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Estudiantes venezolanos ganan Concurso Internacional de Vivienda en Guadalajara, España


Los jóvenes Alexandra Frías y César Barbarán, cursantes del último nivel de la Carrera de Arquitectura de la Universidad Simón Bolívar (USB), resultaron ganadores del Concurso Internacional de Vivienda “Casa ecológica de balas de paja”, promovido desde el portal concursosdevivienda.com cuya finalidad es brindar la posibilidad a estudiantes de arquitectura y arquitectos de todo el mundo de ofrecer soluciones al problema presentado y abrirse paso en el mundo profesional.
Dicho portal, mediante un claro y un muy bien estructurado sistema de organización liderado por un grupo de 5 profesionales de 4 países, está dedicado a promover el diseño de viviendas con materiales naturales y energéticamente eficientes mediante la modalidad del concurso. Para ello, invitan a los interesados en obtener diversas ideas de lo que puede ser su hogar a manifestarse vía electrónica y, previo acuerdo a partir de un presupuesto global que se prepara, luego de llevar a cabo reuniones de trabajo periódicas, fungiendo de intermediarios, organizan con la información obtenida las bases de un concurso que vendrán acompañadas de toda la información técnica necesaria, y que será lanzado a través de una página web vinculada a las más prestigiosas plataformas especializadas en certámenes de arquitectura. El cliente obtendrá así una variada gama de posibilidades con garantías de calidad haciendo una sola inversión.
En las bases se publican las determinantes del proyecto, el programa, el costo de las inscripciones (en este caso 80$ para la etapa de “inscripción temprana» y 100$ para la última etapa), los premios a otorgar (que para la “Casa ecológica de balas de paja” ha sido de 2300$ a ser repartidos entre un primer premio -1500$-, un segundo premio -500$- y un tercer premio -300$-), los miembros de jurado, los requisitos de entrega y su formato, y el lapso estimado para el envío del trabajo, que normalmente no supera los 3 meses desde la fecha de “inscripción temprana”. Para la evaluación y selección del trabajo ganador se incorpora junto al jurado al cliente como figura fundamental y también al equipo organizador del concurso.

Finalizada la evaluación, los responsables del portal se comprometen a acompañar al cliente desde ese momento hasta la etapa de proyecto final y elaboración de los planos que permitirán su construcción. Los resultados del concurso permiten obtener lo que se denomina el “proyecto básico” (planos técnicos y memoria descriptiva) y concluye definitivamente cuando los ganadores, en un lapso de un mes, incorporan las observaciones y cambios sugeridos por los evaluadores.
A partir de ese momento, el proyecto será asumido por un equipo local, dependiendo de dónde se promueva el concurso, que se encargará de elaborar y coordinar las etapas de “proyecto ejecutivo” y “dirección de obra”, correspondiéndole hacer las modificaciones que considere pertinentes, diagramar, ajustar e imprimir los planos en el formato oficial para presentarlos a la entidad local correspondiente y conseguir los permisos respectivos. Por tanto, el “proyecto básico” objeto de la entrega final del concurso se desvincula de sus creadores para las dos etapas siguientes, lo que en principio facilita y agiliza su ejecución definitiva.
Los organizadores garantizarán en todo momento a los ganadores el derecho de propiedad intelectual y el derecho de autor de acuerdo al Tratado de la OMPI (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual) sobre Derecho de Autor. No obstante, una vez presentadas las propuestas al concurso, el material será cedido a Abouthaus para sus futuras publicaciones y promociones del concurso.
Expuesto lo anterior por lo interesante e ilustrativa que nos ha parecida esta iniciativa, vale la pena resaltar, que en el caso que nos ocupa se buscaba diseñar “Una casa construida con un sistema modular y prefabricado de balas de paja, una cubierta vegetal, un invernadero adosado y una estufa rocket. Asegurando así un alto nivel de eficiencia energética. Una contribución a la construcción natural, sostenible y eficiente”. Así, la vivienda debe convertirse en “Un refugio donde Óscar, el propietario, busca llevar una vida tranquila, saludable y estar en contacto con la naturaleza. (…) Óscar imagina su casa acogedora y saludable con un bajo consumo energético y bajo impacto en su entorno. Con toda la luz natural que permita disponer también de una buena oscuridad en las horas de descanso.(…) Abierta al exterior para aprovechar las magníficas vistas que ofrece su emplazamiento hacia la arboleda cercana y hacia el horizonte a lo lejos, y también hacia la vegetación silvestre de la propia parcela que se intentará respetar o replantar en la medida de lo posible. (…) La casa estará ubicada en la atractiva ciudad de Guadalajara, ubicada en el centro de España, muy cerca de la capital, Madrid”.

La propuesta presentada por Alexandra Frías y César Barbarán, titulada “Casa entre muros”, cuyas láminas reproducimos acompañando esta nota, se impuso sobre un total de 63 equipos inscritos de 31 países, y permitió al jurado emitir los siguientes comentarios:
“La ‘casa entre muros’ es un proyecto refrescante, nuevo y con una sutil y a la vez rotunda implantación en el terreno. (…) Su implantación se da partir de una trazas paralelas que dibujan y organizar la casa sobre el terreno con la clara intención de traer, de algún modo, el paisaje lejano a la casa. (…) Estas trazas son a la vez muros fundacionales de gran sencillez estructural, pero que además poseen una función espacial y funcional: soportan el mobiliario, el sistema estructural de balas de paja y el reciclaje de aguas.
La casa se adapta al terreno a tal punto que parece un elemento más. (…) Las cubiertas se vuelven suelo sin estar inclinadas o simular una topografía nueva. Las cubiertas vegetales ayudan a este propósito aunque el mérito es mas bien del diseño que de la cubierta vegetal como tecnología.

La inclusión de espacios intermedios, mediadores entre el interior y exterior, son de gran valor, aportando calidez y carácter a la casa. (…) El programa ha sido trabajado con sensatez y precisión, sin dejarse atraer por aumentar la superficies solicitadas, entendiendo de algún modo la forma de vivir de Óscar, el propietario.
Es una propuesta bien conceptualizada y elaborada, donde es posible apreciar una intención deliberada por generar una mínima afectación en el terreno. (…) Responde la casa entre muros a una arquitectura de bajo impacto, algo de lo cual se habla mucho, pero que pocas veces se logra proyectar”.
Sobre los ganadores, la página abierta especialmente para la promoción y organización del concurso, nos ha permitido saber que Alexandra Frías, manifiesta “un fuerte interés por las artes y cómo éstas pueden transformar y amoldarse a la vida de las personas”. También que “por un año estudió en la Universidad Tecnológica de Múnich en Alemania, en la cual trabajó con profesores como Bruno Krucker, Stephen Bates y Francis Keré. Esto le proporcionó experiencia y la oportunidad de conocer distintas aproximaciones a la resolución de problemas de acuerdo al enfoque del diseño, realidades y localidades, tomando en consideración la sustentabilidad como un elemento esencial en el desarrollo de las propuestas y proyectos. (…) De igual forma, ha sido partícipe de varios servicios comunitarios en la ciudad de Caracas, siendo uno de ellos con el estudio de Enlace Arquitectura dirigido por Elisa Silva, en donde tuvo la primera aproximación con localidades urbanas densas, para así crear espacios públicos en pro de un desarrollo y avance de las comunidades involucradas».
Por su parte, César Barbarán, manifiesta “mucho interés en la arquitectura para el hombre y su relación con la naturaleza, sensible por las artes, frio calculador para los detalles. Ha participado en diversos concursos nacionales e internacionales, saliendo galardonado hasta la fecha en 3 de ellos, formando parte de sus respectivas difusiones en galerías y digitales”. Tuvo la oportunidad de cursar de intercambio en la Pontificia Universidad Católica del Perú, participando actualmente “en actividades comunitarias en ccscity 450 apoyando a la construcción de mobiliario a través de materiales reciclados”.
A Alexandra y César, así como a todos los involucrados en su formación, les enviamos desde aquí las más sinceras felicitaciones.
ACA

Brasilia, “capital de la esperanza” como la bautizó André Malraux, que como se sabe fue construida desde cero en una extensa meseta en la zona sureste del estado de Goiás en el centro de Brasil, fue desarrollada basada en el “Plan Piloto” elaborado por Lúcio Costa como resultado de ser el ganador del concurso promovido por el presidente Juscelino Kubitschek para tal fin en 1957. El 23 de octubre de 1956, año en que Kubitschek asume la presidencia (que ejercerá hasta 1961 luego de ser gobernador de Minas Gerais entre 1951 y 1955), marca el inicio de su construcción y el 21 de abril de 1960, tras 41 meses de trabajo, la ciudad fue inaugurada al quedar completada buena parte de su infraestructura, gracias al apoyo político y financiero otorgado desde la presidencia de la república. Correspondió, como también se sabe, a Oscar Niemeyer amigo cercano de Costa, diseñar la mayoría de los edificios públicos y a Roberto Burle Marx buena parte del paisajismo.

Vale destacar, con relación al tema que hoy nos ocupa, que dentro del “Plan Piloto” de Brasilia, Costa previó con toda claridad para localizar las delegaciones diplomáticas de los diferentes países un sector importante ubicado al suroeste de la ciudad, entre la arteria L-2S (paralela al Eje Rodoviario Sur) y la avenida De Las Naciones, próximo a la Plaza de los Tres Poderes (remate del eje urbano principal) y a la Catedral, y colindante con el lago Paranoá hacia el cual se produce un ligero declive. La lotificación prevista contemplaba parcelas rectangulares iguales de 250 x 100 mts (25.000 m2 o lo que es lo mismo dos hectáreas y media), a ser repartidos entre los gobiernos de los diferentes países. Así, el privilegiado barrio diplomático estaría servido por un eje transversal al eje monumental, y se encontraría próximo a los ministerios y los clubes deportivos. Se abría, por tanto, la posibilidad de convertir la zona en un verdadero laboratorio que permitiría darle cabida a múltiples variantes de una tipología muy alejada a la de la mayoría de las viviendas del “Plan Piloto”, limitada a los bloques de las “supercuadras”, tomando en consideración que las variables urbanas del elegante barrio establecían un 40% de ocupación y una altura máxima de tres plantas.
No cabe duda que el compromiso de proyectar una embajada significa toparse muy rápidamente con el tema de la representatividad de un país y la imagen que el mismo desea proyectar a los ojos del mundo y en particular de la nación que funge de anfitriona. Surge como oportunidad única, también, para que el arquitecto muestre su capacidad de interpretar tal compromiso y para dar cabida al debate siempre vigente entre tradición y modernidad, matizado por las condiciones del lugar donde le tocaría diseñar y sus variables ambientales. Se nos antoja que, salvando las distancias, se podría asemejar al compromiso que se plantea cuando se debe diseñar un pabellón para una feria internacional pero con la particularidad de que priva, para el caso de una embajada, la condición de permanencia por sobre el carácter efímero que es propio de las edificaciones expositivas.


Siguiendo esta línea discursiva el diseño de la sede de una representación diplomática debería convertirse para todo proyectista en oportunidad única para trascender los aspectos meramente funcionales que sin duda delimitan su programa. Ello se pone en evidencia si se toma como referencia, por ejemplo, la manera como los Estados Unidos y su Secretaría de Estado fueron asumiendo este reto entendido como política y buscando la mayor calidad proyectual posible, conscientes de su condición de máxima potencia fundamentalmente después de finalizada la Segunda Guerra Mundial. En tal sentido, no es casual el que dicho país haya encomendado, por citar algunos casos, a Walter Gropius y The Architects Collaborative Inc. (TAC) en 1959 el diseño de su embajada en Atenas, a Eero Saarinen las sedes diplomáticas de Oslo (1959) y Londres (1960), a Harrison y Abramovitz la de La Habana (1953), a Edward Durrel Stone la de Nueva Dehli (1954), a Richard Neutra la de Karachi (1955), a Marcel Breuer la de La Haya (1958), a John Johansen la de Dublín (1959), a Jose Lluis Sert la de Bagdad (1955-69), a I.M. Pei la de Montevideo (1969), a Gruen Associates (César Pelli/ Norma Merrick Sklarek) la de Tokio (1976) y a Don Hatch primero (1959) y Gunnar Birkerts después (1989-1996) las dos sedes que ha tenido en Caracas (habiendo Birkerts diseñado sin que se construyera la de Hensinki en 1975), dándose el caso de la puesta en marcha más recientemente de una renovación de la imagen y presencia del país en Londres y Brasilia, correspondiendo a Kieran Timberlake y el Studio Gang Architects, respectivamente, ser los proyectistas de lo que algunos tildan como “la revolución arquitectónica de las nuevas embajadas de los Estados Unidos”. De este amplio abanico bien se podría adelantar un estudio que permita auscultar la manera cómo los temas que hemos esbozado constituyen un asidero importante a la hora de plasmar una imagen representativa y en definitiva qué se privilegia.
Otro tema de interés sería no sólo el relacionado al reto de visualizar el diseño de un edificio que podría obedecer a un patrón tipológico determinado, sino el hacerlo en una ciudad totalmente nueva, dentro de un barrio predeterminado para un uso exclusivo, contándose además con la presión adicional de hacerlo “compitiendo” con las impactantes edificaciones públicas diseñadas por Niemeyer, respondiendo a una geografía y clima severos y ubicándose cronológicamente en plena posguerra, momento en el que, pese a todos los mensajes que emitía la novedosa ciudad, se cuestionaban los postulados canónicos del Movimiento Moderno.
Dentro de este panorama, muchos países asumieron los proyectos y construcción de sus respectivas embajadas en Brasilia como un importante compromiso (dignos a su vez de otro estudio particularizado), una vez que el gobierno brasilero empezó a partir de 1960 a destinar los diferentes terrenos (identificados primero por cuadra y luego por lote), pertenecientes al sector de las embajadas, dando como resultado una serie de edificios que muestran las diferentes orientaciones arquitectónicas internacionales de aquellos años, que ofrecieron variadas respuestas a los estímulos creativos y conceptuales planteados por la nueva ciudad. Este heterogéneo conjunto realizado entre 1960 y 1975 ofrece diferentes vías de evolución y experimentación de la arquitectura moderna, en el momento en el que estaba siendo cuestionada, y comenzaban a explorarse nuevos caminos arquitectónicos.

De esta manera, vale la pena señalar cómo “las legaciones más expeditas en levantar sus cancillerías y residencias fueron las de Yugoslavia y Checoslovaquia. Les seguirían Japón, Bélgica e Irán” dando paso posteriormente a la aparición de proyectos emblemáticos como los realizados por Le Corbusier, Alison y Peter Smithson y Hans Scharoum, quienes diseñarían las sedes diplomáticas de Francia, Reino Unido y Alemania, respectivamente, tal y como señala José Javier Alayón en “Arquitecturas extranjeras en Brasilia. Le Corbusier, A&P Smithson y Scharoun en el paisaje moderno suramericano”, artículo aparecido en Arquitectura Revista, vol.8, nº 1, año 2012. A Le Corbusier (quien había descartado previamente diseñar la embajada de Suiza, su país de origen) lo sorprende la muerte en el proceso de desarrollo de la propuesta francesa, por lo que toma las riendas para terminarla su discípulo y jefe de taller Guillermo Jullian de la Fuente, introduciendo importantes cambios. Los Smithson sufrirán el desaire a que los sometió en gobierno británico impidiéndoles llevar a feliz término su experiencia y la sede proyectada por Scharoun se yergue aún dignamente en la capital brasileña.




No son menos importantes e igualmente dignos los edificios proyectados por Pier Luigi Nervi para Italia (1969); McLeod and Ferrera para los Estados Unidos (1961, ampliado posteriormente -1972- por Henningson, Durham y Richardson); Henrique Mindlin (Australia y Holanda, 1964); Wilson Reis Netto (Senegal, 1962); Filsak, Srámek, Louda y Bubenicek (Checoslovaquia, 1965-74); Nikolai Fikoff (Bélgica); Crousse & Paez (Perú); Thompson, Bewick, Pratt & Bogue (Canadá); Teodoro González de León (México, 1973); HPREC (Grecia); y los proyectos no construidos de Rafael Viñoly (Argentina), Bahram Shirdel (Irán) y Vilela & Gordon (Portugal), según nos aporta también Alayón. Cabría destacar particularmente el poco reconocido trabajo llevado a cabo por Rafael Leoz quien proyecta y construye la embajada de España (1972).

De más reciente data son las sedes de Colombia (1977-81) de César Barney; India (2003) Paulo Henrique Paranhos; Argentina (2011) estudio M/SG/S/S/S (Flora Manteola, Javier Sánchez Gómez, Josefa Santos y Justo Solsona); y Noruega (2017) CASACINCO (Boris Madsen Cunha).
Venezuela, sin contar con una política ni músculo financiero equiparable al de países más estructurados, ha regado sus sedes diplomáticas por el mundo apelando a ocupar edificios existentes. Sin embargo, para cuando se inaugura Brasilia y se le asigna un espacio, el gobierno nacional toma la decisión de encargar en 1960 el proyecto de la embajada venezolana, a través del Ministerio de Obras Públicas (MOP), no sabemos si por contratación o por administración directa, a los arquitectos Francisco Barrios P. (FAU UCV promoción 6/1957) y Leslie Szegedi Graner (FAU UCV promoción 8/1958).
De la reseña publicada en el Boletín Informativo del CIV (1961) hemos podido conocer que el anteproyecto se ubicó en uno de tantos terrenos rectangulares de 250 metros de largo por 100 metros de ancho con que lotificó la zona, con suave pendiente de 8% hacia el lago, poca vegetación, marcado con el número 13 en el plano general concebido por Lucio Costa, colindante con el lote asignado a la representación argentina. También que el Ministerio de Relaciones Exteriores preparó un programa que agrupó la Embajada, el Consulado y la Casa de Habitación del embajador.

La propuesta contempla ubicar la Embajada y el Consulado con su frente hacia la avenida avenida de Las Naciones, cuya fachada es recogida en nuestra postal del día de hoy. La correcta composición adoptada por los arquitectos, lograda sin apelar a ninguna reminiscencia semántica o histórica sino únicamente a un racionalismo formal signado por la horizontalidad, utilizó una plaza provista de un espejo de agua para separar los edificios solicitados en el programa, facilitando así el acceso peatonalmente desde la avenida.
La Embajada, es la pieza importante del conjunto, se propone tenga 1.635 m2, con una planta baja (con amplias áreas para circulación, exposiciones, recepciones y oficinas para oficiales con vista hacia los jardines), una mezzanina (donde se ubican el hall de acceso al gran comedor y a las oficinas del embajador, las oficinas del embajador y su personal de apoyo, y el gran comedor), un primer piso (con las oficinas de los consejeros de cultura y de comercio, el área de los respectivos apoyos secretariales, así como las dependencias para los agregados aeronáutico, naval y militar); y un segundo piso (que alberga las oficinas de los 1º, 2º y 3º secretarios, sus respectivos apoyos secretariales y los depósitos generales). El edificio del Consulado resuelto en una sola planta, tiene 420 m2 de construcción, con oficinas para el cónsul, vicecónsul, secretarias, archivo, depósito y una biblioteca.
Se propone, además, en un cuerpo separado, un auditorio de 200 m2, el cual tendría ventilación e iluminación a través de su cubierta para evitar el uso de equipos mecánicos.
Por último, se encuentra la Casa de Habitación del embajador, de dos plantas, ubicada separada de los demás elementos del conjunto. La planta alta tendría un hall de entrada, salón, comedor, habitación principal con su vestier-baño, tres dormitorios compartiendo dos baños adicionales y una galería. Se prevé también un área para huéspedes con cuatro dormitorios, dos sanitarios y un hall. Los ambientes de servicio incluyen un pantry, cocina, estar de servicio, cuatro dormitorios, dos baños, lavandería, depósitos de equipaje y bebidas, y un garage. En la planta baja, con acceso a los jardines y vista al lago, un gran salón para recepciones.
Se contempla que el paisajismo del conjunto se desarrollará utilizando especies vegetales venezolanas que puedan adaptarse al clima de la nueva capital de Brasil, tales como: araguaneyes, apamates, chaguaramos, cujíes de jardín, acacias y trinitarias.
El conjunto propuesto para la Embajada de Venezuela en Brasilia tendría en total 3.550 m2 de construcción, incluyendo un estacionamiento techado de 220 m2.
El anteproyecto propone darle tratamiento adicional a 2.500 m2 en los cuales se incluyen los jardines, la plaza principal, la plaza de la bandera, los espejos de agua y el acceso asfaltado.
Dada la importancia internacional del proyecto los arquitectos Barrios y Szegedi solicitaron a la Sociedad Venezolana de Arquitectos (SVA) designar una comisión asesora, la cual se constituyó con los arquitectos Guido Bermúdez, como Presidente del SVA, Mario Bemergui, Juan Andrés Vegas, Rino Levi y Roberto Burle-Marx. Para la arquitectura paisajista fueron seleccionados los arquitectos José Miguel Galia y Jimmy Alcock.

Aunque sabemos que la dirección postal de la embajada venezolana al día de hoy coincide plenamente con la ubicación para la que Barrios y Szegedi realizaron el anteproyecto, no tenemos certeza de que se haya construido ni mucho menos de cuál y cómo es la edificación que ocupa el predio más allá de información que nos provee Google Earth. Queda planteada la duda acerca de si la única sede diplomática venezolana concebida y proyectada para tal fin de la que tengamos conocimiento quedó en el papel, se descartó o sirvió al menos de guía para lo que finalmente se construyó. A quien posea información mucho agradeceríamos transmitírnosla.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal y 6: Boletín Informativo del CIV , 1961
1, 2, 4, 5 y 6. Tomadas de diferentes páginas de internet.
3. José Javier Alayón, “Arquitecturas extranjeras en Brasilia. Le Corbusier, A&P Smithson y Scharoun en el paisaje moderno suramericano”, Arquitectura Revista, vol.8, nº 1, 2012.
7. Google Earth
El último edificio diseñado por Le Corbusier, abre sus puertas al público en Zúrich
Por Niall Patrick Walsh

Traducido por Piedad Rojas
20 Junio, 2019
Tomado de Plataforma arquitectura
El Centro Le Corbusier -el último proyecto del renombrado arquitecto completado en 1967- ha reabierto sus puertas al público en Zúrich luego de una extensa renovación.

Abierto de mayo a noviembre, el pabellón ahora alberga exposiciones temporales, eventos y talleres que tratan diversos aspectos de la vida y obra del arquitecto, desde el diseño de muebles hasta la fotografía y la pintura. Tras el largo proceso de restauración, el pabellón fue fotografiado por Paul Clemence.

El Centro Le Corbusier fue efectivamente el último proyecto sobre el que Le Corbusier estuvo trabajando en 1965 a lo largo de sus últimos meses de vida. El edificio es un testimonio de la versatilidad de Le Corbusier como arquitecto, pintor y escultor. Él se inclinó sobre este proyecto intencionalmente y con el objetivo principal de desarrollar un museo donde pudiera albergar y exponer su vasta colección personal de proyectos de arquitectura, maquetas, pinturas, esculturas y fotografías

Curiosamente, este es un edificio atípico en comparación con la mayoría de sus obras. Aquí no hay concreto, piedra ni repeticiones infinitas. Aquí se celebra el acero, con el que exploró la pre-fabricación y montaje, donde la libertad espacial se encuentra a través del uso inteligente de la modularidad, una planta libre e infinitamente adaptable.

La estructura de la cubierta se apoya en sólo cuatro puntos, dos enormes sombrillas construidas en chapas de acero soldadas, una volteada hacia arriba y la otra hacia abajo. El edificio fue completamente prefabricado: las chapas de acero se soldaron unas a otras en la propia fábrica y se trajeron al lugar en forma de grandes elementos independientes, los cuales finalmente fueron alzados y soldados para dar la forma final a la arquitectura del edificio.
Esta enorme cubierta metálica, además de definir las formas del pabellón y acoger el programa del museo, fue concebida principalmente para ofrecer protección contra el sol y la lluvia en los espacios del museo.

Además de acero y vidrio, Le Corbusier utilizó una serie de paneles metálicos esmaltados en colores primarios para conformar la envoltura de los espacios expositivos del museo, creando una noción dinámica de ritmo que transforma nuestra percepción espacial del edificio.

El último proyecto de Le Corbusier fue recientemente publicado en la guía de ArchDaily para la ciudad de Zúrich. Para más información sobre el Centro Le Corbusier recomendamos visitar la página web oficial de la ciudad de Zúrich.
ACA
La Sagrada Familia consigue la licencia de obras 137 años después
Grego Casanova

7 de junio, 2019
Tomado de El País
El patronato tendrá que pagar 4,6 millones de euros por regularizar las obras comenzadas en 1882.
La Sagrada Familia ha obtenido el pasado viernes 7 junio la licencia de obras del Ayuntamiento 137 años después de que se colocara su primera piedra. El patronato tendrá que pagar 4,6 millones de euros por el permiso para la gran rehabilitación aprobado por la Comisión de Gobierno del ayuntamiento, que establece el terreno edificable en 53.495 metros cuadrados.
La teniente de alcalde de urbanismo, Janet Sanz, ha celebrado haber completado uno de sus objetivos de legislatura más relevantes: “conseguir acabar con una anomalía histórica en nuestra ciudad”. Sanz ha explicado que la basílica tendrá que pagar “como todo el mundo y sin ningún tipo de privilegio” y que será el Instituto Municipal de Hacienda el que determine la forma de pago.
La Junta Constructora de la Sagrada Familia tendrá que abonar 4,6 millones al ayuntamiento de la capital por el Impuesto de construcciones, instalaciones y obras (ICIO), y por las tasas de licencia de obras. El permiso que pone en orden el templo modernista establece un máximo edificable en 172 metros de altura y determina la parcela en 53.495,61 metros cuadrados, 41.026,29 sobre suelo, y dos plantas de sótano.
En paralelo, el ayuntamiento ha determinado el principal uso del templo como centro de culto visitable, y delimita a 378 metros el espacio para uso comercial, al que se tendrá acceso solo desde el interior de la propia basílica.
La licencia ha sido concedida en los últimos días del mandato de Ada Colau, después que fuera solicitada hace más de 130 años al consistorio de Sant Martí Provençals en el año 1885. El acuerdo entre consistorio y patronato llega después de que en octubre de 2018 el gobierno Colau y el templo pactaran regularizar las obras: el templo pagará 36 millones en 10 años para compensar el gasto que genera a la ciudad, y el Ayuntamiento aprobó un plan especial urbanístico para las obras. La basílica es uno de los monumentos con más afluencia turística de España, con 4,5 millones de visitas en el interior y alrededor de 20 millones que la contemplan desde fuera. El incremento en el número de visitantes ha alterado de forma sustancial el uso del espacio público, y el transporte público se ha visto sensiblemente afectado. Con el objetivo de mejorar los servicios ciudadanos y el mantenimiento del espacio, de los 36 millones acordados, 22 de ellos irán destinados a la ayuda al transporte público, siete a mejorar los accesos al metro, cuatro a reurbanizar las calles que rodean la basílica, y tres destinados a sufragar servicios de limpieza, vigilancia y agentes cívicos.
ACA