador sea el primer paso de una serie de operaciones similares, generada igualmente de concursos, dirigida a convertir la arquitectura de las instituciones en tema esencial de la cultura urbana de nuestro país”.
Lamentablemente tan loables intenciones no se cumplieron y finalmente el proyecto ganador del Concurso Nacional de Ideas para Sede de la Junta Parroquial de la Parroquia Catedral y Centro Deportivo del Liceo Fermín Toro no se construyó, pasando a engrosar la larga lista de iniciativas de este tipo que en nuestro país han tenido el mismo destino.

ACA