1992• El día 26 de enero se inaugura en la Sala de Exposiciones de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela la exhibición de las propuestas recibidas en el «Concurso de Anteproyectos de Vivienda Multifamiliar Ampliable de Interés Social» organizado por el Instituto de la Vivienda INAVI con el respaldo del Ministerio de Desarrollo Urbano y del Colegio de Arquitectos de Venezuela. Fue ganador del concurso y recibió en el marco de la exposición el Primer Premio el equipo integrado por los arquitectos Edwing Otero (FAU UCV promoción 21 C/ 1973), Alfredo Sanabria (FAU UCV promoción 25 C/1978) y Hugo D’Enjoy y Juan José Luschsinger (ambos egresados de la FAU UCV en la promoción 39B / 1991).
Imagen – Fundación Arquitectura y Ciudad, Postal 277/ 19 sept. 2021
Sobre el tema de los concursos de arquitectura mucho se ha escrito y reflexionado a nivel internacional y, como ya hemos comentado desde aquí en otras ocasiones, se trata de una asignatura pendiente en lo relacionado a la recopilación cronológica, descriptiva, gráfica y curatorial (acompañada con el correspondiente análisis crítico) de una práctica que ha sido recurrente en nuestro país.
1. Filippo Brunelleschi. Propuesta ganadora del concurso para la construcción de la cúpula de Santa María dei Fiore, Florencia (1420).
Siendo una actividad tan antigua que algunos ubican su primera aparición desde hace más de 2500 años y su “formalización” a partir del primer renacimiento, lo cual permitiría construir a partir de ella una particular historia de la arquitectura, tradicionalmente los concursos han servido para dos propósitos fundamentales: promover la buena arquitectura y ampliar o democratizar el acceso al trabajo buscando, a su vez, convertirse en revulsivos al acartonamiento de la estructura profesional y medios para conocer las tensiones arquitectónicas que se dan en un determinado momento, sin que ello siempre logre cumplirse a cabalidad.
2. Charles Garnier. Corte y fachada de la propuesta ganadora del concurso para la Ópera de París (1860)
De hecho, la diversidad de modalidades que existen a la hora de hacer un llamado para contender en torno a temas o propuestas de arquitectura, abre un abanico tal que habla por sí sólo de las dificultades existentes para cumplir con los deseos de obtener calidad mediante la libre competencia. Así, un paneo general de lo que han sido las convocatorias a competir devela que existen, bajo una primera gran clasificación que establece la existencia de concursos públicos, convocados por la administración pública, o privados, convocados por entidades o promotores privados, los siguientes tipos de contienda:
Concursos abiertos (internacionales, nacionales o regionales) o concursos limitados a profesionales seleccionados por invitación o «no abiertos», los cuales, a veces están precedidos por un proceso de clasificación de los posibles participantes.
Concursos de anteproyectos o de ideas, dependiendo de si el objetivo es construir el objeto de la convocatoria o solo generar nuevas ideas que orienten posibles propuestas o guíen el desarrollo de las ideas formuladas.
Concursos de una fase o dos fases, en función de la escala y complejidad del problema lo cual permitiría también hablar de concursos mayores y concursos menores tanto a nivel arquitectónico como urbano.
3. Tres de las propuestas presentadas para el polémico concurso internacional para la sede del Chicago Tribune que no finalizó con su construcción. Izquierda: Anteproyecto ganador, John Mead Howells y Raymond M. Hood. Centro: Segundo premio, Eliel Saarinen. Derecha: Anteproyecto de Walter Gropius y Adolf Meyer.
En todos los casos de manera más o menos clara se establecen unas bases que los concursantes deben seguir en las que se fijan los objetivos que el convocante aspira que se cumplan, las variables programáticas y contextuales, los plazos y requisitos de entrega, así como el jurado evaluador, el cual se aspira esté integrado por actores independientes de reconocido prestigio y experiencia profesional o académica.
4. El muy polémico concurso del proyecto para el Palacio de los Soviets, Moscú (1931-1933). Izquierda: Maqueta de la propuesta presentada por Le Corbusier. Derecha: Dibujo de la propuesta ganadora de Boris Iofán que finalmente no fue construida.
Sea como sea, de acuerdo a lo expuesto por Fernando Pérez Oyarzun en “Tras los concursos”, artículo introductorio al nº 67 de la revista ARQ (diciembre 2007) dedicada al tema, “…los concursos han dado ocasión a que arquitectos aún no consagrados, emerjan frente a arquitectos de prestigio y trayectoria. A este estado de cosas parecen confluir dos circunstancias propias de la arquitectura. La primera es la relativa dependencia que el resultado de una obra tiene de las circunstancias que la rodean. Ellas van desde el ambiente cultural hasta la sensibilidad y la actitud del cliente. De este modo aún arquitectos de gran talento han sido incapaces de mantener un nivel parejo en sus obras. La segunda razón tiene que ver con algo que ya Aristóteles señaló como propio de las disciplinas artísticas: ellas no producen soluciones necesarias sino posibles. Las artes, y en este aspecto la arquitectura, participan de tal condición, no se limitan a escoger entre unas cuantas posibilidades, aún buenas o factibles, sino que se empeña en generar nuevas alternativas. Es difícil, por tanto, prever o visualizar una solución arquitectónica sin haberla hecho alcanzar un cierto grado de completitud y desarrollo. Eso es precisamente lo que un proyecto se propone y lo que un concurso pretende explotar. En un cierto sentido ellos pueden ser vistos, tomando las palabras de François Jacob acerca de la investigación científica, como un taller de lo posible”.
5. Dibujos presentados por los ganadores de dos de los más importantes concursos internacionales realizados durante el siglo XX que finalizaron en la construcción de las obras. Izquierda: Jorn Utzon. Planta de techos de la Ópera de Sydney (enero 1957). Derecha: Renzo Piano y Richard Rogers. Corte-fachada del Centro Cultural del plateau Beaubourg en París (que después sería conocido con el nombre de Centro Pompidou) (1971).6. Dos de los pocos edificios importantes realizados en Venezuela producto de concursos de arquitectura. Arriba: Jesús Tenreiro. Palacio Municipal de Barqusimeto (1966- 1968). Abajo: Jesús Sandoval Parra, Tomás Lugo Marcano y Dietrich Kunckel. Sala de Conciertos y Sede de la Orquesta Sinfónica Venezuela (Complejo Cultural Teresa Carreño) (1971-1983).
La polémica que siempre rodea los resultados y las dificultades que con demasiada frecuencia surgen a la hora de llevar a feliz término las propuestas ganadoras, son rasgos adicionales que hermanan a los concursos convocados prácticamente en todo el mundo, pero con particular notoriedad en Venezuela. Sin embargo, pese a esa importante cuota de desprestigio, los concursos se siguen organizando existiendo arquitectos que se han declarado adictos a ellos y numerosos sitios web que promocionan una importante cantidad de ellos a nivel internacional, muy atractivos para las jóvenes generaciones que intentan sobresalir. Lo anteriormente dicho no contradice lo que en algún momento expresó el renombrado crítico de arquitectura argentino Roberto Fernández (citado por Humberto Eliash en “Reflexiones sobre los concursos de arquitectura” publicado en la revista AS -Arquitecturas del Sur, diciembre de 2005), acerca de que “los concursos de arquitectura representan la combinación del arte de elegir y el oficio de ser elegidos”.
7. Ubicación del Colegio San Francisco Javier en Punto Fijo, estado Falcón (izquierda) y vista aérea del conjunto con la Sala de Usos Múltiples objeto del concurso arriba a la izquierda (derecha).
Este extenso preámbulo, quizás sirva para fijar la atención en el concurso cuya imagen engalana nuestra postal del día de hoy: el convocado en 1990 por la Congregación de las Religiosas Javerianas para la Sala de Usos Múltiples del Colegio San Francisco de Javier, Punto Fijo, estado Falcón, ganado por el arquitecto Jorge Castillo Blanco (1933-2022).
De acuerdo a lo anteriormente expuesto es posible decir que se trató de un certamen por invitación de carácter privado, que podríamos calificar de “menor” dada la escala del problema a resolver, convocado con la intención de obtener anteproyectos que permitieran concluir posteriormente en la construcción del edificio, y del cual desconocemos quienes pudieron ser el resto de los llamados a participar e incluso el jurado evaluador, a pesar de que fue publicado en la revista entrerayas nº 21 (junio de 1997) y en el catálogo de la “IX Bienal Nacional de Arquitectura. La arquitectura venezolana de fin de siglo 1987—1998” como uno de los “proyectos invitados”.
8. Pabellones de aulas del Colegio San Francisco Javier construidos a mediados de los años 1950.
De acuerdo a la descripción elaborada por Castillo, la propuesta buscó complementar las actividades del que es considerado como uno de los centros educativos más importantes del estado Falcón, fundado 3 de diciembre de 1954 por las Hermanas de Nazaret, que contaba con un amplio terreno ubicado sobre la avenida Ramón Luis Polanco cruce con avenida Los Ruices en Punto Fijo, donde desde finales de los años 1950 se habían construido un conjunto de edificaciones de sobria arquitectura y correcta orientación conformadas fundamentalmente por los pabellones de aulas y sus servicios de apoyo.
9. Croquis de Jorge Castillo que formaron parte de la propuesta presentada a concurso.
Para 1990, cuando el colegio contaba con una población de 1200 alumnos se produce el llamado a concurso con el objetivo de diseñar “un gran espacio para usos múltiples de gran flexibilidad” que se ubicaría estratégicamente en la esquina noroeste del conjunto (cruce entre las avenidas Ramón Luis Polanco y Los Ruices), al lado del estacionamiento, lo cual facilitaba enormemente su accesibilidad con miras a ser compartido con la comunidad.
10. Sala de Usos Múltiples del Colegio San Francisco de Javier. Corte por la diagonal de la planta cuadrada (arriba) y corte transversal (abajo)
“Las condiciones climáticas de la zona, temperaturas medias entre 27º y 30ºC, vientos constantes y sol inclemente” generaron las determinantes que guiaron el diseño del edificio, el cual fue resuelto teniendo como concepto un “techo madre” que obedecía a una “estéreo-estructura de forma cuadrada” (estructura espacial reticulada), según palabras de Castillo.
11. Sala de Usos Múltiples del Colegio San Francisco de Javier. Fachadas noreste (arriba) y sureste (abajo)
“Dirigir el viento a través de bloques persiana de concreto colocados en diferentes posiciones para permitir la entrada y salida del mismo al recinto en diferentes posiciones, lográndose una ventilación cruzada, creándose un clima interior confortable y una luz tamizada” dio pie para resolver la envolvente y dotar de confort ambiental a la sala. Por su parte, la cubierta fue realizada con “láminas de aluminio de color azul y se proyecta como una gran ‘sombrilla’ que cubre ampliamente la planta del espacio de usos múltiples con todos sus servicios”, acotará Castillo. Y añade: “Es importante anotar la independencia de esta cubierta cuadrada con el espacio circular (no se tocan entre ellos), creando esa eterna dualidad: círculo/cuadrado; cielo/tierra; femenino/masculino”. Techo y envolvente, tratados con independencia y tino, permitirán la aparición de espacios intermedios que a modo de corredores rodearán la sala y facilitarán la definición del acceso en una de las esquinas (la sureste).
12. Sala de Usos Múltiples del Colegio San Francisco de Javier. Planta libre (izquierda) y con acomodos para cine, teatro y misa.
“Los servicios (camerinos, sanitarios, depósitos de sillas, almacenaje, oficinas) se ubicaron en la periferia, para servir al gran espacio central. (…) El mobiliario (800 sillas, mesas, cubos móviles que unidos formas el escenario y otros) se almacenan apilados en depósitos diseñados y ubicados en los extremos noroeste y noreste de la sala”. El edificio capaz de albergar a 800 personas se puede organizar como auditorio, cine, teatro, sala de graduaciones, exposiciones y como capilla para oficiar misa.
13. La sala durante su fase de construcción.14. Sala de Usos Múltiples del Colegio San Francisco de Javier. Detalle de la estereoestructura (izquierda) y pérgola de acceso (derecha)
La estructura metálica de la cubierta a cuatro aguas (que tiene doble altura en su centro culminado en una claraboya y decrece hacia los bordes), al quedar exenta prácticamente en todo el perímetro, colaborará en acentuar su ligereza. Para el diseño del piso se utilizó granito con flejes que “además de ser una propuesta estética, da la posibilidad de colocar las sillas en las posiciones adecuadas según el evento a realizar en la sala”, afirmará Castillo.
15. La sala en funcionamiento.16. El interior de la sala un día de graduación.
Finalmente, “se tomó muy en cuenta en el diseño del paisajismo, usar solamente especies autóctonas de la zona cují, xerófilas, trepadoras y piedra de coral”.
17. Jorge Castillo. Derecha: Parque El Conde (1968, demolido); Izquierda: Edificio para la Entidad de Ahorro y Préstamo El Porvenir en Coro (1971)18. Jorge Castillo. Izquierda arriba: “El DIORAMA”, Campo de Carabobo (1971) ; Derecha arriba: “Casa Mara” (1972); Derecha centro: casa Gamero (1974); Derecha abajo: casa Chelique Sarabia (1975); Izquierda abajo: Museo de la Cultura en Valencia (1986).19. Jorge Castillo. Casa particular “El Amarillo” (1975).
Para cuando Castillo, nacido en Maracaibo en 1933 y egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en 1959, ganó este concurso ya tenía buena parte de su brillante carrera de arquitecto recorrida y era considerado como uno de los arquitectos más audaces y creativos de su generación. Su talento ya podía apreciarse, entre otras, en obras como: el Parque El Conde (1968); el Edificio para la Entidad de Ahorro y Préstamo El Porvenir en Coro (1971); “El DIORAMA”, Campo de Carabobo (1971) ; el diseño y producción del sistema constructivo “Casa Mara” en poliéster y poliuretano (desarmables y reforzados con fibra de vidrio) para unidades móviles de viviendas, escuelas, hoteles, campamentos (1972, premio vivienda unifamiliar en la V Bienal Nacional de Arquitectura 1973); la casa Gamero (1974, junto a Ralph Erminy, Premio VI Bienal de Arquitectura Integración de las Artes 1976); su casa particular “El Amarillo” (1975); la casa Chelique Sarabia (1975) o el Museo de la Cultura en Valencia (1986).
A lo anterior se añadiría su actividad en paralelo como artista plástico y su distinción con el Premio Nacional de Cultura, Mención Arquitectura 1999 en reconocimiento a su obra y trayectoria.
Para finalizar, debemos decir que la Sala de Usos Múltiples del Colegio San Francisco de Javier tiene el privilegio de ser un proyecto que procedente de un concurso se logró construir. En 1993 se concluyó la obra y en 1997 fue galardonada con el Premio RAGA (Regional de Arquitectos del Grupo Andino) al mejor proyecto de Arquitectura construido más representativo entre los países del Grupo Andino, en el XXI Congreso de dicha organización realizado en San Cristóbal, estado Táchira, Venezuela, del 26 de febrero al 1 de marzo.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal, 9, 10, 11, 12, 13 y 15. Revista entrerayas nº 21 (junio de 1997)
1. María Dolores Muñoz. «El concurso de arquitectura como búsqueda de coherencia entre realidad constructiva y posición teórica: una reflexión desde la historia». Revista AS -Arquitecturas del Sur, diciembre de 2005 (https://revistas.ubiobio.cl/index.php/AS/article/view/880).
14. Colegio de Arquitectos de Venezuela/Museo de Bellas Artes. Catálogo de la “IX Bienal Nacional de Arquitectura. La arquitectura venezolana de fin de siglo 1987—1998” (1998)
El Cementerio General del Sur, inaugurado el 5 de julio de 1876, forma parte de las obras con que Antonio Guzmán Blanco llevó adelante la modernización de Caracas de las cuales han quedados importantes testimonios. Sin ser la más llamativa, obedeció a la necesidad que tenía la ciudad de contar con un camposanto que cumpliera con las condiciones de capacidad, decencia e higiene requeridas en virtud de su crecimiento.
Con su creación, además, se buscó ofrecer un servicio público y eliminar los numerosos cotos particulares existentes entre los que se encontraban, entre otros, el de “Los Hijos de Dios”, “Las Mercedes”, “San Simón”, “Los Canónigos”, el de “Los Ingleses” y el de “Los Alemanes”, más los ubicados anexos a templos, conventos y hospitales presentes en las primeras parroquias caraqueñas, dispersos en un modesto desarrollo urbano contenido entre el Ávila al norte, el río Guaire al sur, la quebrada Anauco al este y El Calvario al oeste, rodeado de haciendas como San Bernardino, La Guía, y El Conde y de numerosos sembradíos hacia el norte y el oeste del mismo, según el plano topográfico de la ciudad de Caracas para el año de 1874. Cabe acotar que tal proliferación de necrópolis obedeció a diferentes causas: la edificación de un templo, de un hospital, las diferencias de culto o la aparición de una epidemia.
1. Plano topográfico de la ciudad de Caracas, 1874.
Tomada la decisión por parte del “Ilustre Americano” en 1875, éste “comisionó al señor Gobernador del Distrito Federal, General Lino Duarte, para solicitar el terreno que serviría para este fin. Duarte, acompañado de su Secretario el señor Doctor Miguel Caballero, recorrieron los alrededores de Caracas y se fijaron en el Rincón de El Valle, en un terreno que llamaban Tierra de Jugo (según por el apellido de uno de sus antiguos dueños), terreno que forma una planicie inclinada suavemente y rodeada de colinas”, de acuerdo a lo señalado por Manuel Landaeta Rosales en Los cementerios de Caracas desde 1567 hasta 1906, libro publicado en 1906. Y continúa: “EI General Guzmán Blanco, acompañado del mismo Duarte, del doctor Jesús Muñoz Tébar, Ministro de Obras Públicas, y de otras personas más, vio el terreno y lo creyó apropiado a su objeto. EI 13 de julio de aquel mismo año, se dictó una Resolución por el Ministerio de Obras Públicas, mandando a construir el Cementerio en el lugar referido. Los planos y presupuesto para la obra los levantó el ingeniero Jesús Muñoz Tebar quién dirigió los trabajos”.
2. Plano topográfico de la ciudad de Caracas, levantado en 1889 bajo la dirección del general Vicente Mestre. En la leyenda se hace mención a la localización del Cementerio General del Sur en la Tierra de Jugo en las afueras de la ciudad y se registra aún la presencia de otros tres camposantos urbanos.
La iniciativa de realizar el cementerio en las afueras de Caracas vino acompañada de la inauguración de obras como el Puente Regeneración (o Puente de Hierro, abierto el 4 de julio de 1875) y la posterior presencia del ferrocarril hacia El Valle (Ferrocarril del Sur), que atravesaría el Portachuelo, evidencias de la búsqueda por parte del gobierno guzmancista de ampliar los espacios de la ciudad más allá del río Guaire, límite natural de la capital desde su fundación. Sería el 1 de agosto de 1887 que Guzmán dictaría un decreto “mandando abrir una cortada en las colinas del Portachuelo de El Valle, para prolongar la calle Sur 5 y acortar la distancia al Cementerio General del Sur”, aportará Landaeta Rosales. También informa que “el 15 de noviembre de 1889 se compró el segundo lote de terreno para ensanchar el cementerio” ubicado al sur de los adquiridos en 1876 con una extensión de 51.154 m2 (alrededor de 5 há) que sumadas a las originales alcanzaría las 246 hectáreas; que “las primeras aceras del interior del cementerio se hicieron… en 1890 por cuenta del Ministerio de Obras Públicas”; que “el boulevard que conduce de El Rincón de El Valle al cementerio, se hizo entre 1893 y 1896, durante en gobierno de Joaquín Crespo”, al igual que las aceras y camellón junto a la plantación de los árboles; y que “el tranvía que parte de la línea férrea de Caracas a El Valle, se inauguró a mediados de noviembre de 1895”.
3. Detalle del Plano de Caracas de Ricardo Razetti de 1897 en el que se señalan las parroquias foráneas. En rojo se resalta la ubicación del Rincón del Valle y el Cementerio General del Sur (Tierra de Jugo).
Sin embargo, a pesar de la importante decisión tomada en 1876, la aceptación del nuevo cementerio como único espacio de esas características en la ciudad debió enfrentar una férrea resistencia de parte de la población, entre otras cosas por las dificultades que ofrecía su acceso, hasta el punto en que, a la salida de Guzmán Blanco de su primer gobierno (conocido como “el septenio”, 1870-1877) y asumir la presidencia Francisco Linares Alcántara, “el Concejo Municipal facultó el 12 de julio de 1977 al gobernador del Distrito Federal, para que hiciera abrir al público los cementerios clausurados desde el 10 de julio del año anterior…quedando el Cementerio General del Sur clausurado por entonces”, como señala Landaeta Rosales.
Tal situación permanecería hasta que en 1879, al regresar Guzmán al poder y dar inicio así al “quinquenio” (1879-1884), acometió como uno de sus primeros actos “poner en actividad nuevamente el Cementerio General del Sur y clausurar los otros…”, pasando a ser definitivamente el único camposanto autorizado de la ciudad y acentuándose su carácter laico.
4. Vista panorámica del Cementerio General del Sur a finales del siglo XIX. A la izquierda el edifico de la capilla ubicado en la entrada y en el extremo derecho el panteón de Joaquín Crespo y familia.
Aquel sereno valle de ligera pendiente, originalmente destinado al cultivo de la caña de azúcar y otros rubros agrícolas, daría pie a la concepción por parte de Muñoz Tébar de un camposanto-jardín heredero de una tradición europea que lo entendía, no sólo como última morada de los difuntos, sino como un lugar de esparcimiento, organizado en este caso a partir de un eje central que sería prolongación de la avenida que le daba acceso desde su conexión con la carretera de El Valle, hoy avenida principal del Cementerio (antigua Calle Real).
5. Izquierda: Trazado del Cementerio General del Sur. Derecha: Edificio de la capilla a la entrada del camposanto.6. Una de las calzadas del cementerio.
De acuerdo a lo expuesto por Iván González Viso en Caracas del valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje (2015), “el trazado urbano del camposanto se estructura a partir de un corto eje central, que remata en el edificio de la capilla, y luego se divide en tres calles que se introducen dentro del valle, intersectándose con vías transversales sucesivas, en donde se construyen grandes lotes rectangulares orientados norte-sur. En su entrada se encuentran dos figuras votivas de bronce creadas por el escultor de origen italiano Giuglio Roversi (1841-1920). Al interior, el área se encuentra dividida por grupos étnicos o credos. El blanco edificio de la capilla, orientado al este, destinado a actividades religiosas y administrativas, marca el inicio del camposanto. Esta se complementa con un corredor externo delimitado por una alta columnata de la misma altura de la edificación. Las columnas de basamento liso corrido poseen fuste estriado y capitel de orden dórico, y sobre ellas se levanta una fachada con molduras horizontales que lo separan de la cornisa”.
7. Dos mausoleos. El de la izquierda es el de Joaquín Crespo y familia.
Si bien con el cementerio se buscó ofrecer un espacio único en la capital, donde en principio todos serían iguales, la diferenciación social se hizo evidente al momento de enterrar y adornar la última morada de cada difunto. La presencia de obras de escultura funeraria en las tumbas de las familias más pudientes de la capital se hizo cada vez más evidente dentro del camposanto. No es casual que el principal monumento existente y uno de los primeros construidos sea el que levantara la familia del general Joaquín Crespo, (presidente de la República en dos ocasiones 1884-1886, y 1892-1898), ocupando el remate de una de las tres calles que surgen como prolongación del eje de la entrada al lugar.
8. Imágenes de la estatuaria presente en el cementerio. Arriba a la izquierda: Monumento funerario del Dr. Raimundo Ignacio Andueza Palacio, presidente de Venezuela entre 1890 y 1892,
Según Yuleima Rodríguez en “Cementerio General del Sur: Aproximación Histórica y Costumbres de los Caraqueños vistas a través de la Necrópolis” (2011) (http://servicio.bc.uc.edu.ve/postgrado/manongo36/art07.pdf): “La elaboración de esculturas y rostros de los difuntos favoreció el comercio de las marmolerías presentes en las adyacencias del cementerio, lo que contribuyó en conjunto con otras actividades vinculadas a la necrópolis al crecimiento poblacional del Rincón del Valle. Escultores famosos de la talla de Pietro Ceccarelli, Chellini, Francisco Pigna, Ventura, Morini, Julio Roversi y Emilio Gariboldi, que tenía, según una marmolería artística en el en el centro de la ciudad, entre Mercaderes y Municipal”, se hicieron presentes. De tal manera, “el camposanto llegará a ser pues, un lugar en donde se presentan obras de arte que a pesar de ser privadas pueden ser disfrutadas por el colectivo. Necrópolis, jardín o museo, la morada final de los difuntos caraqueños exaltaría a través de la belleza de los panteones el lugar de descanso de las familias más pudientes, quienes comprarán lotes de terreno para asegurar la colocación de obras de arte en los lugares de descanso de sus familiares”.
9. Detalle del Plano de Caracas y sus alrededores de Eduardo Rohl (1934) (arriba) y del Plano de Caracas Monumental de Ramón Sosa (1936) (abajo) en los que se aprecia el camposanto y el incipiente desarrollo del Rincón del Valle (Prado de María). 10. Toma aérea reciente del Cementerio General del Sur y sus alrededores.
El poblamiento del Rincón del Valle (denominado posteriormente como Prado de María y en el que hoy se ubica el sector de El Cementerio), se dará a partir de las primeras décadas del siglo XX y se acelerará a partir de los años 40, asentándose allí grupos familiares de clase media o media baja en un desarrollo desigual conformado básicamente por viviendas unifamiliares dentro de una trama regular de calles y avenidas. Con el tiempo y con dramatismo a partir de los años 60, las laderas de la pequeña cuenca se verán ocupadas por una importante cantidad de viviendas informales que a su vez comprometerán el área ocupada por el camposanto. Otro tanto acaecerá cuando en 1968 se inaugure el distribuidor “La Araña” y poco tiempo después se ejecute el ramal que lo conecta con la parroquia El Valle, el cual afectó de manera visible el sector El Cementerio y dio pie para la localización bajo el viaducto de un mercado informal que tiene alcance metropolitano.
11. Nº 123 del semanario Arquitectura Hoy del sábado 9 de septiembre de 1995, donde fue publicada la convocatoria al Concurso Nacional de Ideas Áreas de Acceso al Cementerio General del Sur.12. Izquierda: Vista aérea del sector El Cementerio indicando el área objeto del concurso, ampliada a la derecha.
Es a finales del siglo XX durante la gestión que llevó adelante La Causa R en el Municipio Libertador, cuando el área ya había sido declarada como monumento histórico en 1982 y se encontraba en un estado de claro deterioro, que se buscará atender una ingente necesidad que aquejaba al Cementerio General del Sur desde hacía mucho tiempo. Es así como desde la Dirección Ejecutiva de Planes y Proyectos del mencionado municipio se produjo la convocatoria en 1995 a un concurso que tuvo las siguientes particularidades, de acuerdo al aviso publicado el 9 de septiembre de 1995 en el semanario Arquitectura HOY:
Se convocaba, en principio, “a todas aquellas personas que pudieran aportar ideas en relación a las Áreas de Acceso al Cementerio General del Sur”.
Fue abierto a nivel nacional, de manera libre y estaba dirigido a “todo tipo de personas afín a las artes”, es decir “pintores, escultores, arquitectos, artistas plásticos, etc. pudiendo concursar solos o en equipo”.
El objetivo era “buscar una acción decidida en la puerta de entrada al cementerio, así como también, todo aquello que involucre las áreas de acceso y sus adyacencias”.
Se subrayaba que para el planteamiento que se haga, la presentación alcanzará el “nivel de IDEAS, bajo libertad de pensamiento, juicio y criterio”.
Se estableció un mes de trabajo para la realización de la idea: del 18 de septiembre de 1995 al 18 de octubre de 1995, aunque luego se dio una prórroga hasta el 22 de ese mismo mes.
Se señalaba que “en la presentación de los trabajos no se exigirá el anonimato”.
No se establecía escala alguna para la presentación. La misma debía entregarse sobre material rígido y podría consistir en un mínimo de una y un máximo de tres láminas en formato de 60 x 90 cms.
Se otorgaría un primer premio y un máximo de tres menciones honoríficas a juicio del jurado.
Una vez cumplidos los lapsos establecidos, el jurado conformado por Francisco Sesto (Director de Gestión Urbana), Lucas Pou Ruan (Director Ejecutivo de Planes y Proyectos), Rosa Stredel (Presidenta de Fundapatrimonio) y Tulio Hernández (Presidente de Fundarte), adjudicó el Primer Premio al arquitecto Doménico Silvestro (Universitá degli Studi, Nápoles, Italia. Reválida UCV, 1969).
13. Nº 128 del semanario Arquitectura Hoy del sábado 11 de noviembre de 1995, donde fue publicado el veredicto del jurado y dos imágenes de la propuesta ganadora del concurso.
El acta, publicada en la edición del sábado 11 de noviembre de Arquitectura HOY, acompañada de la imagen que ilustra nuestra postal del día de hoy y una planta de la idea presentada (únicos documentos que nos ha sido posible ubicar), apunta que “el trabajo destaca a juicio del jurado por su comprensión de la globalidad del problema y configura una idea que expresa claridad y fuerza al tiempo que sintetiza la escala monumental y la doméstica en una solución muy atractiva estrechamente ligada al lugar”.
14. Planta de la idea ganadora del concurso.
El jurado otorgó, además, tres Menciones Honoríficas que recayeron una en el planteamiento hecho por Roberto Castillo, la segunda sobre el equipo conformado por María José Sedales, Juan Luchsinger y Hugo D’Enjoy y la tercera en la pareja constituida por Alessandro Famiglietti y Ángela Rodríguez.
En camino a cumplirse 30 años desde la realización de aquel certamen, la propuesta ganadora, concebida y tratada como una “puerta urbana” que le otorgaba identidad al sitio, destacando “los hitos” de mayor significación, en este caso, las capillas del cementerio, utilizando los volúmenes arquitectónicos y la arquitectura misma, como vínculo articulador de lo urbano, cayó, como tantos concursos que en su momento generaron grandes expectativas, en saco roto.
15. Dos tomas del Bulevar César Rengifo o Bulevar El Cementerio.
El año 2009 se aprobó e inició un plan para recuperar la antigua Calle Real de El Cementerio que, de acuerdo a Wikipedia, “fue transformada en 2011 en un nuevo Bulevar de 1,8 kilómetros con rampas, caminerias y espacios para realizar ejercicios a lo largo de 11 cuadras” que cuenta con 2500 metros cuadrados de superficie. La inauguración del hoy conocido como Bulevar Cesar Rengifo o Bulevar El Cementerio por parte de las autoridades municipales se llevó a cabo el 19 de abril de 2011, “convirtiéndose en el segundo Bulevar más grande de la ciudad capital venezolana”. Hasta ahora no hemos encontrado mención alguna con respecto a si las áreas de acceso al cementerio fueron incluidas en los trabajos o si se tuvo en cuenta la propuesta presentada por Silvestro quien, dicho sea de paso, fue reconocido en 2010 por el CONAC con el Premio Nacional de Arquitectura. Tampoco en los anuncios de recuperación del camposanto anunciados en 2021.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal, 11, 13 y 14. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad.
1, 2, 3, 5 y 9. Iván González Viso, María Isabel Peña y Federico Vegas. Caracas del valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje. 2015.
15. Colección Crono Arquitectura Venezuela; y Iván González Viso, María Isabel Peña y Federico Vegas. Caracas del valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje. 2015.
Cuando esta página transitaba su primer año de circulación, publicamos en dos números consecutivos, el 33 y el 34 del 25 de junio y el 2 de julio de 2007, respectivamente, un artículo dividido en dos entregas titulado “Los avatares de la más descuidada entre las más importantes esquinas del país”. Allí nos dedicamos a construir una breve cronología que daba cuenta de la evolución que a través del tiempo había acompañado el destino del frente norte de la Plaza Bolívar de Caracas en general, y del terreno ubicado en el cuadrante noroeste de la esquina de La Torre (diagonal a la Catedral) en particular.
1. Primer plano de Santiago de León de Caracas, 1578. Detalle del centro fundacional
Comentábamos entonces cómo desde el propio plano fundacional de la capital de la República ordenado por el gobernador Juan de Pimentel en 1578, dibujado por Antonio Muñoz Ruiz, se estableció la división de las manzanas en cuatro partes señalándose con las palabras “casas cabildo” y “casa” los usos destinados a los lotes al norte de la entonces Plaza Mayor, cosa que aconteció durante toda la colonia y casi todo el siglo XIX con la sutil diferencia de que las llamadas “casas cabildo” serían identificadas como “casa para autoridades” en el plano de 1810 y el terreno luego sería ocupado por la Oficina de Telégrafo Nacional (o Casa de Correos).
2. Vista de la antigua Plaza Mayor de Caracas hacia la esquina de Principal después de la demolición de las arcadas que la habían convertido en la Plaza del Mercado. Circa 1866. De frente se observa el edificio de dos plantas donde funcionaba la Oficina de Telégrafo Nacional (o Casa de Correos).3. Vista de la antigua Plaza Mayor de Caracas hacia la esquina de La Torre después de la demolición de las arcadas que la habían convertido en la Plaza del Mercado. Circa 1866. A la izquierda la casona que ocupaba el cuadrante noroeste de la esquina.
Algunas fotografías cercanas a 1866, momento en el que se estaba ultimando la demolición de las arcadas del mercado colonial construido en 1755 por el gobernador Felipe Ricardos, testimonian la presencia al oeste del frente norte de la Plaza de Armas o Plaza del Mercado (próxima a convertirse en Plaza Bolívar) en el medio cuadrante correspondiente a la esquina de Principal, justamente de la edificación de dos plantas donde funcionaba la Oficina de Telégrafo; y hacia el este (en el medio cuadrante correspondiente a la esquina de La Torre) de la vivienda de una planta que lo ocupaba.
4. Izquierda: Museo de Historia Natural (1899) que luego hospedó a la Biblioteca Nacional (1903) y al Museo Bolivariano -o Boliviano- (1911). Arquitecto Alejandro Chataing. Derecha: El Gran Hotel Klindt, Esquina de La Torre, Caracas. Circa 1908.
Decíamos, también, que no será sino hasta el último lustro del siglo XIX cuando se producirían las primeras acciones tendientes a dignificar la mencionada fachada norte de la Plaza Bolívar. En 1899, en un segmento del frente asociado a la esquina de Principal, Alejandro Chataing diseñaría un pequeño, ecléctico y recargado edificio destinado a albergar el Museo de Historia Natural que luego hospedó a la Biblioteca Nacional (1903) y al Museo Bolivariano -o Boliviano- (1911), y que posteriormente fue usado, demostrando una flexibilidad muy lejana a su talante, como sede de la Prefectura de Caracas dependiente de la Gobernación del Distrito Federal (hoy ocupado por el “Gobierno del Distrito Capital”). Se producía así, sin ningún tipo de consideración histórica, la primera fragmentación del solar fundacional destinado a las “casas cabildo” de manos, casualmente, de un ente público.
Un poco antes, en 1895, ocupando el cuadrante noroeste correspondiente a la esquina de La Torre, en claro gesto de respeto por mantener la continuidad de la fachada,se había construido el Gran Hotel Venezuela que en 1906 se reacondicionó, cambió de dueño y pasó a denominarse Hotel Klindt.
5. Izquierda: Propuesta del edificio de la Gobernación de Caracas que ocuparía todo el frente norte de la Plaza Bolívar. Gustavo Wallis en colaboración con los arquitectos franceses Lahalle y Levard. 1933. Derecha: Palacio de la Gobernación de Caracas. Esquina de Principal. Gustavo Wallis, 1935.
Será en 1933, al decretarse la construcción del Palacio de la Gobernación de Caracas (proyecto de Gustavo Wallis en colaboración con los arquitectos franceses Lahalle y Levard, cuya construcción finaliza en 1935), que se demolerá lo que quedaba del mutilado edificio que albergó la Oficina de Telégrafo Nacional, y se completará el fragmento restante correspondiente a la esquina de Principal con un uso que pareciera tener visos de reivindicación histórica. Para reforzar esa apreciación valga añadir que el mencionado decreto sentaba las pautas no sólo de la construcción del Palacio sino de las cuadras adyacentes a la Plaza Bolívar, normativa que no se cumplió a cabalidad pero que, sin embargo, se ve plasmada en el dibujo de lo que sería la fachada entera al norte de la Plaza Bolívar, demostración (más allá de su marcado academicismo) de una intervención integral que preveía recuperar la dignidad y unidad que dicho frente debía tener. Para lograrlo se proponía eliminar el edificio de Chataing y el del Gran Hotel Venezuela en pro de un desarrollo que otorgaba al gobierno de la capital un estatus que hasta entonces no había poseído.
Poco antes del plan de Wallis, Lahalle y Levard, en 1931, 4 años después de la muerte de su propietario, el edificio del Hotel Klindt es vendido y remodelado para ser utilizado para oficinas, cambiando su nombre por el de Edificio Washington, el cual sería finalmente derribado en 1957 (a las puertas del inicio del período democrático), con el objetivo de construir un inmueble que complementase el funcionamiento de la Gobernación del Distrito Federal.
6. Proyecto del edificio Washington, Esquina de La Torre, Plaza Bolívar Caracas. 1957. Tomás José Sanabria. Izquierda: Fachada sur. Derecha: Perspectiva.
Es así como, asociado al derribamiento del mencionado edificio Washington, la primera propuesta de la que tenemos registro para el solar en cuestión es la que Tomás José Sanabria elabora justo con ese mismo nombre el mismo año en que el vacío se instala allí (1957). Sanabria diseña una torre de oficinas de veinte pisos, con planta baja libre a doble altura, fachada uniforme trabajada considerando la incidencia del sol y aislada dentro del terreno, que sin duda traduce una clara omisión de las variables contextuales imperantes: por un lado, suma un espacio público que no se sabe si la Plaza Bolívar agradecería y, por el otro, compite y opaca a la Torre de la Catedral, elemento que desde la colonia ha sido el protagonista de la esquina que lleva su nombre.
7. Izquierda: Vista de la Catedral y la esquina de La Torre, Plaza Bolívar, Caracas, 1967. Derecha: Vista aérea de la Plaza Bolívar de Caracas donde se puede apreciar el vacío objeto del concurso.
Aunque al día de hoy nos ha sido imposible determinar a quien correspondía la tenencia del terreno, habida cuenta de que el edificio Washington pertenecía a un particular y no sabemos si su demolición ya insinuaba un cambio de dueño, la convocatoria al Concurso Sede del Edificio Administrativo para la Gobernación del Distrito Federal (1981), cuya propuesta ganadora ilustra nuestra postal del día de hoy, marca un segundo momento de una saga de espasmódicas preocupaciones y subsiguientes frustraciones por atender la esquina de La Torre. Ahora será la presencia de un ente público de jerarquía dentro de la ciudad el que daba muestras, no sólo de ser el propietario del solar, sino de asumir la responsabilidad de atender el problema urbano allí existente. Para el momento se encontraba ocupando el valioso terreno un pequeño domo colocado allí por la propia Gobernación para publicitar su gestión dentro de la ciudad.
8. Croquis conceptuales elaborados por los arquitectos Daniel Betti, Raúl Grioni y Javier Usarraga para la propuesta ganadora del Concurso Sede del Edificio Administrativo para la Gobernación del Distrito Federal, 1981.9. Boceto que muestra la vista de la propuesta ganadora del concurso desde la Plaza Bolívar.
Este concurso, que se convoca pocos meses después de otro que tuvo gran repercusión a nivel del gremio a escala nacional (el de la Catedral de San Tomé de Guayana), en el que se inscriben 92 equipos profesionales y se terminan entregando 52 proyectos, permitió a través de las ideas presentadas apreciar una vez más el estado del arte con respecto al tratamiento de un lugar con una importante carga patrimonial localizado en el corazón mismo de la capital.
Gracias al abordaje crítico que en torno al Concurso llevó a cabo Doménico Silvestro para el número 64 (1982) de la revista Punto, que acompañó de una valiosa información gráfica, se puede inferir de acuerdo a sus propias palabras que los trabajos presentados pueden ser agrupados en tres categorías: “el monumentalismo (retórico), el recurso tecnológico (exagerado) y el sentido común: edificaciones de altura modesta y patio interior”.
10. Concurso Sede del Edificio Administrativo para la Gobernación del Distrito Federal, 1981. Fachada sur de la propuesta ganadora presentada por los arquitectos Daniel Betti, Raúl Grioni y Javier Usarraga.11. Concurso Sede del Edificio Administrativo para la Gobernación del Distrito Federal, 1981. Planta baja de conjunto de la propuesta ganadora presentada por los arquitectos Daniel Betti, Raúl Grioni y Javier Usarraga.12. Concurso Sede del Edificio Administrativo para la Gobernación del Distrito Federal, 1981. Propuesta ganadora. Daniel Betti, Raúl Grioni y Javier Usarraga. Boceto de la fachada sur elaborado por Doménico Silvestro para explicar su carácter «monumental».
La propuesta ganadora a cargo de los arquitectos Daniel Betti, Raúl Grioni y Javier Usarraga, inscrita claramente dentro de la primera categoría formulada por Silvestro, a pesar de poseer un carácter monumental logrado a través de la distorsión que hace al jugar con la escala, de claras reminiscencias clásicas y ávida de protagonismo propio, puede sumarse sin mayores inconvenientes al criterio que en mayor o menor medida priva entre los participantes: el considerar la necesidad de reconstruir la esquina como un aspecto prioritario y en otorgar un valor referencial a las alturas de los edificios que conforman el frente norte de la Plaza Bolívar (las para entonces sedes de la Gobernación y de la Prefectura) y el frente este que va de Torre a Veroes a la hora de determinar rasantes, accesos, localización de usos y manejo de los de espacios públicos, así como gestos que permitieran manejar libremente las variables de un programa abierto, dotado de una clara neutralidad, conformado por un auditorio para 400 personas y áreas de oficinas para la entidad convocante.
13. Concurso Sede del Edificio Administrativo para la Gobernación del Distrito Federal, 1981. Perspectivas de las dos propuestas presentadas por Pablo Lasala14. Concurso Sede del Edificio Administrativo para la Gobernación del Distrito Federal, 1981. Fachada sur de la propuesta presentada por Doménico Silvestro.15. Concurso Sede del Edificio Administrativo para la Gobernación del Distrito Federal, 1981. Fachada sur de la propuesta presentada por Gorka Dorronsoro.16. Concurso Sede del Edificio Administrativo para la Gobernación del Distrito Federal, 1981. Material presentado por Gorka Dorronsoro a la VIII Bienal Nacional de Arquitectura para optar al premio para proyecto no construido.
La proposición que Wallis, Lahalle y Levard hicieran en 1933 resuena a la hora de comprender el énfasis en el problema de la representatividad que muchos de los pre-anteproyectos presentados buscaban incorporar. Cajas neutras, podios macizos, rebatimiento de las fachadas existentes, lenguaje neoclásico, impronta moderna, énfasis en lo tecnológico, sugestiva tropicalidad o uso de elementos tradicionales, van de la mano de una diversidad de posibilidades que giran todas en torno a un compromiso asumido con la ciudad que los aires posmodernos del momento insinuaban, abriendo la esperanza de poder recuperar el perfil urbano que llevaba casi veinticinco años perdido.
17. Dos vistas renderizadas de la propuesta ganadora del Concurso de Ideas para diseñar “Un patio-jardín para la esquina de La Torre”. Jorge Rigamonti, Mario Quirós y Alfredo Caraballo.
Los promotores, quienes anunciaron con bombos y platillos que la obra se iniciaría en marzo de 1982, cosa que asomaba buenos augurios, incumplieron su promesa por lo que el domo siguió allí durante un buen tiempo con el agravante añadido de que el terreno se convertiría en un área de estacionamiento confinado tras el muro perimetral que lo empezó a bordear.
18. Izquierda: Esquina de La Torre a Principal (1900’s-2010). Derecha: Vista aérea actualizada de la Plaza Bolívar de Caracas y sus alrededores.
Pese a que en 1995 vuelve a intentarse abordar desde la Gobernación del Distrito Federal, ahora con el apoyo del Instituto de Patrimonio Cultural, la ya crónica dolencia que a la capital aquejaba en una de sus esquinas de mayor valor, con la convocatoria a un nuevo concurso de aspiraciones mucho más modestas (el diseño de “Un patio-jardín para la esquina de La Torre”, ganado por el equipo conformado por los arquitectos Jorge Rigamonti, Alfredo Caraballo y Mario Quirós), la nueva frustración de la que acompañó su no ejecución nos encuentra, transcurrido casi un cuarto del siglo XXI, con que el vacío de la que entonces denominamos como “la más descuidada entre las más importantes esquinas del país”, acompañado de un importante número de valiosas ideas para darle solución, se halla aún a la espera del digno destino que se merece.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal, 12, 14 y 15 . Revista Punto, nº64 (1982)
1. González Viso I.; Peña M.I.; Vegas F. Caracas del Valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje, 2015
2 y 3. Gasparini G. y Posani J. P.; Caracas a través de su arquitectura, 1969.