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1971• Se inaugura el edificio del Centro Social Ítalo Venezolano

1971• Se inaugura el edificio del Centro Social Ítalo Venezolano, ubicado en la Av. Río Paragua, urbanización Prados del Este, Baruta, diseñado por Antonio Pinzani (1927-2009) arquitecto graduado en la Universidad de Venecia, Italia, en 1953 y que revalido en la FAU UCV recibiendo su título en la promoción 12C /1963.
Las instalaciones del Centro se ubican en una parcela de 270.000 m2. El edificio de planta cuadrada tiene aproximadamente 50 x 50 mts., tres niveles principales, un sótano de servicio y una amplia terraza con vista hacia El Ávila.

El edificio de tres niveles tiene 12.500 m2. Las plantas del edificio son libres, ofreciendo amplios espacios para la reorganización, cambio y subdivisión posterior. Los servicios generales fueron ubicados en correspondencia con las diferentes actividades a ser desarrolladas dentro del edificio.
El planteamiento estructural tiene por base una estructura integrada por 9 macrocolumnas que soportan varias losas tridimensionales de 1,70 metros de altura, las cuáles permiten ser visitadas para el mantenimiento de las instalaciones sanitarias, eléctricas, aire acondicionado y la inspección y control preventivo de los cables de refuerzo colocados posteriormente como complemento de la estructura original (proyecto realizado por los ingenieros José Adolfo Peña y Waclaw Zalewski y concluido en 1983, que consistió en la colocación de cables que postensaron la estructura reforzándola y estabilizando las losas de los diferentes pisos).

Centro Ítalo Venezolano. Vista del espacio central de la planta baja. Foto: CCS Caracas from the valley to the sea

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1955• Club Puerto Azul, Litoral Central

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1955•  El equipo integrado por el ingeniero Daniel Camejo Octavio (1914-2008) (FI UCV), la empresa de proyectistas Carpio & Suárez (Oscar Carpio Méndez, arquitecto, Facultad de Ingeniería UCV, promoción 1º/1947 y Guillermo Suárez Mier y Terán, arquitecto, validado FAU UCV, promoción 7A/1957) y la Oficina Técnica Bernardo Nouel como responsables de la Ingeniería de Puerto, conciben y proyectan en 151.000 m2 de terreno que formaba parte de la Hacienda Longa España, Naiguatá, Distrito Federal, ubicada a 25 km. de La Guaira, el Club Puerto Azul.
El paisajismo fue realizado por el arquitecto brasileño Roberto Burle-Marx (1909-1994).
Este centro social fue proyectado para tener 6.000 miembros y sus instalaciones fueron programadas para esa población.
El proyecto inicial propuesto contó con una Casa Club de tres niveles, que tenía una cafetería abierta hacia las amplias zonas verdes, cocina central y anexos (vestuarios, lockers y sanitarios para empleados); vestuarios para damas y caballeros con sus respectivos lockers, sanitarios, duchas y demás servicios; oficinas administrativas, servicios médicos y enfermería.
En su segundo nivel la Casa Club contaba con una fuente de soda con vista al mar, salones de juegos de mesa y en un tercer nivel con un restaurante formal, bar y salón de bailes.
Como parte de las áreas exteriores se construyeron dos piscinas: una diseñada por el propio paisajista Burle-Marx, como un lago, con isletas con altos cocoteros existentes que fueron preservados al fijar la forma y contorno, complementadas con la inclusión de plantas tropicales; y la segunda, una piscina olímpica (50 m x 25 m) con instalaciones para competencias complementada con área de salto dotada de plataformas y trampolines reglamentarios, provista de una tribuna para 600 espectadores.
Se construyó un largo espigón-rompeolas que definió una bahía en cuyas aguas se instaló un puerto deportivo y consolidó una playa sin olas, a lo largo de los terrenos sombreados por cocoteros en los cuales se desarrollaría un campo de golf.
El puerto deportivo, concebido para pequeñas embarcaciones, está complementado por talleres, servicios náuticos, estación metereológica y un faro, que con el tiempo se convirtió en el símbolo del Club.
La segunda playa, abierta directamente sobre el Mar Caribe, tiene características oceánicas.
Con el tiempo, para complementar las facilidades recreativas, se construyó un bowling, un anfiteatro, cine al aire libre, canchas de tenis, bolas criollas, etc.
El proyecto de las instalaciones del club se complementó con un área residencial, construyéndose tres edificios (de 4 que fueron planteados inicialmente), de 16 pisos cada uno: planta baja, catorce plantas y un nivel de servicios.
Cada edificio cuenta con habitaciones tipo PH-A (para seis personas) y PH-B (para 4 personas), Suites A y B (para 4 y 3 personas), éstas con balcones con vista hacia el mar, y el resto de las habitaciones para 4 o 3 personas, existiendo la posibilidad de establecer comunicación entre algunas de ellas.
En el plan general del club se previó un área, adjunta al acceso principal de las instalaciones (junto a la carretera La Guaira-Naiguatá) para la construcción de un centro comercial privado, que nunca se realizó. Al vender el terreno del centro comercial se utilizó para la construcción de un edificio residencial que se vendió bajo régimen de propiedad horizontal.
El deslave que hubo en el Litoral Central en diciembre de 1999 dañó muchas de las instalaciones del Club Puerto Azul, las cuales fueron reconstruidas con prestancia, dedicación, rapidez, calidad y respeto por su ya consolidada tradición.

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Durante el año 1954 se había iniciado la construcción del Club Puerto Azul en Naiguatá, Litoral Central, Distrito Federal. Antes de finalizar la construcción de las obras contempladas en el proyecto se habilitaron instalaciones temporales para poder recibir a los miembros accionistas del club.

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Piscina con sus isletas con vegetación cuyo trazado fue realizado por el arquitecto paisajista brasileño Roberto Burle-Marx

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Muelle, marina y faro.

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Escalera del edificio que congrega las actividades sociales.

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Vista aérea del Club Puerto Azul, del Club Playa Azul y en la parte posterior de la imagen, el movimiento de tierra de lo que llegaría a ser la urbanización Longa España.
En esos terrenos se construyeron en diferentes momentos, las Residencias Mar Caribe, Farallón Centinela, varias viviendas unifamiliares y el Club Puerto Azul se expandio ubicando alli la Fundación Puerto Azul, Canchas de tenis y otras de football y entre estas un amplio estacionamiento.
A la izquierda de la fotografia se distingue el pueblo de Naiguatá.
(foto de Frohmund G. Burger-1974).

1943• Club Creole Maracaibo, estado Zulia

Club Creole Maracaibo

1943•  La empresa Creole Petroleum Corporation construye y pone en funcionamiento el Club Creole Maracaibo como parte integral de la Colonia Creole de la capital zuliana. Como era costumbre en estos campos se creaban clubs recreacionales categorizados, separando los gerentes y personal de cargos altos o claves dentro de las organizaciones («nómina mayor») de otros clubs construidos y equipados para la «nomina menor».
El Club Creole Maracaibo, se le conoce hoy como «Lago Maracaibo Club», es de carácter privado solo para socios, y está mantenido en prístinas condiciones, muy modificado de su estructura original.

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La piscina del Club Creole Maracaibo, con una pérgola para proteger las pieles delicadas de algunos usuarios.

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Casi todos los Campamentos o Colonias de la petroleras extranjeras operando en el país tenían una estructura similar: (en la parte baja izquierda de la imagen) el edificio de oficinas, cuyo tamaño estaba en correspondencia con la importancia de la explotación y su producción, con estacionamientos cercanos para los no residentes de la colonia y un garaje techado para los vehículos de los gerentes; el laboratorio de geología; los edificios de tres pisos de viviendas del personal extranjero soltero, rodeado de comedor, cocina y otras dependencias de apoyo; las viviendas familiares del personal técnico extranjero, aisladas, rodeadas de jardines, en algunos casos elevadas del suelo; en el extremo opuesto del acceso al complejo, las instalaciones y vivienda del Gerente General, aisladas, rodeadas de vegetación con árboles altos y, a poca distancia, la residencia para los invitados y los maestros de las escuelas. En el centro del conjunto, a distancia peatonal por caminos sombreados, el club recreacional con su piscina (parte cubierta con una pérgola para producir sombra y proteger las pieles no acostumbradas al sol zuliano), la pista de baile, las canchas de tenis y un cine al aire libre. Es de notar que, a causa del inclemente sol y calor, la distancias entre los diferentes puntos del conjunto son reducidas, las caminerias bien trazadas y sombreadas, como ya se afirmó.

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2003• Concurso de Ideas para el Plan Maestro del Caracas Theater Club

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2003•  El Caracas Theater Club organiza un Concurso Privado de Ideas para el Plan Maestro de desarrollo de las instalaciones del Club ubicado en la urbanización San Román, Baruta, Caracas, el cual es ganado por el arquitecto Alessandro Famiglietti Siu (FAU UCV, promoción 40-B/1992).
El Caracas Theater Club fue creado en el año 1950 por un grupo de aficionados al teatro, mayoritariamente norteamericanos, canadienses, ingleses y holandeses. Adquirieron el extenso terreno que hoy ocupa el club, desarrollando en él una serie de instalaciones para favorecer a sus miembros. La sala teatral por ellos creada, que lleva por nombre «Lisela Díaz», que actualmente tiene un aforo de 420 asientos, es reconocido por su calidad.

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Concurso Plan Maestro Caracas Theater Club  2.jpgPlanta de Conjunto

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 99

De entre los clubes de ciudad, que además de brindar las condiciones de tranquilidad y esparcimiento complementarios que ya para los años 50 del siglo XX empezaba a requerir la agitada vida metropolitana, el Club Táchira se podría incluir en el lote de las iniciativas emprendidas por un grupo humano oriundo de una determinada región del país que por añadidura buscaba preservar costumbres, tradiciones y demás actividades que recrearan los vínculos rotos por la distancia del lugar de origen (ver Contacto FAC nº 42 del 27-08-2017).

1. Vista aérea de Colinas de Bello Monte. Circa 1955

Así, los alcances que desde un principio se plantean los fundadores del Club Táchira aunque coincidentes en cuanto a su condición regional con otros de la misma época (como por ejemplo la Casa Monagas, la Casa Sucre o la Casa Guárico), son de mayor envergadura. En efecto, los directivos de la antigua Casa Táchira se proponen a comienzos de los años 50 la necesidad de desarrollar un gran club integral para la ciudad de Caracas que minimice en parte el déficit existente en este tipo de instalaciones. Los argumentos que se manejan, lejos de ser los típicos de cualquier comunidad o asociación cerrada, tienden en principio a la apertura y la incorporación de «una gran variedad de elementos de la colectividad como socios propietarios simpatizantes que gozan de los mismos derechos de los nativos», a excepción del control  de la Junta Directiva y el Tribunal Disciplinario que estaría en manos de los oriundos de esa región, tal y como se recoge en «Club Táchira» (Memoria Descriptiva, dibujos, planos y fotos. Proyecto: Arq. Fruto Vivas), Integral, nº 10-11, abril 1958. En pocas palabras se buscaba crear un importante centro de esparcimiento e intercambio social.

2. Vista aérea de Colinas de Bello Monte. Circa 1955. En la esquina derecha terraceo de la construcción del Club Táchira

Bajo este criterio y con el mayor apoyo oficial (no olvidemos que Marcos Pérez Jiménez, a la sazón dictador y Presidente de la República, era nacido en el estado Táchira así como la mayoría de los gobernantes del país hasta mediados del siglo XX), se emprende la búsqueda de un terreno para el Club acorde con sus objetivos generales y ajustado a un programa que permitiese su aprovechamiento intensivo. Se presenta entonces la oportunidad de adquirir a bajo costo un lote de 50.000 metros cuadrados en la recién inaugurada urbanización Colinas de Bello Monte: muy bien ubicada, equidistante, accesible y con estupendas visuales sobre la ciudad, factores que hacen pasar a un segundo plano las dificultades que la accidentada topografía impondría al proyecto. Además, la presencia del Club sumaría un punto más a favor del interés de parte de Inocente Palacios (promotor que en 1949 asume la aventura de urbanizar, como parte de la presión del crecimiento de Caracas hacia el sur, la primera colina que sería ocupada por la clase media), por convertir esta Urbanización en un punto de referencia cultural a escala metropolitana, interés que impulsará la construcción de la Concha Acústica «José Angel Lamas» (proyecto de Julio Volante), y el encargo a Oscar Niemeyer del proyecto para el Museo de Arte Moderno de Caracas.

3. Club Táchira. Boceto del conjunto hecho por Fruto Vivas

Para realizar tanto el Plan Maestro como la arquitectura de los diferentes componentes que conformarían el Club Táchira se selecciona al aún estudiante de arquitectura Fruto Vivas (recordemos que se gradúa en la promoción nº 5 -1956-) quien no sólo ya despuntaba como un brillante profesional sino que además había nacido de ese estado. Vivas acomete la resolución del programa con base en el terraceo de la moderada pendiente del terreno: cada terraza correspondería a una actividad diferente, interconectada a las demás, con aprovechamiento máximo de las visuales, buscándose la máxima adecuación al entorno. Así mismo se piensa en dotar al Club de un elemento que lo identifique y lo diferencie a su vez de la zona residencial en la que está localizado.

Fruto Vivas atravesaba en 1955, su más prolífico momento en cuanto al desarrollo de lo que se llamó la «arquitectura populista». Además venía de colaborar con Oscar Niemeyer en el anteproyecto para el Museo de Arte Moderno de Caracas ubicado en otro terreno-mirador de la misma urbanización. De esta manera con la propuesta para el club se empiezan a encontrar dos exploraciones que ya Vivas había emprendido con anterioridad: por un lado la búsqueda de una arquitectura nacional que se nutriera de las fuentes de la cultura popular y por el otro la investigación de la lógica de los tipos estructurales. Es así como puede entenderse tanto la visión que se tiene para el primer Plano de Conjunto del Club (recogido en el dibujo que hoy ilustra nuestra postal) como la resolución del elemento que en definitiva lo identifica.

4. Fotografía del modelo de la concha reducido sometido a ensayo (Instituto Eduardo Torroja)
5. Disposición general de la solución de cubierta (archivos CEHOPU)

En el Plano de Conjunto aparecen claramente diferenciadas tres piezas que empiezan a disputarse el protagonismo: lo que en un principio se denominó «la concha» ubicada en la parte más alta del terreno y cerca del acceso, la cubierta plana con grandes voladizos de «el bowling» colocada en un nivel intermedio y lo que en un principio se designa como “el rancho” localizado en la parte más baja. La concha y el rancho son pensados como cubiertas tipo cáscara mientras que el bowling, con un planteamiento estructural igualmente interesante, refleja la influencia muy próxima del Museo de Niemeyer. En todos interviene como asesor estructural Eduardo Torroja.

6. Proyecto definitivo de «La concha». Planta
7. Proyecto definitivo de «La concha». Fachada este
8. Encofrado de la losa que se desarrolla en el interior de «La concha»
9. Encofrado de la cubierta de «La concha»

Lo que en definitiva se hace de acuerdo al Plan original, aparte del terraceo, es “el rancho” (a quien se le bautiza en definitiva como “la concha”) por ser el único elemento de este tipo que se termina construyendo. En ella funcionarían las áreas sociales formales del club, un bar-restaurant y una boite con sus respectivas zonas de servicio. El cálculo estructural definitivo lo realizará el ingeniero Nicolás Colmenares.

10. Vista interior de «La concha»
11. Vista sur de «La concha»

Esta interesante obra conjuga de forma talentosa las dos preocupaciones que a Fruto Vivas, tal como mencionamos, obsesionaban. Así, a una cubierta conformada por un paraboloide hiperbólico en concreto de 76 metros de luz entre sus dos puntos de apoyo, muestra fehaciente de la tecnología de punta de la época, abierta en su punto más alto hacia el paisaje, se le trata contrastantemente con un criterio espacial absolutamente orgánico, libre, rico y se le ambienta utilizando materiales nobles y autóctonos: madera (canalete, zapatero, cañada, entre otros) para el recubrimiento inferior de la concha, de la losa de entrepiso y parte de los pisos, y piedra para muros y pisos de las áreas de mayor tránsito.

12. Vista hacia la ciudad de Caracas desde el interior de «La concha» con el Ávila como telón de fondo

Dentro de esta pieza maestra del sincretismo, el límite entre el interior y el exterior y entre el arriba y el abajo se difuminan. La topografía juega en todo ello un importante papel ayudando a esconder o disimular aquello que atente contra la fluidez y la totalidad vistas como categorías, siendo la boite el único elemento que nace del subsuelo con voluntad formal propia para equilibrar plásticamente la visión volumétrica lejana.

13. «La concha» con todos sus elementos vista desde Colinas de Bello Monte
14. Vista lejana que evidencia la silueta de «La concha»

La mejor explicación de las variables conceptuales que originaron la concha del Club Táchira nos la proporciona el propio Fruto Vivas en Reflexiones para un mundo mejor (1983): “Recuerdo mis palabras con el Maestro Torroja en un verano de 1955 en Costillares (Madrid), cuando planteé la estructura. Torroja me dijo que no cabía en ninguna ecuación conocida y yo le dije: ‘Precisamente es lo que quiero’, que la forma pertenezca íntimamente a la función y al hombre y no esté presa a las limitaciones que impone el cálculo matemático. (…) La imagen que yo planteé para el desarrollo de la estructura fué la siguiente: imaginemos un gran espacio donde el hombre hace su reunión de fiesta y los espacios de actividad cultural o recreativa que deseamos cubrir. Imaginemos el aire necesario para respirar que los envuelve y una ventana gigante; en este caso un Jardín colgante para mirar la ciudad deslumbrante; entonces dejemos caer un pañuelo desde el espacio que cubra estas áreas y que tome la forma lógica apoyada sobre las dos variables: los espacios recreativos con su volumen de aire y el paisaje”. Este pañuelo hecho edificio (si esta última palabra le cabe), concebido como experiencia fenomenológica, prefigurado para mirar y ser visto, permite llenarse los pulmones de una Caracas que desde allí luce dentro de su desorden como una gran selva tropical y manifiesta su indisoluble unión con el Avila. Nada de folklore a no ser los espectáculos, bailes y otras actividades que en él y sus terrazas se llevan a cabo con frecuencia. Mucho de arquitectura moderna impensable en otro lugar que no sea la colina donde se encuentra aferrada. El Táchira deja así a través de un icono su huella indeleble en la capital que tantas veces ha conquistado.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal, 6, 7, 10, 11 y 12. «Club Táchira» (Memoria Descriptiva, dibujos, planos y fotos. Proyecto: Arq. Fruto Vivas), Integral, nº 10-11, abril 1958.

1 y 2. https://elcolinero.org/el-pasado-de-colinas-en-fotos/

3. http://guiaccs.com/obras/club-tachira/

4, 5 y 14. https://www.plataformaarquitectura.cl/cl/02-332131/ad-classics-club-tachira-fruto-vivas-eduardo-torroja?ad_medium=gallery

8 y 9. https://elcolinero.org/el-pasado-de-colinas-en-fotos/club-tachira-5/

13. https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Club_Tachira_Caracas.jpg