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ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 92

El Sistema Estructural Metálico Apernado (SIEMA) es tal vez uno de los elementos que mejor permiten explicar la evolución de la visión que caracteriza la línea de trabajo dedicada al desarrollo tecnológico de la construcción del IDEC FAU UCV, desde sus inicios (1975) hasta la actualidad. En primer lugar porque se trata de una clara muestra de lo que se considera un sistema constructivo abierto, basado en el ensamblaje en obra de componentes estandarizados producidos industrialmente, económico, versátil, de fácil montaje, ligero y flexible. En segundo lugar porque su conformación modular permite diversos acomodos internos, cambios de dirección en la retícula estructural, previsión de crecimiento progresivo y la posibilidad de explorar con variadas formas de cerramiento, según el uso a que se destine la edificación que lo emplee, pudiéndose alcanzar hasta tres pisos de altura. Y, en tercer lugar, porque denota la presencia actualizada de los primeros contactos que establecieron los fundadores del Instituto, a comienzos de los años 60, con el Programa Especial del Consorcio de Autoridades Locales del Reino Unido (CLASP), que a través del CLASP Development Group los proveyó posteriormente (1977-78), gracias al convenio CONICIT-IDEC-CLASP, bajo la figura de transferencia, de una tecnología flexible y abierta basada en el uso del acero en edificaciones educativas que, por ensayo y error, será plenamente adaptada por el IDEC a las condiciones de nuestro país para su utilización en una amplia gama de construcciones, tal y como señala Alberto Lovera en el artículo “Los laberintos de la innovación tecnológica. El Sistema Siema del IDEC» (1993).

Detenerse a conocer las características de este sistema (información que puede consultarse ampliamente en http://www.fau.ucv.ve/idec/pdf/propuestasidec.pdf), cobra sentido para enfatizar su condición de andamiaje o soporte de múltiples posibilidades que a su vez permiten detectar la habilidad y el talento del diseñador o diseñadores que echan mano de él y, en particular, la participación de Henrique Hernández, junto a Alejandro Calvo y Nora de la Maza, en el proyecto y construcción de la sede para el Banco del Libro, Altamira (Caracas).

1. Izquierda: Plano de conjunto. Derecha arriba: detalle del acceso. Derecha abajo: hall de acceso

Las condiciones que debieron sortearse de antemano en el proyecto del edificio no eran nada favorables: necesitaba ubicarse en un lote estrecho y largo próximo al Distribuidor Altamira al borde de la vía que conecta la autopista Francisco Fajardo con la plaza Francia, por lo que el volumen prismático producto de la utilización del sistema tendría que orientar sus caras más largas hacia el este y el oeste. De aquí que las operaciones relacionadas con la implantación del objeto, su relación con el entorno y su comportamiento climático pasarían a ser fundamentales a la hora de tomar decisiones de orden arquitectónico.

Haciendo valer su ya demostrada capacidad para sacar partido de las adversidades, Henrique Hernández ubica el edificio de 1.500 m2 de construcción, una bien proporcionada caja de tres pisos de 12.60 mts de ancho por 39.60 de largo y una altura de 9.15 mts, cuya planta responde a un módulo estructural de 3.60 mts a lo largo, con luces de 7.20 mts y 5.40 mts para cubrir el ancho, organizada en función de dos núcleos de circulación y servicios colocados uno a cada extremo, lo más alejado posible de las desfavorables condiciones de ruido y tráfico prevalecientes al sur, con la intención de lograr hacia el norte un modesto y a la vez digno acceso que estaría acompañado de una pequeña plaza (desde donde está tomada la foto que ilustra nuestra postal del día de hoy) en la que se proponía la inserción (no consumada) de una obra de Alejandro Otero. De esta forma se conseguiría también dar cabida más al norte a un pequeño estacionamiento y a la incorporación de los retiros como espacios de expansión (a modo de patios) de las actividades públicas ubicadas en la planta baja, gracias al atinado papel que juega el muro perimetral. Así, la edificación se convierte ella misma en acceso y elemento ordenador principal de las diferentes fases de crecimiento del programa y de ocupación del resto del complicado terreno.

2. Detalle de la fachada sur
3. Fachada oeste

El otro gran acierto del edificio estriba en la manera como es tratada su envolvente la cual no sólo actúa como respuesta acorde a su desfavorable orientación, sino que brinda la oportunidad de llevar a cabo una cuidadosa selección de los elementos que la integran y sobre todo de incorporarle un rico y variado dinamismo. Sin abandonar preocupaciones de índole funcional que privan a la hora de mostrar al exterior los ambientes que su piel recubre, las fachadas del edificio hablan por si solas de un claro deleite por la composición de los planos que las definen y su permanente diálogo con la modulación estructural: romanillas fijas y móviles (de variadas dimensiones) de aluminio anodizado, así como marcos de ventanas y cerramientos sólidos del mismo material, se combinan contrastando con casquetes seccionados a media bóveda en fibra de vidrio de color amarillo, inyectándole a la ligereza de las cerchas y columnas que componen el sistema constructivo una sugerente capacidad expresiva que no atenta contra su sobriedad. Todo este esfuerzo estético, reforzado con la participación de Carlos Cruz-Diez en el tratamiento del hall de entrada, deriva, además, en haber logrado condiciones óptimas de ahorro energético ante las circunstancias adversas del medio.

4- Patio cubierto

En el Banco del Libro, Hernández y su equipo logran plasmar una obra madura que muestra cómo tras la aparente frialdad y esquematismo de la estructura que soporta el edificio es posible conmover al visitante no sólo desde fuera sino particularmente cuando se disfruta de la atmósfera interior, plenamente alcanzada teniendo al control de la luz como protagonista. De esta manera se aprovecha una de las mayores ventajas que aporta el SIEMA: lograr la libre disposición de las partes constitutivas del programa propio de una institución pública dentro de la máxima flexibilidad espacial con la menor cantidad de elementos.

5. Arriba izquierda: fachada norte. Arriba derecha: fachada sur. Abajo: escalera con estructura metálica a la vista

Posteriormente a la realización del Banco del Libro el IDEC, a través de su empresa TECNIDEC, construirá en Sartenejas (1991) la ampliación de la Fundación Instituto de Ingeniería en la que de nuevo participa Henrique Hernández, esta vez acompañado por Alejandro Galbe y Cristina Echeverría. El sistema se comercializa y también en 1991 se utiliza para la construcción de un edificio de laboratorios de la Procter & Gamble en La Yaguara (Caracas), proyecto del arquitecto Pablo Lasala, para luego servir de soporte (tras la firma de un contrato de Licencia con la empresa CORYLUM C.A.) para contener la sede del Grupo CORIMON en la Zona Industrial de Valencia, estado Carabobo del arquitecto Servio Tulio Ferrer y, más recientemente, el núcleo de Maturín de la UCV del arquitecto Nelson Rodríguez.

El seguirle la pista a los orígenes y desarrollo del SIEMA ha permitido a Alberto Lovera en el ya citado artículo develar “los laberintos de la innovación tecnológica”, pero sobre todo el poder constatar, de nuevo, que Henrique Hernández al usar el catálogo de piezas que lo conforman, ha logrado no sólo complementarlo sino dotar a la edificación resultante de un carácter que trasciende la simple resolución automática de los problemas arquitectónicos involucrados, sin dejar de convertirse en una nueva acentuación del sistema constructivo más que en una búsqueda de formas originales. La experiencia acumulada, unida al aprendizaje que produjo el episodio del edificio de Trasbordo, cobra en el Banco del Libro un tono menos programático pero igualmente experimental dando como resultado un contenedor que dialoga con el lugar y no un objeto derivado de la literal traducción de un proceso. La paradoja que encierra el largo tiempo transcurrido entre la realización del proyecto y su inauguración (cerca de 5 años cuando no debió pasar de uno), atribuible a problemas de orden presupuestario y de diversa índole, no desmeritan el valor del Banco del Libro como manifiesto arquitectónico a favor de una particular visión comprometida con la ideación desde la sistematicidad constructiva de cualquier obra que busca ser eficiente, económica y de rápida ejecución.

ACA

Procedencia de las imágenes

Revista ESPACIO, nº 4, 1989

1993• Centro Corimon, Valencia

Centro Corimon.jpg

1993•  Se concluye la construcción del Centro Corimon, ubicado en la Urbanización Industrial El Bosque, Valencia, estado Carabobo, diseñado por el arquitecto Servio Tulio Ferrer, con la colaboración de Yolanda Lorenz, Luisa López y Cristina Apitz. Como Gerente del Proyecto actuó el arquitecto Jorge Cordido. La obra se realizó utilizando el Sistema SIEMA, desarrollado por el Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción (IDEC) y comercializado a través de la empresa universitaria Tecnidec.

HVH