
“El Concurso para el desarrollo del Anteproyecto de la ‘Catedral de Ciudad Guayana’ fue convocado en mayo de 1981, y significó para ese momento un estimulante llamado a los arquitectos de todo el país. Ante una situación profesional ‘estancada’, con trabajos ‘limitados’, después de un largo tiempo sin ‘concursos’, lo sugerente del tema de ‘La Catedral’ y su específica ubicación en Ciudad Guayana, núcleo urbano ‘recién planificado y estrenado’, llevó a una masiva participación y a desmesuradas expectativas que no llegarían a ser satisfechas. El programa de las bases del concurso, si bien era bastante deficiente, permitía una deseable libertad para interpretar el problema, no así las limitadas condiciones de presentación y de entrega. El jurado inicialmente designado no participó en el veredicto final, y fue sustituido de manera no muy clara. Esto sumado al incumplimiento de la adecuada exposición de los anteproyectos, generó un clima de tensiones y polémicas entre los concursantes, el Colegio de Arquitectos de Venezuela y los representantes de la Corporación Venezolana de Guayana. Sin embargo la participación fue importante, se presentaron aproximadamente unos cuarenta y cinco anteproyectos”.
Esta larga cita de Maciá Pintó, al inicio de la completa reseña aparecida en el nº 64 (octubre 1982) de la revista Punto, titulada “Entre la catedral y la fábrica: LA ARQUITECTURA”, nos sirve para contextualizar las condiciones dentro de las cuales debe entenderse este llamado a concurso que terminó dando como ganadora la propuesta presentada por Oswaldo Molina, cuya fotografía de la maqueta ilustra la postal del día de hoy.
El lugar escogido por los organizadores se ubicaba en San Félix, confluencia de los dos ríos más importantes del país (el Orinoco y el Caroní), “con dominio visual de la zona de Alta Vista de Puerto Ordaz y del maravilloso espectáculo de los saltos del Caroní (…) desligado de algún tipo de eje referencial que lo conecte con la nueva ciudad, los antiguos centros o los bordes de los ríos”. Esta condición en principio desfavorable fue aprovechada por Molina para proponer una edificación que buscó convertirse en punto de referencia visible desde toda la urbe buscándose en la Catedral el detonante que iniciase el desarrollo de un sector de baja densidad y poca altura, conformada fundamentalmente por el uso residencial. Ello obligaba, como en efecto ocurrió, a generar un contexto urbano propio que diese cuenta de la extensa área del terreno asignado el cual oscilaba entre 3.45 y 4.83 hectáreas.

La opción adoptada por Molina apostó por crear un monumento ubicado en la parte más alta del lote como remate de un eje ascensional que conectaba con la calle, cubriendo así las expectativas expuestas en el programa del concurso: “La solución arquitectónica debe combinar de manera armónica la característica de monumentalidad propia de una Catedral, así como la condición pastoral de una edificación al servicio de la atención espiritual de los fieles”. La planta del espacio dedicado al culto se resuelve apegada a un esquema semicircular dando como resultado un limpio volumen que tomó la forma de un medio cono truncado posado sobre una gran plaza diseñada para permitir celebraciones litúrgicas al aire libre en la superficie semicircular restante y la vinculación con el Palacio Episcopal. Así, según Pintó, la solución propuesta por Molina, en cuanto al tratamiento espacial, caería en el grupo de proyectos “con vocación casi aséptica, de lenguaje ‘neutro’, ‘técnico’ o ‘profesional’, guiado por una fuerte geometría de pirámides, esferas, cubos, conos, y demás objetos de génesis tecnológica y deshumanizada escala”, que además desatiende la necesaria adaptación al exigente clima de la zona.
El proyecto de Molina, apunta Pintó, “era un proyecto hecho para ganar”, lo cual denota la gran capacidad que este talentoso arquitecto venezolano ya desaparecido desarrolló a la hora de abordar este tipo de contiendas convirtiéndose, para quienes durante años vieron en los concursos una oportunidad para ejercitarse y obtener los mejores resultados, en un temible contrincante.
Como tantos otros casos dentro de la historia de los certámenes de arquitectura en nuestro país, el anteproyecto ganador para la Catedral cayó en el pozo dominado por la burocracia y la irresponsabilidad, dando la sensación de que el llamado se hizo sin tener todas las variables que garantizarían su construcción debidamente cubiertas.
Luego de que Juan Pablo II viniera por primera vez a Venezuela en 1985 y diera una multitudinaria ceremonia el 29 de enero en Ciudad Guayana, se decidió reactivar la idea de construir la Catedral ahora en los terrenos donde el Santo Padre oficiara la misa, conocidos como Cruz del Papa en el sector de Altavista, los cuales fueron donados por la CVG a la Diócesis de la ciudad, creándose la Fundación «Catedral de Ciudad Guayana».

En 1986 cuando se dan los pasos para la elaboración del proyecto en el nuevo lugar, el entonces Ministro Presidente de la CVG, Ing. Leopoldo Sucre Figarella, obviando por completo el antecedente que constituía el concurso ganado por Molina, recurre a los arquitectos Julián Ferris y Jaime Hoyos para diseñar un «Templo (con capacidad para 1200 personas), la Curia Diocesana, casa parroquial, área para administración y servicio comunales, residencia de monjas, plaza con monumento a la virgen, más espacio para misas multitudinarias y estacionamiento para 150 vehículos. (…) El complejo ocupará un área de 22.345 metros cuadrados y la Catedral tendrá una altura de 33 metros, 40 de ancho y 60 de extensión. Desde ella se podrá dominar parte del paisaje del río Caroní y la Presa Macagua II», tal y como se recoge de http://historiadeladiocesisdeguayana.blogspot.com/2012/03/catedral-de-ciudad-guayana.html.

Las obras de acuerdo al proyecto de Ferris y Hoyos se iniciaron en 2001 con muchos altibajos interrumpiéndose en 2004 y reactivándose de nuevo en 2014, año en que, a raíz de la canonización de Juan Pablo II, la catedral de Ciudad Guayana, aún en construcción y con un adelanto de apenas el 40%, pasa a llevar su nombre. La historia continúa.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal y 1. Revista PUNTO, nº 64, 1982
2. https://www.youtube.com/watch?v=u5T_QoZHHME
3. https://www.correodelcaroni.com/ciudad/44-roban-en-la-construccion-de-la-catedral-de-ciudad-guayana



































