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Cuando la semana pasada nos referimos al lugar ocupado por el Centro Comercial Los Palos Grandes (o “Canaima”) dentro de una posible evolución de ese tipo de edificación en la capital, adelantábamos el importante sitial ocupado por el Centro Comercial Chacaíto. Hoy nos correspondería añadir que este emblemático edificio marca un antes y un después tanto en la manera como fue concebida su organización y resuelta su implantación en el sitio donde le ha correspondido estar, como por el impacto que su apertura aportó a la manera de entender su trazado y el rol que puede jugar un grupo concentrado y diverso de comercios dentro de la trama de la ciudad. Se trata de una obra aleccionadora que, sin duda, envió un claro mensaje sobre la integración que debe darse entre un edificio de esta naturaleza, el trópico, la ciudad y el usuario el cual tuvo una consideración privilegiada.
El lugar donde se desarrolló el centro comercial, al este de la quebrada Chacaíto, límite natural entre lo que antes era el Distrito Federal y el Distrito Sucre del estado Miranda (o, en la actualidad, entre los Municipios Libertador y Chacao), no sólo ofrecía las ventajas que otorga su condición de nodo articulador urbano de fácil acceso, sino que imponía un complejo reto a la hora de enfrentar la topografía, sectorizar los usos que debía albergar, resolver mediante un esquema claro la relación entre el vehículo y el peatón, y decidir cómo responder a los dos frentes que lo limitan: al norte la avenida Francisco Solano López, y al sur lo que para entonces era el fin de la Calle Real de Sabana Grande y el inicio de la avenida Francisco de Miranda.
Producto de parte de la venta de los 50.000 m2 de terreno que conformaban la antigua Hacienda Sans Souci, los 23.000 m2 que conforman el lote trapezoidal que se destinó al centro comercial, se separan de los 33.000 m2 que darían pie a un importante desarrollo habitacional que tomó el nombre de la hacienda, diseñado por José Miguel Galia, por la ya mencionada avenida Solano, vía que comunicará la Av. Principal de la urbanización El Bosque con la urbanización Las Delicias de Sabana Grande.
El proyecto, encargado al arquitecto Antonio Pinzani (1927-2009), construido entre 1965 y 1968, que contó con la participación de los ingenieros Sergio Piccín y Antonio Froyo en el diseño estructural, enfrentó con gran sabiduría la articulación de las complejas situaciones que presentaba el nodo de Chacaíto ideando un conjunto abierto al clima, con amplios corredores peatonales separados del automóvil que permitían recorrerlo disfrutando a la vez de lo que sus vitrinas mostraban.
Conformado por dos grandes piezas, una en forma de “L” que ocupa los linderos norte y este, y otra con planta cuadrada ubicada al sur-oeste, el centro comercial se divide en 3 niveles: sótano (donde se combinan estacionamientos y comercios); planta baja comercial (con fuentes de soda y una plaza central luego convertida en estacionamiento), y planta alta (que tiene usos comerciales y oficinas con área de estacionamiento independiente al norte). Inicialmente tuvo 97 tiendas y contaba con un total de 600 puestos para automóviles.
El nivel superior del cuerpo en “L”, donde destaca al oeste el volumen destinado al supermercado (ocupado finalmente por la cadena Central Madeirense que para la época ya se convertía en la competencia de CADA), conecta la avenida Francisco Solano López por medio de escaleras y una rampa al nivel principal (planta baja comercial). La segunda pieza, rodeada por cómodos pasillos y abierta la calle, contempla la existencia de un espacio central a doble altura donde el tratamiento de la luz se convierte en protagonista. En general, las tiendas ordenadas a partir de corredores perimetrales sin cerramientos, que mantienen al paseante entre las vitrinas y el exterior, junto a unos letreros comerciales de alta calidad gráfica, fueron claves en su imagen vanguardista en los años 70.
El centro comercial, ubicado, como ya se dijo, en un punto neurálgico de la ciudad y de interconexión del transporte público, facilitó el desarrollo y éxito de diversos comercios “ancla”. Al ya mencionado supermercado, se sumaron fuentes de soda (como El Papagayo y el Ovni), librerías (como El Acento y Lectura), varias agencias bancarias, cines (como los tres “cinemas” ubicados en el sótano), un teatro, discotecas (como El Hipocampo a nivel de la Solano y la Eva en el sótano), tiendas que representaban a las mejores marcas (Carnaby Street, Wilco, Adams o Vogue) y muy especialmente Le Drugstore, espacio de ambientación juvenil que ofrecía en su interior, además de una fuente de soda que destacaba por la originalidad de sus platos y el nombre que llevaban, una cantidad de mini tiendas destinadas, entre otras, a la venta de discos, tarjetería y cerrajería, todo bastante alejado de lo que su nombre parecía sugerir.
Recién inaugurado, el conjunto de 45.000 m2 de construcción, cuyo diseño original proponía la realización de una torre de oficinas sobre el centro comercial (la cual fue desechada), se convirtió de inmediato en ícono comercial en Caracas.
Antonio Pinzani, graduado de arquitecto en 1953 en la Universidad de Venecia, Italia, quien revalidó su título en la FAU UCV en 1963 y siempre estuvo muy vinculado a la colonia italiana en nuestro país, alcanzó con el Centro Comercial Chacaíto su obra más lograda y se abrió paso para que posteriormente fuera considerado para diseñar la Escuela Técnica de Catia (1972) y el Unicentro El Marqués (1973) edificaciones que, pese a variar sus usos y sus escalas tienen claras vinculaciones con el de Chacaíto en cuanto al tratamiento espacial, volumétrico y ambiental. Más adelante se le contratará para proyectar la sede del Centro Social Ítalo-Venezolano (1980) y luego, asociado con Giampiero Pierucci Renta, a través de Pinzani + Pierucci, en 1991 el Edificio Sede Gerencial La Castellana; en 1995 el Centro Comercial La Colina, San Antonio de los Altos (estado Miranda); en 1996 el edificio sede de la Casa Oliveira, en Boleíta Norte; y en 1999 el Centro Comercial Santa Fé.
Luego de la inauguración del Metro en 1983, Chacaíto acentuó su condición de nodo dentro de la ciudad y los alrededores del centro comercial se vieron beneficiados por prolongación de la peatonalización del Bulevar de Sabana Grande y la creación de la Plaza Brión ubicada sobre la estación del subterráneo. No obstante, su condición de edificio permeable le ha traído, en momentos en que el deterioro de la ciudad ha ido en franco aumento, problemas para poder defenderse de la inseguridad, y lo que antes fue lugar de referencia por la variedad y calidad de los usos que ofrecía hoy ha dejado de lado el toque de exclusividad que lo distinguía a favor de una mayor mimetización con lo que existe en su entorno.
Acreedor del Premio Municipal del Distrito Sucre en 1970 en la IV Bienal Nacional de Arquitectura, a pesar de sus años y alteraciones, y de la imposición de la nueva tipología del “mall” (ensimismado y aislado de su entorno) que introdujo una nueva forma de vivir la ciudad, tal y como se señala en Caracas del valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje (2015) el de Chacaíto “sigue siendo considerado por muchos, desde el punto de vista arquitectónico, como el mejor centro comercial de la ciudad”.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal. Colección Crono Arquitectura Venezuela.
1, 2 arriba y 3 arriba derecha. Mariano Goldberg, Guía de edificaciones contemporáneas en Venezuela. Caracas. Parte 1, 1980
2 abajo. https://i.pinimg.com/originals/96/fe/02/96fe025c42d20858f25b04887a970095.jpg y Colección Fundación Arquitectura y Ciudad
3. https://elestimulo.com/bienmesabe/le-drugstore-el-espiritu-caraqueno-de-los-70/ y Colección Fundación Arquitectura y Ciudad
4 arriba. http://guiaccs.com/obras/centro-comercial-chacaito/
4 abajo. https://venezuela.bienesonline.com/ficha-local-venta-caracas-distrito-federal_LOV110199.php