1905•El 11 de junio se inaugura con la zarzuela “El Relámpago” el Teatro Nacional, en Caracas, diseño neobarroco de Alejandro Chataing (1874-1928), en cuyo proyecto participaron el pintor Antonio Herrera Toro (1857-1914) y del escultor catalán Miguel Ángel Cabré. El nuevo teatro de 1.310 m2 fue construido en el sitio en donde estuvo la antigua Plaza Washington.
Para esa fecha el arquitecto Chataing ya había proyectado y se habían construido la Academia Militar (1905); la Academia de Bellas Artes (1905); y el Palacio de Gobernación y Justicia (1905).
2011• La Fundación José Ángel Lamas concluye la remodelación que realizó en el Teatro de Petare César Rengifo, ubicado en la Calle Lino Clemente con calle Pérez de León, en la Zona Colonial de Petare, frente a la Casa de la Cultura. El pequeño y activo teatro de 225 puestos fue remozado de forma integral.
… que el 25 de mayo de 1960 se inauguró el Teatro Caribe en el Centro Comercial Mata de Coco, Chacao?
1. Cartel inaugural del Teatro Caribe, Centro Comercial Mata de Coco, Chacao, del 25 de mayo de 1960, donde aparece la lista de diversas empresas que estuvieron involucradas en su construcción, equipamiento e instalaciones.
En un ameno, completo y muy bien documentado artículo de Guillermo Barrios, titulado “La arquitectura de los cines de Caracas: cinco casos emblemáticos (1925-1960)” publicado en Apuntes, 31(1), pp. 8-23, enero-julio 2018 (https://doi.org/10.11144/Javeriana.apc31-1.accc), dedicado a un tema que conoce como pocos, el investigador revisa y analiza “el proceso de creación de las salas de cine de presencia directa en la calle (que) abarca desde la década de los años 1920, cuando se registran las primerísimas huellas de una arquitectura para la exhibición cinematográfica, hasta la de los años 1960, en cuyos inicios se inaugura la última sala de cine construida fuera del precinto de un centro comercial”.
Es dentro de este marco que Barrios selecciona un recinto por década de los que se vale para ilustrar la aparición, el desarrollo y el declive de la arquitectura de cine en Caracas, tipología que “sustentó la modernidad de la ciudad en crecimiento, atenta a las tendencias de su tiempo”. También ilustra cómo las salas de cine, siendo “edificios directamente abiertos a la calle, sobre cuya calzada fortalecían la experiencia del espacio público, esencia misma de la ciudad”, condición que perduró hasta finales de la década de 1950, sufren el embate del desarrollo de los medios de comunicación de masas (y en particular de la televisión) que, junto a la toma de la urbe por el tránsito automotor, significará el inicio de un dramático declive que derivó en “su súbita obsolescencia, cierre y gradual abandono, o con su entrega a nuevas actividades que nada tienen que ver con su vocación original”.
2. Las cinco salas analizadas por Guillermo Barrios en “La arquitectura de los cines de Caracas: cinco casos emblemáticos (1925-1960)”. Izquierda arriba: Teatro Ayacucho. Izquierda abajo: Cine Rex. Centro arriba: Teatro Hollywood. Centro abajo: Teatro Junín. Derecha: Teatro Caribe.
Es justo en el momento en que se inicia “la estampida” de la sala de cine al centro comercial, pasando a “reforzar el papel que estas mega estructuras cumplen en el proceso de disolución progresiva del espacio público que ha marcado la dinámica caraqueña de las últimas décadas”, donde se ubica la aparición del Teatro Caribe el cual “dentro de los cánones de la arquitectura moderna venezolana del momento, ensaya una forma de transición propia de la década de los 60, cuando el sistema intenta resistir a sus crecientes síntomas de agotamiento y debe reinventarse para seguir formando parte de la vida de la ciudad”.
Señala Barrios, a modo de preámbulo a la apertura del Caribe en 1960, cómo pese a que en 1957 el sistema de exhibición alcanza su cúspide, “cuando cuenta con 83 salas de cine en funcionamiento”, a partir de 1958, “en coincidencia con una coyuntura de cambio y movilización política en la calle, la década cierra con un súbito proceso de desactivación en cadena de los cines de barrio”. De tal manera “coincidiendo con estas tendencias a la baja del circuito, en 1958 aparece el Cine California (desactivado 1973; cancha de boliche), en el Centro Comercial California, un prototipo con el cual el arquitecto norteamericano Don Hatch (1910-1977) se adelanta, en por lo menos una década, a la inminente popularización de este formato edilicio, el de los centros comerciales, que poco a poco se afianzó en Caracas”.
3. Tomás José Sanabria. Boceto de la volumetría inicial del Centro Comercial Mata de Coco (c.1958). 4. Tomás José Sanabria. Centro Comercial Mata de Coco. Perspectiva aérea del conjunto (c.1959).
Sin embargo, la incorporación del teatro Caribe en el diseño del Centro Comercial Mata de Coco por parte de Tomás José Sanabria, representó, a diferencia de lo que luego paulatinamente fue aconteciendo, su consideración como una pieza fundamental dentro de la programación y la volumetría de un conjunto que incluyó el uso comercial y recreacional en los cuerpos bajos y de oficinas en una torre de diez plantas. Dicho en otras palabras, la función, lejos de verse engullida por un mall como los que se fueron desarrollando posteriormente, marcó una de las últimas manifestaciones del cine-objeto a diferencia del gran objeto que opacó al cine hasta llevarlo a su mínima expresión.
5. Póster de la película Exodus (Éxodo, 1960, dirigida por Otto Preminger) con cuya proyección se estrenó el Teatro Caribe.
El teatro Caribe, cuya inauguración el 25 de mayo de 1960 se dio con la proyección de la superproducción “Éxodo” (Exodus, 1960, dirigida por Otto Preminger con un amplio elenco encabezado por Paul Newman, Eva Marie Saint, Ralph Richardson, Peter Lawford y Lee J. Cobb), se erige en una curiosa muestra de un momento en que la sala de cine busca redefinirse, manteniendo el espíritu de la pieza independiente con vida propia pero a la vez incorporada a un conjunto alejado del tránsito peatonal intenso, al que se llega fundamentalmente en carro.
6. El Centro Comercial Chacaíto (Antonio Pinzani, 1968) (izquierda) y el Centro Comercial Los Palos Grandes (Coto y Loperena Arquitectos, 1964) (derecha) donde funcionaron el Cinema Uno y el Teatro Canaima, respectivamente, dos de los tres únicos cines de nueva planta que junto al Caribe abrieron sus puertas en Caracas durante la década de 1960.
Barrios recuerda cómo durante la década de 1960, en la que por lo menos veintiséis salas del circuito instalado cesan sus operaciones en diferentes lugares de la ciudad, dentro la construcción de instalaciones que exploran nuevas fórmulas frente a la cambiante realidad urbana, “sólo tres cines de nueva planta abren sus puertas en Caracas… Un itinerario de ensayos de la transición que incluye sucesivamente en 1960, al Caribe; en 1964, al Canaima (desactivado 1981; demolido) y finalmente, en 1969, al Cinema Uno (desactivado 1993; comercio), para anunciar y consumar las tendencias de enclaustramiento del cine caraqueño en los centros comerciales que caracterizarán desde entonces al circuito local”. Se ubican, valga decirlo, en tres centros comerciales que aún apostaban al contacto con el aire libre y donde a diferencia de la localización oculta del Cinema Uno en el sótano del Centro Comercial Chacaíto (preludio junto a sus sucedáneos Cinema Dos y Cinema Tres de nuevas formas operacionales, como la multiproyección y la fragmentación de los aforos que se impondrán como tendencia dominante en el circuito de cines caraqueños a partir de entonces), el Caribe y el Canaima destacan como importantes e impactantes volúmenes en Mata de Coco y Los Palos Grandes.
7. Tomás José Sanabria. Centro Comercial Mata de Coco (1959). Vista aérea del conjunto con el volumen del Teatro Caribe al sur en primer plano.8. Tomás José Sanabria. Centro Comercial Mata de Coco (1959). Corte norte-sur a través del Teatro Caribe.9. Dos vistas interiores del Teatro Caribe en fechas cercanas a su inauguración.
Si el Centro Comercial Mata de Coco no respondía a los parámetros tipológicos de lo que empezó a caracterizar dicha denominación, el Caribe, como ya asomamos, también se distancia de los preceptos tradicionales de la arquitectura de cines que se hacía en Caracas. “Su relación con (o su separación de) la calle se estableció mediante sucesivos planos de zonas ajardinadas y generosas áreas de estacionamiento, en un momento en que la audiencia de cine en Caracas se hacía crecientemente dependiente del automóvil. Las áreas de foyer y el auditórium, con aforo para 1.200 espectadores (en patio y balcón), lucieron acabados contemporáneos y un sobrio sistema de iluminación ambiental, a la manera como Sanabria trabajó sus obras capitales…”. Además, contaba con una plaza descubierta que servía tanto de preámbulo y desahogo a una actividad de uso masivo, como de espacio de contrapunto a los estacionamientos que sirven al conjunto de comercios y oficinas.
10. Vista aérea reciente con la ubicación del Teatro Caribe en Chacao.
Al transcurrir del tiempo Mata de Coco fue sufriendo el impacto de la presión que ejercía el valor comercial del terreno que ocupaba en virtud de su localización. En tal sentido, primero fue objeto de una desproporcionada intervención a cargo de la oficina Volante-Monaldi y Asociados C.A. que a comienzos de los años 80 del siglo XX buscó remozarlo abusándose del uso de cubiertas basadas en estructuras tridimensionales. Es el momento en el que el teatro Caribe deja de ser cine para convertirse desde 1983 en sala para presentaciones musicales y teatrales además de grabaciones. La estocada mortal que se le da a la integridad del conjunto surge a finales de siglo XX cuando en la parte norte del terreno “sin consulta ni opinión” se levanta la sede del SENIAT rompiendo por completo la concepción inicial que dio origen a la propuesta convirtiéndose en ejemplo nefasto para el desarrollo de los predios vecinos.
11. Vista desde el sur del Centro Comercial Mata de Coco con el Teatro Caribe a la izquierda donde se observan los efectos de las intervenciones realizadas a comienzos de los años 80.
Por su parte, el Caribe sigue allí como testimonio “del anunciado fin de una arquitectura de los cines de a pie en Caracas, y el arranque del largo epílogo de la azarosa épica de aquéllos que quedaron a la intemperie, en las calles de una ciudad que renunció a la experiencia civilizatoria del espacio público”, apuntará Barrios. Y concluirá: “El otrora imponente Caribe se ha plegado a la opción del silencio frente al imperio del olvido que se ha hecho marca de la ciudad. Un silencio, sí —como el que arropa las modernas líneas del Cine Colinas (1957-1971; depósito) más al sur de la ciudad— con su inmenso volumen como una presencia sigilosa, vacua de señales con respecto a su antiguo uso. Como un espectro desalmado, el Caribe, la última exhalación como se ha llamado en estas páginas, ocupa un lugar en este paisaje de la indiferencia y las frágiles resistencias que, in pectore, mantienen viva la esperanza de que, como ha sucedido en otras ciudades, estas antiguas salas puedan volver a ser parte viva del espacio público”.
ACA
Procedencia de las imágenes
1. Nicolas Sidorkovs. Los cines de Caracas en el tiempo de los cines (1994)
2. Guillermo Barrios. “La arquitectura de los cines de Caracas: cinco casos emblemáticos (1925-1960)”. Apuntes, 31(1), pp. 8-23, enero-julio 2018.
3, 4, 7 y 8. Catálogo de la exposición Tomás José Sanabria Arquitecto. Aproximación a su obra. Galería de Arte Nacional, 1995.
El Concurso Nacional de Ideas para el Teatro Municipal El Hatillo, promovido el año 2001 por la Gobernación del estado Miranda, la Corporación de Servicios y Mantenimiento del estado Miranda y la Alcaldía del Hatillo buscaba, de acuerdo a las bases que acompañaron su convocatoria, obtener propuestas para la solución de un teatro clásico (tramoya y servicios) para 1.000 espectadores con actividades de apoyo, zona rental de oficinas (4.000 m2), servicios y estacionamientos.
1. Ubicación del terreno al este del pueblo de El Hatillo.
Se ubicaría en un terreno de 4.500 m2 delimitado al norte por la calle El Progreso (entrada a la urbanización La Lagunita), al sur por parcelas residenciales y al oeste con la calle Buena Vista, el pueblo del Hatillo y (a la distancia) la iglesia parroquial.
Culminado el período de entrega para el que se exigían un máximo de seis láminas rígidas de 60 x 90 cms. que mostraran la información fundamental (memoria, plantas, cortes, fachadas y perspectivas, siendo la maqueta un requisito opcional), el jurado otorgó el primer premio que garantizaba la contratación del anteproyecto y proyecto al escultor, pintor y dibujante Miguel Acosta González, profesor universitario, egresado de la FAU UCV en 1979, quien contó con la colaboración de los también arquitectos Luciano Landaeta, Juvenal Salcedo y Luis Sánchez Alonso.
El interesante proceso de diseño seguido por Acosta, recogido en “Distancias y aproximaciones entre dibujos e ideas. Experiencias en cuatro concursos de arquitectura”, trabajo de ascenso presentado en 2004 para optar a la categoría de Asistente dentro del escalafón universitario en la FAU UCV, permite no sólo encontrar los aspectos claves que fueron esgrimidos para producir y sustentar la propuesta ganadora, sino el importante peso que cobraron los medios de representación utilizados para que dicho éxito cristalizara.
Lo primero que salta a la vista a la hora de observar cómo se abordó el problema es la interpretación que se le dio al programa. Alejándose de la aspiración expuesta por los convocantes de contar con un “teatro clásico”, Acosta y su equipo propusieron más bien la creación de un “centro cultural”, transformando el teatro en una pequeña sala anfiteátrica para 250 espectadores, planteando sólo las oficinas propias de la institución llevándolas a 400 m2 y reduciendo el estacionamiento para una capacidad de 100 vehículos.
2. Del tradicional patio colonial a su adaptación al terreno.
La consideración del diseño de un edificio público asociado a la imagen arquetipal de la casa (célula de un organismo mayor como lo es la ciudad), y en particular de la casa colonial propia de pueblos como El Hatillo, estará presente desde un comienzo como idea generadora de la propuesta. En tal sentido, en el texto introductorio del proyecto elaborado por Acosta para el trabajo de ascenso mencionado, señalará: “La mayoría de las casas de pueblos coloniales como El Hatillo tiene patios internos alrededor de lo cuales se colocan los corredores, habitaciones y espacios. (…) Cuando comenzamos a trabajar en este concurso esto fue lo primero que se nos vino a la mente y propusimos esquemas de funcionamiento y formas que tuvieran que ver con la creación de un patio interno: una serie de volúmenes alrededor de un espacio central. (…) La idea de casa colonial con patio, heredada de la tradición española, fue la primera imagen con la cual trabajamos; se mantuvo presente con ciertas alteraciones”.
3. La idea va tomando forma.4. Vista general de la idea dentro del contexto.
Otra imagen recurrente, presente desde el inicio, estará asociada a la idea de teatro: “Al igual que con la casa, cuando pensamos en un teatro es casi seguro que recordemos los teatros griegos como imagen arquetipal. (…) Dichos teatros eran tallados en las montañas y los constructores aprovechaban las pendientes naturales de los terrenos para su construcción. (…) De aquí surgieron dos temas para el Centro Cultural: el escalonamiento y la topografía. (…) El primero se manifiesta en la vibración que produce la repetición sucesiva de las gradas de un teatro y el segundo en el tallado de la edificación por niveles: continuidad entre naturaleza y arquitectura”.
Las ideas expuestas dieron pie a lo presentado a concurso luego de un rico proceso en el que, en primer lugar, la geometría triangular del terreno (con los tres lados diferentes entre sí) obligó a adaptar la forma rectangular del patio tradicional. Ello junto a las consideraciones topográficas llevó a proponer la imagen de un “triángulo cubista” el cual fue boceteado “repercutiendo en el conjunto en formas geométricas curvas, rectas y quebradas”.
5. De arriba a abajo: Plantas, corte longitudinal y fachada oeste de la propuesta presentada a concurso.
A los ajustes sucesivos a que se sometieron las primeras ideas se sumó el tratamiento propuesto para el hall de acceso del edificio entendido como una “plaza cubierta” desde donde se pudiera “atravesarlo mediante una calle interna escalonada”. “La edificación comienza a funcionar como un edificio urbano: plaza cubierta, pequeña plaza interna (patio en escalera) y una calle peatonal que permitiera la conexión entre las calles colindantes. La edificación se planteó como una pieza adaptable a las distintas situaciones espaciales y formales del contexto. (…) En ese momento, la imagen de casa se transformó en imagen de edificio institucional (Centro Cultural) que responde al contexto de una manera uniforme con una geometría ligera y severa al mismo tiempo”.
6. Proceso de ajustes que conllevó el anteproyecto.7. Lámina resumen del anteproyecto.
Durante el desarrollo del anteproyecto una vez obtenido el premio, los promotores y organizadores insistieron en la necesidad de incorporar el “teatro clásico” (ahora para 700 espectadores) planteado en las bases del concurso, transformado (como ya se dijo) en sala anfiteátrica con capacidad sólo para 250 presentada como idea ganadora. Ello originó un importante ajuste que “afectó considerablemente las condiciones formales y espaciales del programa”, el intento de equilibrar sin éxito el teatro con el resto del edificio y el inicio de un proceso de diálogo que condujo a la aceptación por parte de los clientes de retomar la idea de una sala de conciertos para 350 espectadores, “con las dimensiones suficientes para hacer danza y teatro pero sin las complicaciones de un Teatro Clásico”. De aquí surgiría la volumetría resultante plasmada finalmente: “un par de xilófonos (marimbas) de direcciones y proporciones distintas, integradas por el cuerpo del Hall de Acceso … lo cual fue aprovechado como imagen para resolver también la Biblioteca”.
Finalmente, el resultado logrado permitió afirmar que el teatro se abrió hacia el pueblo del Hatillo e interactúa con él, y que el edificio institucional paso a ser un edificio-teatro donde el escalonamiento de pisos y techos cobran gran protagonismo.
8. Dibujos de Miguel Acosta que acompañaron la propuesta presentada a concurso.
Los dibujos utilizados para presentar tanto las dos etapas de ideas -material entregado para el concurso- (bocetos y croquis exploratorios a mano alzada en los que se van alternando perspectivas y plantas de conjunto que concluyen con plantas, cortes y fachadas a escala 1/200), como el anteproyecto (croquis definitorios de plantas a mano alzada y dibujos a escalas 1/100 y 1/50,) fueron realizados fundamentalmente utilizando lápiz y marcadores negros (punta fina y punta gruesa) sobre croquis blanco y amarillo.
La riqueza expresiva que muestra a modo de memoria conceptual la presentación realizada desde el primer boceto a los dibujos más precisos, denota una vez más la virtuosidad como dibujante de Acosta y el valor que siempre ha tenido para él como método de aproximación creativa a la arquitectura. Ello le permitirá afirmar: “la relación entre dibujo e ideas es de orden dialéctico: donde comienza el dibujo concluyen las ideas y donde surgen las ideas se define el dibujo”.
Acosta, asiduo participante en concursos de arquitectura, había obtenido el segundo premio en el certamen para la “Escuela de Danza de la Ópera de París, Nanterre” en 1983, fue finalista en el convocado para el “Palacio Municipal del Distrito Sucre del Estado Miranda” en 1986 y obtuvo en 1998 el primer premio del “Concurso de Ideas para el Edificio de Apoyo al Museo de Arte Colonial-Quinta Anauco”, antes del reconocimiento alcanzado en el que hoy nos ha ocupado. Posteriormente continuaría cosechando éxitos como ganador del primer premio en: el “Concurso para el Mercado Popular de Antímano” (2013), el “Concurso Público para el Proyecto Sede del Banco Central Guayana” (2015), el “Concurso para la remodelación de la vieja oficina postal de Miami” (2015) y, más recientemente, junto a Rafael Montes, del “Concurso de Ideas para la manzana del Taller del Hierro, Oporto” (2022).
9. Vistas aéreas del Anfiteatro El Hatillo.10. Dos imágenes recientes del Anfiteatro El Hatillo.
Nota
Entregado el trabajo por parte de Acosta, finalmente como tantos otros concursos realizados a nivel nacional los promotores decidieron no construirlo. En su defecto lo que se realizó años después fue, tomando en cuenta parte de lo propuesto por Acosta, la restitución de lo que era una infraestructura venida a menos y que hoy se conoce como Anfiteatro El Hatillo, sala multipropósito que, sobre la calle Bella Vista (justo al lado del Centro Comercial Paseo El Hatillo), ocupaba uno de los tres terrenos (el identificado como P2) que se pensaban integrar al momento del lanzamiento del certamen. Con un aforo para 700 espectadores los trabajos se terminaron en 2013 y desde entonces ha funcionado con el objetivo de promover los talentos locales nacionales. La obra requirió la restitución del techo y la refacción de general de paredes e iluminación.
1939• El 24 de febrero se inaugura el Teatro Ávila. Este novedoso teatro, ubicado calle Sur, nº 50, fue diseñado entre 1938 y 1939 por los arquitectos Rafael Bergamín (1891-1970), exiliado español y el venezolano Enrique García Maldonado (1905-1990).
Considerada como la más moderna sala de cine de Caracas, destacó por haber sido diseñada en estilo art déco y por contar con un escenario de grandes dimensiones, fuente de soda (la primera en un cine de la capital), y con 784 puestos en su patio y 506 en el balcón. El foyer se encontraba decorado por coloridos murales pintados por el artista venezolano Rafael Rosales (1908-1962) que contrastaban en un espacio dominado por el blanco y el negro (Rosales fue uno de los muralistas que intervino en 1952 en La Exposición Objetiva Nacional. 1948-1952)
La construcción ocupó la parcela en la que se encontraba el Gran Hotel Caracas, donde el arquitecto Bergamín se alojó al llegar a la capital venezolana a raíz de su exilio.
Las puertas del Teatro Ávila se abrieron con la exhibición de la película The Great Waltz (1938), protagonizada por Luise Rainer y dirigida por Julien Duvivier. Durante muchos años este cine fue el lugar de estreno de las películas de la Metro Goldwyn Mayer en Venezuela. Cerró sus actividades como cine en 1999.