
Archivos diarios: 7 de febrero, 2021
Postal nº 245

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VALE LA PENA LEER
Arquitectura que no deja indiferente:
OMA envuelve para regalo
En Gwanggyo, al sur de Seúl, la oficina fundada por Koolhaas ha estrenado un edificio para los grandes almacenes The Galleria: un cubo de 10 plantas envuelto en triángulos pétreos y rodeado de un lazo facetado de vidrio por el que se circula
Anatxu Zabalbeascoa

23 septiembre 2020
Tomado de elpais.com
Lo feo también sorprende. A veces porque molesta, otras incomodando. El nuevo edificio de OMA, la oficina fundada por Rem Koolhaas, para los grandes almacenes coreanos The Galleria, en Gwanggyo, al sur de Seúl, quiere ser una roca. El inmueble busca añadir peso visual a la falta de historia de esta ciudad-dormitorio levantada a 25 kilómetros de la capital en 2004. Anhela sumar capas de expresión y arraigar más el nuevo edificio que la mayoría de los rascacielos que, según los arquitectos holandeses, componen la ciudad. Ciertamente, el panelado pétreo triangular de diversos colores —marrón, ocre y beige— invita a pensar en la geología, aunque remite, más directamente, a la inestabilidad de ciertos minerales: las construcciones cristalinas que, de tan brillantes, lejos de seducir deslumbran. Y, de manera mucho más mimética a las construcciones recreativas del parque junto al lago Suwon, en la ciudad que comparten una misma paleta de colores y una misma idea de dividir en triángulos el acabado. Una roca es una forma mineral estable. Y este cubo deformado por su envolvente parece querer ser orgánico desde lo inorgánico: los triángulos pétreos coloreados que lo envuelven pixelándolo.

Una banda externa, asimétrica de vidrio facetado parece escurrirse por el exterior rodeando el edificio. Más cercana a una madriguera que a un pasillo, funciona como una grieta que parece estallar desde el centro del inmueble. Permite el paso de la luz y ofrece una iluminación nocturna de los almacenes sorprendente: algo así como un fuego fatuo. La banda existe para facilitar el acceso y recorrido de los clientes. No es la primera vez que en un edificio se circula por un recorrido exterior. Más allá de los inmuebles de vivienda con ese tipo de acceso, estos grandes almacenes hacen pensar en el Pompidou de Piano y Rogers en versión extraterrestre. O primitiva. Y esa incapacidad de situar un edificio en el tiempo forma parte de la sorpresa que ofrece el diseño.

Es, sin duda, un mérito de los arquitectos que hace posible la construcción de un lugar, pero presenta una paradoja: para dar solidez pétrea a una ciudad OMA aterriza un extraño meteorito. Aquí el plexiglás ha pasado a ser vidrio facetado —como un diamante— y el maquinismo tubular y la fuerza colorista del Pompidou se han convertido en una ostentosa joya. Del pop al despilfarro. De la estética fabril este proyecto viaja no a la cantera sino a la tienda de gemas preciosas. Así, a pesar de la fuerza de la imagen —y de la reinvención interna: en el recorrido se organizan exposiciones y actuaciones que mezclan consumo y cultura— la frescura juvenil del Pompidou queda lejos en un edificio que abraza el exceso retratando así a un lujo que necesita hablar alto. A este nuevo proyecto de OMA, le sucede algo parecido a otro edificio con ecos minerales y fachada de vidrio facetado —como si solo hubieran utilizado el material de lazo— proyectado por Herzog y de Meuron para Prada en Tokio hace casi dos décadas. Ambos edificios están, pero ¿contribuyen a construir el lugar o son más bien edificios-isla?
El valor de arriesgar, sorprender e incluso asustar, hay que reconocérselo siempre a OMA. La pregunta es si es suficiente. ¿En qué y cómo mejora la ciudad? ¿Es una obra de arte artesana e imperfecta? Y, tal vez la pregunta más difícil: ¿Llegará a gustarnos?
ACA
ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 245

El concurso internacional convocado el año 2008 por la Corporación Andina de Fomento (CAF), hoy denominada Banco de Desarrollo de América Latina, mantuvo la atención de la comunidad arquitectónica nacional e internacional por sus características, la envergadura del ente que lo patrocinaba y el selecto grupo de profesionales que participó.

La CAF (como entonces aún se le conocía) fue creada el 7 de febrero de 1968 e inició formalmente sus operaciones el 8 de junio de 1970 fijando su sede en Caracas, para la cual se construyó un edificio ubicado en la avenida Luis Roche de la urbanización Altamira.
De lo que se recoge en Wikipedia, sabemos que sus antecedentes se remontan a 1966 cuando, “tras la firma de la Declaración de Bogotá por los presidentes de Colombia, Chile, Venezuela, y los representantes personales de los primeros mandatarios de Ecuador y Perú, se aprobaba un programa de acción inmediata para los países andinos y Chile, que contemplaba la aplicación de medidas de integración económica y la coordinación de las políticas de los países participantes en materia comercial, industrial, financiera y en servicios de cooperación técnica. Se nombró una Comisión Mixta para atender dichas funciones y se propuso la creación de una corporación de fomento.”
Actualmente CAF-Banco de Desarrollo de América Latina “tiene como misión impulsar el desarrollo sostenible y la integración regional en América Latina, mediante el financiamiento de proyectos de los sectores público y privado, la provisión de cooperación técnica y otros servicios especializados”. Atiende, suministrando productos y servicios financieros múltiples, a una amplia cartera de clientes, constituida por los gobiernos de los Estados accionistas, instituciones financieras y empresas públicas y privadas. Está conformado por 19 países de América Latina, El Caribe y Europa, y 13 bancos privados (32 accionistas en total), siendo una de las principales fuentes de financiamiento multilateral y un importante generador de conocimiento para la región. Entre sus accionistas se encuentran: Argentina, Barbados, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, España, Jamaica, México, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal, República Dominicana, Trinidad y Tobago, Uruguay, Venezuela, y 15 bancos privados de la región.
Ante la necesidad de contar con una sede más amplia, abogando por un concepto que respondiese a criterios de sostenibilidad, calidad urbana y ambiental, calidad arquitectónica y eficiencia funcional y que integrara espacios públicos a favor de la comunidad visto como oportunidad de hacerle un aporte urbano a la ciudad de Caracas, la CAF organizó en 2008 un concurso en dos etapas. La primera consistió en la presentación de antecedentes de firmas de arquitectura de los 17 países socios de la Corporación, donde se seleccionaron 52 oficinas que participarían en una segunda consistente en un concurso de anteproyectos de arquitectura donde llegaron 44 propuestas de Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, España, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.

Los trabajos se desarrollarían sobre un importante terreno adquirido al sur de la Plaza Altamira, entre las avenidas Francisco de Miranda al norte (con la Plaza como referencia) y la José Félix Sosa al sur (con la vecindad de la Torre Británica), flanqueado por las avenidas Del Ávila -Luis Roche- al este y Sur Altamira -San Juan Bosco- al oeste, anteriormente ocupado por un pequeño centro comercial donde se encontraban las oficinas de Viasa y por el edificio Teatro Altamira proyectado por Luis Malaussena en 1959 (demolido en 2008) que llevaba mucho tiempo desalojado.
El jurado internacional integrado por Miquel Adriá, arquitecto español, director del Programa de Maestría de la Universidad Politécnica de Cataluña en México y de la revista Arquine; Beatriz Colomina, arquitecta española, catedrática y directora del Programa de Doctorado de Arquitectura de la Universidad de Princeton, E.E.U.U.; Luis Fernández-Galiano, arquitecto español, catedrático en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM); David Gouverneur, arquitecto venezolano, profesor de la Universidad de Pennsylvania, E.E.U.U. y de la Universidad Metropolitana de Caracas, Venezuela; Carlos Jiménez, arquitecto costarricense, catedrático de la Universidad de RICE en Houston, E.E.U.U.; José Rosas Vera, arquitecto chileno, decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Pontificia Católica de Chile; Omar Seijas, arquitecto venezolano y vicepresidente del Colegio de Arquitectos de Venezuela; y Luis Enrique Berrizbeitia, vicepresidente ejecutivo de la CAF, actuando la arquitecta venezolana Elisa Silva como Secretaria, emitió su veredicto el 24 de septiembre de 2008.




Resultó ganadora la propuesta presentada por la firma PRODUCTORA, estudio de arquitectura ubicado en Ciudad de México, conformado por arquitectos de diversas nacionalidades: Abel Perles (Argentina), Carlos Bedoya (México), Víctor Jaime (México) y Wonne Ickx (Bélgica); dicha propuesta fue elaborada en colaboración con “Lucio Muniaín et al” (Lucio Muniaín, David Ortega, Alfonso E. Gutiérrez, Jorge Arroyo, Christian Estavillo y Alejandro Zapata) de México.
Para los ganadores del Primer Premio, cuyo conjunto tiene un total de 52.000 m2 de construcción, “La torre CAF, en Caracas Venezuela, es un proyecto simple y funcional en el que rescata criterios de sostenibilidad, ambientales y sobre todo urbanos. Esta torre se encuentra en un hito muy importante de la ciudad dialogando con el obelisco de la Plaza Altamira (y) juega un papel muy importante dentro del contexto ya que recupera el uso de la plaza como un espacio público, la permeabilidad en sus primeros cinco niveles ayuda a tener una interacción entre el edificio y la plaza. En los niveles superiores, cuenta en su fachada con una celosía metálica la cual nos permite tener una ilusión de solidez si se le ve a una distancia considerable. Su simpleza arquitectónica hace de este edificio una excelente propuesta para la creación de un hito urbano.”
El jurado, por su parte, rescatando buena parte de lo expresado por sus autores, destaca de la propuesta presentada por PRODUCTORA “su síntesis simple y acertada de los criterios de sostenibilidad, calidad urbana y ambiental, calidad arquitectónica y eficiencia funcional. Por tratarse de un hito singular dentro de uno de los contextos más característicos de la ciudad, la torre dialoga con el obelisco de la Plaza Altamira de Caracas, apostando nuevamente a la construcción de ciudad y de una imagen que una vez se logró al edificarse la plaza. La torre esbelta y racional reconoce la tradición de arquitectura moderna típicamente relacionada con Latinoamérica añadiéndole un espíritu de frescura y confianza. La modesta huella de la torre libera el terreno y ofrece a la ciudad un espacio público y abierto, de proyección cultural como acto de responsabilidad social.”


El segundo lugar lo obtuvo la firma Andrade Morettin Arquitectos Asociados Ltda. de Brasil. Acerca de esta solución el jurado destacó “la sutileza de la arquitectura al tratarse de un cerramiento en celosía que encierra variados volúmenes. La flexibilidad, sostenibilidad y economía de la propuesta añaden valor, al igual que su prudencia y nivel de resolución. Responde de forma crítica a la imponente torre Británica que limita el terreno hacia el sur, replicando su altura y huella, con una aproximación contraria en su transparencia, ligereza y porosidad.”

El tercer premio recayó sobre la firma española QVE-arquitectos y sobresale, en opinión del jurado, por “la profesionalidad y resolución de la propuesta. Se trata de una torre de plantas eficientes y flexibles, por su innovación estructural. Presenta una estrategia sostenible, racional e inteligente.”

Las firmas que obtuvieron mención fueron: Vigliecca & Asociados de Brasil; TEN Arquitectos de México; Juan Gustavo Scheps Grandal & Gualano + Gualano de Uruguay y Alessandro Famiglietti y Asociados de Venezuela. El acto de premiación y la inauguración de la exhibición de las siete propuestas clasificadas se llevó a cabo el 6 de octubre de 2008 en la Galería CAF de Altamira y estuvo abierta al público a partir del 7 de octubre, durante un mes. Se contó en el acto con la presencia de Enrique García, presidente ejecutivo de la CAF y, además, con Abel Perles de PRODUCTORA y Lucio Muniaín quienes se trasladaron a Caracas para participar de las actividades organizadas por la institución en torno al evento.
Una vez pasada la resaca propia de todo acontecimiento de este tipo, la CAF, al parecer, colocó en una segunda prioridad la construcción del edificio sin que hasta el sol de hoy se sepa cuando será realizada una obra que la muy golpeada Caracas agradecería enormemente. Definitivamente a los concursos de arquitectura en Venezuela los sigue acompañando la mala fortuna.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal, 3, 4, 5 y 6. https://www.plataformaarquitectura.cl/cl/02-13179/resultados-concurso-nueva-sede-caf?ad_medium=gallery
1 y 2. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad
NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Ideas. Proyectos. Debates
Revistas latinoamericanas de arquitectura
Patricia Méndez
2020
Nota de los editores
Editado en Buenos Aires en septiembre de 2020, las 240 páginas de este volumen reflejan una minuciosa investigación y catalogación de las revistas latinoamericanas de arquitectura, publicadas en papel entre 1874 y 2015.
Estructurado en dos secciones la autora presenta en la primera el eje central del libro en donde, hábilmente, enlaza la producción periodística y el devenir de la formación disciplinar en el continente, dedicando también allí un espacio para las publicaciones notables, las estudiantiles, las institucionales, las promovidas por mujeres para convalidar, finalmente, el vigor alcanzado para con esta fuente documental en plataformas y redes académicas.
Los textos fueron prologados por el Dr. Claudio Galeno y contienen también un capítulo a cargo del arquitecto Ramón Gutiérrez quien analiza la primera revista de arquitectura conocida hasta el momento y que fuera publicada en Buenos Aires a fines del siglo XIX.
La segunda parte, el corazón de la edición, despliega un catálogo razonado que reúne cerca de novecientos títulos, ordenados alfabéticamente por país y por nombre de las revistas; en cada una de ellas se consignan imágenes de portadas, fechas y números publicados, entre otros, además de indicarse los procesos más relevantes por los cuales atravesó cada publicación. Tal como indica su autora, este volumen llega en auxilio de la amnesia disciplinar y, ojalá, una alerta para detener la pérdida documental de la historia disciplinar latinoamericana.
ACA
TAL DÍA COMO HOY…
… 7 de febrero, nace en 1841 Auguste Choisy y en 1859 fallece Agustín Codazzi.

Auguste Choisy (1841-1909), ingeniero francés, historiador y teórico de la arquitectura, autor de un libro fundamental como Histoire de l’Architecture (1899), destacó durante el siglo XIX por resaltar dentro de la historia de la arquitectura fundamentalmente sus aspectos técnicos, lo cual le valió un importante lugar dentro del capítulo “La tradición académica y el concepto de composición elemental” desarrollado por Reyner Banham en su libro Teoría y diseño en la primera era de la máquina (1985) a quien dedica el segmento titulado “Choisy: racionalismo y técnica”.

Banham, para quien la función y la construcción no pueden existir sin la estética, aunque rechaza de Choisy la visión de que la arquitectura es una consecuencia lógica de la técnica y también su racionalismo que deja reducido a cinco conceptos fundamentales “Lógica, análisis, función, economía y rendimiento”, reconoce en él la adecuación espontánea de la técnica y el Zeitgeist: si para Choisy el dórico y el gótico podrían ser considerados como los dos grandes estilos, para Banham la arquitectura de la primera edad de la máquina (1900-1930) ocuparía el lugar de tercer gran estilo, ya que los tres son fruto de una interacción singular entre la fe en el progreso y las principales innovaciones tecnológicas.
También valora Banham las ventajas que ofrecen la presentación y las ilustraciones que acompañan la Histoire de l’Architecture: “… está editada en dos volúmenes importantes, mas no demasiado grandes; al menos no tan grandes como para no poder llevárselos a casa. El texto se expone en párrafos relativamente breves, cada uno de los cuales está dedicado -normalmente- a demostrar un solo punto, de suerte que la consulta resulta fácil y en casi todas las páginas hay por lo menos una ilustración notable. Nada podría subrayar tan bien la idea de continuidad de la práctica arquitectónica como la completa homogeneidad de estilo de estas 1.700 ilustraciones, todas dibujadas por Choisy conforme a una fórmula invariable. Las desviaciones con respecto a esa fórmula no son numerosas -una perspectiva ocasional, un simple alzado o una planta-, ni memorables, y esto es lo más importante. La fórmula es de desarrollo isométrico: presenta planta, sección y alzado en una sola imagen, suprime los detalles y presenta al lector un diagrama elegante y de comprensión inmediata.”. No hay que olvidar que la isometría, utilizada en el libro con naturalidad, debido a su abstracción, fue incorporada durante la generación siguiente a la arquitectura y al arte abstracto, cosa que también reconoce Banham señalando que las ilustraciones del libro fueron utilizadas por Le Corbusier en su revista L’Esprit Nouveau.

Choisy, también es reconocido por Kenneth Frampton en Estudios sobre cultura tectónica (1999), por su capacidad en identificar la buena arquitectura con la buena construcción y explicar la sucesión temporal de los estilos según las expresiones tectónicas de una sociedad en relación con su medio físico. En el capítulo “Greco-Gótico y Neo-gótico: los orígenes anglo-franceses de la forma tectónica”, dentro de la saga greco-gótica francesa conformada por Claude Perrault, Michel de Fremin, el abate de Cordemoy y el abate Laugier durante el siglo XVIII, se suma otra neo-gótica anglo-francesa durante el XIX iniciada por Charles de Montalembert y Augustus Welby Northmore Pugin, seguida por Robert Willis y Arcisse de Caumont y que concluye con Henri Labrouste, Eugène Viollet-le-Duc y dos de sus seguidores: Joseph Eugène Anatole de Baudot y justamente Auguste Choisy, quien tiene poco en común con su maestro “salvo una pasión saint-simoniana conjunta por la aplicación de un análisis objetivo a la historia de la arquitectura”. Para Frampton, “aparte de Auguste Perret, que en muchos sentidos fue su seguidor, Choisy parece haber sido el último teórico del ideal greco-gótico, ya que en su historia enciclopédica dedicó una tercera parte del primer volumen y otro tanto del segundo a la arquitectura griega y gótica, respectivamente. Empleando la isometría vista desde arriba, donde el volumen corpóreo y sus soportes columnarios aparecen representados de forma homogénea, Choisy parece haber anticipado el hormigón armado como única técnica capaz de superar el antiguo cisma, fusionando en una sola entidad las dos grandes líneas de la cultura edificadora occidental.”
Para Panayotis Tournikiotis en La historiografía de la arquitectura moderna (2001), Choisy fue, junto con Eugène Viollet-le-Duc y Julien Guadet, uno de los tres historiadores de la arquitectura decimonónicos que más influyeron en la gestación de la arquitectura moderna.

Más próximo a nosotros, Agustín Codazzi (1793-1859), militar, explorador, ingeniero, cartógrafo y naturalista, nace en Italia y muere en Colombia pero será en nuestro país donde dejará una impronta que lo colocaría dentro de los más ilustres nombres del siglo XIX nacional y latinoamericano.
Autor del primer Atlas de Venezuela, Codazzi, tal y como señala uno de sus principales estudiosos, Juan José Pérez Rancel en “Agustín Codazzi: un romántico de la Ilustración en América”, texto aparecido en El Nacional el 13 de octubre de 2019 en homenaje a los 160 años de su fallecimiento cumplidos en enero de aquel año, en realidad “no era geógrafo de profesión: se había formado entre 1810 y 1815 como Sub-Oficial de Artillería montada, en la Escuela italiana de Artilleros de Pavía, en donde se capacitó en estrategia militar, fortificación, matemáticas, astronomía, cartografía, agrimensura, física, química y las aplicaciones prácticas de esas disciplinas. Cumplió esos estudios bajo el influjo de las Revoluciones Industrial, Científica y Agrícola que sucedían entre el ‘700 y el ‘800, y del auge de las exploraciones naturalistas, la botánica, la antropología y del liberalismo económico y político occidental.”


No deja se ser interesante repasar la intensa vida de Codazzi desde su juventud cuando su padre Domenico Codazzi lo encaminó para que fuera un hombre de leyes a cursar en la Universidad de Bolonia, su cambio de opinión en 1810 para decidir realizar estudios militares ingresando a la Escuela de Ingeniería y Artillería de Módena y a la Academia de Guerra de Pavía, donde se formó como suboficial de Artillería y obtuvo el grado de subteniente, participando posteriormente como soldado del Imperio francés en las Guerras Napoleónicas y luego en la disolución del Reino Itálico; sus dilemas entre “la espada y el arado” y sus inciertos viajes por Italia, el Mediterráneo y Europa oriental; su llegada a Amsterdam desde Varsovia para recalar en los Estados Unidos y enterarse allí de la gesta libertadora de Simón Bolívar, para sumarse como “corsario de la libertad” a la División Unión de Louis Aury, participar en la creación de la fallida República de Florida y más adelante dirigir junto a Constante Ferrari la fortificación, construcción de muelles, caminos e infraestructura del archipiélago de San Andrés; su paulatina madurez como cartógrafo y sus travesías interoceánicas aunadas a su desarrollo como político; su regreso a Italia “llamado por la tierra” donde con Ferrari como socio se instala como granjero en el valle del Po, luego de que en 1922 muriera Aury y se disolviera la División Unión; su regreso a América embarcándose rumbo a Cartagena de Indias en 1826 para, casi de inmediato, ir a Bogotá para engrosar las filas del ejército grancolombino con el cargo de brigadier del cuerpo de artillería del departamento del Zulia, donde se le encargará entre 1827 y 1830 “la fortificación y defensa de las 2.780 leguas cuadradas del Departamento del Zulia, desde las montañas merideñas al Sur del lago hasta el Golfo de Venezuela, y entre la cuenca del Lago y Valledupar al oeste de Perijá. Como resultado surgió no solo el plano de la ciudad-puerto artillada y el Plan de Defensa, sino la única cartografía detallada de una región de la Colombia confederada, primer mapa de una provincia de Venezuela independiente”, preludio de lo que será su gran obra: el Atlas Físico y Político de la República de Venezuela y el Resumen de la Geografía de Venezuela ambas de 1840.



Con respecto a la elaboración del Atlas de Venezuela, Pérez Rancel nos apuntará: “A finales de 1838, finalizaron las expediciones corográficas y en la casa de Codazzi en Valencia comenzó el trazado final de las cartas originales hasta 1839, cuando Codazzi elaboró un prospecto del proyecto editorial para buscar suscriptores y financiamiento público y privado para la impresión en los talleres de París a escoger. A la edición se añadió un Mapa general del país y los datos históricos, que en un principio debían ir en párrafos marginales a las cartas, convirtiéndose en tres volúmenes adicionales redactados principalmente por el Capitán de artilleros Rafael María Baralt. A mediados de 1840 partió de La Guaira la Comisión, con los manuscritos originales y las cartas terminadas, para finalizar las demás en la casa-taller habilitada en París, en la cual recibían las visitas, entre otros, del septuagenario Barón de Humboldt, entusiasmado por ver materializarse sus previsiones y recomendaciones de cuarenta años antes. Los doce volúmenes de manuscritos resultantes contenían las estadísticas físicas, demográficas y de recursos de los Cantones o distritos provinciales; las conclusiones sobre la botánica y los tipos de agricultura posibles para el país; la red de caminos existentes y de canales, navegación fluvial y ferrocarriles propuestos para el territorio, entonces de 1.250.000 m2; los paisajes y sitios naturales notables, etc. Debido a los costos, Codazzi debió reducir a tres volúmenes las páginas de datos y conclusiones manuscritas, titulándolas Resumen de la Geografía de Venezuela, y encabezó el Atlas con los Informes del Secretario de la Sociedad Geográfica de París, Sabine Berthelot, primero en revisar los originales y recién designado Agente Especial en Europa para la Inmigración, y de Jean Baptiste Boussingault, quien había sido comisionado por la Academia de Ciencias de Francia por recomendación de Humboldt para la evaluación científica de la obra. Durante ocho meses imprimieron y para agosto de 1841 ya circulaban en Caracas los ejemplares. Los elogios científicos a la obra culminaron con el reconocimiento de su valor por la Royal Geographic Society y el otorgamiento a Codazzi en 1842 de la Orden de la Legión de Honor, por parte del rey Luis Felipe de Francia”.
El aporte de Codazzi incluirá posteriormente la organización del poblamiento del país cristalizando así las ideas ya esbozadas en Resumen de la Geografía de Venezuela que tendrá como fruto la llegada el 8 de abril de 1843 al sitio donde el primer grupo de colonos (378 inmigrantes procedentes de Alemania) fundarían la Colonia Tovar. También se encargará Codazzi de organizar el traslado a Caracas de los restos de Simón Bolívar en 1842.
“La permanencia de Codazzi en la Colonia Tovar se vio interrumpida por su designación en diciembre de 1845 como Gobernador de la provincia de Barinas. (…) En febrero de 1848, después de la invasión del Congreso en Caracas por las turbas monaguistas, Codazzi renunció a la Gobernación, obstaculizada durante 1847 por el nombramiento de Monagas como Presidente y por la oposición del Partido Liberal, que en Barinas instigó los intentos de asesinarlo. Así culminaron los veinte años de Codazzi en su segunda Patria.”

Desde mediados de 1948 Codazzi se radicará en la Nueva Granada (su tercera patria) para dirigir su Comisión Corográfica para la cual trabajará sin descanso hasta que la muerte, causada por la malaria, lo alcanza en las faldas de la Sierra Nevada de Santa Marta el 7 de febrero de 1859. De Wikipedia extraemos lo siguiente: “Aunque su obra en la Nueva Granada quedó incompleta, correspondió a sus asistentes y seguidores completar y publicar los mapas de la república. El primer resultado de esta labor se vio en 1865 con el Atlas de los Estados Unidos de Colombia de parte de Manuel Ponce de León y Manuel María Paz y cuyas cartas se basaban enteramente en las dibujadas por Codazzi durante la comisión. En 1890 fue publicado el Atlas Geográfico e Histórico de la República de Colombia, con la cartografía por parte de Manuel María Paz y con el texto explicativo de parte de Felipe Pérez”.
Los restos de Codazzi fueron exhumados y trasportados a Bogotá, a la Iglesia de San Juan de Dios. Posteriormente el Gobierno de Venezuela los solicitó para depositarios en el Panteón Nacional de Caracas, lugar en el cual actualmente reposan desde 1942.

Nota
Juan José Pérez Rancel, investigador y profesor en la FAU UCV, ha publicado sobre Codazzi dos libros: Agustin Codazzi. Italia y la construcción del Nuevo Mundo (2002) fruto de su tesis doctoral realizada en Italia y Agustín Codazzi (Biblioteca Biográfica Venezolana, volumen 37) de 2006. También coordinó la edición de Agustín Codazzi. Arquitecto del territorio. Simposio-Foro (2001).
ACA
Procedencia de las imágenes
1, 2, 3 y 11. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad
4, 5, 6, 7, 8, 9. https://es.wikipedia.org/wiki/Agust%C3%ADn_Codazzi
10. https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:AGHRC_(1890)-_Carta_XII-_Divisi%C3%B3n_pol%C3%ADtica_de_la_Nueva_Granada,_1851.jpg