Caracas en los años sesenta era una ciudad que se estiraba y se comprimía, que se hallaba en el umbral de una modernidad sin tregua, y que, sin embargo, empezaba a mostrar las costuras de sus contradicciones. Si bien las Páginas Amarillas de CANTV eran la biblia de la orientación masiva, y ese gran tomo amarillo que casi cada hogar tenía a mano junto a los mapas turísticos ofrecían una visión más amable y ordenada de la metrópolis, existían otras iniciativas, menos extendidas, pero no menos reveladoras, que nos hablaban más de la verdadera piel de la ciudad.
Y aquí es donde asoma la figura de Mario Rugiadi Battini, el ingeniero que en 1959, con una lucidez preclara, inscribió su «Guía-Plano de calles, inmuebles y comercios de Caracas» en el Registro Público de propiedad intelectual. Una guía que convertía el catastro como principio para ubicarse, en un sistema de orden, para hacer de Caracas una ciudad más comprensible.
1. Portada de la «Guía-plano de calles, inmuebles y comercios de Caracas» (1962) correspondiente al sector Centro-Sur. Llama la atención que pese a ser la guía patrocinada por la Compañía Shell de Venezuela se haya seleccionado esta excelente foto (s/f), perteneciente hoy al Archivo Fotografía Urbana, que muestra antiguo edificio Creole (ocupado hoy por la Universidad Bolivariana de Venezuela), urbanización Los Chaguaramos, Caracas, diseñado por Lathrop Douglass a partir de 1947 y terminado de construir en 1954.
No era un mapa turístico, ni un mapa para el conductor motorizado; era un ejercicio catastral disfrazado de guía práctica, una radiografía de la ciudad al detalle.
2. Propaganda que acompañaba la publicación de la Guía-plano de Caracas.
Mientras otros se conformaban con representar las vías principales, Rugiadi Battini con gran esfuerzo se dio a la tarea de desglosar Caracas en 560 planos parciales distribuidos en cuatro tomos: Centro Norte, Centro Sur, Centro Este y Centro Oeste.
El plano que acompaña la postal corresponde al sector Centro-Sur, inserto al final del libro. Sobre el plano, es posible notar una cuadrícula superpuesta en color rojo, indicativa del número de la página, correspondiente a cada uno de los 137 planos parciales que forman parte de la guía.
No solo las calles y avenidas, sino cada edificio, cada quinta con su nombre, sus números de parcela respectivos, los comercios más insignes y un índice de los edificios de toda Caracas, en orden alfabético impreso solamente en el tomo correspondiente al centro norte, conformaban la valiosa información que aporta el trabajo. Impreso en La Victoria, en los talleres de Grabados Nacionales, esta guía en cuatro tomos era, en esencia, un inmenso levantamiento catastral de una Caracas que se exhibía sin pudor.
3. Detalle del Plano-guía de Caracas correspondiente al sector Centro-Sur donde es posible notar una cuadrícula superpuesta en color rojo, indicativa del número de la página, correspondiente a cada uno de los 137 planos parciales que forman parte del documento. Los puntos rojos corresponden a la ubicación de Estaciones de Servicio Shell.
Así, el dibujo de la propiedad en su encuentro con la calle, fue el intento de poner orden en el caos que reinaba en la determinación precisa de los dueños de los terrenos. A ello se suma un inventario de los bienes inmuebles que no llego a ser total, pues faltaban los linderos que separan a los vecinos, la superficie total de la parcela, y el tipo de construcción que se yergue sobre ella.
En los años sesenta, en esa Caracas que se inflaba con el dinero del petróleo y el espejismo de la modernidad, el catastro era el instrumento vital para la administración municipal. Era la base de la recaudación fiscal, el ingreso que debía alimentar las obras públicas, las escuelas, los hospitales. Una herramienta para la planificación del crecimiento formal, para las zonificaciones, para la gestión de ese suelo que, si bien creíamos dominado, nos desafiaba a cada paso.
4. Detalle del Plano-guía que recoge el sector donde aparece Puente Mohedano y parte de la urbanización El Conde, en el que se puede apreciar la meticulosidad del trabajo de Rugiadi Battini basado en información catastral.
Pero Rugiadi Battini, en su meticulosa guía, no solo buscaba la utilidad fiscal. Él quería comprender la ciudad, desentrañar su complejidad usando el catastro como sistema de ubicación. Porque en cada cuadra, su prontuario no solo mostraba el trazado de las calles, sino que demarcaba el frente de cada propiedad inscrita, con su número de parcela, siguiendo esa lógica casi poética de la numeración par e impar. Eso permitía ubicar con una exactitud asombrosa no solo una calle, sino un edificio específico, una parcela en particular. Era un mapa que le hablaba al urbanista, al abogado, al simple curioso, al que quería saber quién era el dueño de aquella propiedad. En cierta medida este plano es la memoria parcelaria de la ciudad desvelada.
Sin embargo, la magnitud de este esfuerzo no hubiera sido posible sin sus anunciantes, y Shell, el gigante del petróleo, era su principal auspiciador. La red de estaciones de servicio de Shell –La Florida, El Peñón, Los Palos Grandes, Las Mercedes, Santa Mónica, Los Mangos, Veracruz, El Pedregal y La Castellana – se convierten en elementos destacados del mapa, una señal que nos habla de la vida automovilística de entonces, donde una gasolinera no era solo un lugar para cargar combustible, sino un centro de servicios, casi un punto de encuentro, ofreciendo desde lavados hasta el lujo de recoger y devolver el carro a domicilio.
5. Otro detalle del Plano-guía que recoge un sector de la Parroquia San Juan donde aparecen la avenida San Martín y la Plaza Capuchinos, en el que se puede apreciar la meticulosidad del trabajo de Rugiadi Battini basado en información catastral.
Este plano, inserto en la guía, es otra de esas iniciativas privadas que intentaron abarcar la totalidad de Caracas en los años sesenta, con la esperanza de que nos pudiéramos desplazar con cierta sensatez en ella. Una ciudad en rápida metamorfosis, con una estructura parcelaria que empezaba a complicarse como un reflejo brutal de las contradicciones que afloraban de sus instrumentos regulatorios. En sus páginas, se comienza a percibir el roce de la modernidad con la realidad de un crecimiento urbano que, a pesar de los esfuerzos, hacía cada vez más difícil controlar y sistematizar la nomenclatura. Una situación que, hoy, décadas después, sigue siendo una característica insoslayable del tejido urbano caraqueño. Y que Rugiadi Battini, en su afán de orden, plasmó en un documento inestimable para entender esa complejidad.
Nos queda pendiente la tarea de conseguir los otros 3 tomos de esta magnífica guía, para poder recomponer la ciudad de Caracas en 1962 vista por Rugiadi Battini.
Situada á los 10° 30’ 50” latitud N. y en la longitud 69° 25’ al O. del meridiano de París. Está a la altura de 1041 varas sobre el nivel del mar, en una temperatura media de 19° 45′ (sic.) del centígrado. Fue fundada el 25 de julio de 1566 (sic.), por don Diego Lozada (sic.), con el nombre de «Santiago de León de Caracas”.
Así describe a Caracas, capital de la República de Venezuela, el plano de 1865 reproducido en la imprenta de Federico Madriz. Una ciudad con una retícula de calles (16 de norte a sur y 17 de este a oeste), que forman 135 manzanas y 510 cuadras abarcando 4.300 casas. Su población ronda entre 35.000 y 40.000 habitantes y su territorio lo atraviesan cuatro ríos: Guaire, Caroata, Catuche y Anauco. Tiene, también, 20 iglesias, 10 puentes, 23 fuentes públicas, 7 cementerios, 2 teatros y 13 plazas, además de los Palacios de Gobierno y Arzobispal.
1865. El 7 de junio, Juan Crisóstomo Falcón (izquierda) se juramenta y asume como Presidente de Venezuela para el período 1865-1868. El 8 de junio, a tan solo un día de haber prestado juramento, Falcón notifica al congreso que debe salir en campaña militar hacia el Zulia debido a la invasión de Venancio Pulgar. Antonio Guzmán Blanco (centro) es encargado de la presidencia. El 15 de octubre, enfermo de tifus, Andrés Bello (derecha) muere en Santiago de Chile. Fuente: Wikipedia (https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Venezuela_en_1865)
El país y la capital venían de estar sumidos en una situación crítica, no solo por la terrible situación política, económica y social heredada de administraciones anteriores, sino por la negación, censura e invisibilización del gobierno de las epidemias de viruela y cólera, que dejarían un saldo de 20.000 fallecidos, y que, afortunadamente, para 1856 entrarían en período de remisión, de acuerdo al artículo “En el siglo XIX las estadísticas sobre la peste y el cólera fueron tema para la diatriba política” escrito por Elvira Gómez para El Ucabista el 30 de junio 2020 (https://elucabista.com/2020/06/30/en-el-siglo-xix-las-estadisticas-sobre-la-peste-y-el-colera-fueron-tema-para-la-diatriba-politica/), reseña a su vez de la charla dictada por la profesora María Soledad Hernández titulada “Pandemias, estadísticas e historia”.
La riqueza del plano que hoy engalana nuestra postal radica en la calidad de su dibujo hecho a partir de distintos patrones como si fuese un “patchwork”, logrado gracias a la variedad de los trazos usados con la técnica del achurado, utilizada para mostrar la división de las parroquias de la ciudad. Catedral se achura con líneas diagonales; al sur San Pablo, con líneas verticales; al sur este, Santa Rosalía con líneas horizontales; al suroeste San Juan, con líneas horizontales; al este Candelaria con líneas verticales y al norte Altagracia con líneas horizontales.
Por otro lado, en el plano se identifican grandes edificios públicos, como el Seminario, la Tesorería, la Casa Municipal, la oficina del registro, el parque de artillería, los cuarteles San Carlos y San Pablo, la cárcel, el almacén de pólvora y el edificio de San Francisco, donde funcionaba la Universidad Central, se reunían las cámaras legislativas y se encontraba la Biblioteca Nacional. Allí se dictaban clases de medicina, de química, de dibujo lineal, natural y topográfico, así como de pintura al óleo. Existían tambien otros establecimientos de utilidad común, a saber, el telégrafo, la administración principal de correos, el Colegio Nacional de niñas, y los colegios Cháves, Santo Tomás, Salvador del mundo, Rocío, la Escuela de Ciencias y Artes, la Escuela Normal, la Academia de Matemáticas, seis escuelas parroquiales de niñas, seis de varones entre otras. También existían seis locales de beneficencia: el Hospital de Caridad de hombres, el Hospital de Militares, el Hospital San Lázaro, la Caridad de Mujeres, la Casa de Consultas, el Hospital de Mujeres y la Casa de Misericordia.
La nomenclatura también es protagonista, pues se soporta en un sistema de calles y esquinas. Las esquinas están identificadas numéricamente por cada calle de este a oeste, y en la leyenda se contabilizan 142. Sin embargo, para la época no todas las esquinas tenían nombres, y por lo tanto muchas de ellas no formaban parte del sistema de orientación urbana. Por otro lado, las calles, algunas con nombres bucólicos o endulzados o triunfantes permiten reconocer una retícula que subyace como sistema de orden. Así en sentido norte sur, se muestran las calles Madariaga, Estío, Protección, Fraternidad, Margarita, Bravos, Ciencias, Sol, Orinoco, Juncal, Unión, Agricultura, Fertilidad, Primavera, y Delicias; mientras que en sentido oriente poniente se identifican las calles Campo Elías, Los Plazas, Cedeño, Rivas, Girardot, Ustáriz, Roscio, Zea, Carabobo, Leyes, Patrias, Comercio, Lindo, Triunfo, Ricaurte, Verde y Eras.
El plano gráficamente se concentra a partir de patrones, en describir la ciudad en cuanto a su extensión, a evidenciar su división político administrativa en parroquias, mostrar la nomenclatura de calles y esquinas, así como señalar puntos notables, sus ríos y quebradas, las avenidas principales y los puntos extramuros.
Sin embargo, el Editor además de describir la ciudad, hace énfasis en narrar y elogiar un capítulo de importancia para el abastecimiento de agua, y desarrollo agrícola de las tierras de Valle Abajo, tras la obra realizada por un particular, el señor Guillermo Espino. La obra comenzada en 1852, tenía por objeto garantizar el riego de una vasta zona con potencial agrícola y permitir el desarrollo al sur del Guaire. Así, el plano describe como este venerable dueño de una rica hacienda de caña, construyó el primer proyecto hidráulico para conducir el agua desde la toma de agua de su acequia, taladrando el cerro que separaba dicho lugar del pueblo de La Vega, en dirección de las tierras llamadas de jugo al Rincón de El Valle. En el plano se puede apreciar al sur de la ciudad, el cauce construido por Espino como un canal paralelo al Guaire en las tierras de Valle Abajo, que comienza en las inmediaciones de Caracas, en sentido oeste este hasta ingresar al Rincón de El Valle.
Detalle del Plano de Caracas. Capital de la República de Venezuela (1865) donde se muestra abajo el trazado de la acequia de Guillermo Espino.
Al respecto, el Editor comenta en el plano: “este buen ciudadano, no se valió ni de inteligencia ni de manos extranjeras, sino con hijos del país, y bajo su propia inspección comenzó el cauce en las inmediaciones de Carapa, pasando enseguida a bordear la serranía del sur, como se ve en el plano, hasta hacerlo entrar por el abra del camino carretero que conduce al Valle y llegó a la llanura llevando un declive imperceptible en una longitud de más de 10 millas y un rastro lleno de ondulaciones. En el peaje lo dividió a derecha e izquierda y lo mandó a fertilizar con sus aguas, un inmenso terreno que antes no sirviera sino para apacentar cabras: satisfecha, la necesidad del lugar formó con el sobrante un pequeño lago pintoresco tanto por la variedad de árboles y flores que le circunda como por la rara multitud, de aves acuáticas y bellos pájaros que ha cubierto de las asechanzas del diestro cazador”.
Como parte de esta obra, se construyó la laguna artificial de “El Rincón” de El Valle, con aguas provenientes de la acequia de Espino y aguas de lluvia para vitalizar sus cañaverales, que luego convertía en aguardiente, papelón y azúcar en el “Trapiche Ibarra”. En tal sentido, El Cojo Ilustrado en 1892 mostró una fotografía titulada “Laguna de Espino. Hacienda Valle Abajo” que acompaña una reseña dedicada a comentar la historia de la propiedad de las tierras.
Laguna de Espino, sitio pintoresco de Valle Abajo. Fuente: El Cojo Ilustrado (1892)
La obra de Espino se convirtió así en un enorme aporte a la ciudad, pues Caracas se encontraba en un proceso de modernización fragmentada, debido a que las instituciones públicas encararon el desarrollo de la ciudad por sectores sin concluir proyectos innovadores de importancia. Por otro lado, la falta de recursos presupuestados, y la escasez de capitales privados sumados al mal manejo de los recursos públicos mantuvieron a la ciudad en un precario y modesto desarrollo según relata Izaskun Landa en “Caracas entre 1830 y 1858: fragmentos de modernización”, ponencia presentada en la Trienal de investigación FAU UCV en 2017.
En cuanto a la Imprenta Republicana de Federico Madriz, fundada en el año 1853, ella jugó un papel fundamental en varios aspectos del desarrollo cultural, político y social de Venezuela durante el siglo XIX. Destacó por su papel en la difusión de ideas y conocimientos en Venezuela durante el período de consolidación de la República y se convirtió en un importante vehículo para la circulación de ideas políticas, sociales y culturales publicando documentos que promovían el pensamiento republicano. La impresión de periódicos, revistas y folletos en la imprenta facilitó el acceso de la población a la información y noticias, favoreciendo la formación de una ciudadanía más enterada y activa en los asuntos públicos. Así mismo, la imprenta también tuvo un rol clave en la publicación de documentos oficiales y leyes, ayudando a consolidar la estructura burocrática del nuevo Estado.
Entre la elaboración por parte del ingeniero Ricardo Razetti de su último «Plano de Caracas» en 1929 y la aparición en 1934 del «Plano de Caracas y sus alrededores» de Eduardo Rohl, dos de los documentos mejor logrados en lo que a representación cartográfica de la ciudad se refiere, transcurren los últimos años del gomecismo y se vive una clara la bonanza económica en el país producto del incremento en la producción petrolera, que vendrían acompañados del aumento en el número de visitantes y turistas que buscaban recorrer y conocer la capital venezolana.
Es así como la necesidad de orientarse en una ciudad compleja como Caracas, donde se mezclaban dos nomenclaturas distintas (la tradicional de las esquinas y la construida a partir de ejes soportados en los puntos cardinales que ya Razetti recogió en su último plano), sumada a la comprensión del valor del mapa turístico como forma de publicidad, fomentarían la aparición de nuevos planos con sistemas de orientación promovidos por empresas privadas.
1. «Plano de Caracas» de Ricardo Razetti de 1929 (izquierda) y «Plano de Caracas y sus alrededores» de Eduardo Rohl de 1934 (derecha).
Entre ellos cabe destacar el plano de Caracas de 1933 patrocinado por C. Hellmund W. & CA., distribuidor exclusivo de películas fotográficas, placas, cámaras y papeles de revelado marca AGFA, con el fin de promocionar la legendaria cámara AGFA Billy, precisa y económica de rollo; y la cámara BOX 24, ideal para adultos y niños, que hemos seleccionado para ilustrar nuestra postal del día de hoy.
La particularidad que ofrece esta representación es que promociona un “Sistema especial para localizar las esquinas y los sitios principales de la ciudad de Caracas”, basado en un sistema de coordenadas con letras y números situados en los bordes del plano, que operaba de la siguiente forma: “Busque el objeto conforme al orden alfabético, la esquina o lugar que debe localizar. Al margen hallará la letra y el número que le indicarán las columnas que usted debe recorrer, y en el punto de encuentro de ambas, localizará a la esquina o lugar buscado. Ejemplo: Deseamos allá en la esquina de “Pele el Ojo”. Buscaremos al dorso en la letra P, la palabra “Pele el Ojo”, a su margen veremos indicado S-7. Recorreremos la columna perpendicular S y la horizontal 7. En el cuadrado que forma la coincidencia de ambas columnas encontraremos inmediatamente “Pele el Ojo”.
2. Detalles de los planos de Razetti 1929 (izquierda) y de C. Hellmund W. & CA. de 1932 (derecha) donde se aprecian las diferencias en cuanto al sistema usado para la nomenclatura de las calles del centro de Caracas.
Lo anterior supone un paso adelante a lo mostrado por el plano de Razetti de 1929 donde en un pequeño recuadro se intentó implementar una nomenclatura cartesiana para las calles, partiendo de unos ejes sur y norte, este y oeste que comienzan en la plaza Bolívar. Este sistema, que buscaba separarse del que dictan las costumbres y la historia de la ciudad, reflejada en nombres de esquinas, apuntaba a la posibilidad de extenderlo a todo el valle; algo que ciertamente no iba a suceder.
En el plano que hoy nos ocupa, también se puede notar, además de la demarcación clara de las parroquias centrales, la irregularidad de la retícula que se superpone a la ciudad, donde las distancias de las coordenadas no son iguales en ningún sentido, lo cual denota su origen netamente comercial con fines eminentemente prácticos.
También, el mapa patrocinado porC. Hellmund W. & CA. aparece un año antes de otro publicado el año 1933 titulado como “Plano esquemático de Caracas (Propiedad de la Guía Comercial y Administrativa de Caracas)” con el cual presenta más semejanzas que con el de Razetti en virtud de que el comerciante de origen alemán seguramente se encontraba asociado a la mencionada guía.
3. «Plano Esquemático de Caracas (Propiedad de la Guía Comercial y Administrativa de Caracas)» de 1933.
Con respecto al auspiciante del mapa podemos decir que la firma C. Hellmund & Cía. se origina en el momento en que Cornelio Hellmund, luego de venir a Venezuela desde su natal Alemania en 1862, se convierte en sucesor de la corporación de su suegro Gregorio Cuello, dedicada a “la exportación de café, cacao, especies, más la importación de alimentos, licores y a la representación de la naviera Compagnie Genérale Transatlantique”, de acuerdo al reportaje “Casa Hellmund. Del cacao a la fotografía: Más de 100 años creciendo por Venezuela”, preparado por Avarelys Figueredo en 2002 con base en una entrevista a Carlos Eduardo Hellmund (nacido en 1937), presidente de la compañía, publicado enhttps://www.800guia.com.
Al preguntarse Figueredo “¿cómo fue que Casa Hellmund pasó de la exportación de café y cacao a la venta de productos fotográficos?”, ella misma responde que ello se debe a que “los mejores hombres se crecen ante las dificultades y los venezolanos –nativos o de corazón– son una notable muestra de ello”. Como complemento Carlos Eduardo Hellmund, señala que “El primer golpe bajo lo tuvieron que afrontar en 1914, con la Primera Guerra Mundial. En ese momento quebramos porque nuestros negocios con Europa eran a crédito”.
4. Primeros negocios a los que se dedicaron los Hellmund en Venezuela: exportación de café, cacao y especias e importación de alimentos y licores, y representación de la Compagnie Genérale Transatlantique.
El hecho es que los Hellmund, luego de vender todas sus propiedades a fin de honrar sus deudas, para recomenzar “cambiaron de ramo y comenzaron a importar cualquier cosa que se vendiera, incluyendo vasos irrompibles que eran el último grito de la moda”, según el presidente de la compañía. Será en 1925 cuando terminan apostando por un nuevo negocio al comercializar equipos fotográficos. “No sospechaban que, después de muchos altibajos, estas serían las ventas que los llevarían a la cúspide. Consiguieron la distribución de las marcas alemanas Agfa y Leica y, además, vendían artículos deportivos e instalaron el primer detal fotográfico moderno de Venezuela y un laboratorio donde se revelaban y copiaban películas en blanco y negro”. A este período, cuando la firma estaba ubicada en la avenida Norte nº 25, en pleno corazón de la ciudad, corresponde la publicación del plano que hoy hemos mostrado.
Luego de otro bache asociado a la Segunda Guerra Mundial cuando las firmas alemanas Agfa y Leica cerraron sus puertas, la Casa Hellmund logró en 1950 “que la Eastman Kodak Company le concediera la distribución de sus productos. (…) ‘En 1966, cuando sus productos estaban mejor posicionados en el mercado nacional, Kodak decidió comprar a la Casa Hellmund para fundar Kodak de Venezuela’. Pero este inconveniente no les hizo desistir, por lo que ese mismo año volvieron a fundar la compañía ‘y comenzamos a vender material fotográfico otra vez’. Fue en 1970 cuando iniciaron la representación de Fuji Photo Film, que actualmente es la empresa de fotografía e imagen más grande del mundo”.
5. Anuncios de las cámara AGFA Billy y BOX 24 de los años 1930, de las cuales los Hellmund eran representantes exclusivos en Venezuela.6. Anuncios de los productos Kodak de la década de 1950 cuando los Hellmund pasaron a ser sus representantes en Venezuela.7. La Casa Hellmund en pleno siglo XXI.
Hoy, la Casa Hellmund con 161 años de vida sigue siendo un negocio familiar muy rentable que, en manos de una nueva generación, tuvo de nuevo el olfato de migrar al mundo digital comenzando el presente siglo para luego “liderar la comercialización de equipos para la captura, el tratamiento y la impresión de imágenes, atendiendo las necesidades de fotógrafos profesionales y aficionados, de editores de medios de comunicación y del mundo corporativo, científico y académico”. Por su parte, Carlos Eduardo Hellmund, quien ya cuenta con 86 años, desarrolló una interesante e importante carrera como fotógrafo, ampliamente reconocida dentro del medio artístico.
Regresando, para concluir, al asunto que originó la presente nota, se puede decir que la incorporación de información que va más allá del damero central de la ciudad en el plano que hoy hemos publicado, reafirma la tendencia de representaciones anteriores acerca de cómo el casco urbano tradicional de Caracas, que aún se mantiene como principal escenario de las actividades político-administrativas, comerciales y financieras, dejaría de ser progresivamente el asiento residencial por excelencia que ostentaba desde la época colonial. La llamativa presencia al oeste de la recién finalizada urbanización Nueva Caracas (Catia), de El Paraíso hacia el sureste, del “Estado” Sarría y Santa Rosa al noreste, amén de la ruta que comunicará con la “Carretera del Este” donde se asoma lo que será la Plaza Venezuela, así lo confirman.
El “Plan de la Ville de Caracas, dans l’Amerique Meridionale (Plan de la Villa de Caracas en la América Meridional) -tomado de Barry Lawrence Ruderman Antique Maps Inc.- que ilustra nuestra postal del día de hoy y cuyo original a color fue elaborado a plumilla y tinta, forma parte del esfuerzo del viajero François Raymond Joseph De Pons (1751-1812), nacido en Soustons, Francia, por realizar un detallado y amplio registro del país. De Pons, a su llegada de Santo Domingo producto de la revolución sucedida en 1801, se desempeñó durante su estadía en Venezuela como corresponsal político y diplomático en Caracas, reuniendo información para el gobierno francés. Ello lo condujo a elaborar el libro conformado por tres tomos que lleva por título: “Voyage a la partie oriental de la Terre-Ferme, dans l’Amérique Méridionale, fait pendant les années 1801, 1802, 1803 et 1804; contenant la description de la capitainerie générale de Caracas, composée des provinces de Venezuela, Maracaibo, Varinas, la Guiane Espagnole, Cumana et de l’ile de la Marguerite”, donde incluyó una carta geográfica así como los planos de la villa capital -Caracas- y los principales puertos. Cabe destacar que la edición príncipe del texto estuvo a cargo de Imprimerie de Fain et Cie., París.
1. Carta geográfica de la Capitanía General de Caracas incluida en el Tomo I del libro de De Pons.3. Plano de la Villa de Puerto Cabello incluido en el Tomo III del libro de De Pons.
La redacción del libro, que empezó posiblemente en Caracas y fue concluido en Francia a finales de 1805, deriva en una obra “que descubre el territorio, la organización, los recursos, y los habitantes de una región hasta ahora desconocida en Europa” como lo era Venezuela. Es la primera “interpretación cronológicamente hablando que nos presenta íntegramente la vida en Venezuela, en una concepción totalizadora de los actuales límites de la República”, tal y como expresa Pedro Grases en “El viajero Francisco Depons” (1960).
La carta geográfica muestra la Villa de Caracas a principios de 1800, -antes de la aparición de la Gazeta de Caracas (primer periódico de la ciudad publicado en 1808) y de la declaración de la independencia de Venezuela de la Nueva Granada en 1810-, cuando ya había afianzado su emplazamiento con una clara fisonomía urbana, habitada por una población estimada según el viajero francés en 40.000 personas en un país de 700.000 (ver también a Manuel Lucena Salmoral, “La Sociedad de la Provincia de Caracas a Comienzos del Siglo XIX” en Anuario de Estudios Americanos, Vol. XXXVII), el cual percibió como “una región de hombres libres”, según describe Ann Twinman en “Purchasing whiteness, pardos, mulattos and the quest for social mobility in the spanish indies”, texto aparecido en The Venezuelan Cluster (2015).
El plano, a pesar de que no muestra curvas de nivel, parece sugerir una ciudad adaptada a los accidentes de la topografía, y permite apreciar la tendencia a extenderse hacia el sur de manera preferente.
La ilustración de De Pons describe una ciudad que luce pequeña, con una dimensión de 12 x 16 cuadras, con el río Guaire y las quebradas más importantes denominadas por igual (bajo el término “riviere”), y parcelas agrícolas cercanas ellos que se desarrollan en su perímetro urbano. La Villa de Caracas se muestra delimitada al norte por las faldas del Cerro El Ávila, al este por el río Anauco, al sur por el río Guaire, y al oeste, por el cerro donde se ubica la Ermita de El Calvario.
El plano muestra una cuadrícula con calles perfectamente alineadas pero que para la época carecían de numeración, al igual que las casas, datos que hemos cotejado en el libro de Pedro Cunill Grau titulado Geohistoria de la Caracas insurgente 1810-1812 (2012).
3. Viñeta del Plano de la Villa de Caracas.
La viñeta, que ocupa una importante área del mapa, contiene la explicación de los principales edificios civiles y administrativos: el hospital militar, los hospitales de San Pablo y San Lázaro, la prisión real, las barracas militares, la aduana de la Pastora, la administración real del tabaco y la casa para la audiencia Real, conforman la estructura administrativa de la Villa. La catedral, las iglesias, monasterios, conventos, hospicios, la casa de ejercicios espirituales, el cementerio y oratorios, dan cuenta de la profunda importancia de la religiosidad para la época. La Gran Plaza junto a las plazas de Candelaria, San Pedro, La Trinidad, De León, La Pastora, San Lázaro, Altagracia, San Jacinto, San Felipe de Neri y Santa Rosalía, acusan una estructura de espacios públicos vinculados a cada una de las Parroquias. Fuentes públicas y viviendas de élites acaudaladas también son destacadas. Una rosa de los vientos señalando el norte, así como una escala gráfica, permiten orientar la capital y apreciar su dimensión.
Desde el punto de vista urbano, De Pons también anticipa el futuro: identifica “Proyectos de edificios para las autoridades” frente a la plaza mayor, prolongaciones de la retícula urbana con nuevas calles, así como espacios urbanos singulares.
4. Sector donde estaría ubicada la «Alameda de La Trinidad».
En el plano está representado el trazado de la “Alameda de La Trinidad”, un proyecto promovido por el Gobernador Manuel González y Torres de Navarra en 1784. Este espacio que se presume emparentado con el Paseo del Prado en Madrid, se extendía desde las proximidades del Puente Carlos III sobre el río Catuche (actualmente esquina Dos Pilitas) hasta la Plaza de la Iglesia de la Santísima Trinidad (actual Panteón Nacional), pasando frente al cuartel San Carlos, transgrediendo la retícula urbana establecida en el centro de la ciudad, y se desarrolla en forma paralela al río Catuche, como bien describe José Enrique Blondet en “A la sombra de la Alameda”, texto publicado en la Revista de Indias, Vol. LXVIII, Nº244, 2008. “La alameda aparece intersectada por dos lunetas de formar semicircular y del mismo tamaño: una muy cerca del inicio y otra frente al Cuartel San Carlos”, en terrenos que habían sido otorgados al devoto Juan Domingo del Sacramento Infante, un pardo libre que dedicó su vida a la construcción de la ermita de la Santísima Trinidad.
Según Blondet, el proyecto supuso cierto grado de complejidad, pues “no solo se trataba de una sucesión de árboles, sino que además había algún tipo de construcción, probablemente en piedra, para definir el trazado del paseo y proteger a los transeúntes”.
La alameda serviría de base para el futuro proyecto no construido del “Paseo de Caracas”, realizado por el ingeniero polaco Alberto Lutowsky (1809-1871).
5. Localización de la «Casa del Real Amparo».
Destaca en el plano de De Pons el curioso dibujo de la “Maison de Plaisance sortie pour le compte du Roi”, o “La casa de ‘placer’ (o ‘para temperar’) destinada a la corte del Rey”, alejada de la ciudad en el extremo superior derecho del mapa. La construcción representa la “Casa del Real Amparo”, una edificación ubicada al nororiente de la capital (en el sector de Sarría), comenzada a construir en 1776 en tiempos del Gobernador José Solano López al pie del Ávila, al final de un eje arbolado, con hermosos jardines interiores, que originalmente fue pensada como Lazareto, pero que, según el Expediente nº13 “asunto Mc Gill”, que reposaba en el Archivo del Concejo Municipal del Distrito Federal firmado por Manuel Alfredo Vargas, Ramón Valero y Delfín A. Aguilera fechado en 1919, citado por Irma de Sola Ricardo en Contribución al estudio de los planos de Caracas. La ciudad y la provincia. 1567-1967 (1967), luego de abandonada su construcción, en 1792 “el Gobernador Don Pedro Carbonell, la transformó en una suntuosa morada de los Gobernadores Coloniales, rodeada de bellísimos jardines, con un estanque en la roca viva entre el Palacio y el pie de la Serranía …”. Y continúa: “Los Miembos de la Junta Suprema de 1810 y los del Gobierno plural de 1811 se reunieron allí y también concurrieron a sus salones Bolívar, Miranda, Bello y las familias patricias del país. (…) Todos los notables que venían a Venezuela visitaban este delicioso sitio, y así fueron a él Humboldt y Bompland”.
También con relación al tema, para mayor detalle, conviene consultar el libro Los Jardines de la Casa del Real Amparo. Un modelo del siglo XVIII en Caracas de José Enrique Blondet (2009).
El plano, reproducido por el destacado geógrafo y grabador francés J.B Tardieu, fue difundido en las diversas ediciones de que fue objeto el libro. Así, después de su primer tiraje en francés, fue publicado en lengua inglesa por J.G Barnard (Londres, 1806), y luego por Longman, Hurst, Rees, and Orme en 1807 en dos volúmenes bajo el nombre: “Travels in South America, during the years 1801, 1802, 1803, and 1804, containing a description of the captain generalship of Carraccas, and an account of the discovery, conquest, topography, legislature, commerce, finance and natural productions of the country; with a view of the manners and customs of the Spaniards and the native indians”.
6. Edición príncipe del libro de De Pons (Imprimerie de Fain et Cie., Paris, 1806).7. Izquierda: La edición de Longman, Hurst, Rees, and Orme en inglés (Londres, 1807) del libro de De Pons. Derecha arriba: Página de créditos del primer tomo de la edición príncipe (Imprimerie de Fain et Cie., Paris, 1806). Derecha abajo: Portada del primer tomo de la edición en español (Banco Central de Venezuela, 1960).
En la versión de Barnard figura el plano con una viñeta que difiere del publicado en la edición francesa y al pie del mismo se detalla que fue reproducido de otro publicado el 30 de abril de 1806 por Rich Phillips, New Bridge Street, según Andrés Jacsick en Andrés Bello y la pasión por el orden (2010). Varios mapas de Caracas que se realizaron posteriormente se basaron en la representación de De Pons.
También hemos detectado que existe una edición en inglés de tres tomos de 1806 impresa en New York por I. Riley and Co. que lleva por título “A voyage to the Eastern part of terra firma, or the Spanish Main, in South America, during the years 1801, 1802, 1803, and 1804”, una prueba más del interés que en la época generó el trabajo realizado por el viajero y funcionario francés.
Quizás valga la pena añadir que el libro cuenta con una excelente versión en español publicada en dos volúmenes por el Banco Central de Venezuela en 1960, traducida por Enrique Planchart con Estudio preliminar y notas de Pedro Grases (siendo parte del Estudio preliminar el texto “El viajero Francisco Depons”, ya citado), que se tituló Viaje a la parte oriental de Tierra Firme en la América Meridional. En el completo “Estudio preliminar”, Grases realiza también una detallada historia bibliográfica del libro de De Pons en la que se encuentran registradas al detalle todas las impresiones que se hicieran en fechas cercanas a su primera aparición en París, así como las referencias que se han hecho de él, sumando nueve en total.
Para finalizar, cabe aclarar que, si bien en algunas publicaciones como “El Cojo Ilustrado” el plano aparece reseñado como levantado en 1806, está documentado que De Pons estuvo en Tierra Firme hasta 1804, por lo que se presume que fue elaborado en una fecha anterior y publicado en 1806.
8. Reediciones del libro de De Pons realizadas en lo que va de siglo obtenidas de diferentes páginas de internet. Correspoden de izquierda a derecha y de arriba a abajo a los siguientes años: 2010, 2012, 2013, 2016, 2018, 2019 (versión kindle), 2020, 2021 y 2022.
Nota
Sin que hayamos encontrado consenso el respecto, el apellido del autor del libro y el plano que hoy nos ha ocupado lo hemos visto escrito indistintamente como De Pons, de Pons y Depons. Para evitar aclaratorias que pudieran confundir al lector, aquí hemos decidido escribirlo cuando nos ha correspondido hacerlo como De Pons. Cuando hemos citado lo hemos transcrito tal y como aparece en el texto de procedencia de la cita.
Por otro lado, el interés que aún suscita el libro de De Pons ha dado pie en lo que va de siglo a la publicación de una serie de reimpresiones en diferentes idiomas de las cuales nos ha parecido interesante dejar constancia gráfica de algunas de ellas.
Esta frase en italiano, portugués y español, es el slogan con el cual cigarrillos YORK decide acercarse a recibir a los cientos de inmigrantes europeos que llegaron a Venezuela en la década de los años 50. La publicidad de YORK, una de las más populares marcas nacionales cuya cajetilla tenía un valor de Bs. 1, aprovecha la coyuntura de la llegada de migrantes a partir de la política de “puertas abiertas” implementada por el gobierno, para reafirmar la presencia de su producto frente a la fuerte competencia que le ofrecían a nivel nacional marcas como Capitolio, Continental, Alas, Cavet mentolado o Fortuna, e importados como Chesterfield, Phillip Morris, Camel, Pall Mall o Kool.
La publicidad cumple perfectamente su cometido, pues se concibe como una pequeña guía con un mapa que sirve de referencia a los recién llegados del viejo continente, y les permite conocer dónde se encuentran las oficinas de identificación, cómo registrarse legalmente, así como también conocer las monedas de curso legal.
En el imaginario del venezolano, hasta finales del siglo XX, siempre se pensó el país como una tierra de acogida, que recibió sin prejuicios a extranjeros, principalmente provenientes de España, Italia y Portugal, que salieron en búsqueda de mejores condiciones económicas y de vida en vista de la aguda crisis de Europa antes y durante la II Guerra Mundial, cosa que Venezuela aprovechó instaurando a partir de 1936 una política de recepción organizada, al promulgarse aquel año la «Ley de Inmigración y Colonización» y crearse en 1938 el Instituto Técnico de Inmigración y Colonización (ITIC) para la asistencia de los inmigrantes y la planificación y control de la colonización agrícola.
1. El S.S. Cuba, barco en el que llegaron los primeros refugiados vascos a Venezuela en 1939 a causa de la Guerra Civil Española.
Dicha política cobrará continuidad en la posguerra cuando en 1946 es designada la Comisión Nacional de Inmigración, presidida por Enrique Tejera París, que se encargó de organizar misiones de selección de inmigrantes en Italia, España y Portugal, y a partir de 1948 cuando la Junta Militar de Gobierno reestructuró el ITIC, transformándolo en el Instituto Agrario Nacional (IAN) en 1949, dando pie a lo que se conoció como las ya mencionadas políticas de “puertas abiertas” que Pérez Jiménez impulsará entre 1952 y 1958.
A pesar de que durante el siglo XX venezolano tuvo importante presencia el autoritarismo a través de dos largas dictaduras, la de Juan Vicente Gómez (1908-1935) y Marcos Pérez Jiménez (primero como parte de una junta militar entre 1948 y 1952 año en que es nombrado presidente provisional y luego entre 1952 y 1958 cuando se le designa como presidente constitucional), es posible afirmar que, en términos generales, el venezolano no migró masivamente durante esos lapsos, sino que, por el contrario, a pesar de ser hasta casi mediados de la centuria un país eminentemente rural con poco más de 6 millones de habitantes, experimentó más bien la llegada masiva de migrantes europeos. La aparición del petróleo trastocó la historia y generó una riqueza tal que convirtió a Venezuela en el lugar ideal para comenzar una nueva vida.
2. El Giulio Cesare, barco de bandera italiana que transportó migrantes de ese país a diversos países de Latinoamérica.
Cabe destacar que, según datos de la ONU, entre 1946 y 1959 alrededor de 7,5 millones de emigrantes abandonaron Europa, de los cuales dos millones se dirigieron a América Latina.
Cifras indican que entre 1948 y 1961 más de 600 mil extranjeros obtuvieron “cédula de identidad” por vez primera en Venezuela, mientras que otros autores señalan que la cifra habría alcanzado las 800 mil personas, 78% de las cuales eran españoles, italianos y portugueses, mientras que el 22% restante, estaba compuesto por alemanes, rusos, polacos, y europeos orientales.
Dentro del gran flujo de inmigrantes cabe señalar que la colonia de españoles fue la más numerosa dentro de los europeos que llegaron a Venezuela quedándose en el país el 52% de toda la emigración española dirigida a América. Como dato de interés, en el censo del año 1950 la comunidad hispana en Venezuela alcanzaba las 37.887 personas siendo en ese momento la segunda colonia en importancia después de la italiana, cifra que fue superada casi de inmediato al ascender a más de 200.000 españoles en el territorio nacional entre 1951 y 1958.
3. Dos avisos oficiales publicados en la prensa nacional por el Departamento de Inmigración del Instituto Agrario Nacional en 1952 y 1953, que denotan las consideraciones e indicaciones que les daban a los inmigrantes porcedentes de Italia, Alemania y Austria.
Como ya se ha esbozado, esta migración se soporta en gran parte en la implantación desde 1948 y con mayor énfasis desde 1952 por parte del gobierno de Pérez Jiménez de la política denominada de “puertas abiertas”. Para ello, tal y como nos aporta Ermila Troconis de Veracochea en El proceso de la inmigración en Venezuela (1986), el primer mandatario instruye de la siguiente manera al Director de Inmigración: “Abra usted las puertas de la República a todo europeo que reúna las condiciones convenientes a su juicio”, línea que resultó especialmente difundida en los consulados de Italia, España y Portugal donde el perfil del inmigrante y los requisitos para ingresar al país eran expeditos y flexibles: “solo se necesitaba ser menor de 35 años, no tener antecedentes penales y poseer un certificado de buena salud, no estaban previstas las exigencias relacionadas con determinados oficios, como se había hecho con anterioridad, ni respecto a cierto tipo de preparación profesional o técnica; tampoco estaba la inmigración sujeta a control y supervisión del Estado con el propósito deliberado de favorecer determinada actividad productiva, como lo había sido en tiempos del ITIC”, apuntará Inés Quintero en “Venezuela: un país donde vivir y crear”, texto aparecido en la compilación por ella coordinada Un lugar donde vivir y crear. Españoles en la Venezuela contemporánea (2017).
4. Cuatro libros dedicados al tema migratorio en la Venezuela del siglo XX.
Por otro lado, tal y como señala Johnny Castro-Trujillo en el ensayo “Política migratoria venezolana, una tradición de recepción. El caso de la inmigración española del siglo XX” (2019), existen también otros factores que ayudaron al proceso de identificación de no nacionales, como lo fue la Ley de Naturalización promulgada en el año 1955 cuyo principal objetivo era facilitar el proceso de otorgamiento de la nacionalidad venezolana a los extranjeros.
Ello pone en evidencia que la política migratoria no solo fomentaba la inmigración, regularización e incluso identificación de las personas extranjeras que ingresaban a Venezuela, sino que también contemplaba otorgarles el derecho a acceder a la naturalización, permitiéndoles ejercer plenos derechos políticos como ciudadanos: el máximo grado de asimilación e integración a un nuevo país.
Sin embargo, Froilán Ramos Rodríguez en “La inmigración en la administración de Pérez Jiménez (1952-1958)”, artículo publicado en el nº13 de la revista Heurística (2010), señala que esta política de acoger masivamente a inmigrantes a mitad del siglo pasado, estuvo limitada a personas provenientes de Europa, a pesar de que se hablaba de “puertas abiertas” a todo extranjero.
5. Dos libros dedicados a la arquitectura realizada por españoles en el exilio provocado por la Guerra Civil. Izquierda: Juan José Martín Frechilla y Carlos Sambricio (eds.), Arquitectura española del exilio (2014). Derecha: Henry Vicente, Arquitecturas desplazadas. Arquitecturas del exilio español (2007)
En 1958 concluyó formalmente la política de puertas abiertas a raíz del derrocamiento de Pérez Jiménez y el distanciamiento que adoptó la naciente democracia de las políticas vinculadas con el régimen que la precedió. Para ese año había en Venezuela un total de 526.625 extranjeros, de los cuales el 64,11% se encontraban en el Distrito Federal, convirtiéndose Caracas de esta manera en una ciudad con un alto porcentaje de europeos en búsqueda de oportunidades.
6. Plano de la ciudad de Caracas con la señalización de los puntos de mayor interés para los trámites de los migrantes, el cual ocupaba la parte anterior de la publicidad de cigarrillos YORK que ilustra nuestra postal del día de hoy.
Dentro de este contexto, el plano que acompaña la publicidad de cigarrillos YORK, aparece como una importante evidencia del impacto de la política migratoria de puertas abiertas y además sirvió de guía a los extranjeros en su proceso de regularización e identificación en Caracas. En él se señala la ubicación de las oficinas de identificación y reconocimiento médico: la primera ubicada en el Edificio de Identificación, ubicado en la Plaza Miranda (El Silencio), y la segunda, en el edificio del Instituto Agrario Nacional (La Quebradita, Bella Vista).
Por otro lado, al reverso se provee de claras instrucciones de cómo deben gestionar su identificación los extranjeros a su llegada a la ciudad:
Requisitos para extranjeros:
1. Ir a Identificación con la tarjeta de desembarco a recoger el pasaporte. Para solicitar el pasaporte hay que comprar un timbre fiscal de 20 bolívares. (Plaza Miranda)
2. Acudir al Instituto Agrario Nacional para reconocimiento médico. Los autobuses salen del Centro Simón Bolívar.
3. Después de cumplir los trámites 1 y 2, hay que regresar a identificación con todos los documentos y un timbre fiscal de 7 bolívares, para solicitar la cédula de identidad.
También se ilustra y explica el valor de cada una de las monedas venezolanas en curso, que formaban parte de la identidad del país: un “centavo”, equivalente a 5 céntimos de bolívar; una “locha”, equivalente a 12,5 céntimos; un “medio”, equivalente a 25 céntimos; un “real”, equivalente a 50 céntimos; y las de 1 bolívar, 2 bolívares y un “fuerte”, la de mayor valor, que equivalía a 5 bolívares.
7. Reverso de la publicidad de cigarrillos YORK que ilustra nuestra postal del día de hoy.
Para la época de la política de “puertas abiertas”, autores como Froilán Ramos Rodríguez en el capítulo I de Travesía de la esperanza. La inmigración portuguesa en Barquisimeto (1948-1958) publicado en 2021, o Yonathan Alonzo Herrera en los “Antecedentes” incluidos en el texto “El Exilio Republicano Vasco y el miedo al contagio revolucionario en Venezuela: 1936-1958” (2022), señalan que Venezuela ya contaba con más de cien años de experiencias en iniciativas que fomentaran, promovieran y protegieran la inmigración, con una fuerte tradición de políticas migratorias aperturistas. Ramos Rodríguez en Travesía de la esperanza precisa cómo tan temprano como “el 13 de junio de 1831 se promulga la primera Ley de Inmigración de Venezuela; el 14 de junio, del mismo año, el Congreso de Venezuela derogó la prohibición –del 9 de agosto de 1828– que impedía el matrimonio entre españoles y venezolanos; y el presidente Páez, así, auspicia una política migratoria para traer inmigrantes canarios al suelo venezolano, otorgando facilidades para la obtención de tierras, así como incentivo a las empresas de búsqueda de inmigrantes”.
Hoy en día, la idea de pensar en Venezuela en país de acogida se ha esfumado, y sistemáticamente se le ha ido negando el derecho a la identidad a los propios venezolanos. A su vez, se ha pulverizado el valor de la moneda hasta el punto de no saber explicar cómo se compone su cono monetario. Han desaparecido claves fundamentales del funcionamiento del país, así como han desaparecido las condiciones de seguridad y prosperidad que una vez fueron atractivas para la migración europea. Hoy, según la encuesta ENCOVI 2022, tampoco existen condiciones adecuadas que garanticen el retorno de los más de 6 millones de venezolanos que han emigrado.
Nunca como hoy había sido tan necesaria una guía sencilla, clara y amable para explicar la ciudad, nuestro gentilicio, y nuestra moneda a partir de una clara política migratoria como la que se traduce del simple panfleto de publicidad de cigarrillos YORK. Él nos muestra cómo en tiempos pasados, se construyó una sociedad abierta y generosa donde los extranjeros podían saber cómo recomenzar una nueva vida en Venezuela, gracias a “su primer amigo”. Esperamos que más pronto que tarde exista una guía que nos indique como retornar a la patria.
Nota
El plano que hoy ilustra nuestra postal forma parte de la colección de Maciá Pintó.