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NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Saber habitar

Jenofonte

Josep Quetglas (ed.)

Ediciones Asimétricas

2023

Nota de los editores

Durante siglos, obligados a leer a Vitruvio, hemos tomado la arquitectura como algo que ocurre entre el delineado y la construcción. De haber empezado leyendo los diálogos socráticos de Jenofonte, Wright y Loos hubieran nacido antes.

Que la casa sea una machine à habiter, una “máquina que-hay-que-conseguir-hacer habitable” fue algo propio de la edad del progreso.

En la edad de la destrucción, tras la derrota de Atenas en la Guerra del Peloponeso, como tras la derrota de Viena en la Gran Guerra, perdida su fortaleza militar, política, económica, demográfica, moral, la Ciudad se ve reducida a un intento de supervivencia autárquica –­mientras empieza a penetrar por entre las ruinas, despiadado, el dinero.

Pero en esa casa entendida como potager à habiter, como “huerto donde habitar”, que propone Jenofonte para Atenas y que cumple Adolf Loos en la Viena empobrecida, se inicia la promesa de un verdadero saber habitar.

Josep Quetglas

Catedrático de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Cataluña y autor de numerosas publicaciones de teoría y crítica de la Arquitectura. Suyos son libros como La casa de Don Giovanni (1996), Pasado a limpio I (2001), Pasado a limpio II (2002) y Oíza, Oteiza: línea de defensa en Altzuza (2004), Artículos de ocasión (2004), Le Corbusier et le livre (2005), Restos de arquitectura y crítica de la cultura (2017), El horror cristalizado: imágenes del Pabellón de Alemania de Mies van der Rohe (2001 y 2020), A Casandra (2021) y Breviario de Ronchamp (2017 y 2022).

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NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

A Casandra

Cuatro charlas sobre mirar y decir

Josep Quetglas

Ediciones Asimétricas

2021

Nota de los editores

La palabra y la mirada: ¿qué hace quien mira una obra y habla de ella? Quien se coloca frente a una pintura, la página de un libro, un dibujo en planta y sección, y habla de ellos, ¿acaso trata de revelar la verdad que haya en tal obra? Creo que su papel es más humilde. No pretende descubrir o fundar ninguna verdad, sino que se parece más bien a ese que, al observar una nube, le dice a su vecino: “–Fíjate, parece una jirafa”. El único propósito de sus palabras provisionales es hacer mirar con atención, ver con más perspicacia la nube.

Quien mira y habla no habla de la obra, habla de la mirada. Pro-pone mirar. Se describe a sí mismo mirando, y sugiere así a quien lee o escucha hacer otro tanto, volverse capaz de ver por sí mismo, dotarse de ojos capaces de mirar alrededor. No habla para escuchar su propia voz, para lanzar una proclama o para construir una teoría. Su verdad está en algo tan inestable como la mirada, y tiene una fácil comprobación: cualquiera que lea o escuche puede verificar por sí mismo si está viendo lo dicho, y entonces la palabra habrá sido eficaz —o, si por el contrario, la palabra no ha conseguido salir y prender fuera de la página, como le ocurre en algunos casos al sembrador de palabras del que habla Marcos.

Hablar de la mirada: quien así haga cumple el antiguo rito del Señor que habita en Delfos, que ni dice ni oculta, sino que da indicios.

Josep Quetglas ha sido Catedrático de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Cataluña y autor de numerosas publicaciones de teoría y crítica de la Arquitectura. Suyos son libros como La casa de Don Giovanni (1996), Pasado a limpio I (2001), Pasado a limpio II (2002) y Oíza, Oteiza: línea de defensa en Altzuza (2004), Artículos de ocasión (2004), Le Corbusier et le livre (2005), Breviario de Ronchamp (2017) y El horror cristalizado: imágenes del Pabellón de Alemania de Mies van der Rohe (2001 y 2020).

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VALE LA PENA LEER

There is no director’s cut

Jaume Prat Ortells

16/04/2020

Tomado de https://diario16.com/there-is-no-directors-cut/

La cola no aguanta el paso del tiempo. Si un libro se te deshace en las manos te lo tienes que recomprar, y está bien que además venga tomado en sándwich por un prólogo y un epílogo nuevos para bordar la excusa. Quería una copia legible de El Horror Cristalizado, y he aprovechado que Ediciones Asimétricas lo ha reeditado para volverlo a comprar. Confesión: lo que de verdad me interesa de un libro, aquello que le da vida, es el ritmo. Es aquella especie de música secreta, de pauta, que modula la velocidad y la intensidad de la lectura y que, más que cualquier otra cosa, es la responsable del mensaje. El ritmo es aquello que hace que un libro valga la pena. El ritmo es el primer responsable de la calidad literaria de una obra. El Horror Cristalizado es un libro con su propia música. El tema de esta obra parece claro: reaccionar sobre la reconstrucción en 1986 por parte de un equipo formado por Ignasi de Solà-Morales, Cristian Cirici y Fernando Ramos de aquello que ahora se llama Pabellón de Barcelona o Pabellón Mies van der Rohe. Si la crítica que llega después de la construcción de una obra se limita a glosarla se convertirá por definición en eso: en reaccionaria.

No es el caso de este libro, que, con mucha elegancia, obvia esta reconstrucción para centrarse en el pabellón de 1929. Las diferencias entre las dos obras son tan abismales que no es necesario ningún tipo de comparativa entre ellas para entender que aquello construido en 1986 no es el pabellón original. No es ni una obra de Mies van de Rohe. Es la idea que tres arquitectos comisionados por el Ayuntamiento de Barcelona tenían de esta obra. La reconstrucción viene a ser un remontaje de cualquier gran película hecho por tres artesanos del cine que hayan decidido firmar su obra como Director’s Cut (montaje del director). Excepto que el director ha muerto hace décadas y que ellos han asumido de manera unilateral y acrítica que la obra necesitaba un Director’s Cut. Y lo han hecho obviando todo aquello que caracterizaba la obra original. Es decir: se trata de una reinterpretación de la obra original que obvia la obra original haciendo buena la frase de Marx. De Groucho Marx: Todo en usted me recuerda a usted. Excepto usted. El Horror Cristalizado se centra en definir el Pabellón (permitidme que a partir de ahora sólo llame Pabellón al Pabellón de Alemania y asigne un nombre arbitrario a la reconstrucción: Iguanodonte [1]). Nuestro Iguanodonte ha pasado a formar parte de toda aquella colección de fraudes tipo la Reconquista, el descubrimiento de América o la Conquista del Oeste destinadas a una interpretación finalista de la historia, la misma que dice que ésta culmina aquí y ahora y que después de nosotros el infierno en una especie de revisita constante del milenarismo. El Iguanodonte, pues, ha ido viviendo asociado a una fundación que tiene por objeto representar una historia de la arquitectura catalana (no escrita todavía, por cierto) que lo atraviese por el centro con correspondencia a donde haga falta en cada momento por aquello de que quien escribe sobre algo lo controla sin importarle si eso que ocupa el centro tiene consistencia o no. Después, y ya me voy por las ramas, se montan interpretaciones sobre la interpretación y la bola de nieve crece y entonces viene la pregunta de qué pasa con las interpretaciones de la interpretación cuando la primera interpretación es el Iguanodonte creacionista de Sir Richard Owen, Mies missing materiality al frente por ser la más consistente y por jugar con el tiempo y por aludir a lo que pasará cuando se haya desmontado. Y lo que ha pasado es que se ha descubierto que el Iguanodonte es un Iguanodonte y que los que creen en él son unos creacionistas. Pero mejor volvemos al libro.

La obra se estructura como una pieza en tres actos de tres escenas cada uno. Para entender la naturaleza del libro podríamos llamar a los estudios realizados sobre uno de los personajes de ficción más famosos de todos los tiempos, el detective Sherlock Holmes. Investigando las obras que Arthur Conan Doyle escribió sobre él se han podido desentrañar algunos de los mecanismos de creación de la mente humana. Me explico: Holmes no deduce la solución a sus casos. Lo que hace es un acto de creación que a posteriori se bautizó como retroducción. Doyle acierta al describirlo para, después nombrarlo de manera errónea. Holmes inventa, literalmente inventa, la solución a partir de tantas premisas como pueda reunir sobre el caso. El método es sencillo: la solución será la explicación más sencilla posible capaz de satisfacer todos los hechos que el detective haya podido conocer y reunir. Si se obvia ni que sea uno solo de ellos la solución no será ni cierta ni satisfactoria. Pero lo que no hace esta solución es caer como consecuencia directa del razonamiento como si de una fruta madura se tratase. La solución es invariablemente creativa. En el caso del Horror Cristalizado la pista es la propia estructura de la obra, que nos habla de un acto de creación autónomo construido según el método holmesiano: a base de inventar una solución que ate todos y cada uno de los puntos que se hayan podido reunir por el camino. Huelga decir que la investigación efectuada sobre el material disponible ha sido exhaustiva, o tan cerca de esta exhaustividad como haya sido humanamente posible. Una vez efectuada se ha elaborado una explicación que la satisfaga, una explicación que, contrastada con cualquiera de las otras expliaciones sobre el pabellón y, por descontado, con el Iguanodonte, resulta mucho más coherente y satisfactoria, ni que sea porque contempla todos los factores conocidos. Resulta, también, tan divergente de ellas que pone las otras en entredicho. Lo que en cierto modo es uno de los objetivos del libro, pero no su problema, sino el problema de quien haya elaborado las paupérrimas explicaciones que soportan el hecho construido del Iguanodonte, tosco, mate, puro juego cerebral de proporciones precariamente reconstruidas, un proyecto finalista que tenía (que tiene) como único objetivo celebrarse a sí mismo con la mínima cantidad posible de memoria y de crítica por el camino. Esta ausencia deliberada de memoria y de crítica desemboca en la mayor traición a la obra de Mies: resucitar un elemento transitivo creado como tal. Mies no expresa ningún deseo real de reconstrucción porque este pabellón, una obra finita, ya pervive en el resto de su obra. El libro, en su forma de acto creativo cerrado, coherente, con capacidad de diálogo, apto para la discusión y la refutación, toma también la forma de elemento transitivo que sólo existe cuando es leído. Transitivo y tan consistente como el propio pabellón. Como la que quizá sea, como dice Guillermo Zuaznábar en el epílogo del libro, la única forma posible de reconstruirlo.

[1] El Iguanodonte es el primer dinosaurio conocido. Gideon Mantell, su descubridor, lo describió como un réptil enorme, ligero y terrible y así lo llamó (dinosario = lagarto terrible). El creacionista Sir Richard Owen, incapaz por razones obvias de aceptar que una especie pudiese extinguirse, lo reconstruyó como una bestia torpe, de sangre fría y movimientos lentos, una especie de bestia deficiente destinada a ser borrada del mapa por los más eficientes humanos en un mensaje tan carismático como falso que todavía pervive. Todo para que encajase con el mensaje divino.

ACA

NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

El horror cristalizado

Imágenes del pabellón de Alemania de Mies van der Rohe

Josep Quetglas

Prólogos

Rafael Moneo

Edición y epílogo

Guillermo Zuaznabar

Ediciones Asimétricas

[4ª edición revisada y ampliada]

2020

Nota de los editores

«Vuelvo a leer, con interés y gusto, el texto de José Quetglas sobre el Pabellón de Alemania en la feria de Barcelona de 1929, obra que consagró la figura del arquitecto Ludwig Mies van der Rohe […] Los relámpagos de lucidez que en un texto como este iluminan la compleja escena no pretenden convencer al lector de una determinada tesis, bien por el contrario, lo comprometen con el texto y lo obligan a una lectura reposada, encontrando a lo largo de ella momentos de lucidez que le harán sentirse próximo a lo que fue el drama de Mies. Un drama que puede que no quedase resuelto ni tan siquiera al cruzar el Atlántico. Leyendo el texto de Quetglas, y consciente de los relámpagos mencionados, uno agradece este modo de ver el nuevo rol del crítico”, escribe Rafael Moneo en el nuevo prólogo a El horror cristalizado de Josep Quetglas, realizado especialmente para esta cuarta edición, revisada y ampliada, que ha estado a cargo del eminente profesor, comisario e investigador Gillermo Zuaznabar. “Su forma no ha dejado de recoger y despedir, desde entonces, reflejos de distintas procedencias. ¿Hasta dónde?” se preguntaba Josep Quetglas en la salutación que redactara para presentar este libro hace ya más de treinta años, refiriéndose a sus sucesivas elaboraciones, primero como conferencia y luego como artículo hasta cristalizar en el texto definitivo. ¿Definitivo? Desde entonces, estas páginas no han cesado de reflejar la mirada con que tanto los lectores como el propio autor se acercan a él, acaso como un eco de la naturaleza ambigua y esquiva del propio pabellón.

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NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

La obra de Le Corbusier, quien quizás sea el más importante arquitecto del siglo XX, sigue ofreciéndose como una fuente inagotable de aproximaciones, lecturas e interpretaciones. El pasado año 2107 Ediciones Asimétricas (Madrid) publicó dos textos, cuyas notas elaboradas por los editores reproducimos a continuación, que se suman al ya largo acerbo de miradas que dan cuenta de lo hecho por reconocido maestro suizo.

Le Corbusier. Fragmentos

Aitor Goitia

Ediciones Asimétricas

2017

Le Corbusier es un creador complejo y fascinante cuyas ideas, propuestas, proyectos y libros son imprescindibles para entender la arquitectura de los últimos cien años. Autor de diecisiete edificios considerados Patrimonio de la Humanidad, cada una de sus piezas tiene una presencia impactante por su formidable intensidad lumínica, matérica y cromática.

Aitor Goitia se ha aproximado a las obras de Le Corbusier sin intención alguna de documentarlas exhaustivamente, o de realizar el consabido reportaje completo y descriptivo. Por el contrario, desarrolla una mirada deliberadamente parcial, impertinente, curiosa, insatisfecha… una mirada voyeur que libera la obra de LC de tantas aproximaciones repetidas y visiones agotadas.

Trabajando casi exclusivamente entre el primer plano y el plano detalle, los provocadores encuadres de Goitia consiguen una intimidad sorprendente con la áspera materia construida por LC. Revelados en esta visión de plano corto, los cuerpos arquitectónicos se impregnan de sensualidad al ser rozados apenas por la luz rasante o se cargan de barroco dramatismo al ser tallados a lumínicos hachazos; los fragmentarios motivos, desde su cercanía carnal, lanzan al espectador un inesperado guiño al teñirse de vibrante color.

En las imágenes que Aitor Goitia ha capturado acaso encontramos menos al arquitecto que al pintor purista de precisas composiciones y al vigoroso escultor de volúmenes bajo el sol. Sus fotografías nos enseñan a ver la obra de Le Corbusier con una mirada inaugural y renueva la filosofía del maestro al abrir, una vez más, des yeux qui ne voient pas.

Breviario de Ronchamp

Josep Quetglas 

Ediciones Asimétricas

2017

Y si consagrar (sacrare) era el término que designaba la salida de las cosas de la esfera del derecho humano, profanar significaba, a la inversa, devolver las cosas al libre uso de la gente» – Giorgio Agamben, «Elogio della profanazione»

Devolver al libre uso del común la obra de Le Corbusier en Ronchamp: tal sería el deseo de este Breviario. Le Corbusier padeció en 1948 el fracaso de su proyecto de la Sainte-Baume, fulminado por la prohibición de las autoridades de la Iglesia católica francesa. Pero en el cruce entre el camino de tierra, por donde entraban en lo que sería Francia, las poblaciones nómadas desde la Prehistoria, y el camino del agua, que une las fuentes y los cursos del Rin y del Ródano, Le Corbusier consiguió convertir una vieja capilla católica en un monumento a la presencia humana, identificada con la línea vertical que crea nuestro cuerpo en pie sobre la tierra, ligándolo a ese otro monumento que él mismo levantó muy cerca de aquí: la torre de control de la esclusa Kembs-Niffer, que dirige la marcha horizontal de las aguas.

ACA