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HOTELES NACIONALES

1. Izquierda: SS Columbus, buque insignia de Norddeutscher Lloyd NDL, desde la rada del puerto de La Guaira en 1930. Derecha: Turistas alemanes del SS Columbus desembarcando en el puerto de La Guaira, 1930

A modo de preámbulo (y II)

En nuestro Contacto FAC nº 146 (06-10-2019) habíamos dejado pendiente, como etapa previa a abordar los Hoteles Nacionales creados durante la dictadura gomecista, el terminar de cubrir el tema correspondiente a la relación entre el turismo y la empresa privada, atendiendo dos instalaciones que fueron diseñadas por importantes arquitectos para tal fin en la década de 1920 del siglo XX venezolano: los hoteles “Palace” proyectado por Alejandro Chataing, inaugurado en 1921, ubicado de Veroes a Ibarras, y “Majestic”, producto de la adaptación de dos edificios destinados a oficinas y comercio realizada por Manuel Mujica Millán cerca de 1927, abierto en 1930.

Sin embargo, siguiendo la pauta que nos establece el libro Hotelería y turismo en la Venezuela gomecista de Ciro Caraballo Perichi (1993), no estaría de más precisar que, tanto para entender la relación entre turismo y empresa privada como para contextualizar la aparición de hoteles como el “Palace” o el “Majestic”, Venezuela entra al siglo XX con varias asignaturas pendientes que debía aprobar si quería incorporarse al boom de la industria turística que ya empezaba a beneficiar a diversos países de la región. La primera era asimilar justamente la existencia de un individuo que, personificado en el “viajero por placer”, se denominaba “turista”, vocablo que poco a poco se fue insertando en las promociones de hoteles locales que empezaban a aparecer en la prensa. Para ello colaboró de forma importante el hecho de que el venezolano empezase a personificar al mencionado individuo al tener la oportunidad de viajar y vivir en carne propia la forma como era tratado en el extranjero y el tipo de facilidades que empezaban a crearse para hacer más confortable cualquier traslado o estadía.

De tal manera, el comprender al turismo como una red que implicaba la existencia de toda una serie de componentes que permitirían más adelante hablar de una “industria”, donde su comercialización ocupaba un lugar prominente generó la necesidad de incorporar al país al mercado internacional, pese a que ofrecía notables dificultades. Para que Venezuela fuese incluida como destino en los circuitos turísticos, no bastaba poseer innegables ventajas comparativas y tangibles atractivos tales como sus bellezas naturales, su tradición histórica, su clima, su ubicación geográfica, una población hospitalaria, una importante red de carreteras desarrollada por el régimen gomecista para interconectar y controlar el país, un frente marítimo con puertos importantes que lo atienden y hasta un incipiente desarrollo del transporte aéreo. El promotor turístico nacional empezaba a tener claro que para desarrollar todo ello “…necesitamos, como punto previo, amoldarnos al turismo, esto es, crear oficinas de información que le suministren a los viajeros toda clase de informes, hoteles y casas de albergues en el interior del país, apropiados a los diversos gustos. Y luego que hayamos establecido y organizado todo esto, ocurriremos (sic) a la publicidad en revistas y periódicos de aquí y del extranjero”, tal y como señalaba en 1920 Avelino Fuentes  en un artículo titulado “Intereses Venezolanos. El Turismo” aparecido en El Nuevo Diario de Caracas, citado por Caraballo.

2. Avisos aparecidos en la prensa promocionando el turismo en la década de los años 1930

Por tanto, la promoción que del turismo poco a poco se fue desarrollando hizo de Venezuela un país “emisor y receptor”. Su incorporación a la red turística internacional inicialmente se logró a través de la vía marítima, beneficiada por el impacto que causó la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y posteriormente el crash de la bolsa de los Estados Unidos de 1929 en el viajero promedio norteamericano, nuestro principal mercado, quien por razones de inestabilidad política, de costos e incluso climáticas empezó a ver en el Caribe un destino posible.

El toque de buques de turismo en La Guaira de manos de importantes empresas navieras extranjeras, comercializado por nacionales, empezó a hacerse frecuente pese a la limitación del poco calado que el puerto ofrecía y los inconvenientes a ello asociados. Ciro Caraballo hace un interesante recuento de compañías, nombres de buques, paseos que se organizaban y agencias de turismo local que no transcribiremos e invitamos a recorrer en su libro. También señala las razones de “seguridad” por las que el régimen gomecista limitó el turismo fronterizo y da fundamental importancia a la creación en 1932 del “Club de Turismo Venezolano” (junto al eslogan “Conozca Venezuela primero”), para el desarrollo e incremento del desplazamiento por carretera, inicialmente copado por la alta burguesía caraqueña.

3. Gran Hotel Caracas. Vista exterior y anuncio de promoción (circa 1925).

Llegados al punto relacionado con la respuesta que da la hotelería para aprovechar la apertura que se venía dando, Caraballo detecta “una tímida renovación de la planta hotelera”, producto de la desconfianza que en el sector privado aún producía dicha actividad dado su limitado desarrollo. La industria petrolera, que definitivamente convirtió a los Estados Unidos en principal aliado comercial del país sustituyendo a los europeos con quienes se intercambiaban los productos de exportación tradicionales (café, cacao, balatá y plumas de garza), empezaba a demandar para sus empleados y hombres de negocios vinculados a ella y también para el visitante medio, la construcción de un importante hotel en Caracas, asunto que ya tenía tiempo en el tapete. “Desde la construcción en 1895, frente a la Plaza Bolívar, del ‘Gran Hotel Venezuela’ -luego denominado ‘Gran Hotel Klindt’- hasta 1912, no se había realizado ninguna nueva edificación hotelera en la Capital. La recepción de excursionistas de cruceros que tomaban su lunch en el comedor del céntrico Hotel Klindt hacía sentir la demanda por un local más confortable, destinado no ya a los comerciantes, sino a los turistas y veraneantes, preferiblemente situado en las afueras de la ciudad. Todas las iniciativas hoteleras eran vistas aún entonces como un negocio de familia, no sólo en lo que competía al servicio sino además en cuanto a la inversión, lo cual impedía en la práctica la concreción de empresas mercantiles de capital accionario orientadas a satisfacer la demanda”, nos apuntará Caraballo.

4. Proyecto del Hotel Paraíso, El Paraíso, Caracas. Alejandro Chataing, 1913

Dentro del pausado giro que se empieza a dar, buscando atender los requerimientos del nuevo usuario es que se inscribirá la iniciativa frustrada del empresario Heriberto A. De Lima por proyectar y construir en 1912 un gran hotel en El Paraíso que se le encargó al reputado arquitecto Alejandro Chataing.

Finalizada la Primera Guerra Mundial, al incrementarse el flujo de comerciantes y visitantes, se agudizará de nuevo la carencia de una planta hotelera a la altura más allá del ya mencionado Hotel Klindt, el “Gran Hotel” fundado por el Sr. Juan Rodríguez Cordero en 1909 (refundado en 1921 como “Gran Hotel Caracas” luego de ser objeto de una profunda renovación), ubicado en la calle Comercio de Bolsa a Mercaderes, en el mismo inmueble que durante mucho tiempo ocupó la afamada posada “El León de Oro” y, después de 1918, el “Hotel Middleton” localizado de Veroes a Ibarras propiedad del norteamericano Harry W. Middleton dedicado a albergar huéspedes básicamente de esa nacionalidad. “Tan caótica era la situación de alojamiento en la capital, que se recomendaba a los extranjeros el uso de pensiones en vez de los alojamientos llamados ‘hoteles’, dado que en aquellas al menos el servicio de comida era satisfactorio, a tiempo que la atención era más personal”.

5. Hotel Palace. Vista exterior y anuncios publicitarios (circa 1923)

En este contexto debe enmarcarse la segunda ocasión en que Alejandro Chataing participa en el diseño de una instalación hotelera de nueva planta cuando el Dr. Adriano Riera le encarga el proyecto, en un terreno largo y estrecho entre medianeras, de Veroes a Ibarras, del que se conoció como “Hotel Palace”, primero de su tipo que lograba construirse.

Para el diseño del “Palace”, cuya simétrica fachada con tres ventanas a cada lado del acceso responde al lenguaje con que Chataing ya en otras ocasiones había ido manifestando su particular eclecticismo (“molduras, balaustres y cornisas prefabricadas, combinadas con ladrillo visto en los dinteles y el entablamento”), se debió recurrir a la incorporación de una serie de patios necesarios para lograr la adecuada iluminación y ventilación de ambientes y habitaciones. “El edificio culminaba en el fondo en terrazas descubiertas, donde se ubicaban mesas para atender a los huéspedes, mientras que un pequeño kiosko para música, especie de tempietto con cúpula, cerraba axialmente la composición”, nos dirá Caraballo. Su modesto tamaño (40 habitaciones, 23 con baño propio y 17 atendidas por 6 baños generales, además de espacios públicos destinados a salones y comedores, más la cocina y demás servicios), no llegó a cubrir aún las expectativas del hotel que Caracas estaba demandando, pese a convertirse en el más importante establecimiento de este tipo durante la década de 1920 en la ciudad en virtud de su organización como empresa comercial de capital mixto, su buena administración (que compartió de manera conjunta con el “Hotel Victoria” de Maracaibo), la variedad de programas que ofrecía y su correspondiente conversión en lugar de encuentro social, y el menú dirigido fundamentalmente a su casi exclusiva clientela norteamericana.

6. Diversas imágenes del hotel Majestic. Arriba izquierda: primera etapa (circa 1927). Arriba derecha: hotel con la ampliación diseñada por Manuel Mujica Millán (circa 1930). Centro izquierda: vista desde la esquina del Teatro Municipal. Centro derecha: dibujos de detalles del proyecto de Mujica Millán. Abajo izquierda: vista interior del Gran Salón. Abajo derecha: imagen del hotel demolido (circa 1949).

La década de 1930 vio como el “Palace” sería desbancado por el hoy ya mítico “Hotel Majestic”, resultado de la adaptación para ese uso de dos edificaciones recién construidas entre la calle Sur 4 y la plaza José Gregorio Monagas (en diagonal con el Teatro Municipal) para albergar oficinas y comercio. Esta operación permitiría detectar la presencia de un arriesgado empresario-constructor en la figura del Sr. Eloy María Pérez Alfonso y la primera oportunidad en que Manuel Mujica Millán interviene como arquitecto en nuestro país, contratado en Barcelona por Pérez, en principio, para la realización del proyecto de conversión una vez que arriba en octubre de 1927. Así, Mujica “prepararía detallados planos de las edificaciones complementarias, destinadas a nuevas habitaciones y espacios de servicios, ubicadas en el interior del lote, al igual que se ocuparía de unificar las fachadas de los dos edificios (…) un collage de difícil definición…”, que alcanzaría los cuatro pisos y contaría como elemento que reconoce la esquina del lote donde se encontraba con una torre “de fuerte sabor decimonónico” el cual, además de ser el principal ornamento del edificio, se constituyó en su símbolo. Mujica “también realizaría toda la arquitectura interior del hotel, dibujando bocetos, planos y detalles de las decoraciones de los salones”, otorgándole a cada uno una ambientación particular.

Del “Majestic” hay abundantes reseñas y comentarios, muchos de ellos asociados al rol que jugó como verdadero hotel de lujo en la Caracas de entonces, a su condición de ser el edificio privado de mayor altura de la ciudad, a la diversidad de figuras que en él se alojaron (desde Carlos Gardel al torero Manolete) y a las vicisitudes que rodearon la compra del terreno (de 473 m2, con 33,96 m de frente hacia la plaza Monagas y 13,93 m sobre la calle Sur 4), el primer destino de lo que en principio se había construido en el terreno de la esquina según proyecto del arquitecto catalán Marcelino Mari (la sede de la Lotería de Beneficencia Pública y el debate que en torno a ello dividió a la opinión pública), su adaptación y su posterior supervivencia hasta ser demolido a causa de la realización del ala sur del Centro Simón Bolívar, construido siguiendo las pautas del Plan Rotival.

La capacidad del “Majestic” (menos de 100 habitaciones muchas orientadas hacia patios interiores  y otras sin sala de baño integrada al dormitorio, que buscó incrementarse con la aparición parcial de un quinto piso que lució siempre como un añadido), quedaba aún corta para la capital de un país que ya había virado de su condición agrícola a la minera. Sin embargo su fama, glamour, exquisita decoración y lujoso mobiliario, llegaron a opacar las numerosas deficiencias funcionales de las que adolecía colocándolo como la instalación más importante realizada en el país durante los primeros 30 años del siglo XX. Su corta vida entre la apertura el 30 de diciembre de 1930, coincidiendo con la perspectiva de que la ciudad recibiría un crecido número de delegados y visitantes extranjeros, con motivo de la Conmemoración del Centenario de la muerte del Libertador, y su pesarosa demolición el 8 de marzo de 1949, dejaron en la historia de la ciudad y en la vida de sus ciudadanos una leyenda que aún perdura. Con la mención y recuerdo del “Majestic” finalizamos el repaso de la intervención privada en el incipiente desarrollo turístico venezolano a través de la hotelería a lo largo de las tres primeras décadas del siglo XX, para dedicarnos a partir de una próxima entrega del aporte oficial en cuanto a instalaciones de ese tipo auspiciado por el régimen de Juan Vicente Gómez.

ACA

Procedencia de las imágenes

  1. https://twitter.com/GFdeVenezuela/status/1356732790860087297

2, 3, 4 y 5. Ciro Caraballo Perichi, Hotelería y turismo en la Venezuela gomecista (1993)

6. https://www.pinterest.com/pin/453667362459155395/, https://iamvenezuela.com/2019/05/manuel-mujica-millan-el-espanol-que-modernizo-la-arquitectura-en-venezuela/, https://www.elimpulso.com/2020/05/05/opinion-cronicario-aquiles-nazoa-fue-aprendiz-de-carpinteria-botones-y-telefonista-del-hotel-majestic-5may/, Ciro Caraballo Perichi, Hotelería y turismo en la Venezuela gomecista (1993) y Colección Crono Arquitectura Venezuela.

1953• Se demuele la sede del Ministerio de Hacienda

Se demuele la sede del Ministerio de Hacienda

1953•  Se demuele en la esquina de Carmelitas de Caracas para poder completar el trazado de la Av. Urdaneta, la sede del Ministerio de Hacienda.
Este hermoso edificio puesto en servicio en 1907 había sido proyectado por Alejandro Chataing (1873-1928), arquitecto favorecido durante el régimen de Cipriano Castro, quien le dejó a Caracas, importantes obras entre las cuales destacaron: el Arco de la Federación en El Calvario, trabajado conjuntamente con su maestro Juan Hurtado Manrique (1895); la reforma el Panteón Nacional; Villa Zoila, residencia presidencial de Cipriano Castro en El Paraíso, (1904); el Teatro Nacional (1904); y el Nuevo Circo (1919).

HVH

1910• Remodelación integral del Panteón Nacional

Concurso Panteón Nacional.jpg

1910•  Para celebrar el centenario de la Independencia de la República, el Presidente Juan Vicente Gómez instruye al Ministerio de Obras Públicas que convoque un concurso para remodelar integralmente el Panteón Nacional.
El proyecto ganador del concurso fue el del arquitecto Alejandro Chataing (1873-1928), con el cual se modificó las fachadas y la ornamentación exterior del edificio e internamente se colocó un cielo raso con un lucernario al techo de la nave principal, y artesonados de madera en las laterales.
El piso se recubrió con piezas de mármol blancas, grises y negras.
Estos trabajos de remodelación fueron concluidos en 1911 a tiempo para la celebración de primer centenario de nuestra independencia.

HVH

1905• Se inaugura el Palacio de Gobernación y Justicia

Se inaugura el Palacio de Gobernación y Justicia.jpg

1905•  Una vez demolida el año anterior por mandato del General Cipriano Castro, Presidente de la República, la Sede del Colegio Seminario de Santa Rosa, se inició la construcción del Palacio de Gobernación y Justicia, proyecto de Alejandro Chataing (1873-1928).
La edificación, de dos niveles, utilizó como base la planta del antiguo seminario y algunos elementos de su estructura portante.
Chataing, hábilmente resolvió el nuevo edificio y sus fachadas, preservando, por instrucción presidencial, la vieja capilla de Santa Rosa de Lima en donde se firmó el Acta de la Independencia en 1811.
El Palacio de Gobernación y Justicia se inauguró con presencia del presidente Castro el día 23 de mayo de 1905.

HVH

1907• Inauguración del Ministerio de Hacienda y Crédito Público, esquina de Carmelitas

Palacio de Hacienda 1.png

Palacio de Hacienda 2

Palacio de Hacienda 3

1907•  Se concluye la construcción e inaugura el Ministerio de Hacienda y Crédito Público, ubicado en la esquina de Carmelitas, Caracas, remodelación realizada según diseño del arquitecto e ingeniero Alejandro Chataing (1873-1928) para el edificio que pertenecía a las monjas Carmelitas Descalzas. Esta edificación se destinó en años posteriores como sede del Banco Central de Venezuela.

El edificio fue demolido en el año 1953 para dar paso a la construcción de la avenida Urdaneta.
Alejandro Chataing fue considerado el Gran constructor del Régimen de Cipriano Castro, habiendo construido, entre muchas edificaciones: las Fachadas del Mercado Municipal de San Jacinto (1894), el Teatro Nacional (1904) y el Nuevo Circo de Caracas (1919).

HVH

CONCURSOS DE ARQUITECTURA EN VENEZUELA

Hotel Miramar, Macuto, Litoral Central, 1925

1. Fachada principal del proyecto ganador elaborado por Alejandro Chataing

En nuestro afán por reconstruir una cronología de los concursos de arquitectura realizados en Venezuela, del que quizás se tienen datos más fehacientes que permitan asegurar, si no su carácter inaugural, al menos su condición de primera competencia abierta a los profesionales del país, es el que dio como resultado el proyecto y construcción entre 1925 y 1928 del hotel Miramar, Macuto, obra de Alejandro Chataing (1873-1928).
Las expectativas que se generaron en torno a la convocatoria para el concurso del “Miramar” no eran pocas. Con la construcción del hotel se buscaba dar inicio de manera firme, tras la experiencia del balneario termal de San Juan de los Morros, a la política oficial de turismo con la que el alto gobierno se encontraba muy comprometida. La apuesta en este caso se dirigió a ofrecer una instalación moderna sobre la playa, particularmente en la población de Macuto (que ya contaba con una tradición vinculada a la recreación y esparcimiento desde la época de Guzmán Blanco y a la que se le habían hecho importantes inversiones para el mejoramiento de los servicios), cuya proximidad a Caracas se había visto beneficiada, además, por la mejora de las comunicaciones terrestres.
Como señala Ciro Caraballo Perichi en Hotelería y turismo en la Venezuela gomecista (Corporación de Turismo de Venezuela, 1993), un promotor privado, personificado en este caso ni más ni menos que por el propio Benemérito General Juan Vicente Gómez, adquiere “en los primeros meses de 1925 un importante lote de terrenos baldíos al este del poblado de Macuto, de suave pendiente y ubicados con un amplio frente a la playa. Dichos terrenos habían formado parte de la llamada ‘Estancia Eraso’ (…) En el sector central del lote se delimitó un área destinada a la construcción de un hotel, el terreno fue ampliado hacia el sur con una nueva compra realizada en 1927, cuando ya estaba en construcción la edificación, alcanzando un área total de 28.000 m2”.
Dentro de la ambigua calificación que lo colocaba como “un Concurso oficial para un hotel privado”, dado que el propietario de los terrenos y principal inversionista era el “Benemérito”, Caraballo rescata de la prensa de la época (nota aparecida en 1925 en el diario El Sol, Caracas 31 de julio de 1930), cómo ”por disposición del Presidente de la República, el Ministerio de Obras Públicas abrió un concurso entre los ingenieros y arquitectos venezolanos para la formación de un proyecto de hotel en Macuto de carácter tropical moderno”. El llamado se hace el 29 de julio de 1925 y se ofrecía como premio al ganador la contratación de la obra.
Se informó poco sobre las bases salvo las características topográficas del terreno y el número total de habitaciones que contemplaría el programa, ochenta, “de las cuales al menos unas tres cuartas partes debería contar con baño privado incorporado a los espacios del dormitorio”. La fecha de entrega fue fijada para el mes de octubre y debían consignarse láminas con las plantas, secciones y fachadas “además de dos sobres cerrados, uno con el presupuesto para la realización de las obras y otro con la indicación del seudónimo”. Como se ve, el concurso fue montado y organizado siguiendo unas pautas que poco se diferencian de las que por años han privado en la realización de este tipo de eventos, al menos, en nuestro país.
Finalmente se consignaron quince proyectos siendo seleccionado ganador el presentado por el ya para entonces experimentado arquitecto Alejandro Chataing bajo el seudónimo “Miramar”: un total de seis planos, ajustándose a un presupuesto para su construcción inferior a la elevada suma de dos millones de bolívares que no incluía previsión para el mobiliario y el equipamiento. “De los otros proyectos (cuyo material se encuentra en el Archivo General de la Nación) sólo se conservan las páginas correspondientes a las memorias descriptivas, pero no así las láminas”, aclarará Caraballo.

2. Propuesta presentada al concurso por el arquitecto Rafael Seijas Cook, 1925

Posteriormente el “arquitecto-poeta” Rafael Seijas Cook publicará en Élite nº 30 del 10 de abril de 1926 un boceto (isometría) de lo que fue la idea presentada “para un Hotel Tropical” siendo el único testimonio gráfico adicional con que se cuenta de parte del resto de los participantes en el certamen.
Las garantías de que el proyecto ganador llegara a feliz término hasta su construcción las otorgaba el hecho de que Chataing, quien para la fecha tenía 52 años de edad, contaba con una dilatada obra realizada (recordemos que desde muy joven se convirtió, durante el mandato de Cipriano Castro -y luego en el de Gómez- en el “gran constructor del régimen”) y, en particular, dos hoteles: uno que no pasó de la etapa de proyecto (el “Hotel del Paraíso”, 1913) y otro construido en Caracas (el Palace, 1923). También Chataing garantizaba el poder alcanzar la aspiración de contar con una moderna instalación adaptada a las condiciones del contexto ya insinuada en las imágenes de la propuesta presentada a concurso.

3. Hotel Miramar. Vista aérea. 1938


Colaboraron con Chataing en el desarrollo y construcción de la obra el joven ingeniero Luis Bello Caballero y su hijo, el por entonces estudiante del último año de ingeniería en la UCV, Luis Eduardo (a la postre primer director de la Escuela de Arquitectura luego de su creación en 1941).

4. Hotel Miramar. Vista exterior
5. Hotel Miramar. Planta baja


Sobre el “Miramar” se ha destacado su condición de obra ecléctica enmarcada dentro de la tradicional actitud asumida por Chataing a lo largo de su trayectoria. También su alejamiento en cuanto a la utilización de elementos de inspiración clasicista (o en todo caso historicista) presentes en sus más destacados edificios, inclinándose en este caso más bien hacia la preeminencia del peso de la volumetría por sobre la ornamentación aplicada puntualmente acudiendo a elementos formales del art nouveau. Su planta cruciforme compuesta por cuatro alas diagonales que, siguiendo una estricta pauta académica, parten de un patio central circular rodeado por un corredor octogonal, logra solventar el aprovechamiento máximo de las visuales al mar. Resuelto programáticamente en dos plantas (en la baja se ubican al norte el acceso, las áreas sociales y de servicios, y al sur habitaciones destinándose la planta alta sólo a aposentos que comparten un cómodo balcón), disponía además de una terraza con torretas visitables y un semisótano. Poseía ascensor, teléfono, agua corriente, excelente y confortable mobiliario, espacioso bar, un comedor en la terraza, otro comedor de gala para 400 comensales servido con vajillas de plata, una amplia cocina provista de cavas, neveras, y para la recreación, además de tener la cercanía del mar, una piscina de agua salada, billares y cancha de tenis. Contó, también, al momento de su apertura, como indica Ciro Caraballo, con “equipamiento yankee” y “personal suizo” que aseguró, bajo la dirección de O.P. von Siebenthal-Rissegg y un completo grupo de profesionales que lo acompañó, la formación del personal criollo que luego lo atendería.

6. Hotel Miramar. Salón comedor


El “Miramar”, abierto al publico por todo lo alto el 1 de abril de 1928 (acto al que no asistió su propietario siendo representado por altos personeros del gobierno, y al que si hizo acto de presencia el arquitecto y se dio cita lo más granado de la sociedad caraqueña), fue vendido por el “Benemérito” a su entrañable amigo el Coronel Roberto Ramírez el 14 de mayo y este a su vez a la nación venezolana el 25 de mayo, mediando en ambos casos significativos niveles de ganancia.
Desde la misma inauguración el hotel alcanzó a cubrir todas las expectativas que se habían generado en torno a él, viviendo un período de esplendor que abarcó alrededor de 20 años entrando en una etapa de decadencia que culminó con su cierre como instalación en 1958 y posterior abandono hasta el lamentable estado en que se encuentra en nuestros días pese a haber sido declarado como Monumento Histórico Nacional en 1994. Uno tras otro han fracasado los intentos por recuperarlo, reciclarlo o bien restaurarlo como bien patrimonial hasta el punto de desconocerse al día de hoy su destino definitivo siendo el último episodio de su agonía el desmoronamiento de las torretas ubicadas en el nivel terraza.

7. Hotel Miramar. Penosa situación en la que se encontraba en noviembre de 2017


Su condición de “hotel moderno, con moderna administración puesto al servicio de los turistas y nacionales que visitaran el legendario balneario de Macuto” punto de partida de lo que sería “el intento primigenio del Estado venezolano por estructurar una red hotelera turística nacional, la cual alcanzaría sus concreciones más significativas durante los años treinta”, fue además la última obra de Chataing quien fallecería a los 15 días de su inauguración.
Sin duda, el “Miramar” se trata de una pieza clave para entender los albores de la modernización del país, la madurez en la trayectoria del más importante arquitecto venezolano que cabalgó entre los siglos XIX y XX y el interés siempre presente y siempre inconstante por hacer del turismo un puntal de la economía venezolana que comenzaba a ser avasallada ya desde entonces por el petróleo.

ACA

Procedencia de las imágenes

1 y 3. https://www.instagram.com/caracasretrospectiva/

2 y 5. Caraballo Perichi C.; Hotelería y turismo en la Venezuela gomecista, 1993

4. Colección Crono Arquitectura Venezuela

6. https://twitter.com/tachirense89/status/753692480227377152

7. https://iamvenezuela.com/2017/11/hotel-miramar-de-macuto-estado-vargas/