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¿SABÍA USTED…

…que el 14 de enero de 1969 se consagra la Catedral de Barquisimeto?

1. Catedral de Nuestra Señora del Carmen de Barquisimeto. Jahn Bergkamp con la colaboración de Alfredo Jahn Jiménez. 1969.

La que hoy es conocida como Catedral Metropolitana de Barquisimeto, ubicada en la avenida Venezuela, entre la avenida Simón Rodríguez y la calle 30, cuenta con una historia vinculada, indefectiblemente, a la iglesia de San Francisco de Asís, primer santuario de la ciudad con dicha calificación, localizada en la plaza Lara entre la avenida 17 y calles 22 y 23, cuya construcción se remonta a 1636 cuando el gobernador Francisco Núñez Melena confiere el correspondiente permiso promulgado desde su residencia en Puerto Rico.

2. Postal del año 1911 que muestra la antigua catedral de Barquisimeto (iglesia de San Francisco de Asís), luego de ser reconstruida en 1865.

A partir de la información que se encuentra en Wikipedia hemos conocido que el terremoto de 1812 reduce a escombros la centenaria iglesia y que en 1865 se termina su reconstrucción. También que en 1950 (85 años después) la onda expansiva del terremoto de El Tocuyo dañó de nuevo severamente su infraestructura. A raíz de ello, el Ministerio de Obras Públicas (MOP) decide demoler el templo, quedando en pie tan solo la torre del campanario (1865) y el reloj (1888).

Tras la demolición y por medidas de seguridad el mismo organismo decide trasladar la sede del principal santuario de la ciudad hacia otra zona y contratar en 1953 el proyecto que, por encargo de Monseñor Críspulo Benítez Fonturvel (1905-1991), será coordinado y programado por la Diócesis de la ciudad. En esta ocasión el templo será consagrado en honor a Nuestra Señora del Carmen siendo los arquitectos responsables del anteproyecto Jahn Bergkamp con la colaboración de Alfredo Jahn Jiménez.

3. Maqueta de la primera propuesta de 1959 para la nueva catedral de Barquisimeto elaborada por Jahn Bergkamp con la colaboración de Alfredo Jahn Jiménez.

La culminación del proyecto data de 1959 y en esta primera propuesta el edificio tenía 3.600 m2 de construcción. En virtud de que las dimensiones planteadas sobrepasaban el presupuesto establecido le corresponderá al arquitecto Bergkamp hacer los ajustes necesarios en cuanto a la reducción de su tamaño y elaborar el proyecto definitivo que termina en 1963. La obra se inicia en 1964, se culmina en 1968 y se consagra el 14 de enero de 1969 (día de la Divina Pastora, patrona de la ciudad) por el cardenal José Humberto Quintero Parra. Fue ejecutada por la Constructora Jahn, C.A. a un costo aproximado de 7 millones de bolívares.

4. La catedral de Barquisimeto en plena construcción.

En el tiempo transcurrido entre la demolición de la antigua Catedral y la terminación de la nueva, las funciones que anteriormente se tenían en la iglesia de San Francisco se delegaron temporalmente al templo más antiguo de Barquisimeto: la iglesia de la Inmaculada Concepción.

5. Vista aérea de la implantación de la catedral y su contexto.

Para su momento la nueva Catedral de Nuestra Señora del Carmen de Barquisimeto era una obra tipológicamente nada convencional. De avanzada ingeniería, tiene forma de paraboloide hiperbólico similar a una flor de cuatro pétalos cuya cubierta fue construida con una red de cables de acero post tensados, recubiertos de concreto que sostienen paneles traslúcidos de material acrílico, que permiten crear la atmósfera interior que tiene el templo.

6. Tres vistas exteriores de la catedral

En las cuatro alas de la edificación se encuentran los asientos para los fieles que participan de la celebración eucarística y en la unión de las alas (centro del edificio) el proyectista dispuso la alta torre del campanario (que permite su lectura a mucha distancia) además del espacio donde se ubica el altar sobre el cual se encuentra un Cristo suspendido. Bajo el altar se halla una cripta de tres niveles.

7. Dos tomas del interior de la iglesia.

Su correcta distribución arquitectónica permite la adecuada ventilación de todos sus espacios y una visibilidad óptima hacia el punto focal del culto lo cual, sumado al tratamiento de la iluminación, hace del enorme espacio un lugar realmente confortable.

En el exterior de la catedral predomina el color blanco y en el tratamiento de sus fachadas puede observarse la inclusión de detallados vitrales rectangulares con motivos religiosos conmemorativos, así como la presencia de elementos de protección solar. Por su parte, el tratamiento de las áreas exteriores contempló la realización de dos plazas que la rodean, una pequeña casa parroquial, un anfiteatro en la fachada posterior, un salón subterráneo para realizar misas privadas y un importante espacio para acceso vehicular al norte de la misma.

8. Intervenciones realizadas durante los años 90 del siglo XX.

Tras su consagración y apertura, en 1998 se inició una remodelación del edificio en la cual se eliminó el bautisterio, y el techo pasó de tecnoplástico de color azul con poliestireno abajo, a vidrio de seguridad de tipo reflectivo. También por esos años se realizó un campanario externo que se ubicó en una de las esquinas del terreno (cruce de las avenidas Venezuela y Simón Rodríguez), se colocó el Cristo que cuelga sobre el altar (cuya autoría, pese a indagar, aún desconocemos), los vitrales del viacrucis de arte abstracto se sustituyeron por otros de corte más figurativo, se construyó la casa parroquial y se levantó una cerca perimetral.

9. El templo de San Francisco de Asís en la actualidad.

Durante el período de la elaboración de la nueva catedral, el MOP, que en un primer momento había decidido demoler por completo la iglesia de San Francisco de Asís, reconsideró la decisión iniciándose un lento proceso de reconstrucción que comenzó por “las arcadas interiores, la parte del altar mayor, la cúpula, y la fachada con concreto martillado siendo esta la que se refleja actualmente”. Además “cuenta con cercos de terracota, las paredes laterales son de tierra frisada y su techo es de madera cubierta de tejas” y cuenta con “3 puertas laterales y una principal”. Así mismo se remodeló la cúpula del altar mayor. “Cuenta con cuatro arcos y uno de ellos es el único que se conserva en su totalidad desde su primera remodelación”.

10. La Catedral de Barquisimeto: ícono de la ciudad.

La nueva Catedral, ícono de la ciudad, es el destino de la procesión de la imagen de la Divina Pastora, que cada 14 de enero parte de Santa Rosa hasta allí, para luego emprender el recorrido parroquial que concluye el sábado previo a la Semana Santa, cuando retorna a la iglesia de Santa Rosa.

ACA

Procedencia de las imágenes

  1. Venezuela, te extraño (https://www.facebook.com/venezuelatextra/photos/a.374588649220261/1040854185927034/?type=3)

2. Correo de Lara (https://correodelara.com/http-bit-ly-2dvwjwk/)

3 y 4. Colección Crono Arquitectura Venezuela.

5. Flickr (https://www.flickr.com/photos/bqto/244134249/in/photostream/)

6. Lara – En Redes (https://www.facebook.com/story.php/?story_fbid=1157101888969439&id=100040089157854&paipv=0&eav=AfZZmaEPqrFc5wF-uLYvNIzzerxNgNCdfvc0bqeXYOthp1ZKqUC9At_L28GTGvs4Bx0&_rdr); Wikipedia (https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Foto_antigua_de_la_Catedral_de_Barquisimeto.jpg); y Steemit (https://steemit.com/spanish/@emiliomoron/catedral-de-barquisimeto-un-poco-de-historia-y-sus-caracteristicas)

7. Colección Crono Arquitectura Venezuela; y Steemit (https://steemit.com/spanish/@emiliomoron/catedral-de-barquisimeto-un-poco-de-historia-y-sus-caracteristicas)

8. PAKD (https://peakd.com/tag/@adyorka/una-catedral-diferente); Fotopaises.com (https://www.fotopaises.com/foto/barquisimeto-venezuela-22961); y Wikipedia (https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Catedral_de_Barquisimeto_Cristo.jpg)

9. Iglesia de San Francisco de Asís en Barquisimeto (https://puzzlegarage.com/puzzle/13754/?lang=es); y Correo de Lara (https://correodelara.com/http-bit-ly-2dvwjwk/)

10. Wikipedia (https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Catedral_Metropolitana_de_Barquisimeto.jpg) ; y (https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Panor%C3%A1mica_del_interior_de_la_Santa_Iglesia_Catedral_Metropolitana,_Catedral_de_Barquisimeto.jpg)

50 AÑOS DE LA CASA DE LA ÓPERA DE SIDNEY (SYDNEY OPERA HOUSE)

1. La Casa de la Ópera de Sidney el día de su inauguración el 20 de octubre de 1973.

Rememorar los 50 años de uno de los edificios más famosos y distintivos del siglo XX permite, con la brevedad de caso, repasar el interesante proceso que le dio origen, cómo se produjo su gestación y las vicisitudes que envolvieron su construcción, hasta derivar en su rimbombante inauguración el 20 de octubre de 1973, con la presencia de la reina Isabel II de Inglaterra y la ausencia prácticamente forzada de su creador: el arquitecto danés Jørn Utzon (1918-2008). También nos lleva a constatar que, una vez superados los traumas que acompañaron los 14 años que demoró su ejecución y las polémicas por ello suscitadas, finalmente la obra, tal y como la vislumbró quien la concibió, se convirtió en ícono de la ciudad y atracción turística para visitantes procedentes de cualquier lugar del planeta.

Para empezar, vale la pena recordar que correspondió al entusiasmo desplegado por Joseph Cahill, Primer Ministro del partido laborista de Nueva Gales del Sur, Australia, convocar en 1956 un concurso de ideas a nivel internacional con un premio de 100.000 dólares, dirigido a posicionar su capital, Sidney, en el circuito de las más importantes ciudades musicales del mundo, y destinado a albergar un edificio especializado para la ejecución de ópera que a su vez sirviera de casa permanente a la orquesta sinfónica y contemplara el montaje grandes producciones teatrales.

2. El emplazamiento escogido para ubicar la Casa de la Ópera de Sidney cuando aún estaba ocupado por el Fort Macquarie construido allí en 1817.

El emplazamiento escogido por los organizadores fue privilegiado: la península Bennelong Point a la entrada de la bahía de Sídney donde por razones de defensa se había construido en 1817 el fuerte llamado Fort Macquarie. En cuanto al programa se debía prever una gran sala para conciertos y ópera con 3.000 ó 3.500 asientos, una sala de menor tamaño para 1.200 espectadores y un salón para música de cámara con 300 butacas, así como salones para ensayos, un restaurante, un teatro experimental con 400 asientos y la última palabra en maquinaria para la escena. Se trataba, por tanto, de una edificación compleja que superaría los 60.000m2 con pocas referencias similares previas.

Por otro lado, como señalará Félix Candela en un punzante artículo publicado en la revista Arquitectura del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM) en diciembre de 1967, titulado “El escándalo de la Ópera de Sidney”: “Las bases del concurso no estaban muy claras ni precisas, como ocurre a menudo, y el programa tenía importantes lagunas que nunca fueron debidamente corregidas y completadas al elaborar el programa definitivo por los dos organismos posteriormente nombrados para ello”, origen de una serie de problemas que luego aparecerían.

3. El jurado del concurso en plena deliberación. Eero Saarinen es el tercero de izquierda a derecha.
4. Dibujos presentados por Utzon para el concurso. Arriba: Croquis con la solución inicial. Centro: Perspectiva (izquierda), corte (derecha arriba) y fachada (derecha abajo). Abajo: Planta de techos con sombra (izquierda) y planta del podio (derecha).

Otro dato interesante (convertido en leyenda) surge asociado al proceso de selección de la propuesta ganadora de entre los 223 trabajos presentados provenientes de 32 países. El jurado del concurso, formado por los arquitectos Harry Ingham Ashworth, Leslie Martin, Cobden Parkes y Eero Saarinen, con la ausencia del último quien se dice llegó con retraso el día de las decisiones finales, ya había seleccionado 10 trabajos como finalistas. Una vez presente, Saarinen recupera entre los 213 proyectos descartados el de Jørn Utzon para convencer al resto de evaluadores del valor de la propuesta, quienes se acabarán pronunciando de forma favorable y por unanimidad ante lo presentado por el arquitecto danés.

Utzon, quien para entonces contaba con sólo 37 años, y con una corta pero sólida trayectoria desarrollada en Dinamarca recurre, atendiendo una sugerencia de los organizadores del concurso, a solicitar los servicios del reconocido ingeniero estructural británico Ove Orup (1895-1988), importante compañía en el camino de “llevar a la realidad” su atractiva idea: “…poco más de un croquis de funcionamiento, con varias perspectivas a mano alzada, muy graciosamente dibujadas, por cierto- (que) mostraba lo que parecía ser un grupo de grandes velas blancas desplegadas al viento de la bahía”, según la escéptica apreciación de Félix Candela.

5. Primera página de los artículos escritos para la revista Arquitectura por Félix Candela (izquierda) y Rafael Moneo (derecha)

Quizás sea el artículo del experimentado arquitecto y constructor hispano-mexicano la mejor guía para seguir la ruta crítica recorrida por la propuesta de Utzon desde que fue presentada hasta que, por razones de índole política, tuvo que acelerar su conversión en proyecto “construible” y todo su traumático andar en ese sentido, que desembocaría en la separación del arquitecto de la dirección de la obra en 1966 a raíz del cambio de rumbo producido en el gobierno de Nueva Gales del Sur y el elevado costo que alcanzaba la obra con relación a su previsión inicial. Para ese momento estaba a punto de ser culminada la segunda etapa donde se encontró la solución idónea que permitió calcular y levantar todo el sistema de bóvedas externas que caracterizan al edificio.

También, como contrapartida, es fundamental leer otro artículo elaborado por el entonces joven de 30 años Rafael Moneo, participante como integrante de la oficina de Utzon en parte del desarrollo de la solución geométrica del proyecto entre 1961 y 1962, quien responde a Candela en enero de 1968 (también a través de la revista Arquitectura) con el texto “Sobre el escándalo de Sidney”, reivindicando la figura de su maestro.

6. Izquierda: Primera página de The Sydney Morning Herald del 30 de enero de 1957 anunciando el veredicto del concurso, señalándose que la propuesta ganadora era «la más económica de construir». Derecha: Portadas de los dos libros publicados por Utzon relacionados al proyecto de la Casa de la Ópera de Sidney. Red Book (arriba) y Yellow Book (abajo)

Otra ruta interesante para aproximarse a lo que sin duda fue un polémico edificio cuya construcción se valoró, en la fase de concurso, en 7 millones de dólares, que en 1966 el presupuesto empleado ya sobrepasaba los 40 millones, y que su costo final en 1973 rebasó los 100 millones (costos que, paradójicamente se vieron incrementados por la marcha de Utzon), es consultar, como lo hace Guillem Carabí-Bescós en “De la mancha a la geometría: Jørn Utzon y la Casa de la Ópera de Sydney”, artículo publicado en arquiteturarevista, julio-diciembre 2017, por un lado, los artículos de prensa publicados por el Sydney Morning Herald durante todo el proceso que acompañó la selección de la idea y la construcción y, por el otro, los dos libros testimoniales publicados por Utzon: el “Libro Rojo” (Red Book, 1958, dedicado fundamentalmente a mostrar la propuesta presentada a concurso), y el “Libro Amarillo” (Yellow Book, 1962, donde se registra todo el proceso que condujo a la solución constructiva y la geometría que permite desarrollar las cubiertas como elementos de una misma matriz).

7. Maqueta en corte mostrando la estructura de las cubiertas (izquierda arriba). Forma esquemática de la procedencia a partir de la geometría de la esfera de las bóvedas en forma de concha de la cubierta (izquierda abajo). Versiones sucesivas de la solución de formas para la cubierta (derecha)
8. El podio -primera etapa- (arriba) y las cubiertas -segunda etapa- (centro y abajo), en pleno proceso constructivo.
9. Jørn Utzon (izquierda) y vista aérea de la Ópera de Sidney y su contexto (derecha)

Si bien la propuesta conceptual de Utzon era nítida: un podio o zócalo que se “socava” para resolver las áreas de espectadores de las salas junto a todos los servicios, y una cubierta posada sobre aquel que asumiría tanto los retos acústicos como el carácter simbólico del edificio en su emplazamiento, esto último se convirtió en su gran dolor de cabeza debido a la disociación inicial entre proyecto y estructura dada la manera cómo inicialmente fue concebida, y la solución que se dio finalmente con la finalidad de “simplificar” su construcción. “Tras más de 5 años de estudios de la ingeniería (del 57 al 61), la estructura tal cual se concibió hubo de transformarse en un abanico cuya geometría esférica, pese a favorecer su prefabricación y racionalidad constructiva, desplazaba la promesa del concurso hacia unas conchas más ‘picassianas’. El descubrimiento de esta solución esférica, celebrado con maquetas conceptuales y metáforas orgánicas, iniciaba una lógica en el proyecto que daría las pautas del resto de decisiones de su desarrollo posterior, desde los paneles cerámicos de recubrimiento, hasta los desgraciadamente no ejecutados estudios para las carpinterías y para los techos de los auditorios”, apuntará Alberto Peñín en “La transformación del proyecto arquitectónico durante el proceso constructivo. La Ópera de Sidney y el Centro Pompidou de París”, publicado en Proyecto, progreso, arquitectura, nº 7, Sevilla, 2012. Penín realiza un interesante análisis comparativo entre dos obras emblemáticas muy disímiles pero que siguieron procesos parecidos, donde la segunda aprendió de muchos de los errores cometidos en la primera y donde se cumple aquello de que “el concurso define el guion, la obra, el desenlace”.

10. Imágenes de detalles y espacios de la edificación terminada (tercera etapa) realizada sin la presencia en obra de Utzon bajo la responsabilidad de Peter Hall, DS Littlemore y Lionel Todd.

Mucho se escribió y se ha continuado escribiendo sobre esta incontestable demostración del talento humano que es la Casa de la Ópera de Sidney. Cubre 1.8 hectáreas; tiene 183 metros de largo y alrededor de 120 metros en su parte más ancha; y se apoya en 580 pilares hundidos hasta una profundidad de 25 metros bajo el nivel del mar.

Finalizada con un retraso de 10 años con relación a lo previsto inicialmente, la segunda etapa fue concluida y asumida toda la tercera (diseño interior, acabados, revestimientos y cerramientos) por un equipo de arquitectos locales nombrados por el gobierno australiano a la salida de Utzon de la dirección de la obra (Peter Hall, DS Littlemore y Lionel Todd), quienes introdujeron cambios significativos en cuanto al destino y capacidad de algunos de sus espacios más importantes a solicitud de los potenciales usuarios.

Cualquiera sea la mirada que se pose sobre ella permite develar procesos, obstáculos, actitudes que aderezan un recorrido del proyecto hasta su culminación el cual deja incontables aprendizajes. Pese a lo tormentoso del proceso que condujo a su terminación pocos son los que hoy dirían que no valió la pena: “atrae a más de 8 millones de visitantes al año y un informe realizado por Deloitte en 2013 calculó que la afluencia de turistas y excursiones culturales locales suman USD 775 millones a la economía australiana cada año”, recogemos de una nota de prensa.

11. Juegos de luces realizados con motivo de la celebración de los 50 años de la Casa de la Ópera de Sidney el pasado 20 de octubre.

Después de la Torre Eiffel y la Sagrada Familia, y antes que el Pompidou y el Guggenheim de Bilbao, la Ópera de Sidney denota, una vez más, la apuesta de una ciudad por tener un ícono que terminará siendo no sólo un elemento que resuelve problemas de equipamiento necesarios, sino que se convierte en imagen de todo un país y casi todo un continente. No olvidemos que se trata del edificio que más pronto desde su apertura fue declarado Patrimonio de la Humanidad (2007).

Sobre la solitaria, estoica y a veces mesiánica actitud asumida por Utzon se podría escribir otra extensa nota. Pero lo que deja constancia de su compromiso, convicción y capacidad de trabajo en medio de un camino sembrado de dificultades, transitado con el apoyo de Arup, es el testimonio dejado por éste acerca de su relación con el arquitecto danés: «De ninguna manera quería hacerle volver a la tierra existiendo la posibilidad, por remota que fuera, de que él me hiciera a mí subir al cielo».

ACA

Procedencia de las imágenes

  1. http://www.bubblemania.fr/es/jorn-oberg-utzon-sydney-opera/

2 y 6. https://www.redalyc.org/journal/1936/193654981001/html/

3. https://upcommons.upc.edu/bitstream/handle/2117/106108/119-299-1-SM_PPA_Promesa%20y%20Construccion.pdf

4. https://www.redalyc.org/journal/1936/193654981001/html/, https://upcommons.upc.edu/bitstream/handle/2117/106108/119-299-1-SM_PPA_Promesa%20y%20Construccion.pdf y https://www.eldebate.com/cultura/20230131/opera-sidney-celebra-partida-doble-cumple-50-anos-consigue-arreglar-problemas-sonido_89697.html

5. https://www.coam.org/es/fundacion/biblioteca/revista-arquitectura-100-anios/etapa-1959-1973/revista-arquitectura-n108-Diciembre-1967 y https://www.coam.org/es/fundacion/biblioteca/revista-arquitectura-100-anios/etapa-1959-1973/revista-arquitectura-n109-Enero-1968

7. http://moleskinearquitectonico.blogspot.com/2008/05/la-pera-de-sdney.html, http://arquitextosblog.blogspot.com/2016/07/opera-de-sydney.html y https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%93pera_de_S%C3%ADdney

8. https://www.creactivistas.com/2013/11/sydney-opera-house-australia-1956-73.html y https://cnnespanol.cnn.com/2023/10/20/atraccion-mas-famosa-australia-opera-sidney-cumple-50-anos/

9. http://www.bubblemania.fr/es/jorn-oberg-utzon-sydney-opera/ y https://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/6559/17Icc17de39.pdf?sequence=17&isAllowed=y

10. https://cnnespanol.cnn.com/2023/10/20/atraccion-mas-famosa-australia-opera-sidney-cumple-50-anos/, http://arquitextosblog.blogspot.com/2016/07/opera-de-sydney.html, https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%93pera_de_S%C3%ADdney, http://moleskinearquitectonico.blogspot.com/2008/05/la-pera-de-sdney.html, http://www.bubblemania.fr/es/jorn-oberg-utzon-sydney-opera/, https://www.pmi.org/learning/library/es-opera-de-sidney-12469 y https://www.elhombrequeviaja.com/opera-sidney-sydney-opera-house/

11. https://www.hola.com/actualidad/2014052671517/opera-sidney-espectaculo-luz-color/ y https://www.diariolasamericas.com/cultura/australia-celebra-el-50-aniversario-la-opera-sidney-n5345337

VALE LA PENA LEER

Arquitectura, ¿adónde vas?

Los últimos iconos construidos en Corea y Dubái coinciden en el tiempo con proyectos marcados por la preocupación social en México. La crisis obligará a elegir

Anatxu Zabalbeascoa

Exterior de los almacenes The Galleria diseñados por OMA en Gwanggyo (Corea del Sur).

12 de septiembre 2020

Tomado de El País/Babelia

La arquitectura construye el mundo, no puede proyectar de espaldas a él. Para anticipar el futuro y dar respuesta a nuevas urgencias debe arriesgar. El resultado puede acertar o fallar, y entonces convertirse en un testigo incómodo. Ese equilibrio inestable entre tratar de anticipar las necesidades del mañana y erigirse en recordatorio de fallos del pasado convierte esta disciplina en un arte lento. La industria que también es trabaja despacio por otros motivos. Contrariamente a lo que podría sospecharse —por la constante invención de materiales y la imparable mejora del desarrollo tecnológico—, los tiempos de la arquitectura están cada vez más dilatados. En parte porque la tecnología superavanzada o los materiales ultrainteligentes no son siempre los más apropiados, económicos o disponibles; en parte por la burocracia de controles normativos y, en una parte no desdeñable, porque ya hemos aprendido que lo que encarece muchos proyectos arquitectónicos no son solo las ocurrencias, o los malos cálculos, de algunos arquitectos, sino también las contabilidades paralelas: las enormes, y con frecuencia oscuras, cifras que mueve la construcción. Así pues, hace ya mucho tiempo que el juego no está solo en manos de quienes proyectan edificios y ciudades, si es que alguna vez lo estuvo, cuando cliente y arquitecto buscaban un mismo fin: la legendaria inmortalidad.

¿Qué ocurre ahora? ¿Se está dando una arquitectura de reacción ante los grandes problemas que sacuden el planeta? Entre construir en balde un oxímoron como un hospital de campaña permanente —también tiene un coste mantener lo innecesario— o dotar de infraestructuras, por rudimentarias que sean, a quienes las necesitan hay un mundo. Lo primero es incomprensible desde la lógica del uso, pero la lógica de la corrupción es más perversa que la de la función. Lo segundo requiere que el arquitecto sea, además de proyectista, agente social. Entre esos dos extremos hay necesarias ideas de reciclaje urbano, acondicionamiento energético, convivencia cicatrizante con lo existente y, por supuesto, el esfuerzo sisífico de reinventar la pólvora para que no cese el espectáculo. Una pregunta siempre pertinente consiste en descubrir qué es hoy la verdadera pólvora arquitectónica. La respuesta debería extender la sostenibilidad de lo energético y lo material a lo social.

Más allá de un creciente peligro global que pone a prueba nuestra capacidad de acuerdos y evidencia nuestros desacuerdos, la plaga de la covid-19 es un aviso muy serio sobre las formas de vida, la explotación del planeta y las prioridades de las últimas décadas. Esa advertencia se refleja en la arquitectura que se está proyectando ya en intervenciones efímeras que —como sucede durante los grandes eventos— han tenido una escala urbana. Se trata de un urbanismo, en principio temporal, que ha devuelto las calles a los ciudadanos —limitando el tráfico de coches— y que algunas alcaldesas, como las de París o Barcelona, han comenzado a adoptar para transformar permanentemente sus ciudades.

Nueva sede de Swatch en Biel (Suiza), de Shigeru Ban.

Ese espíritu de lógica social no es nuevo. Lleva años presente en trabajos poco publicitados por humildes o porque su construcción no tiene una repercusión económica más que en quien apenas tiene. Informar sobre la convivencia de arquitecturas es una obligación y una riqueza. En la cosecha arquitectónica del coronavirus conviven, como sucede tras las crisis, una mezcla de autocrítica, buenas intenciones y sálvese quien pueda. Junto a las propuestas de reconquista ciudadana —que cuestionan también la prioridad conferida al turismo que ha vaciado los centros urbanos— afloran iniciativas para expandir el ámbito de la arquitectura, propuestas para hacerla seriamente sostenible y también una voluntad de aumentar la espec­tacularidad de la disciplina.

Empecemos por el final. En la versión más llamativa de la nueva arquitectura, el ganador es Rem Koolhaas, al mando del estudio OMA, con los grandes almacenes levantados en Gwanggyo (Corea del Sur), para el grupo empresarial Galleria. Morfológicamente, el edificio trata de acercarse a una roca. Esa ambición deja al espectador con la duda de si se trata de un inmueble realmente feo —y por siniestro justamente sorprendente— o si es de nuevo Koolhaas el que se adelanta a lo que todavía no alcanzamos a comprender. No se trata —no sobra decirlo— de juzgar maniqueamente un inmueble como bonito o feo. Se trata de reaccionar a una primera impresión justificada por los arquitectos a partir de “la falta de peso visual del barrio”, una ciudad dormitorio sin historia a 25 kilómetros de Seúl. Es cierto que el panelado pétreo triangular que lo envuelve logra más expresión que los rascacielos que lo rodean, pero la banda externa —que construye una lúcida circulación perimetral— termina envolviendo la roca como la cinta del lazo en un regalo. Vistas las circulaciones perimetrales de la Biblioteca de Seattle o la de Doha, cabe plantearse si Koolhaas no será fundamentalmente bueno en organizar el desfile de los usuarios y el resto se lo juega al alto riesgo: para arraigar el barrio, ha hecho aterrizar un meteorito.

Otro de los nuevos proyectos es un agujero enmarcado, firmado póstumamente por Zaha Hadid, que inevitablemente también sorprende desde su espectacular forma. Está en Dubái, a pocos metros del rascacielos más alto del mundo, el Burj Khalifa. Se llama Opus, pertenece al grupo hostelero español Meliá y está formado por dos torres unidas en la base y la corona. El agujero que las separa actúa como un patio de luces y permite el control de seguridad en los accesos. Su audacia formal contrasta, sin embargo, con la decisión poco razonable de construir en el desierto con una fachada de vidrio, el llamado muro cortina. Es cierto que ese acabado hace que el propio edificio desaparezca entre los reflejos de sus vecinos, pero más allá de ignorar el genius loci, la lógica energética hace agua y eso termina hablando de pasado. Y pesando sobre el futuro.

Proyecto para ampliar viviendas con estructuras de bambú reciclado de la mexicana Rozana Montiel.

La voluntad de construir rápido y el valor de los espacios intermedios —con ventajas del exterior como la luz natural y la protección de un interior— están presentes en el último de los proyectos inaugurados por el japonés Shigeru Ban: el Campus Swatch en Biel, Suiza. Aquí, la sede de la empresa relojera se abraza a la fábrica de Omega como una lombriz gigante. Se trata de un proyecto muy visual que, sin embargo, es un sobresaliente ejercicio de innovación. Más o menos caprichosa, la forma es consecuencia de una voluntad transformadora: uno de los mayores edificios construidos con madera en el mundo. El Campus es también el mayor proyecto de Ban hasta la fecha y lleva a la arquitectura empresarial lo que su estudio ha aprendido trabajando con la de emergencia. La cubierta —formada por 7.700 plafones de abeto— contrasta con el volumen cartesiano de la fábrica levantada también con una estructura de madera.

Con todo, es la versión más voluntariosa de la arquitectura actual la que resulta más revolucionaria porque busca impulsar cambios mucho más necesarios que arbitrarios. Arquitectas como las mexicanas Mariana Ordóñez y Jesica Amescua defienden la disciplina como proceso colaborativo, es decir, diseñan con los usuarios. Trabajan con comunidades de mujeres identificando necesidades urgentes y proponiendo soluciones constructivas y culturales. Escuchan, dialogan, proyectan y hasta recaudan dinero desde la propia web de su estudio, Comunal. No están solas en esa nueva versión del arquitecto-agente social. Como el estudio Shau en Indonesia o Anna Heringer en Bangladés, también el Pritzker Shigeru Ban recauda donativos para sus llamados proyectos de emergencia: las viviendas temporales que enseña a construir tras terremotos, tifones o —en su propio país— desastres nucleares.

Compartiendo esa urgencia de lo que no admite demora, de nuevo en México, las arquitectos Rozana Montiel y Alin V. Wallach idearon hace unos meses el proyecto Un cuarto más: una sencilla estructura de bambú y aluminio reciclado que —con muy bajo coste y menos de dos semanas de obras— amplía las casas en sus azoteas. En la línea de las viviendas incrementales de Alejandro Aravena, se trata de colocar una casa sobre otra aprovechando la vivienda existente como cimientos y utilizando la distancia del suelo como protección. Los arquitectos buscaban hacer crecer las casas sin esfuerzo y evitando un gran desembolso económico. Montiel habla de combatir el hacinamiento. También de reducir la violencia intrafamiliar.

De la misma manera que la verdadera escritura debe enseñar a escapar, hay una arquitectura que enseña a pensar. Por eso es inesperada. Vivimos una época en la que lo poco está empezando a sorprender más que lo mucho. Y si a la arquitectura espectacular se le resta la sorpresa, ¿qué le quedará? El coronavirus está evidenciando que la necesaria sostenibilidad no es solo una cuestión energética. TheNew York Times lo ha convertido en titular: “Hay que ayudar a los que no tienen nada”. No es únicamente un tema de justicia social, es una cuestión de supervivencia económica: sin clientes, el mercado, como la arquitectura, deja de existir.

ACA