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ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 318

En junio de 1799 el naturalista alemán Alexander Von Humboldt (1769-1859) y el médico y botánico Aimé Bonpland (1773-1858) se embarcan en la fragata Pizarro, en el puerto de La Coruña, después de obtener del rey de España, Carlos IV, pasaporte para viajar con fines científicos a las llamadas Indias Occidentales.

La fragata, después de haber sido desviada de su rumbo original hacia México por el mal tiempo, toca tierra finalmente en Cumaná. A partir de allí Humboldt y Bonpland comenzarían dieciséis meses de recorrido por Venezuela. Al llegar a Caracas en septiembre 1799, ambos se alojan en una casa grande al norte de la ciudad donde permanecerían por un período de dos meses. Alli ascienden a La Silla de Caracas en una caminata que les tomó 15 horas. Era la primera vez que a alguien se le ocurría hacerlo…

La imagen que ilustra la postal 318, es una litografía de 53 x 48 cm. que data de 1827, a partir de un dibujo coloreado a mano de Alexander Von Humboldt. Es un esquicio o bosquejo de la nivelación barométrica que muestra una sección del cerro El Ávila, que podemos suponer contiene observaciones realizadas por Humboldt a partir de sus expediciones y caminatas por la geografía del valle de Caracas.
La ilustración que lleva como título “Porto-Rico. Amer. Sep.” e identificada con el número 69, muestra en primer plano la sección de la montaña que separa el valle y el litoral señalando el “Camino de la Guaira a Caracas por la cumbre” (Chemin de la Guayra a Caracas par la Cumbre) Venezuela, y en la parte inferior izquierda el plano de la isla de Puerto Rico, junto a las Islas Vírgenes, Anguila y Saint Martin, georeferenciadas según los paralelos y meridianos.

Resulta significativo el perfil de la cadena montañosa, que se representa con precisión científica en esta ilustración dramáticamente coloreada a mano. El dibujo, que forma parte de un Atlas, muestra las características geográficas de una forma muy novedosa para su época. En la composición de la lámina, a pesar de llevar el nombre de Porto-Rico, destaca la ilustración de la sección del Ávila y su caída al mar por sobre la de la isla con la que se identifica.

La sección muestra la altura de los distintos puntos que conformaban el camino entre la Guaira y Caracas, partiendo desde La Guaira. Le siguen Maiquetía, Curucuti, El Salto, Venta Grande, el Cuayuvo, la Cumbre, el camino de las vueltas, la fuente de Sanchorquíz, La Cruz de la Guaira, la Aduana de La Pastora, hasta llegar a la Plaza Mayor de Caracas y, como referencia, el río Guaire. Humboldt construye relaciones entre estos lugares y puntos geográficos de importancia como la altura de los valles de Aragua y de los llanos de Calabozo. A su vez apunta la temperatura media de Caracas que alcanzaba los 21,5 grados centígrados, la de la Silla de Caracas que llegaba a los 15,5 grados centígrados; y la de la Guaira que rozaba los 28 grados.

1. Izquierda: Los seis tomos del «Atlas universal de geografía física, política, estadística y mineralógica, en la escala de 1/1641836 o de una línea por 1900 toesas» de Philippe Vandermaelen. Derecha: La Carta de Ensamblaje del tomo nº5 correspondiente a América Meridional

Preparado como litografía por quien fuera llamado el “Mercator de la joven Bélgica”, el visionario geógrafo y cartógrafo belga Philippe Vandermaelen (1795-1869), e impreso en Bruselas por Henri Ode, esta ilustración forma parte del hermoso “Atlas universal de geografía física, política, estadística y mineralógica, en la escala de 1/1641836 o de una línea por 1900 toesas”, elaborado tal y como explicita Vandermaelen “según los mejores mapas astronómicos observaciones y viajes en los diversos países de la Tierra”. Cabe destacar que para definir la altitud Humboldt utiliza la “toesa”, una medida que equivale a 1,94 metros.

En un esfuerzo descomunal Humboldt junto a Vandermaelen y Ode, miembros de la Societé de Geographie de Paris, publican esta gran obra litográfica impresa, con una completa recopilación de la geografía del mundo en hojas separadas sin encuadernar, donde todos los mapas están en la misma escala, y donde 1 pulgada equivale a 26 millas. Los mapas del Atlas se publicaron originalmente divididos en partes contentivas de diez mapas cada una entre los años de 1825 y 1827. La publicación constaba de seis partes: la Primera parte, mostraba la geografía de Europa (con Estadísticas según Hassel); la Segunda parte, el extenso territorio de Asia; la Tercera parte el continente africano; la Cuarta parte, América Septentrional; la Quinta parte América Meridional y la Sexta parte, el territorio de Oceanía.

La construcción de este Atlas, es fundamental para la historia de la cartografía, pues puso en perspectiva un problema propio de la disciplina: cómo mostrar e ilustrar la totalidad del mundo desde el punto de vista científico, y cómo dividirlo para poder estudiarlo, representarlo, imprimirlo y reproducirlo en sucesivas imágenes. Para muchos conocedores, el Atlas de Vandermaelen con las ilustraciones de Humboldt, con frecuencia fue malinterpretado por estar impreso en hojas separadas, pues generalmente los mapas de la geografía terrestre se comprenden mejor en el contexto de sus mapas vecinos. A manera de curiosidad, en Bruselas, en un año que desconocemos, se construyó un globo que alcanzó los 7,75 metros de diámetro juntando todos los mapas contenidos en este Atlas. Ello gracias a que todos los planos estaban dibujados con sus respectivos paralelos y meridianos representando a escala la curvatura exacta de la tierra.

El dibujo que nos ocupa, incluido en el volumen 5 del Atlas, reviste suma importancia, pues sus ilustraciones mostraron por primera vez a Europa y al mundo entero nueva y valiosa información científica. Un ejemplo de ello es que la exploración pionera de Humboldt por el Orinoco, cuyos dibujos figuran en este Atlas, pudo establecer la ubicación precisa y mostrar la conexión entre el río Orinoco y el río Negro, respondiendo una pregunta que había desconcertado a los geógrafos durante tres siglos.

En el mundo del coleccionismo de mapas muchos afirman que este tipo de Atlas, aunque único en concepto y tamaño, se alejaba del estilo de los mapas generalmente apreciables como obra de arte por sus cualidades estéticas y finos detalles.  Sin embargo, la obra en el contexto del tiempo en que se desarrolló la técnica litográfica, representa una monumental pieza que alcanza estatura artística por su factura técnica, belleza y valor científico. Estos dibujos hechos a mano significaron en su momento, la mayor y mejor representación del mundo en su totalidad a escala, con un alto nivel de rigor, detalle y precisión.

Tal y como lo expresa Karl Krispin en “Alexander Von Humboldt. La visita de un hombre libre a Venezuela”, texto publicado el 17 de marzo de 2022 por la Fundación Cultural Estilo (accesible a través de https://revistaestilo.org/2022/03/17/alexander-von-humboldt-la-visita-de-un-hombre-libre-a-venezuela/) “con sus Naturgemälde, Dibujos de la naturaleza, -Humboldt- pinceló igualmente su concepción de la formación de la tierra. Ello se puede comprobar en el famoso dibujo transversal que realiza del Chimborazo, al que escaló como el Pichincha, el Cotopaxi, el Vesubio o la Silla de Caracas”.

2. Vista de la Silla de Caracas, Aimé Bonpland (c.1800).

Según Andrea Wulf, autora de La invención de la naturaleza, el nuevo mundo de Alexander von Humboldt (2016), el científico y explorador era capaz de percibir la naturaleza como una fuerza global interconectada, y a partir de este tipo de representaciones descubrir similitudes entre distintas zonas climáticas de todo el mundo, avizorando el peligro de un cambio climático provocado por el hombre, que hoy resulta evidente. Así, las ideas del visionario naturalista alemán cambiaron nuestra manera de ver el mundo natural y hoy configuran la conciencia medioambiental moderna. A su vez, Humboldt convirtió la observación científica en una narrativa poética, y sus escritos y dibujos inspiraron no sólo a naturalistas y escritores como Darwin, Wordsworth o Goethe, sino también a políticos como Jefferson y Simón Bolívar.

La ilustración que explica parte de la geografía de Caracas del valle al mar, forma parte de la David Rumsey Historical Map Collection, y puede ser revisada en detalle en la web www.davidrumsey.com.

IGV

Procedencia de las imágenes

Postal y 1. https://lib-dbserver.princeton.edu/visual_materials
/maps/websites/vandermaelen/home.htm

2. https://wellcomecollection.org/works/jsz9tsgm

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 294

Antes de la creación del Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS), institución pública responsable de la planificación y construcción del proyecto y el sistema de acueductos que surtirían a Caracas de agua potable, el sistema de acueductos de la ciudad transitaba un cambio de modelo, como se desprende de observar el plano de 1938 que ilustra nuestra postal del día de hoy.

Con anterioridad, en 1928, el Ministerio de Obras Públicas (MOP) produjo un plano (Planoteca de Hidrocapital, Memorias del MOP 1928), con las distintas hoyas de la red de cloacas que alcanzaban un total de 10, de Oeste a Este y de Norte a Sur: Agua Salud, Los Padrones, Catuche, Punceres, Anauco, Santa Rosa de Lima, Caroata, Santa Teresa, Cienfuegos y El Paraíso. Algunos autores señalan que el diseño del alcantarillado de estas hoyas fue realizado siguiendo modernas normas para una ciudad que para 1930 tenía 196.000 habitantes. Particularmente, Roger Martínez Rivas en “La gestión del agua en Caracas, desde un enfoque urbanístico: historia y perspectiva” (2012), texto publicado en la revista Mundo Nuevo, año 4, número 9, señala: “La sección transversal de los conductos en las calles debía ser capaz para el agua de lluvia y el agua servida, mientras que en los drenajes naturales se previó la construcción de colectores marginales donde, mediante aliviaderos, los excesos serían evacuados hacia las quebradas”.

1. Plano de Caracas y sus alrededores, Eduardo Röhl, 1934.

A partir de 1930 la ciudad comenzaba a ocupar la totalidad del valle, tal y como lo evidenciara el dibujo y la construcción del plano a escala 1:30.000 denominado “Caracas y sus alrededores”, del ingeniero Eduardo Röhl en 1934. La capital comenzaba a crecer de forma dispersa hacia el Este, con nuevas urbanizaciones con trazados disímiles como el Country Club, La Florida, Los Palos Grandes y Los Chorros, que para entonces eran destinos de retiro y esparcimiento vinculados por la Carretera del Este, mientras que los cascos coloniales de Caracas, Chacao y Petare aún permanecían como centros poblados compactos regidos por la lógica del damero. Este crecimiento fragmentario por parches que representó Röhl, es un claro antecedente del plano de acueductos, con un enfoque coincidente que muestra a Caracas evolucionando hacia un modelo que promovió las urbanizaciones aisladas y autónomas siguiendo un orden propio. Un modelo cuya infraestructura de servicios siguió un desarrollo similar. Es así como la capital se encontraba inmersa entre el empuje de la iniciativa privada y la falta de articulación de las políticas públicas para la dotación de servicios.

El Plano de Acueductos en el Valle de Caracas, que se documenta en el libro Contribución al estudio de los planos de Caracas (1967) de Irma Lovera De Sola, refleja una urbe que empieza a adquirir una dimensión metropolitana, con un área urbanizada de alrededor de 1.000 Ha. hacia 1930. Su representación muestra una ciudad en franca expansión y su elaboración forma parte de la gestión técnica de la División de Obras Hidráulicas y Sanitarias, adscrita al Ministerio de Obras Públicas. En él se reseñan los 31 principales acueductos del valle de Caracas como parte de un esfuerzo por comprender la totalidad de la ciudad y la creciente preocupación por el desarrollo urbano, la rápida extensión de la ciudad a partir de 1930 y la necesidad de construir una infraestructura común de servicios, que para 1938 se encontraba en plena transición. Las redes de agua de la ciudad premoderna se debatían entre dos modelos: el modelo basado en los sistemas autónomos que abastecían al casco central y a urbanizaciones en forma aislada, y el modelo de sistemas integrales de agua potable, alcantarillado sanitario y recolección de aguas pluviales. Un proceso de transformación que conduciría a un plan general de alcantarillado y la adopción de un nuevo sistema de recolección de afluentes mediante colectores marginales a las quebradas y al río Guaire.

El plano muestra los 31 acueductos, representados con puntos, a partir de los cuales se desprenden manchas que delimitan zonas servidas por cada uno de ellos. Así, las urbanizaciones podían estar abastecidas por pozos o directamente por quebradas, es decir por fuentes subterráneas o superficiales. Algunos ejemplos son Maripérez (surtida por pozo y quebrada); La Florida, parte alta y baja por dos pozos; Sabana Grande y Chapellín surtidas por la quebrada Country Club, así como Las Delicias, Country Club y Campo Alegre; Los Palos Grades abastecida por la quebrada de Pajaritos; Sebucán, por la quebrada del mismo nombre; Dos Caminos y los Chorros, por Tócome y La Tenería; Boleíta por pozo; Petare por el río Caurimare; y El Valle, por el río Valle, entre otras.

En este contexto cabe destacar que dos años antes de la elaboración de este plano, en 1936, había sido creada la ya mencionada División de Obras Hidráulicas del Ministerio de Obras Públicas (MOP), para planificar la distribución de agua en la capital. Se trataba de una unidad técnica que llevaría adelante el complejo manejo del sistema de aguas, que luego sería elevada al rango de División de Obras Hidráulicas y Sanitarias en 1937, dirigida por el ingeniero Juan Francisco Stolk.

El Plano de Acueductos está tambien directamente vinculado a dos hechos de importancia remarcados por Alfredo Cilento en El Ministerio de Obras Públicas en la construcción de la infraestructura para el desarrollo (1874-1976) -2015-: por un lado, la presentación en mayo de 1938 por parte del Presidente Eleazar López Contreras del Plan Trienal 1939-1941 del Ministerio de Obras Públicas, donde se contemplaba la construcción del sistema de cloacas para las principales ciudades del país y, por otro, la creación la de la Dirección de Cartografía Nacional en 1937.

El plano muestra una época donde era urgente la necesidad de potabilizar el agua bajo claros criterios científicos e ingenieriles debido a la diversidad de desarrollos y operaciones de urbanización autónoma. Por otro lado, como señala Boris Castellanos en el texto El legado del INOS a Hidroven y sus filiales, presentado en el Foro «Venezuela y las metas del milenio, en agua potable y saneamiento», realizado en Maracaibo en noviembre de 2013, en 1940 Santiago de León de Caracas y sus parroquias foráneas contaban ya con 341.000 habitantes, y el agua escaseaba pues los sistemas en funcionamiento solo eran capaces de cubrir la mitad de la demanda sumado a que el suministro no era uniforme.

Ante este escenario, en 1943 la División de Obras Hidráulicas y Sanitarias del MOP sería sustituida por el Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS), cuya creación sentaría las bases para la formulación de normas, planificación y construcción de los sistemas integrales de agua y saneamiento en la capital. Esta institución sería la encargada de llevar adelante de forma decidida, la transformación del sistema de captación, almacenamiento, potabilización y ampliación de las redes de distribución, bajo un esquema técnico sustentado en cotas altimétricas. Cabe señalar que para este período aún se estimaba que las fuentes propias del Valle de Caracas eran suficientes para lograr su abastecimiento, proyectándose su almacenamiento en los embalses de Agua Fría y La Mariposa para compensar períodos de estiaje, como apunta Martínez Rivas. 

Según el mismo autor, la modernización del sistema por parte del INOS traería consigo otras mejoras, como la prolongación de los colectores marginales izquierdo y derecho del Guaire, la descarga al río sin depuración y la adopción del sistema separado de recolección de aguas pluviales y de lluvia en las nuevas urbanizaciones al Este.

No fue sino hasta el inicio de los años cuarenta cuando los principales embalses se construyeron para poder surtir de agua la capital y formar parte de un complejo sistema basado en cuatro componentes: el almacenamiento, las plantas de tratamiento, las estaciones de bombeo y las redes de distribución.

2. Aviso de prensa publicado en 1956 que anuncia la inauguración del Nuevo Acueducto para Caracas (Aducción Río Tuy) por parte del régimen de Marcos Pérez Jiménez, realizado en un lapso de diecisiete meses.

Consulting Engineers C.A sería la empresa encargada por parte del MOP, del diseño del sistema de abastecimiento de aguas proyectado a 50 años, desarrollando las represas La Mariposa (1944) y Agua Fría (1949), dotando así a la capital con grandes embalses que se complementaron con un moderno sistema de acueductos para hacer frente a la creciente demanda del servicio. Años mas tarde el sistema de embalses se complementaría con las reservas de Quebrada Seca (1960-1961), Lagartijo (1962); Camatagua (1962-1964), La Pereza (1969), Ocumarito (1967-1969), Taguacita (1984) y Macarao (en dos etapas 1975 y 1999).

Entre los años 60 y 70 el Area Metropolitana de Caracas ya contaba con un eficiente servicio de agua gracias a la construcción de los sistemas de distribución Tuy I, II y III. Según registros, el crecimiento más explosivo de la demanda de agua en la capital se produjo entre 1950 y 1990 cuando la población pasó de 700.000 a 3.375.000 habitantes, y posteriormente la ciudad cayó en una crisis permanente ocasionada por falta de planificación e inversión, problemas ambientales y falta de mantenimiento.

El Plano de Acueductos es una pieza fundamental para comprender la historia del agua en Caracas, asociada a la necesidad de organizar el desarrollo de la capital e intensificar la inversión pública en acueductos y cloacas. Su producción se inserta en una época de decisiones técnicas donde la creación del Banco Obrero (1928), la creación del Instituto Nacional de Obras Sanitarias (1943), y la construcción del dique y la planta potabilizadora de La Mariposa (1944-1951) emergen como hitos bajo una visión modernizadora iniciada en la ciudad premoderna, aspecto que fue incorporado al Plan de Obras Públicas presentado a la nación por Isaías Medina Angarita en 1942. 

Presumimos que este plano también guarda relación con el “Plano de Caracas con indicación de las cloacas y obras sanitarias construidas en el año 1937 y zonas provistas de cloacas de la nueva red” del cual tenemos poca información. 

En resumen, el Plano de Acueductos es un recordatorio de la imperante e impostergable necesidad de volver a estudiar la situación del agua en el Área Metropolitana de Caracas para identificar su estado actual, así como los espacios de oportunidad, y programar las acciones necesarias para su mejora y previsión futura.

IGV

Procedencia de las imágenes

Postal. Irma de Sola Ricardo. Contribución al Estudio de los planos de Caracas, 1967

  1. http://guiaccs.com/planos/la-ciudad-del-caballo/

2. Colección Crono Arquitectura Venezuela

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 278

Según Alfredo Cilento en “El Ministerio de Obras Públicas en la construcción de la infraestructura para el desarrollo (1874-1976)” (Trabajo de Incorporación a la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat de Venezuela, 2015), para el año 1873 Venezuela, era un país eminentemente rural que registraba 1.783.993 habitantes. En Caracas, por su parte, se concentraban un poco más de 50.000 almas.

En ese contexto, la gestión de Guzmán Blanco y su visión de la cultura urbana, introdujo en Caracas a partir de 1874 como parte de un nuevo episodio, elementos novedosos que complejizaron el damero fundacional y el modelo urbano precedente, generando importantes transformaciones arquitectónicas y urbanas de influencia francesa, contando para ello como principal punto de apoyo el Ministerio de Obras Públicas (MOP), creado el mismo año para “supervisar los grandes proyectos en ejecución, bajo la figura de concesiones a empresas nacionales y extranjeras”. La creación del MOP permitió establecer una superestructura técnica y administrativa especializada por encima de las Juntas de Fomento, es decir, sobre las tradicionales organizaciones locales de fomento y construcción, lo que significó consolidar el dispositivo tecno-burocrático ingenieril del Poder Nacional. Los pasos dados por el gobierno de Guzmán Blanco “sentaron las bases de una amplia política modernizadora del aparato del Estado y que se avocó a comunicar las regiones productoras con los puertos, sobre la base de registros confiables de producción y comercio, que permitían localizar y cuantificar los flujos y los volúmenes de exportación e importación”, afirmará Cilento. Así, si sólo Caracas pasaba de 50.000 habitantes; Valencia, Barquisimeto y Maracaibo tenían entre 25.000 y 30.000 habitantes; y El Tocuyo, Tocuyito, San Carlos, El Baúl, Ortiz, El Sombrero, Barbacoas, Altagracia, Zaraza, Tucupido, Yaritagua, San Cristóbal y Mérida, se ubicaban en el rango de 10.000 a 13.000 habitantes.

La cultura urbana, tal como la conoce Guzmán a través de las capitales europeas, no se concibe sin monumentos y edificios importantes, sin paseos y sin lugares amables para la burguesía, interesada no sólo en el trabajo sino también en los placeres de la vida. El fuerte contraste de Caracas –todavía una modesta ciudad postcolonial– con las grandes ciudades que él ha visitado, lo incita a convertirla en un “pequeño París”, que perseguía proyectar como una ciudad moderna, de ideas liberales y civilizadas, próspera, agradable y segura para vivir e invertir.

Esa visión se reflejó claramente en la “Memoria que la Comisión encargada de erigir e inaugurar las estatuas del ilustre americano, regenerador de Venezuela, General Guzmán Blanco, presentó a la legislatura nacional de Venezuela” en 1876, donde se detalla que la inversión en obras de ornato en el Distrito Federal, alcanzó los 2.587.190 bolívares, y la inversión en vías de comunicación, acueductos y cisternas los 971.405 bolívares.

Estas estrategias urbanas sobre la trama fundacional, así como las edificaciones públicas más representativas de la obra de gobierno, que transformaron el entorno urbano poscolonial, fueron representadas en dos planos. El primero, levantado por orden del “Ilustre Americano”, firmado por el General Andrés Level y suscrito por Felipe Tejera en 1874 que se tituló «Plano topográfico de la ciudad de Caracas, capital e los EE.UU de Venezuela»; y el segundo, el “Gran Plano de la ciudad de Caracas, conforme a la reciente numeración i división, segunda edición, dedicada al General Francisco Linares Alcántara”, fechado en 1877 que ilustra nuestra postal del día de hoy.

El plano de 1877 “dibujado, grabado, corregido, aumentado y explicado” a escala 1:4.000 conmemora la presidencia de Linares Alcántara y representa la ciudad de la época, cuya sociedad, cultura, economía y poder se organizaban alrededor del espacio.

Poco sabemos de su autor, Juan de la Cruz Martínez y su labor como ingeniero y cartógrafo. Sin embargo, en el plano son verificables algunos aspectos técnicos y artísticos que permiten apreciar también su capacidad como dibujante y grabador amén de sus dotes didácticas.

El General Francisco Linares Alcántara (“El gran demócrata”) fue electo Presidente de Venezuela para el bienio 1877-1879, comenzando su mandato el 2 de marzo de 1877. Sin embargo, su gobierno tuvo escasos 18 meses de duración. Linares Alcántara emprendió un gobierno reformista que se fijó como meta, según Francisco González Guiñán en Historia contemporánea de Venezuela (1924), seguir “desarrollando…próspera y fuerte, la Regeneración de la Patria”. Sus metas se orientaron a una mayor apertura política y al respeto por los derechos individuales. Esta “democratización” se vio reflejada tambien al permitirle a los estados una mayor autonomía, pudiendo disponer de una suma del presupuesto nacional para aquellas Obras Públicas “que las autoridades … consideraran como más beneficiosas para su respectivo estado”, para lo cual es bueno recordar que el Decreto núm. 2.094, emitido por el Congreso el 15 de mayo de 1878, estipulaba que cada entidad recibiría, del presupuesto nacional de Obras Públicas, la suma anual de Bs. 120.000.

Esto significó un giro radical con respecto al control centralizado de los proyectos de obras públicas que se había llevado a cabo durante el Septenio (1870-1877), a lo cual habría que sumar que bajo el mandato de Linares Alcántara también se ordenó abolir parte de la legislación urbana promulgada por el anterior gobierno guzmancista, que incluyó la aprobación del Decreto para la demolición de las estatuas de Antonio Guzmán Blanco (promulgado el 19 de diciembre de 1878), como símbolo del rechazo político hacia su gestión gubernamental, acciones que fueron coordinadas en Caracas por Manuel Hernández Sosa, a cargo de las Obras Públicas; Juan de Dios Monzón, a cargo del Crédito Público; y José de los Santos Escobar quién se desempeñó en la gobernación del Distrito Federal.

Un claro signo de la política de Linares Alcántara fue también la reapertura del Colegio de Ingenieros, que había sido clausurado por el Ilustre Americano. También cabe destacar que en 1874 se crea la Facultad de Ciencias Exactas en la Universidad Central de Venezuela, “en la cual se otorgarán los títulos de agrimensor e ingeniero, despojados de todo componente militar y que en 1877 se gradúa la primera promoción (siete egresados) de la Facultad de Ciencias Exactas de la UCV”, tal y como apunta Carlos Genatios en Ciencia y tecnología en Venezuela (2004).

El plano en homenaje a Linares Alcántara, muestra las fachadas de las edificaciones que forman parte de la obra de Gobierno enmarcados en el proceso de modernización del país, bajo el modelo de estado nación, como es el caso del Palacio Legislativo y el Capitolio, obra de Luciano Urdaneta (1873). Este edificio público de carácter monumental compuesto por dos grandes cuerpos, no se ajustaría a las dimensiones de la cuadra tradicional. Se construiría como excepción a la receta formal de ocupación de la manzana seguida hasta entonces. Su forma no solo aspiraría a introducir un nuevo lenguaje arquitectónico, sino tambien a generar una nueva centralidad urbana rompiendo con los cánones establecidos y reforzado por nuevos espacios públicos. Por otro lado, la Plaza Guzmán Blanco, también dibujada en el plano, se construye para articular de forma coherente la fachada del Capitolio con la fachada de la Universidad, adyacente al Museo Nacional. Para ello, la calle se ensancha y la dimensión de la manzana sur se reduce permitiendo insertar un espacio en que se exhibía la estatua ecuestre de Guzmán.

Este coherente conjunto, testimonia una obra de gobierno que intentó cambiar el carácter colonial de Caracas introduciendo elementos del urbanismo decimonónico francés, tales como calles arboladas, paseos y plazas.  Junto a la Plaza San Jacinto, la adyacente a la Iglesia de Altagracia, y La Candelaria, ubicadas en esquina, estas transformaciones urbanas estarían destinadas a enriquecer el damero fundacional.

Bajo esta óptica, se construye el Paseo Guzmán Blanco, en la colina de El Calvario, como lugar de recreo para la ciudad con un doble propósito: resolver el proyecto de acueducto de Macarao y crear un mirador hacia la ciudad. A ellos se sumará el Teatro Guzmán Blanco (1876), proyecto de Esteban Ricard, un edificio cuyo peristilo y vestíbulo invaden la antigua Plaza San Pablo.

En el plano, destaca con fuerza el orden impuesto a partir de los ejes de las avenidas norte-sur y este-oeste, que se representan mas anchas, y se intersectan en la esquina noreste de la “Plaza de Bolivar”, estableciendo una nueva jerarquía para las calles. En relación a ellas se realiza una numeración “tomada al principio y fin de cada cuadra”.  También el plano evidencia que la subdivisión parroquial que se arrastraba no guardará relación con estos ejes, y la definición de las parroquias no seguirá criterios geométricos para hacerlas equivalentes en superficie y territorio.

A lo anterior se sumó el hecho de que hacia fines del siglo XIX, Caracas ya contaba con múltiples calles ininterrumpidas, en sentido Norte-Sur y Este-Oeste, orientadas a mantener la continuidad de la red vial. Tal fue el caso de la prolongación de la calle sur 5 sobre el Guaire, y la construcción de los primeros puentes de hierro entre 1874 y 1876. En tal sentido, Cilento apuntará que “Entre 1874-1875 se construyó el Puente Regeneración o Puente Hierro sobre el Guaire, como prolongación de la calle sur 5 este, proyecto de Luciano Urdaneta y H. Cook de la empresa británica The Crumlin Viaduct, que también produjo las estructuras metálicas de las cubiertas del Palacio Legislativo (Capitolio) y del Teatro Guzmán Blanco (Teatro Municipal)”.

Estas acciones urbanas y transformaciones estéticas que consideraron el damero fundacional como soporte, afianzarían la cuadrícula y potenciarían la estructura y belleza de la capital, aspecto que se acentuaría en los próximos años, con la superposición de una nueva nomenclatura urbana capaz de orientar y crecer junto con la ciudad, y que coexistiría con la tradición caraqueña de nombrar las esquinas.

Al fallecer Linares Alcántara repentinamente en noviembre de 1878, muchos aseguran que culminó la aventura reformista iniciada con su ascenso al poder y el proceso de rechazo contra Guzmán Blanco comenzado en abril de 1877. Con la muerte de Linares Alcántara tomaría fuerza la llamada Revolución Reivindicadora, cuyo objetivo era el retorno al país del Ilustre Americano y con ello poner fin a lo iniciado por “El gran demócrata”. El “Gran plano de la ciudad de Caracas…” tiene el sello de los EE.UU. de Venezuela, Ministerio de Obras Públicas, Archivo General de Planos y pertenece a la colección de la Biblioteca Nacional.

IGV