
Archivos diarios: 21 de marzo, 2021
Postal nº 251

Para visualizar la imagen en mejor resolución VER AQUÍ
ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 251

MOROLLÓN Construcciones metálicas, fue otra de las empresas que trabajó en la realización de la Ciudad Universitaria de Caracas (CUC) que buscaba darse a conocer a través de las nacientes revistas de arquitectura nacionales, tras la certeza de que formaba parte de una obra de enorme trascendencia.
La actuación de esta compañía, de la cual no hemos podido recabar mayor información que el aviso publicado en A, hombre y expresión que ilustra nuestra postal del día de hoy (donde se informa que se ubicaba en la entrada de Altavista, Catia), ni tampoco corroborar su participación de otra manera o en otros lugares de la CUC, corresponde a un renglón que sin duda constituyó uno de los ejes fundamentales dentro de la magna obra de Villanueva: la realización de las obras de arte que pueblan todo el conjunto y que permitieron materializar las ideas que en torno a la síntesis arte-arquitectura puso a prueba el Maestro en cada rincón.
El encargo hecho a MOROLLÓN no era nada sencillo, lo cual habla del muy buen nivel alcanzado por empresas, seguramente emergentes, dentro de la industria del metal a escala nacional. Se trataba de elaborar una pieza del ya para entonces reconocido artista plástico Víctor Vasarely (Pécs, Hungría 1908-París, Francia 1997) sin la presencia y supervisión del autor y cuyos dibujos y especificaciones serían elaborados a distancia en momentos en que no existía internet. Además era, en medio de las obras de arte que tienen el privilegio de formar parte del Conjunto Central de la CUC, el único mural realizado en hierro y aluminio. De allí que el nivel de precisión en la ejecución cobrara particular importancia a sabiendas que se buscaba poner en práctica a través de la obra las ideas formuladas por Vasarely de que el arte debe tener incorporado el movimiento y podía variar, cuando de obras tridimensionales se trataba, la percepción del observador de acuerdo al ángulo visual y posición en la que se encontrara. El nombre de la pieza, “Positivo-Negativo” (+/-) ya asomaba buena parte del contenido conceptual y búsqueda perceptual a la que nos estamos refiriendo.



Positivo-Negativo, fechada en 1954, cuyas dimensiones son 5,20 metros de largo por 2,96 de alto y 22 centímetros de espesor, enmarcada en los extremos por dos columnas de concreto, está compuesta originalmente por 29 láminas de aluminio, colocadas diagonalmente y ligeramente separadas, cortadas y dispuestas de manera en que, vistas una al lado de otra forman figuras geométricas. Se ubica frente a las puertas de acceso de la Sala de Conciertos formando parte también del vestíbulo de la Biblioteca Central, acompañada por murales de Pascual Navarro y Mateo Manaure, y está iluminada a través de una abertura hexagonal en la cubierta que produce sombras que se mueven a lo largo del día. Forma parte de un momento (los años 50 del siglo XX) en el que Vasarely ya había empezado a experimentar como artista con la ilusión óptica como medio para impactar en el observador, juegos que lo llevaron a consolidar en la década posterior la creación de los que se conoce como Op Art (arte óptico). Este compromiso con la abstracción geométrica pero particularmente con el cinetismo. fue lo que hizo que Villanueva, a instancias de la joven promotora de arte y periodista Sofía Imber, visitara en 1952 el taller del artista y le mostrara su trabajo.
De lo que se recoge en el portal https://iamvenezuela.com del Institutional Assets and Mouments of Venezuela (IAM), Vasarely manifestó lo siguiente de su encuentro con el Maestro: “En aquel entonces Villanueva me dejó esbozada una idea de los planos de la Ciudad Universitaria en una servilleta a fin de que yo pudiera imaginar lo que él se proponía. Unas semanas más tarde le sometí a consideración cuatro proyectos de los cuales seleccionó tres.”
De esa manera Vasarely se convertiría en el artista extranjero convocado por Villanueva que más participación tuvo en el Conjunto Central de la CUC. Además de Positivo-Negativo realizó el bimural “Homenaje a Malevich” en plena Plaza Cubierta de 14,18 metros de largo por 2,62 de alto, hecho con estructura de concreto y recubierto con baldosas de cerámica esmaltada, y también elaboró, con mosaicos vítreos industriales de 2 x 2 cms para al fachada este del volumen que encierra el sistema de enfriamiento del Aula Magna, el mural (tríptico de 2,47 x 4,70 mts cada parte) “Sophia” que se dice fue denominado así en honor a la ya citada promotora y periodista venezolana.




En cuanto a Positivo-Negativo, la obra fue diseñada hasta el más mínimo detalle en el taller de Vasarely en París y se realizó, como ya señalamos, sin que estuviera presente durante su ejecución en Caracas. Más adelante, en entrevista que concediera a Sofía Imber y Carlos Rangel el 3 de noviembre de 1977 para el recordado programa televisivo “Buenos días”, citado en la página del IAM, Vasarely mencionará sobre su participación en la CUC lo siguiente: “…Villanueva y yo trabajamos juntos, hicimos los planos para esta ‘integración de las artes a la arquitectura’ en la Ciudad Universitaria y, en el fondo, fue la primera vez que hice un trabajo artístico por pedido y desde tan lejos, un télex pedido, una comisión télex comandada desde Venezuela. Hice las maquetas de las obras a escala de 1 a 20, diseñé los colores, también indiqué los materiales que había que usar para ejecutarlas, hice una programación detallada y a partir de ese momento la creación se hacía por correspondencia…”.
Sería posteriormente cuando el artista visitaría Caracas y podría ver en persona la importancia de su impronta y constatar lo que Villanueva le transmitiera acerca de lo que para él significaba la Síntesis de las Artes, recogida en la siguiente cita de 1954: “En el ambiente de las artes plásticas se formula la necesidad de una integración de la pintura y la escultura con la arquitectura, del retorno de los antiguos elementos del color y volumen al blanco organismo arquitectónico (…). La idea de esta integración sólo podrá cristalizar con resultados positivos cuando la pintura y la escultura encuentren las razones arquitectónicas de su incorporación al ambiente construido. Es decir, sólo cuando se junte y se modele en función de los elementos espaciales que constituyen la obra arquitectónica”. Este encuentro con Villanueva le daría a Vasarely una inmejorable oportunidad para concretar su sueño de participar en una experiencia única de integración entre arte y arquitectura que sin duda marcaría el futuro de su carrera.

Así, Positivo-Negativo, adelantándose a lo que posteriormente desarrollaría con mayor intensidad Vasarely, aporta con su vibrar, su reverberar, su juego de luces y sombras y sus posibilidades de interacción material con un público que ha dejado de ser simple espectador, un ingrediente más a la experiencia espacial que se tiene al transcurrir por el Conjunto Central entre el Rectorado y la Biblioteca. Y para que todo ello haya ocurrido, el grano de arena aportado mediante la excelente realización de Positivo-Negativo llevada a cabo por los operarios de MOROLLÓN Construcciones metálicas tuvo mucho que ver.
Como la mayoría de las obras y los espacios de la Ciudad Universitaria de Caracas, las realizadas por Vasarely se han visto perjudicadas por la crisis de presupuesto que afecta a la Universidad Central de Venezuela y claman por una urgente atención y mantenimiento.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal. A, hombre y expresión, nº 2, 1955
- Sibyl Moholy-Nagy, Carlos Raúl Villanueva y la arquitectura de Venezuela, Caracas: Instituto de Patrimonio Cultural, 1999.
4. https://historia-arte.com/artistas/victor-vasarely
7. https://iamvenezuela.com/2019/05/positivo-negativo-la-ruptura-cinetica-de-victor-vasarely-en-la-ucv/
VALE LA PENA LEER
Lacaton & Vassal ganan el premio Pritzker con una arquitectura que certifica el cambio
La pareja francesa lleva 30 años construyendo una arquitectura poco visual que resuelve los grandes problemas energéticos y sociales
Anatxu Zabalbeascoa

16 de marzo 2021
Tomado de elpais.com
Nunca demoler. “La demolición es la solución más fácil, pero es también una pérdida de energía, materiales e historia y un acto de violencia. La transformación es hacer más y mejor con lo que existe”, así describen los ganadores del Premio Pritzker 2021 Anne Lacaton (Saint-Pardoux, 65 años) y su marido, Jean-Philippe Vassal (Casablanca, 67 años), el trabajo que llevan tres décadas realizando. Hubo un tiempo en que muchos arquitectos sintieron la necesidad de escribir un libro-ideario —en general, críptico y vistoso— que explicase sus intenciones, sus teorías, su manera de entender o enredar la arquitectura. Los nuevos ganadores del Pritzker no escribieron, construyeron ese ideario.


Lo entendieron desde el principio, cuando, tras estudiar arquitectura en Burdeos, Lacaton se trasladó a Níger, donde ya trabajaba Vassal. Allí todo escaseaba y lo poco se reciclaba. Para cuando construyeron su primera vivienda —para los padres de Anne— en Floriac, el campo que rodea Burdeos, habían hecho suya esa manera de afrontar la construcción. La casa Latapie (1993) imitó la solución de los invernaderos cercanos para doblar su superficie sin apenas gasto y con grandes ventajas energéticas. La nueva fachada construida con polímeros aislaba la casa en invierno, la sombreaba en verano y la ampliaba todo el año con un espacio intermedio. Ese abrigo económico, fácil de construir, que reduce el gasto energético aislando un edificio ha sido su gran aportación a la arquitectura. Tras la casa familiar llegaron los grupos de viviendas en los que se sofisticó la idea y, con el tiempo, y con la ayuda de Frédéric Druot y Christophe Hutin, consiguieron llevar esa estrategia aislante a un edificio: la Torre Bois Le Prête de París. Corría 2011, 96 familias vieron crecer su piso y disminuir su recibo de la luz sin desembolsar más que la derrama prevista para el aislamiento.

Con esa idea, Lacaton & Vassal llevan 30 años construyendo en Francia y también en África. Hace dos años, la aplicaron a la reforma de 530 pisos en tres bloques de viviendas sociales de Burdeos. La Comunidad Económica Europea les concedió el premio Mies van der Rohe al mejor edificio del continente. La arquitectura de Lacaton & Vassal no se ve, pero es radicalmente transformadora. Cambia la vida de las personas. Está basada en las ideas y cuidada —nunca sacrificada— por las formas. En las memorias de sus proyectos figura, junto a los habituales metros cuadrados, la cifra del coste de esos metros. Para ellos, el uso que se hace del dinero —y el respeto a un presupuesto— es tan importante como la memoria o el impacto que despierta una forma. Puede que hablar de dinero sea poco elegante, o de pobres, pero ceñirse a un presupuesto es respeto, un ingrediente básico para construir confianza y bienestar.

La Plaza Léon Aucoc de Burdeos revela cómo ese respeto se aplica al espacio y al gasto público. Corría el año 1996, el Ayuntamiento de su ciudad les encargó embellecerla. Y los arquitectos fueron a la plaza para hablar con la gente que la utilizaba. No entregaron planos sino un informe. La plaza tenía calidad, usuarios y encanto. Los árboles estaban bien puestos: junto a los bancos, dando sombra en el perímetro. Los jubilados jugaban a la petanca y los niños y los ancianos convivían. No se podía embellecer. Recomendaron aumentar la limpieza. El Ayuntamiento renunció a ponerse una medalla de cara a las siguientes elecciones y aceptó la propuesta. Todos hicieron bien su trabajo. Como si la honestidad fuera un asunto contagioso.

Algo parecido sucedió cuando ya se habían trasladado a París. En 2012, la reforma del edificio déco del Palais de Tokyo había quedado obsoleta e inacabada. Les pidieron intervenir. Decidieron no enyesar ni pintar los muros de obra iniciando —involuntariamente— una moda povera que llegaría a muchos centros de arte. Lo que ellos querían era ahorrar presupuesto y ampliar espacio. El Palais es hoy un rompedor escenario del cambio. Más allá de exposiciones de arte contemporáneo, es un espacio polivalente (20.000 metros cuadrados mayor) que acoge desfiles de moda y presentaciones.

Con 33 años de profesión, este hubiera sido un premio tan audaz como contestado hace una década, cuando muchos de los más reputados arquitectos se llevaban las manos a la cabeza ante la obra de Lacaton & Vassal. Hoy, tras haber sido distinguidos con el Premio Schelling (2009), la Medalla Tessenow (2016) o el Mies van der Rohe (2019), entre otros, este Pritzker es un premio justo que reconoce lo que otros han sabido ver antes o han tenido la valentía de atreverse a apoyar.

Un premio es su jurado y hay jueces que certifican, otros que defienden a capa y espada lo que mejor conocen y otros que se atreven a mirar más allá. Antes de recibir él mismo el galardón en 2016, el chileno Alejandro Aravena estaba en el jurado del Pritzker en 2012, cuando consiguió que medio mundo descubriera, con Wang Shu, que no todo se estaba destrozando en China. Ahora, como presidente del mismo, cuesta no ver el entusiasmo del chileno en este reconocimiento que durante la pandemia ha llevado a los jueces “a pensar en el sentido colectivo de la arquitectura y en el legado que esta supone para la siguiente generación”. La crítica arquitectónica ha distinguido tradicionalmente la arquitectura de la construcción. O, mejor dicho, no se ha tomado la molestia de hacerlo, simplemente ha ignorado el 95% de lo que se ha construido en el mundo, como si la mala arquitectura no fuera arquitectura. Por ese agujero, se han colado corrupciones urbanísticas, problemas sociales, desastres energéticos, una atávica desconfianza entre la sociedad y la profesión de arquitecto y una absurda limitación en su campo de actuación. La capacidad para librar la enseñanza de prejuicios es lo que implica el Pritzker a Lacaton & Vassal. O lo que es lo mismo: la constatación de que no todos los alumnos de arquitectura pueden hacer un Guggenheim pero sí pueden mejorar la vida de las personas —ese antiguo ideal de la profesión—. Así, este Pritzker tendrá un impacto tan importante en las escuelas de arquitectura como, es de esperar, en el propio premio. Reconociendo a arquitectos “radicales en su delicadeza y audaces en su sutileza” —en palabras de Aravena— el Pritzker demuestra que quiere no solo coronar lo exquisito y singular, también quiere colaborar en cambiar lo mejorable. Es ahí donde la arquitectura tiene su gran reto.
ACA
LA NOTICIA DE LA SEMANA
Anne Lacaton (1955, Saint-Pardoux, Francia) y Jean-Philippe Vassal (1954, Casablanca, Marruecos), ganadores del Premio Pritzker de Arquitectura 2021

Declaración del jurado
El trabajo de Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal refleja el espíritu democrático de la arquitectura. A través de sus ideas, su acercamiento a la profesión y sus edificios, han demostrado que un compromiso con una arquitectura restauradora, que sea a la vez tecnológica, innovadora y ecológicamente sensible, se puede conseguir sin nostalgia. Este es el mantra del equipo de Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal desde que fundaron su firma con sede en París en 1987. No solo han definido un enfoque arquitectónico que renueva el legado del modernismo, sino que también han propuesto una definición ajustada de la mismísima profesión de arquitectura. Las esperanzas y sueños modernistas de mejorar la vida de muchos se revitalizan a través de su trabajo que responde a las emergencias climáticas y ecológicas de nuestro tiempo, así como a las urgencias sociales, particularmente en el ámbito de la vivienda urbana. Lo logran a través de un poderoso sentido del espacio y los materiales que crean una arquitectura tan fuerte en sus formas como en sus convicciones, tan transparente en su estética como en su ética. Hermosos y pragmáticos a la vez, rechazan cualquier oposición entre la calidad arquitectónica, la responsabilidad ambiental y la búsqueda de una sociedad ética.


Durante más de 30 años, su enfoque crítico de la arquitectura ha encarnado la generosidad del espacio, las ideas, los usos, y la economía de medios, tanto de materiales como de figura y forma. Este enfoque ha resultado en proyectos innovadores para edificios residenciales, culturales, educativos y comerciales. Desde sus primeros proyectos, incluida la Casa Latapie, una casa particular en Burdeos, hasta obras cívicas como la propuesta para el Centro de Ciencias Humanas de Saint-Denis o la Escuela de Arquitectura de Nantes, han mostrado la sensibilidad y calidez de su experiencia con los usuarios. Los arquitectos han expresado que los edificios son hermosos cuando la gente se siente bien en ellos, cuando la luz en el interior es hermosa y el aire es agradable, y cuando hay un flujo fácil entre el interior y el exterior.
La noción de pertenencia y responsabilidad ante un todo más amplio involucra no solo a los demás seres humanos, sino al planeta en general. Desde muy temprano, Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal han ampliado constantemente la noción de sostenibilidad para que se entienda como un equilibrio real entre sus pilares económico, medioambiental y social. Su trabajo se ha realizado a través de una variedad de proyectos que abordan activamente la responsabilidad en estas tres dimensiones.
La práctica comienza cada proyecto con un proceso de descubrimiento que incluye observar intensamente y encontrar valor en lo que ya existe. En el caso de la comisión de 1996, Léon Aucoc Plaza, su planteamiento fue simplemente acometer el mínimo trabajo de reposición de la grava, tratamiento de los árboles y modificar levemente el tráfico, todo para otorgar un potencial renovado a lo que ya existía.
En sus proyectos de vivienda para la transformación del bloque de París, Tour Bois le Prêtre, y tres bloques en el barrio Grand Parc en Burdeos (ambos realizados con Frederic Druot), en lugar de demolición y reconstrucción, agregaron cuidadosamente espacio a los edificios existentes en la forma de generosas extensiones, jardines de invierno y balcones que permiten la libertad de uso y, por lo tanto, apoyan la vida real de los residentes. Hay una humildad en el enfoque que respeta los objetivos de los diseñadores originales y las aspiraciones de los ocupantes actuales.


Para el centro cultural, FRAC Nord-Pas de Calais en Dunkerque, optaron por mantener la sala original y adjuntar la segunda de dimensiones similares al edificio existente. Está ausente la nostalgia del pasado. Más bien, buscan transparencia, apertura y luminosidad con respeto por lo heredado y una búsqueda para actuar responsablemente en el presente. Hoy, un edificio que antes pasaba desapercibido se convierte en un elemento icónico en un paisaje cultural y natural renovado.
A través de su convicción de que la arquitectura es más que edificios, a través de los temas que abordan y las propuestas que realizan, a través de forjar un camino responsable y a veces solitario que ilustra que la mejor arquitectura puede ser humilde y siempre reflexiva, respetuosa y responsable, han demostrado que la arquitectura puede tener un gran impacto en nuestras comunidades y contribuir al conocimiento de que no estamos solos. Por su trabajo realizado y el del futuro, Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal son galardonados con el Premio Pritzker 2021.
Los miembros del jurado del Premio Pritzker de Arquitectura 2021 fueron:
Alejandro Aravena (presidente del jurado), Premio Pritzker 2016 y fundador de ELEMENTAL.
Barry Bergdoll, curador, autor, y académico en Columbia University.
Deborah Berke, arquitecta y decana de la Escuela de Arquitectura de Yale.
Stephen Breyer, juez de la Corte Suprema de Estados Unidos.
André Aranha Corrêa do Lago, crítico arquitectónico, curador y embajador de Brasil en India.
Kazuyo Sejima, arquitecta, académica y Premio Pritzker 2010.
Benedetta Tagliabue, arquitecta y directora de Miralles Tagliabue EMBT
Wang Shu, arquitecto, académico y Premio Pritzker 2012
Martha Thorne (directora ejectuvia): Decana de IE School of Architecture & Design.
ACA