
Desde 1958, cuando Carlos Raúl Villanueva es sometido a una especie de ostracismo por su importante aporte como arquitecto en tiempos de la dictadura perezjimenista, la Ciudad Universitaria de Caracas (CUC), aunque había llegado a realizarse en un alto porcentaje, tenía aún pendiente la ejecución de una serie de proyectos y obras que atenderían necesidades no del todo satisfechas en el plan piloto original. Sobre ellos el Maestro no dejó de trabajar ahora con la colaboración de Gorka Dorronsoro y Emilio Palacios egresados de la FAU UCV (el primero en 1963 y el segundo en 1967) quienes, aún siendo estudiantes, se sumarían al equipo que ya integraba Juan Pedro Posani desde 1949.
Durante esa etapa posterior a 1960 Villanueva continuará dirigiendo el proceso de planificación y el diseño de los edificios pendientes hasta 1973, momento en que su salud se deteriorará hasta su muerte en 1975. De allí surgirán una serie de estudios que, como Leszek Zawisza apuntará en el nº 59 de la revista Punto dedicado a La Ciudad Universitaria de Caracas (octubre 1977), “serán una especie de testamento que el Maestro transmite hacia el futuro”.
El Plano de Conjunto de la CUC conservado de aquella fecha “permite detectar y enfatizar las intenciones de C.R. Villanueva acerca de la evolución deseable del espacio físico de la UCV, cosa que, con la desaparición del Maestro, resulta de más improbable realización todavía de lo que fue durante su vida”, complementará Zawisza.

Dentro de dicha evolución, donde la participación proyectual de Dorronsoro será por demás relevante, “los cambios más evidentes se producen en la faja sur del conjunto, que debería cobijar las Escuelas de Ingeniería y Ciencias. (…) Paralelamente con esto los estudios tecnológicos adquieren una nueva dimensión en el país y por tanto el original núcleo de las Ciencias Médicas tan decisivo e importante en la fase inicial de la Ciudad Universitaria, deberá ser balanceado con un cuerpo no menos importante de las Escuelas Politécnicas, cónsonas con la nueva realidad de Venezuela, país petrolero y metalúrgico. El centro de este núcleo formaría una plaza ubicada en el eje del conjunto Rectorado-Plaza Cubierta, es decir, el área ocupada actualmente por el estacionamiento frente al rojo prisma de la Biblioteca Central, flanqueada por tres grupos de edificios: un alto y compacto paralelepípedo del Ciclo Básico de Ingeniería al este, por el complejo de la Escuela de Ingeniería Industrial al sur, y por la Facultad de Ciencias al oeste. (…) A continuación de este grupo se proyectó el edificio de las escuelas de Minas y Metalurgia (en la inmediata cercanía de la entrada Las Acacias-San Pedro) y luego, del lado opuesto la Escuela de Ingeniería Sanitaria y el Edificio de Materiales y Modelos Estructurales, ambos realizados. De esta forma se proyectaba también completar el frente de la Ciudad Universitaria hacia la avenida Las Acacias (Paseo Los Ilustres) rellenando espacios que hasta hoy permanecen vacíos y abandonados o apenas cubiertos por deterioradas instalaciones provisionales”.

Esta larga cita tomada del texto de Zawisza preparado para la revista Punto 59, creemos que contextualiza a la perfección el marco en el que se inscribe la realización primero del proyecto (1976) y luego la construcción (1982-1987) de la Escuela de Ingeniería Metalúrgica y Ciencia de los Materiales, cuya imagen tomada desde su último nivel ilustra nuestra postal del día de hoy.
Con respecto a los orígenes de la entidad que da pie al programa del edificio, sabemos que inicialmente Ingeniería Metalúrgica se trató de un Departamento que pertenecía a la Escuela de Geología, Minas y Metalurgia y que funcionaba en la mitad de uno de los galpones ubicados entre la Facultad de Arquitectura y la Escuela de Derecho. De lo que relatan los profesores Leopoldo Finol, Julio César Ohep y Ana Teresa Vielma Mendoza en “Sobre la construcción de nuestra sede”, consultable en http://www.ucv.ve/en/organizacion/facultad/facultad-de-ingenieria/escuelas/metalurgia/resena-historica.html, sabemos que “luego de la creación de la Escuela de Ingeniería Metalúrgica y Ciencia de los Materiales (octubre de 1972), surgió la necesidad de construir una sede acorde con los lineamientos académicos que se habían formulado en la solicitud de aprobación del Proyecto de Creación de la Escuela, ante el Consejo Nacional de Universidades. En este documento se plasmaron: las necesidades docentes, de investigación y de extensión de la Escuela, junto con la demanda de profesionales por la industria de este sector. Para la fecha la profesión de ingeniero metalúrgico había adquirido una importancia relevante y su desarrollo había sido considerado prioritario, en el Plan de la Nación. A estos efectos, se desarrollaron las especificaciones de diseño del edificio de la Escuela. Se contemplaron ambientes amplios y cómodos para dar cupo a una matrícula estimada en 400 estudiantes de pre y postgrado y al personal docente, técnico, administrativo y de servicios, requerido para su apropiada operación”.

Con base en la planificación adelantada por Villanueva y su equipo descrita por Zawisza, se realizaron ante las autoridades universitarias las solicitudes respectivas para ubicar el edificio de la Escuela en el terreno cercano al lindero sur de la CUC, limítrofe con el Paseo Los Ilustres, que al norte limitaba con un estacionamiento y la Facultad de Farmacia; al noreste con el edificio de la Escuela de Ingeniería Mecánica; y al oeste con Puerta Técnica y la vialidad de acceso a la Ciudad Universitaria y al Hospital Clínico, la cual separaba este lote de terreno de la entonces Escuela Técnica Industrial (hoy día la Facultad de Ciencias) y la Facultad de Odontología. Obtenida la aprobación, “el Prof. Leopoldo Finol fue designado por el Director de la Escuela, Gerente del Proyecto e interlocutor entre la Escuela y las diversas autoridades, instituciones y empresas del Sector, que aportaron tanto su aprobación, como ideas, asesoría y recursos materiales, para su construcción”.
Para la obtención del dinero necesario en la ejecución de la obra fueron claves las figuras del Ing. José Ignacio Casal (Ministro de Fomento entre 1975 y 1976 del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez) y del presidente de la Junta Directiva de SIDOR en aquel momento, Ing. Ángel Barreto (ambos metalúrgicos) los cuales a través de los respectivos organismos contribuyeron al financiamiento de la construcción del edificio, aportando la suma de Bs. 8.000.000.
Es entonces cuando se contacta al arquitecto Gorka Dorrondoro para realizar, con la colaboración de Julio Riquezes, el proyecto con que se construirá la edificación. Proyecto en mano se convocó la licitación de la obra la cual fue ganada por la empresa EDIFICA colocándose la primera piedra el 18 de agosto de 1982.
“Paralelamente y con la anuencia del Consejo Universitario de la U.C.V., el proyecto fue elevado a la consideración de la Cámara de Diputados, para que fuese incluido en el presupuesto de la Ley de Planta Física de la Educación Superior. Los recursos restantes fueron así otorgados directamente por el Estado Venezolano a la Universidad Central de Venezuela, para la culminación de la obra, la cual tuvo oficialmente lugar el 18 de agosto de 1987”, complementarán Finol, Ohep y Vielma.

En cuanto al edificio en sí lo primero que cabe señalar es que su implantación obedece a una dirección distinta al resto de los integrantes del campus, adaptándose más bien a las directrices del espacio urbano del Paseo Los Ilustres. En la ficha elaborada por Sebastián Monteagudo para Caracas del valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje (2015) encontramos que la Escuela fue construida “salvando el desnivel en el borde sur de los terrenos de la universidad; la planta de acceso se genera un nivel por encima del suelo y el ingreso se resuelve a través de un puente. En su composición hay elementos que la distinguen pero guardan relación con la Ciudad Universitaria. La estructura, de concreto, se expresa en la potente fachada hacia el paseo Los Ilustres, que revela (su) vigoroso esqueleto estructural… Esta cara contundente se orienta a la ciudad, y contrasta con la frágil persiana metálica que se muestra hacia el campus, que cubre la altura del volumen. Este dispositivo de control climático genera sombras entre las aulas, que se abren a terrazas, el jardín de palmas y el juego de luces que se filtra a través del cedazo que lo cubre. Las plantas, organizadas a partir de un corredor central, rematan en escaleras exteriores. Al centro, se ubica la torre de circulación vertical, coronada por una ligera pérgola metálica que protege el corredor hacia la biblioteca y el cafetín. Completa la pieza un enorme cilindro a doble altura, que alberga los laboratorios de ensayo, y actúa como marca de uno de los accesos al campus”.
El carácter que cobró el edificio sirvió para que William Niño Araque lo incluyera entre las obras que conformaban una “posible” Escuela de Caracas, término que utilizó para agrupar arquitectos y obras que a partir de los años 1970 establecen su compromiso ya no tanto con la tradición abstracta de la arquitectura moderna, sino con una simbología más figurativa, ya no con la simple eficiencia, funcionamiento y racionalidad constructiva sino “con el novedoso sentido que hoy adquiere la lógica de la historia, interpretada esta vez desde la geografía tropical y caribeña”.

Nota
Gorka Dorronsoro, Juan Pedro Posani y Frank Marcano entre 1993 y 1999, retomarán la idea de actualizar el Plan Rector de la CUC buscando darle continuidad a lo dejado por Villanueva en los años 70, sin evadir la posibilidad de dar una serie de pasos adelante en la línea evolutiva señalada por el Maestro quien siempre la consideró un “organismo vivo”. Ya para entonces el edificio de Ingeniería Metalúrgica se había construido y la atención se centró, entre otros, en el espacio que se tenía previsto ocupara la escuela de Ingeniería Industrial (el más desarrollado por Villanueva y Dorronsoro, el cual tenía un área techada de 40.000 m2, casi la mitad del Hospital Clínico) y la plaza que la acompañaba ubicada en el actual estacionamiento al sur de la Biblioteca Central. De este trabajo quedó el libro de Dorronsoro Croquis. Plan Rector. Ciudad Universitaria de Caracas lanzado el año 2000, cuando se conmemoraba el centenario del nacimiento de Carlos Raúl Villanueva y se producía la declaratoria de la CUC como Patrimonio Mundial.
ACA
Procedencia de las imágenes
- Revista Punto, nº 59, 1977.
2. William Niño Araque. GALERÍA DE ARTE NACIONAL, «La Escuela de Caracas. Apuntes para un acercamiento a la arquitectura contemporánea venezolana», 1993.
3. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad y http://guiaccs.com/obras/escuela-de-ingenieria-metalurgica/
4. https://www.flickriver.com/photos/gorgal/sets/72157600926269347/ y http://guiaccs.com/obras/escuela-de-ingenieria-metalurgica/
5. Gorka Dorronsoro. Croquis. Plan Rector. Ciudad Universitaria de Caracas, 2000.