1948• Se termina la construcción del Edificio Arismendi, ubicado en el cruce de la Carretera del Este con la Av. Las Acacias, integrado por locales comerciales en planta baja, dos pisos de oficinas y un teatro como remate oeste de la edificación. El Teatro Acacias, con capacidad para 650 espectadores, fue inaugurado el día 7 de mayo de ese año con la proyección de la película mexicana “La Barraca” sobre la obra de Blasco Ibáñez.
El diseño del Edificio y Teatro fue comisionado por el empresario Juan Bernardo Arismendi a Rafael Bergamín quien realizó el proyecto. La construcción fue hecha por la empresa Velutini y Bergamín, C.A., integrada por el ingeniero Rafael Emilio Velutini (1911-1987) (FI UCV 1936) y Rafael Bergamín (1891-1970) (Escuela de Arquitectura de Madrid -1918 / UCV reválida en 1939).
La realización en 1954 de la Primera Feria Exposición Internacional de Bogotá, Exposición Industrial, (FEIB) se convirtió en el primer reto que la recién creada Corporación de Ferias y Exposiciones (Corferias), con Jorge Reyes Gutiérrez a la cabeza, debió afrontar. Con el firme objetivo de “promover el desarrollo y conocimiento de la riqueza industrial, agrícola y pecuaria del país mediante la realización de exposiciones nacionales e internacionales” (según reza en su decreto de fundación del 8 de junio de 1954), Corferias estuvo conformada en sus inicios por capital mixto aportado por el Ministerio de Fomento (sector oficial) y la Asociación Colombiana de Pequeñas y Medianas Industrias -ACOPI- (sector privado). Ello no impidió que se transformara en 1955 en Sociedad Anónima, manteniendo tales condiciones hasta 1989 cuando la Cámara de Comercio de Bogotá adquiere el 100% de sus acciones, marcándose así la privatización definitiva de la Corporación que paulatinamente vio mejorar su infraestructura inicial y aumentar la frecuencia de ocupación anual de los espacios, hasta convertirse hoy en el Centro Internacional de Negocios y Exposiciones “sociedad de carácter privado, que impulsa el desarrollo industrial, social, cultural y comercial en la Región Andina, Centroamérica y el Caribe”.
La Primera Feria abrió sus puertas el 29 de octubre de 1954 inaugurada por el entonces presidente colombiano Teniente General Gustavo Rojas Pinilla, quien gobernó entre 1953 y 1957 y cuyo mandato, al igual que muchas dictaduras latinoamericanos coincidentes en la época, se caracterizó por la realización de relevantes obras de infraestructura. Con la paradójica situación de que el país vivía bajo un cierre absoluto de importaciones y que para incentivar la participación de las empresas extranjeras, se permitió la traída de bienes rebajando el llamado Impuesto de Timbre, con el compromiso de que sólo fueran exhibidos y no vendidos en el evento, participaron un poco más de mil expositores, 24 naciones (Venezuela entre ellas) y asistieron casi 100 mil espectadores. Tal y como señala la prensa de la época: “Los bogotanos, además de viajar y conocer las diferentes culturas del comercio mundial, estaban ansiosos por la campaña de expectativa del gobierno en la que se le había prometido al país progreso, modernidad y crecimiento económico».
Su costo de dos millones de pesos fue aportado a partes iguales entre los dos principales accionistas de la Corporación que tuvo en sus manos la organización, ampliándose la exhibición de los productos contemplados en su decreto de creación, a la presencia de aportes provenientes de países que empezaban a despuntar en la generación de nuevas formas de energía. Los pabellones más visitados fueron los de Alemania, Suecia, Francia, Suiza y Bélgica, llamando la atención que en el área donde estaban ubicados Estados Unidos y Canadá, se brindaba información a los visitantes sobre “la visión del capitalismo democrático norteamericano”, que el autócrata Rojas Pinilla tuvo que tragar mientras recorría el recinto el día inaugural.
Tal y como señala José Javier Alayón en “Proyectos feriales de Bogotá y Caracas en la década atómica. Precisiones sobre sus aportes a la modernidad local e internacional”, ponencia presentada en el III Congreso de Investigación Interdisciplinaria en Arquitectura, Diseño, Ciudad y Territorio (diciembre de 2018), organizado por la FAU de la Universidad de Chile, cuyas memorias se publicaron en marzo de 2019, “aparte del impulso económico a la industria colombiana, en lo arquitectónico, la Feria Exposición Internacional de Bogotá (FEIB) no buscaba, al menos explícitamente, convertirse en un experimento o espectáculo. Seguramente, la urgencia por celebrarla descartó exploraciones y riesgos. La solución prefabricada de las naves de madera laminada de la empresa holandesa Nemaho (Empresa pionera en cerchas de madera laminada, tratada y encolada que vendió sus estructuras por todo el mundo entre 1921 y 2009), era igualmente representativa del momento moderno: solución rápida, eficiente, económica y estéticamente contemporánea”.
Instalada en un terreno de 20.000 metros cuadrados adjudicado inicialmente a la Escuela Militar de Cadetes y las Empresas Municipales del Tranvía de Bogotá, en el barrio Quinta Paredes, la feria fue una de las dos operaciones que establecieron “un vector de expansión hacia el noroccidente de la ciudad que, sumadas al nuevo aeropuerto y próximas a la ciudad universitaria, concentraron usos y formas propias de la ciudad industrial, aunque con el desfase propio de las ciudades latinoamericanas”, según señala Alayón.
1. Plano general de la Primera Feria Exposición Internacional de Bogotá, Exposición Industrial. 19542. Vista nocturna de la Tercera Feria Exposición Internacional de Bogotá, Exposición Industrial, 1956, con el pabellón de los Estados Unidos en primer plano.
El recinto, organizado de acuerdo al plan maestro elaborado por el arquitecto Carlos E. Pérez Calvo (graduado en Bélgica) e Imre Von Mosdossy (“Experto en planeamiento y montaje de ferias internacionales”), construido con la ayuda del ejército nacional, fue trazado bajo un esquema claramente académico cuya plaza de entrada estaba presidida por dos imponentes pabellones en madera provistos por Nemaho. El conjunto “se ordenaba a partir de los dos ‘palacios’ de madera, dispuestos radialmente respecto del pórtico de acceso proto-tendenza (construido por Gabriel Puerta). Los frentes abovedados de estos hangares configuraban la plaza principal, respondiendo al eje de simetría que reforzaba una funambulesca marquesina (una doble ménsula, a modo de alas desplegadas, construida por Cemento Samper y Cemento Diamante). Esta pequeña estructura de concreto armado era el contrapunto estereotómico a la ciudadela tectónica, construida en solo 9 meses. (…) Si bien las estructuras de madera laminada no eran una novedad constructiva en Colombia, importadas desde 1939, las feriales eran las primeras urbanas y de uso público, mostrando a miles de personas sus ventajas. Más remarcable fue la iluminación a cargo de la empresa belga Éclairage Schréder (Fundada en Lieja, en 1907, también iluminó el Atomium de Bruselas’58), que empleó novedosas luces de mercurio y fluorescentes, produciendo un ambiente nocturno cosmopolita, en lo que había sido un potrero meses atrás”.
El proyecto del pabellón venezolano en esta feria le fue encargado a Alejandro Pietri (1924-1992) quien para ese momento aún no había obtenido el título de arquitecto en la FAU UCV (lo hizo en 1955 con tres años previos cursados en la Universidad de Oklahoma). Se trata de una cubierta plegada autoportante combinada con herrería metálica que permite soportar los cerramientos, lo que denota la importante influencia que ejerció en los años formativos del arquitecto Pietri la construcción de la Ciudad Universitaria en cuanto laboratorio estructural, sumada a los avances que se venían logrado en otros países alrededor de las posibilidades que ofrecía el concreto armado en el moldeado de cubiertas ligeras.
3. Diversas tomas del pabellón venezolano en Primera Feria Exposición Internacional de Bogotá, Exposición Industrial. 1954
Esta preocupación que Silvia Hernández de Lasala denomina en el libro Alejandro Pietri. Arquitecto (1995) como «estética estructural», producto de las influencias señaladas, puede atribuirse también a la formación “profesionalizante” que predominaba en la Escuela de Arquitectura de la UCV, al apoyo que ofrecían excelentes calculistas egresados de la Facultad de Ingeniería de la misma universidad o inmigrados durante la posguerra, y una calificada mano de obra dado el gran volumen constructivo que se dio en aquel momento, todo lo cual le permitió a Pietri ponerla en práctica, como parte de una tendencia clara del momento, cuando se le encargan los pabellones de Venezuela para la Feria Exposición Internacional de Bogotá (1954, que hoy nos ocupa), la Feria de la Confraternidad y el Mundo Libre en Ciudad Trujillo, hoy Santo Domingo (1955, República Dominicana) y la Feria Internacional de Damasco (1957, Siria, no realizado), aderezada con una alta dosis de creatividad y originalidad propias de su personalidad que Hernández de Lasala trata muy bien a lo largo del libro. El punto culminante de esta “estética estructural” lo constituyen, sin duda, la realización por parte de este arquitecto de las Estaciones para el Teleférico de El Avila localizadas una en Maripérez (Caracas) y la otra en el “El Cojo”, Macuto, Litoral Central, así como del Recinto Ferial para la Exposición Internacional de 1960, que no se realizó, en los terrenos donde posteriormente se construyera el Parque del Este de Caracas.
Tal y como apunta Alayón, el olvido o la poca atención prestada por las historiografías locales a proyectos feriales como el de Bogotá a los que se suman los de Ciudad Trujillo y Caracas ya mencionados y la Feria Internacional del Pacífico en Lima (1959), no disminuyen la importancia que, al menos la experiencia bogotana, tuvo en la aceleración económica de la ciudad y su significado en “la expansión de la ciudad con nuevos usos y formas arquitectónicas en el momento que la ciudad desbordaba su trazado colonial, consolidando una modernidad más amplia … con arquitecturas extranjeras, compradas o visadas como pabellones efímeros, que exponían productos y costumbres nuevas”. En cuanto al edificio diseñado por Pietri sabemos que se utilizó en las ferias organizadas los dos años siguientes (1955 y 1956) hasta que se decide desmantelarlo. No por ello deja de ser importante subrayar el papel protagónico que cobró su sistema portante y la fluidez espacial que gracias a ello se pudo lograr tanto en el interior como en su relación con el exterior. Racionalismo, experimentalidad, rigor geométrico y plasticidad formal son las premisas fundamentales que rigieron su diseño, donde se asume también como parte de su caracterización y concepción constructiva la condición efímera que todo pabellón posee.
ACA
Procedencia de las imágenes
1 y 2. José Javier Alayón, “Proyectos feriales de Bogotá y Caracas en la década atómica. Precisiones sobre sus aportes a la modernidad local e internacional”, ponencia presentada en el III Congreso de Investigación Interdisciplinaria en Arquitectura, Diseño, Ciudad y Territorio (diciembre de 2018)
Sheila O’Donnell y Xu Tiantian ganan los premios Women in Architecture 2019
Por Megan Schires
Traducido por Piedad Rojas
7 de Mayo, 2019
Tomado de Plataforma arquitectura
Para los Premios Women in Architecture de este año, The Architectural Review y Architects’ Journal seleccionaron a Sheila O’Donnell como Arquitecta del Año y Xu Tiantian como ganadora del Premio Moira Gemill de Arquitectura Emergente.
El premio a la Arquitecta del Año reconoce la excelencia en diseño, específicamente en el contexto de una obra recién concluida y el Premio Moira Gemmill de Arquitectura Emergente se otorga a mujeres arquitectas menores de 45 años que muestran una excelencia en el diseño, proyectando un futuro brillante.
Arquitecta del año
Sheila O’Donnell, de O’Donnell + Tuomey, recibió el mayor honor de este año por su trabajo en la Universidad de Europa Central en Budapest, Hungría. El diseño incluye un nuevo edificio, así como intervenciones de transformación a una estructura existente. El proyecto agrega drama al campus mientras mantiene una relación con la arquitectura de la ciudad circundante.
Comentarios de los jueces:
La pasión de O’Donnell por los edificios de la Universidad de Europa Central fue recompensada con un edificio excepcionalmente de alta calidad por el que evidentemente luchó mucho. Ella es un modelo a seguir para las mujeres jóvenes en la arquitectura. Sheila O’Donnell no tuvo que romper el techo de cristal, ella y John Tuomey crearon una nueva realidad
La lista de 2019 para el premio a la Arquitecta del Año también incluyó:
Eva Prats, Flores & Prats, por el Centro Cultural Casal Balaguer en Palma de Mallorca, España.
Ellen van Loon, OMA, por la Biblioteca Nacional de Qatar en Doha, Qatar.
Carme Pigem, RCR Arquitectes, por la Biblioteca De Krook en Gante, Bélgica.
Premio Moira Gemmill de Arquitectura Emergente
En el trabajo que ella describe como «acupuntura arquitectónica», Xu Tiantian ha poblado el condado rural chino de Songyang con proyectos impactantes, que incluyen un puente que conecta comunidades, una fábrica de azúcar morena, el Museo Hakka Indenture, una fábrica de tofu y la Sala de Conmemoración de Wang Jing.
Xu, fundadora de DnA (Diseño y Arquitectura) con sede en Beijing, recibió este año el Premio Moira Gemmill de Arquitectura Emergente y un fondo de £10.000 para apoyar su desarrollo profesional continuo. El fondo se creó en memoria de la fallecida Moira Gemmill, directora de diseño de V&A.
Comentarios de los jueces: Existe un esfuerzo, madurez y destreza en cuanto al trabajo de Xu, que es igualmente traducible y relevante en la China rural como en el norte de Yorkshire. Sus proyectos son profundamente contextuales y se ejecutan con valentía y convicción. Está intentando trabajar de manera sostenible con un espíritu empresarial y claramente ha tenido un impacto muy positivo en su cliente
La lista de finalistas del Premio Moira Gemmill 2019 para Arquitectura emergente también incluyó:
Lina Ghotmeh de Lina Ghotmeh Architecture (Francia)
Irene Pérez de TEd’A Arquitectes (España)
Jeannette Kuo de Karamuk Kuo (Suiza)
En los premios Women in Architecture de este año también se otorgó el Premio Jane Drew a Liz Diller de Diller Scofidio + Renfro y el Premio Ada Louise Huxtable a la fotógrafa de arquitectura Hélène Binet.
El diseño de Snøhetta para la Gran Ópera de Shanghai proyecta un abanico desplegable
Por Niall Patrick Walsh
Traducido por Piedad Rojas
5 mayo, 2019
Tomado de Plataforma arquitectura
Snøhetta se ha encargado del diseño de la Gran Ópera de Shanghai en Shanghai, China, luego de un concurso internacional de diseño. Con el objetivo de atraer a una amplia audiencia de actuaciones tradicionales, clásicas y experimentales, Snøhetta ha desarrollado el diseño arquitectónico, paisajístico, interior y gráfico para el complejo en colaboración con los arquitectos ECADI con sede en Shanghai.
La Casa de la Ópera formará parte de un nuevo plan urbano para Shanghai, nombrado como la iniciativa más importante del Plan quinquenal del país para la influencia cultural y global. Situado en el barrio de Expo Houtan, a orillas del río, la misión principal del proyecto es convertirse en un lugar público y abierto que armonice el diseño radial del paisaje circundante.
Diseñada para reunir a los artistas y al público bajo un mismo techo, la forma completa de la Casa de la Ópera presenta una superficie de techo que evoca las nociones de un abanico desplegado, “capturando el dinamismo de la danza y el cuerpo humano”. Los movimientos radiales del techo forman una escalera en espiral que conecta el suelo y la cubierta, mientras ofrece vistas a la ciudad y al margen del río. Este movimiento en espiral continúa durante todo el proyecto en el hall, corredores y tres auditorios.
El techo forma un escenario accesible y un punto de encuentro adecuado para eventos a gran escala y visitantes cotidianos, configurando una plaza abierta las 24 horas del día, los 365 días del año. Dentro, en el corazón del esquema, un auditorio con capacidad para 2.000 personas ofrece soluciones técnicas y acústicas de vanguardia, mientras que un segundo auditorio con capacidad para 1.200 asientos ofrece un ambiente más íntimo. Además, hay un tercer auditorio de 1.000 asientos que ofrece una disposición flexible de asientos para actuaciones experimentales.
El exterior blanco de la Ópera contrasta con la suave seda utilizada para el interior, complementando los pisos de madera de roble elegidos por su valor acústico. Los amplios paneles de vidrio abren la sala principal con luz natural, cambiando la dinámica de la sala a lo largo de las estaciones climáticas. Por la noche, las luces exteriores cambian el aspecto de las torres del escenario, transformándolas en linternas brillantes.
Kjetil Trædal Thorsen, Fundador, Snøhetta: “La Gran Ópera de Shanghai es una progresión natural de nuestro trabajo anterior con el diseño de centros de artes escénicas. Es la culminación de la competencia y el conocimiento adquirido a través de proyectos como la Ópera y el Ballet Nacional de Noruega, la Ópera de Busan en Corea del Sur, el Centro Isabel Bader para las Artes Escénicas en Canadá y la renovación del Teatro Nanterre-Amandiers en París. La Gran Ópera de Shanghai es un producto de nuestro entendimiento y valores contextuales, diseñado para promover la propiedad pública del edificio para las personas de Shanghai y más allá.”