
Como un reconocimiento a quienes leen lo que semanalmente publicamos e interactúan positivamente con nosotros, hemos decidido transcribir el mensaje que nos enviara el pasado 14 de mayo el arquitecto Víctor Artís a raíz de la nota titulada “La importancia del balcón” que publicáramos el domingo 10 de mayo (Contacto FAC nº 174), que posteriormente convertido en artículo bajo el título de “Balcones” apareciera el sábado 23 de mayo en El Universal.
APRECIADOS AMIGOS
Ha sido grato recorrer la edición 174 del Contacto FAC que con tanto mérito mantienen viva y actual, como el interés sobre los efectos que el coronavirus causará en las ciudades y en la arquitectura. Con mucho acierto destacan el rol de los balcones como un espacio adicional en las viviendas y ello me ha llevado a redactar lo que sigue, para dar a conocer el origen de la diversidad de balcones actual en Venezuela y de paso comentar algo sobre las ordenanzas de zonificación.
La primera ordenanza de zonificación caraqueña reglamentaba el Distrito Federal y fue promulgada antes de 1958. Por un tiempo el Distrito Sucre tuvo un Plano de Zonificación enorme, expuesto tras un cristal en la Ingeniería Municipal, que en 1958 adquirió condición legal con la Ordenanza redactada por Luis Lander y Antonio Cruz Fernández; Aristóbulo Astorga asumió el trabajo diario y yo, funcionario municipal, me ocupé de editar el Mapa.
En ambas Ordenanzas el cómputo del área de construcción incluía toda superficie construida adicional al área de viviendas, locales u oficinas, vale decir toda área común no enajenable, como escaleras, pasillos, corredores, conserjerías y otros. En 1961, con la construcción todavía en crisis por la incertidumbre derivada del cambio de gobierno, propuse excluir del área de construcción a todo lo no vendible y agregar como bono adicional lo dedicado a balcones más un pent house. Transcurrió un tiempo para que esta propuesta fuera aprobada por una comisión Ad-Hoc, que limitó los balcones a 6 m2, la circulación al 10 % del área de ubicación y agregó un descuento de 3,5 m2 si el área de cocina más lavadero superaba los 13,5 m2. Estas decisiones conformaron lo que fue conocido como “medidas de estímulo a la construcción” que sin duda contribuyeron a animar el sector procurando comodidad a los usuarios, dieron inicio a casi infinitos tipos de balcones que caracterizan nuestras viviendas multifamiliares. Participé en la redacción de la Ordenanza de Ciudad Guayana con Rosaura Pardo, Tomás Polanco y Miguel Angel Pietri y redacté la de Valencia en 1966 y una vez aprobada la LOOU, junto con Graciela de Gabaldón, María Elena Arcia y Juan Garrido redactamos las Ordenanzas prototipo.
Desde su publicación estos estímulos fueron motivo de rechazo por algunos profesionales del ramo, en especial Carmelita Rodríguez y Lindolfo Grimaldi, quienes durante décadas han mantenido esa posición. En el proyecto original de rezonificación de El Rosal propusieron eliminar los descuentos, pero permanecieron tras argumentar en su favor el Concejal Eduardo Pérez Alfonzo y han permanecido hasta nuestros días cuando se intenta eliminarlos mediante la figura de una envolvente, que mal entendida por quienes la promocionan, ha sido incorporada en la zonificación de Los Chorros. Puedo ser tildado de injusto, pero siempre me ha parecido que los esfuerzos para eliminar los estímulos, anteponen el facilitar el trabajo de los revisores a la comodidad de los usuarios.
La pandemia que nos afecta genera reflexiones sobre los efectos que pueda tener sobre las ciudades y las viviendas. En las primeras es interesante la propuesta parisina de la ciudad a 15 minutos, una forma de volver al vecindario inmediato provisto de lo esencial donde pueda ser preferible caminar o moverse en bicicleta que hacerlo en automóvil. En las viviendas se anticipa disponer espacios flexibles, donde además de las funciones básicas de comer, dormir, aseo y entretenimiento, sea posible trabajar con algo de confort, colectivo a distancia o individual. También como bien reseña el número 174 del Contacto FAC de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, debe proporcionar contacto con el aire fresco que nos rodea y con los vecinos, función a cargo de los balcones, aun los barceloneses incluidos en el boletín. De niño recuerdo el apartamento (piso) de mi abuelo, a media cuadra del Gran Teatro del Liceo en Barcelona, donde un balcón era en realidad una ventana abrible de piso a techo confinada por una baranda ornamentada con geranios, estupenda solución en días estivales, nada comparable con nuestra diversidad balconil.
La mayor parte de la población venezolana vive próxima a 10 grados al norte del ecuador y por lo tanto, tanto la fachada norte como la sur reciben sol todo el año lo que genera juegos de luces y sombras incorporables a la arquitectura como bien se puede apreciar en muchos edificios residenciales. Ojalá un futuro boletín de la FAU destaque otra vez el aporte de los balcones al bien vivir, su actualidad derivada de la pandemia y el rol de pioneros que nos podemos atribuir desde 1962.
Repito mi gratitud por la promoción del respeto a la buena arquitectura que mantienen lo cual espero sea permanente.
Atentamente les saludo
Víctor Artis
Queda pendiente de nuestra parte intentar elaborar una segunda nota sobre “La importancia del balcón” recogiendo en este caso como dice Artís “nuestra diversidad balconil” y la manera como ese importante espacio ha sido interpretado y tratado por arquitectos y usuarios en nuestro país.
(La foto que encabeza esta nota fue realizada por Franco Micucci)
ACA





