HOTELES NACIONALES

1. Velorio de Cruz de Mayo. Anton Göering. 1892

A modo de preámbulo

Tal y como apuntásemos en nuestro Contacto FAC nº 143 al reseñar el libro Hotelería y turismo en la Venezuela gomecista de Ciro Caraballo Perichi (1993), la Red Hotelera Nacional conformada por las 12 instalaciones que llegó a promover y administrar la Corporación Nacional de Hoteles y Turismo (CONAHOTU) desde mediados de la década de los años 1950, de la que fuimos dando cuenta por etapas a través de este espacio, tuvo un antes, un durante y ha tenido un después.

Empeñados en seguirle la pista al tema, tanto desde el punto de vista histórico como tipológico, el conocer los albores del turismo en Venezuela y las características de un proceso lento, dificultoso y modesto que estuvo acompañado de una infraestructura improvisada y precaria, manejada fundamentalmente por privados, muy alejada de los estándares que ya desde el siglo XIX privaban en Europa y los Estados Unidos, quizás permita contextualizar la aparición de una primera política estadal que como bien señala Caraballo surge o más bien se consolida a partir de 1930 cuando “…el Gobierno organizó una red de hoteles nacionales, la cual estuvo estructurada por el Gran Hotel Termal de San Juan de los Morros, el Hotel Miramar en Macuto y el Hotel Jardín en Maracay, además de iniciarse la construcción del Hotel Rancho Grande”.

Pero para llegar aquí, a modo de preámbulo, no estaría de más repasar, como lo hace Caraballo, el camino transitado, de un lado, por la actividad turística hasta convertirse en “industria” o “fenómeno” y, del otro, por las instalaciones que poco a poco le fueron permitiendo asentarse y consolidarse bajo la sempiterna premisa de que nuestro país, aún siendo un destino apetecible por la variedad de ofertas que presenta y por su accesibilidad dada su ubicación geográfica, siempre ha estado a la zaga menospreciando el verdadero desarrollo que su potencial ofrece.

Sin embargo, salvando todas las distancias posibles, si bien existe un proceso que en general permite entender o explicar el camino andado conjuntamente por actividad e infraestructura a nivel internacional, podría decirse que ello igualmente aconteció a nivel nacional.

El seguirle los pasos a la senda que conduce “del albergue para viajeros al gran Hotel”, punto de partida escogido por Caraballo, fija la necesidad de reconocer el papel fundamental que ha tenido históricamente la movilidad de los seres humanos sea por el motivo que fuere. Y dentro de ello no es menos importante el ir destacando el comportamiento de los albergues o posadas que estratégicamente se ubicaban en las rutas, los lugares de entrada y salida, los centros urbanos o los lugares de peregrinación e interés diverso que se constituyeron en destinos. Es justamente el desarrollo de las comunicaciones terrestres y la aparición de medios de transporte cada vez más cómodos y sofisticados lo que permitirá pasar de un compartimiento dominado por la lentitud, predominante desde tiempos remotos, a la reducción de las distancias que a partir de la Revolución Industrial con la máquina de vapor y el ferrocarril como puntales impulsará, como bien señala Caraballo, una verdadera “revolución de la hotelería” urbana puesta al servicio de los viajeros, cuya diversificación y estratificación también empezó a acentuarse.

2. Vista de Valencia. Anton Göering. 1892
3. Izquierda: Estación La Guaira del Ferrocarril Caracas-La Guaira (circa 1883). Derecha: Ferrocarril Caracas-La Guaira pasando por el Viaducto de Paria (circa 1883)

Si bien las ciudades y el atractivo que generaban las convirtió en imán para la llegada de visitantes de todo tipo que buscaban conocer sus encantos, asistir a eventos o consolidar actividades de negocios, cuya imagen más ilustrativa es la aparición del gran hotel (en sus versiones de “lujo” más propias de Europa o más “democráticas” característicos del confort norteamericano), no es menos cierto que las actividades que ellas propiciaban estuvieron en una buena parte compartidas por otros temas como la terapéutica, el esparcimiento y la aventura que no remiten necesariamente a la condición urbana sino que apuntan a un paisaje más rural.  De allí la importancia que se puede encontrar en “el viaje de salud” como un primer detonante de desarrollo del turismo y las instalaciones que la debían servir, pasando a tomar el testigo posteriormente “el viaje de aventura” como gran motor del traslado de personas a lo largo de todo el mundo: balnearios a orillas del mar o de los ríos, zonas con exuberantes o exóticos atractivos naturales, clima agradable que pudiera acompañar la temporada más propicia e incorporación de los países periféricos a una actividad dominada desde un comienzo por Europa, fueron configurando un fenómeno que se encuentra con el siglo XX como su momento de despegue definitivo, convirtiéndose para muchos países, si no en su principal, en una importante fuente de divisas que era necesario preservar, mimar y explotar al máximo a través de un entramado que tuvo en el “paquete turístico” conformado por transporte y hotel (del cual Thomas Coock fue pionero) un punto de apoyo fundamental que incorporó al usuario como necesario protagonista.

Ante este apretado resumen que busca ilustrar cómo durante el siglo XIX en plena Revolución Industrial el turismo en sus múltiples variantes cobra forma poco a poco, la incorporación de Latinoamérica a los circuitos más importantes y dentro de ella Venezuela, puede ser revisada a modo de un espejo que ofrece una imagen algo distorsionada pero que busca replicar lo que sucedía en los centros hegemónicos.

4. Izquierda: Plan del Ferrocarril de La Guaira a Caracas, siglo XIX. Derecha: Los Baños de Macuto, Luciano Landaeta, 1877.

Es dentro de este complejo panorama que entremezcla el desarrollo de vías y medios de transporte con la capacidad cada vez mayor de generar confort al visitante a través de instalaciones bien dotadas, que Caraballo va introduciendo las pistas que permiten vislumbrar el lento progreso de nuestro turismo y la aparición de los primeros hoteles comerciales que, en plena etapa republicana, buscaban superar las posadas y los albergues familiares improvisados en viviendas, apuntando a asemejarse a lo que acontecía en los países que se tenían como referencia. El Macuto Guzmancista con su balneario, la predilección del Ilustre Americano por Antímano o la presencia de aguas termales en Carabobo o el Táchira, se sumarán a la relación comercio-hotelería caracterizada por la precariedad inicial, la limitada oferta, el monopolio de los extranjeros en el negocio, el peso de los puertos de entrada como primeros contactos con el país y el duro inconveniente en el que se convertía contar con un personal incompetente y poco formado para una actividad en la que el buen trato, la educación y el esmerado y atento servicio eran fundamentales, para entender la aparición de los primeros hoteles caraqueños o de provincia proyectados para tal fin.

De esta manera y de la mano de Caraballo nos topamos con que son las vecindades de la Plaza Bolívar caraqueña las que propiciarán el surgimiento de las primeras instalaciones hoteleras planteadas como tales a finales del siglo XIX, destacando “ ‘El León de Oro’ por su carácter pionero en la ciudad; el ‘Saint Amand’, de clara elegancia francesa; y el ‘Hotel Venezuela’, posteriormente llamado ‘Gran Hotel Klindt’, ejemplo de finales de siglo que fijaría las pautas del moderno servicio de hotelería en Caracas.”

5. Mapa hotelero del centro de la ciudad de Caracas representado sobre el Plano Topográfico de la Ciudad de Caracas de 1889 de Vicente Mestre
6. Izquierda: Hotel «El León de Oro», Plaza de San Jacinto. Derecha: Gran Hotel Klindt, Esquina de La Torre.

El mapa hotelero de la capital de 1887 de León Van Praag, en el que se señalan 8 hoteles y 15 pensiones ubicadas en pleno centro de la ciudad, permite detectar hacia el oeste de la Plaza Bolívar el eje mercantil de la ciudad donde estaba ubicado en el nº 50 de la avenida Sur 4 “El León de Oro”, “decano de la hotelería caraqueña” propiedad de los hermanos José y Manuel Delfino desde poco después de 1830, que luego se mudaría en 1890 hacia los alrededores de la Plaza de San Jacinto ocupando una nueva construcción de cuatro plantas, siendo para entonces “el hotel más grande de la ciudad con 50 habitaciones, 22 de ellas con balcones a la calle, comedor para 100 personas y servicio de teléfono”.

Por su parte el hotel Saint Armand, abre sus puertas en 1855 ubicado sobre el Boulevard Este del Capitolio, “fundado por un ciudadano francés recién llegado a la capital” siendo hasta finales del siglo XIX “el alojamiento más elegante de Caracas” y el primero que abrió (en 1880) una “sucursal” en la avenida Sur 4 nº 26 y lanzó una campaña permanente de promoción en los diarios manifestando sus ventajas competitivas todas ellas ligadas a su “chic europeo”, confort de sus instalaciones y buena comida.

Para finalizar esta primera etapa de un preámbulo que, repasando las primeras iniciativas privadas, nos permitirá llegar a la red de hoteles nacionales gomecista, cabría destacar la inauguración y puesta en funcionamiento en 1895 del “Hotel Venezuela”, promovido por el Sr. Pedro Salas, ubicado en la esquina La Torre en diagonal con la Catedral de Caracas, dando su frente de 48 metros hacia la Plaza Bolívar, el cual, diseñado para albergar hasta 100 habitaciones de diferentes características distribuidas en tres pisos, cambiaría de manos tres años después al ser adquirido por Luis Ravasso quien a comienzos del siglo XX lo arrienda al “ilustre hotelero Pedro Klindt, quien le cambiaría el nombre por el de ‘Gran Hotel Klindt’, con el que se conocería por casi dos décadas.” Estas primeras muestras de instalaciones destinadas específicamente al uso hotelero no ofrecen la oportunidad de conocer tras ellas (si los hubo) los arquitectos que las pudieron haber concebido. Ello ocurrirá por primera vez cuando se inaugure en 1921 el “Hotel Palace”, ubicado de Veroes a Ibarras diseñado y construido por Alejandro Chataing, pero tanto a él como al recordado “Hotel Majestic”, producto de la adaptación de dos edificios destinados a oficinas y comercio realizada por Manuel Mujica Millán en 1930, podrían servirnos para redactar otra nota complementaria más adelante.

ACA

Procedencia de las imágenes

  1. Atlas de Tradiciones de Venezuela. Fundación Bigott, 1998

2. https://0212sketches.blogspot.com/2019/12/dibujo-urbano-en-venezuela-ii-viajeros.html

3. http://www.tramz.com/ve/lc/lcs.html

4. https://guiaccs.com/zona-10/

5. Hotelería y turismo en la Venezuela gomecista, Ciro Caraballo Perichi, 1993

6. Colección Crono Arquitectura Venezuela

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