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TEXTOS FUNDAMENTALES

Apolo en la democracia

Walter Gropius

(Prólogo de Carlos Raúl Villanueva)

Monte Ávila Editores

1968

Apolo en la democracia se trata del último libro publicado por Walter Gropius (1883-1969), el célebre fundador de la Bauhaus, antes de su fallecimiento. El que lo hayamos seleccionado como parte de nuestros “textos fundamentales” obedece al hecho de que su edición para todos los países de habla española junto a su traducción (a cargo de Norberto Silveti Paz), fue realizada en 1968 por la editorial venezolana Monte Ávila Editores, siendo el Prólogo escrito para la ocasión por el maestro Carlos Raúl Villanueva.

1. Ediciones en alemán (1967) e inglés (1968) de Apolo en la democracia.
2. Ediciones en italiano (2009) y húngaro (1981) de Apolo en la democracia.

Fue lanzado un año después de su publicación en alemán, cuyo título fue Apollo in der demokratie (Kupferberg. Mainz & Berlin), y en simultáneo con la edición en inglés (McGraw-Hill) Apollo in the democracy (subtitulado The cultural obligation of the architect). El libro venezolano se realizó en tapa dura, en formato de 25,5 x 18,5 cms, tiene 148 páginas y fue impreso por Editorial Arte. La cubierta la diseñó John Lange.

3. Walter Gropius con su esposa Ise Frank.

La selección, ordenamiento y preparación del material que conforma Apolo en la democracia (alocuciones, artículos y conferencias llevadas a cabo por Gropius entre 1956 y 1965, a excepción de “Construcción de un teatro” y “Estructuración de Edificios para Museos” que se remontan a 1934 y 1946, respectivamente), estuvo a cargo de Ise Frank (1897-1983), su compañera desde 1923 cuando se casó con quien entonces era director de la Bauhaus y ella secretaria, editora y organizadora, compartiendo la autoría de algunos de los escritos de su marido (lo cual no fue reconocido sino muchos años después), asumiendo posteriormente la edición de todo lo producido por él.

El índice del libro está conformado por el “Prólogo” (como ya se mencionó, elaborado por Carlos Raúl Villanueva en 1968), la “Introducción” (escrita por Gropius en 1966) y los siguientes textos: “Apolo en la Democracia” (1956) -que da el nombre a la publicación-; “La ‘Brújula Interior’” (1958); “‘Unidad en la Multiplicidad’. Una paradoja de la Cultura” (1958); «‘El ‘Árbol de la Vida’ y las ‘Espirales de Venta’” (1961); “El Arquitecto en el Espejo de la Sociedad” (1961) -el que expresa con mayor claridad el ideario de Gropius-; “Un Nuevo Pacto con la Vida” (1963); “Tradición y Continuidad en la Arquitectura” (1965) -el más extenso y mejor ilustrado y donde se desmonta la idea de que la “funcionalidad” postulada por Gropius no respondía a un enfoque utilitarista, sino que implicaba una dimensión trascendente que la emparentaba con la noción de “tradición”-; “Japón, País de la Arquitectura” (1960) -en el que lejos de propugnar un universalismo transnacional incluye la cualidad nacional de toda nueva arquitectura-; “Estructuración de Edificios para Museos” (1946); “Construcción de un Teatro” (1934); “Encuentros: Peter Behrens, Frank Lloyd Wright, Ludwig Mies van der Rohe, Le Corbusier, Igor Strawinsky” (1963). “Referencias”; e “Índice de Ilustraciones”.

4. Páginas interiores de la edición en español de Apolo en la democracia.

Como se podrá notar se trata de un abanico amplio de tópicos que permiten por su diversidad considerar el libro como resumen de una trayectoria, reflexión madura sobre diferentes asuntos y revisión de algunos de los postulados fundamentales que Gropius enarboló a lo largo de toda su vida tanto en su rol de docente como en el de profesional. Es así como son abordados temas cruciales de la segunda posguerra como la producción de calidad en la sociedad industrializada y en el universo de la mercantilización. También, a la tendencia cada vez más arraigada y extendida hacia la especialización, Gropius opone una concepción «total» del hombre y de la arquitectura que ya había anunciado años antes en Alcances de la arquitectura integral (1943). Entre otros temas tratados en el libro, el ideal de belleza en la era de la máquina, el principio de unidad en la diversidad, el papel del arquitecto en la sociedad moderna y la perennidad de las tradiciones constructivas cobran un lugar preponderante. Para cerrar, el volumen se completa con unos «encuentros» con figuras relevantes de la arquitectura y la cultura del siglo XX a los cuales Gropius, en tono anecdótico, refiere en momentos cuando tuvo la oportunidad de compartir experiencias y dedica elogiosas palabras.

5. Primera página del prólogo escrito por Carlos Raúl Villanueva para la edición en español de Apolo en la democracia.

En el “Prólogo” escrito por Villanueva, quien transitaba si se quiere una etapa particular en su vida, con un bajón en su actividad profesional luego de los intensos años transcurridos entre de 1930 a 1958, encontramos una importante cercanía con los planteamientos hechos por Gropius a quien venía siguiendo desde hacía mucho tiempo. Así, luego de destacarlo dentro de los grandes maestros, por su “prosa concisa pero elocuente, estrictamente utilitaria y verdaderamente explicativa”, y de afirmar que cuando escribe “lo hace con un objetivo muy determinado”, percibiéndose en sus páginas “siempre con claridad el problema que le interesa discutir”, Villanueva considera que el asunto central de Apolo en la democracia “es el de la razón de ser y de existir de la belleza en un mundo caótico y confuso. La Belleza, como posibilidad en todas las cosas, y como derecho colectivo, constituye, como apremio extraordinario, el valor que debe ser institucionalizado nuevamente en la civilización que se está forjando”.

Detecta Villanueva, dentro del discurso del maestro alemán, “un reproche lleno de angustia e impregnado de amargura” hacia el mundo capitalista norteamericano, el cual a través de “un mercantilismo arrollador” considera como causante de “profundos desajustes, incomprensiones y deformaciones” de lo que inicialmente había sido su apuesta por “el amanecer del nuevo diseño, sabio y racional”, impulsado desde la creación de la Bauhaus.

Sin embargo, Villanueva resalta de la trayectoria humana de Gropius tres aspectos totalmente actuales y que sin duda comparte: “la exigencia perentoria de la responsabilidad social, la necesidad de la reforma periódica de la enseñanza, (y) la urgencia de una metodología del diseño ajustada a las nuevas dimensiones de los problemas”. Aquí tal vez vale la pena recordar que un año después de la aparición del libro se desencadenará el proceso de Renovación Académica dentro de la Escuela de Arquitectura de la UCV, que tuvo en Villanueva uno de sus principales puntales, basada justamente esos tres temas subrayados dentro de la actividad vital de Gropius y que ya venían siendo practicados a nivel profesional por algunos jóvenes arquitectos venezolanos.

Concluirá Villanueva en un momento de su escrito cómo “la actualización de las estructuras, realizada con audacia, sin prejuicios y como prueba de participación y de conciencia de cada quien”, propiciada por Gropius, se convierte en una lección actual y permanente.

6. Páginas interiores de la edición en español de Apolo en la democracia.
7. De izquierda a derecha, Walter Gropius, Le Corbusier, Marcel Breuer y Sven Markelius discuten durante una sesión de trabajo con motivo de la construcción del edificio de la Unesco en París, año 1952. Foto extraida del capítulo «Encuentros» de la edicion en español de Apolo en la democracia.

Tras destacar como temas “gropiusianos” el del caos urbano patente tanto el mundo desarrollado como subdesarrollado, “que no admite … otra solución fuera de un auténtico control de los cambios de uso mediante la propiedad colectiva de la tierra urbana”; el de “la importancia, para el arquitecto, de practicar desde el comienzo, con la autoridad derivada de la experiencia compartida en el equipo, en la prefabricación y la industrialización”; o el de su preocupación por la pasividad del arquitecto frente a los cambios y a los saltos cualitativos y cuantitativos (“…la sordera del corazón y de la mente, de que padece el arquitecto de hoy”), Villanueva concluye que “la audacia de la previsión y la previsión de la audacia es, en el fondo, lo que más nos atañe, en nuestro difícil y atormentado desarrollo, de la enseñanza de este grande, ilustre maestro”.

8. Ediciones en inglés (revisada de 1962, la primera fue de 1956 por Routledge) y en español (1956, Ediciones La Isla) de Alcances de la arquitectura integral de Walter Gropius.

Sobre el cómo se le abrió a Monte Ávila Editores la oportunidad de publicar el libro sabemos a través de Walter GROPIUS proclamas de modernidad. Escritos y conferencias, 1908-1934, editado por Joaquín Medina Warmburg en 2018, que “En el Bauhaus Archiv de Berlín ha quedado constancia de un ambicioso proyecto de la editorial Nueva Visión: a comienzos de 1957 se pusieron en contacto con Gropius para pedirle las ilustraciones originales de la monografía de Argan (publicada ese mismo año por Nueva Visión) y de paso le anunciaron su intención de traducir y editar en 1958 la serie completa de los Bauhausbücher, en relación con lo cual le consultaron sobre la viabilidad técnica y legal del proyecto, que finalmente no prosperó. Fue Ediciones Infinito -otra editorial bonaerense nacida en 1954 como escisión de Nueva Visión- la encargada de publicar en 1963 un único volumen de aquella legendaria colección: La nueva visión, de László Moholy-Nagy. Infinito había traducido y editado ya, por mediación de Hardoy, una antología de artículos de Gropius con el título de Arquitectura y planeamiento (1958). Simultáneamente publicaron el Pioneros del diseño moderno: de William Morris a Walter Gropius, de Nikolaus Pevsner. Hardoy había intentado publicar la versión en español de su Scope of total architecture, de 1955, pero una tercera editorial porteña, Ediciones La Isla, se le adelantó con la compra de los derechos y lo publicó como Alcances de la arquitectura integral en 1956. El éxito de ventas de todos estos libros hizo que Infinito, esta vez a través de Carlos Méndez Mosquera -antiguo secretario de redacción de Nueva Visión y cofundador de Infinito junto a Hardoy-, propusiera a Gropius ya en 1960 la traducción de su conferencia ‘Apollo in democracy’ (1956), pero en este caso fue la editorial venezolana Monte Ávila la que finalmente se hizo con los derechos del libro con el mismo título, cuya versión en español editó en 1968”.

Para finalizar y como explicación del título del ensayo que a su vez permitió denominar el libro (que en resumen “trata de la creación de lo bello y de la intensidad de su eco dentro de la sociedad democrática”), Gropius en la “Introducción” apunta con clara vocación nietzscheana: “El eterno péndulo de la posición del espíritu en la cultura y la arquitectura oscila del polo dionisíaco al apolíneo, de la ebriedad y el caos a la contención y la armónica medida. Hasta en el artista individual hallamos estos antagonismos polares en permanente lucha y equilibrio. El Apolo de los antiguos era aristócrata y aliado cultural de los príncipes y las clases privilegiadas. El mecenas se desarrolló conforme a su modelo. La democracia del siglo XX tiene que sustituir al mecenas por la voluntad cultural del ciudadano. En ella Apolo se convierte en un nuevo símbolo cultural, haciendo contrapeso frente al poderío materialista de la técnica. Todos estamos llamados a colaborar en esa imagen”.

ACA

Procedencia de las imágenes

Encabezado, 4, 5, 6 y 7. Walter Gropius. Apolo en la democracia (1968)

1, 2 y 8. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

3. https://www.artsy.net/article/artsy-editorial-forgotten-story-mrs-bauhaus

VALE LA PENA LEER

Walter Gropius: La Bauhaus o la vida

Joaquín Medina Warmburg

10 agosto, 2019

Tomado de arquitecturaviva.com

El centenario de la Bauhaus coincide con los cincuenta años del fallecimiento de quien fuera su fundador y director, el arquitecto Walter Gropius (1883-1969). La doble efeméride viene a confirmar la común identificación del personaje con la escuela, por mucho que, evidentemente, la Bauhaus fuera más que sólo Gropius, pero también la vida de Gropius mucho más que sólo la Bauhaus. La institución ha llegado a eclipsar al hombre, quien siempre reivindicó su acto fundacional como la expresión de la Bauhaus genuina, hasta tal punto que aún hoy cabe preguntarse quién fue realmente Walter Gropius más allá de la Bauhaus. Esta pregunta es precisamente el punto de partida de la biografía Walter Gropius. La vida del fundador de la Bauhaus, obra de Fiona MacCarthy.

La autora, crítica de arquitectura del diario londinense The Guardian desde hace cinco décadas y reconocida biógrafa de figuras fundamentales de la cultura inglesa, como William Morris, Edward Burne-Jones o Lord Byron, se enfrentó a un doble reto. Por un lado, se embarcó en una aventura que la alejaría de los contextos culturales transitados hasta el momento. Además, suponía un reto colosal por la extensión, complejidad y dispersión del legado de Gropius. Acaso el mayor mérito de MacCarthy consista en haber sabido hilvanar un discurso claro y consistente, en el que, pese al ingente volumen de información, logra hacer justicia a la intensa vida de Gropius en lo personal y lo profesional, dando cuenta de los avatares emocionales, así como, aunque en mucho menor medida, de su bagaje intelectual.

Todo este rico material se estructura dividiendo la vida de Gropius en tres: una primera vida en su Alemania natal (1883-1934), una segunda como emigrante en Inglaterra (1934-1937) y la tercera como profesor de Harvard y ciudadano de los Estados Unidos de América (1937-1969). Particularmente valiosa, por lo que tiene de novedosa, es la detallada descripción que MacCarthy hace de la etapa londinense de los Gropius. La importancia concedida a estos episodios guarda sobre todo relación con el profundo conocimiento que la autora tiene de este contexto cultural, lo cual, por otra parte, condiciona que el libro esté claramente dirigido a lectores del mundo anglosajón. Por comprensible que sea el punto de vista británico de la autora, no deja de ser demasiado buscada su caracterización como «segunda vida» de lo que no pasó de ser una frustrante fase de zozobra y precariedad. La cuestión no merecería ma-yor comentario si no fuera porque la generosa atención prestada a las vivencias inglesas contrasta con la discutible omisión de otros contextos, en particular con la casi total ausencia —con excepción del viaje de Gropius a España en 1907-1908— de referencias a las estrechas relaciones que Gropius estableció y cultivó con el mundo de habla hispana, un hecho que resultará particularmente llamativo para los lectores de la traducción al castellano. MacCarthy señala como objetivo prioritario de Gropius la integración del arte y la vida. Para poder entender el alcance de este propósito y el grado de compromiso con él por parte de Gropius, resulta indispensable recurrir a sus escritos. Sin embargo, el libro no es ni pretende ser una biografía intelectual, por lo que cabe remitir, a modo de complemento, a la biografía que ultima Winfried Nerdinger, anunciada para otoño de este año. El retrato de MacCarthy nos permite entender mejor el lado más personal de Gropius y acaso incluso admirar la inteligencia con la que supo sobreponerse a varias profundas crisis existenciales a lo largo de su vida, pero sin que de ello se desprenda necesidad alguna de volver a monumentalizar su figura como la de un héroe de la modernidad.

Fiona MacCarthy
Walter Gropius. La vida del fundador de la Bauhaus.

Turner, Madrid

2019
598 páginas

ACA

VALE LA PENA SABER

Lilly Reich y el «pequeño y sucio secreto» de Mies van der Rohe

La influencia de esta alemana fue crucial en la obra del arquitecto, y uno de los diseños más emblemáticos de la Bauhaus podría ser suyo

Por Ana Ramírez

Lilly Reich y Mies van der Rohe

Tomado de elconfidencial.com

15 de agosto 2019

Una de las primeras medidas que Adolf Hitler tomó como canciller de Alemania fue el cierre de la Bauhaus. El Partido Nazi incluyó a la escuela de diseñadores y arquitectos más influyente de su tiempo entre las filas del “arte degenerado”, de carácter “bolchevique” y promotor del “el cosmopolitismo judío”.

El último director de la Bauhaus, Ludwing Mies van der Rohe, se enfrentó a la presión de la censura e intentó trasladar la escuela desde Weimar a Berlín, confiando en que las autoridades se contentaran con un sistema de enseñanza más conservador. No fue así: la Bauhaus estaba condenada se disolvió el 20 de julio de 1933. Durante la Segunda Guerra Mundial, Mies van der Rohe emigró a Estados Unidos, dejando en Alemania miles de dibujos y bocetos que hubieran ardido en los bombardeos de no ser por Lilly Reich. Ella hizo posible el archivo Mies van der Rohe que hoy descansa en el MoMa. Conservó más de mil diseños, suyos y del arquitecto, en una casa de las afueras de Berlín. Colaboró con él en sus exposiciones más emblemáticas, pero rara vez se cita como coautora.

Mies van der Rohe y Lilly Reich (Berlín, 1885 – 1947) se conocieron en 1926, y desde entonces no dejaron de colaborar profesionalmente. Cuando Reich empezó a dar clases en el Taller de Tejidos de la Bauhaus, una de las pocas profesoras en la historia de la escuela, ya era una reputada diseñadora. Sus primeros encargos en el ámbito de la moda, el interiorismo y el mobiliario impresionaron a los padres de la arquitectura moderna. En 1914, abrió su propio estudio y fue la primera mujer en el Consejo de Dirección del Deutscher Werkbund, la asociación de arquitectos precursora de la Bauhaus.

Walter Gropius concibió la Bauhaus como una escuela que aunara la diversidad de las artes bajo el paraguas de una nueva arquitectura. En 1919, el manifiesto de su fundación aseguraba que no habría distinciones entre sus alumnos, tampoco por su sexo. En el primer semestre tras su apertura, se matricularon 84 mujeres y 79 hombres. La tímida emancipación femenina tras la Primera Guerra Mundial y su introducción en el mundo laboral comenzaba a dar sus frutos en la República de Weimar. Pero a Gropius le preocupaba que su escuela se convirtiera en «un centro de Artes y Oficios donde las mujeres acudían a pasar el rato».

Walter Gropius, arquitecto y fundador de la Bauhaus. (Lucia Moholy, Bauhaus-Archiv Berlin)

Según la arquitecta Josenia Hervás y Heras, “Walter Gropius quiso reducir la proporción femenina al tiempo que creaba un taller especial para mujeres”. Él mismo escribió a su Consejo de dirección: “Sugiero que, para un futuro próximo, sólo las mujeres de extraordinario talento sean admitidas”. En su primera etapa, el ala femenina de la Bauhaus se concentró en el taller de tejidos, el mismo que Reich regentaría en 1932.

Como recoge Hervás en su investigación, las relaciones de Reich con sus alumnas no siempre fueron amistosas: “A ella le gustaba enseñarnos muestras de tela, por lo que aparecía esporádicamente por el taller de tejidos para mostrarnos una de sus nuevas colecciones. Me parecía un molesto trastorno para nuestro trabajo, así que yo me alegraba mucho cuando a veces aparecía Mies [van der Rohe] por la puerta y la llamaba con la frase: ‘¿Vienes ya?’”, recordaba la alumna Katja Rose.

Silla Brno, habitualmente atribuida a Mies van der Rohe. (Knoll)

La colaboración de la diseñadora y el arquitecto coincidió en el tiempo con los diseños más emblemáticos de la Bauhaus, en los que el nombre de Lilly Reich como coautora se ha reivindicado en las últimas décadas. Para el investigador Ludwig Glaeser, es “más que una coincidencia” que el éxito de Mies en el diseño de exposiciones y de muebles se solape con su relación.

En 1928, Lilly Reich y Mies van der Rohe trabajaron juntos en el interior y el mobiliario de un icono de la arquitectura Bauhaus: la Casa Tugendhat, en Brno (República Checa). En esta villa se incluyó el diseño de la Silla Brno, habitualmente atribuido a Mies, con la ayuda de su colaboradora. Algunos investigadores sospechan, dando un paso más que Glaeser, que Lilly Reich fue más que una ayuda y que podría ser la verdadera autora de la silla de Tugendhat.

Así lo recogió la primera biógrafa de Lilly Reich, Sonja Günther, a través de las palabras de la diseñadora y amiga íntima de la pareja Mies-Reich, Mia Seeger: “Su influencia en Mies era muy grande. […] Sé, con toda seguridad, que la silla diseñada para la casa Tugendhat, firmada por Mies, fue un diseño de ella”.

Hace once años, la arquitecta y actual directora de la Cátedra Blanca de la Universidad Politécnica de Valencia, Laura Lizondo, encontró un vacío de información en la etapa de colaboraciones entre Mies van der Rohe y Lilly Reich: “No te creas que entonces había mucho escrito sobre los dos, por eso decidí dedicar mi tesis a investigar sobre sus trabajos conjuntos”, cuenta a El Confidencial. “No se le dio bombo y platillo a esta colaboración, pero tampoco a otras. Mies trabajó con muchos ingenieros que tampoco se han estudiado mucho”.

‘¿Arquitectura o exposición?’ es el nombre de este primer trabajo, tras el que vinieron otros artículos académicos. “Lilly Reich era diseñadora, no arquitecta. Influyó mucho en los tejidos, el color, el diseño de interiores, los muebles… Pero su nivel arquitectónico no es comparable al de Mies van der Rohe”. Lizondo opina que ambos se beneficiaron en su trabajo conjunto. “Ella era miembro del Deutscher Werkbund mucho antes que él. También tenía contactos y clientes ricos. Mies aprendió de su sensibilidad para los materiales y los tejidos. Pero, en lo arquitectónico, no creo que Reich le aportara nada”.

En el MoMa, Lizondo estudió la correspondencia que mantuvieron cuando Mies emigró a Estados Unidos: “Reich intentó acercarse, ir a donde él estaba, pero el arquitecto no quiso colaborar más con ella. Más o menos, se podría decir que ‘la utilizó’. Los dos ‘se utilizaron’ profesionalmente”. Lilly Reich quedó a cargo del estudio de Mies y cuidó de su archivo en Alemania. Sobrevivió a la guerra, pero murió de cáncer en 1947.

El Pabellón Alemán de Reich y Mies en Barcelona

Como en el diseño de la famosa silla de Tugendhat, también existen dudas sobre el papel de Lilly Reich en el mobiliario del Pabellón Alemán en Barcelona. La pareja recibió el encargo para la Exposición Internacional de 1929. Allí se exhibió por primera vez la Silla Barcelona, un clásico del diseño en el siglo XX, concebida para servir de trono a Alfonso XIII y Victoria Eugenia. “Es una evidencia que las cortinas y la alfombra son un diseño de ella, estoy convencida de que la silla también. Existen muebles previos de Lilly Reich con muchas similitudes”.

Knoll, la empresa que ostenta los derechos de la Silla Barcelona, no menciona a Lilly Reich en el diseño, ni siquiera como colaboradora. “En la Exposición de Barcelona, sí que la reconocieron como diseñadora del Pabellón, junto con Mies van der Rohe. Pero lo curioso no es que los historiadores no hayan hablado de ella durante mucho tiempo, es que Mies van der Rohe tampoco lo hizo. Ni de ella ni de otros colaboradores”. Lizondo opina que el olvido de Lilly Reich está relacionado “con el papel de la mujer en los años 30”, pero no atribuye al talento de la diseñadora la fama de Mies van der Rohe: “Le aportó gusto para la nobleza de los materiales y el interior, para ‘vestir los edificios’, pero Reich no tenía la sensibilidad arquitectónica de Mies van der Rohe”.

Pabellón Alemán de Barcelona. (Hans Peter Schaefer)

“No creo que la fama viniera sólo de sus colaboraciones. Como investigadora, no puedo asegurar que Mies no hubiera llegado donde llegó si no hubiera conocido a Lilly Reich. Son especulaciones”.

Lo que sí tiene claro Lizondo es la enorme influencia que ejerció el estilo de Reich en la obra de uno de los iconos de la Bauhaus, y su posterior silencio en la historia de la arquitectura. Sobre ello se pronunció el arquitecto Juan Navarro Baldeweg durante una conversación recogida en un artículo de Beatriz Colomina, ‘The Private Life of Modern Architecture’: “Antes de que me diera cuenta, estábamos hablando del enorme papel que Reich debió haber desempeñado en el desarrollo de la arquitectura de Mies van der Rohe”.

Vista de la villa Tugendhat, en Brno.

“Estuvimos hablando de la importancia de proyectos como el ‘Café de Terciopelo y Seda’ y cómo estos espacios no tenían nada que ver con el trabajo realizado por Mies van der Rohe anterior a su colaboración con Reich, nada que pudiera sugerir algo similar a la definición del espacio de superficies sensuales y suspendidas que comenzó a ser su sello personal, como su Pabellón de Barcelona en 1929. […] Y luego Juan [Navarro Baldeweg] dijo: ‘Es como un pequeño y sucio secreto que nosotros -todos los arquitectos- guardamos. Algo que todos sabemos, que todos vemos, pero de lo que nadie habla”.

ACA