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NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Graziano Gasparini y el arte contemporáneo.

Producción, promoción y exhibición entre Italia y Venezuela

Rodrigo Gutiérrez Viñuales

Granada, CEDODAL
2021

Nota de los editores

Este libro, ilustrado con materiales inéditos, mayoritariamente procedentes del archivo de Graziano Gasparini, recupera un amplio conjunto de acciones llevadas a cabo por él en ámbitos del arte contemporáneo, en vinculación a Italia y Venezuela: su producción como artista plástico, el fomento del arte a través del mecenazgo y el coleccionismo, y la organización y promoción de exposiciones nacionales e internacionales. La idea del proyecto surgió durante una serie de entrevistas realizadas por el autor a Graziano entre Caracas y Paraguaná en 2009, centradas en dichas experiencias, las que en buena medida habían quedado relegadas al olvido: su relevante y prolongada labor como historiador de la arquitectura, y su quehacer dentro de la conservación del patrimonio habían terminado por opacarlas. A partir de los mencionados testimonios orales de Graziano Gasparini, se llevó a cabo una tarea de investigación bibliográfica y documental que permitió concretar una narración en la que se amalgamaron recuerdos y fuentes escritas dentro de la compleja red que supuso la construcción de la modernidad venezolana en el ámbito de las artes y la cultura. Inserto en esta trama, fue recuperado asimismo el papel de Graziano como promotor artístico vinculado a Italia y particularmente a Venecia, lo que generó un puente entre esta ciudad y el arte venezolano.

Para quienes estén interesados, el libro puede adquirirse en Amazon, en este enlace:
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ACA

¿SABÍA USTED…

… que en enero de 1964 aparece el nº 1 del BOLETIN del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas (CIHE) de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la Universidad Central de Venezuela (UCV)?

1. Portada del nº 1 del Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas (CIHE), enero 1964

Cuando la semana anterior sentábamos las bases para determinar la existencia de un importante acervo editorial en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, ya habíamos apuntado a que muy probablemente dentro de sus publicaciones periódicas se encontraba encerrado buena parte de él. Y, sin lugar a dudas, es el BOLETIN en su conjunto, algunos de sus números y los textos que contienen muchos de ellos uno de los ejemplos más notables de los fundamentos que establecíamos.

Esta revista que apareció entre 1964 y 1997 (la cuarta en orden cronológico publicada en la FAU UCV) acumulando un total de 31 números, nace con la finalidad de alcanzar proyección internacional por iniciativa del arquitecto, profesor e historiador Graziano Gasparini una vez es fundado el Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas (CIHE) en 1963, uno de los primeros espacios de ese tipo instituidos en la UCV y el primero dentro de la FAU. Contrariamente a su condición de órgano de difusión de un Centro de Investigación, el BOLETIN no se preocupó en sus inicios en convertirse en una publicación arbitrada apostando a que la calidad de los trabajos presentados y la jerarquía de los colaboradores que allí aparecían eran suficiente condición para demostrar su valía.

El objeto fundamental de la revista, al menos durante el largo período en el que Gasparini la dirigió (nº 1 -1964- al 24 -1979-), estuvo centrado en divulgar trabajos teóricos en el área de la historia, la crítica, la preservación y la restauración de monumentos en el ámbito latinoamericano y más específicamente dentro del período colonial.

El BOLETÍN, pese a su importancia y trascendencia, no había sido objeto de estudio sino hasta fechas muy recientes cuando profesor Hernán Lameda Luna lo convirtió en el eje de la elaboración de su Trabajo Final de Grado para la Maestría en Historia de la Arquitectura y el Urbanismo de la FAU UCV, presentado en junio de 2014 bajo el título de “El Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas. Aportes venezolanos a la historiografía de la arquitectura en Latinoamérica”, investigación de la cual echaremos mano a lo largo de esta nota para hacer algunas precisiones.

Tal y como señala Lameda, el BOLETÍN “goza inicialmente de aportes monetarios suficientes y no requiere de financiamientos exteriores a la Universidad. Por esta razón, sus páginas no incluyen ningún tipo de propaganda. (…) La sobriedad de su diseño y la prevalencia del texto por encima de los gráficos son atributos distintivos del Boletín del CIHE, asemejándolo a compendios de ensayos y alejándolo de la fisonomía tradicional de una revista. Por otra parte, contiene un tema inédito en el contexto venezolano, pues está encauzado hacia la arquitectura colonial y se distribuye gratuitamente. (…) Cuatro editoriales elaboran los 31 tirajes de esta Revista. Las mismas son: ‘Editorial Arte’, ‘Armitano Editores’, la ‘Imprenta de la Universidad Central de Venezuela’ y ‘Exlibris’. (…) El ejemplar inaugural del Boletín es manufacturado por ‘Edición Arte’. Posteriormente, Armitano Editores se encarga de producir un total de veintitrés tirajes (desde el Nº 2 hasta el Nº 24)”.

Una vez analizada la revista y por ende comprendido el contexto en el que surge, identificados los temas principales allí expuestos y reconocidos sus enfoques historiográficos predominantes, Lameda concluye que: “a) En los años 60, el primer Director del CIHE promueve el Boletín para capitalizar una publicación de proyección internacional; b) Predominó la intención de editar el Boletín por encima de una escasa voluntad de afianzar el CIHE como entidad académica; c) En sus inicios, la temática de esta Revista más que centrarse en ‘arquitectura y urbanismo colonial’, se centró en el ‘barroco americano’; d) … predominó la visión de un pasado descentrado del escenario venezolano; f) El eje temático del Boletín cambió en 1987 con la edición de su ejemplar Nº 27; g) En los 90 … careció de una línea editorial definida”.

El nº 1, que tuvo un tiraje de 1000 ejemplares y fue impreso, como ya se adelantó, en los Talleres de Gráficas Edición de Arte (Editorial Arte), cobra importancia no sólo por ser el primero de la serie sino porque coloca muy en alto el listón que permitirá medir lo que será el comportamiento sucesivo de la publicación, la cual rápidamente se convirtió en referencia a nivel continental. Fue financiada por el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico (CDCH) entidad de apoyo a la actividad académica dentro de la Universidad Central de Venezuela que empezó a operar en 1958 bajo la gestión de Francisco De Venanzi como rector, a quien correspondió también darle la aprobación final a la constitución del CIHE. Para cuando aparece por primera vez la revista ya el rector era Jesús María Bianco y el decano de la FAU Víctor Fossi Belloso. Bajo la dirección de Gasparini, la que se denominó “Comisión de Trabajo” estaba integrada por el propio Gasparini, Oscar Carpio, Carlos Raúl Villanueva, Julio Ripamonti y Alberto Weibezahn. Formaban el cuerpo docente de la cátedra de Historia de la Arquitectura: Daniel Fernández-Shaw, Alfonzo Vanegas Rizo, Gustavo Díaz Spinetti y Juan Pedro Posani.

2. Páginas interiores del nº 1 del Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas (CIHE), enero 1964

Así, el nº 1 del BOLETÍN, inmerso dentro de la línea editorial marcada por su director, permite a Lameda corroborar “el sesgo internacional que el arquitecto Gasparini impone a la Revista; mismo que se patenta en la enorme cantidad de autores de nacionalidad no venezolana que aportan artículos para el Boletín. (Exponer) las percepciones plasmadas en el Boletín en torno al debate sobre el Barroco en América; así como las críticas lanzadas a la historiografía de la arquitectura colonial en América Latina … (además de) los temas de restauración y urbanismo, pues ambos campos de estudio están enlazados en las páginas del Boletín mediante la discusión referente a la intervención de los centros históricos de las ciudades latinoamericanas”.

Para constatar parte de lo señalado, el contenido que se recoge en aquel primer número estuvo conformado por: la “Encuesta sobre la significación de la arquitectura barroca hispanoamericana”, elaborada por la “Comisión de Trabajo” dirigida a 11 especialistas en la materia a nivel internacional; los ensayos “Intelecto arquitectónico” de Sibyl Moholy-Nagy, “Arequipa” de Emil Harth-terré, “Edificar-Morar-Pensar” de Martín Heidegger, “Ciudades y cultura en el período colonial de América Latina” de George Kubler, “La ciudad y su historia” de Carlos Raúl Villanueva, “Los techos con armadura de pares y nudillos de las construcciones coloniales venezolanas” de Graziano Gasparini; y las “Notas sobre arquitectura manierista en Quito” de Santiago Sebastián. Las excelentes fotos que acompañan algunos de los artículos fueron aportadas en su casi totalidad por Graziano Gasparini.

3. Páginas interiores del nº 1 del Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas (CIHE), enero 1964

De este completo grupo de textos cabe señalar que existe un abanico que abarca la crítica, la historia, la cultura, la ciudad, la restauración y muy particularmente el pensamiento, donde destaca el de Heidegger, traducido por el profesor de “Materias Humanísticas” de la Escuela de Arquitectura, Alberto Weibezahn Massiani, una de las primeras y más ajustadas traslaciones al español sobre la famosa conferencia dictada por el filósofo alemán en la Universidad de Friburgo con motivo del Coloquio “Hombre y espacio” (1951), en el que también participó José Ortega y Gasset que ha sido objeto de consideración y motivo de discusión entre arquitectos de varias generaciones. En adelante, el BOLETÍN, ira creciendo en prestigio y densidad, ampliará el número de sus colaboradores y se convertirá como asevera Lameda “en referencia ineludible de los estudios e investigación sobre historia de la arquitectura y el urbanismo tanto en nuestra nación como en América Latina”.

ACA

Procedencia de las imágenes

Todas. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 194

La muestra “Arquitectura del Brasil” montada del 13 al 31 de mayo de 1966 en los espacios expositivos ubicados en la planta baja de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la UCV, formó parte de una serie de eventos con los que Antonio Granados Valdés, mientras estuvo al frente de la Extensión Cultural de la institución, logró evidenciar una muy buena política de relaciones alcanzadas con las agregadurías culturales de las embajadas de diferentes países radicadas en el país y su capacidad de motorizar un área complementaria y necesaria dentro de la dinámica académica.

En tal sentido, los años sesenta del siglo XX permitieron que en la FAU se presentaran al menos dos exposiciones anuales provenientes de los contactos cultivados por Granados que se complementarían, en su mayoría, cada una con charlas, mesas redondas o foros que giraban en torno a cada temática, sirviendo la revista PUNTO (cuyo primer número data de 1961) como lugar para que aparecieran textos, artículos o ensayos vinculados al evento del momento lo que propiciaba un marco bastante completo para apreciar el alcance del mismo.

Adicionalmente, los espacios expositivos de la FAU se aprovechaban para dar cabida a salones de dibujo y grabado (nacionales y latinoamericanos), concursos de fotografía, exposiciones de reconocidos artistas (venezolanos y extranjeros), muestras de trabajos estudiantiles (de arte, arquitectura o fotografía) y hasta exhibiciones de artesanía popular dentro de una programación que buscaba, en lo posible, su constante animación. Además, bueno es decirlo, Granados mantenía a través de la revista PUNTO, gracias a su buena periodicidad (entre bi y trimestral), secciones dedicadas a mostrar la programación de las exposiciones diversas que se realizaban en el medio cultural capitalino a cuya dinámica se buscaba que la FAU se integrara.

Para tener una idea de la actividad que se le imprimió desde el ámbito expositivo a los espacios de la FAU gracias a las alianzas logradas por Granados puede señalarse, en lo que a arquitectura se refiere, la presentación de las siguientes muestras durante los años 1960s: Mies van der Rohe: 7-30 de junio, 1961; Arquitectura Británica: 17-31 de mayo, 1963; Frank Lloyd Wright: 12 febrero-30 marzo, 1963; 4000 años de Arquitectura Mexicana: junio, 1964; La obra de Pier Luigi Nervi: 20 de febrero al 12 de marzo, 1964; Miguel Ángel: 9 al 23 de febrero, 1965; Diseños de Frank Lloyd Wright: 30 de julio-18 de agosto, 1965; Arquitectura Finlandesa: 27 febrero-27 marzo, 1966; Arquitectura Visionaria: 28 octubre-16 noviembre, 1966; Arquitectura del Brasil: 13-31 mayo, 1966; Arquitectura del siglo XX: mayo, 1967; La construcción en Alemania: 9 de junio-9 de julio, 1967; y Ejemplos de la Arquitectura Francesa: 19 de julio-6 de agosto, 1968.

Sin ser quizás la más voluminosa, “Arquitectura del Brasil”, montada con el auspicio del Servicio Consular de ese país y muy especialmente gracias a las gestiones del señor Alberto Da Costa E. Silva, engrosó un año 1966 particularmente movido en cuanto a exposiciones exhibidas en los espacios de la FAU. La muestra fue promocionada con la suficiente antelación como para crear una expectativa que abría paso a pensar que aparecería buena parte de la que para entonces ya era la principal atracción de esa nación: la inauguración en 1960 de Brasilia, su flamante capital.

Invitación aparecida en la revista Punto nº 27, 27 de mayo 1966

Sin embargo, como se señala en la nota aparecida en PUNTO nº 27 de mayo de 1966, del total de 57 fotografías que la integraban sólo “cinco de ellas estaban dedicadas a la arquitectura de Brasilia de Oscar Niemeyer, y el resto a la arquitectura barroca y rococó de Río de Janeiro, de Salvador; de Joao Pessoa; de Recife; de Caete, Sao Joao del Rey, Mariana, Ouro Preto, Congonhas do Campo, en Minas Gerais; y de Pedro do Rio en el Estado de Río de Janeiro. Las fotografías del 1 al 5, del 10 al 15 y las Nos. 30, 34, 41, 44, 45 y 57 son del Archivo Fotográfico del Ministerio de Relaciones Exteriores del Brasil; el resto de las mismas han sido tomadas por el profesor Graziano Gasparini”. En tal sentido, es una vista lateral del templo de Nuestra Señora del Rosario en Ouro Preto, una de las 40 fotografías de Gasparini seleccionada para ilustrar la promoción hecha a la exposición a través de PUNTO lo que conforma nuestra postal del día de hoy.

Fotografías de Graziano Gasparini que acompañaron el artículo “Introducción al estudio del barroco de la región aurífera brasileña” de la profesora e investigadora Sylvia de Vasconcelos de la Universidad de Minas Gerais, publicado en el Boletín del CIHE, nº 5, mayo 1966

Brasilia, en efecto, no fue protagonista de “Arquitectura del Brasil” privilegio que si recayó sobre la producción realizada en Minas Gerais, principal centro de explotación aurífera, por el arquitecto, imaginero y escultor Antonio Francisco Lisboa conocido como “El Aleijadinho”, considerado por muchos como “el mayor nombre del Barroco latinoamericano”. De ella destacan la fachada de la iglesia de San Francisco en Ouro Preto, su ciudad natal, y las esculturas, el púlpito y los altares del mismo templo, así como el conjunto escultórico que representa a doce profetas realizado para el santuario del Buen Jesús de Motozinhos.

Si bien es cierto que alrededor de la muestra no se realizaron eventos complementarios (conferencias o mesas redondas) como en otras ocasiones, y de que PUNTO en su número 23 de junio de 1965 sólo publica el texto “Arquitectura brasilera” de Lucio Costa, que apunta fundamentalmente a señalar los antecedentes de su arquitectura moderna, sí se puede corroborar que con relación al énfasis que mostraba la exposición será el Boletín del CIHE en sus números 3, 4 y 5, de junio de 1965, enero de 1966 y mayo de 1966, respectivamente, el que recoja y ofrezca un interesante material de apoyo para entender el fenómeno del barroco en Hispanoamérica y del brasileño en particular. Allí están los artículos “Significación de la arquitectura barroca en Hispanoamérica” de Graziano Gasparini (nº 3), “’El Barroco’: estilo, época, actitud” de Jan Bialostocki (nº 4) y, muy particularmente, “Introducción al estudio del barroco de la región aurífera brasileña” de la profesora e investigadora Sylvia de Vasconcelos de la Universidad de Minas Gerais (nº 5), ilustrado con fotos de Gasparini, lo que nos hace pensar que hubo una clara sincronía entre los temas tratados en la publicación con la llegada a nuestro país de la exposición.

ACA

NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Portada del libro La real fuerza de Santiago de Araya de Graziano Gasparini

La real fuerza de Santiago de Araya

Graziano Gasparini

Editorial Arte

2019

Texto de la solapa del libro escrito por el autor

Investigar los motivos persuasivos que demanda la construcción de un monumento singular que dejó huellas en la historia y en la arquitectura de un país, resulta satisfactorio conocer las razones de su presencia y de sus características. Más aún cuando ese monumento fue casi ignorado por los historiadores que se dedicaron a investigar la historia de la arquitectura militar del Caribe y, posteriormente, a las fortificaciones concebidas por los Antonelli. El castillo de Araya (1604-1762), a pesar de ser una obra de Bautista Antonelli, pasó casi desapercibida por los historiadores.

Conocí las ruinas de Araya en 1952 y desde entonces advertí que se trataba de una “traza italiana”. Para esa fecha ya se sabía de varias obras de los Antonelli pero nadie conocía sus orígenes natalicios. Pasaron varios años de investigaciones hasta tener la seguridad que los Antonelli eran originarios de Gatteo en Italia. Así me lo confirmó el alcalde Mario Ornelli en una carta del 22 de septiembre de 1999. En efecto, encontraron en el archivo comunal un acta testamentaria del siglo XVII en la cual Juan Bautista dejaba una suma considerable para los pobres de Gatteo. Sin embargo, no sabían de sus actividades de ingeniero militar ni de sus obras realizadas en el Caribe. Suministré datos y fotos y eso contribuyó a divulgar “la saga de los Antonelli”.

El castillo de Araya tiene conceptos y características de la arquitectura militar abaluartada de Tardo Renacimiento. Personalmente considero que es el monumento más valioso del patrimonio histórico-arquitectónico del período colonial de Venezuela.

Nota

Desde su primer libro Templos coloniales de Venezuela (1959) hasta la presente obra, Graziano Gasparini (Gorizia, 1924), ha publicado sesenta libros sobre temas de arquitectura precolombina, formación urbana, restauración, arquitectura colonial venezolana y arquitectura civil, religiosa y militar de Iberoamérica.

ACA

EL ACERVO EDITORIAL DE LA FAU UCV

La casa colonial venezolana

Graziano Gasparini

Centro de Estudiantes de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela (con la contribución de la Fundación John Boulton)

Talleres Gráficos Cromotip

1962

La casa colonial venezolana, libro “originado en una generosa petición del Centro de Estudiantes de Arquitectura”, no sólo se trata de la cuarta publicación del para entonces profesor de Historia de Arquitectura Precolombina y Colonial así como de Composición Básica de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV y Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de la Historia, Graziano Gasparini (Gorizia -Italia- 1924), sino de una obra que le permitió abrir la puerta a “una visión sucinta de las razones que intervinieron en la formación y expresión de nuestra arquitectura civil colonial” a través de la que quizás se pudiera considerar una manifestación menor dentro de un legado signado mayoritariamente por el anonimato: la casa.

Tampoco deja de ser este texto, reseñado en la revista PUNTO nº 9 (septiembre 1962), una nueva oportunidad de sacar a la luz lo que para Gasparini significó recorrer el país de punta a punta desde su llegada desde Italia en 1948 luego de estudiar en el Instituto Universitario de Arquitectura de Venecia, tanto para ir consolidando una aproximación teórica a lo que se le fue presentando ante sus ojos, como en lo relativo al registro que, gracias a sus dotes de excelente fotógrafo, fue acumulando. Junto a Templos Coloniales de Venezuela (1959) -su opera prima-, La casa colonial venezolana -el primer libro surgido en el seno de la FAU UCV- le sirvió a Gasparini para sentar las bases conceptuales y metodológicas de lo que sería un eslabón fundamental dentro de su destacada labor como historiador: La Arquitectura Colonial en Venezuela (1965), comentada en el Contacto FAC nº 56 del 3-12-2017, donde el contenido del texto que hoy nos ocupa conforma la totalidad del primer apartado dedicado a “La arquitectura civil”.

Son varios los aspectos que conviene resaltar de esta pieza realizada sin grandes pretensiones editoriales pero lograda con base en una cuidadosa selección del valioso material gráfico que la acompaña (del cual el 80% de las fotografía son del propio autor) y una impecable impresión de parte de los Talleres Gráficos Cromotip. El primero de ellos tiene que ver con la dignificación de la arquitectura desarrollada en nuestro país durante el período colonial postura desde la cual Gasparini rechaza la actitud crítica asumida por algunos historiadores que acostumbraban a señalarla como “pobre”. Así, respaldado por su formación veneciana donde aprendió a valorar la “arquitectura menor” y apoyado en una clara actitud beauxartiana y “puro visualista”, Alfonso Arellano enHistoriografía de la arquitectura venezolana. Arquitectura como arte” (portafolio, nº 18, 2008), señala (adentrándose en la Introducción de La Arquitectura Colonial de Venezuela titulada “Tres siglos de arquitectura anónima”), cómo para Gasparini dicho rechazo se suma a una revisión “fundamentada en la valoración de la sensibilidad de quienes la erigieron, producto de un indudable, determinado y ‘anónimo’ talento artístico en medio de limitadas condiciones socioeconómicas, no tanto en su ‘creatividad intencional’. Para Gasparini, el valor fundamental de esta arquitectura consiste en la conformación de una notable continuidad histórica a través de ‘sus sencillas pero vigorosas soluciones volumétricas’. Efectúa así una compleja operación crítica mediante la cual neutraliza el papel del arquitecto como figura que aporta los valores al objeto arquitectónico, una vez que estos pueden determinarse a partir de una ‘actitud crítica objetiva’ (Ob. Cit., p. 13). Por lo demás, se trata de una objetivista valoración estética que puede ser reconocida como propia de considerar a la arquitectura como una de las bellas artes”. En otras palabras, por un lado para Gasparini “la historia de la arquitectura en Venezuela nace como una historia sin arquitectos, aunque en el fondo se clame por su presencia” y, por el otro, valora las “obras menores” objeto de selección y estudio cuan si fueran “monumentos” en una actitud aparentemente contradictoria anclada más en su actividad como restaurador que idealiza el pasado que en la de estudioso de la historia, como también acotará Arellano en “La primera época de la historia de la arquitectura en Venezuela, 1959-1980: cuestiones historiográficas”, ponencia presentada en la Trienal de Investigación FAU 2014 publicada en las Memorias del evento.

Otro aspecto a destacar lo constituye la estructura en sí misma del libro conformada por un “Prefacio” donde Gasparini destaca, como para reforzar lo dicho en el párrafo anterior, que “el tema no fue tratado con la intención de lograr un elenco completo de los monumentos que aún nos quedan, puesto que en nosotros prevaleció el propósito de apuntar los conceptos y destacar las características generales de las construcciones que por su significación arquitectónica contribuyeron a representar el período histórico en que fueron concebidas”.

Al “Prefacio” se suman cinco capítulos: “Orígenes”, dedicado a mostrar la arquitectura aborigen encontrada en nuestro territorio al momento de la conquista española vista como punto de partida de un proceso de transculturación que “con el aporte recíproco de ambas culturas fue plasmando poco a poco la actual estructura etnológica”; “La Formación”, donde se hace un repaso al período en el que se va fraguando la arquitectura objeto de estudio dentro del libro, a la transformación que se da entre una conquista inicialmente militar a otra de carácter cultural (en la que se resaltan los productos emanados del arte popular), y a la influencia que trajo tanto desde el punto de vista urbano como arquitectónico la aplicación de las Leyes de Indias; “Los Exteriores” está consagrado a mostrar la respuesta dada por la arquitectura analizada hacia el afuera, marcándose las diferencias existentes entre pertenecer a un contexto urbano, donde la fachada que da a la calle y sus aperturas pasan a ser fundamentales en su caracterización, o pertenecer a un medio suburbano o rural donde no existió el problema de la fachada y “la vida diaria en lugar de concentrarse alrededor de los patios interiores se desenvolvió en los corredores exteriores…”, las maneras como influyen los aspectos climáticos dependiendo de la zona del país en la que se realizan y cómo en las ciudades se ponen en evidencia diferentes niveles socio-económicos mediante el tratamiento muy particular de las portadas; “La Intimidad”, por su parte, permite valorar el zaguán, el patio y los corredores que lo acompañan como espacios intermedios, y su rol protagónico en la preservación de la vida interior sin perderse la oportunidad de detallar los elementos constructivos que los acompañan; y, finalmente, en “Continuidad”, Gasparini realiza un esfuerzo por cubrir el espacio que va desde la Independencia hasta nuestros días para subrayar las continuidades que se dieron al proceso iniciado en la colonia y sobre todo las rupturas que la modernización trajo sin que la preservación y el cuidado por un legado transformado en memoria hayan sido las guías en el desarrollo de las ciudades.

La aparición de La casa colonial venezolana se inscribe dentro de un período en el que se acentúa la preocupación en nuestros medios intelectuales por sentar las bases de una identidad nacional caracterizada por la heterogeneidad socio urbana en el que se construye, según palabras de Arellano,un frente ideológico unitario en torno a las raíces coloniales del arte y la arquitectura venezolana, al enmarcarse lo nacional-hispano como la fuente de identidad”. Sin embargo, Gasparini rápidamente marcará distancia de visiones nostálgicas o nacionalistas defendiendo la tesis de las múltiples influencias europeas en la arquitectura colonial latinoamericana, apuntando a una visión abiertamente cosmopolita. Su postura, en definitiva, puede resumirse en la cita premonitoria con que cierra el libro:

“Los pueblos que viven y se desarrollan en la comprensión histórica de sus tradiciones, valores y contenidos, tienen asegurada una trayectoria positiva, una cultura sólida, una visión abierta y una sociedad organizada.

Los pueblos que ignoran su historia por primitivos o por encontrarse en una incipiente fase de evolución, aún tienen la esperanza que les reserva el porvenir.Pero los pueblos que con actitud indiferente no cultivan ni respetan su historia, tienen -con seguridad- una vida sumida en el caos”.

ACA

1962• Se celebra la primera misa en la Iglesia San Luis Gonzaga, Chuao

Iglesia San Luis Gonzaga.jpg

1962•  Cinco años después de terminado y habitado el excelente edificio La Guairita, diseñado por el arquitecto Pedro Lluberes, un 24 de diciembre de 1962, con el templo aún en construcción, se celebra la primera misa en la Iglesia San Luis Gonzaga, ubicada frente del citado edificio, en la avenida Principal de El Cafetal y la calle La Guairita, urbanización Chuao, proyectada por el arquitecto Graziano Gasparini.
En 1959 el Arzobispo de Caracas, Cardenal José Humberto Quintero, tras nombrar párroco de Chuao al sacerdote salvatoriano Policarpo Kräutle,
le encarga a dicha congregación el proyecto de creación de una Iglesia parroquial dedicada a San Luis Gonzaga.
Y fue a través de las gestiones de estos sacerdotes, numerosos fieles y vecinos, quienes lograron que la compañía urbanizadora de Chuao donara el terreno y que el arquitecto Gasparini, residente de la urbanización en ese momento, hiciera otro tanto con el proyecto. Con la organización de colectas, rifas, verbenas, donaciones y un aporte del Ministerio de Justicia, completaron los recursos necesarios y terminaron la construcción.

HVH