Ensamble Studio | Bernard Tschumi | Junya Ishigami | Alberto Burri | Gijs Van Vaerenbergh | Snøhetta | Rogers Stirk Harbour + Partners | Kéré Architecture | Effekt | Boltshauser Architekten | Atelier Gaudin et Jean-François Lagneau | Encore Heureux et RF Studio | Jean-Michel Othoniel | Dan Graham
Refugio, choza, pabellón escultórico o estructura experimental, la locura arquitectónica acepta hoy todas las definiciones, o casi. Originalmente un bonito edificio que los aristócratas erigieron en el fondo de sus jardines en el siglo XVII, la locura también significa sinrazón… ¿Y es realmente serio dedicar un número a estructuras que, a priori, no tienen nada de urgente, y por el contrario encarnan la frivolidad de un mundo que corre hacia la ruina? Para su edición de octubre-noviembre de 2022, L’Architecture d’Aujourd’hui se enfrenta a la pregunta. Y revela que más allá de las apariencias, estas locuras contemporáneas son también laboratorios de ensayo para probar ideas, intuiciones, ese derroche de pensamiento que permite a los arquitectos, entre otros expertos, idear soluciones para hacer frente a la escasez.
EN RESUMEN
En el ojo de Catie Newell; Las recomendaciones de la Llibreria Finestres de Barcelona; La rehabilitación de la BnF, Quadrilatère Richelieu por Atelier Gaudin y Jean-François Lagneau; La renovación de la Brasserie Madame, en el primer piso de la Torre Eiffel por Encore Joyeux y RF Studio; Undécimo opus de los cuadernos de reutilización; El Palacio Ideal del Cartero Cheval y la intervención artística de Jean-Michel Othoniel; Los pabellones de cine del artista estadounidense Dan Graham; La pasarela Ax Majeur en Cergy-Pontoise a través de la lente del fotógrafo Luc Boegly; Retrato de la agencia española que se atreve con todo, Ensamble Studio; Relato histórico de las locuras paisajísticas del siglo XVIII por la historiadora Chiara Santini; Entrevista con un maestro de las locuras, Bernard Tschumi; El sueño del arquitecto japonés Junya Ishigami hecho realidad en pabellones; Una mirada retrospectiva al trabajo in situ de Alberto Burri en Sicilia, locura concreta; Panorama de locuras internacionales de Gijs Van Vaerenbergh, Snøhetta, Rogers Stirk Harbour + Partners, Kéré Architecture, Effekt, Boltshauser Architekten; … entre otros descubrimientos.
Del griego skholê (“ocio”, el lugar donde no se realiza trabajo físico), la escuela es por definición el lugar de estudio e intercambio, dentro del cual se recibe una educación colectiva. Pero la escuela designa también a todos los partidarios de una misma doctrina, el movimiento resultante de esta doctrina. Con motivo de este número de vuelta al cole, AA ha querido centrarse no sólo en el último de estos «lugares de estudio», que dan testimonio de la evolución del binomio enseñanza-aprendizaje en nuestras sociedades, sino también en el camino de la arquitectura que se enseña hoy, ahora integrando cada vez más… el trabajo físico.
Contenidos: en la mirada de Tómas Saraceno; tres preguntas a Ila Bêka y Louise Lemoine; recomendaciones de la librería de Harvard; las creaciones recientes de Jean-Benoît Vétillard, Pierre Hebbelinck y croixmariebourdon; décima obra de los cuadernos de reutilización; filosofar sobre la noción de aprendizaje con Joëlle Zask; la escuela vista en series de televisión; entrevista con Benjamine de Cloedt sobre la Mosa Ballet School; Urbino a través de la lente del fotógrafo Luc Boegly; retrato del arquitecto y profesor Éric Lapierre; ensayo de Meriem Chabani sobre las nuevas escuelas de arquitectura; entrevista con Lesley Lokko sobre el African Futures Institute; visita al Material Institute de Nueva Orleans; panorama de las instalaciones escolares diseñadas por Tezuka Architects, Guinée*Potin, Fontès Architecture, Atelier Marc Barani, Herzog & de Meuron, Diana Kellogg Architects, Xaveer de Geyter Architects; ¡y tantas otras sorpresas!
La revista INMUEBLES, cuya portada correspondiente al número 1 ilustra nuestra postal del día de hoy, aparece en julio de 1992 en medio de un país que en febrero había sido sacudido por un golpe de estado y que nuevamente lo sería en noviembre, lo cual indica a las claras que, más allá de tales avatares, se estaba apostando a generar para “la industria privada más importante del país … un medio de comunicación destinado a informar, analizar y opinar sobre su desarrollo”, tal y como lo expresara su editor Yamandú Botella Oriol en “Con usted”, nota editorial que acompañó aquel lanzamiento. Botella Oriol añadirá: “Sectores tan diversos como la arquitectura, la construcción, la comercialización, el financiamiento y la decoración se resumen, ahora, en una sola palabra: INMUEBLES. (…) Si agregamos a ellos la fabricación de productos e insumos y todos los servicios relacionados veremos cuan vasto es el panorama a reflejar”.
Como corroboración de que aún privaba una visión optimista, y de que se aspiraba recorrer un “largo camino” que se asumiría “con absoluta responsabilidad y con la confianza que nos otorga el contar con el respaldo de un equipo multidisciplinario de profesionales inmobiliarios y de la comunicación”, en el mismo texto Botella Oriol se planteaba como principal reto el colocarse a tono con “las dimensiones que está alcanzando la inversión inmobiliaria, a través de nuevas modalidades de comercialización, de trasplantes exitosos de fórmulas de financiamiento de otros países, del desarrollo de la Ley de Política Habitacional, del surgimiento de nuevos productos y tecnologías”, todo lo cual “hacía necesario un medio que hiciera llegar al gran público el análisis de esos temas, en profundidad”.
1. Sumario y página de créditos del nº1 de la revista INMUEBLES.
Y, en efecto, Botella Oriol estaba acompañado de un amplio equipo de redactores, columnistas, colaboradores y corresponsales en el exterior con Elinor Gil como Jefe de Redacción, Salvador Chang como Asesor Económico, Ricardo Reyes como Director de Comercialización, Thaís Sosa como Gerente de Cuentas y María Antonieta Parra como Ejecutiva de Cuentas. Contaron, además, con un excelente grupo de fotógrafos: Ricardo Gómez Pérez y Ricardo Jiménez (quienes se identificaban como Ricar-2) además de Esteban Montagut, y con la Dirección de Arte y Diseño a cargo de Jorge Haralambides apoyado en Fanny Salazar como Secretaria de Coordinación.
La revista, de periodicidad mensual y formato tamaño carta, partió con un total de 80 páginas estableciendo un grupo de secciones fijas y alternadas, a saber: Construcción, Temas, Productos, Hábitat y Mercado a las que se sumaban otras que variaban según la ocasión: Perfil, Debate abierto, Gente en obra, Entre comillas, Tips, Convención inmobiliaria, Lanzamiento, Desde El Ávila clips y Exterior.
La arquitectura tuvo desde el primer momento un lugar destacado dentro de INMUEBLES, particularmente en las secciones Construcción, Temas y Hábitat tomando diferente talante según el caso. Así, en aquel primer número aparecería (sin firma) “Meliá Caracas. Luis XVI en Sabana Grande” que ofrece una semblanza general del novedoso hotel 5 estrellas que se inauguraba en la avenida Casanova, así como una completa ficha técnica.
2. Páginas interiores del nº1 de la revista INMUEBLES.
En la sección Temas, se publicó en número 1 de INMUEBLES el texto “El barrio: problema y solución” que recoge una conversación sostenida entre los redactores y el profesor Oscar Olinto Camacho (para entonces presidente ejecutivo de la Fundación Banca Hipotecaria y director del Consejo Nacional de la Vivienda), quien el año anterior (1991) había culminado un extenso trabajo de investigación auspiciado por el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de Canadá con el apoyo académico de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, sobre la propiedad y el inquilinato de los barrios de Caracas.
Por otra parte, en la sección Hábitat se publicó el muy completo artículo “Una galería como sede para la creación”, firmado por María Teresa Novoa, coincidiendo con la inauguración de la nueva sede de la Escuela de Artes Visuales Cristóbal Rojas en la avenida Bolívar, proyectada por Carlos Gómez de Llarena y Moisés Benacerraf. En la misma sección pero apuntando a mostrar novedades en diseño asistido por computadoras, apareció “La arquitectura muerde la manzana” en el que la redacción se hizo eco del trabajo sostenido del arquitecto Hernán Pisani desde su empresa Soft CAD, diseñando programas de dibujo destinados a ser usados en equipos producidos por Apple Computers, de los cuales destacaba el versátil User’sCAD encontrándose a las puertas de producirse el lanzamiento del ArchiDOT (Architectural Designs Oriented Tool).
3. Páginas interiores del nº1 de la revista INMUEBLES.
Un tercer trabajo aparecerá también en la sección Hábitat: “Para recordar a Leopoldo Martínez Olavarría” de Juan José Martín Frechilla, escrito en honor al importante arquitecto fallecido por aquellas fechas, quien protagonizó desde su condición de funcionario público el desarrollo y modernización de Caracas entre 1940 y 1970, para lo cual Martín Frechilla hace un compacto pero muy sustancioso recuento resaltando su destacada participación.
Bueno sería reconocer que aquel primer número de INMUEBLES no tuvo desperdicio dada la amplitud de temas, lo atinado en la selección de los mismos y la calidad de redacción y acompañamiento visual que tuvieron, lo cual debe haber dejado muy satisfechos a quienes promovieron la iniciativa.
En la medida que fue apareciendo mensualmente y consolidando su posicionamiento, las siguientes entregas de INMUEBLES mantuvieron su buen nivel y continuaron incorporando temas de gran valor para los interesados en la arquitectura de entre los cuales cabría destacar, entre otros, los reportajes dedicados a la construcción de la Torre Confinanzas titulado “Confianza en las alturas”, al Hipermercado MAKRO titulado “El consumo encuentra su templo estructural” y a “El Renacer de la Cultura Mesoamericana”, que junto a otro artículo de Juan José Martín Frechilla que por repasar las exposiciones universales desde la de Chicago en 1893 a la de Sevilla en 1992, le permitieron titularlo “Un siglo y pocas novedades”, llenando todos de contenidos el nº3 de septiembre de 1992.
4. Páginas interiores del nº1 de la revista INMUEBLES.
La aparición en INMUEBLES de temas vinculados a la historia, la crítica y la actualidad arquitectónica permitirá registrar (a riesgo de que se nos queden algunos por fuera) los artículos: “En la cima de Güigüe, estado Carabobo. Una abadía benedictina. Jesús Tenreiro” de María Teresa Novoa y “De cara a Europa” de Martín Frechilla (ambos en el nº4, octubre 1992); el reportaje “Crónica de una torre levantada en dos tiempos. A la conquista del sureste”, dedicado a la Torre Humboldt de Federico Beckhoff, y los textos “James Alcock. La arquitectura como paisaje” de William Niño Araque y “Simón Vélez. La arquitectura del bambú” de María Teresa Novoa (todos del nº5, noviembre 1992).
Ese importante impulso se verá reforzado por la serie de ensayos dedicados a Maestros de la Arquitectura Contemporánea Venezolana escritos por Manuel López Villa, de los cuales aparecerán los correspondientes a Henrique Hernández (“La arquitectura de la tecnología”, nº6, diciembre 1992), Fruto Vivas (nº8, febrero 1993), Jesús Tenreiro (“La arquitectura como monumento”, nº 10, abril 1993) y José Miguel Galia (“La arquitectura de la realidad”, nº13, julio 1993).
5. Carátulas de los números 9 y 12 de la revista INMUEBLES.
Nuestro registro, incompleto por demás, da cuenta de la aparición de INMUEBLES al menos hasta 1995, quedando para la posteridad los números especiales dedicados a registrar dos importantes eventos realizados en Caracas, de los cuales fueron recogidos textos elaborados por algunos de los participantes. Ellos son: el VI Seminario de Arquitectura Latinoamericana realizado del 25 al 30 de abril de 1993 (nº9, marzo 1993) y la VI Conferencia Internacional de Centros Históricos y Patrimonio Edificado Iberoamericano realizada del 24 al 30 de julio (nº20, agosto-septiembre 1994).
También vale la pena reseñar que el nº12, con el que INMUEBLES celebraba su primer aniversario, le abrió las puertas a un amplio recorrido titulado “El viejo futuro de Caracas”, donde se dieron cita importantes protagonistas en el desarrollo y modernización de la ciudad a través de sendos reportajes dedicados a: Juan Bernardo Arismendi, Luis Roche, Luis Alberto Pocaterra, Carlos Raúl Villanueva, Rafael Bergamín (escrito por Martín Frechilla), Irwin Perret-Gentil, Julio Sosa Rodríguez, Heriberto González Méndez, Oscar Ochoa Palacios e Inocente Palacios. También registró la aparición de los artículos: “La arquitectura de Manuel Mujica Millán” de Martín Padrón, “Lucio Costa» de Carlos Eduardo Dias Comas y “Luis Malaussena y la modernización del país” de Silvia Hernández de Lasala.
Tras el recorrido que hemos podido hacer a partir de su primera aparición, queda claro que la revista INMUEBLES se constituyó en un importante apoyo para la divulgación de la historia, la crítica y las obras de arquitectura venezolanas a lo largo de los años 1990 y en ineludible referencia a la hora de llevar adelante un registro de lo allí acontecido.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal, 1, 2, 3 y 4. Revista Inmuebles, nº 1, julio 1992
La aparición en marzo de 1950 de la histórica publicación Los Disidentes ofrece varios datos curiosos que de entrada conviene señalar. En primer lugar, se trata de una revista venezolana en el sentido de que fue concebida y producida por venezolanos, pero editada e impresa fuera del país: en París para más señas. El segundo aspecto tiene que ver con que el folleto, como sus creadores prefirieron definir, produjo desde la distancia, pese a su tamaño, número de páginas y duración, un efecto crucial sobre la percepción y finalidad del arte con claras secuelas en la cultura contemporánea venezolana, con aspiración de ampliarse por la América Latina, tal y como mostraba el lema ubicado en su portada debajo del nombre.
Su modesto formato de 18 x 22.5 cm, las dieciséis páginas más tapa que conformaron su tripa, su pequeño tiraje y corta vida: cinco números (todos aparecidos en 1950, correctamente editados en la Imprimerie Beresniak 12, Rue Lagrange, París), hablan a las claras de que fue su contenido bien escrito y en ocasiones incendiario, amén de la coyuntura en que aparece, lo que más pesó para que la experiencia alcanzara la trascendencia de tuvo.
Los Disidentes, digámoslo de una vez, no fue otra cosa que el órgano de difusión del grupo del mismo nombre, formado por un grupo de artistas y escritores venezolanos residentes en París entre 1945 y 1952, quienes asumieron una posición de ruptura y vanguardia que se enfrentó contra los “falsos impresionistas, falsos salones de arte y falsos folkloristas” que, según ellos, dominaban la cultura oficial en el país. También se proponían luchar en contra de la educación oficial impartida en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas, cuyas fuentes provenían del paisajismo y nativismo, específicamente. Haciendo honor a su nombre, Los Disidentes procuraban alcanzar la renovación del arte tradicional y académico mediante la asimilación de los valores de la abstracción europea. De tal manera, los cinco documentos publicados en un lapso de siete meses aglutinan las ideas revolucionarias de este grupo, y se convierten en referencia obligada para comprender el “arraigo y preferencia” del arte geométrico en Venezuela.
1. Taller Libre de Arte. 1948-1952.2. Izquierda: Alejandro Otero. Cafetera azul (1947). Derecha: Mateo Manaure. Mujer con gallo (1948).
Sin pretender abarcar la multiplicidad de factores que giraron en torno a la fundación de Los Disidentes y su órgano de difusión, se han señalado como antecedentes fundamentales: la creación en 1940 del Salón Oficial de Arte Venezolano por parte del Ministerio de Educación, desde donde se implementó un sistema de bolsas y premiaciones que permitió a los beneficiados viajar al extranjero; las críticas de que fue objeto la Escuela de Artes Plásticas en 1945 que originaron la expulsión de un grupo importante de estudiantes; y la apertura también por parte del Ministerio de Educación del «Taller Libre de Arte» en 1948 válvula de escape que permitió la convivencia de manifestaciones artísticas muy variadas pero que le abrió la puerta fundamentalmente a la abstracción como medio de expresión. Valga añadir que las becas y bolsas de trabajo otorgadas por el gobierno a los artistas aventajados tuvieron dos destinos fundamentales: París y México donde se dirigieron individualidades con rasgos formativos comunes pero con criterios ideológicos divergentes en lo atinente al «compromiso social». Al primer grupo pertenecen justamente Los Disidentes y al segundo lo que se denominó como» La Barraca de Maripérez» cuya conformación (1945) es anterior a la del grupo parisino.
3. Los Disidentes en París (c.1950).
Volviendo a la publicación que nos ocupa es interesante detectar, con la ayuda del artículo “Los Disidentes, manifiesto de arte abstracto” de Jacinto Salcedo, publicado en el libro Revistas culturales latinoamericanas 1929-1960, coordinado por Lydia Elizalde (2008), cómo el cabezal de la portada del número 1 estaba conformado por “una ocurrente composición que muestra un cuadrado negro sobre el cual se dibuja expresivamente una caligrafía que no encaja, que se manifiesta más allá de los límites y que inevitablemente se autorrefiere: “Los Disidentes”, el nombre de la revista, está entre comillas”. En la tapa, hecha exclusivamente con tipografía e impresa sobre cartulina marrón, aparecen los nombres de los artistas-colaboradores “como un gesto arrogante y emancipado”: Pascual Navarro Velásquez (pintura), Alejandro Otero Rodríguez (pintura), Mateo Manaure (pintura), Luis Guevara Moreno (pintura), Carlos González Bogen (pintura), Narciso Debourg (pintura), Perán Herminy (pintura), Rubén Nuñez (pintura), Dora Hersen (pintura), Aimée Battistini (pintura), Belén Nuñez (ballet) y J.R. Guillent Pérez (filosofía).
La publicación, sencilla y modesta pero cuidadosamente elaborada, siempre estuvo impresa a una sola tinta, sin ilustraciones (sólo se reproducen obras en los números 4 y 5) y contó con una escueta diagramación “con márgenes generosos, con detalles tipográficos como las capitulares y titulares que le aportan contraste”. Pero como ya se asoma en lo que se puede considerar como una especie de editorial ubicado en la página 1 del primer número se trató desde un primer momento que estuviese cargada de crítica y reacción: “Ningún interés creado, ninguna sensiblería ante lo que creemos nuestro inalienable deber. La juventud latinoamericana está hoy situada ante la alternativa, o bien de someterse al canon tradicional, o hacer que Latinoamérica logre su verdadera dignidad”.
Destaca también del primer número la crítica frontal de Alejandro Otero contra el comisionado del gobierno francés Gastón Diehl, establecido en Caracas y “cronista del arte moderno en Venezuela”, a quien se le encargó hacer itinerar por América Latina la exposición “De Manet a nuestros días”. Diehl asumiendo su rol como referencia dentro de la crítica nacional “en su visión, con un rancio sesgo eurocentrista, recomendaba a los jóvenes artistas venezolanos ‘no quemar muy rápido las etapas’ y mantenerse en la corriente del paisajismo posimpresionista porque el arte abstracto era una ‘tentación inútil’”. Ante tal postura, Otero no pierde tiempo en elaborar un mordiente artículo titulado “¿Gastón Diehl promulga y espera una resurrección del espíritu impresionista en Venezuela?” donde lo acusa de conservador y rechaza su postura que ignora al Cubismo y al arte abstracto, texto que señalará gran parte de la ruta que para estos temas siguió la revista.
4. Portadas de los números 2 al 5 de la revista Los Disidentes y página de contenidos del nº 45. Un dibujo de González Bogen acompañando un artículo de Mateo Manaure en el número 4 de la revista.
El resto de los números de Los Disidentes permite detectar en su carátula la incorporación de nombres como los de Armando Barrios (pintura) en el número 2, Miguel Arroyo (pintura) en el número 3 y César Henríquez (cine) en el número 5. También las ligeras variaciones de color y diseño de su tapa siempre en cartulina. Así, el número 2 de abril tendrá la carátula roja, el 3 amarillo pálido, el 4 color mostaza y el 5 marrón. A partir del número 3 “el cabezal cambia su diseño por una tipografía rotulada a mano que recuerda la disgregación de elementos del discurso cubista”, apuntará Jacinto Salcedo. Será en el número cuatro cuando aparezcan por primera vez reproducciones de imágenes dibujos: los de González-Bogen, por ejemplo, acompañarán a un artículo de Mateo Manaure. Pero más relevante aún será la publicación en ese mismo número de la “Última página escrita por Wassily Kandinsky con dos dibujos del artista” tal y como reza en el sumario. Del mismo número 4 cabe destacar los artículos “Ballet: arte incomprendido en Venezuela” de Belén Nuñez, “En torno a la pintura de hoy” de Narciso Debourg y “Del arte abstracto” de Alejandro Otero.
6. El polémico texto de Carlos González Bogen titulado «La escuela ‘de los paisajistas’ de Caracas» aparecido en el número 2 de la revista.7. Airada respuesta contra la actitud de Los Disidentes y en defensa de los paisajistas venezolanos publicada en la columna “Márgenes” del diario Últimas Noticias el 21 de mayo de 1950, firmada con el seudónimo R.N. de C.8. González Bogen responde brevemente en el nº 5 de la revista del grupo, bajo el mismo título: “De nuevo los disidentes” al responsable de la columna «Márgenes».
De las polémicas suscitadas por o hacia Los Disidentes hay dos que brevemente vale la pena reseñar. La primera de ellas se origina en el texto de Carlos González Bogen titulado «La escuela ‘de los paisajistas’ de Caracas» aparecido en el número 2 de la revista, donde “ataca duramente a los pintores paisajistas de la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas de Caracas. Los acusa de manejar los centros culturales oficiales con fines egoístas, además de ampararse en un ‘pseudo impresionismo bastardo’, llegando a responder sólo a intereses lucrativos y pintar para satisfacer la demanda del mercado local. Concluye parafraseando históricamente al censor Catón: ‘Preciso es destruir la Escuela de Caracas’” (sinopsis que hemos obtenido de la página del International Center for the Arts of the Americas -ICAA- at the Museum of Fine Arts, Houston https://icaa.mfah.org elaborada por María Elena Huizi). Del fuerte y violento artículo de González Bogen se derivó una respuesta airada contra la actitud de Los Disidentes y en defensa de los paisajistas venezolanos publicada en la columna “Márgenes” del diario Últimas Noticias el 21 de mayo de 1950, firmada con el seudónimo R.N. de C., texto al que González Bogen responde brevemente en el nº 5 de la revista del grupo, bajo el mismo título: “’De nuevo’ los disidentes”.
9. Artículo “Historia de una mítica disidencia”, publicado por el grupo “La Barraca de Maripérez” el 9 de julio de 1950 en Últimas Noticias: El diario del pueblo (Caracas).10. Sorprendidos por la reacción de La Barraca, Perán Erminy, Luis Guevara Moreno y Narciso Debourg publicarán, primero en Últimas Noticias el 9 de julio de 1950 y luego en el nº5 de la revista, el artículo “Alrededor de la historia de ‘Los Disidentes’”.
El segundo debate se suscita a raíz de la aparición del artículo “Historia de una mítica disidencia”, publicado por el grupo de artistas de la misma generación conocido como “La Barraca de Maripérez” (al que ya hemos mencionado), el 9 de julio de 1950 en Últimas Noticias: El diario del pueblo (Caracas). La sinopsis obtenida de la página del ICAA señala que el Grupo La Barraca, radicado entonces en México, “ataca lo que concibe como falsas pretensiones revolucionarias de Los Disidentes (París, 1950), rechazando así la invitación de sumarse a su movimiento. Los integrantes de La Barraca de Maripérez indican que Los Disidentes no son otra cosa sino una continuación de la labor iniciada por los de La Barraca al rebelarse contra la Escuela de Artes Plásticas de Caracas siendo expulsados de esta. Por lo tanto, acusan, uno a uno, a Los Disidentes (salvo algunos casos) de haber realizado concesiones a movimientos tradicionales para obtener ciertos privilegios y premios”. Allí también se señala: “Este artículo es un ejemplo de las repercusiones que causó en el escenario cultural venezolano la violenta irrupción de Los Disidentes (1950). Aquí, artistas de la misma generación, rechazan con rencor y agresividad el llamado de Los Disidentes —hacia la juventud latinoamericana para sumarse a su labor transformadora de la cultura tradicional venezolana— por considerar que se apropiaron de luchas que fueron suyas también. Más allá de los celos que pudieron despertar en los artistas de La Barraca de Maripérez los ‘éxitos’ de Los Disidentes, este artículo prefigura el discurso controversial más importante en la historia del arte en Venezuela: ¿quiénes orientan su arte hacia el realismo social? ¿Cómo operó La Barraca de Maripérez, con clara influencia del muralismo mexicano? ¿Cuáles fueron los argumentos que se promovían versus abstraccionismo europeo representado por Los Disidentes?”.
A modo de contraataque y sorprendidos por la reacción de La Barraca, Perán Erminy, Luis Guevara Moreno y Narciso Debourg publicarán, primero en Últimas Noticias el 9 de julio de 1950 y luego en el nº5 de la revista, el artículo “Alrededor de la historia de ‘Los Disidentes’” cuya sinopsis publicada en la página de la ICAA apunta lo siguiente: “Narrando lo que fueron sus orígenes y puntualizando las motivaciones que los unieron, Los Disidentes reafirman su posición combativa en contra de un pasado que desean superar; para ello, acusan a La Barraca de Maripérez —a quienes habían invitado a sumarse a esta lucha, porque suponían intereses semejantes— de pretender vivir del prestigio de glorias pasadas, amén de desvalorizar los méritos logrados por Los Disidentes. Posteriormente, en nota añadida a este artículo, los pintores Perán Erminy, Luis Guevara y Narciso Debourg (miembros de Los Disidentes) amplían esta declaración, rechazando aquella acusación de que su movimiento y objetivos eran mera continuación del episodio de la rebelión contra la Escuela de Artes Plásticas de Caracas, ocurrida en 1945″.
11. “Manifiesto No”, aparecido en el número 5 de la revista Los Disidentes.
Los Disidentes dejaron para el último número de la publicación la aparición de lo que se considera como su declaración de principios: el célebre “Manifiesto No” (que hemos decidido reproducir como imagen), como quien se despide dejando claro lo que desde un inicio se buscaba.
12. Pascual Navarro. Mural. Sin título. Universidad Central de Venezuela, Plaza cubierta (1954).
Terminado el intenso lapso que giró en torno a la publicación, no hay duda que la postura manifiesta por el grupo, pese a no ofrecer soluciones concretas, no pasó desapercibida. Por otro lado, posteriormente, Los Disidentes, como parte de un espíritu colectivo que comenzó a apreciar y exaltar el arte moderno, empezaron a contar con el apoyo de galeristas y coleccionistas, alcanzando su punto culminante (sin ser necesariamente manifestación de los gustos del régimen perezjimenista) en el proyecto “Síntesis de las Artes”, que lleva a cabo el arquitecto Carlos Raúl Villanueva en la Ciudad Universitaria de Caracas. Allí, como se sabe, Villanueva integra de forma orgánica a los espacios arquitectónicos, obras murales y esculturas donde convivieron reconocidos artistas internacionales como Leger, Henri Laurens o Jean Arp con venezolanos ligados directa e indirectamente al movimiento de Los Disidentes: Mateo Manaure, Pascual Navarro, Armando Barrios, Alejandro Otero, Oswaldo Vigas, Jesús Soto, Miguel Arroyo y Alirio Oramas, entre otros.
13. Alejandro Otero. Abra solar. Plaza Venezuela, Caracas (1982). Obra que representó a Venezuela representó a Venezuela en la Bienal de Venecia.
Más tarde, el arte abstracto se convirtió a finales del siglo XX en un “emblema de una Venezuela moderna”, trascendiendo en algunos casos “como expresión del discurso de una sociedad progresista” tal y como apuntará Jacinto Salcedo. “De esta manera, plazas públicas de las principales ciudades de Venezuela detentan obras abstractas monumentales (muchas de ellas cinéticas) de artistas como Alejandro Otero, Mateo Manaure, Carlos Cruz-Díez o Jesús Soto”. La paradoja entre la encarnizada lucha contra el “arte oficial” desatada en 1950 por Los Disidentes y su posterior legitimación como representantes de él, no hace sino corroborar las vueltas que el tiempo y la distancia permiten corroborar. Recientemente, una vez más, se reavivará el debate entre si es al realismo a quien debe corresponder constituirse en estética oficial y al abstraccionismo terminar de instalarse como estética burguesa.