¿SABÍA USTED…

… que en 1993, hace ya 25 años, durante la gestión de José Antonio Abreu como Presidente del Consejo Nacional de la Cultura (CONAC), se concluye la recuperación y restauración del Teatro El Paraíso?

1. Casa Sindical, Enrique García Maldonado,1954. Vista de la fachada principal de la edificación en fechas cercanas a su terminación

El teatro, ubicado en la avenida Santander de la urbanización El Paraíso, fue diseñado originalmente como auditorio de la Casa Sindical, obra del arquitecto Enrique García Maldonado (1905-1990), edificación terminada de construir en 1954 por el Ministerio de Obras Públicas (realizada a caballo entre las gestiones de Luis Eduardo Chataing y Julio Bacalao Lara al frente del despacho), dentro de la política emprendida por el Ministerio del Trabajo (encabezado por Carlos Tinoco Rodil) de levantar sedes para centralizar las actividades y recreación de la clase trabajadora a lo largo del país, enmarcada a su vez en el Nuevo Ideal Nacional propugnado por el gobierno del general Marcos Pérez Jiménez.

2. “El nuevo Teatro de El Paraíso”, reseña elaborada por Guuillermo Barrios aparecida en el nº 56 de Arquitectura HOY el 16 de abril de 1994

Tal y como señala Guillermo Barrios en “El nuevo Teatro de El Paraíso”, reseña aparecida en Arquitectura HOY el 16 de abril de 1994: “La aparición de la Casa Sindical y de su teatro anexo, erigidos sin mayores alardes arquitectónicos -pero apegados a los criterios de lineareidad y pureza de los dogmas en boga- en terrenos flanqueados por El Paraíso y la avenida San Martín (y unidos funcionalmente al área de influencia de esta última), forma parte de este proceso de cambio crítico que se operaba no sólo en el plano urbano sino en la sociedad venezolana de principios de los 50”.

3. Casa Sindical, Enrique García Maldonado,1954. Dibujo (circa1953)

Por otro lado, en lo referido a su localización, la Memoria y Cuenta del MOP del año 1952 recoge: “La ubicación del edificio es tal que en lo posible queda equidistante de los lugares que habitan las masas obreras y de fácil acceso a todas ellas. Sin embargo, se ha desplazado del centro de la ciudad para evitar posibles perturbaciones en la circulación”. Pero, tal y como se señala en “Enrique García Maldonado: entre el olvido y la persistencia de la modernidad venezolana”, ponencia presentada en la Trienal de Investigación FAU 2011 por Lorenzo González, Orlando Marín y María Moleiro, “la decisión de tal escogencia tuvo, aparte de la disponibilidad de un terreno de suficiente superficie (…), razones de carácter estratégico y también de carácter representativo, que pueden asociarse al proceso de nivelación social que se pretendía para la clase obrera, las cuales recuerdan las empleadas por el mismo Pérez Jiménez en relación con la creación del Círculo Militar, previsto para dotar al estamento militar de instalaciones que superasen a las del Country Club. En este sentido, Vallenilla Lanz dijo escuchar a Pérez Jiménez expresarse de la siguiente manera: En Caracas me he fijado en un terreno vecino al “Club Paraíso”. Llena las condiciones necesarias. Además, tiene un valor simbólico. El local de los asalariados será infinitamente mejor que el de los ricos. El 18 de Octubre de 1945, la multitud saqueó el “Club Paraíso”. La próxima vez serán los miembros de esta asociación quienes cargarán con el mobiliario de la Casa Sindical. (Vallenilla Lanz, Laureano. Escrito de memoria, 1961: p. 196)”.

4. Casa Sindical, Enrique García Maldonado,1954. Arriba izquierda: Implantación. Arriba derecha: Vista del estado reciente. Abajo Vista de la fachada posterior

Así, el conjunto proyectado por García Maldonado (perteneciente a la generación del 28, quien revalida en 1936 su título obtenido en el exilio en la Ecole Spéciale des Travaux Publics de París, uno de los fundadores de la Sociedad Venezolana de Arquitectos en 1945, y otro importante profesional al que se le debe un justo reconocimiento por su obra realizada -que tiene en la ponencia ya citada un importante cimiento-), contempló en sus 6.200 m2 de construcción lo siguiente: el teatro propiamente dicho con un aforo de 728 puestos entre platea y mezzanina, áreas sociales, piscina, restaurante, áreas de usos múltiples, áreas administrativas, zonas verdes, estacionamiento, habitaciones para huéspedes, con sus respectivos servicios, todo lo cual lo convirtió durante muchos años en sitio predilecto de recreación urbana de los trabajadores y de reuniones y asambleas del movimiento obrero.
Como tantos edificios de valor dentro de la ciudad la Casa Sindical a lo largo de casi 40 años cayó paulatinamente en el abandono producto del descuido y falta de mantenimiento. En el intervalo, tal y como señala Barrios, la vida útil de su teatro “que llegó a congregar a la inteligencia de la escena local, dada sus alabadas virtudes técnicas, no se extendió por muchos años. Ya a principios de los 60 se había consagrado a las agotadoras asambleas sindicales y, al igual que en el resto del edificio, el abrumador desgaste de la falta de rumbo de nuestra clase sindical se hizo presente. En la década de los 70 devino en el ‘Cine Impacto’, uniendo su infortunio al resto de las salas de Caracas que no se habían refugiado en los insurgentes shopping centers”.

5. Casa Sindical, Enrique García Maldonado,1954. Izquierda: Hall del teatro luego de la restauración de 1993. Derecha: Cúpula que cubre el hall del teatro luego de la restauración de 1993

La recuperación completa a la que se sometió el teatro en 1992 “en medio del auge de las salas de cine … constituye un hecho singular”. Los trabajos, teniendo como norte la restitución del uso de los espacios originales, apuntaron a la restauración de los acabados y materiales (frisos, pinturas, maderas, luminarias, pasamanos), la sustitución de los elementos de aluminio de las fachadas, de las instalaciones eléctricas y sanitarias, la modernización de la tramoya, así como una fuerte intervención en las áreas exteriores. Su aforo quedó finalmente en 450 puestos a lo que se suman cuatro salones para reuniones: uno para 400 personas, dos para 150 y una para 100.

Al concluirse su restauración y recuperación luego de un año de arduos trabajos, el teatro fue entregado para convertirse en la Sede del Teatro Profesional de Venezuela llegando a ser considerado el segundo más importante de Latinoamérica y el primero del país.

El proyecto integral fue realizado por el arquitecto Pedro Wilmer Guédez Rojo, quien contó con la participación de las empresas constructoras: OMNIUM (ing. Leopoldo Márquez); BEN y SAM Construcciones (ing. José Garcé); PHASEAUDIO (ing. Antonio Violano); y AG7 Arquitectos Constructores (arq. Leonor Montero).

6. Casa Sindical, Enrique García Maldonado,1954. Vistas interiores del teatro

Para el momento el Teatro Profesional de Venezuela estaba presidido por José Ignacio Cabrujas, con Iraida Tapias como Directora General y Moisés Guevara Director de Programación y Producción, lográndose desarrollar durante años importantes programas culturales a nivel metropolitano. Actualmente, la Casa Sindical de El Paraíso es la Sede Central del INCRET (Instituto Nacional de Capacitación y Recreación de los Trabajadores) y tanto ella como su teatro requieren con urgencia que se les vuelva a tomar en cuenta. El deterioro se ha apoderado de nuevo de sus instalaciones.

ACA

Procedencia de las imágenes

  1. Venezuela up-to-date, vol. 7, nº 4, 1956

2. Arquitectura HOY, nº 56, 16 de abril de 1994

3. Memoria y Cuenta del Ministerio de Obras Públicas, 1953

4. Arriba izquierda: Foto tomada de Google Earth. Arriba derecha. https://vigilantessocialistas.blogspot.com/2009/09/si-al-rescate-de-la-casa-sindical.html. Abajo: Venezuela Bajo el Nuevo Ideal Nacional, Imprenta Nacional, 1955

5. https://mariafsigillo.blogspot.com/2012/03/la-casa-sindical-del-paraiso.html

6. https://vigilantessocialistas.blogspot.com/2009/09/si-al-rescate-de-la-casa-sindical.html

VALE LA PENA LEER

¿Por qué la popularidad redescubierta del Posmodernismo se trata de mirar hacia adelante, no hacia atrás?

Debika Ray

Team Disney Building / Arata Isozaki

Traducido por Isadora Stockins

Tomado de Plataforma arquitectura

18 de febrero 2018

La posmodernidad está de vuelta, al parecer, y el mundo arquitectónico tiene sentimientos encontrados al respecto. Este avivamiento se ha estado gestando por un tiempo. En 2014, la revista Metropolis creó una «lista de observación» de los mejores edificios posmodernistas de Nueva York que habían sido pasados por alto por la Comisión de Preservación de Monumentos Históricos de la ciudad, y por lo tanto corrían el riesgo de ser alterados o destruidos. El año pasado, la inclusión de One Poultry de James Stirling en la ciudad de Londres dio inicio a una discusión sobre el valor de los edificios posmodernistas británicos de la década de 1980, cuando alcanzan una edad en la que son elegibles para su inclusión en la lista histórica de Inglaterra. Más recientemente, Sean Griffiths, cofundador de la antigua oficina de arquitectura FAT (Fashion Architecture Taste), advirtió contra un renacimiento posmoderno, argumentando que un estilo que prospera en la ironía podría ser peligroso en la era de Donald Trump, cuando la sátira parece ya no ser una herramienta política efectiva. El debate parece continuar, ya que el próximo año, el museo londinense John Soane está planeando una exposición dedicada al posmodernismo.

Revisiting Postmodernism. Terry Farrell y Adam Nathaniel Furman. RIBA Publishing, 2017

¿Qué significa exactamente un «resurgimiento»? Ciertamente, hay signos de que la estética posmodernista está resurgiendo en popularidad a medida que la gente se cansa de la tranquilidad del modernismo escandinavo y la arquitectura icónica impulsada por la tecnología que había dominado el diseño y la arquitectura en los últimos años. Pero una referencia histórica o un afloramiento del color no es necesariamente un síntoma del retorno del ethos posmoderno así como tampoco una silla Hans Wegner en el lobby de una oficina corporativa es una señal de que estamos adoptando los valores socialdemócratas de mediados de siglo en Dinamarca. La pregunta más interesante es si estamos, o si deberíamos estar, viendo un retorno a la filosofía de la cual surgió el movimiento posmoderno. Y, si es así, ¿qué es exactamente esta filosofía?

Piazza D’Italia / Charles Moore

Estas son las preguntas que son abordadas en el nuevo libro Revisiting Postmodernism realizado en co-autoría por Terry Farrell y Adam Nathaniel Furman. Visualmente tan rico como su tema, es un libro en dos partes: una galería de imágenes arquitectónicas de 47 páginas separada  a su vez en dos secciones. En la primera, Farrell ofrece sus recuerdos personales del auge y la caída de la posmodernidad, basándose en sus experiencias mientras crecía («horrorizado por la introducción de viviendas de gran altura en masa en Newcastle»), el eclecticismo que llegó a apreciar como estudiante y a través de su amistad con los pioneros posmodernistas Robert Venturi y Denise Scott Brown, y su carrera como el arquitecto de estructuras posmodernistas notables como el edificio MI6 en Londres. En la segunda mitad del libro, el diseñador y arquitecto Furman mira la era postmodernista como un estudioso y entusiasta del estilo, pero demasiado joven para haberlo vivido.

708 House / Eric Owen Moss

Ellos enmarcan el posmodernismo no simplemente como un estilo arquitectónico, ni siquiera como un movimiento claramente definido que ocurrió en la década de 1980, sino como una tendencia que ha surgido en el trabajo de arquitectos de todo tipo y en varios momentos de la historia. Hacen referencia a ejemplos bien conocidos de construcciones y practicantes posmodernistas, así como aquellos que se ajustan menos obviamente al paradigma, incluido el posterior abrazo de Le Corbusier de una estética artesanal «terrenal» en edificios como su capilla en Ronchamp, influencia vernácula diseñadores modernistas escandinavos como Alvar Aalto y el expresivo modernismo de Eero Saarinen. Furman señala teóricos como Jane Jacobs, quien abogó por la diversidad y la preservación de las comunidades en el urbanismo, y la exploración de Bernard Rudofsky de la arquitectura vernácula como ejemplos del ethos posmoderno.

Chung Tai Chan Monastary / C Y Lee

El argumento presentado por ambos escritores es que el posmodernismo es una especie de anti-estilo. No está definido por reglas específicas o estéticas, colores brillantes, referencias históricas y colores decorativos, sino por su eclecticismo, inclusividad y contextualidad. Como tal, el espíritu posmoderno se puede ver en la materialidad del brutalismo, la exploración crítica de Superstudio de la grilla como principio organizador y la integración de Charles Correa del simbolismo hindú en sus diseños, así como en los edificios que comúnmente podríamos considerar como posmodernos.

The Factory / Ricardo Bofill

El movimiento, explican, fue una respuesta a lo que muchos vieron como las ortodoxias de la arquitectura modernista, que priorizaban la racionalidad, el progreso y la ciencia, sobre la intuición y la emoción. Mientras que los modernistas buscaban respuestas universales a los problemas locales, los posmodernos intentaron restablecer las lecciones del pasado y la importancia del contexto en la arquitectura y la planificación urbana. Con el tiempo, la posmodernidad se asoció con una estética particular y, al menos en el Reino Unido, con las políticas neoliberales de la era Thatcher, cuando las instituciones financieras de la ciudad de Londres adoptaron su lenguaje visual. Pero, como señalan los autores, no hay nada intrínsecamente corporativo en el posmodernismo: arquitectos como Ricardo Bofill lo han utilizado para construir viviendas sociales en París, así como el modernismo se ha empleado para construir bancos.

Les Espaces d’Abraxas / Ricardo Bofill

En última instancia, Furman y Farrell están tratando de defender la sensibilidad pluralista, contextual e histórica que sustentó el movimiento posmoderno. Farrell enfatiza el reconocimiento del movimiento de la comunidad y la localidad, y su desafío inherente a las estructuras sociales establecidas. Furman señala su potencial emancipador, estableciendo vínculos entre la diversidad y la falta de conformidad que fomenta nuestra condición social contemporánea tanto donde Internet y las redes sociales nos ofrecen referencias culturales de todas las épocas y lugares y donde hay una creciente aceptación de minorías sexuales y diferentes elecciones personales, como cuando la historia se colapsa sobre sí misma y las certezas del pasado se disuelven.

Markthal / MVRDV

No es difícil ver por qué estas ideas están resonando hoy en día, en un momento en que hay una reacción contra el efecto homogeneizador de la globalización y una creciente aceptación de la diversidad. No hay ninguna razón para que estas dos tendencias estén en conflicto, pero en realidad ha surgido tensión entre las dos, cuando en muchos países se ha creado una división teórica entre «ciudadanos de todas partes» y «ciudadanos de algún lugar». Como dice Farrell, en el Reino Unido «la batalla interna del gusto y la cultura en esta isla siempre es una lucha entre lo que es global y lo que es especial para nosotros». En ese sentido, el proyecto posmoderno parece ser vulnerable a la acusación de que es demasiado amplio y demasiado resbaladizo para definir, que está tratando de ser todo para todas las personas. Pero así como no proporciona verdades universales, tampoco pretende proporcionar respuestas o soluciones fáciles. En esta amplitud y apertura yace lo que ha permitido que sus ideas prosperen y quizás continúen haciéndolo.

State of Illinois Center / Helmut Jahn

Debika Ray es una periodista, escritora y editora independiente residente en Londres con más de 12 años de experiencia en una variedad de publicaciones diarias, semanales y mensuales. Hasta octubre de 2017, fue editora sénior en la revista de diseño y arquitectura Icon. También es la fundadora y editora de Clove, una revista sobre la cultura del sur de Asia que se lanzó en 2017.

ACA

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 109

Cuando el año 1939 el Colegio de Ingenieros de Venezuela (CIV) organiza un concurso para seleccionar el anteproyecto que permitiría la construcción de su sede en Los Caobos, habían transcurrido 78 años de su fundación, datada el 28 de octubre 1861 en medio de la Guerra Federal, adscrito inicialmente al Ministerio de Guerra y Marina. Durante ese lapso, en el que logra reforzar su talante de asociación cívica de apoyo al Estado y la Nación (potenciada desde su cambio de adscripción en 1881 al Ministerio de Educación), pasó de ocupar el Colegio de Santa María, situado entre la esquinas de Veroes y Jesuitas, a luego hacer lo propio en los salones de la Cámara de Comercio donde se reinstaló en 1922, para ubicarse finalmente en la vieja casa de la Universidad Central de Venezuela.

Siendo quizás la institución gremial más poderosa del país, el llamado que hace el Ministerio de Obras Públicas (MOP) y en particular el ministro Enrique Jorge Aguerrevere (descendiente del primer director del CIV, el Comandante de Ingenieros Juan José Aguerrevere, discípulo de Juan Manuel Cajigal), principal promotor del certamen, obligaba a dar un efecto de demostración que se tradujese en claridad organizativa, cumplimiento de los lapsos establecidos, pulcritud en la selección y garantías para que el desenlace desembocara en la efectiva construcción del edificio galardonado. En tal sentido, no sería exagerado decir que este concurso, en virtud de las entidades que involucró, es el primero que se organiza en el país siguiendo todos los parámetros que citas de este tipo imponen: desde la elaboración de las bases, el llamado abierto y la selección del jurado hasta la posibilidad de que la opinión pública conociese los resultados gracias a la importante difusión que se le dio.

Sin duda, el documento que mejor permite apreciar la envergadura y alcance de la contienda es el número que la Revista del Colegio de Ingenieros de Venezuela le dedicó casi en exclusiva: el 135, año XVIII, Caracas, abril-mayo-junio 1940. Allí nos encontramos desplegada una valiosa información que facilita hacerse una cabal idea de las expectativas generadas desde la convocatoria hasta su desenlace final, que tuvo en Luis Eduardo Chataing (1906-1971) a su ganador.

Así, de las bases del concurso elaboradas con suma sencillez y claridad, se desprende la intención de contar con un edificio austero, de medianas proporciones, con base en un programa de áreas que, a modo de referencia, establecía las dimensiones de sus espacios totalizando todos ellos 570 m2 de donde destacan la sala de sesiones para 120 personas y una biblioteca para 6.000 volúmenes como los más relevantes, acompañados por las áreas administrativas y los servicios de apoyo. Como datos no menores se indican: “El volumen del edificio no debe pasar de 2.500 m2 y el costo de la construcción se estima en 50 Bs/m2”. Y también: “la topografía del terreno y la vista sobre el Parque Los Caobos son factores que deberán tenerse en cuenta en la composición arquitectónica del edificio”.

En las bases se establecen los requisitos de entrega, la fecha tope en que serán recibidos los proyectos (31 de marzo de 1940), el premio (que ascendía a la suma de un mil bolívares -Bs. 1.000-), y el hecho de que “el proyecto premiado servirá de base para la elaboración de los planos de construcción, de acuerdo con el autor, quien además, si lo desea, ejercerá ad honorem la supervisión de las obras durante la construcción”. El jurado, estuvo integrado “por los doctores Oscar Augusto Machado, Gustavo Wallis y arquitecto Alfredo Jahn Jr.”.

1. Sala del Museo de Bellas Artes donde se expusieron las propuestas presentadas a concurso

Cumplidos los lapsos se recibieron un total de 14 propuestas de manos de lo más granado de la arquitectura venezolana del momento, que fueron presentadas el 17 de abril en los espacios del Museo de Bellas Artes, resultando ganadora la acompañada del Lema “Círculo-Triángulo-Cuadrado” del ya mencionado Luis Eduardo Chataing. Así mismo, se otorgaron 5 menciones a: Roberto M. Henríquez (Lema “Tridente”), Carlos A. Guinand (Lema “Colón”), Erasmo Calvani (Lema “Trébol”), Carlos Raúl Villanueva (Lema “S.O.S”) y Rafael Bergamín (Lema “RA”), las cuales pueden ser apreciadas en el número de la Revista del CIV a la que ya hemos hecho mención.

2. Algunas de las propuestas que obtuvieron mención honorífica en el Concurso. Arriba izquierda: Carlos Guinand Sandoz. Arriba derecha: Erasmo Calvani. Abajo izquierda: Roberto Henríquez. Abajo derecha: Rafael Bergamín

Chataing, es bueno apuntarlo, era hijo del más importante arquitecto de comienzos del siglo XX venezolano, Alejandro Chataing, con quien trabajó hasta su muerte en 1928 y de quien recibió la responsabilidad de concluir algunas obras y proyectos ya iniciados por la oficina de su padre para luego pasar a trabajar en el MOP a partir de 1930. Graduado en la UCV como Doctor en Ciencias Físicas y Matemáticas (1928), fue el primer director de la Escuela de Arquitectura de la UCV (1941), Miembro Fundador y Vicepresidente de la Sociedad Venezolana de Arquitectos (1945), uno de los Miembros Fundadores de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV (1953), Primer Vicepresidente del CIV y posteriormente Presidente del mismo, y Ministro de Obras Públicas del régimen de Marcos Pérez Jiménez (1952-1953).

3. Propuesta ganadora del Concurso presentada por Luis Eduardo Chataing

La solución presentada por Chataing al concurso para la sede del CIV (la cual hemos decidido mostrar acompañando la foto de la fachada sur hacia el parque Los Caobos del edificio construido que engalana nuestra postal del día de hoy), según palabras de su autor, siguió “tres normas principales (…) el buen funcionamiento del instituto, los niveles naturales del terreno y su magnífica ubicación. De igual manera hemos atendido en la composición general a las tres principales funciones del Colegio de Ingenieros, a saber: actividades profesionales, científicas y sociales ó de relación entre sus miembros, tratando de agrupar los distintos elementos de tal manera que, manteniendo la necesaria relación entre ellos, permitan el desarrollo de las diferentes actividades anotadas sin que interfieran entre sí”.

4. Planta de la propuesta ganadora del Concurso presentada por Luis Eduardo Chataing

Se trata de un planteamiento claramente conservador, que obedece a la intención de combinar reglas compositivas propias del academicismo con ciertas concesiones a la arquitectura del momento respaldadas por los criterios asumidos tanto en la composición de la planta como de las fachadas en función de su valor representativo. Chataing lo expresará de la siguiente manera: “Los elementos principales, por sus dimensiones y por su carácter o destino, están sobre la fachada que da al parque. Además es ésta, según nuestro criterio, la fachada que dará carácter arquitectónico al edificio y fue por esto y dada la índole del Colegio de Ingenieros, que dicha fachada y los elementos con ella relacionados los hemos tratado en un estilo que hoy quizá podríamos llamar ya neo-clásico, que sin dejar de ser moderno está muy lejos de la arquitectura hoy tan en boga y que por estar en completa evolución consideramos poco conveniente para un edificio que es de esperarse durante mucho tiempo será la sede del instituto”. Luego continúa: “En cambio la fachada Este la hemos proyectado en un estilo francamente moderno pero en correcta ligazón con el resto del edificio, tratando de acusar así la diferencia entre la parte representativa y social y la parte puramente funcional de la construcción”, toda una declaración del enfoque que se creía debía ser utilizado en el diseño de edificios institucionales.

El empeño puesto en que la sede del CIV fuese una realidad concreta de parte de los agremiados se ve reflejado también dentro del nº 135 de la Revista del CIV a través de dos páginas que recogen la “Cuenta de las contribuciones para el edificio del Colegio de Ingenieros de Venezuela cobradas hasta junio de 1940”, la cual totaliza Bs. 24.080 en montos que oscilan entre los 100 y los 1.000 bolívares, aportados por 147 personas (15% de los agremiados para la fecha), constituyendo ello casi la quinta parte del costo estimado de la obra, lo cual no es poca cosa. Semejante esfuerzo, sumado al apoyo del MOP, permitió que el edificio se concluyese e inaugurase en 1941 a poco más de un año de la realización del certamen dando como resultado una obra muy bien ejecutada, a tono con la imagen solemne y a la vez actual que se le buscó imprimir, respaldada por la selección de nobles materiales y cuidados detalles, que tuvo en el aporte artístico brindado por Francisco Narváez un excelente aliado en lo relacionado a realzar los diferentes espacios que la conforman pero muy particularmente el que fuese durante mucho tiempo su acceso principal desde el Parque Los Caobos. Consolidado como sede gremial, centro social, y en sitio donde funcionan 4 Fundaciones con personalidad jurídica propia, conexas a la ingeniería o a la salvaguarda de los intereses del gremio, y 5 asociaciones gremiales ingenieriles especializadas, el edificio con el tiempo se hizo insuficiente y tuvo que ser ampliado para lo cual se recurrió, de nuevo, a convocar un Concurso Nacional en 1964 ganado por los arquitectos Jimmy Alcock y Carlos Gómez de Llarena, que bien podría ser en otro momento objeto de nuestra atención.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal. Colección Crono Arquitectura venezuela

1, 2, 3 y 4: Revista del Colegio de Ingenieros de Venezuela, nº 135, 1940

2003• Concurso de Ideas para el Plan Maestro del Caracas Theater Club

Concurso Plan Maestro Caracas Theater Club .jpg

2003•  El Caracas Theater Club organiza un Concurso Privado de Ideas para el Plan Maestro de desarrollo de las instalaciones del Club ubicado en la urbanización San Román, Baruta, Caracas, el cual es ganado por el arquitecto Alessandro Famiglietti Siu (FAU UCV, promoción 40-B/1992).
El Caracas Theater Club fue creado en el año 1950 por un grupo de aficionados al teatro, mayoritariamente norteamericanos, canadienses, ingleses y holandeses. Adquirieron el extenso terreno que hoy ocupa el club, desarrollando en él una serie de instalaciones para favorecer a sus miembros. La sala teatral por ellos creada, que lleva por nombre «Lisela Díaz», que actualmente tiene un aforo de 420 asientos, es reconocido por su calidad.

HVH

Concurso Plan Maestro Caracas Theater Club  2.jpgPlanta de Conjunto