Archivos diarios: 28 de mayo, 2017
NotiFAC (Contacto nº 29)

La Fundación Arquitectura y Ciudad (FAC) y Ediciones Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela (Ediciones FAU UCV) llaman a participar a autores de cualquier parte del mundo en el
CONCURSO DE ENSAYOS
CARACAS
1567-2017
Caracas al llegar a su 450 aniversario luce agotada, descuidada, olvidada, deteriorada, desarticulada y agredida, y a la vez preservada por su inmejorable clima, su inigualable paisaje y el calor de su gente. Por ende, ofrece la oportunidad única de mirarla sin dejar de pensarla, sentirla, mimarla, reivindicarla, desearla, soñarla, recordarla, imaginarla, proyectarla…
El concurso de ensayos Caracas 1567-2017 se convoca con la intención de dejar plasmadas las múltiples lecturas de que puede ser objeto esta ciudad que es eje de nuestros pensamientos, motivo de nuestras angustias y territorio de nuestros pesares, objeto de amor y de odio, siempre verde como la esperanza.
La convocatoria estará vigente desde el viernes 17 de febrero de 2017 hasta el viernes 30 de junio de 2017.
Se otorgarán 2 premios en efectivo y tantas menciones como el jurado considere pertinentes. Para conocer las bases completas ir a www.edicionesfau.com
Contacto FAC 29
LA NOTICIA DE LA SEMANA
El BOLETÍN del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas (CIHE) de la FAU UCV ¡Ha sido digitalizado!

La que por años fue considerada la revista académica de arquitectura hecha en Venezuela de mayor proyección internacional, el BOLETÍN del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas (CIHE) de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, ha sido objeto de un minucioso trabajo de digitalización y sus 31 números (1964-1997) ya se encuentran a la disposición de los interesados, con descarga libre, en el portal de Ediciones FAU UCV (www.edicionesfau.com).
El trabajo implicó el escaneo de 4852 páginas de un valioso material que permitirá visitar más de 30 años llenos de una copiosa documentación que acompaña a una importante labor investigativa centrada en temas relacionados principalmente con la conservación y restauración de monumentos y sitios históricos en América Latina, patrimonio edificado y análisis histórico-crítico, aparecidos bajo la firma de conocidos autores entre los cuales encontramos a: Sibyl Moholy-Nagy, George Kubler, Graziano Gasparini, Carlos Raúl Villanueva, Santiago Sebastián, Fernando Chueca Goitia, Paolo Portoghesi, Leonardo Benevolo, Roberto Pane, Juan Pedro Posani, Erwin W. Palm, Germán Téllez, Damian Bayón, José Mesa, Teresa Gisbert, Leszek Zawisza, Antonio Bonet Correa , Silvia Hernández de Lasala, Ciro Caraballo, Beatriz Meza S., Manuel López, Jorge E. Hardoy y Luise Margolies.
El Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas (CIHE) fue dirigido desde su fundación en enero de 1963 hasta julio de 1979 por su fundador Graziano Gasparini, quien a su vez estuvo a la cabeza del BOLETÍN desde el nº 1 (enero 1964) hasta el nº 25 (noviembre 1983). A partir de ese momento pasa a dirigir el CIHE Leszek Zawisza y a redactar el BOLETÍN Ilmar Lucks hasta que en diciembre de 1986 se registra en el nº 27 a Ilmar Lucks como Director tanto del Centro como del BOLETÍN. Tras un vacío de 7 años, en julio de 1994, reaparece la revista (nº 28) bajo la dirección de Alberto Sato quien logra publicar 4 números hasta octubre de 1997 (nº 31) cuando deja de circular.
La noticia que compartimos refleja otro esfuerzo, silente pero constante, inscrito dentro del programa de divulgación de la hemerografía nacional que lleva adelante la Fundación Arquitectura y Ciudad conjuntamente con Ediciones FAU UCV en pro de preservar y difundir la memoria atesorada en nuestras publicaciones periódicas.
Disfrutemos de este pequeño bálsamo que aparece en medio de la agitación y la crisis que conmueven al país en general y afectan a nuestra universidad en particular.
ACA
ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 64

Desde que por iniciativa del empresario local Luis Rodríguez Caso se empieza a gestar la idea de organizar una “Exposición Hispano-Ultramarina”, “Exposición Internacional España en Sevilla” o “Exposición Internacional Hispano-Americana” (1909), hasta su apertura con el rótulo definitivo de “Exposición Iberoamericana” el 9 de mayo de 1929 en el Parque María Luisa de la capital andaluza, siguiendo el plan general del arquitecto Aníbal González, transcurren 20 años salpicados de numerosas vicisitudes que permiten contextualizar en cierta medida la presencia venezolana en este evento.
Ideada en un comienzo para promocionar a Sevilla como destino de invierno para una clase social alta centrando su actividad más en la historia, el arte, las fiestas y el folclore que en exponer logros técnicos o industriales (objetivo que sí constituyó el tema central de la Exposición Internacional de Barcelona organizada en las mismas fechas), para resolver los acuciantes problemas de la ciudad y modernizar las infraestructuras urbanas, es, sin embargo, el componente ideológico oculto tras el debate sobre la relación histórica entre España y la América Hispana lo que se fue poco a poco posicionando como eje central de un debate que salpicó la actitud de buena parte de los países participantes en la Exposición con respecto al papel del anfitrión, personificado desde 1923 por la dictadura de Primo de Rivera cuyo régimen aprovecha para convertirla en logro al otorgarle el apoyo definitivo que, traducido en intervención del ente organizador, terminará permitiendo su realización.
Amparo Graciani García en “Presencia, valores, visiones y representaciones del hispanismo latinoamericano en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929” (2013) señala al respecto: “La aceleración definitiva se produjo tras la inclusión de la Exposición Iberoamericana como elemento del programa político de la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930), quien en su ideario político -basado en el Hispanoamericanismo y la Hispanidad– diseñó un nuevo imaginario españolista en torno a la raza (hispana) como principal elemento identitario del espíritu nacional. Mientras abogó por la hegemonía de la raza hispana, sus declaraciones acerca de las culturas y etnias regionales eran cada vez más restrictivas. Así pues, la raza pasó a ser el eje principal del discurso ideológico de la Exposición”. Recordemos como condimento adicional que la denominación “Día de la raza” pensada como celebración que “uniese” a España e Iberoamérica se gesta en 1913 y la oficializa el gobierno peninsular el año 1918 eligiéndose para ello el 12 de octubre. De esta manera el objetivo inicial de “promover los valores hispanoamericanos, potenciar un armónico fraternalismo entre las repúblicas americanas y la metrópoli, y recuperar el prestigio español -perdido tras la Paz de París-”, trocó en un tenso clima que permitió a políticos, arquitectos y artistas exhibir, además de sus tradicionales productos, “su particular visión y misión de la raza, su raza nacional, a través de los pabellones representativos”, asuntos en su mayoría ajenos al desprevenido visitante del evento.

Así, la participación de los diferentes países latinoamericanos en la Exposición Iberoamericana podría clasificarse entre aquellos que asumieron el predominio de la raza hispana (en sintonía con los lineamientos oficiales del régimen de Primo de Rivera), como es el caso de Argentina, y aquellos que reaccionaron a tal premisa siguiendo la ruta de la exacerbación de los valores de sus particulares nacionalidades oscilando “entre el indigenismo y la exaltación del mestizaje” como son los casos de México, Bolivia, Colombia, Perú y Chile. También, bajo este patrón se puede desentrañar el compromiso adquirido por unos países u otros en cuanto al control del diseño de sus respectivos pabellones, pudiéndose hablar en definitiva de “pabellones nacionales” versus “pabellones nacionalistas” proyectados o bien por arquitectos nativos de los países representados o bien asumidos por el Comité Organizador asignando el encargo a arquitectos españoles. Acudieron al certamen un total de dieciocho estados americanos, además de Portugal, Marruecos, Guinea y las diferentes regiones españolas y provincias andaluzas.
La actitud asumida por Venezuela a la hora de determinar la manera como debía hacer su aparición en la Exposición Iberoamericana de Sevilla con un edificio propio, si bien pareciera revelar la presencia de un “pabellón nacional”, luce alejada al debate de fondo que hemos intentado ilustrar. El haber finalmente encargado el diseño al arquitecto gaditano Germán de Falla y Matéu (1889-1959), sumado a su provisionalidad derivada del hecho de haber sido uno de los pocos demolidos al no ser firmado un contrato de cesión con el ayuntamiento sevillano, nos dejan de nuevo una desazón que luce difícil de explicar, a sabiendas, gracias a la investigación hecha por Orlando Marín -recogida en La nación representada: La arquitectura de los pabellones de Venezuela en las exposiciones internacionales durante el siglo XIX (2006)-, de que fueron evaluadas “tres propuestas recogidas por la Comisión designada por el gobierno de Juan Vicente Gómez en Sevilla para contratar el proyecto del pabellón venezolano”, una de ellas elaborada en Venezuela.
En todo caso, la que en definitiva resultó ser nuestra representación nacional en Sevilla “cuyo costo ascendió a Bs. 179.303,38, constaba de tres salas de exposición organizadas simétricamente alrededor de un patio central rodeado de corredores. La fachada principal, más bien austera y de líneas simplificadas, muestra en el volumen de acceso el empaque de un arco del triunfo apenas intervenido por cornisas molduradas y listones pintados. La puerta de entrada está flanqueada por dos grandes lámparas de pared y la remata una inscripción con el nombre del país. Un poco más al fondo, sobre la puerta de entrada, también se ha pintado el escudo nacional”, tal y como señala el documentado estudio de Marín.
El haber seleccionado Germán de Falla un austero neocolonial como estilo que debía representarnos en Sevilla permite detectar no sólo la manera como un arquitecto europeo interpretaba nuestro pasado, sino también recordar que ya para la época los rasgos propios de dicha manera ecléctica de rescatar nuestros ancestros hispanos de la “leyenda negra” que los arropó luego de la gesta independentista, se empezaban a imponer en buena parte de la arquitectura residencial caraqueña, donde la impronta de rasgos modernistas aún no se reconocía con claridad. El tránsito entre un país predominantemente rural y otro de carácter más urbano o de una economía agraria a la petrolera ya se encontraba plenamente encaminado signado por una bonanza que contrastaba con el crac que en octubre de ese mismo año de 1929 sufría la bolsa de Nueva York dando inicio a la «gran depresión».
ACA
Procedencia de las imágenes
1. https://es.wikipedia.org/wiki/Exposici%C3%B3n_Iberoamericana#cite_note-iberoamericana-91
Textos fundamentales

Carlos Raúl Villanueva y la arquitectura de Venezuela
Sibyl Moholy-Nagy
Editorial Lectura
1964
Después de Caracas a través de su arquitectura y de Venezuela y el problema de su identidad arquitectónica, Carlos Raúl Villanueva y la arquitectura de Venezuela de Sibyl Moholy-Nagy (Dresden,1903-Nueva York,1971), resultó ser el tercer libro más citado entre quienes respondieron la consulta realizada el pasado año por la Fundación Arquitectura y Ciudad a académicos y profesionales, con miras a llevar a cabo una antología de textos imprescindible sobre nuestra disciplina.
Publicado en su primera versión bilingüe por Editorial Lectura en 1964, reeditado en 1999 por el Instituto de Patrimonio Cultural (en el marco de las celebraciones asociadas al centenario del nacimiento de Villanueva el año 2000), el trabajo de Sibylle Pietzsch (nombre de pila de la autora), profesora de Historia de la Arquitectura del Pratt Institute de New York, prestigiosa crítico de arte y viuda del pintor húngaro Lazlo Moholy-Nagy (miembro del cuerpo docente de la Bauhaus), se constituye en el primer texto dedicado de lleno a recopilar, contextualizar y mostrar en toda su magnitud la obra del más importante arquitecto venezolano del siglo XX, lo cual lo convierte en referencia ineludible a la hora de marcar un antes y un después para los estudiosos en la materia.
Previo a la aparición del libro de Moholy-Nagy, la obra de Villanueva había empezado a reseñarse en diversas publicaciones periódicas a nivel internacional y sido objeto de atención de parte de aquellos historiadores y críticos que se interesaban (siempre desde fuera) por analizar las manifestaciones de la arquitectura moderna en algunos países de Latinoamérica. Así, Latin American Architecture since 1945 de Henry-Russell Hitchcock (1955), Masters of Modern Architecture de John Peter (1958), Baukunst der Gegenwart (Arte de la arquitectura de nuestro tiempo) de Udo Kulterman (1958), Art in Latin American Architecture de Paul Damaz (1963) y Knaurs Lexikon der modern Architekture de Henrique Mindlin (1963), obras en las que Villanueva se citaba, se convirtieron para la autora en importante material de consulta a la hora de emprender su tarea a lo cual sumó como necesario complemento una serie de visitas al país.
Tras la salida de Carlos Raúl Villanueva y la arquitectura de Venezuela un largo silencio, interrumpido esporádicamente por el empeño de Antonio Granados Valdés, Juan Pedro Posani y Mariano Goldberg o por su renovada incorporación en textos recopilatorios, parecía condenar la obra del maestro poco a poco al olvido. Sin embargo, quizás asociado al desarrollo en los años 90 de los estudios de postgrado en nuestras universidades, de una labor crítica más consecuente y, sobre todo, al empuje sostenido se le dió a la declaratoria de la Ciudad Universitaria como Patrimonio Mundial entre 1992 y 2000 (año éste último, como ya se señaló, del centenario de su nacimiento), Villanueva y su obra pasan finalmente a ser objeto de estudio, ampliándose el espectro y catalogación de sus realizaciones y sometiéndola a múltiples miradas que tienen en su gran mayoría a Moholy-Nagy como primera referencia. Hoy se puede afirmar que, tras la labor pionera de la profesora de Pratt, el objetivo de contar con una amplia gama de publicaciones y estudios que dan cuenta de la trayectoria del Maestro se ha cumplido en buena medida, saldándose de esta manera una deuda y llenándose un vacío que corría el riesgo de sumarse a la tradicional amnesia histórica que caracteriza nuestro país.
El valor del texto de Moholy-Nagy estriba no sólo en su condición pionera sino en el particular enfoque que imprime a la revisión de la obra del Maestro venezolano. Sin obedecer estrictamente un orden cronológico y apelando más bien a resaltar su carácter evolutivo, son la manera en que agrupa los edificios y realizaciones (protagonistas centrales de la publicación), la forma didáctica como los describe y sobre todo las constantes referencias a la cultura local e internacional de las que echa mano para contextualizar el material analizado, lo que le dan al tono crítico con que se desarrolla el libro un significado especial.
La edición que consta de 179 páginas, diseñada cuidadosamente en formato apaisado e impresa sobre papel glasé, se vale del excelente material fotográfico que lo acompaña destacando fundamentalmente el trabajo de Paolo Gasparini así como también el aporte, entre otros, de Graziano Gasparini, Alfred Brandler y de la propia autora, a quien se debe la imagen del conjunto de piscinas de la Ciudad Universitaria que engalana la portada de 1964. Otro detalle nada menor lo constituye la presencia, si bien en un tono muy inferior que las fotografías, de planos de algunas de las obras y valiosos esquemas explicativos de las mismas que hacen amable la lectura para quien no necesariamente es especialista en la materia.

La reedición en 1999 de Carlos Raúl Villanueva y la arquitectura de Venezuela por parte del Instituto de Patrimonio Cultural, que como bien señaló en su presentación Juan Pedro Posani, se buscó dejar intacta, a pesar de las imprecisiones en que se incurre en la versión original, y de las complementaciones y actualizaciones que hubiese requerido, sirvió también para rescatar del olvido esta trascendental obra convertida ya en documento histórico indispensable para entender un momento peculiar del desarrollo del país.
ACA
