Archivo de la etiqueta: Silvia Hernández de Lasala

TEXTOS FUNDAMENTALES

Malaussena

Arquitectura académica en la Venezuela moderna

Silvia Hernández de Lasala

Fundación Pampero/Exlibris
1990

El libro Malaussena. Arquitectura académica en la Venezuela moderna de Silvia Hernández de Lasala constituye un hito dentro de las publicaciones sobre arquitectura en el país en varios sentidos. Desde el punto de vista académico ofrece la oportunidad toparse con una rigurosa y muy bien documentada investigación que, apoyada por el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la UCV y enmarcada dentro del Sector de Historia y Crítica de la Arquitectura de la Escuela de Arquitectura de la FAU UCV, le permitió a su autora no sólo ascender en el escalafón universitario obteniendo los máximos honores sino, a la vez, poder dirigirse a la Fundación Pampero en busca del patrocinio que logró convertirla en el hermoso e impecable libro en que se transformó: 358 páginas, tapa dura, gran formato, impreso por la Editorial Ex Libris en papel Phoenix-Imperial halbmat 115 g/m2, con diseño gráfico de Martha Sanabria, fotografía de Nelson Garrido asistido por Luis A. Hurtado y asesorado por Ricardo Armas, y corrección de textos de Violeta Mendoza.

También se convierte en referencia tanto por el momento en que se realiza como por los personajes y el tipo de arquitectura de que se ocupa. 1990 marca el inicio de la última década del siglo XX y el momento en el que, en nuestro país, se empiezan a recoger y reconocer los aires de cuestionamiento que se venían dando a lo largo de las dos décadas anteriores a los postulados de la arquitectura moderna y, en términos más generales, a una visión de la historia y la cultura ideologizadas, gobernadas por los “grandes relatos”, símbolo de certezas o verdades absolutas. En medio del revuelo causado por la posmodernidad, con su espíritu revisionista y de apertura como telón de fondo, se “recobra el derecho a estudiar y recombinar de manera autónoma u original el material histórico disponible” como bien señalará Juan Pedro Posani en el “Prólogo” del libro. Así, se le abre paso a la aparición de “situaciones nuevas y las conocidas se perfilan con formas inusitadas”.

Tras la necesidad de obtener respuesta acerca del comportamiento, autoría y razón de ser de algunas edificaciones que, presentes en el paisaje urbano caraqueño, mostraban el manejo de códigos similares a los de algunas manifestaciones señeras dentro del posmodernismo (entre ellas el Palacio Blanco, la Academia Militar y la Avenida de Los Próceres), la autora, insatisfecha por las respuestas obtenidas que las descalificaban sin más asociándolas indefectiblemente a la dictadura perezjimenista, se da a la tarea de revisar el por qué del silencio que arropó durante décadas el abordaje crítico de dichas obras y a desempolvar el peso que, al unísono con otras manifestaciones modernas, mostraba el academicismo asumido por sus arquitectos. De ahí que la figura e impronta de los Malaussena, familia de arquitectos que se destaca desde mediados del siglo XIX hasta finales de la década de 1950, se convierta en objeto de estudio al seguirle la pista a sus dos más conspicuos representantes: Antonio (1853-1919) y su hijo Luis (1900-1963).

Será la propia Silvia Hernández de Lasala quien nos aclarará, ampliando la mirada hacia un período de más de 100 años y a un espectro edilicio tipológicamente muy diverso, cómo “a lo largo de este estudio se intenta reflexionar, principalmente, acerca de la naturaleza de las edificaciones proyectadas por Antonio y Luis Malaussena, de los criterios de diseño implícitos en ellas y de su acercamiento o distanciamiento de lo que se considera que son los aspectos fundamentales que definen la arquitectura académica”. De esta manera, “… conceptos como los de carácter, tipo y composición elemental, característicos de la arquitectura académica, vuelven a hacer acto de presencia entre los motivos de atención de los arquitectos de hoy en día, luego de haber sido execrados por el llamado movimiento moderno en arquitectura…”. Tanto la docencia como el ejercicio profesional, sin duda, se vieron beneficiados por esta importante reapertura que sin necesariamente derivar hacia el “todo vale” ha permitido confrontar y complementar visiones por mucho tiempo antagónicas.

Para quienes se forman como teóricos o historiadores de la arquitectura Malaussena. Arquitectura académica en la Venezuela moderna ofrece la oportunidad de toparse con un ejercicio de empeño por deslastrar la aproximación crítica de actitudes dogmáticas y una demostración de orden y rigor en el acopio y presentación de la voluminosa información recabada, cualidades que su autora ha cultivado a lo largo de su dilatada y muy fructífera carrera. Según sus propias palabras: “La principal utilidad de este trabajo reside, probablemente, en la presentación de un conjunto de proyectos, y de las fuentes para su ubicación, que permitirán a futuros investigadores asumir otros puntos de vista y otras interpretaciones sobre el tema en el futuro.”

ACA

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 69

Pablo Lasala Ferrer (Zaragoza,1940-Caracas, 2000), destacado arquitecto venezolano graduado en 1963, decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV (1987-1990), gran dibujante y reconocido docente de diseño fue, según comenta su hija Isabel en el libro Creando lugares (2014), en el buen sentido de la palabra, un adicto a los concursos de arquitectura. Quienes lo conocieron en vida pudieron palpar “el gusto que tenía por medirse” en este tipo de competencias. Pablo “tuvo permanentemente presente que los concursos son una inversión de tiempo y dinero que, para él, siempre fue remunerada, aunque no obtuviera un galardón en la contienda. El tema del premio, aunque siempre anhelado, quedaba en segundo lugar, porque a su juicio los concursos, finalmente representan un crecimiento…”. Esta convicción permite determinar que no sea casual el que se devele dentro de su trayectoria la participación en al menos veinticinco certámenes (públicos o privados, abiertos o por invitación) en un lapso de menos de treinta años sin contar en la mayoría de ellos con numerosos equipos de trabajo ni con los recursos tecnológicos de que hoy se disponen.
Esta actividad que conocía como nadie y lo hacía temible cada vez que se llevaba a cabo una convocatoria, le permitió desarrollar variadas estrategias para abordar las dificultades que una competencia impone y, a la vez, dejar “salir todo de sí, mostrando de una manera transparente sus ideas y posturas ante determinados temas y situaciones”. La capacidad de generar ideas y desarrollarlas al máximo lo llevó al extremo de entregar en varias ocasiones hasta dos propuestas que debían ser evaluadas por los respectivos jurados las cuales, casi siempre, eran reconocibles a pesar del anonimato que se suele exigir, dado el inconfundible carácter expresivo que las presentaciones, y dentro de ellas los dibujos en perspectiva, traslucían. Lasala también logró inculcar entre sus estudiantes y colegas cercanos que lo veían trabajar un gusto especial por incorporarse en estas competencias de entre quienes salieron, posteriormente, sus más enconados “rivales”, cosa que lo satisfacía enormemente.
De su consetudinaria participación en estas lides, desarrollada en colaboración con su esposa Silvia Hernández, destaca la obtención del primer premio en el Concurso para el Edificio para las Oficinas Administrativas del Congreso Nacional y Sede del Ministerio de Relaciones Exteriores (1974) como la que le permitió abrirse paso de manera independiente en el mundo de la profesión. También es la que le abre las puertas para separarse de la oficina de Bernardo Borges y Francisco Pimentel donde en aquel momento trabajaba y en la que había dejando su impronta en el diseño del edificio La Previsora (1973), ícono dentro el paisaje urbano caraqueño.
El Concurso para el Edificio para las Oficinas Administrativas del Congreso Nacional y Sede del Ministerio de Relaciones Exteriores fue el primero ganado por Lasala quien ya anteriormente había participado en 1971 en el convocado para diseñar la Sala de Conciertos Sede de la Orquesta Sinfónica Venezuela (que dio pie a la construcción del Complejo Teresa Carreño), donde obtuvo “mención de honor”. Ello lo coloca, por muchas razones, en un lugar privilegiado dentro de su trayectoria e incluso dentro de los certámenes realizados en el país dada la envergadura de la intervención que se proponía y el impacto que tendría en el casco histórico de la ciudad de Caracas. Recordemos que se exigía llevar a cabo una propuesta de intervención que abarcaba las dos cuadras al norte del Capitolio con límite en la avenida Urdaneta en el frente abarcado por el Banco Central de Venezuela en la que se veían involucradas, además, directa o indirectamente, la Casa Amarilla, la Santa Capilla, la Gobernación del Distrito Federal y la propia Plaza Bolívar.

1. Página de la revista Punto nº 51 (abril 1974) con la que se da inicio a la publicación del primer premio del Concurso de anteproyectos del Edificio para las Oficinas Administrativas del Congreso Nacional y Sede del Ministerio de Relaciones Exteriores

El equipo ganador del Concurso (reseñado en el nº 51 de la revista Punto) estaba encabezado por Pablo Lasala y Silvia Hernández de Lasala y contó como asesores: de Urbanismo, Melqui Silva; de estructuras, Agustín Mazzeo y de Aire Acondicionado, Luis José Odón. Como Jefe de Dibujantes aparece Gabriel Pradera. Como colaboradores figuran: Leonor Rodríguez, Oswaldo Molina, Ricardo Álvarez, Francisco Javier Larrauri y Virgilio Ciliberti. Las maquetas estuvieron a cargo de Juan Andrés Gutiérrez y María Luisa Usarraga. Cabe destacar cómo tras la composición de este grupo se encuentra una clara señal de la seriedad y compromiso con que eran abordados por Pablo Lasala los certámenes en que participaba.
El programa expuesto de forma sintética por los autores del proyecto se reduce a “tres diferentes tipos de espacios: 1. Espacios flexibles para oficina. 2. Espacios generales para actividades específicas como auditorios, exposiciones, recepciones, biblioteca, etc. 3. Servicios generales como estacionamiento, áreas de mantenimiento, etc. (…) De estos tres grupos, el primero (…) predomina sobre los demás”.
La propuesta en sí (la que desarrolló “paralelamente en su casa durante las noches y fines de semana” ya que dirigió otra -no ganadora- mientras trabajaba en la oficina de los arquitectos Bernardo Borges y Francisco Pimentel), se encuentra enmarcada dentro de lo que Isabel Lasala en términos muy generales denomina el “tema del paisaje” en la que se integran “superficies naturales y superficies construidas”: “un volumen más complejo en el paisaje” será el término que con más precisión calificaría a este trabajo. Así, la impresionante perspectiva que acompaña nuestra postal de hoy revela ciertamente la creación de una verdadera topografía artificial como recurso para salvar los inconvenientes que el contexto imponía y realzar el entorno en el que se debía insertar “sin caer en la absoluta complacencia”. En las propias palabras de Isabel se trataba en comparación con retos asumidos anteriormente de “… un terreno mucho mayor y en un contexto más complejo, la respuesta queda principalmente en manos del basamento, que resuelve a través de un juego de plazas las diversas exigencias formales urbanas de las importantes piezas de valor patrimonial del entorno”. De entre ellas es fácil reconocer en este dibujo que mira al norte la presencia de la “torre financiera” del Banco Central de Venezuela de Tomás Sanabria y del imponente  cerro Ávila.
La técnica que como dibujante Lasala nos muestra aquí es producto, no sólo de un indudable talento, sino de una ejercitación constante que lo acompañaba donde quiera que se encontraba y que desarrolló casi desde niño. El excepcional dominio del dibujo en perspectiva proviene de allí pero muy particularmente del hecho de haber sido durante muchos años profesor de geometría descriptiva, sin olvidar que su trabajo de ascenso a la categoría de agregado (1990), Perspectiva para arquitectos, es una importante referencia poco publicitada pero de un rigor digno de ser señalado. “Sus dibujos a lápiz o a tinta tienen una base técnicamente dibujada con lápiz 4H, en la que luego, por medio de distintos tonos de sombra, se da forma a la imagen, a fin de que las aristas no estén definidas mediante líneas, sino con la intersección de dos tonos distintos de sombra”, nos aclarará Isabel Lasala.
Aunque la mayoría de sus propuestas ganadoras de concurso hayan quedado sólo en papel (incluida la que hoy nos ha ocupado), para Pablo Lasala siempre estuvo claro que en ellas se escondía el “goce de la creación arquitectónica”, o en sus propias palabras: “… los concursos constituyen una de las mejores oportunidades para divulgar y confrontar cuál es la arquitectura que somos capaces de hacer. (…) Los concursos no son para sufrirlos, son para disfrutarlos (…) Pero sobre todo, el concurso nos permite ejercer intensamente la actividad creadora, esa necesidad de hacer arquitectura es la que nos ha llevado a escoger nuestra profesión…”.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal. Lasala I. Creando lugares. Entre la exaltación y la superación del objeto en la obra de Pablo Lasala, 2014

  1. Revista Punto, nº 51, abril 1974

1974• Concurso de Anteproyectos para el Edificio Administrativo del Congreso de la República y el Edificio Sede del Ministerio de Relaciones Exteriores

Concurso de Anteproyectos para el Edificio Administativo del Congreso de la República y del Edificio Sede del Ministerio de Relaciones Exteriores.jpg

1974•  En un acto especial realizado en Parque Central el día 15 de febrero se hizo público el veredicto del Concurso de Anteproyectos para el Edificio Administrativo del Congreso de la República y el Edificio Sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, obteniendo el Primer Premio Pablo Lasala y Silvia Hernández de Lasala.
El Concurso organizado por el Ministerio de Desarrollo Urbano (MINDUR) y auspiciado por el Colegio de Arquitectos de Venezuela (CAV), tuvo como integrantes del jurado a los arquitectos Julio Coll Rojas por el CAV, Alberto Morales Túcker por la OMPU, Alberto Enríquez por el MOP, René Pérez Chacín por el Congreso de la República, Guido Bermúdez como invitado, los ingenieros Paúl Lustgarten por el CIV, José Guillermo Yáber por el Ministerio de Relaciones Exteriores y el arquitecto Tomás J. Sanabria como asesor del concurso.
El terreno base del concurso comprendió dos manzanas del centro de la capital, en las cuales existen edificaciones de baja altura de gran valor patrimonial (Capitolio, Palacio de las Academias, la Casa Amarilla), lo que llevó al equipo ganador del concurso a plantear unas edificaciones de plantas muy flexibles, conservar las alturas moderadas existentes, rescatar el máximo de áreas libres y valorar destacando nuestro patrimonio en un conjunto con características de totalidad.
Adicionalmente al primer premio obtenido por Pablo Lasala y Silvia Hernández de Lasala, el jurado distinguió a los arquitectos Ramón Gómez Benítez y Francisco Monaldi con el segundo premio, y a los arquitectos Bernardo Borges, Francisco Pimentel, Pablo Lasala, Jacobo Koifman y Juan Fernández con el tercero.
Se otorgaron dos Menciones y una Mención Especial.
Lamentablemente el proyecto nunca se construyó.

HVH

2006• Se publica el libro «En busca de lo sublime. Villanueva y la Ciudad Universitaria de Caracas»

Se publica En busca de lo sublime.jpg

2006•  En el mes de noviembre aparece el libro «En busca de lo sublime. Villanueva y la Ciudad Universitaria de Caracas» de la arquitecto e historiadora de la arquitectura Silvia Hernández de Lasala, editado por el Rectorado de la Universidad Central de Venezuela y el Consejo de Preservación y Desarrollo. La publicación fue diseñada por John Lange e impresa por Editorial Arte, Caracas.

HVH