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ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 350

San Luis es una urbanización inmersa en un valle verde entre colinas ubicada en el sureste de Caracas, Parroquia El Cafetal (una de las tres parroquias constitutivas del Municipio Baruta del Estado Miranda, Venezuela), que contiene una macro-urbanización del mismo nombre.

El desarrollo urbanístico de El Cafetal (todo un modelo de expansión urbana) se inicia a partir de 1964, en lo que fuera una hacienda cafetalera, cuyo territorio era frecuentemente inundado por quebradas afluentes al río Guaire.

Así, la avenida Principal de El Cafetal, eje de todo el desarrollo, se construye sobre la quebrada homónima, una vez realizada la compra de las tierras por parte de Eugenio Mendoza y Armando Planchart, en sociedad con Venezolana de Inversiones C.A. (VICA) empresa que tuvo a su cargo la realización de la Urbanización Las Mercedes. Tras la quiebra de VICA, Mendoza y Planchart deciden vender los terrenos abriéndose la posibilidad a la participación de diferentes urbanizadores entre los que se encontraban Venezolana de Bienes S.A. y también el Banco Obrero.

Esta avenida central denominada Raúl Leoni, en honor al expresidente que gobernó Venezuela entre 1964 y 1969, y que tradicionalmente conocemos como Boulevard El Cafetal, alimenta distintas urbanizaciones construidas entre los años 60 y 70 cuyo modelo de organización y planificación residencial se extendió desde Chuao, colindante con el rio Guaire, hasta el gran terreno que hoy ocupa el centro comercial Plaza Las Américas.

El éxito de El Cafetal se debió, por un lado, a su planificación urbana y, por el otro, a la posibilidad que se le abrió a la clase media de obtener financiamiento bancario para comprar vivienda. Por otra parte, cada una de las urbanizaciones que lo componen como parroquia, fue desarrollada independientemente a partir del estudio de la geografía de los valles que fueron ocupando para, a partir de allí, proceder a trazar la vialidad y realizar el parcelamiento siguiendo un modelo de desarrollo urbano sustentado en dotarlas de todos los servicios necesarios.

1. Vista aérea del Bulevar El Cafetal desde Caurimare con la urbanización San Luis a la derecha.

En aquella Caracas, en la que aumentaba de forma vertiginosa la cantidad de automóviles, los centros comerciales (muchos de ellos anodinos, conocidos como “strip center”), se convirtieron en una parte integral de la ciudad, fomentando la economía de escala. Obedecían a una tipología de locales dispuestos en fila con una acera al frente y áreas abiertas de estacionamiento, muy extendida en América del Norte a partir de 1930 y luego repetida en todo el mundo.

En el caso de El Cafetal, donde la movilidad urbana se sustentaba primordialmente en el transporte privado, asumir esta tendencia era una alternativa de desarrollo que acercaba al residente al comercio vecinal sin tener que salir de la urbanización la cual, sumada a la idea de simplemente conducir y estacionar al justo al frente del lugar donde se va a hacer la compra, se convirtió en modelo válido de acceder a bienes y servicios.

Bautizadas con nombres de santos católicos, las nuevas urbanizaciones del sureste se desarrollaron con características singulares. A su vez, en cada una de ellas se previó colocar los equipamientos necesarios para garantizar una mejor calidad de vida sin salir del vecindario: centros comerciales, colegios, iglesias, parques y áreas deportivas, hospitales y, en algunos casos, áreas de oficinas. Todo ello con base en una planificación que sectorizaba los equipamientos y ubicaba los edificios residenciales de densidad media en las partes bajas, y viviendas unifamiliares en las partes altas.

De esta forma surgieron Santa Marta, con un Centro Comercial y edificios en su parte baja, y un eje central arbolado que conduce a diversas calles donde predominan las casas; Santa Sofía cuya concepción se basa en un eje con edificios bajos que conduce a un parque céntrico, centro comercial, clínica, colegio, sectorizada en áreas Norte, Sur y Centro; San Luis, cuyos elementos urbanos más notables son su redoma, y sus áreas verdes; Santa Paula, caracterizada por la toponimia de sus calles con nombres de planetas y signos zodiacales; Santa Ana, concebida como un conjunto de casas ordenadas a partir de la Avenida Santa Ana que conecta con el Boulevard El Cafetal, cuyas calles poseen nombres de las ciudades de Venezuela, y, finalmente, Santa Clara, con un esquema similar.

2. Vista cenital de la urbanización San Luis.

Dentro de este universo de urbanizaciones rodeadas de una generosa geografía de montañas verdes, San Luis, es quizás una de las que cuenta con mayor cantidad de áreas verdes y tesoros urbanos. El conjunto, cuyo centro comercial recientemente ha cobrado auge gracias a una buena oferta gastronómica es, por su escala, seguridad y accesibilidad un oasis verde al interior de un pequeño valle montañoso, rodeado de frondosa vegetación, con un clima insuperable.

Su estructura se compone de dos zonas claramente diferenciadas: la zona baja de la avenida principal flanqueada de edificios multifamiliares de entre 8 y 10 pisos; y la zona de casas, en las partes más altas.

La imagen que acompaña nuestra postal del día de hoy reproduce el panfleto de venta de San Luis, cuyo desarrollo estuvo a cargo de la empresa Venezolana de Bienes S.A., bajo la dirección de Juan Gabaldón, como Gerente General, y cuyo diseño correspondió a José Antonio Ron Pedrique (1927-2001), miembro de la Sociedad Venezolana de Arquitectos (SVA).

3. José Antonio Ron Pedrique. Proyecto del Centro Cívico para la Avenida Bolívar de Caracas (1961).
4. José Antonio Ron Pedrique. Izquierda: Ciudad Balneario Higuerote. Plano de zonificación y parcelamiento (1956). Derecha: Edificios Camejo y Cruz Verde, avenida Bolívar (1966).

Cabe destacar que Ron Pedrique fue un prolífico arquitecto y urbanista venezolano, egresado de la primera promoción de la Escuela de Arquitectura de la UCV (1948), que junto a Jorge Romero Gutiérrez colaboró en el diseño de las urbanizaciones Prados del Este, Terrazas del Club Hípico y muy activamente en la Ciudad Balneario Higuerote. También desarrolló en 1961 el Proyecto de Centro Cívico para la Avenida Bolívar de Caracas, con formas puras, absolutamente modernas, y vanguardistas. Un plan que, como muchos otros sobre la emblemática avenida de la capital, nunca se llegó a concretar. Asimismo, Ron Pedrique fue el autor de los edificios bajos que se colocaron delante del Centro Simón Bolívar sobre el eje de la avenida Bolívar denominados Camejo y Cruz Verde (1966), transformados luego por Carlos Gómez de Llarena en el inconcluso Palacio de Justicia.

De vuelta a la postal, en la publicidad del parcelamiento se puede leer la oferta de lotes para quintas desde 400 m2, y para edificios de 2.000 m2. Dentro de sus amenidades, la urbanización contaría con una parcela para un centro comercial, un kindergarten, una clínica (afortunadamente no construida), y un club social de 26.000 m2. A su vez, ofrecía extensas áreas peatonales y recreacionales con más de 1.000.000 de m2. El aviso promocional también hace referencia a los permisos aprobados para el urbanismo por parte de la Dirección de Malariología y Saneamiento Ambiental, la Dirección de los Recursos Naturales Renovables, la Dirección General de Ingeniería y Obras Publicas del Distrito Sucre, sumados a los documentos del parcelamiento previamente protocolizados.

5. Urbanización San Luis. Parque La Fila.

Su área recreacional más importante es el Parque La Fila, un bosque nativo protegido por la Ley de bosques y gestión forestal, limitado a actividades conservacionistas, educativas, científicas, recreativas y ecoturísticas que, junto a otras áreas, completa, como ya se adelantó, alrededor de 1.000.000 de m2. La zona ocupa una colina que forma parte de la orografía de la zona y se desarrolla paralela a la avenida principal. El parque, cuyo nombre proviene del hecho de que se puede recorrer la colina por toda su cumbre, presenta características de bosque deciduo, o bosque seco, con vegetación xerófila y árboles caducifolios, con una importante presencia de aves como guacharacas, azulejos, guacamayas, zamuros, gavilanes y hasta búhos, así como perezas, rabipelados y serpientes. Por esta razón el parque se denominó “Refugio Ecológico Parque La Fila”, o “Refugio de Aves Billy y Kathy Phelps” (como constaba en una placa al final del parque que fue removida), en honor a la conservacionista y ornitóloga de origen australiano, que dedicó su vida en Venezuela a estudiar las aves del país, recolectando más de 80.000 ejemplares que hoy formar parte la Colección Phelps, la colección privada más grande de América Latina.

Originalmente el parque La Fila tenía un hermoso y adecuado paisajismo. La actual caminería al borde del cerro que conecta la parte central con la parte alta de la urbanización miraba sobre un área donde predominaba el césped, y sus bancas estaban sombreadas por frondosas trinitarias que, enredadas en pérgolas de metal y madera, por falta de cuidado fueron desapareciendo. Los bancos colocados espaciadamente marcando pausas en un camino aún subsisten en mal estado, y carecen de mantenimiento, y la vegetación se ha desvirtuado con la siembra sin criterio alguno de especies de plantas, arbustos y arboles no aptas para este tipo de espacios por parte de los vecinos y campañas de siembra mal implementadas. Por otro lado, este circuito de senderos y pequeñas plazas con bancos que se extiende sobre la fila del cerro permitiendo vistas al valle de San Luis y de Caracas, hoy está en muy mal estado debido al tránsito constante y sin control de bicicletas montañeras que han removido la capa vegetal.

Estos senderos forman parte, junto a muchos otros, de los tesoros ocultos de San Luis, pues la urbanización se encuentra inmersa en un intricando sistema de caminos y áreas verdes, con escaleras, rutas pavimentadas y plazas en distintos puntos, que permanecen cubiertas por la densa vegetación, que permiten llegar a cotas altas y urbanizaciones vecinas. Es un complejo sistema de sendas único en el sureste, también apreciable en Santa Paula o Santa Sofía (ambas diseñadas por Ron Pedrique), que permite hacer trekking entre urbanizaciones. En el fondo, podemos afirmar que las urbanizaciones están inmersas en una red peatonal, de distinta escala, forma y tipo, que pocos conocen y que han permanecido en el olvido. Un sistema de áreas verdes que aún esperan por ser recuperados, cuidados y mantenidos bajo una adecuada política que administre los parques vecinales para el disfrute de sus habitantes.

La actividad deportiva también tiene cabida en San Luis, donde se ubica el Polideportivo Jesús “Chucho” Ramos (1918-1977), sede de la liga con el mismo nombre, perteneciente a los Criollitos de Venezuela, en homenaje al célebre pelotero venezolano que se desempeñó como outfielder y primera base con los Rojos de Cincinnati, siendo uno de los primeros jugadores venezolanos en la historia en llegar a las grandes ligas norteamericanas.

6. El escultor italiano Aldo D’Adamo (1928-1990) y dos de sus obras ubicadas en la urbanización San Luis. Izquierda: «El amor verde» (1967). Derecha: «San Luis Rey de Francia» (1968).

Sin embargo, lo más representativo de San Luis es la valiosa escultura ecuestre donde se aprecia a un caballero vestido de armadura blandiendo una lanza ubicada en la redoma de acceso a la urbanización: el Monumento a Luis IX, “San Luis Rey de Francia” (1968).

Su autor es el escultor italiano Aldo D’Adamo (Ortona, 1928 – Ortona, 1990). D’Adamo, caracterizado por crear obras monumentales en bronce, se acerca al arte a mediados de la década de 1940, asistiendo a la escuela de Giuseppe Massari. Luego va a Turín y luego a Roma, donde abre un estudio en Plaza Barberini. En Roma asistió a los estudios de Emilio Greco, Pericle Fazzini y Renato Brozzi y expuso en varias «muestras colectivas», junto con Vespignoni, Guttuso, Mazzacurati, Monachesi y De Chirico. Sus obras en via Margutta, Piazza di Spagna y Vigna Clara despertaron inmediatamente un gran interés entre los conocedores y los críticos más atentos. Después de su rica experiencia en Roma, D’Adamo viene a Venezuela, donde, en Caracas, se le abrieron las puertas del Museo de Bellas Artes, bajo el patrocinio del Ministerio de Educación. En la capital venezolana es posible apreciar muchas de sus obras inmersas en espacios públicos: “El amor verde” (1967), ubicada en la redoma de la parte alta de San Luis que representa dos almas que se fusionan; “Don Bosco” (1969) en la Plaza San Juan Bosco de Altamira, y “La familia” en Santa Paula (1970), entre otras. El Monumento a “San Luis Rey de Francia” recientemente restaurado en 2022, fue declarado por el Instituto del Patrimonio Cultural como Bien de Interés Cultural de la Nación, en julio de 2005. El solo hecho de haber incorporado una escultura de esta envergadura al ornato de la urbanización, habla de una conciencia de los promotores y arquitectos en el desarrollo de la ciudad que va más allá de una simple operación inmobiliaria.

7. El artista venezolano Carlos González Bogen (1920-1992) y dos de sus obras incorpordas a la arquitectura del Centro Comercial San Luis.

San Luis también posee otras dos importantes piezas de arte moderno cuyo autor es el pintor, escultor y muralista venezolano, nacido en Upata, Carlos González Bogen (1920-1992). Sobre la fachada sur del Centro Comercial podemos admirar un mural en relieve integrado a la arquitectura elaborado en mosaico blanco y piezas de concreto, que aborda la abstracción geométrica, mientras que una estructura tridimensional de planos plegados en hierro, desarrollada en la etapa de la abstracción constructivista, se puede apreciar como un elemento plástico útil para ocultar las maquinas del sistema de aire acondicionado del edificio. Ambas obras, a pesar de su importancia, están desatendidas y suelen pasar desapercibidas, incluso dentro de la propia comunidad de vecinos que allí hacen sus compras.

La importancia de estas obras radica en cierta medida, en que son representativas de dos vertientes de trabajo del mismo artista: el mural en relieve, y el trabajo escultórico abstracto de elementos arquitectónicos en hierro como rejas, puertas, portones y muros. Estas dos vertientes hicieron que Bogen se convirtiera entre los años 70 y 80 en el artista y colaborador predilecto de muchos arquitectos para darle una nueva dimensión estética a las áreas de servicio, las instalaciones mecánicas, accesos y halls de entrada de edificios públicos y privados. Una forma de intervención artística, que, por demás, todavía está muy presente en la arquitectura contemporánea de Caracas.

8. Tres obras de González Bogen en Caracas. Izquierda arriba: Puerta del edificio del Banco Central de Venezuela. Derecha arriba: Puerta del edificio Seguros Orinoco. Abajo: Planta baja del edificio BOD (antes Banco Consolidado), La Castellana.

Los mejores ejemplos de la obra de González Bogen son las Puertas del Banco Central de Venezuela, del Centro Profesional del Este, y del edificio de Seguros Orinoco, en Caracas. Por otro lado los murales de González Bogen forman parte de la modernidad caraqueña, y pueden ser apreciadas en el Congreso de la República; Edificio Industrial Laboratorios Ponce y Benzo en Santa Eduvigis; antiguo Banco Ítalo-Venezolano; antiguo Banco de los Trabajadores de Venezuela; Centro Profesional del Este; Ciudad Vacacional Los Caracas; Edificio Angloven; Edificio Centinela; Laguna Beach Club; Teatro del Este; Palacio de Justicia; y Edificio El Universal, entre otros.

9. Vista del Ávila desde la parte alta de la urbanización San Luis. Parque La Fila.

Con todos los atributos que hemos señalado, San Luis es una urbanización con un entorno natural privilegiado, que está a la espera de acciones de cariño, cuido, sentido común y valoración por parte de sus propios habitantes, usuarios, comerciantes y autoridades locales. Un recinto que como otros que forman parte de El Cafetal, está urgido de planes de mejoras y renovación bajo la mirada atenta de arquitectos y expertos, así como de campañas que fomenten su identidad y sentido de pertenencia.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal. Colección Iván González Viso

  1. http://guiaccs.com/zona-8/

2. Google Earth

3. https://oscartenreiro.com/2013/12/28/una-pequena-historia-necesaria-ii/

4. Revista Integral, nº2, 1956 y Colección Crono Arquitectura Venezuela

5. Colección Iván González Viso y https://www.lavidadenos.com/volver-a-surtsey-a-ser-parte-de-su-fauna/

6. https://noivastesi.blogspot.com/2019/09/la-bagnante-1979-2019-lintensa-attivita.html y Colección Iván González Viso

7. https://patrimoniocuc.wordpress.com/tag/carlos-gonzalez-bogen/ y Colección Iván González Viso

8. http://vereda.ula.ve/wiki_artevenezolano/index.php/Gonz%C3%A1lez_Bogen,_Carlos y https://centroculturalconsolidado.org/arquitectura-y-arte/

9. https://www.lavidadenos.com/volver-a-surtsey-a-ser-parte-de-su-fauna/

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 183

El proyecto para un Motel en la Ciudad Balneario Higuerote, cuya vista de conjunto desde la playa ilustra nuestra postal del día de hoy, realizado por el arquitecto José Antonio Ron Pedrique (1927-2001), apareció publicado en la revista Integral nº 10-11 (abril 1958) como epílogo del artículo que presentaba justamente la “comunidad tipo recreacional” en la que se encuentra incorporado, la cual fue objeto de nuestra atención a través de la postal 79 comentada en el Contacto FAC nº44 (10-09-2017).

1. Ciudad Balneario Higuerote. Plano indicando la vialidad interna y los accesos
2. Ciudad Balneario Higuerote. Plano de zonificación y parcelamiento

Ubicado en la parte sur del complejo, más próximo si se quiere del pueblo de Higuerote, “frente a la amplísima playa de 70 metros de ancho de la Ciudad Balneario Higuerote”, el Motel se presentaba como una opción alternativa para aquellas personas que no contaban con los recursos suficientes para comprar una parcela urbanizada pero que buscaban disfrutar un corto período de contacto con el mar pudiendo disponer con instalaciones y servicios adecuados. De allí que Ron Pedrique se refiera a él como un lugar “estudiado para servir de Centro Recreacional Vacacional y de fin de semana” que “dispondrá de embarcadero propio y de un vasto jardín con piscina reglamentaria, pérgola, terraza, cine al aire libre, etc.”, tratando de desmarcarse en cierta medida de la connotación no siempre positiva que se le suele dar al motel tradicional, entendido como lugar de paso y con una alta rotación en cuanto al uso de sus instalaciones.

Página de la revista Integral nº 10-11 dedicada al Motel en la Ciudad Balneario Higuerote
Motel en la Ciudad Balneario Higuerote. José Antonio Ron Pedrique. Planta (1956)

Tendría el Motel 32 “apartamentos” organizados linealmente en un volumen de dos plantas que dispondrían de las comodidades y equipamiento para poder cocinar y albergar familias de hasta cinco miembros, con particular consideración de la privacidad de los huéspedes dentro de cada unidad pero a la vez buscándose propiciar el contacto entre ellos a través de los servicios comunes que se ofrecían: restaurant, bar, piscina, cine y jardines. Otro aspecto en el cual se tuvo “especial cuidado” fue el correspondiente a garantizar “un control riguroso desde la Administración y Gerencia sobre el acceso, el estacionamiento, todas y cada una de las puertas de entrada de los apartamentos, los corredores de circulación y la entrada de servicio”, componentes todos de un cabal funcionamiento al que prestaban mucha atención los proyectistas de la época.

A diferencia de lo que caracteriza a un hotel, este edificio fue pensado para operar con un mínimo de servicios esenciales que, traducidos en sencillez funcional y economía operativa reducen al máximo los costos, tal y como lo evidencia la disposición de las diferentes partes que lo constituyen. Dentro de la misma línea discursiva, la totalidad de los ambientes tanto privados como públicos han sido diseñados tomando en cuenta la ventilación natural cruzada y protegidos de la incidencia directa de la luz solar, lo cual no excluye el que cada habitación posea un aparato independiente de aire acondicionado. Además “el edificio goza de la mejor orientación, siendo óptimo en la playa abrir los servicios comunes hacia el Norte y los dormitorios hacia el Este, defendiéndose bien del Oeste, en este caso el corredor de circulación y grandes voladizos protegen totalmente de la insolación del Poniente y también hacia el Sur el edificio es completamente cerrado”. Como se verá, el arquitecto Ron Pedrique no deja de lado aspectos que, insistimos, eran parte esencial tanto de la formación como del ejercicio profesional durante los años 1950 a la hora de enfrentar cualquier ejercicio de diseño. Cierra la descripción aparecida en Integral señalando: “Esa misma orientación establecida por la insolación nos hace aprovechar la magnífica vista panorámica sobre la playa teniendo como fondo la imponente mole del Cabo Codera”, la cual es aprovechada por la terraza individual que posee cada apartamento.

Si bien el Motel no logró realizarse, pese a ser pensado desde una rigurosa racionalidad constructiva, y de que tampoco constituye una pieza que pudiésemos incluir como obra memorable dentro de nuestra arquitectura moderna, si nos ha parecido interesante encontrar tanto en su presentación como en su descripción y representación modos y atributos propios de un momento en el que los proyectos apelaban a similares medios expresivos para transmitir toda la información requerida para su comprensión. Así mismo, no deja de ser curioso el que este modesto edificio busque cobrar protagonismo en la presentación de la Ciudad Balneario donde se inserta como única muestra de la arquitectura que el planificador podía controlar dentro de la propuesta de conjunto, mostrándonos así su doble faz de urbanizador y diseñador arquitectónico.

Portada diseñada por Omar Carreño y sumario de la revista Integral nº 10-11, abril 1958

Tampoco es menos relevante recordar que el número 10-11 de la revista Integral en la que aparece el Motel, sale a la luz en abril de 1958, pocos meses después del derrocamiento de Pérez Jiménez, convirtiéndose este ejemplar en pieza altamente significativa desde su editorial, en el que se hace un recordatorio a las nuevas autoridades nacionales sobre la importancia de retomar la planificación como norte en la realización de las obras públicas en el país (ante la amenaza que constituía y constituyó el “plan de emergencia” puesto en marcha por Wolfgang Larrazábal al frente de la Junta de Gobierno y la discrecionalidad con que se actuó durante la dictadura), hasta las señales de un optimismo precario que enviaban los promotores de El Helicoide (quienes a su vez dirigían la revista y promovían la Ciudad Balneario Higuerote con Jorge Romero Gutiérrez a la cabeza) para salvarlo de la inminente quiebra a la que se llegó, pasando por el hecho de que aparezcan edificios notables como el hotel Humboldt (1956, Tomás J. Sanabria), la estación del Teleférico en Maripérez 1956, Alejandro Pietri y Alfredo Jahn -asociado-) y el Club Táchira (1955, Fruto Vivas) -cuyas presentaciones parecieran haber estado represadas-, así como el proyecto urbanístico de la Urbanización Los Canales (1957, Julián Ferris y Carlos Dupuy) acompañando al de la Ciudad Balneario Higuerote ya varias veces mencionado. Por tanto, en este contexto el Motel, sin duda, ocupa el lugar más bajo en escala de importancia.

Integral aparecería en otras cinco oportunidades por lo que el nº 10-11 (cuya portada es diseño de Omar Carreño) marca el punto culminante de su etapa madura y el comienzo a la vez de su declive. Además de lo apuntado aparecen en este número de colección interesantes artículos sobre el siempre importante y relegado tema turístico (“Turismo y turismo en América” del arquitecto Jacques Pereira), “El ocio obrero en Venezuela” y su tratamiento a través de una colonia vacacional en Margarita del arquitecto Simón Quinto, la sección “Flora, Arquitectura Paisajista y Conservación” dirigida por Carlos Guinand Sandoz donde en esta ocasión participa Leandro Aristeguieta con “Generalidades sobre los frailejones”, “El diseño industrial en sus relaciones con las artes visuales” del internacionalmente conocido profesor de estética italiano Gillo Dorfles y “Tiempo y forma fílmica” del asiduo colaborador Alfredo Roffé. Se suman las secciones fijas “Revista de revistas”, “Notas bibliográficas” y “Miscelánea” (dedicada a resaltar como nota luctuosa el fallecimiento de Carmen Méndez Arocha, primera arquitecta graduada en la FAU UCV el 29 de septiembre de 1951), en las que seguramente tienen participación relevante Violeta Roffé como coordinadora y algún que otro miembro del Comité de Redacción integrado por Carlos Guinand S., Leopoldo Martínez Olavarría, Tomás J. Sanabria, Juan Andrés Vegas, Julián Ferris, Fruto Vivas, Juan Otaola, José Sanabria y el aún bachiller Henrique Hernández.
El haberle dedicado la postal a una obra menor, como hemos visto, ha permitido repasar además, y sin proponérnoslo inicialmente, un importante episodio de la historia de nuestras publicaciones periódicas.

ACA

Procedencia de las imágens

Todas. Revista Integral nº 10-11, abril 1958

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 107

La imagen que ilustra nuestra postal del día de hoy corresponde a la perspectiva aérea del proyecto del Centro Cívico de Caracas, propuesto para ser construido en terrenos propiedad del Centro Simón Bolívar, C.A. (CSB), cuyo presidente Dr. Camilo Arcaya y el arquitecto responsable del mismo José Antonio Ron Pedrique hacen público en enero de 1961.

1. José Antonio Ron Pedrique. Proyecto de Centro Cívico para la Avenida Bolívar de Caracas. Centro Simón Bolívar. Desarrollo integral. Plan de obras y financiamiento, Caracas, septiembre 1961

El planteamiento, recogido en una publicación facsímil editada por el propio CSB (Centro Simón Bolívar. Desarrollo integral. Plan de obras y financiamiento, Caracas, septiembre 1961), forma parte de lo que Silvia Hernández de Lasala calificó como “Violaciones sucesivas. Notas sobre la arquitectura de la Avenida Bolívar de Caracas, después del Plan Monumental de 1939”, texto que integra el libro El Plan Rotival. La Caracas que no fue (1991) estudio coordinado por Marta Vallmitjana que aparece con motivo de la celebración del 50 aniversario de la aprobación del citado Plan.

En su escrito, sin pretender convertirse en una historia de cerca de 10 lustros de la Avenida Bolívar, Hernández de Lasala observa y registra lo acontecido con ese importante eje vial y la manera como es definido el espacio urbano que a él va asociado, paseándose por las diferentes proposiciones formuladas, atreviéndose a considerarlas, con diferentes grados de intensidad, de “violaciones” al plan de 1939. Desde las parciales, presentes en el desarrollo de la Reurbanización de El Silencio (Carlos Raúl Villanueva, 1942-45) y el Centro Simón Bolívar (Cipriano Domínguez, 1949), hasta el proyecto para el Parque Vargas (Carlos Gómez de Llarena, 1985) que a inicios de los años 90 del siglo XX ya se había empezado a materializar (pasando en el intervalo por transgresiones no realizadas como el “Trébol Radiante” de Richard Neutra, el propio “Centro Cívico” de Ron Pedrique, el “Centro Residencial El Conde” de Menéndez y Bemergui, la recogida en “Ciudad de Caracas/Casco Central” del IAU/FUNDACARACAS o las presentadas por Doménico Silvestro; efímeras como “Imagen de Caracas” (Juan Pedro Posani) o “Parque El Conde” (Jorge Castillo); y otras de nueva escala que sellan su destino como “Parque Central” de Siso y Shaw o la sede del Palacio de Justicia de Carlos Gómez de Llarena), Hernández de Lasala encuentra que es el propio Rotival el “gran violador” de los principios de diseño urbano que rigieron su propia propuesta, cuando en 1959 finaliza el encargo que le hiciera el CSB (“Tesis para el Centro de Caracas”) que la misma institución publica como Acción sobre Caracas.

2. “Tesis para el Centro de Caracas” presentada por Maurice Rotival en 1959 y publicada por el Centro Simón Bolívar bajo el título de Acción sobre Caracas
3. Propuesta de Rotival (1959) publicada en L’ Architecture d’aujourd’hui

El viraje planteado por Rotival en el que se buscaba concebir “una proposición más amplia, que superara las propuestas aisladas e inconclusas elaboradas hasta ese momento”, plantea la modificación del carácter simétrico inicial de eje de la Avenida Bolívar (flanqueada por edificaciones que reforzaban dicha condición), por la de una vía triunfal que remataba ahora también hacia el oeste (polo jerárquico opuesto al considerado por el Plan inicial) con un moderno “Centro Federal”, ubicado delante del parque Los Caobos y antecedido a su vez por un distribuidor vial que acentuaba la condición «expresa» del tránsito por la avenida y de elemento separador entre el norte y el sur del casco de la ciudad.

El giro que incorpora Rotival dará licencia y vuelo a la casi totalidad de las propuestas posteriores que se realizan sobre la avenida y muy particularmente a la que hoy nos ocupa y que tiene a Ron Pedrique como cabeza visible de un equipo interdisciplinario integrado por los arquitectos Stan Panasewicz, Peter Hugues y Ana Teresa Márquez; los ingenieros Rafael Raga, Jaime Balderrama, Tulio Pérez Planchart, Giuseppe Maule y el economista Panaghis Travios. Como dato no menos relevante vale la pena señalar que las perspectivas del informe ya citado que lo recoge fueron dibujadas por el arquitecto Lezsek Zawizsa.

Egresado en 1948 en la primera promoción de la Escuela de Arquitectura, perteneciente entonces a la Facultad de Ingeniería de la UCV, con estudios de especialización en Suecia en urbanismo y arquitectura sanitaria, José Antonio Ron Pedrique (1927-2001) se convirtió en uno de los arquitectos cuya impronta marcó la ciudad desde finales de los años 50 del que poco se ha escrito. Junto a Jorge Romero Gutiérrez realiza (prácticamente recién graduado), a finales de los años 40, los proyectos para las urbanizaciones Prados del Este y para la Ciudad Balneario Higuerote y luego, de forma independiente, para Cumbres de Curumo, Santa Sofía, San Luís y Santa Paula, entre otras. Fue Director Técnico del Centro Simón Bolívar entre 1960 y 1962, por lo que es bajo su gestión que se elabora el proyecto del Centro Cívico de Caracas. Posteriormente (1964-1966) diseña y se construyen los edificios gemelos de baja altura, prolongación del Centro Simón Bolívar, que albergarían por muchos años al INAVI (Cruz Verde, al sur) y Cartografía Nacional (Camejo, al norte), absorbidos y desdibujados por el proyecto para el Palacio de Justicia de Gómez de Llarena. Con ellos el propio Ron Pedrique se plegaba a planteamientos académicos y simétricos que se suponían superados por la imagen plasmada para el Centro Cívico.

4. Centro Simón Bolívar. Desarrollo integral. Plan de obras y financiamiento. Plano volumétrico

En todo caso, la propuesta de Ron Pedrique se apoya en los informes previamente elaborados por la Comisión de Estudios sobre la Utilización y Desarrollo de las Áreas propiedad del Centro Simón Bolívar, C.A., el Informe y recomendaciones propuestas por Maurice E. H. Rotival y los Planos y Documentación de la Dirección de Urbanismo del Ministerio de Obras Públicas y de la Oficina Municipal de Planeamiento Urbano. La propuesta propone usos y divide el área de 50 hectáreas asignada en cinco zonas: la Zona A, contigua a las Torres existentes del Centro Simón Bolívar; Zona B, destinada a la Plaza Cívica; Zona C recreativa cultural: la Zona D para el Palacio de los Ministerios y un Centro Comunal y la última, la Zona E, donde se propone la Comunidad El Conde, a ser resuelta por concurso.

5. Centro Simón Bolívar. Desarrollo integral. Plan de obras y financiamiento. Edificaciones (uso)

Dos citas de una entrevista concedida en 1989 por Ron Pedrique a Silvia Hernández de Lasala, que extraemos de su texto ya citado, son suficientemente esclarecedoras de la actitud pragmática y hasta cierto punto arrogante con que se enfrentó el proyecto, ilustrativas de cómo se visualizaba la ciudad, sus componentes y su desarrollo por aquel entonces. La primera refiere al proyecto del Centro Cívico: “La Avenida Bolívar es una autopista, está empalmada con la Autopista del Este y centraliza un caudal enorme de tránsito por todo el centro del casco urbano… Me parece bien la vía rápida como alimentación del Centro, la creación de una plataforma por encima de la Avenida y la utilización del desnivel que hay entre la Avenida Bolívar y la plataforma peatonal con estacionamiento… Se obtenía así una continuidad desde el Centro Simón Bolívar y el Parque Los Caobos”.

La segunda evidencia su cuestionable papel como gerente urbano que partía de la premisa de actuar sobre territorio devastado, situación que aún al día se hoy se padece: “Nosotros mandamos a arrasar a El Conde para quitar esa idea de la calle y la manzana de la cabeza. Esa era una zona de manzanas pequeñas parecidas a las de San Agustín… se nos criticó que parecía que se había bombardeado esa zona… Esa escala de cuadras y manzanas no va, no tenía valor alguno para su conservación. Zonas como esa podrían cumplir una función mucho más adecuada si hubiera una remodelación, un ordenamiento, una absorción de la zona para algo actualizado… El Conde era una estructura urbana que estorbaba, queríamos que de una vez se demoliera … lo tenían alquilado… estaba lleno de hoteluchos y pensiones”. A la luz de los efectos derivados del pensamiento que motiva esta última cita, del cambio de paradigma experimentado desde entonces en la manera como se debe actuar en el tejido urbano y de la situación actual de la avenida Bolívar y su entorno, a la cual habría que sumar las intervenciones provenientes de la Gran Misión Vivienda, preferimos que sea el lector, previa reflexión, quien saque sus propias conclusiones.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal. Colección Crono Arquitectura Venezuela

1, 2, 3, 4 y 5. https://oscartenreiro.com/2013/12/28/una-pequena-historia-necesaria-ii/