LA RED HOTELERA NACIONAL

1. Página 135 del nº 67-68 de L’architecture d’aujourd’hui (octubre de 1956) donde aparece reseñado el Hotel Cumboto de Don Hatch

Hotel Cumboto

Donald E. Hatch (1907-1977), arquitecto norteamericano egresado de la Universidad de Kansas (1930), quien luego de varios años de destacada experiencia profesional en su país llega a Venezuela en 1948 formando parte del equipo de trabajo de International Basic Economy Corporation (IBEC) Technical Services Corp, empresa del magnate Nelson Rockefeller, contó con el privilegio compartido con un selecto grupo de arquitectos y oficinas nacionales de haber sido elegido en 1955 por Daniel Camejo Octavio como proyectista de uno de los hoteles que la CONAHOTU decidió realizar como parte de la política oficial de impulsar el turismo en el país. Al igual que la mayoría de los casos de este ejemplar Plan Hotelero, Hatch logra una solución claramente identificada con el lugar que se le asignó: la localidad costera de Puerto Cabello en el estado Carabobo. Esta pieza, si se quiere menor y hasta excepcional dentro de los temas que Hatch usualmente solía afrontar, se convierte en una clara demostración de cómo un profesional “extranjero” se aproxima de forma racional y sensible a las variables del contexto convirtiéndose ello en toda una lección para quienes hemos sido formados en estas latitudes.

Recordemos a modo de paréntesis que Hatch, de quien se han contabilizado cerca de 30 participaciones entre proyectos y obras de diferente envergadura en el país entre 1948 y 1959, había trabajado como arquitecto diseñador en la firma Hood and Fouilhoux, Architects, New York, entre 1932 y 1934 participando en el proyecto del Rockefeller Center. También fundó con Carl Landefeld la oficina Landefeld & Hatch, Architects, New York (1935-1942) realizando varios edificios para la Feria Mundial de 1939 y, previa a su llegada a Venezuela, en 1942 había constituido la firma Donald E. Hatch, Architect, New York. Ya en nuestro país destacan, tanto desde su trabajo con el IBEC como desde su propia oficina ubicada de Veroes a Jesuitas Nº 28, en sociedad con el ingeniero Claudio Creamer, las siguientes realizaciones: la Quinta Macoroma, Caracas -con participación de Cramer- (1951); la Casa Club del Caraballeda Golf & Yatch Club, Litoral Central (1953); la Casa Penzini, Caracas -con participación de Creamer- (1953); el Centro Comercial Las Mercedes, Caracas -con participación de Creamer- (1955); la fábrica de Cauchos Good Year, Guacara -con participación de Creamer- (1956); el edificio NCR (National Cash Register) luego Summa Sistemas, Caracas -con participación de Creamer- (1956); el Centro Comercial (CADA) La Vega, Caracas (1958); la Embajada de los EE UU, Caracas -con participación de Creamer- (1959); el edificio Socony Mobil Oil Company (edificio Sucre), Caracas -con participación de Creamer- (1959); y, luego de varios años reinstalado de nuevo en los Estados Unidos, la Torre El Chorro, Caracas (1975).

2. Hotel Cumboto. Don Hatch. 1956. Vista desde la piscina

Volviendo al caso al que hoy hemos decidido dedicar esta nota, vale la pena destacar que el Cumboto se trata de un hotel de modestas dimensiones (50 habitaciones) con posibilidad de crecimiento futuro (25 más) que debía ajustarse a un presupuesto limitado. Las condiciones del sitio establecían el carácter predominante de los vientos del noreste coincidiendo esta orientación con las mejores vistas. De esta manera se propone un bloque ligeramente quebrado de tres plantas que otorga a las habitaciones (ubicadas en las dos superiores a una sola crujía) el privilegio de mirar al mar sin ser estorbadas por los volúmenes de servicios desplazados hacia la fachada posterior desde donde se accede. La planta baja del cuerpo de habitaciones, entendida en buena parte como planta libre, sirve para relacionar las diversas áreas recreacionales y de servicios que se extienden mediante un hábil juego geométrico de cubiertas planas entre el bloque y la calle.

3. Hotel Cumboto. Don Hatch. 1956. Fachada hacia el estacionamiento

Don Hatch logra tomar en consideración las variables económicas y ambientales utilizando materiales de mínimo mantenimiento y gran expresividad: bloques calados como cerramiento de escaleras y áreas comunes, concreto obra limpia tratado de manera bruta para la estructura y las separaciones entre habitaciones, y madera como piel al exterior de éstas a modo de puertas plegables de romanilla. En consecuencia: poco uso del vidrio y del metal. El aprovechamiento del balcón convencional como verdadera loggia cobra un papel estelar dentro del diseño de la unidad básica que repercute en la cónsona caracterización final del conjunto: protege de las inclemencias del clima (fachadas este y noreste), sirve de espacio de transición y contacto con el exterior, pero fundamentalmente es aprovechable como espacio interior gracias a la decisión de alterar el plano donde convencionalmente se coloca el cerramiento y de escoger el sistema y materiales adecuados. La prolongación generosa de las losas en busca de convertir a la sombra en el mejor acompañante que la volumetría puede tener en el trópico, y el aireamiento constante logrado por el aprovechamiento de las brisas marinas en el diseño, cierran el listado de consideraciones que permiten ver este edificio como otra demostración de cómo el tema de la identidad arquitectónica surge donde menos se espera dentro de una obra que expresamente no se propuso incorporarlo.

4. Hotel Cumboto. Don Hatch. 1956. Fachada hacia el mar. Detalle de la página 135 del nº 67-68 de L’architecture d’aujourd’hui (octubre de 1956) donde aparece reseñado el hotel.

El hotel Cumboto junto a otras tres obras de Hatch fue recogido en el nº 67-68 de L’architecture d’aujourd’hui de octubre de 1956, dirigido por André Bloc, dedicado a California, Venezuela y a “Construcciones en países calientes (México, Brasil, Islas Hawai e India)”. El capítulo dedicado a nuestro país contó con la colaboración de Carlos Raúl Villanueva quien redactó el texto introductorio “La evolución de la arquitectura en Venezuela” que sirvió junto al titulado “Caracas”, elaborado por la redacción de la revista, como preámbulo a 24 edificaciones presentadas en momentos en que nuestro país era foco de atención de toda la prensa especializada internacional por el auge de la construcción y la calidad de las obras que se realizaban. De allí hemos extraído la página dedicada al modesto pero significativo hotel construido en Puerto Cabello que encabeza esta nota el cual, como tantos otros de esa época, ha sufrido a lo largo de los años el rigor y las penurias asociadas a su pésima administración y mal mantenimiento, cosa que aún no denotan las imágenes de cierre, más bien cercanas a su época de mayor esplendor.

ACA

Procedencia de las imágenes

1 y 4 . L’architecture d’aujourd’hui, nº 67-68, octubre 1956

2 y 3. Colección Crono Arquitectura Venezuela

¿SABÍA USTED…

… que el pasado domingo 29 de julio se cumplieron 23 años de la publicación en el nº 117 de Arquitectura HOY de la Casa Lucca-Dragone?

1. Publicación de la casa Lucca-Dragone en el semanario Arquitectura HOY, nº 117, sábado 29 de julio de 1995

Esta obra, terminada de construir en 1994 (un año antes de su despliegue a página entera en el semanario), cobra interés porque se trata de la última pieza que edificara su talentoso arquitecto, Jesús Tenreiro Degwitz (1936-2007), y la única luego de haber recibido el Premio Nacional de Arquitectura en 1991.

En este sentido cabe recordar que Jesús Tenreiro llegó a concretar a lo largo de cincuenta años de ejercicio profesional sólo seis edificios: tres viviendas unifamiliares en Caracas y tres sedes institucionales ubicadas en el interior del país. A la buena estrella que lo acompañó durante los diez años posteriores a su egreso como arquitecto de la UCV en 1958, donde logró construir dos casas (la Casa Wanadi -también identificada como Uanadi o como casa Palacios-Cabré-, 1964, Cumbres de Curumo; y la Casa Díaz-Portocarrero, 1965, Colinas de Los Ruices) y dos edificios (el de la Corporación Venezolana de Guayana, 1968, Ciudad Guayana, Edo. Bolívar; y la Sede del Concejo Municipal de Barquisimeto, 1968, Barquisimeto, Edo. Lara), siguió un período de sequía de aproximadamente veinte años hasta que se materializaron los encargos correspondientes a sus dos últimos proyectos: la Abadía Benedictina, ubicada en Güigüe, estado Carabobo (1990) -Gran Premio IX Bienal CAV 1998-, y la casa para la familia Lucca-Dragone, objeto de nuestro interés el día de hoy, localizada en la urbanización Cerro Verde, al este de Caracas.

2. Casa Lucca-Dragone, Jesús Tenreiro, 1994. Vistas exteriores

La casa diseñada por Tenreiro (con la asesoría estructural de su sobrino el ingeniero Esteban Tenreiro) en un terreno de 2.100 m2, que tiene 800 m2 de construcción, realizada en concreto a la vista, y con pizarra de Brasil, madera, travertino y granito como sus materiales principales, se implanta, tal y como se recoge en la ficha preparada por Rafael Urbina, su más dilecto discípulo, para Caracas del Valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje (2015), “en una parcela con forma de triángulo alargado, cuyo vértice agudo está definido por la bifurcación de las calles Cerro Verde y El Lindero. La fuerte pendiente de la parcela obligó a levantar un muro de contención en el lindero norte, con lo cual se lograron las condiciones necesarias para su desarrollo”. Según el propio Tenreiro, muy a tono con la racionalidad con que proyectaba y la aproximación realista que siempre mostraba cuando analizaba su propia obra, la Lucca-Dragone “es una casa situada en un terreno difícil por su forma e inconsistencia geológica. Hubo que ‘construirla’ mediante muros de contención, siguiendo el perímetro y permitiendo grandes rellenos hacia la zona norte.”
Siguiendo con la descripción que nos ofrece Urbina, “la vivienda se organiza sobre un eje longitudinal, paralelo a la calle Cerro Verde, donde cada espacio-función se expresa como un ‘cuarto’ independiente y autónomo separado por juntas o ranuras de aire y luz, donde se introduce el jardín. Desde el punto medio de la calle se desciende por medio de una escalera exterior hasta el nivel principal, donde se alojan las áreas sociales, cocina y demás áreas de servicios. Este nivel se relaciona por medio de una galería acompañada por un jardín con luz natural. Las áreas sociales se abren al norte sobre un jardín con hermosas vistas sobre Caracas y el Ávila. En planta alta, cuatro dormitorios se ubican hacia el oeste, el dormitorio principal y sus servicios se ubican hacia el este. En medio de ellos un salón íntimo balconea sobre el salón ubicado en planta baja y se extiende sobre una terraza exterior hacia la vista. La galería, a doble altura, posee un sistema de ventanas que le brindan luz natural cenital en todo su recorrido”.

La preeminencia del concreto como material utilizado para resolver su estructura y lograr contener el terreno, produce, aunada a lo amplio del programa, la sensación de encontrarnos ante una edificación en cierta medida distante de la tipología  propia de viviendas unifamiliares y más cercana a la de edificios institucionales apareciendo temas como el sabio manejo de la luz y la proporcionada dimensión y escala de los espacios como garantes de una controlada y la vez expresiva volumetría. Sin embargo son las propias palabras de Tenreiro, cargadas de agudeza, recogidas en https://sancheztaffurarquitecto.wordpress.com/2010/09/24/jesus-tenreiro-1936-2007-premio-nacional-de-arquitectura-1991-arquitecto-venezolano/ las que permiten contextualizar mejor en el terreno conceptual la senda seguida: “Es una casa ‘grande’. Siempre me he preguntado para qué necesita una familia normal y corriente una casa ‘tan’ grande. No tengo respuesta para esta pregunta. (…) …estamos lejos del período auténtico de la arquitectura en el cual ésta determinaba ciertas calidades de vida. Siento un escalofrío frente a la artificialidad y el estar al día que caracteriza lo generalmente publicado sin ningún asomo de crítica: simplemente estoy ‘in’. (…) Esta casa, a pesar de lo extensa, pretende ser una antítesis y ya desde la elección del concreto como material fundamental hasta la forma de mostrarse construida, es un desafío al ‘gusto’ imperante entre la clase media alta, que posee biblioteca sin libros, equipos de sonido sin música, estares sin estar en ellos, comedores para cenas de agasajo y cultura como ‘divertimento’”.

En cuanto a su fortuna crítica no deja de ser interesante constatar cómo es la casa Lucca-Dragone (y no la Abadía Benedictina, por ejemplo) una de las piezas seleccionadas por Christian Fernández Cox y Antonio Toca Fernández (junto al Edificio de la Fosforera Nacional -Helene de Garay, 1990-; el edificio Atrium -Díquez, González y Rivas, 1989-; la Escuela de Ingeniería Metalúrgica -Gorka Dorronsoro, 1988-; y el Centro Deportivo Los Naranjos -José Luis Sánchez y Ana María Marín, 1993), a la hora de representar a Venezuela en el libro Nueva arquitectura en América Latina: Presente y futuro (Gustavo Gili, 1998). Todas ellas formarían parte de un “posracionalismo” que, alejándose ligeramente de las nociones de “otredad” o de “modernidad otra, divergente, apropiada o diversa”, acuñadas desde los Seminarios de Arquitectura Latinoamericana (SAL), “supera la razón al hurgar en mecanismos poéticos en el espacio y la geografía. Ya no se trata de nacionalismos, ya no se habla de equilibrios con la historia o la tradición, en la década de los noventa la arquitectura latinoamericana comienza a aportar originalidades a la arquitectura internacional y comienza a ser parte de una arquitectura global y local a la vez, a inscribirse entre lo mejor de la arquitectura contemporánea, en paralelo -ya no en rezago- con las aportaciones de otras regiones del planeta”, según ha publicado Humberto A. Viccina en http://vanguardiasarquitectura.blogspot.com/.

Si bien la Lucca-Dragone no está signada por la carga afectiva que impregnó el diseño de las casas proyectadas para su hermana Carlota (la Wanadi o Uanadi) o para la familia Díaz-Portocarrero, quizás la presencia entre los colaboradores del proyecto de Lola Dragone de Lucca y Michele Lucca junto a su esposa Ana y su hija Valeria, corroboran lo que ha expresado Luis Polito (acompañante en sus últimas incursiones didácticas dentro de la Escuela de Arquitectura de la UCV) en “Recordando a Jesús Tenreiro” (http://luispolitoarquitecto.blogspot.com/2017/04/recordando-jesus-tenreiro.html): “Para JT, el arquitecto se mide y confronta no sólo con el acto inmediato del diseño, sino también con el destino, con la historia particular de cada obra; verificando y analizando como las propuestas formales ideales se traducen en el tiempo en situaciones vivenciales, humanas”. Sobre el amor y pasión que profesaba hacia la arquitectura y los valores que en su caso le dan sustento, dan fe las palabras de Tenreiro aparecidas en el párrafo final de la entrevista fechada en 2001 tomada del grupo de facebook Homenaje a Jesús Tenreiro D. (administrado por Antonio Ochoa, otro de sus discípulos), cuando al referirse a la Lucca-Dragone manifiesta: “… la casa debía ser una afirmación de valores como la sencillez, la rudeza, lo estoico y el valor supremo en arquitectura: el lujo del espacio en contraste con el lujo aparencial de los materiales y del impacto del efecto. Todo un programa de la arquitectura moderna en sus mejores momentos alejado de lo esperpéntico, banal y trivializado de la arquitectura de las últimas décadas.
Que ¿por qué hice la casa?, por amor y no por dinero, ya que mi participación fue gratuita, y sólo expresaba mi deseo de mostrar un testimonio construido de mi trabajo”.

ACA

Procedencia de las imágenes

  1. Arquitectura HOY, nº 117, sábado 29 de julio de 1995

2. González Viso I.; Peña M.I.; Vegas F. Caracas del Valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje, 2015

NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Jørn Utzon 1918-2008

AV Monografías 205

por Fernanda Amaro

Tomado de Plataforma arquitectura

2 de Julio, 2018

Han pasado cien años desde el nacimiento de Jørn Utzon (1918-2008), el visionario danés que sólo tenía 38 años cuando ganó el concurso para construir la Ópera de Sydney. AV/Arquitectura Viva marca la ocasión que cubre su legado en una monografía que presenta seis obras canónicas, ilustradas con fotografías y planos originales, junto con seis artículos de destacados críticos internacionales.

Para empezar, Richard Weston, autor del libro más completo sobre la obra de Utzon, reflexiona sobre las fuentes de inspiración de su proceso creativo. Marja-Riitta Norri, directora del Museo de Arquitectura Finlandesa de 1988 a 2002, aporta un enfoque nórdico a las casas del patio. En formato de carta, Françoise Fromonot recuerda las investigaciones realizadas para escribir su monografía sobre la Ópera de Sydney, publicada en 1998. Los proyectos sin construir están cubiertos por un ensayo de Enrique Sobejano, experto en la obra del arquitecto danés. Kenneth Frampton -autor del ensayo que acompañó el anuncio del Premio Pritzker de Utzon en 2003- se centra en la Iglesia Bagsværd, subrayando su carácter tectónico. Y finalmente Rafael Moneo, que trabajó con Utzon en 1961, escribe sobre las dos casas mallorquinas.

Editorial de la revista

Gran danés centenario

por Luis Fernández Galiano

Para celebrar su veinticinco aniversario, el premio Pritzker se otorgó en 2003 a un gran danés que un cuarto de siglo antes era ya historia. En 1978 Jørn Utzon recibió la medalla de oro del Royal Institute of British Architects, y por entonces su vida creativa estaba sustancialmente completa. Cinco años antes, las cáscaras crustáceas hinchadas por el viento de la Ópera de Sídney se habían abierto a una navegación agridulce, tras un largo proceso de desencuentros que en 1966 habían alejado finalmente al arquitecto de la obra y del país; y mientras el que ya era símbolo de Australia se inauguraba en ausencia de su autor, Utzon proyectaba el que sería su último capolavoro, la iglesia de Bagsværd, un exquisito cobertizo claustral de cubiertas de chapa y techos ondulantes de hormigón en las afueras de su Copenhague natal, que al terminarse en 1976 cerró un itinerario de fascinante inventiva formal.

Atrás quedaba la topografía vernácula de las casas Kingo, con el talento paisajístico de sus patios en secuencia y la sensibilidad táctil de sus fábricas de ladrillo, diseñadas poco antes del concurso de la Ópera que en 1957 había otorgado a Utzon el premio equívoco de la fama, y extendidas poco después con otra modélica realización residencial, el conjunto de Fredensborg; atrás también el insólito proyecto de museo para el artista Asger Jorn, un racimo de tinajas o cocos enterrados y enredados de rampas que reúnen la Einsteinturm y el Guggenheim neoyorquino con Kiesler y Ronchamp; atrás su primera casa en Mallorca, un recinto grave y arcaico construido con piedra, geometría y luz, en el que se recluiría a partir de 1973; y atrás el proyecto definitivo de la Asamblea Nacional de Kuwait, un bazar laberíntico en penumbra y unos pórticos solemnes de toldos de hormigón con ecos de Chandigarh.

Cuando Utzon se convierte en mallorquín honorario y secreto, el arquitecto escandinavo es ya reconocido como uno de los grandes maestros de la segunda mitad del siglo: un discípulo del Aalto cuyas huellas se hallan por doquier, desde los abanicos de las casas Birkehøj a las olas de Bagsværd, pero también un creador independiente que dialoga en igualdad con la obra tardía de Wright y Le Corbusier, y con los proyectos contemporáneos de Tange, Niemeyer o Kahn; un humanista lacónico que reconcilia la industrialización tectónica con los arquetipos preindustriales, y la construcción por elementos de la modernidad con la elocuencia intemporal de las arquitecturas anónimas o históricas recorridas en sus viajes testarudos; y un innovador formal que cristaliza en hallazgos como la plataforma coronada por un dosel de cubiertas ingrávidas la esencia lírica de su exploración arquitectónica. Hasta su muerte en 2008, el héroe extraviado en su refugio insular fue objeto de numerosas recuperaciones críticas: algunos lo destacaron como el visionario expresionista y ecléctico que en Sídney alumbró las construcciones mediáticas de la sociedad del espectáculo; otros eligieron la sabiduría orgánica de sus obras residenciales, subrayando la elegancia en sordina de los conjuntos daneses o las casas mallorquinas; y no faltaron los que reconstruyeron su trayectoria desde las estéticas situacionistas de lo informe, emplazando el proyecto para Jorn y la conexión CoBrA en el núcleo cordial de su experiencia artística. En esta coyuntura centenaria me atrevo a poner el foco sobre la Asamblea de Kuwait, que sólo pude visitar tras haber sido dañada en la Guerra del Golfo, pero cuya monumental prefabricación arquitrabada sigue siendo una fuente caudalosa de inteligencia geométrica y emoción poética.

ACA

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 123

El Centro Petrolero de Caracas, del cual presentamos un corte-fachada como ilustración de nuestra postal del día de hoy, fue proyectado en 1957 por el arquitecto de origen italiano Angelo Di Sapio en terrenos de la Urb. Los Palos Grandes al este de la ciudad de Caracas.

1. Centro Petrolero de Caracas, Angelo Di Sapio, 1957. Fotomontaje de la maqueta.

Se trataba de un complejo de cinco edificios y una torre de oficinas que concentraría las sedes de las empresas petroleras Venezuelan Atlantic Refining Company (VARCO), Mene Grande Oil Company y Texas Petroleum Company. De acuerdo a lo señalado por Henry Vicente en “Distritos Petroleros en CCS” (http://historico.prodavinci.com/blogs/distritos-petroleros-en-ccs-por-henry-vicente-garrido/), este conjunto correspondería a lo que él ha denominado como el tercer Distrito Petrolero de Caracas, concepto que “permite visualizar las diversas zonas de la ciudad en las que se fueron desenvolviendo los intereses y las dinámicas asociados a las petroleras, fundamentados sobre una matriz física e ideacional común y un ‘estilo de vida’ nuevo, cuyo correlato fue la irrupción de procesos de segregación espacial y urbana, identificables con la noción de ‘campamento’ y de suburbio, y con criterios de representación opuestos a una ‘otredad’, anacrónica, que no conjugaba con el afán ‘modernizador’ de dichos Distritos. (…) Se caracterizaron también por una forma de ocupación que planteaba la reunión del trabajo y la residencia en un mismo territorio, ‘replicando’ en este sentido la experiencia de los campamentos petroleros».
En el caso del Centro Petrolero de Caracas “la propuesta cumplía con axiomas fundamentales del programa moderno. Constaba de una presencia alterna de torres y de edificios horizontales, así como de paseos y fuentes, y tenía disponibilidad en cuanto a estacionamientos. El lugar escogido fue un terreno perteneciente a la antigua Estancia Tamanaco, en el sitio en el que hoy en día se encuentra el Centro Plaza, en el sector La Floresta-Los Palos Grandes”.

2. Distrito Petrolero La Floresta-Los Palos Grandes, en primer plano antiguo Edificio Socony-Mobil, actual Colegio Universitario de Caracas, y antigua Embajada Estados Unidos, actual Ministerio de Turismo, Caracas, ambos de 1959 y de Donald E. Hatch

Por razones económicas este Centro nunca llegó a materializarse como tal. Sin embargo, el arquitecto Di Sapio diseñó y construyó el edificio para la Atlantic en un lote que formaba parte del terreno original. Valga recordar que la Venezuelan Atlantic Refining Company (VARCO), operó en nuestro país entre los años 1925 y 1975.
En consonancia con la noción de Distrito Petrolero asomada por Vicente debemos añadir que no por casualidad en la zona fueron construidos los edificios de la Socony-Mobil Oil Company (1959) en un terreno al sur de la Av. Francisco de Miranda y la Embajada de los EEUU en Venezuela (1959) proyectados ambos por Don Hatch, hoy en día ocupados el uno por el Colegio Universitario de Caracas y el otro por el Ministerio de Turismo. De la misma manera la Mene Grande Oil Company construyó su nueva sede allí (1966) y la Texas Petroleum Company repartió sus oficinas en varios edificios del sector. “Y, para ser consecuente con los otros distritos petroleros, a comienzos de los 70 se inauguró en la zona un equipamiento asistencial privado como la Clínica La Floresta”, concluirá Henry Vicente.

3. Arriba a la izquierda: Centro Petrolero de Caracas, Angelo Di Sapio, 1957, perspectiva aérea. Abajo a la izquierda y derecha: Vistas exteriores del edificio Atlantic.

En cuanto al Atlantic, clara muestra de la novedad y audacia que derrochó la arquitectura realizada en Caracas a lo largo de los años 50 del siglo XX, se podría decir que asume un planteamiento estructural claramente influenciado por las Unites lecorbusianas, aplicado en este caso a un edificio corporativo cerrado con vidrio (fachadas este y oeste) y antepechos y paredes recubiertos de murales (fachadas norte y sur), que le imprime, gracias a la utilización de una serie de grandes apoyos centrales y a la disminución de la sección de las losas curvadas que vuelan hacia el perímetro, una levedad que contrasta con la solidez de la masa suspendida trayendo inevitablemente a la mente la imagen de un elegante y bien proporcionado árbol.

De los comentarios aparecidos en la página http://caracasmoderna.blogspot.com/2009/08/edificio-atlantic.html hemos podido conocer que técnicamente se trata del “desarrollo arquitectónico de bóvedas abiertas y columnas centradas. Único edificio conocido en Caracas que presentando columnas centrales éstas se anclan en bases de zapata de hormigón altamente aceradas en sus sótanos ancladas a su vez en una gigantesca caja de hormigón que cubre los tres sótanos. Esta arquitectura la hizo resistente a varios movimientos sísmicos de riesgo por ser su ubicación de crítica licuefacción”. También se añade allí: “El edificio sufrió serios deterioros por una salida de aguas negras clandestinas del Centro Plaza que existió desde hace más de 30 años. Esta toma clandestina fue detectada por el Ingeniero Iker Acedo Galea, quien la recanalizó, y restauró todo el edificio frenando su proceso de flexo-torsión y eliminando la erosión causada en sus bases, zapatas y paredes de hormigón en los sótanos toda vez que reforzó el acero a través de túneles cavados por su equipo de albañiles. (…) El ingeniero Acedo no solo detuvo el proceso de flexo-torsión pronunciada que tenía el edificio, sino que también salvó al edificio contiguo de daños mayores al recanalizar la tubería clandestina hacia la alcantarilla de la avenida Andrés Bello”.

4. Intervención reciente en el techo del edificio Atlantic

El edificio Atlantic, declarado bien patrimonial, ha cambiado de dueño y los vecinos de la zona han detectado la realización de obras en su azotea que modifican su silueta y ponen en peligro su estabilidad estructural, sin que el proyecto aparentemente cuente con la debida autorización de los entes municipales responsables.  Como el asunto tomó carácter de noticia a principios del mes de julio, quienes estén interesados en hacerle seguimiento les recomendamos entrar en http://picbear.online/tag/joyadelaarquitecturavenezolana.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal, 1 y 3. Colección Crono Arquitectura Venezuela

2. https://historico.prodavinci.com/blogs/distritos-petroleros-en-ccs-por-henry-vicente-garrido/

4. http://picbear.online/tag/joyadelaarquitecturavenezolana