Archivos diarios: 29 de enero, 2017
Contacto FAC 12
Algo más sobre la postal nº 47

La urbanización Colinas de Bello Monte comienza a promoverse dentro de la sociedad caraqueña desde 1954, apareciendo el primer anuncio del que tengamos conocimiento (de trazos geométricos, diseñado muy probablemente por Mateo Manaure), en el nº 1 de la revista a, hombre y expresión (1954). El que acompaña la postal, quizás el más conocido, contando seguramente con la misma autoría que el primero, apela, sin abandonar la abstracción, a transmitir un mensaje más sugestivo, apacible, cadencioso y acorde con el producto que se intentaba promocionar.
Siendo la primera incursión “urbanizada” que se acometía en una de las zonas de topografía accidentada ubicada al sur de la ciudad (que incluso llevó a realizar una modificación de la Ordenanza vigente para la fecha), no deja de ser sintomático el apelativo al que se recurre (“colinas”), como demarcación del status socio-económico del segmento a quien iba dirigido el mensaje y de una manifiesta voluntad por diferenciarse del término “cerro”, con el que se empezaron a denominar los lugares donde se comenzaban a localizar asentamientos de carácter informal o los desarrollos de vivienda de interés social. Luego aparecerían “lomas” y “terrazas”, entre otros, como acompañantes de “colinas” en la designación de urbanizaciones más recientes dentro de la acelerada expansión de la ciudad.
Es Inocente Palacios, en su doble condición de empresario y promotor cultural, quien acomete el reto de poblar lo que hasta entonces habían sido los escarpados terrenos de la hacienda Bello Monte (productora de caña de azúcar), en la ribera sur del Guaire, frente a Sabana Grande. La parte menos accidentada del desarrollo (cercana al río) sería ocupada por edificios corporativos y viviendas multifamiliares, destinándose las laderas para quintas que podrían aprovechar, gracias a la sinuosa adaptación topográfica del trazado, las magníficas visuales abiertas sobre el valle y el Ávila.
El propio Palacios se instala en lo que se conocía como cerro El Perico en una casa-conservatorio (de nombre “Caurimare”) que le proyectó el arquitecto italiano Antonio Lombardini, autor de numerosas obras dentro de la urbanización. También organizó la convocatoria del concurso de una quinta-tipo (ganado por José Miguel Galia), que se ofrecería como modelo a los potenciales habitantes de la zona, y se encargó de salpicar de cultura el naciente asentamiento, promoviendo la realización del proyecto para el Museo de Arte Moderno de Caracas (1955) a cargo de Oscar Niemeyer (no construido) y el de la Concha Acústica, autoría de Julio Volante (1954), amén de que en sus predios también se instaló el Club Táchira proyectado por Fruto Vivas (1955). En 1956 y 1957, respectivamente, se construirían en algunos de sus solares la Agencia Anglovén (hoy Dambromotors C.A.) y las residencias Meli y Crisbel (conocidas como “Los Morochos”) de Vegas & Galia e, igualmente en 1956, el Edificio Summa (antes National Cash Register) de Don Hatch.
ACA
TAL DÍA COMO HOY…
… el año 1994 aparece en las páginas del nº 48 de Arquitectura HOY el artículo titulado “Caracas, el bolero de siempre” de Sergio Laxalde.

La visita que hiciera al país durante los primeros días de enero de aquel año, por iniciativa de la Alcaldía del Municipio Libertador y el Instituto de Urbanismo de la UCV, el reconocido arquitecto, urbanista y catedrático catalán Luis Calvet, comprometido en la planificación de Barcelona, dio pie a Laxalde para adelantar una crónica donde sintetizó los aspectos más relevantes de las charlas que Calvet dictó en la FAU a los que el autor del texto sumó sus propias reflexiones.
Calvet se refirió a los aspectos históricos y metodológicos que condujeron a la prefiguración de una nueva imagen urbana para la Ciudad Condal y la consecuente elaboración de su ordenanza. La explicación dada por Calvet puso de relieve la importancia de analizar la ciudad separando aspecto funcional por aspecto funcional (lo que se llama diagnóstico sectorial) con la mente puesta en una “estructura urbana” vista como forma ideal para la ciudad, a la que se someten luego todas las decisiones instrumentales y operativas. En pocas palabras, se trata de un enfoque donde prevalece lo físico que nace de observar la forma arquitectónica que va tomando la ciudad, tomar conciencia del porqué de ella y buscar mecanismos de mejora.
Por su parte Laxalde calificando el método seguido por Calvet de “clásico”, recuerda las características de la tradición urbanística venezolana y en particular de las tendencias internacionales más recientes (las que considera como “operativas”), y resalta las diferencias reconociendo que si bien “el método clásico va de la estrategia a las tácticas el operativo va de las tácticas a la estrategia”. “El método operativo utiliza la consulta pública en todas las fases de diseño, evalúa de un modo integrado todas las tácticas aplicables, concibe de manera secuencial las intervenciones (dibujando la evolución de los proyectos año por año) y, recién al final, con las intervenciones factibles a la vista, define una estrategia, la cual es un compromiso político de respaldo a los proyectos”, nos aclarará Laxalde, quien insiste en que a pesar de las dificultades, la apuesta consiste en compatibilizar ambas corrientes, mediante una consideración simultánea de aspectos que tienen que ver con tener en mente por un lado la “estructura urbana” a los que se puede sumar la consulta pública en todas las fases de diseño. Laxalde, además, nos asoma al Derecho Ambiental, la Sociología Urbana y la Ciencia Fiscal como enfoques que contribuirían a fortalecer la aproximación a temas de esta índole y los procesos de toma de decisiones.
El contenido del artículo de Laxalde a raíz de la visita de Calvet permite rescatar un debate necesario y vigente que hace 23 años permitió enriquecer la elaboración de los que se conocieron como “Planes Parroquiales” promovidos por el Municipio Libertador, iniciativa que, de haberse materializado en hechos, hubiese significado un cambio de rumbo importantísimo en el ordenamiento de nuestra adolorida Caracas, próxima a cumplir 450 años.
ACA
Textos fundamentales

Caracas a través de su arquitectura
Graziano Gasparini y Juan Pedro Posani
Fundación Fina Gómez/Armitano Editores C.A.
1969
Si entre los escritos breves, artículos o ensayos que citaron quienes fueron consultados por la Fundación para precisar aquellos textos sobre arquitectura y ciudad que, dentro del proceso histórico venezolano, no deberían faltar a la hora de llevar a cabo una antología, resultó favorecido mayoritariamente “El sentido de nuestra arquitectura colonial” de Carlos Raúl Villanueva (ver Contacto FAC, nº 6, 4/12/2016), en el renglón de libros el señalado la mayor cantidad de veces fue Caracas a través de su arquitectura, de Graziano Gasparini y Juan Pedro Posani.
Fechada en 1969, esta publicación de 573 páginas de Armitano Editores C.A., impresa en los Talleres de Gráficas Edición de Arte C.A., cuyo primer tiraje fue de 4.000 ejemplares, es producto de la iniciativa de la Fundación Fina Gómez quien buscó homenajear a Caracas sumándose a la celebración de sus 400 años, cumplidos en 1967. La propia Sra. Gómez, convencida de la importancia de trabajo realizado por los autores, señala premonitoriamente en la primera edición del libro: “1567… 1967… Cuatricentenario de Caracas…400 años que no podemos encontrar en la fisonomía actual de la ciudad, porque el progreso ha ido dejando muy pocos vestigios que permitan una visión retrospectiva. (…) Es por eso que la presente obra de Graziano Gasparini y Juan Pedro Posani asume, unida a su elevada calidad artística, la categoría fundamental de documento histórico.”
Fieles a sus particulares intereses en cuanto a observar el desarrollo de la ciudad con actitud crítica, Gasparini y Posani, para la fecha profesores de historia en la Escuela de Arquitectura de la FAU UCV, se propusieron preparar, lográndolo a cabalidad, el primer estudio de la evolución arquitectónica de Caracas, ocupándose el primero de la etapa comprendida desde su fundación hasta finales del siglo XIX y el segundo abarcando el período 1900-1968. En la elaboración del libro fue crucial no sólo ordenar, actualizar y pasar en limpio las investigaciones que cada uno de los autores había venido desarrollando, sino también contar con la contribución recibida de instituciones y personalidades vinculadas a la temática objeto de estudio y con el apoyo de los estudiantes de los cursos que dictaban en el pregrado, complementados con el enorme valor del material fotográfico y documental aportado por el propio Graziano Gasparini para la primera parte y por su hermano Paolo para la segunda, donde el rol asumido por la imagen, además de impactante, es indudablemente protagónico.
Como muestra de la contraposición de enfoques que convierten al libro en una fascinante travesía por la historia de la ciudad, valga señalar que si Gasparini, apelando a la “objetividad” narrativa, inicia los dos primeros párrafos del primer capítulo (La ciudad colonial) señalando que: “La fundación de Caracas se realiza en la segunda fase de la conquista, es decir, la fase de penetración del territorio” para después acotar que “Las conjeturas planteadas por diversos historiadores respecto a la fecha de la fundación de Caracas, no es problema reciente”, Posani, por el contrario, poniendo el acento en el rol crítico y militante del historiador, lo concluye con la siguiente proclama que acompaña el último párrafo del capítulo final titulado «La arquitectura de la responsabilidad»: “Apegarse al pasado no tiene sentido en un país como el nuestro: no es nuestro deber reconstruirnos un pasado sino el de inventarnos un futuro.”
Considerada aún como la publicación más importante sobre arquitectura realizada en el país, esta obra a cuatro manos, donde se logran diferenciar claramente las fortalezas de cada autor y se develan facetas desconocidas del objeto estudiado, pareciera haber quedado a la espera por otro esfuerzo similar para completar los 32 años que faltaron para cubrir nuestro siglo XX. Sin embargo, el desarrollo de los estudios históricos, teóricos y críticos a partir de los años 80 en Venezuela, permiten contar hoy con un cúmulo muy importante de investigaciones que no sólo complementan el contenido del libro en cuanto a su ya copiosa información, sino que aportan miradas, categorías de análisis y temas no necesariamente coincidentes con los sesgos que sus autores evidenciaron para el momento en que la obra vio la luz.
ACA
