
Archivos diarios: 16 de agosto, 2020
Postal nº 223

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ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 223

Según los datos generales que se pueden recoger en internet, el estado Cojedes está situado en el centro-occidente del país y debe su nombre al río homónimo que significa “donde todo se da”. Otros asocian etimológicamente la denominación “cojedes” a la lengua Caribe traduciéndola por “pueblo de cerámica o pueblo de ceramistas”. Posee una extensión territorial de 14.800 kilómetros cuadrados, que representa el 1.62% del territorio nacional por lo que es el decimoquinto con mayor superficie del país. Su clima es cálido y pertenece al sistema geográfico de los Llanos Centrales junto con el estado Guárico. Además, con 416.327 habitantes, en 2018, es el tercer estado menos poblado sólo por delante de Delta Amacuro y Amazonas.
Por ser tradicionalmente una entidad cuyas principales actividades económicas son la agricultura y la ganadería, Cojedes pasó a un segundo plano desde el momento en que Venezuela comenzó a despuntar como país fundamentalmente minero, a pesar del enorme potencial de tierras aptas para el cultivo que posee las cuales no han sido debidamente aprovechadas, aunque se ha registrado un ligero repunte de la actividad agrícola gracias al uso de la irrigación y la mecanización. Su población, por otra parte, posee un bajo nivel de desarrollo y un rezago en cuanto a la atención que se le ofrece desde los presupuestos que asigna el gobierno central. Cabe destacar que la fundación en 1989 del Hato Piñero, ubicado al sur del estado, le ha permitido sacar provecho de lo que se conoce como eco-turismo ya que se trata de casi 80 mil hectáreas de verdes paisajes, encontrándose allí la reserva natural más grande de América y la tercera a nivel mundial.
San Carlos, su capital, fue fundada en 1678 con el nombre de San Carlos de Austria siguiendo las pautas establecidas en las Leyes de Indias. Es una ciudad modesta, que tiene un limitado patrimonio arquitectónico y cuenta con sólo 150.000 habitantes según el censo del 2011. Se encuentra a aproximadamente 300 kms de Caracas. Históricamente, San Carlos se encuentra vinculada a las actuaciones de José Tomás Boves durante la guerra de independencia y a la muerte de Ezequiel Zamora en la Guerra Federal de quien tomó el nombre el municipio que la acoge. Tuvo resonancia más allá de nuestras fronteras durante los tres años (1976-79) en los que el Autódromo Internacional ubicado cerca de la ciudad fue sede de los Campeonatos Mundiales de Motociclismo.
Hecho el preámbulo necesario, el que haya sido escogida San Carlos como sede de los XV Juegos Deportivos Nacionales que se realizarían el año 2003 no dejó de ser todo un acontecimiento para una región en cierta forma olvidada. La ocasión, por tanto, se presentaba como idónea para inyectarle un dinamismo que pocas veces por allí se había vivido.
Pero desde el terreno que nos ocupa, lo más interesante de lo acontecido alrededor de aquellos Juegos Nacionales fue, por un lado, la oportunidad que se le dio a la buena arquitectura y a la idoneidad profesional de hacer acto de presencia y, por el otro, las circunstancias que permitieron que haya sido así, hasta el punto de que se podría considerar como una experiencia única y excepcional sin precedentes dentro de la historia democrática venezolana y mas aún en medio de un sistema político que se ha caracterizado por el sectarismo.

Seleccionados los terrenos en los que se desarrollaría el complejo deportivo al noreste de San Carlos, corresponderá al arquitecto Orlando Martínez Santana, a la sazón Director de Infraestructura y Servicios de la Gobernación del Estado Cojedes desde el año 2000 y designado a la vez Director General de Planificación e Infraestructura de los XV Juegos Deportivos Nacionales, tomar las más importantes decisiones que condujeron a la realización del Plan Maestro y la contratación de los proyectos que conformaron lo que se denominó la “Ciudad Deportiva”, parque urbano que ampliaría los servicios de la capital del estado.
Martínez, egresado en 1990 del Taller Firminy y entre 1994 y 2007 también profesor dentro de este grupo docente de diseño fundado en 1983 por Oscar Tenreiro dentro de la Escuela de Arquitectura de la FAU UCV, saltando por encima de las acostumbradas vías clientelares que recomendaban no contar con “la disidencia” para realizar cualquier trabajo impulsado desde el gobierno, decide convocar a Tenreiro para que realice el Plan Maestro (cuya imagen ilustra nuestra postal del día de hoy) y a un grupo de arquitectos, en su gran mayoría docentes de la FAU, para que desarrollen los proyectos de las instalaciones. Es así como a finales de 2001, con el tiempo apremiando para poder cumplir con la fecha de inicio (2003), con base en el plan trazado por Tenreiro se le asignan a Joel Sanz, Jorge Rigamonti, Augusto Terán, Ana María Marín y José Luis Sánchez, Edwing Otero, José Alejandro Santana y al propio Tenreiro la ejecución de los proyectos del Centro de Tenis, el Pabellón para Gimnasia Olímpica, el Centro de Ajedrez, el Centro de Piscinas, los Gimnasios de Combate, el Estadio Olímpico, y el Centro de Atención al Atleta más el Gimnasio de Basket, respectivamente. Todos, valga decir, capaces profesionales con muy poca obra construida.






La historia del ensayo realizado en San Carlos y de las vicisitudes que surgieron en el proceso de elaboración de los proyectos y las que finalmente se tuvieron que superar para poder lograr la culminación (incompleta en muchos casos) de los trabajos de construcción de las instalaciones deportivas, donde se resalta el respeto que siempre caracterizó a Martínez para con el grupo contratado pese a las divergencias políticas que los distanciaban, se pueden encontrar muy bien relatadas en el blog Entre lo cierto y lo verdadero de Oscar Tenreiro en el texto titulado “Una experiencia” con fecha 28/09/013.
De lo expresado por Tenreiro rescatamos, para dar una idea de cómo una experiencia que nació muy bien encaminada logró finalmente desvirtuarse, lo siguiente: “Pero el fantasma del autoritarismo con todas sus consecuencias habría de imponerse en lo sucesivo, sumado a la marea ideológica que se instaló en todos los niveles de la acción pública, sobre todo a partir de las incidencias políticas de Abril de 2002 y el comienzo en los primeros meses de 2003 del movimiento hacia el Referendo Revocatorio que impulsó la oposición venezolana. A eso habría de sumarse la codicia corrupta de los altos personajes del Ejecutivo Regional que veían a Martínez como una figura incómoda. En primer lugar… su autoridad fue reducida y vulnerada. Por otro lado a los arquitectos se les fue restando injerencia hasta que ya cercana la apertura de los Juegos su presencia adquirió un carácter más bien aparente mientras se alteraban los proyectos o se dejaban incompletos. Se impuso una vez más la tradición venezolana: casi todo quedó hecho a medias, de modo improvisado o sujeto a múltiples interferencias.”
Para Tenreiro son únicamente rescatables de los niveles de irrespeto que sufrieron proyectos y obras el Centro de Ajedrez (Augusto Terán), el Centro de Asistencia al Atleta (de su autoría), el Pabellón para Gimnasia Olímpica (Jorge Rigamonti) y muy particularmente Centro de Tenis (Joel Sanz), donde el arquitecto logró una muy buena sinergia con los constructores gracias al completo proyecto realizado, a su perseverancia en la supervisión de los trabajos y al sentimiento de que se le abría una oportunidad que no quería desaprovechar. “Casi todos los demás edificios se pusieron en servicio sin estar terminados, mereciendo capítulo aparte por lo lamentable en relación al papel que podría haber cumplido para la ciudad de San Carlos, el abandono del Plan Maestro de la Ciudad Deportiva y la no construcción del conjunto de viviendas cercano a ella que debía servir como Villa Olímpica”, concluirá Tenreiro.
La realización de los XV Juegos Deportivos Nacionales sirvió para impulsar la creación en 2003 de Universidad Iberoamericana del Deporte (ahora llamada Universidad Deportiva del Sur) en terrenos cercanos a la Ciudad Deportiva, convirtiéndose además en objeto de estudio del «Primer Simposio de Arquitectura para el Deporte» realizado en noviembre de 2006 y luego del Diplomado “Diseño arquitectónico de instalaciones para el deporte y la recreación”, abierto en su primera versión en mayo de 2015 en la FAU UCV, ambos bajo la responsabilidad de AVADER (Asociación Venezolana de Arquitectura Deportiva y Recreacional).
Tras 17 años, las instalaciones, como tantas cosas en el país, han sido pasto de la desidia y la falta de mantenimiento quedando para la posteridad un relato que, pese a las expectativas que generó en su momento como caso del mayor interés, formará parte de las experiencias malogradas pero auspiciosas que reflejan además de responsabilidad profesional una generosidad y apertura que habrá que rescatar.
ACA
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VISITAS MEMORABLES

Rafael Moneo (Tudela, 1937)
Rafael Moneo visita por primera y única vez Venezuela en 1989 cuando es invitado por los organizadores del Primer Seminario sobre Arquitectura Española, evento estructurado en torno a la exposición “Nuevos caminos de la arquitectura española” montada con el auspicio de la Fundación Museo de Arquitectura en los espacios del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber (MACCSI), la cual a su vez estuvo acompañada por otra titulada “6 arquitectos españoles a vuelo de fotógrafo” con imágenes tomadas por Rosángela Yajure.
En su corto viaje a Caracas, Moneo presentó el jueves 11 de mayo en la Sala Plenaria de Parque Central una memorable conferencia donde expuso con excelentes fotografías y coherente discurso lo más relevante de su obra construida y el eje central de su pensamiento. También concedió una sustanciosa entrevista realizada el día anterior en la quinta “Los Aromos”, vivienda particular del arquitecto Oscar Tenreiro quien estuvo acompañado por su socio profesional de entonces, Francisco Sesto, y por Carlos Pou, todos ellos integrantes de la planta profesoral de lo que se conoció con el “Taller Firminy”, experiencia docente fundada por Tenreiro en 1983 en el seno de la Escuela de Arquitectura de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela. La entrevista concedida a Tenreiro quedó registrada en el libro Sobre arquitectura. Conversaciones con Kenneth Frampton, Oriol Bohigas, Rafael Moneo, Jaume Bach, Gabriel Mora y César Portela, publicado en 1990 al año siguiente de la realización del evento que trajo a Moneo y además a Bach, Mora y Portela, estándose a las puertas de la realización de un segundo encuentro de similares características, que también promovería la Fundación Museo de Arquitectura, en junio de aquel año y que contaría con la presencia de Oriol Bohigas, Antonio Cruz, Anton Capitel y Manuel de las Casas.


Para 1989, año de agitaciones nacionales e internacionales como “El Caracazo” (27 de febrero) y la caída del Muro de Berlín (29 de octubre), la arquitectura española ya se había posicionado como referencia a nivel internacional. El valor propio que lo hizo posible tiene mucho que ver con la capacidad manifestada por los arquitectos españoles de mirar de forma renovada los postulados de la arquitectura moderna desde el rigor tanto conceptual como tectónico, donde la racionalidad iba asociada al desarrollo de una cultura que incorporaba el análisis interpretativo lo cual, a su vez, derivó en un nuevo lenguaje. Además, España ya había despegado desde el punto de vista económico hacia lugares que la colocarían entre las naciones europeas con mayor crecimiento y, por tales razones, había logrado que Barcelona y Sevilla fueran seleccionadas para albergar en 1992 los XXV Juegos Olímpicos de la era moderna y la Exposición Universal, respectivamente.
Por otro lado, para la arquitectura venezolana el observar la experiencia española cobraba particular interés por lo nutritivo de las raíces sobre las que se fundaba, por el ejemplo que daba el hecho de haberse desarrollado desde la acción pública más que desde la privada, por la relación entre sus representantes más notables con la docencia universitaria, y por la sintonía con una tradición muy próxima a las enseñanzas de Carlos Raúl Villanueva, cuya más importante exposición antológica justamente se había realizado desde el 20 de Noviembre 1988 hasta febrero 1989 en los espacios del MACCSI.
De allí que el haber podido traer a Venezuela a cuatro de sus arquitectos más representativos no deja de ser, además, una señal de las posibilidades y oportunidades que el país ofrecía y de la capacidad que aún se tenía de organizar eventos y traer invitados de gran envergadura, tradición que se remonta a los años 50 del siglo XX.
Moneo, egresado de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid en 1961, quien había trabajado con Francisco Javier Sáenz de Oiza mientras estudiaba (1956-1961) y con Jørn Utzon recién recibido entre 1961 y 1962, se concentra, tal y como se recoge de su biografía, en profundizar su formación superior a partir de 1963 “cuando recibió una beca de dos años para estudiar en la Academia de España en Roma, estancia que tuvo gran influencia sobre su trabajo posterior. Volvió a España en 1965 y fue en primer lugar profesor adjunto en la Escuela de Arquitectura de Madrid (1966-1970). En 1971 ganó la Cátedra de Elementos de Composición en la ETSAB, lo que le llevó a vivir durante casi diez años en Barcelona, hasta que en 1980 ganó la oposición a catedrático de composición en la Escuela de Arquitectura de Madrid, que abandonó tras unos años de ejercicio”. Ya en 1973 había establecido su propio despacho en Madrid “compaginando desde entonces el diseño arquitectónico con la enseñanza”.

Así, cuando Moneo viene a nuestro país ya era considerado, con 52 años, el más importante e influyente arquitecto español de su generación. Mostraba una muy buena cosecha de proyectos y obras realizadas hasta aquel entonces pero sobre todo personificaba una sólida postura con respecto a la intrínseca relación que debe existir entre el hacer y el pensar la arquitectura. Su trayectoria profesional y su formación intelectual, abonada por un acucioso estudio de las tradiciones nórdica y grecolatina, del aporte de Aldo Rossi y la arquitectura racionalista italiana sin dejar de lado la española, del primer Sterling, de Alvar Aalto y de Robert Venturi, así como el ser un lúcido formador de arquitectos tanto en Madrid como en Barcelona, frentes desde los que “denunció la tendencia moderna de crear edificios con criterios de corto plazo, y defendió el diseño de obras que puedan mantenerse actuales durante un largo tiempo, a modo de monumentos”, representando lo que se ha denominado como “racionalismo contextual”, le habían valido para ser invitado en 1976 a los Estados Unidos, donde trabajó en el Instituto de Arquitectura y Estudios Urbanos de Nueva York y dio clases en la Cooper Union School of Architecture (Nueva York) y, particularmente, para ser nombrado en 1985 decano del Departamento de Arquitectura de la Universidad Harvard, puesto que ocupó durante quince años y que ya había asumido anteriormente Josep Lluis Sert entre 1953 y 1969.
Por tanto, cuando Moneo visita Venezuela detentaba desde hacía 4 años este importante cargo académico en Harvard, dejando en claro de su experiencia norteamericana, tal y como le confiesa a Tenreiro en la entrevista ya mencionada, que si bien las escuelas de arquitectura de ese país hacen un mayor énfasis en lo artístico y muy poco en lo instrumental, “ello tiene como contrapartida una estructura profesional y social muy bien establecida. En el fondo los estudiantes de las escuelas saben que, al final, van a acabar sometidos a la férula de una estructura profesional muy rígida y muy firme y que ese aprendizaje artístico que han tenido, va a tener que redefinirse tan pronto como entren a trabajar en una oficina. Las oficinas, por otra parte, saben que los productos que la sociedad reclama pueden prescindir cada vez más de una buena definición espacial”, viéndose perjudicado, olvidado y excluido el tema de la vivienda, asunto que particularmente le preocupa.
Para 1989 las obras que Moneo ya exhibía en su portafolio se puede decir que conformaban lo más esencial de su exitosa carrera que luego se vería incrementada por la asignación de numerosos encargos, por ser ganador de importantes concursos, amén de la obtención de significativos galardones entre los que destacan el Premio Pritzker (el primero otorgado a un arquitecto español) en 1996 y ese mismo año la Medalla de Oro de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA); la Medalla de Oro del Royal Institute of British Architects (RIBA) en 2003; el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2012 y el Praemium Imperiale de Japón en 2017.


Son obras medulares que merecen especial mención, de acuerdo a lo conversado entre Moneo y Tenreiro: la Ampliación de la sede principal de Bankinter, Paseo de la Castellana (Madrid) (1972-1976), junto con Ramón Bescós; el Ayuntamiento de Logroño (Logroño) (1973-81); el Museo Nacional de Arte Romano (Mérida) (1980-85); el Edificio de la Previsión Española en el paseo de Colón de Sevilla (1982-87); y la Estación de ferrocarril de Atocha (Madrid) (1985-88). Además, sin mencionarlo, se sabe que estaba proyectando el Edificio L’illa Diagonal en la Avenida Diagonal (Barcelona) (1986-93); el Auditorio (Barcelona) (1987-99) y la Fundació Pilar y Joan Miró, (Palma de Mallorca) (1987-1992), obras que definitivamente lo encaminarán hacia la obtención del Pritzker.
Con respecto a la denominación de “Nuevos caminos de la arquitectura española” que se le dio al evento que lo trajo a nuestro país y en donde se le pretendía insertar, fue claro cuando en la entrevista dijo: “Si se hablase de nuevos caminos en la arquitectura española, a lo mejor hay que hablar de una generación que se sitúa inmediatamente después de Juan Navarro, después de Piñón y Viaplana, una generación imprecisa y que seguramente es a la que correspondería en sentido estricto el ser identificada con nuevos caminos. (…) No creo que ni a Juan Navarro ni a mí, nos corresponda ya estar en una exposición que pretende descubrir Nuevos caminos de la arquitectura española”.
Otras dos menciones son importantes hacer dentro de la conversación sostenida con Tenreiro. La primera cuando al hablar de la permanente tensión o debate que se da entre tradicionalistas y modernos en la arquitectura española de los años 50 que se decanta por los últimos y que, luego de la aparición del edificio Torres Blancas de Sáenz de Oiza, se presta durante los 60 a la aparición de muestras “neopopulistas”, “aaltianas” o “historicistas”, introduce el papel que a favor de una ruptura representa el edificio Bankinter “que recoge ya algo de lo que Rossi estaba diciendo; que no se puede decir que sea venturiano pero que no ignora algunos aspectos formales que Venturi ha planteado; que es duro en su respeto a los aspectos disciplinares”, abriendo por aquel entonces “una discusión más general, como en el resto del mundo, y menos determinada por las circunstancias específicas españolas”.
La segunda cuando al referirse al Ayuntamiento de Logroño y todos los avatares que debió transitar su proyecto y construcción en medio del proceso de transición política española, sentencia: “Yo creo que… es uno de los edificios que mejor se podrán citar, dentro de 50 años, como edificios que representaban el espíritu del cambio. Es un edificio que propone que en él actúe una administración seria, digna, abierta. Que trata, con más o menos éxito, de que en él haya la posibilidad de vivir una vida democrática y de que en él se de una relación entre quien administra y quienes son administrados, que no sea retórica ni doméstica. En ese aspecto es un edificio que … a pesar de esa seriedad y de esa condición adusta … tiene también los valores de la arquitectura de las socialdemocracias del norte de Europa. Tiene esa especie de limpieza. Y en eso, me parece a mi, que Logroño resistirá una lectura en clave política más allá de la propia lectura en clave de ideología estética, de la que estábamos hablando.”
El tener presente a la arquitectura española, y a Moneo en particular, es lo que conduce a que en la encuesta realizada desde Arquitectura HOY entre julio y octubre de 1993, dirigida a sus lectores con la finalidad de determinar “La mejor arquitectura reciente en Europa”, el Museo de Arte Romano de Mérida haya sido el edificio más mencionado y España el país más citado entre los 14 arquitectos o grupos de arquitectos consultados.
De los muchos libros que ha escrito, dedicados a analizar críticamente obras de arquitectura y arquitectos de muy diversas épocas en un tono didáctico encomiable, vale la pena destacar el más reciente titulado La vida de los edificios. La mezquita de Córdoba, la lonja de Sevilla y un carmen en Granada, publicado en 2017. Moneo, quien al referirse a Mario Botta, expresaba que “lo peor que le puede pasar a un arquitecto es tener éxito…”, situación a la que siempre se ha visto sometido y de la cual siempre ha tratado de desmarcarse en virtud de que considera que “si no quieres bien a alguien… lo mejor que puedes hacer es desearle éxito, porque no hay quien aguante el éxito…”, vive hoy a los 83 años una etapa de madurez plena y de disminución natural en su capacidad de atender encargos que lo ha llevado a ser, si cabe, aún más selectivo de lo que siempre ha sido. Ya en 1989 decía refiriéndose al edificio de la Previsión Española, y con ello finalizamos, lo siguiente: “Hay un momento … en que los edificios, si se considera que van a tener una vida más larga que la propia tuya, se deben en primer lugar a la ciudad en la que se inscriben. En un sitio tan delicado como era el solar de Previsión Española, mi problema era parecer menos personal… y yo tengo que correr el riesgo de parecer nostálgico, pero lo que no puedo en un lugar como ese, es malograr la coherencia o la tranquilidad, la consistencia de un punto de la ciudad tan claro”, lo cual resume toda una actitud que permite repasar con sus altos y sus bajos una “luminosa trayectoria”.
ACA
Procedencia de las imágenes
2. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad
3. https://www.wearch.eu/sede-de-bankinter-madrid-espana-1972-76/
4 izquierda. https://eardleydesign.com/halls/logrono/
4 derecha. http://www.diedrica.com/2015/07/museo-de-arte-romano-de-merida.html
5. https://www.elmundo.es/elmundo/2012/05/09/andalucia_sevilla/1336567906.html
NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Vacíos adjetivos: el espacio construido en la fotografía
Jesús Marina Barba y Elena Morón
Ediciones Asimétricas
2018
Nota de los editores
Formas de ver y de habitar están interrelacionadas en la representación fotográfica de la arquitectura. Más allá de las dos dimensiones de su soporte físico, la imagen contiene un espacio interior. Distinguimos visualmente elementos materiales y planos de profundidad, pero entre todos ellos hay otro tipo de espacios, hay vacíos. De modo similar al lenguaje binario que se expresa con secuencias de 0 y 1, nuestra mirada rastrea y separa objetos sólidos, espacios intermedios, huecos y silencios. Los recorridos de lectura se transforman en movimientos de introspección, provocados en el espectador para crear en él emociones físicas. Este espacio vacío es consecuencia directa de una acción del creador, cediéndoselo a quienes miran para su ocupación e interpretación. La cesión no es incondicional, no está exenta de conflicto. Conlleva una pugna y tensión permanentes, de enorme trascendencia para los procesos de construcción y habitación del espacio arquitectónico.
Elena Morón Serna, Doctora Arquitecta, y Jesús Marina Barba, Doctor en Historia, dirigen _marina_morón, estudio profesional de arquitectura e imagen. Sus proyectos de investigación y creación se han dado a conocer a través de su actividad docente, en exposiciones —las últimas celebradas en París, Londres, Sevilla, Guangzhou—, y en publicaciones y congresos. Entre sus títulos más recientes destacan los libros Tras el muro blanco (2010), A_chroma (2012), Sintagmas cromáticos (2012) y K: emptiness (2015).
ACA
NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

La silla de la discordia
Mies, Breuer y Stam
Pablo López Martín
(Prólogo de Rafael Moneo)
Ediciones Asimétricas
2020
Nota de los editores
Pocas sillas en la historia del diseño habrán acarreado tanta polémica y tanta disputa por su autoría como la sillas voladas de tubo de acero en sus diferentes versiones. En el año 1927 las figuras más reconocidas de la arquitectura europea se dieron cita en la colonia experimental de la Weissenhoff, donde el movimiento moderno tuvo la ocasión de mostrar al mundo su propuesta para la vivienda del futuro y los objetos que la habrían de habitar. Entre todas las piezas de mobiliario expuestas hubo una que destacó sobre todas las demás por su novedad y audacia: la silla volada sin apoyos posteriores cuya autoría fue reclamada al unísono por tres figuras clave de la arquitectura que estaba por llegar: Mies van der Rohe, Mart Stam y Marcel Breuer.
El punto de partida para esta investigación es precisamente la coincidencia de estos tres arquitectos en un mismo modelo de silla y en una misma fecha. Sin embargo, el interés de este estudio no radica exclusivamente en una indagación sobre la autoría sino sobre cómo un mismo objeto puede resultar propositivo e interesante en campos muy diversos y de forma simultánea. Cada uno de los tres protagonistas la hicieron suya incorporándola a su propia investigación proyectual: la silla trasciende su propia escala para servir de vehículo en un proceso de exploración a nivel conceptual, formal, constructivo y estructural en la arquitectura de cada uno de ellos.
Pablo López Martín es Doctor Arquitecto por la UPM desde 2016 con la calificación de Sobresaliente Cum Laude con la tesis doctoral que ha inspirado este libro. Esta investigación quedó finalista en la XI Edición del concurso bienal de Tesis de Arquitectura de la Fundación Arquia. Desde el año 2006 ha compaginado su labor como investigador con el desarrollo de su profesión en los estudios de Carme Pinós, Rafael Moneo y AGi. Su trabajo a título personal ha sido merecedor de varios premios como el 1º Premio Nacional concurso «Caja de Arquitectos», otorgado por Kazuyo Sejima, el 2º Premio Nacional concurso «Formica Funcional» otorgado por Richard Rogers o la Mención Honorífica en el concurso internacional organizado por la revista JA Japan Architect, cuyo jurado único fue Steven Holl. Desde el año 2016 ejerce la docencia como profesor asociado en la Universidad Antonio de Nebrija.
ACA