
Como continuación de la crónica adelantada la semana pasada, que sirvió de preámbulo para poder ahondar acerca del trance sufrido por el lote correspondiente al cuadrante noroeste de la esquina de La Torre, frente a la Plaza Bolívar de Caracas, recordemos que el espacio hoy vacío ocupado por un estacionamiento que alberga vehículos oficiales, presenta este lamentable aspecto desde el momento en que se decidió la demolición del edificio Washington (antes Hotel Klindt y previamente Gran Hotel Venezuela) el año de 1957. Es decir, ya han transcurrido 60 años de infructuosos esfuerzos por dignificar una esquina que sin duda se lo merece dado su histórico emplazamiento. (1)


Probablemente asociado al derribamiento del mencionado edificio Washington, la primera propuesta de la que tenemos registro para el solar en cuestión es la que Tomás José Sanabria elabora justo con ese mismo nombre el mismo año en que el vacío se instala allí (1957). Sanabria diseña un edificio de oficinas de veinte pisos, con planta baja libre a doble altura , fachada uniforme trabajada considerando la incidencia del sol y aislada dentro del terreno, que sin duda traduce una clara omisión de las variables contextuales imperantes: por un lado suma un espacio público que no se sabe si la Plaza Bolívar agradecería, y por el otro compite y opaca a la Torre de la Catedral, elemento que desde la colonia ha sido el protagonista de la esquina que lleva su nombre. (2 y 3)


Este proyecto equívoco, que no se compadece con las reflexiones que Sanabria acumuló a través de los años respecto al tratamiento de nuestro centro histórico, y alejado de las tendencias que ya cuestionaban las propuestas del Movimiento Moderno a partir de la posguerra con relación a la disminución del protagonismo del objeto solicitando un mayor sensibilidad ante las preexistencias ambientales en espacios patrimoniales, luce más bien como una especie de calistenia de lo que finalmente fue la construcción de la “torre financiera”, segunda etapa del conjunto del Banco Central de Venezuela, que Sanabria ubicó en la esquina de Santa Capilla, templo si se quiere más modesto que la Catedral que también se ve impactado por la presencia de una mole mitigado en este caso por el ancho que tiene la avenida Urdaneta. (4 y 5)


Aunque nos ha sido imposible determinar a quien correspondía la tenencia del terreno, habida cuenta de que el edificio Washington pertenecía a un particular y no sabemos si su demolición ya insinuaba un cambio de dueño, el segundo momento al que no referiremos en esta saga de espasmódicas preocupaciones y subsiguientes frustraciones por atender la esquina de La Torre es el correspondiente a la convocatoria al Concurso Sede del Edificio Administrativo para la Gobernación del Distrito Federal (1981), fecha en que detectamos la presencia de un ente público de jerarquía dentro de la ciudad dando muestras, no sólo de ser el propietario del solar sino de que asume la responsabilidad de atender el problema urbano allí existente. Para el momento se encontraba ocupando el tan señalado terreno un pequeño domo colocado allí por la propia Gobernación para publicitar su gestión dentro de la ciudad.
Este concurso, que se convoca pocos meses después de otro que tuvo gran repercusión a nivel del gremio a escala nacional (el de la Catedral de San Tomé de Guayana), en el que se inscriben 92 equipos profesionales y se terminan entregando 52 proyectos, permitió a través de las ideas presentadas apreciar una vez más el estado del arte con respecto al tratamiento de un lugar con una importante carga patrimonial localizado en el corazón mismo de la capital.
La propuesta ganadora a cargo de los arquitectos Daniel Betti, Raúl Grioni y Javier Usarraga (6 y 7), a pesar de estar cargada de un carácter monumental logrado a través de la distorsión que hace al jugar con la escala, de claras reminiscencias clásicas y ávida de protagonismo propio, puede sumarse sin mayores inconvenientes al criterio que en mayor o menor medida priva entre los participantes: el considerar la necesidad de reconstruir la esquina como un aspecto prioritario y en otorgar un valor referencial a las alturas de los edificios que conforman el frente norte de la Plaza Bolívar (las para entonces sedes de la Gobernación y de la Prefectura) y el frente este que va de Torre a Veroes a la hora de determinar alturas, accesos, localización de usos y manejo de los de espacios públicos así como gestos que permitieran manejar libremente las variables de un programa abierto, dotado de una clara neutralidad, conformado por un auditorio para 400 personas y áreas de oficinas para la entidad convocante.




La propuesta que Wallis hiciera en 1933 (ver Contacto FAC nº 33 del 25-6-2017) resuena a la hora de comprender el énfasis en el problema de la representatividad que muchos de los pre-anteproyectos presentados buscaban incorporar. Así mismo, cajas neutras, podios macizos, rebatimiento de las fachadas existentes, lenguaje neoclásico, impronta moderna, énfasis en lo tecnológico, sugestiva tropicalidad o uso de elementos tradicionales (8, 9, 10, 11 y 12), van de la mano de una diversidad de posibilidades que giran todas en torno a un compromiso asumido con la ciudad que los aires posmodernos del momento insinuaban abriendo la esperanza de poder recuperar el perfil urbano que llevaba más de treinta años perdido. Los promotores con bombos y platillos anunciaban que la obra se iniciaría en marzo de 1982, cosa que desde un comienzo asomaba buenos augurios y que finalmente no se cumplió. El domo siguió allí durante un buen tiempo.




En 1995 vuelve a intentarse desde la Gobernación del Distrito Federal, con el apoyo del Instituto de Patrimonio Cultural, abordar la ya crónica dolencia que a la ciudad aquejaba. Así, se convoca un nuevo concurso, en este caso de aspiraciones mucho más modestas que el anterior puestas en evidencia desde su propia denominación. Se buscaban ideas para diseñar “Un patio-jardín para la esquina de La Torre”.
Más allá de que el enunciado ya delata una especie de reconocimiento a la provisionalidad que el uso del terreno mostraba y una renuncia a las posibilidades de “edificar” y de “llenar”, apostándose en este caso por reconocer un vacío accidental y cuestionable ante la proximidad de la Plaza Bolívar, la convocatoria atrae a un importante número de arquitectos que lidiaron con las desventajosas condiciones impuestas desde las propias bases.
Con elementos muchos de ellos escenográficos o, en el mejor de los casos, de gran sensibilidad tectónica y formal, los concursantes sienten la necesidad de completar la esquina, separarse de la plaza y generar recintos autónomos muchos de ellos cargados de una clara impronta artística o poética. La idea ganadora, luego de un proceso previo de preselección de 5 opciones (13), que contaron con un plazo de dos meses adicionales para ser presentadas atendiendo las observaciones del jurado, estuvo a cargo de Jorge Rigamonti, Alfredo Caraballo y Mario Quirós (14, 15 y 16).

Transcurridos ya más de 20 años desde que el 23 de mayo de 1995 el jurado conformado por Asdrúbal Aguiar, Juan Pedro Posani, Carlos Gómez de Llarena, Pablo Lasala, Morella Montero y William Niño premiara la sensible y atinada propuesta de Rigamonti, Caraballo y Quirós, seguimos encontrándonos con que el noroeste de la esquina La Torre sigue pidiendo a gritos la atención de los entes que tienen injerencia sobre su espacio (17).
Heredado desde finales de la dictadura, atendido espasmódicamente y a la vez vuelto a desatender durante la democracia, cargado de ideas que pudieran devolverle su dignidad perdida, el vacío de la que hemos denominado como “la más descuidada entre las más importantes esquinas del país” se halla aún a la espera de un mejor destino que ojalá no sea asumido por la Gran Misión Vivienda Venezuela.
ACA
Procedencia de las imágenes
1. Google Earth
2. https://tomasjosesanabria.com/2016/12/20/edificio-washington/
3, 4 y 5. Galería de Arte Nacional. Tomás José Sanabria Arquitecto. Aproximación a su obra, 1995
6 a 12. Revista Punto, nº 64, 1982
13. Arquitectura HOY, nº 105, 6 de mayo de 1995
14, 15 y 16. https://www.behance.net/gallery/12163537/Garden-Patio-at-La-Torre-Corner-of-Bolivar-Square


























