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RECONOCIMIENTO

El pasado 17 de febrero se dieron a conocer los resultados del premio “ArchDaily Building of the year 2020” promocionado a través de ese importante “site” (“el sitio web de mayor alcance”), cuya modalidad para otorgarlo consiste en efectuar la selección mediante votación de quienes ingresen a él por el (los) edificio(s) de su preferencia de entre los previamente seleccionados por los curadores del portal.
De lo publicado en https://www.plataformaarquitectura.cl/cl/933903/los-ganadores-de-los-premios-building-of-the-year-2020-de-archdaily?utm_medium=email&utm_source=Plataforma%20Arquitectura&kth=1,068,765, recogemos lo siguiente: “Los (más de 4.000) edificios seleccionados este año se dividen en 15 categorías diferentes. Al destacar una amplia gama de intervenciones, tipologías, escala, material y ubicaciones, los ganadores son un reflejo de la gran extensión de la profesión. Desde el sur global hasta los territorios escandinavos, se reconocen proyectos excepcionales. Con nuevos nombres surgiendo cada año, esta edición, al igual que sus predecesoras, honra a los bien establecidos y los recién llegados. Las figuras de alto perfil incluyen a Kengo Kuma con su instalación de meditación de madera cerca de Munich, BIG con su tan esperada obra CopenHill, y Sou Fujimoto con la torre residencial francesa. Safdie Architects fue elogiado por su aeropuerto de Singapur, mientras que Studio Ko saltó a la fama con su museo Yves Saint Laurent en Marruecos. Más al oeste, en un vecindario popular en Ecuador, Parasite House se enfocó en resolver las necesidades básicas de vivienda, y un edificio de oficinas en los Estados Unidos por Selgascano reinterpretó el aspecto clásico del neocolonialismo de Los Ángeles.”

Pues bien, en este marco y tal como apareció en nuestro Contacto FAC nº 160 del 02/02/2020 (donde solicitamos el apoyo), de entre las 250 obras preseleccionadas agrupadas en la categoría de “arquitectura para la hospitalidad” (Hospitality Architecture), se encontraba el Campamento Recreacional Dos Cabañas, Yaracuy, del arquitecto venezolano Ricardo Avella.

Aunque las cabañas de Avella no resultaron beneficiadas por la votación para aparecer como uno de los 5 proyectos finalmente galardonados en su categoría (siendo la que obtuvo mayor votación Garden Hotpot Restaurant / MUDA-Architects), hemos considerado hacerle un reconocimiento publicando una selección del material gráfico que nos enviara en su momento, la ficha técnica y la memoria descriptiva, dando a entender que se trata de un importante logro que desde aquí apreciamos ampliamente.

 

Ficha Técnica

Nombre del Proyecto: Dos Cabañas en Yaracuy

Oficina de Arquitectura: ATA – avella taller de arquitectura

Arquitecto a cargo: Ricardo Avella

Año término construcción: 2017

Superficie construida: 480 m²

Fotógrafo / Sitio web: Saúl Yuncoxar

Otros Participantes: Arq. Miguel Rosas, Arq. Alexandra Rebolledo (Colaboradores); OCO – Ingeniería, Gerencia y Construcción, Arq. David Viloria (Cálculo Estructural e Instalaciones); Arq. Jorge Mario Mejía (Cómputos Métricos); Campamento MG, Gerardo Riera, José Freites, Miguel Báez, Vicente Álvarez (Construcción y Obra Civil).

Descripción del Proyecto

El proyecto fue comisionado por un campamento recreacional que desde hace 15 años opera en el Macizo de Nirgua, en el Estado Yaracuy. La hacienda cuenta con una serie de cabañas que pueden alojar hasta 250 campistas, construidas lentamente y con gran esfuerzo desde su fundación. Pero este laborioso proceso nunca fue planificado formalmente, y devino en una serie de edificaciones muy distintas entre sí y no siempre con espacios bien dimensionados. Sin embargo, a mediados del 2016 la directiva decidió planificar, de la mano de un arquitecto, el futuro del campamento.

Se comenzaría por demoler una vieja construcción de tierra, obsoleta e insuficiente, para sustituirla con unas cabañas nuevas; pero en paralelo se debía ir pensando en obras futuras, en la adecuación del resto de las edificaciones, y en el modo de integrarlo todo para dar una idea de conjunto. De alguna manera, el proyecto trataba de la construcción de una gramática arquitectónica. De la creación de un lenguaje que pudiese ser utilizado en las nuevas obras pero también en las refacciones, dando como resultado el otorgarle una identidad al campamento. Esto se lograría a través del uso de ciertos materiales, pero también con la definición de un catálogo de elementos arquitectónicos que, al ser utilizados con un criterio compositivo, establecerían un orden a lo largo y ancho de las 40 hectáreas de la hacienda.

El campamento tenía unos costos fijos muy elevados asociados a la compra y aplicación de pintura para el mantenimiento de las cabañas. Por ello se decidió utilizar, en la medida de lo posible, materiales que fuesen a su vez el acabado final. Se eligió el ladrillo macizo para la construcción de las paredes no solo por su bajo mantenimiento, sino porque además proporciona una masa térmica que mejora la capacidad del edificio para afrontar las bajas temperaturas de la montaña. La pintura fue sustituida con frisos de cemento con óxido de hierro, y los pavimentos fueron terminados con mosaicos hidráulicos. Todos materiales y acabados artesanales de larga tradición en el país, que no han dejado de producirse en medio de la escasez, y que por tanto se conseguirán con facilidad a mediano y largo plazo.

De entre todos los elementos del catálogo diseñado destacan los contrafuertes de ladrillo macizo que, integrados a la estructura metálica, establecen un orden y distribuyen el espacio interior. La disposición de las literas y el espacio entre ellas están definidos por el ritmo que dictan los contrafuertes y las ventanas, de modo que se garantiza un acceso cómodo a los niños que utilizan las cabañas. Además, los contrafuertes han demostrado adaptarse muy bien en otros proyectos de adecuación que han venido ejecutándose en la hacienda, llegando a convertirse en parte de la identidad del campamento. El módulo constituido por los contrafuertes, la estructura, los antepechos de ladrillo y las ventanas de madera, crean también una unidad compositiva suficientemente flexible que permite adaptar los edificios que se construirán en el futuro a las necesidades del momento y del programa.

ACA

Nota

Todas las imágenes furron cedidas gentilmente por el arquitecto Ricardo Avella.

ES NOTICIA

La Sagrada Familia consigue la licencia de obras 137 años después

Grego Casanova

7 de junio, 2019

Tomado de El País

El patronato tendrá que pagar 4,6 millones de euros por regularizar las obras comenzadas en 1882.

La Sagrada Familia ha obtenido el pasado viernes 7 junio la licencia de obras del Ayuntamiento 137 años después de que se colocara su primera piedra. El patronato tendrá que pagar 4,6 millones de euros por el permiso para la gran rehabilitación aprobado por la Comisión de Gobierno del ayuntamiento, que establece el terreno edificable en 53.495 metros cuadrados.

La teniente de alcalde de urbanismo, Janet Sanz, ha celebrado haber completado uno de sus objetivos de legislatura más relevantes: “conseguir acabar con una anomalía histórica en nuestra ciudad”. Sanz ha explicado que la basílica tendrá que pagar “como todo el mundo y sin ningún tipo de privilegio” y que será el Instituto Municipal de Hacienda el que determine la forma de pago.

La Junta Constructora de la Sagrada Familia tendrá que abonar 4,6 millones al ayuntamiento de la capital por el Impuesto de construcciones, instalaciones y obras (ICIO), y por las tasas de licencia de obras. El permiso que pone en orden el templo modernista establece un máximo edificable en 172 metros de altura y determina la parcela en 53.495,61 metros cuadrados, 41.026,29 sobre suelo, y dos plantas de sótano.

En paralelo, el ayuntamiento ha determinado el principal uso del templo como centro de culto visitable, y delimita a 378 metros el espacio para uso comercial, al que se tendrá acceso solo desde el interior de la propia basílica.

La licencia ha sido concedida en los últimos días del mandato de Ada Colau, después que fuera solicitada hace más de 130 años al consistorio de Sant Martí Provençals en el año 1885. El acuerdo entre consistorio y patronato llega después de que en octubre de 2018 el gobierno Colau y el templo pactaran regularizar las obras: el templo pagará 36 millones en 10 años para compensar el gasto que genera a la ciudad, y el Ayuntamiento aprobó un plan especial urbanístico para las obras. La basílica es uno de los monumentos con más afluencia turística de España, con 4,5 millones de visitas en el interior y alrededor de 20 millones que la contemplan desde fuera. El incremento en el número de visitantes ha alterado de forma sustancial el uso del espacio público, y el transporte público se ha visto sensiblemente afectado. Con el objetivo de mejorar los servicios ciudadanos y el mantenimiento del espacio, de los 36 millones acordados, 22 de ellos irán destinados a la ayuda al transporte público, siete a mejorar los accesos al metro, cuatro a reurbanizar las calles que rodean la basílica, y tres destinados a sufragar servicios de limpieza, vigilancia y agentes cívicos.

ACA

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 135

La selección del Campamento Turístico y Ecológico Cayo Crasquí (1991-1993) como motivo de la postal que acompaña el número 100 del Contacto FAC obedece a diferentes razones. En primer lugar porque pone en evidencia una concepción pionera, modélica, renovada y actual de la preservación del medio ambiente producto un diálogo necesario entre arquitectura y naturaleza. En segundo lugar porque coloca sobre el tapete el debate acerca de si los valores permanentes de la arquitectura y su vocación de trascendencia pueden estar asociados a la condición efímera de lo que se propone y construye. Y, en tercer lugar, porque permite recordar a un sensible y talentoso arquitecto que alcanzó notoriedad a pesar de lo limitada que resultó ser su obra construida: Jorge Rigamonti (1940-2008).

El que de entrada estemos en presenta de un “campamento” habla mucho del enfoque que se le imprimió al proyecto. El estar ubicado en uno de los numerosos cayos de origen coralino, localizado concretamente en el centro del Archipiélago de Los Roques, extenso atolón declarado Parque Nacional en 1972, llevó a pensar a su proyectista en que la respuesta arquitectónica debía ser, tal y como se señala en https://www.behance.net/Rigamonti, “… provisional, de la mayor sencillez, de bajo impacto ambiental, construida con materiales biodegradables, maderas y lonas y métodos constructivos artesanales”, buscándose con ello afectar lo menos posible la extraordinaria naturaleza circundante.

De esta manera el conjunto posado levemente sobre un territorio de 30.000 m2, conformado por 25 carpas desmontables que contienen las habitaciones, “diseñadas para soportar fuertes vientos (…) compuestas de techos dobles, paredes de lona dobles, y puertas y ventanas graduables de romanilla de madera, que proporcionan una generosa sombra y ventilación, y hacen posible un óptimo confort climático natural tanto diurno como nocturno”, y un grupo de edificaciones fijas (un módulo principal, uno de empleados, un módulo de playa, uno de servicios y uno de ecología) ubicadas en “los intersticios que dejan los existentes manglares de arena, para aprovechar las vistas y las corrientes de aire, y a la vez dar servicio y privacidad a las 25 carpas que las rodean”, permite hablar de una obra que ofrece todos los servicios propios de una instalación turística que, en virtud de su cuidadoso manejo en la generación de electricidad, obtención de agua potable y tratamiento de las aguas servidas, apunta a la sustentabilidad como uno de sus puntos fuertes en momentos en que dicho término no había cobrado aún resonancia en nuestro país. “La tienda ancestral del nómada árabe y chino y la vivienda temporal de los primeros habitantes del archipiélago, los indios ‘caribes’, fueron elementos inspiradores para crear esta reflexión sobre un desarrollo sustentable, mediante un hábitat de mayor respeto ecológico y un uso limitado pero sin prejuicios de las tecnologías actuales”, se resalta como consideración conceptual determinante en el portal ya citado.

Al momento de su apertura en 1993 el Campamento Turístico y Ecológico Cayo Crasquí fue objeto de particular atención por parte de los editores del semanario Arquitectura HOY hasta el punto que abarcó 3 de las 4 páginas del nº 30 del 11 de septiembre de aquel año: dos de ellas (las centrales) dedicadas a mostrar fotografías de la obra y dibujos del proyecto y la otra (la primera) ocupada por el artículo “Lonas para conservar. El campamento de Los Roques” de Juan Pedro Posani.

El texto de Posani, que se inicia con una disertación acerca del rol jugado por el concepto de parque en la edad moderna y sobre el debate entre progreso y destrucción que ha derivado en el deterioro progresivo de la superficie del planeta, donde los espacios protegidos sirven sólo para mitigar la mala conciencia de una sociedad que no tiene en la protección ambiental un claro y determinante objetivo, encuentra en el campamento diseñado por Rigamonti la oportunidad de señalar una clara excepción que confirma la regla y un camino para demostrar “cómo conservar zonas de la naturaleza sin prohibir su disfrute tiene una sola solución: la del uso inteligente y cuidadoso por parte del público, combinada con las previsiones por parte de las autoridades. Educación del público y buen diseño por parte de los entes a cargo de los parques”.

Con respecto al proyecto vale la pena rescatar lo dicho por Posani en los siguientes términos que compartimos plenamente: “El campamento del Cayo Crasquí (…) está planteado en el diseño y supervisión de Jorge Rigamonti con una delicadeza y una cautela excepcionales. Con el uso de la madera, la lona y el techo de torta, la distribución abierta de las cabañas, la concentración de servicios mínimos, el tratamiento esmerado de los desperdicios y de las aguas tratadas, y la reforestación únicamente con especies locales, Rigamonti ha logrado una presencia claramente contemporánea, pero a la vez cauta y mesurada, que no altera en lo más mínimo el delicado equilibrio ecológico de la isla ni produce perturbaciones visuales. Todo lo contrario, el alegre y discreto aspecto de campamento provisional subraya de manera diáfana el carácter dominante de la inmensidad del mar, la permanencia trascendente de la naturaleza, de los manglares y de los bancos coralinos.”

El conjunto operó abierto al público sólo tres años debiendo cesar sus operaciones en 1996 por formar parte de las propiedades intervenidas por FOGADE -Fondo de Protección Social de los Depósitos Bancarios- luego de la crisis bancaria venezolana de 1994. El tiempo se ha encargado de reabsorber  naturalmente lo que fue pensado para que ello ocurriera quedando hoy muy pocos vestigios de lo que fue levantado inicialmente. De allí que volver a hablar luego de 25 años de una obra que tuvo una vida efímera pero que aún resuena pareciera que va a contracorriente de las aspiraciones de permanencia que siempre acompañan a la gran arquitectura. Revisitar un edificio que quedó en el recuerdo, más que un acto de nostalgia, pasa a ser una necesaria reivindicación que sólo va asociada a obras memorables realizadas ex profeso para que ello ocurriese como lo pueden ser los pabellones expositivos de ferias y exposiciones, referencia ineludible en el caso que nos ocupa. El Campamento Turístico y Ecológico Cayo Crasquí fue distinguido con el Gran Premio Internacional en la IX Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito, Ecuador, en 1994. El impecable registro fotográfico realizado y documentación proyectual archivada quizá deparen para el futuro un posible retorno a las arenas de Los Roques de esta modesta obra, o sirva para impregnar de su espíritu la mayor cantidad de intervenciones en parajes naturales vista (en palabras de Posani) como ejemplo de “que una concepción renovada y actual de la preservación no desdeña el uso de lo que se preserva”.

ACA

Procedencia de las imágenes

Todas excepto página de Arquitectura HOY. https://www.behance.net/Rigamonti

Arquitectura HOY, nº 30, 1 de septiembre de 1993

1993• Campamento Ecológico de Turismo en Cayo Crasqui, Los Roques

Campamento Cayo Crasqui.jpg

1993•  Se concluye la construcción del Campamento Ecológico de Turismo en Cayo Crasqui, Los Roques, diseñado por el arquitecto Jorge Rigamonti. El campamento, que se fabricó utilizando únicamente materiales biodegradables, está integrado por un muelle, un módulo central, una torre de observación, 25 carpas, un módulo de playa, el módulo para empleados, un módulo ecológico y el de servicio. Las caminerías fueron dispuestas respetando los manglares y los bancos de arena. En el año 1994 el proyecto compartió el galardón «Gran Premio Internacional IX Bienal Panamericana de Arquitectura», Quito, Ecuador.

HVH